LA CTM COMBATIVA Y SOLIDARIA (1936-1941)

LA CTM COMBATIVA Y SOLIDARIA (1936-1941)

Juan Campos Vega

La Confederación de Trabajadores de México (CTM), en sus primeros cinco años de vida, fue una organización sindical combativa y solidaria, no solamente apoya y orienta a los trabajadores ferrocarrileros, electricistas y petroleros para contribuir al éxito de sus luchas, así como a las huelgas de otros sindicatos afiliados a ella, sino que también brinda, desde el año de 1936, su apoyo al pueblo y al gobierno republicano españoles ante la rebelión falangista encabezada por Francisco Franco, apoyado por los nazis de Alemania y los fascistas de Italia, lo que genera grandes movimientos de masas en México y la ayuda decidida del gobierno del país a la República amenazada.

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En enero de 1937, el gobierno federal le otorga asilo a León Trotski, la CTM protesta de inmediato por su presencia en México; pero deja la responsabilidad de las consecuencias que pudieran traer sus actividades en el país a las autoridades, lo que no impide que combata públicamente las opiniones del emigrado ruso que:

Calumnia al gobierno de España, vitupera al pueblo chino, acusa al proletariado mexicano de encontrarse vendido al oro de Moscú, indirectamente ataca al gobierno de Cárdenas al atacar la teoría del frente popular, y coincide en todo con las ideas y con los actos que del fascismo provienen. Por eso León Trotsky resulta enemigo del pueblo de México.[1]

En noviembre de 1937, Vicente Lombardo Toledano, en su carácter de secretario general de la CTM, presenta la opinión de la confederación acerca del proyecto de Ley General de Sociedades Cooperativas y del dictamen correspondiente de la comisión legislativa de la Cámara de Diputados. Entre los aspectos esenciales de la postura de la CTM destaca la valoración del papel de las cooperativas de producción a las que califica de simples aliados “de la gran producción capitalista”,[2] que en el caso de México se encuentra en manos del capital extranjero; en sentido opuesto plantea la necesidad de impulsar las cooperativas de consumo y las agrarias: las primeras porque pueden contribuir a mitigar el problema de los bajos salarios, al contrarrestar la elevación artificial de los precios de los artículos de consumo básico, y las segundas, porque importa saber si la economía agrícola debe basarse en la hacienda, en el peonaje, la aparcería en los campesinos organizados en comunidades de producción. La CTM aboga “porque el objeto fundamental de la ley de cooperativas sea el de la producción agraria de nuestro país en manos de los campesinos”.[3] En todo caso, se trata de evitar “la ilusión cooperativista como solución dentro de la lucha de clases”.[4]

En febrero de 1938 se realiza el Primer Congreso Nacional de la CTM que había nacido con independencia del Estado, por ello, al recibir al presidente Lázaro Cárdenas, el 22 de febrero, Lombardo pronuncia estas palabras: “Somos una organización independiente del gobierno, autónoma […] Ni usted querría un proletariado sometido a la dirección del gobierno ni nosotros querríamos un jefe del gobierno que no estuviera sometido más que a la voluntad del pueblo de México”.[5]

Para Lombardo era claro que el apoyo del gobierno era positivo, pero no indispensable. Su experiencia le indicaba que la CROM, en su etapa inicial, no fue importante porque el gobierno la apoyara, sino porque tenía organizados a los trabajadores y luchaba por sus demandas; que empezó a languidecer en el momento en el que deja de luchar; que los trabajadores  también habían ganado batallas en las épocas difíciles del callismo, y del maximato —los gobiernos de Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez—, y que ahora, la CTM era importante no porque contara con la simpatía del gobierno, sino porque peleaba por los intereses nacionales y populares, así como por los de la clase obrera. Como muestra estaban la huelga y la estrategia empleadas que condujeron a la expropiación petrolera, y mismo podría decirse del reparto de tierras en La Laguna y den otras grandes victorias de la clase trabajadora.

El 30 de marzo de 1938, pocos días después de la expropiación petrolera, se celebra la asamblea constituyente del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el cual se integra por cuatro sectores: el obrero (CTM); el campesino, Confederación Campesina Mexicana (CCM); el popular (federaciones en el Distrito Federal y en algunos estados), y el militar. El frente popular queda finalmente constituido, sin embargo, era diferente a como lo habían propuesto sus precursores.

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La resolución de agrupar a todas las fuerzas políticas del país en un frente popular mexicano, que aceptaron en principio el partido del gobierno —Partido Nacional Revolucionario— la Confederación Campesina Mexicana y el Partido Comunista Mexicano, pero que no llegó a realizarse en la forma propuesta, porque fue menester, en la semana misma de la expropiación de las empresas petroleras, unir a las fuerzas determinantes de la vida nacional —la clase obrera, la clase campesina y el ejército— en un pacto del cual surgió el Partido de la Revolución Mexicana, más que como un partido político permanente como una alianza para evitar un golpe de Estado en contra del gobierno constitucional, y la intervención de fuerzas extrañas en la vida de México.[6]

Es necesario señalar que los sectores que constituyen el PRM no eran homogéneos ni mantenían una dirección única; cada organización mantenía su independencia, conservaba la autonomía para atender y defender sus intereses particulares y realizar sus tareas; pero también, se comprometía a no interferir en la política de los otros sectores y a no hacer política fuera del partido.

Desde que nace la CTM, se propone contar con un órgano informativo que permita que los trabajadores puedan: “expresar libremente con toda valentía y franqueza sus puntos de vista, tanto respecto de sus problemas concretos, cuanto desde el punto de vista general e internacional”.[7]

Después de abordar este tema en el Primer Consejo Nacional, de junio de 1936, y después, en el Primer Congreso Nacional, de febrero de 1938, el 1 de julio de este mismo año:

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Se publica, por primera vez, el diario obrero El Popular, como órgano oficial de la CTM. Cuenta al principio con dos ediciones, una matutina y otra vespertina, ambas se venden a cinco centavos, e incluyen publicidad de empresas y sindicatos. En la edición matutina se anuncia en la primera plana, en un recuadro sin título, que colaborarán en él destacados intelectuales y dirigentes sindicales nacionales y extranjeros.[8]

El comité nacional de la CTM, fue el más interesado porque los trabajadores del Estado tuvieran los mismos derechos que los demás sectores de la clase obrera. Cuando se realiza el Congreso los Trabajadores al Servicio del Estado, en octubre de 1938, reitera sus puntos de vista al respecto: que los trabajadores del Estado gocen de los mismos derechos que para los demás trabajadores establece la Ley Federal del Trabajo; que la aprobación del Estatuto Jurídico es un triunfo, pero hay que seguir luchando hasta obtener igualdad de condiciones laborales; que su interés por organizar a los empleados públicos no ha sido motivado por una cuestión de control de esos sectores de trabajadores, sino por una política de solidaridad hacia otros sectores proletarios; que preocupado por la unidad de los trabajadores que concurran al Congreso, ha dado indicaciones a los sindicatos de empleados públicos que militan en su seno que está en libertad de concurrir al congreso de unificación y adoptar la posición que mejor les convenga; finalmente, les ofrece su respaldo solidario para el logro de sus demandas y la defensa de sus intereses.[9]

La CTM convoca a la realización de tres congreso internacionales

En septiembre de 1938, a la realización del Congreso Obrero Latinoamericano que constituye a la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), con la asistencia de delegados de 12 países del área, así como invitados de otros continentes. Las finalidades que se propone al nacer la más importante central obrera en la historia de Latinoamérica y el Caribe, son: “lucha contra el fascismo que es la expresión violenta de las fuerzas reaccionarias; lucha contra la explotación capitalista; mantenimiento de la paz y apoyo de la democracia, mediante cuya vigencia […] hace posible el desarrollo de la fuerza del proletariado”.[10]

Al mismo tiempo, se verifica el Congreso Internacional Contra la Guerra y el Fascismo —sugerido al Congreso Nacional de la CTM por el presidente Lázaro Cárdenas—, que fue el primero de su género en el mundo, tuvo como principal objetivo: “trazar un programa que pudiera ser suscrito por todos los sectores progresistas del mundo para hacer frente al peligro de la guerra”.[11]

También se efectúa el Congreso del Instituto Internacional de Relaciones Industriales que reúne a “técnicos y especialistas en asuntos económico-sociales […] para el estudio sistemático de la situación económica y social de los países de la América Latina”.[12]

En diciembre de 1939, convocada por el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana y la CTM, se realiza la Conferencia Nacional de Educación, en la que se discuten las características que debe tener la educación popular mexicana en todos sus grados. La asamblea analizó los temas siguientes: “legislación educativa, reglamentación del artículo tercero constitucional, federalización de la enseñanza, bases financieras de la educación, ley general de educación”.[13] Las conclusiones de la conferencia contribuirían a la confección de la primera Ley Orgánica del Artículo Tercero constitucional, y también, a la unificación del magisterio en un solo sindicato.

En enero de 1941, se celebra el Congreso Económico de la CTM que después de analizar los principales problemas vinculados al desarrollo económico de México aprueba un programa basado en la realización de la reforma agraria integral y la industrialización independiente de la nación mexicana, al considerar que “es deber de la clase obrera revolucionaria reforzar la intervención del Estado democrático mexicano [para] levantar la estructura económica revolucionaria, por encima de la estructura que representa el capitalismo privado”[14], sometido a un plan de nacionalización progresiva y de administración por el Estado.

Un mes más tarde se celebra el Segundo Congreso Nacional de la CTM, en el que Lombardo deja la secretaria general; cuando se despide de sus compañeros de lucha —porque a partir de ese momento dedicará todas sus energías a lucha antifascista y antimperialista de la CTAL que dirige—, les dice:

Si yo hubiera querido crear grupos de amigos míos, grupos de lombardistas, en cinco años, camaradas, yo los habría creado, y muy poderosos. No existen. Creo haber multiplicado el número de mis camaradas y el número de mis amigos; pero hay algo más importante que eso: creo haber aumentado el número de los obreros con conciencia de clase en la patria mexicana, y eso es para mí muy importante. Esa es la única obra de Lombardo Toledano; el lombardismo, si puede existir, habrá que interpretarlo de ese modo.[15]

[1] Confederación de Trabajadores de México, “El movimiento obrero mexicano y su posición frente al trotskismo”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 268.

[2] Vicente Lombardo Toledano, “El cooperativismo y los trabajadores”, revista Futuro, México, D. F., enero de 138, p. 20.

[3] Ibid., p. 19.

[4] Ibid., p. 22.

[5] Confederación de Trabajadores de México, “Contesta Lombardo Toledano”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 513.

[6] Vicente Lombardo Toledano, Teoría y práctica del movimiento sindical mexicano, México, CEFPSVLT, 2010, P. 45.

[7] “Dictamen número dos de la II comisión”, en VLT Obra histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1996, t. III, vol. 4, p. 89.

[8] Juan Campos Vega, El Popular, una historia ignorada, México, CEFPSVLT, 2011, p. 10.

[9] “Libertad absoluta a los servidores del Estado”, diario El Popular, México, D. F., 26 de octubre de 1938.

[10] Confederación de Trabajadores de México, “Tres congresos internacionales”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 556.

[11] Idem.

[12] Idem.

[13] Confederación de Trabajadores de México, “La Conferencia Nacional de Educación”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 706.

[14] Confederación de Trabajadores de México, “Importantes resoluciones del Congreso Económico de la CTM”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 1074.

[15] Confederación de Trabajadores de México, “Discurso del compañero Vicente Lombardo Toledano, despidiéndose de la CTM, al dejar la dirección de la misma”, CTM 1936-1941, México, CTM, 1941, p. 1165.

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión.

El presente artículo se relaciona con la entrada anterior y a su vez es el antecedente del próximo artículo que publicaré en este medio. En la entrada anterior describí la posibilidad de acceder al estudio de la discriminación de magnitudes en animales. Aquí se discuten y contrastan dos propuestas que explican el funcionamiento orgánico –en términos conductuales– de la discriminación y representación de magnitudes; algunos de estos estudios han empleado alguna de las metodologías descritas en el artículo anterior.

Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)
Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)

En una revisión relativamente reciente, Feigenson et al. [2004] sostuvieron que la capacidad para la representación de magnitudes que muestran los humanos infantes y otros animales la forman dos sistemas nucleares. El primero de éstos permitiría la distinción de poco y mucho, en otras palabras, correspondería a la capacidad de representar magnitudes de manera aproximada y de relacionarlas por semejanza o desigualdad. En la literatura especializada este sistema se conoce como ‘sistema acumulador o de acumulación’ (Meck y Church 1983). El segundo sistema permitiría la significación de “uno”, “dos” y “tres”, o sea, la representación exacta de algunas magnitudes (sólo hasta tres en la mayoría de los animales y hasta cuatro en el caso de los humanos) y su operación en sumas o restas sencillas. Por lo que podemos distinguirlo como el ‘sistema de precisión’. La bibliografía discute la presencia de alguno de estos sistemas en diversas especies animales; sin embargo, establecen la integración de ambos en el caso de los humanos. Dicha integración, para algunos autores, permitiría explicar las bases del complejo funcionamiento del pensamiento matemático que utiliza la capacidad de aproximación así como la de precisión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes aproximadas ‘sistema acumulador o de acumulación’

El sistema de representación de magnitudes aproximadas se distingue porque sigue la ley psicofísica de Weber, que desarrolló Ernst Heinrich Weber en la cuarta década del siglo XIX, que trabajó Gustav Theodor Fechner en la década siguiente y que amplió Stanley Smith Stevens un siglo más tarde. Esta ley describe la relación entre la medición de un cambio de magnitud y la intensidad de la percepción de tal cambio. En los estudios originales de Weber, la relación entre la percepción de un cambio de peso no dependía de su magnitud absoluta, sino de su magnitud relativa. Por ejemplo, sería más fácil percibir el incremento de magnitud que hay desde “uno” hasta “dos”, que distinguir el que hay desde “1000” hasta “1001”. Aunque la diferencia absoluta en ambos casos sea, en efecto, la misma, la diferencia entre las magnitudes del primer par corresponde a 50% de la magnitud final, mientras que la diferencia de magnitudes en el segundo par corresponde a 0.09% de la magnitud final. La posibilidad de distinguir estos cambios o notabilidad depende de estas proporciones. Un sistema de representación basado en esta ley no es eficaz para distinguir incrementos que sean proporcionalmente pequeños entre una magnitud inicial y una final. Este modelo sugiere que algunos animales y los humanos son capaces de representar valores cardinales aproximados de grandes cantidades de objetos, es decir, magnitudes mentales con variabilidad escalar (Meck & Church 1983). Este mecanismo supone una capacidad de discriminación aproximada, no exacta de las magnitudes.

Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)
Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)

Hay evidencias empíricas interesantes que muestran la implementación de este sistema en algunas conductas de ciertas especies animales. Se ha utilizado para explicar el comportamiento de algunas aves parasitadoras de nidos (Kilner, Noble, & Davies, 1999), sugiriendo que los padres parasitados no discriminan exactamente el número de crías a las que tienen que atender y por ello, aun cuando hay más ‘bocas que alimentar’ que las que le corresponden, no puede discriminarlas de manera precisa. Otro ejemplo interesante es el de las aves que almacenan muchas semillas en diferentes lugares sin saber de manera precisa cuántas semillas se encuentran en tal o cual espacio (Balda, Kamil, y Bednekoff, 1997). Es decir, son capaces de recordar algunos de los escondites de alimento pero no todos ellos. En ambos casos se demuestra la activación de un sistema que permite estimar, pero sólo aproximadamente, las magnitudes en cuestión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes exactas ‘sistema de precisión’

En contraste con lo anterior, es importante hacer notar que hay evidencia de que muchos animales pueden discriminar de manera exacta entre cantidades pequeñas, por lo cual algunos autores argumentan que existe un segundo modelo: el ‘sistema de precisión’. El sistema de representación de magnitudes exactas se puede reconocer porque tiene un límite que está entre “tres” y “cuatro” [por ejemplo, Hauser et al. 2000; Feigenson et al., 2004]. Los resultados de los estudios parecen indicar que los vertebrados, incluyendo a los humanos de cuatro o cinco meses de edad, estamos dotados con una capacidad que nos permite distinguir con exactitud las magnitudes de dos conjuntos de hasta cuatro elementos cada uno. Este modelo se basa en la capacidad de discriminar pequeñas cantidades. Uller (2003) basándose en lo anterior, explica este sistema precursor numérico, y lo caracteriza de la siguiente manera:

  1. El sistema es limitado. El límite de la representación numérica espontánea en monos y bebés humanos se encuentra entre 3 y 4.
  2. Este sistema es preciso, busca cantidades pequeñas exactas y no incluye capacidades de estimación.
  3. Este sistema se encuentra disponible espontáneamente. Los animales y los bebes no necesitan entrenamiento para ejecutarlo.
  4. Este sistema es poderosamente adaptativo. Por lo que puede encontrarse en muchas especies del reino animal.
  5. Este sistema está “basado en entidades”. Las representaciones son construidas sobre la base de correspondencias de uno-a-uno. Para cada entidad codificada, se forma una representación y se almacena en la memoria de corto plazo.

La caracterización de este sistema, en el caso de los primates y particularmente de los humanos, se ha extendido mostrando que esta capacidad se puede relacionar con el entendimiento de acciones tales como poner o quitar (Yáñez y Chiappa 2011). Lo anterior puede verse como un elemento que precedería a la capacidad de realizar operaciones aritméticas y, en última instancia, de la facultad matemática de los humanos (por supuesto a través de muchos y complejos pasos intermedios). Además, este sistema de representación no está sujeto a la ley de Weber, y en consecuencia, su precisión no muestra un efecto de proporcionalidad con lo que se establece la independencia del primer sistema.

Posible interpretación de los sistemas cognitivos 

Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)
Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)

Lo que se ha descrito hasta aquí son dos mecanismos y algunas de sus bases teóricas y empíricas que describen la conducta de discriminación de cantidades tanto en animales como en humanos. Las observaciones de la conducta de diversos animales sustentan algunos de los requisitos necesarios para la correcta discriminación de cantidades. No obstante, estos requisitos no se agotan, particularmente en lo que tienen que ver con la competencia aritmética y por añadidura la facultad matemática, con los dos mecanismos aquí descritos. Se requieren de otros elementos que permitan entender el surgimiento de una conducta tan compleja como lo es el pensamiento matemático. En el siguiente artículo se discutirá justamente la pertinencia o el desatino de considerar estos sistemas cognitivos como la base y la fundamentación del pensamiento matemático de los humanos. Particularmente desde la antropología se postula necesariamente la incorporación de elementos de orden social y cultural en la construcción de un cuerpo epistémico como las matemáticas que no pueden ser reducidos a las explicaciones adaptativas de los sistemas cognitivos en cuestión. O sea, que el análisis neurofisiológico o conductual puede decirnos qué sucede en el cerebro cuando llevamos a cabo cálculos y aproximaciones mentales, pero no pueden decirnos –hasta el momento– cómo se desencadena todo la secuencia de eventos y menos aún puede decirnos detalladamente el camino evolutivo de esta conducta. Queda mucho por hacer en ese sentido.

*Algunos fragmentos del presente artículo son extractos del artículo de (Yáñez y Chiappa 2011) citado en las referencias.

Referencias

Feigenson, Lisa; Stanislas Dehaene et al. (2004) “Core systems of number”, en Trends in Cognitive Sciences, Vol. 8, pp. 307- 314.

Meck, Warren H.; Church, Russell M. (1983) A mode control model of counting and timing processes. Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes. Vol 9(3) 320-334.

Kilner, R.M, Noble, D.G.y Davies, N.B. (1999) Signals of need in parent-offspring communication and their explotation by the common cukoo. Nature, vol (397) pp. 667-672.

Balda, RP, AC Kamil, PA Bednekoff (1997) Predicting cognitive capacities from natural histories: Examples from four corvid species. Current Ornithology.

Uller, C., Jaeger, R. Guidry, G. y Carolyn, M. (2003) Salamanders (Plethodon cinereus) go for more: rudiments for number in an amphibian. Animal Cognition, 6, 105-112.

Yañez, B. y P. Chiappa (2011). ¿Sabe el mono araña el resultado de una suma o entiende la acción de poner? Cuicuilco No. 50, pp. 9 – 25.

Procesos de la Tierra y formación de estratos: geología y pensamiento arqueológico

En la formación de la idea de una arqueología del Paleolítico dentro del pensamiento arqueológico influyeron algunas ideas de la ciencia de finales del siglo XVIII. La geología empezaba a delinear una nueva visión sobre la Tierra en los círculos científicos, que incluía la noción de una gran antigüedad tanto de la Tierra como de la vida en ella. En 1785 James Hutton (1726-1797) había expuesto ante la Royal Society of Edinburgh, a la que pertenecía, sus reflexiones sobre las leyes que gobernaban la conformación de la Tierra. La exposición, en dos sesiones, la habían llevado a cabo su amigo Joseph Black y el propio Hutton. El texto fue publicado por la misma Sociedad en 1788, bajo el título de Theory of the Earth or an Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution and Restoration of land upon the Globe. Este escrito forma parte del libro central de Hutton, del que fueron publicados dos volúmenes en 1795, Theory of the Earth, with Proofs and Illustrations.

Portada de la publicación Transactions of the Royal Society of Edinburgh, en donde Hutton publicó Theory of the Earth; or an investigation of the laws observable in the composition, dissolution, and restoration of land upon the Globe (1788)
Portada de la publicación Transactions of the Royal Society of Edinburgh, en donde Hutton publicó Theory of the Earth or an investigation of the laws observable in the composition, dissolution, and restoration of land upon the Globe (1788)

En este texto Hutton se proponía llegar a una visión general del mecanismo que regulaba la Tierra. En él, se interesó por comprender cuáles características tenía la Tierra que posibilitaban la existencia de la vida y formuló conceptos para explicar ciertos procesos sucedidos en ella. Expuso que para analizar lo que llamaba el sistema de la Tierra, era necesario analizar las fuerzas operantes en ella pues se conocía poco, más allá de su existencia,  sobre fuerzas poderosas tales como la electricidad, el magnetismo y su calor interno. Se sabía de su existencia, pero nada más. También podían percibirse a diario otras fuerzas y condiciones que operaban en la modificación del planeta: el viento, la lluvia, las pendientes. Todas ellas contribuían a deslavar el suelo y llevarlo hacia el mar, a destruir lentamente la roca firme, a formar el suelo sin el cual no sería posible la vida animal y vegetal[1]. Expresó también que, en lo que se refiere a la presencia del ser humano, no se tenían más datos que la historia escrita, la cual era insuficiente porque se remontaba a muy poco tiempo atrás.

Empero, señalaba, en lo que se refería a otros habitantes de la Tierra, especialmente los del mar, se contaba con restos calcificados de animales que habrían vivido, a juzgar por su naturaleza, hacía larguísimo tiempo. Por ello, se propuso juzgar el tiempo pasado a través de las observaciones que él o sus contemporáneos podían hacer directamente sobre el mundo[2]. En sus palabras:

Examinando las cosas presentes tenemos datos con los cuales razonar respecto de lo que ha sido; y de lo que ha sido actualmente tenemos datos para concluir respecto de lo que sucederá en adelante. Por consiguiente, sobre el supuesto de que las operaciones de la naturaleza son regulares y estables, encontramos en las evidencias naturales medios para concluir que cierta porción de tiempo ha transcurrido necesariamente en la producción de esos eventos de los cuales vemos los efectos. …Es así que al encontrar vestigios de animales marinos de cualquier clase en el cuerpo sólido de nuestra tierra, se forma una historia natural de esos animales que incluye una cierta porción de tiempo; y para averiguar esta porción de tiempo debemos otra vez recurrir a las operaciones regulares de este mundo. Debemos así arribar a datos que indican un periodo que ninguna otra especie de cronología es capaz de remontar[3].

Hutton no aventuró una medida exacta del tiempo que calculaba, pero defendió a lo largo de su texto la noción de que los procesos que habían dado forma a la superficie terrestre habrían sido semejantes en tiempo y en magnitud, a los que en ese momento se podían observar. Se trataba en su mayoría de procesos continuos, constantes, prácticamente imperceptibles; algunos de destrucción y otros de formación química o física de los estratos, formas y superficies terrestres. Sólo ocasionalmente podría admitirse, señalaba, la ocurrencia de fenómenos de tipo catastrófico. De hecho expuso la idea de que el tiempo de existencia de la Tierra era indefinido pues cada nueva formación o modelación de la superficie terrestre debía tener un antecedente, no podía haber surgido de la nada:

Es decir, el mundo que habitamos está compuesto de materiales, no de la tierra que fue predecesora inmediata de la actual, sino de la tierra que, a partir de la actual, consideramos la tercera […] Aquí están tres distintos periodos sucesivos de existencia y cada uno es, en nuestra medida del tiempo, una cosa de duración indefinida[4].

Las ideas de Hutton fueron conocidas como plutonismo, por la importancia que daba a la fuerza que provenía del calor interno de la Tierra[5]. También se identificaron como parte del pensamiento uniformitarista, pues abogaba por la búsqueda de causas uniformes en la modificación terrestre, semejantes a las presentes[6] [7].

Las teorías con las cuales Hutton estaba estableciendo controversia eran varias. Por un lado, estaba la idea de que el diluvio universal había sido la fuerza que diera forma a la superficie terrestre, defendida, entre otros, por Burnet, Woodward y Whiston. Los diluvistas se basaban en el relato bíblico y sus ideas prevalecieron durante los siglos XVII y XVIII y fueron continuadas por los llamados geólogos bíblicos durante la primera mitad del XIX[8]. A la idea de que el diluvio transportó materiales que luego, al retirarse las aguas, se depositaron modificando la estructura original de la Tierra, Hutton oponía la idea de procesos más simples, cotidianos, de arrastre y erosión, por viento o agua, así como procesos de cambio en la Tierra producidos por el calor interno que ésta generaba. Otra teoría con la cual Hutton debatía era el neptunismo, sostenido por Werner en la segunda mitad del siglo XVIII. Werner argüía que originalmente la Tierra era un océano y sus rocas se formaron por precipitación, idea que guardaba algunas semejanzas con la diluvista.

Con el debate de Hutton se sentaron las bases para la ulterior aceptación de la antigüedad de la Tierra y para la incorporación de la estratigrafía como dato relevante en la interpretación de los procesos naturales de la superficie terrestre.

Cuvier, Smith y otros investigadores.

William Smith, geólogo y estratígrafo inglés.
William Smith, geólogo y estratígrafo inglés.

Diversos investigadores vislumbraron durante esta época la importancia de los fósiles como indicadores de cambios a lo largo del tiempo en las capas estratigráficas. A este grupo pertenecieron, entre otros, el naturalista francés Georges Cuvier y el agrimensor inglés William Smith[9]. Cuvier tuvo enorme influencia en el mantenimiento de una visión catastrofista de la formación de los estratos terrestres, catastrofismo al cual se oponía la propuesta uniformitarista de Hutton[10], empero, sus observaciones sobre la formación de estratos tuvieron gran importancia en el estudio de la formación de las capas de la tierra. A William Smith, por su parte, se le reconoce un importante papel precursor en la consolidación de la estratigrafía como disciplina de la geología. Silverberg señala:

En 1791, Smith observó que las rocas estaban dispuestas en capas definidas o estratos. Cada estrato tenía su propio aspecto distintivo y sus propios fósiles especiales, que nunca aparecían en otros niveles. Los estratos de aspecto similar, en muy distantes zonas, tenían fósiles semejantes. De manera que un determinado fósil podía ser la clave de la identidad de un estrato.

Fue el principio del conocimiento de la estructura de la tierra. Cuanto más profundo era el estrato, éste era más antiguo y más viejos eran los fósiles que contenía. Se desarrolló una especie de cronología relativa. Fue posible determinar que un fósil dado era más antiguo o más reciente que otro… aunque nadie tenía ninguna idea real de cuál era la edad real de uno y otro, en años[11].

Como otros, también el texto de Hutton hubo de esperar algunos años para ser situado en algún lugar de relevancia en el pensamiento científico, que en realidad le correspondía. Esto sucedió unos treinta años después, cuando Charles Lyell volvió al tema en sus Principles of Geology, que comentaremos en otra ocasión.

De los geólogos de finales del siglo XVIII y principios del XIX la arqueología recibió algunas concepciones importantes. De Hutton, su primer acercamiento a la idea de una gran antigüedad de la vida en la Tierra y su visión de los procesos que transforman el registro geológico como una serie de procesos continuos, uniformes, sucedidos lentamente a lo largo de miles de años. De Cuvier, naturalista, y de Smith y otros estratígrafos, la idea de que a través del estudio de la sucesión de capas en la tierra y su asociación con distintos tipos de fósiles, podrían determinarse los distintos periodos transcurridos en la historia de la vida.

 Aura Ponce de León, noviembre de 2014.


 

Referencias.

Behrensmeyer, A. K., Kidwell, S. M., y Gastaldo, R. A. (2000), “Taphonomy and paleobiology”, en: Deep Time. Paleobiology’s Perspective, Erwin, D. H. y Wing, S. L., eds., Special volume for the 25th Anniversary of the journal Paleobiology, USA, The Paleontological Society, pp. 103-147.

Hutton, J. (1795), Theory of the Earth. With Proofs and Illustrations. V. I., Edinburgh, Messrs Cadell, Junior and Davies, London; and William Creech, Edinburgh.

Pelayo, F. (1991), Las teorías geológicas y paleontológicas durante el siglo XIX, Madrid, Akal [Historia de la ciencia y de la técnica, No. 40].

Silverberg, R. (1964), El hombre antes de Adán, México, Diana [original: Before Adam, Macrae Smith Company].


 

Notas.

[1] Hutton, 1795: 2-17.

[2] Íbid: 18-20.

[3] Íbid: 19-20.

[4] Íbid: 199-200.

[5] Pelayo, 1991: 11-13 (muy interesante texto sobre las ideas geológicas y paleontológicas del siglo XIX).

[6] Íbidem.

[7] Por su análisis de los distintos fenómenos que modificaban la tierra, Hutton podría ser reconocido como un precursor de la moderna tafonomía, disciplina a la que recurren la arqueología y la paleoantropología para analizar los procesos de configuración del registro arqueológico y paleontológico. Behrensmeyer, Kidwell y Gastaldo (2000: 103), señalan que la tafonomía “fue definida primero por Efremov en 1940 [Efremov, J. A., 1940, “Taphonomy: new branch of paleontology”, Pan american Geologist 74: 81-93] como «el estudio de la transición (en todos sus detalles) de los restos animales de la biosfera a la litosfera»”. También señalan que Behrensmeyer y Kidwell [1985, “Taphonomy’s contributions to paleobiology”, Paleobiology 11: 105-119] caracterizaron a esta disciplina como «el estudio de procesos de preservación y cómo éstos afectan la información en el registro fósil». A mi entender, la tafonomía es un campo general de investigación orientado a entender los procesos por los cuales se forman los registros arqueológico, geológico y paleontológico desde una perspectiva multi y transdisciplinar. Se recurre para ello a muchas subespecialidades de la química, la biología, la geología, la física y otras ciencias.

[8] Pelayo, 1991: 10-11.

[9] Íbid: 14-15

[10] Íbid: 20-22

[11] Silverberg, 1965: 25-26

 


Parte de este texto proviene del libro Arqueología cognitiva presapiens, de la autora, 2005, México, CEFPSVLT.

 

Una huelga reaccionaria en la Universidad Nacional (1933)

 Una huelga reaccionaria en la Universidad Nacional (1933)*

Por Emilio García Bonilla

Caso y Lombardo en la prensa

En la semanas que siguieron al Congreso de Universitarios Mexicanos y a la polémica suscitada antes de que este concluyera, Antonio Caso publicó dos artículos en Excélsior en los que criticaba a quienes pretendían darle a la educación un enfoque socialista, señalando que el marxismo lo mismo abarcaba “un materialismo histórico, un determinismo económico, que un socialismo de Estado”, y que se pretendía hacer de la universidad “un semillero de politicastros, una confabulación de ignorancias, un régimen que en lugar de la ciencia muestre la política, en vez de la ética, la economía, y en lugar de la patria mexicana, la incolora y absurda tesis materialista”[1].

Por su parte, Lombardo Toledano escribió varios artículos que se publicaron en El Universal, a través de los cuales buscó aclarar las razones que estaban detrás de la postura que defendía y que veía a la universidad como “un vehículo de orientación social” que sirviera a los hombres, haciendo, a la vez, que estos sirvan a su época. Consideró que la cultura por la cultura misma carecía de sentido, y por eso mismo la universidad, como todas las instituciones que no se vinculan a su tiempo, terminaría por servir al pasado, y viviéndose una época de transformaciones, no podía asignársele a la enseñanza superior “el papel de retaguardia permanente del progreso”[2].

Huelga Reaccionaria

Rodulfo Brito Foucher
Rodulfo Brito Foucher

Lejos de los razonamientos que se reflejaban en la prensa, los opositores a la reforma en la Universidad Nacional realizaban movimientos para afianzar su posición, buscando transformar la derrota ideológica en una victoria política. El verdadero conflicto estalló el 11 de octubre cuando los estudiantes de Derecho se declararon en huelga, enarbolando “una bandera rojo y negra en son de guerra”.[3] El principal instigador era Rodulfo Brito Foucher, quien días antes había sido separado de su cargo como director de esa facultad, pero al no aceptar su remoción se había declarado en rebeldía junto a los estudiantes que le eran afines, siendo identificado como “un elemento de clara filiación contrarrevolucionaria” y opositor declarado de la reforma universitaria socialista.[4] Varios catedráticos de Derecho presentaron su renuncia como muestra de solidaridad con el directivo cesado. Por su parte, el rector acusó a Brito de ser “desleal a la Universidad, de intervenir en la política estudiantil, de desplegar maniobras para solidarizar al profesorado de la facultad con su actitud”, llegando a presentarse todavía como director “para hacer propaganda política”[5].

La agitación entre los futuros abogados, además, se dijo que era patrocinada por los conocidos políticos Antonio Díaz Soto y Gama y Aurelio Manrique, encausando el movimiento huelguístico para exigir la renuncia de Roberto Medellín a la rectoría, adquiriendo tal radicalismo que con frecuencia tuvo que intervenir la policía.[6] Uno de los episodios más violentos ocurrió el 13 de octubre, cuando los huelguistas se presentaron “en actitud hostil” en el edificio principal de la Universidad solicitando hablar con el rector, pero les fue impedida la entrada por los preparatorianos, contrarios a la huelga[7], lo que tuvo como respuesta el incendio de la puerta y la lapidación del edificio. Los colegiales de San Ildefonso contestaron enérgicamente, resultando varios heridos por ambas partes hasta que intervinieron los bomberos y la policía que calmaron los exaltados ánimos, pues inclusive se escucharon varios disparos que luego se comprobó que habían sido hechos con pistolitas de dardos[8].

Hubo diarios que exageraron la magnitud de ese enfrentamiento: mencionaron que de no ser por los bomberos “el albergue de la cultura habría sido reducido a cenizas”, cuando en realidad sólo habían prendido fuego a la puerta. También informaron erróneamente que la radicalización de los estudiantes de Derecho se debía a su condición de marxistas, cuando ellos estaban en contra de la línea socialista, y junto a la petición de renuncia de Medellín solicitaban la dimisión de Lombardo Toledano[9].

El rector Roberto Medellín continuó en su cargo a pesar de que fue amenazado de muerte,[10] y en previsión de que la huelga se generalizara, ordenó que se cerraran los cursos en todas las facultades, al tiempo que el edificio de la Universidad Nacional era custodiado por militares. Los únicos que continuaron “normalmente” sus cursos fueron los preparatorianos, mostrando así su apoyo a Lombardo y al rector. Mientras tanto, en la opinión pública se generalizaba la idea de que el conflicto terminaría cuando el gobierno pusiera fin a la autonomía universitaria[11].

“Más de mil estudiantes armados de piedras, palos y cohetes”[12] tomaron el edificio principal de la Universidad Nacional el 14 de octubre cuando los preparatorianos se retiraron pacíficamente después de que el rector y el personal administrativo hicieran lo propio, trasladándose a la Escuela de Medicina donde se instaló provisionalmente la rectoría[13].

Expulsión de Vicente Lombardo Toledano

En ese ambiente de crispación, tuvo lugar una sesión del Consejo Universitario dominado por los estudiantes huelguistas y por profesores que respaldaban ese movimiento, como Luís Chico Goerne y el propio Antonio Caso, acordando la expulsión de Vicente Lombardo Toledano de ese órgano, quien declaró a la prensa que seguiría luchando “porque se dé una orientación socialista a la enseñanza.” Los profesores disidentes integraron un Comité Pro Reforma Universitaria (contrario a la reforma socialista), siendo uno de sus primeros comunicados la amenaza de que “no se haría responsable de las consecuencias si el rector se presentaba ante los huelguistas”.[14] En tanto, los estudiantes rebeldes adoptaron la exigencia de que el rector fuera “nombrado por los estudiantes y profesores en vez de por el Ejecutivo federal”[15].

Abelardo L. Rodríguez
Abelardo L. Rodríguez

El presidente Abelardo L. Rodríguez, en vista de la violencia que estaba tomando el conflicto, emitió un comunicado condenando el hecho de que se hubiera llegado a la expulsión del rector de sus propias oficinas, “además de los serios deterioros causados en los planteles por las luchas de los estudiantes entre sí”. Mencionó que su gobierno se había mantenido al margen de las pugnas internas de la universidad, aunque presenciaba “cómo se desvía de sus nobles fines culturales el instituto que debiera ser orgullo de la nación entera”, por lo que consideró que era su responsabilidad “buscar los medios más adecuados para llegar a una fina y completa solución al estado de cosas reinante”. Por eso informó que en breve enviaría al Congreso de la Unión su iniciativa de reforma a la Ley orgánica de la Universidad[16].

Ante la expulsión de Lombardo Toledano del Consejo Universitario y de la exigencia para que renunciara como director de la Escuela Nacional Preparatoria, el comité central de la CROM “depurada” declaró que el proletariado mexicano estaba expectante del desarrollo del conflicto universitario y que esperaba “que la enseñanza superior profesional no vaya a ser entregada en manos de la reacción”, agregando que tenían la confianza de “que algún día el pueblo  entrará en la Universidad a arrojar del templo a todos los fariseos de la cultura”.[17] Los huelguistas señalaron que los obreros de la CROM habían apoyado a los preparatorianos en los enfrentamientos ocurridos, lo cual fue desmentido categóricamente por Lombardo[18].

Una noticia que causó “gran sensación” en la opinión pública fue el reto a duelo que Brito Foucher hizo a Lombardo Toledano, siendo los dos “figuras culminantes en el movimiento universitario que hasta estos momentos ha sido un problema para las autoridades de la Universidad y para el Gobierno de la República.” Brito designó como sus “padrinos” a los profesores Gual Vidal y González Aparicio, “quienes se acercaron ante el Licenciado Lombardo Toledano, para retarlo en su nombre”, en vista de lo cual “numerosas personas de relieve intelectual, están haciendo todas las gestiones posibles para evitarlo”, siendo en el fondo una provocación[19].

Para el 15 de octubre ya se hablaba de una huelga de carácter nacional, estudiantes de varios estados habían expresado su adhesión al movimiento desconociendo a la Confederación Nacional de Estudiantes; del mismo modo, los directores de las secundarias y facultades favorables a la huelga presentaron “su formal e irrevocable renuncia” en solidaridad con los estudiantes de Derecho y con Brito Foucher.[20] Los huelguistas apedrearon el edificio de la Secretaría de Educación Pública insultando a gritos al titular, Narciso Bassols, después irrumpieron en la Preparatoria donde izaron la bandera roji-negra luego de desalojar violentamente a los estudiantes que la custodiaban. Tuvo que intervenir la policía quedando detenidos varios huelguistas[21].

La prensa informó que oficialmente se había descubierto que la huelga y la agitación estudiantil estaba “instigada y sostenida por elementos católicos bajo la dirección de los Caballeros de Colón que están descontentos por la implantación del marxismo en la Universidad”, habiéndose identificado entre los componentes del grupo católico a Miguel Palacios Macedo y al director de la Escuela de Medicina.[22] Los huelguistas se agruparon en una nueva organización denominada “Federación de Estudiantes Revolucionarios”, que hizo público un pliego petitorio con las siguientes exigencias:

Condonación de adeudos por concepto de colegiaturas.
Enseñanza gratuita en los planteles
Supresión de becas
Derogación de los exámenes de admisión
Depuración del profesorado
Elección directa del Rector, directores y profesores de escuelas
La caída de Medellín, Lombardo Toledano y Jiménez Rueda
La caída de los cachorros [sic] de Lombardo Toledano
La no mixtificación del marxismo
La no intervención de la policía en los problemas estudiantiles
Que no tome injerencia en los conflictos universitarios el Lic. Bassols[23].
 

El 15 de octubre finalmente renunció a la rectoría el ingeniero Roberto Medellín junto al Secretario de la Universidad, Julio Jiménez Rueda y el Tesorero,[24] esta medida fue celebrada por los miembros del Comité Pro Reforma Universitaria al considerar que había “venido a abreviar la resolución del conflicto pues si el Gobierno lo hubiera apoyado [a Medellín], la situación sería delicada; pero desaparecido éste obstáculo es posible seguir adelante”. En cambio, Lombardo Toledano dijo que no había renunciado a la Dirección de la Escuela Nacional Preparatoria, aclarando que no dejaría de asistir a sus labores a menos que fuera cesado. A estas alturas, un sector de los preparatorianos ya había sido cooptado por los huelguistas para que pidieran su dimisión[25].

En vista de la renuncia del rector Medellín, empezaron a manejarse los nombres de sus posibles sustitutos: Manuel Gómez Morín o Miguel Palacios Macedo[26], los dos conocidos por antimarxistas. Dedicado a este último, un universitario anónimo escribió un Ovillejo:

De niño tuvo laurel
Miguel.
Al dinero no es reacio
Palacio.
Y al marxismo tiene miedo
Macedo.
Oportunista y paniaguado,
ante Lombardo es un bledo.
Este pedante ilustrado:
Miguel Palacios Macedo[27].

En el siguiente artículo me referiré a la salida que encontró el gobierno federal al conflicto y su desenlace.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las Ciencias Sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] Antonio Caso, “El marxismo en la preparatoria”, Excélsior, 27 de septiembre de 1933, citado por Héctor Ramírez Cuéllar, Lombardo. Un hombre de México, México, El Nacional, 1992: p. 57.

[2] Vicente Lombardo Toledano “Bases de la Reforma Universitaria”, El Universal, 20 de septiembre de 1933. En Obra Histórico-Cronológica, México, CEFPSVLT, 1995, Tomo II. Vol. 4: pp. 205-206.

[3] “Huelga de estudiantes de Leyes en la C. de Mex.”, El Diario de Durango, 12 de octubre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[4] Ramírez Cuéllar, op. cit.: p. 58.

[5] “El Rector Medellín ataca al Lic. Brito”, El Demócrata, Mazatlán, 13 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[6] “Sigue tomando incremento la pugna en la Universidad”, El Pueblo, Culiacán, 13 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[7] Cabe recordar que Vicente Lombardo Toledano era director de la Escuela Nacional Preparatoria.

[8] “Frente a la Universidad Nacional hubo terrible choque a pedradas”, El Demócrata, Mazatlán. 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[9] “Los estudiantes son marxistas; incendiaron ayer la Universidad”, Noticias, Guadalajara, 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[10] “El Rector es amenazado de muerte”, El Tiempo, Hermosillo, 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[11] “Clausuraron los cursos en las Facultades”, La Prensa, San Antonio. 14 de octubre de 1933 y “La Universidad iba a ser quemada ayer”, El Mundo, Tampico, 14 de octubre de 1933 en AHUNAM.

[12] “Los estudiantes asaltaron y tomaron la Universidad”, El Mexicano, Cd. Juárez, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[13] “La agitación estudiantil continúa en todo su vigor en la Metrópoli”, El Demócrata, Mazatlán, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[14] “Los estudiantes asaltaron y tomaron la Universidad”, El Mexicano, Cd. Juárez, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[15] Idem.

[16] “Fue sacado el Rector a empellones. El C. Presidente propone reforma a la ley que la volvió autónoma“, El Jalisciense, Guadalajara, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[17] “La CROM lanza unas declaraciones sobre la expulsión de Lombardo y espera que la Universidad no vaya a caer en manos de la reacción”, La Nación, Veracruz, 15 de octubre de 1933, nota similar a “La CROM que preside el C. Lombardo, ataca a los Altos funcionarios universitarios”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[18] “La agitación estudiantil continúa en todo su vigor en la Metrópoli”, El Demócrata, Mazatlán, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[19] “Brito Foucher desafió al Lic. Lombardo Toledano”, La Voz de Chihuahua, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[20] “Los huelguistas cuentan con nuevos elementos”, El Mundo, Tampico, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[21] “Encarnizado encuentro entre estudiantes en las calles de la Capital”, [desconocemos el título del periódico], 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[22] Idem.

[23] El Informador, Guadalajara, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[24] “Renunció el Rector de la Universidad”, El Porvenir, Monterrey, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.Legajo 231 FHUOM

[25] “No renuncia el Lic. Lombardo Toledano”, La Nación, Veracruz, 17 de octubre de 1933, y “El Rector Medellín y casi todos los catedráticos, han renunciado”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 17 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[26] “El Rector Medellín y casi todos los catedráticos, han renunciado”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 17 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[27] “Ovillejo” firmado por Ofir, 1933, mecanografiado en una hoja con el escudo impreso de la Universidad Nacional Autónoma, en Fondo Histórico Lombardo Toledano de la Universidad Obrera de México, Legajo 231.

La nacionalización de la industria eléctrica.

La nacionalización de la industria eléctrica.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo. [2]

"... el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México"
“… el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México”

Las intervenciones del Estado en la economía, en México, como lo explica Lombardo, empezaron a darse de modo circunstancial, caso por caso, resolviendo los problemas concretos que se iban presentando. Los primeros pasos, desde la Constitución de 1917 hasta los primeros años de la década de los treintas, fueron esporádicos y vacilantes. Pero el periodo de 1934 a 1940 –el de Lázaro Cárdenas– se caracterizó por un impulso decidido a ese camino, razón por la que Lombardo lo califica como “el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México”.[3]

La expropiación y nacionalización de la industria petrolera fue uno de los grandes hitos en el camino de la intervención directa del Estado mexicano en la economía, y se considera asimismo como un acto emblemático del gobierno de Cárdenas, y lo fue, sin duda.

La nacionalización de la Industria Eléctrica fue otro hecho de gran significación dentro del proceso de creciente intervención del Estado en la economía que tiende a lograr su plena autonomía política y asegurar, por tanto, su viabilidad como nación independiente y soberana, además de  sentar las bases para el desarrollo de su economía.

El Partido Popular y la nacionalización de la industria eléctrica.

Nacionalizar la Industria Eléctrica fue una propuesta que enarboló el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo...
Nacionalizar la Industria Eléctrica fue una propuesta que enarboló el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo…

La nacionalición de la Industria Eléctrica fue una propuesta que el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo, enarboló antes que otras organizaciones, y por la que luchó con intensidad y dedicación, sobre todo en el ámbito de las ideas y los razonamientos. Formó parte de todas sus plataformas electorales desde 1952[4] hasta su consecución, y fue  uno de los temas que Lombardo desarrolló con amplitud durante su campaña como candidato presidencial, en 1952[5], además de constituir uno de los planteamientos más tenaces del partido en su conjunto, no sólo en esa campaña electoral, sino que también en la siguiente, de 1955, y luego, en su Plataforma Electoral de 1958, a la que denominó Tesis sobre México, de la autoría de Vicente Lombardo Toledano, en la que se razonó lo siguiente:

“La experiencia demuestra que las inversiones extranjeras en la producción de energía eléctrica han constituido un monopolio de ese servicio público –el fundamental para la vida de cualquier país- y no han contribuido a nuestro desarrollo económico, ni a la satisfacción de las necesidades crecientes de alumbrado y fuerza motriz de nuestras poblaciones, ni al abaratamiento del precio del servicio; como la estadística internacional lo prueba en el caso de toda clase de monopolios, sólo han perseguido las mayores ganancias y retrasar la construcción de las industrias fundamentales…”[6]

La insistencia de este partido puso el tema en el debate nacional. Personalidades de diversos ámbitos y organizaciones sociales fueron haciendo suya la demanda, que ganó amplia popularidad, frente a los grandes problemas y desventajas que ofrecía el servicio en manos privadas y, sobre todo, del capital extranjero, como estaba.

López Mateos y la nacionalización.

Ell 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos...
Ell 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos…

Finalmente, el 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos expresó:

“Al tomar posesión la Nación mexicana de la Compañía de Luz, se consuma un largo esfuerzo desarrollado por el pueblo de México para tener en sus manos la energía eléctrica que en el país se produce por manos de mexicanos. La nacionalización de la energía eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la Revolución. Siempre hemos sostenido que alcanzar una meta debe ser punto de partida para más importantes realizaciones, y ahora invitamos al pueblo de México a que, en posesión de su energía eléctrica, acreciente su industrialización para llevar a los hogares de todos, los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrialización… (…)

“Y en esta ocasión en que se cumple una etapa más, podemos afirmar: México es cada día más soberano, cada día más libre, cada día más independiente, por el esfuerzo de ustedes, por el esfuerzo de todos los mexicanos.

¡Adelante… México es nuestro!” [7]

En su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión...
En su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión…

Semanas atrás, en su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión:

“Este año, 1960, tiene para los mexicanos triple significado conmemorativo: hace 150 años el país inició la lucha por hacerse independiente y por definir, para seguirlos con lealtad y firmeza, los trazos fundamentales de su destino; hace 100, el pueblo afrontó, en la Reforma, la empresa de formar una comunidad de hombres libres incorporada a la historia del mundo moderno; y hace 50, comenzamos la transformación más honda de nuestra sociedad en su sistema político, cultural y económico, para crear formas de vida acordes con la dignidad y el destino del pueblo mexicano, y con una clara visión de los grandes problemas que la humanidad ha venido confrontando en ese siglo…

“A pesar de quienes, en ocasiones, hayan intentado deformar el sentido de la historia de México, entre sus diversas etapas se advierte la secuencia que le da carácter y unidad. Los propósitos perseguidos en un capítulo, se prolongan vivos en el siguiente, y todos son expresión armónica del desarrollo de un pueblo que ha reiterado siempre su lealtad a sí mismo…

Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 69.
Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 69.

“…La Revolución plasmó los conceptos del pueblo mexicano sobre las relaciones de posesión y propiedad. Poseer o disfrutar de la propiedad de bienes debe constituir una función social que beneficie a todos, y que no tienda a estéril acumulación que origina el dispendio de los recursos o la explotación del hombre. La propiedad privada, social o nacional, debe cumplir su finalidad productiva mediante el trabajo, ofreciendo a todos los mexicanos las mismas oportunidades para participar en el patrimonio común… (…)

“…Al mexicanizar definitivamente la industria eléctrica del país, lo hicimos sin lesionar derechos ni interés legítimo alguno, y empleando procedimientos acordes con nuestro desarrollo general. En cada época los mexicanos hemos empleado los procedimientos y medios adecuados; debemos considerar, cuando ellos se aplican con buen éxito, que ha sido el país mismo el que ha transformado su capacidad creadora y su estructura económico-social…

“…Tenemos que seguir el camino que nos marca la Revolución Mexicana, sorteando la incertidumbre que domina al mundo; poner al día el cuadro de medios y procedimientos, y ajustar al país institucional e históricamente, para que pueda encauzar mejor su vida durante los próximos cincuenta años. Esa tarea ni la renunciaremos ni la abandonaremos cualesquiera que sean las presiones contrarias interiores o exteriores, pues México debe seguir siendo fiel al destino que su propia Revolución le señala y rechazar todo lo que contradiga su idiosincrasia, limite su crecimiento, o reduzca sus propósitos de ser soberano e independiente”.[8]

La nacionalización en el Senado.

Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 70.
Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 70.

Poco después, en la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores celebrada el martes 25 de octubre de 1960, se dio lectura a una iniciativa del Ejecutivo para adicionar el párrafo sexto del artículo 27 constitucional. La exposición de motivos decía lo siguiente:

“…Es propósito de mi gobierno cumplir plenamente los postulados de la Revolución Mexicana procurando que el desenvolvimiento y progreso nacionales resulten armónicos en sus beneficios para todos los habitantes de la República.

“Para ello se hace necesario aprovechar adecuadamente los recursos naturales de que dispone la Nación y todos los elementos básicos que requiere su integración económica. Las crecientes demandas de energía eléctrica en la agricultura, en la industria, en las comunicaciones y transportes, así como en las diversas actividades económicas de la población urbana y rural nos imponen la tarea indeclinable de atenderlas de acuerdo con el ritmo de su crecimiento.

Banner comentario de apoyo“La prestación del servicio público de abastecimiento de energía eléctrica, comprendiendo la generación, transformación y distribución, expresé en mi informe, así como las demás operaciones o actividades industriales o comerciales de que la misma puede ser objeto requieren, como en el caso del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, ser realizados directamente por el Estado, a través de los órganos competentes, ya que México ha sostenido tradicionalmente la tesis de que los recursos naturales y las fuentes de energía básicas, han de estar al servicio de la colectividad y de la elevación de los niveles de vida del pueblo mexicano.

“Para garantizar la efectiva realización de este propósito de que la generación, transformación, distribución y abastecimiento de energía eléctrica debe sustentarse en razones de beneficio social y no en motivos de interés particular, presento ante ustedes la siguiente iniciativa de ley que adiciona el párrafo sexto del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

La adición diría textualmente:

“Corresponde exclusivamente a la Nación generar, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”.[9]

El Senado aprobó la iniciativa presidencial por votación unánime y turnó la minuta a su colegisladora. En la sesión ordinaria de la Cámara de Diputados del 15 de noviembre, se dio segunda lectura al dictamen, emitido por las Comisiones Unidas de la Industria Eléctrica y de Estudios Legislativos y se puso a discusión. El grupo parlamentario del PAN, que nunca ocultó su carácter proimperialista, se expresó en contra, con virulencia:

“…En el aspecto político debemos decir, porque es cosa muy bien sabida, y es cosa que el pueblo de México ha vivido, que no ha habido tal nacionalización de la industria eléctrica. El acarreo de gentes pagadas, las publicaciones y los cartelones dándole el aspecto de una nacionalización más o menos como la petrolera, ha sido un aspecto totalmente falaz…

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“…En los momentos en que hablo, el gobierno de México es un gigante empresario con más de 48 mil millones de pesos de empresas que son manejadas por compadres y por gente políticamente asignada, no por su capacidad ni por su honradez, sino porque sencillamente son políticos recomendados. De tal suerte que todos nosotros hemos visto, con la dura y cruel experiencia del pasado, que hasta los momentos en que hablamos, todas las empresas que maneja el gobierno de México han sido verdaderamente adversas al interés popular y han servido única y exclusivamente para que se enriquezcan sus administradores.

“Antes estaba el gobierno de México frente a las empresas manejadas por la iniciativa privada. El gobierno de México estaba como juez y podía, inclusive, intervenir en el problema de servir (sic) y en el de tarifas. Hoy ha desaparecido totalmente ese juez. Ya el gobierno se ha convertido en empresario. Quiero saber ¿a dónde el público usuario va a recurrir en sus quejas relacionadas también con servicios? A nadie

“…Muy brevemente, señores, creo y he pensado que es mi obligación hacer ver que no ha habido tal nacionalización. Si la invocan, precisamente a raíz de la compra de los bienes de la Mexican Light Power, también debo hacer constar que por lo que respecta a la operación misma, ha sido una operación infame para el gobierno de México y para la Nación.

“Todo eso que se ha gastado en propaganda lo pagarán los diputados (sic) tarde o temprano, y lo han de pagar los usuarios en sus tarifas…

“…Es así, señores diputados, que he aducido breves e importantes razones de índole económica y de índole social, por lo que creo que esta nueva facultad al Ejecutivo federal es una carta abierta, es un cheque firmado en blanco, en el cual nuevamente se pone la suerte del pueblo usuario de México en lo que respecta a servicios públicos enteramente en manos de políticos que administrarán al estilo de Jaime J. Merino, y si no encuentran uno así, ya lo traerán de afuera, apropiado y adecuado para la administración de estos servicios públicos.

“Me pronuncio contra el dictamen porque creo, señores, sinceramente que esta nueva facultad daña, y daña positivamente a los intereses del usuario, de los tributarios y en general del pueblo de México…”[10]

El debate sobre la nacionalización en la Cámara de Diputados.

El dictamen fue defendido por cinco diputados del PRI con argumentos contrapuestos a los que los funcionarios de ese mismo partido han venido manejando, sobre todo en la discusión de la reforma energética de 2013 que fue promovida por el gobierno de Enrique Peña Nieto y apoyada vehementemente por el PAN.

El PPS no tenía representación en esa, XLIV Legislatura, pero su Secretario General, Vicente Lombardo Toledano, escribió un artículo de prensa que vale la pena citar in extenso:

“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país."
“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país.”

“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país.

“Hace tiempo que alrededor de la industria eléctrica se había formado un verdadero frente nacional de todos los sectores democráticos, exigiendo la terminación de la época de las concesiones a las empresas extranjeras y a las compañías privadas mexicanas, para hacer de esa industria clave del proceso económico, una actividad exclusiva el Estado. Porque tanto nuestra propia experiencia cuanto la internacional habían llevado a la opinión pública a esa conclusión, sobre todo a partir de la ampliación del mercado interior, a consecuencia de la reforma agraria, que hacía posible el progreso industrial de México.

“Comprendiendo claramente la importancia de que la Nación controlara en el futuro, de un modo absoluto, la energía eléctrica, el presidente Lázaro Cárdenas creó la Comisión Federal de Electricidad, en  virtud de la ley del 7 de agosto de 1937; y después formuló la ley de la industria eléctrica, aprobada el 31 de diciembre de 1938, que estableció bases patrióticas para el desarrollo de la industria eléctrica. Esas normas fueron anuladas, desgraciadamente, por una serie de reglamentos y decretos en favor de las empresas extranjeras, controladas por los dos más grandes monopolios imperialistas. Desde entonces el Estado entró en competencia con éstos, en lugar de reducir su influencia; pero en condiciones desventajosas porque los reglamentos mencionados permitieron la inflación del capital de la Electric Bond and Share y de la Mexican Light and Power Company; el uso exclusivo de sus líneas de transmisión dentro de sus respectivas zonas, que abarcaban prácticamente todo el territorio del país, y la reanudación de las concesiones con las cuales funcionaba, próximas a caducar por el vencimiento de los plazos señalados por su vigencia. Apoyados en esta serie de privilegios excepcionales, los dos monopolios no sólo consolidaron su situación, sino que la producción de energía eléctrica de las plantas del Estado se convirtió en complemento de la suya, a tal punto que la revendían y hacían más lucrativo el negocio con créditos del extranjero para los cuales el gobierno mexicano se constituía en fiador.

“La historia de la industria eléctrica en México fue un capítulo obscuro de la triste historia de las inversiones extranjeras, especialmente de las norteamericanas y británicas, que llegaron a nuestro país en la segunda mitad del siglo pasado con el espíritu de los grandes aventureros que han saqueado las riquezas naturales de los países débiles en los diversos continentes de la Tierra, explotando su mano de obra barata, impidiendo su independencia económica e interviniendo en los problemas de su vida política…

“La Revolución Mexicana, en su contenido profundo, además de una revolución democrática y antifeudal, fue y sigue siendo un movimiento nacionalista tendiente a recobrar para el patrimonio de la Nación las riquezas naturales de nuestro territorio y utilizarlas para la liberación de nuestro país respecto del imperialismo. Esa finalidad es la que explica los aciertos de los gobiernos del último medio siglo, lo mismo que sus aspectos negativos, porque liberar, emancipar a nuestro país o luchar por su desarrollo económico independiente, significa el retiro de los capitales extranjeros de las industrias y los servicios fundamentales. Servir a México o servir a los intereses de afuera, ese ha sido y será  por muchos años todavía, el dilema de la administración pública. Al nacionalizar el presidente López Mateos la energía eléctrica, el imperialismo ha perdido uno de sus más importantes instrumentos de control sobre nuestro proceso histórico.

“Lo que importa ahora es sanear el pasivo de la Mexican Light and Power Company, para que nuestro pueblo no pague sino lo que realmente debe. Coordinar, por lo pronto, y unificar inmediatamente después, la producción de energía eléctrica. Multiplicarla a un ritmo acelerado para poder ampliar las fuerzas productivas, sobrepasando el crecimiento demográfico. Estimular el desarrollo de todas las ramas de la industria básica hasta llegar a la fabricación de maquinaria, y llevar los servicios de luz y fuerza a todos los poblados de la República. Porque el desarrollo industrial de un país se puede medir por el consumo de energía. En 1954, las veinte Repúblicas latinoamericanas consumían el 3.7 por ciento de la producción de energía total del mundo. De esta suma insignificante, México consumía el 16.7 por ciento. El consumo de electricidad por habitante en la América Latina era de 219 kilowatts-hora, contra 3354 en los Estados Unidos. Las causas de este tremendo atraso son muchas; pero la principal es la de que al apoderarse de la industria eléctrica y del petróleo, los monopolios extranjeros, principalmente los norteamericanos, a lo largo de la América Latina han tenido en sus manos la regulación del desarrollo económico, retrasándolo para evitar la independencia económica nacional o estimulándolo sólo en aquellas ramas de la producción o de los servicios controlados por otros monopolios extranjeros. La fuerza que controla la energía eléctrica en un país, tiene en su poder, en buena proporción, el desarrollo material, social y político de ese país. Sin electricidad no se puede industrializar ninguna región del mundo. Tampoco se puede pasar de un estadio histórico a otro superior. Sin fuerza eléctrica abundante y puesta al servicio de los intereses colectivos, no se puede pasar de la estructura semifeudal a la etapa capitalista. Tampoco se puede pasar del periodo capitalista al socialismo…”[11]

[1] Decimotercer fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y su influencia en la vida política de México, en proceso de edición por el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] Intervención del diputado Vicente Lombardo Toledano. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 20 de diciembre de 1965.

[4] Plataforma electoral mínima de los partidos independientes de México. México, 1952. Capítulo III.- “Desarrollo de la economía nacional”, punto 18: “La nacionalización de la industria eléctrica y de las minas de carbón”. (Mimeo) p. 18. (En la campaña electoral de 1952, el Partido Popular participó en alianza con el Partido Comunista Mexicano, postulando ambos la candidatura de Vicente Lombardo Toledano a la Presidencia de la República)

[5] Vicente Lombardo Toledano. Campaña presidencial de 1952, en dos volúmenes. CEFPSVLT. 1997.

[6] Fue publicada íntegramente en los diarios Excélsior, El Universal y Novedades, del 30 de septiembre de 1957.

[7] Diario Excélsior, 28 de septiembre de 1960. También puede consultarse en Los presidentes de México ante la Nación, 1821-1984. Informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1984. Segunda edición por la LII Legislatura de la Cámara de Diputados. México, 1985. Tomo V, p. 833.

[8] Los presidentes de México ante la Nación…, op cit. Tomo IV, pp. 1097-1098.

[9] Diario de los Debates del Senado de la República, 25 de octubre de 1960.

[10] El orador del PAN fue el diputado Eduardo José Molina Castillo. Por el PRI intervinieron los diputados Francisco Pérez Ríos, José Guillermo Salas Armendáriz, Manuel Yánez Ruiz, Adolfo Gándara Barona y José García Castillo. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 15 de noviembre de 1960.

[11] Revista Siempre!, número 381, 12 de octubre de 1960.

LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

La expropiación petrolera

Por Juan Campos Vega

La enseñanza anecdótica de la historia basada en el recordatorio de fechas y sucesos, pero que no proporciona explicación alguna de las causas que originan los acontecimientos sociales y de los efectos que estos generan, así como el interés de la oligarquía mexicana, de los empresarios al servicio del imperialismo, y de los sectores reaccionarios de la clase que detenta el poder público por ocultar o tergiversar la verdad en torno a la expropiación petrolera, impide que la mayoría de la población, particularmente los jóvenes, entiendan la magnitud de este hecho histórico y de las fuerzas y personalidades que lo hicieron posible.

Expro_la prensa

A todos se nos enseña que el 18 de marzo de 1938, el presidente de la República, Lázaro Cárdenas, mediante un decreto, expropia el petróleo. Esta frase privilegia “la interpretación individualista, del gran héroe actuando casi solo [1]”, y elude mencionar la historia de las luchas que hicieron posible la expropiación. Por ello es indispensable recordar las causas que originan el rescate de esta importante riqueza natural no renovable, en el que intervienen tres aspectos fundamentales: las luchas de los trabajadores petroleros, la estrategia y táctica de la clase obrera unificada, dirigida por Vicente Lombardo Toledano, porque “Fue el apoyo y la lucha constante de la CTM la que hizo posible la expropiación [2]”, y la conducta patriótica de funcionarios públicos que contaron con el apoyo del pueblo mexicano.

La lucha de los trabajadores petroleros

La exploración del petróleo por compañías extranjeras inicia a fines del siglo XIX. Para 1910, por las facilidades que les brinda el gobierno de Porfirio Díaz, el monopolio estadounidense Standard Oil Company y el consorcio angloholandés Royal Dutch Shell, se apropian del petróleo del país, lo explotan en forma irracional y sobreexplotan a los trabajadores mexicanos.

Los petroleros inician desde 1913 sus movimientos de resistencia y lucha, y la formación de sus agrupaciones, por lo que son perseguidos y reprimidos [3]. El triunfo de la Revolución Mexicana y la promulgación de la Constitución de 1917 abre nuevas perspectivas para sus luchas, porque en su artículo 27, establece que “Corresponde a la nación el dominio directo del petróleo y todos los carburos de hidrogeno sólidos, líquidos y gaseosos”, y en su artículo 123, incluye los derechos a la organización sindical, la huelga, al salario mínimo, la jornada máxima de ocho horas, y otros no menos importantes. Para 1918 organizan su primera huelga triunfante: obtienen un importante aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo.

En 1931, se aprueba la Ley Federal del Trabajo. A pesar de sus deficiencias, esta ley permite que los trabajadores demanden indemnización por despido injustificado, eviten castigos por pertenecer a organizaciones sindicales o participar en huelgas, y que se implante la jornada máxima de ocho horas. En estas nuevas condiciones, los trabajadores petroleros se organizan en diversas regiones, constituyen sindicatos de empresa, y realizan huelgas para lograr contratos de trabajo.

Fundación del STPRM en 1935
Fundación del STPRM en 1935

El conflicto petrolero comienza cuando las empresas extranjeras tratan de impedir la formación de sindicatos y usan para ello todos los medios, lícitos e ilícitos, que están a su alcance. A pesar de esta ofensiva, el 5 de agosto de 1935 surge el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) integrado por doce secciones [4]. El 29 de enero del año siguiente, el sindicato petrolero se incorpora al Comité de Defensa Proletaria, del cual surgiría, un mes después, la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

El 20 de julio de 1936, el STPRM realiza su primera convención, formula un proyecto de contrato general con todas las compañías y las emplaza a huelga para exigir su cumplimiento. Incluye, entre otras demandas, la jornada laboral de 40 horas semanales y el pago de salario íntegro en caso de enfermedad. Ante la negativa empresarial, los trabajadores deciden realizar un paro de 24 horas, el presidente de la República, general Lázaro Cárdenas, interviene para que se aplace el movimiento y se adopte un acuerdo entre el sindicato petrolero y las compañías; estas últimas aceptan, pero no cumplen.

El STPRM emplaza de nuevo a las compañías petroleras, y en mayo de 1937, éstas hacen pública su negativa a aceptar el pliego de peticiones formulado por el sindicato; conceden sólo 36 de las 248 cláusulas del proyecto y ninguna de las importantes, rechazan: la semana laboral de 40 horas; el pago por jornada y no por tiempo; el pago de salario por enfermedades no profesionales; el pago de salario íntegro, todo el tiempo, por enfermedad profesional; la indemnización por reajustes, incapacidad total y muerte; jubilaciones, descansos obligatorios y vacaciones anuales; creación del fondo de ahorros y renta de casa, y salario mínimo de seis pesos diarios para los obreros no calificados, entre otras.

Como se puede constatar fácilmente, las demandas de los trabajadores petroleros tenían como único objetivo el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de sus agremiados, en ningún momento plantean la expropiación de las empresas del petróleo.

La clase obrera unificada, dirigida por Lombardo

El Congreso de Unificación Proletaria de febrero de 1936 constituye la CTM, elige un comité nacional representativo de las fuerzas que lo integran, y a Lombardo como secretario general. Además, establece en sus estatutos que el proletariado de México luchará por “conseguir previamente la liberación política y económica del país [5]”.

Banner comentario de apoyoEsa formulación que alude implícitamente a la expropiación y rescate de los recursos naturales del país que están en manos del capital extranjero, tienen claros antecedentes. Cuando se funda la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, en 1932, el tema de la expropiación del petróleo es ya una demanda importante de los sindicatos mexicanos dirigidos por Lombardo, que durante muchos años demanda el cumplimiento de lo establecido en el artículo 27 constitucional para rescatar nuestros recursos naturales.

Como líder de la CTM, Lombardo no solamente está ligado la lucha de los trabajadores petroleros, sino que es el artífice de la estrategia y táctica de su movimiento que concluye con la expropiación, como se puede constatar en el discurso que pronuncia ante el Consejo Extraordinario de la CTM, el 6 de enero de 1938.

Lombardo explica que el conflicto petrolero inicia cuando, el sindicato de petroleros, emplaza “a las empresas exigiéndoles la firma de un contrato colectivo general [6]” de trabajo en toda la industria, porque había muchas empresas y cada una tenía su propio contrato. Las empresas petroleras rechazan la demanda de los trabajadores, porque la suscripción de un solo contrato las obligaría a proporcionar prestaciones y pagar sueldos iguales, tomando como base los más altos; alegan que la respuesta positiva a la demanda de los trabajadores asciende a muchos millones de pesos, que tienen problemas financieros, que no obtienen las ganancias suficientes y que no pueden cumplir con las demandas de los trabajadores.

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Interviene el general Cárdenas para pedirle a los trabajadores que no fueran a la huelga, porque en ese momento el reparto de tierras en la región lagunera tendría repercusiones de importancia y ambos conflictos, al mismo tiempo, significarían un riesgo innecesario. Los trabajadores petroleros aceptan aplazar la huelga, pero las empresas, pasado mucho tiempo, eluden, con evasivas y subterfugios de todo tipo, la discusión del contrato propuesto por los trabajadores y, en contrapartida, continúan con su misma actitud “mala fe, amenazas encubiertas, inclusive de carácter internacional [7] ”, y estalla la huelga.

Para resolver favorablemente, para los obreros y la nación, el conflicto petrolero, Lombardo elabora un plan. Después de declarada la huelga, que dura poco tiempo, el sindicato desiste de ella, porque el objetivo consiste en averiguar hasta dónde están dispuestas las empresas extranjeras a ceder ante las demandas del sindicato petrolero.

El sindicato plantea entonces, ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, una demanda de orden económico, “para que las autoridades del trabajo investigaran la situación de las empresas […] porque jamás las empresas [petroleras] han permitido que se hurgue en sus libros y que se investigue su situación financiera [8]”. La Junta designa una Comisión Pericial para realizar un estudio que permita conocer la situación económica de las empresas y determinar si están en condiciones o no de elevar salarios y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores. Los resultados de la investigación evidencian que “la industria petrolera mexicana, comparada por ejemplo con la de los Estados Unidos […] da rendimientos mucho muy superiores [9]”.

Apoyo obrero y popular a la expropiación petrolera
Apoyo obrero y popular a la expropiación petrolera

La Junta emite su fallo a favor del sindicato, porque el estudio demuestra que las empresas extranjeras que explotaban nuestro petróleo ya habían recuperado sus inversiones desde hace mucho tiempo y sus ganancias eran muy grandes, mucho mayores a las que obtienen en sus países de origen y suficientes para dar respuesta positiva a las demandas obreras; es decir, se demuestra que estaban en condiciones de pagar los salarios caídos, correspondientes a la huelga del mes de mayo, y destinar 26 millones de pesos anuales para aumentar las percepciones de los trabajadores y mejorar sus condiciones laborales.

Las empresas rechazan la decisión de la Junta de Conciliación, amenazan con abandonar el país, e interponen ese mismo mes un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La conducta patriótica de funcionarios públicos

La Suprema Corte ratifica, en los primeros días de marzo de 1938, el laudo de la Junta, y entonces las empresas extranjeras expresan su decisión de no acatar la resolución de la corte, que de acuerdo con nuestra Constitución, es la última instancia en cualquier litigio y sus decisiones son inatacables.

El presidente Lázaro Cárdenas se entrevista con los representantes de las empresas petroleras, pero las pláticas no llevan a la solución del problema, por la altanería y prepotencia con la que se conducen los personeros de las empresas imperialistas.

Ante esa situación, que rebasa el marco de las relaciones obrero-patronales y que convierte el conflicto en un enfrentamiento de las transnacionales contra el poder público, Lombardo Toledano, en nombre de los trabajadores petroleros, rompe las relaciones de éstos con las empresas. El 18 de marzo, en el transcurso del día, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje emite el fallo que libera a los trabajadores de sus obligaciones con las compañías.

Marx1internacional

Ante esta situación que podía llevar a la industria a parar su producción por falta de obreros, que afectaría a las plantas generadoras de electricidad y a los ferrocarriles, y en consecuencia, a todas las fábricas del país, no queda más camino que la expropiación de los bienes de las empresas petroleras. A las 10 de la noche, el presidente Lázaro Cárdenas, que es un presidente patriota y revolucionario, dispuesto a luchar para mejorar las condiciones de vida del pueblo y a defender a México del imperialismo, toma la histórica decisión de decretar la expropiación del petróleo, que no hubiera sido posible sin la participación de un movimiento sindical que, como dijo Marx en el Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, para lograr sus objetivos, necesitar estar “unido por la asociación y guiado por el saber”.

[1] Francie R. Chanssen, “La expropiación petrolera”, en Cuatro sindicatos nacionales de industria, México, Universidad Autónoma de Sinaloa / Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, 1988, p. 127.

[2] Idem.

[3] Ariel Gallegos Martínez, et al., Testimonios de la expropiación, Colección Testimonios, México, Editorial Nuestro Tiempo, p.15.

[4] Ibid., p. 19.

[5] Confederación de Trabajadores de México, “Estatutos de la Confederación de Trabajadores de México”, CTM, 1936-1941, ed. facsimilar, México, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Socciales Vicente Lombardo Toledano, 2011, p. 67.

[6] Vicente Lombardo Toledano, “El pueblo de México y las compañías petroleras”, revista Futuro, núm. 24, México, D. F., febrero de 1938, p. 20.

[7] Ibid., p. 21.

[8] Ibid., p. 22.

[9] Idem.

Cómo Naturalizar la Epistemología sin olvidar la Razón

Cómo Naturalizar la Epistemología sin olvidar la Razón.

Paola Hernández Chávez

hcpaola@gmail.com

Resumen: El propósito del presente artículo es hacer una exposición crítica de una controversia fundamental en teoría del conocimiento, a saber, entre la epistemología naturalizada y la epistemología tradicional. Los dos aspectos principales a estudiar son el reduccionismo y su posición respecto a la normatividad. El caso concreto de estudio será el proyecto de naturalización de la epistemología de Quine, debido a que este,además de ser ampliamente estudiado, refleja claramente las posiciones típicas de los enfoques naturalizados y reduccionistas. El objetivo es enfatizar la imprescindible relevancia de la normatividad así como de los resultados empíricos para cualquier teoría del conocimiento satisfactoria, sea naturalizada o no.

1. Epistemología.

ChimpancéLa capacidad para prever es uno de nuestros rasgos más distintivos como especie. Los chimpancés, con los que compartimos el 98% de nuestra información genética, poseen la habilidad para utilizar y acondicionar herramientas como simples palos o piedras con el fin de obtener termitas de un termitero o extraer los frutos de una corteza dura, incluso transmiten a sus congéneres el aprendizaje de cómo se manipulan objetos. Pero lo nuevo con la aparición del ser humano, además de la conducta simbólica, el arte y una avanzada competencia lingüística fonético-semántica, etc., es el pensamiento introspectivo.

No es sorprendente el que las preocupaciones por establecer planes a futuro y anticipar consecuencias hayan acompañado al ser humano desde su aparición, pues están constituyentemente ligadas al raciocinio (1). En términos epistémicos la capacidad por prever va ligada a justificar nuestro conocimiento y más generalmente nuestros actos basándonos en las razones que promoverían óptimamente nuestros propósitos y evitarían consecuencias adversas.

A lo largo del tiempo la cuestión de la justificación ha sido una noción normativa central en la epistemología, normativa en el sentido de que trata del sustento de nuestras razones y sugiere cursos de acción. La epistemología ha estado interesada por responder en qué condiciones podemos defender que nuestro conocimiento en general, y más específicamente nuestras creencias y nuestros sistemas de creencias, están racionalmente justificados.

El origen de la epistemología es al menos tan antiguo como Platón, quien en el Teeteto buscó distinguir entre conocimiento y opinión, llegando a la conclusión de que, a diferencia de la simple opinión, el conocimiento consistía en  una  creencia  verdadera  y  justificada.  Sin  embargo,  cada  parte  de  la definición de conocimiento de Platón ha sido desacreditada. La tradición escéptica contribuyó en gran medida al descrédito de la epistemología al sostener que todo cuerpo de creencias que se ostentaba como conocimiento, o más precisamente la pretensión de justificar el conocimiento,  incurría irremediablemente en una petición de principio, era circularmente vicioso o dogmático.

Es en estas circunstancias que ocurrió un cambio de estrategia, se emprendió la búsqueda de una serie de creencias ciertas, indubitables e infalibles que sirvieran como cimiento de donde se pudiera derivar el resto de nuestro conocimiento. La sentencia era: es mejor tener muy poco conocimiento infalible a tener abundante conocimiento falible. Pero una vez más, el proyecto que se planteó la búsqueda de la verdad, la infalibilidad y la certeza, fue y sigue siendo devastadoramente criticado.

Ante tan desalentadores resultados, han proliferado las posiciones que ponen en duda los presupuestos tradicionales de la epistemología y que han redefinido su papel y su lugar. La posición más influyente es la epistemología naturalizada.

Los epistemolgía naturalizada se caracteriza por su oposición a aquellos epistemólogos que desde su poltrona sólo especulan sobre la verdad, la infalibilidad, la corrección, qué es una creencia, etc., y que relegan a un plano secundario el estudio de la mente y los sistemas cognitivos.

Los naturalizados han defendido que aquellos epistemólogos de sillón que se preocupan excesivamente por ‘normar’, es decir por indicar cursos de acción, pueden tener alguna idea de las inferencias que hacemos pero necesitan información científica detallada de como actúan, de los factores tanto del sujeto como del mundo que determinan los modos en que conocemos, así como de los tipos de errores a que somos propensos cuando pensamos, para entonces poder emitir juicios sobre nuestro conocimiento. La epistemología naturalizada nace esencialmente de la convicción de que la evidencia científica, en especial la que arrojan las ciencias cognitivas, es crucial para resolver los problemas del conocimiento.

En contrapartida, nadie niega la convicción esencial de la epistemología naturalizada, lo que sí ha sido señalado es que la epistemología naturalizada se preocupa demasiado por explicar y describir cómo los seres humanos adquirimos creencias sobre el mundo, y por hacer lo anterior muy frecuentemente minimiza nuestras singulares capacidades para prever y emitir juicios de nuestras acciones.

Desde ahora, tomemos en consideración que por las razones en un principio señaladas, cualquier teoría del conocimiento exitosa, sea o no naturalizada, debe tener en cuenta la crucial importancia de la necesidad de dar y exigir razones, y de utilizar la capacidad humana de proyección de consecuencias en el futuro, así como tomar en seria consideración los resultados científicos que atañen a la teoría del conocimiento.

Alvin. I. Goldman (Universidad Rutgers en Nueva Jersey)
Alvin. I. Goldman (Universidad Rutgers en Nueva Jersey)

Hay una división que hace Alvin. I. Goldman (2) respecto a las metas de la epistemología. La mencionaré con el único propósito de hacer más clara la problemática del presente escrito: epistemología descriptiva, epistemología analítica  y  epistemología  normativa.  La  epistemología  descriptiva  es claramente ejemplificada por Quine, Piaget y otros que buscan explicar cómo los humanos adquieren y mantienen sus creencias sobre el mundo. Esta epistemología da descripciones y clasificaciones de facultades mentales en términos de capacidades, procesos, contenidos, actos y operaciones. Ejemplos de facultades cognitivas son: los sentidos, la razón, la memoria, la intuición, el entendimiento, la imaginación, etc. Los actos o procesos cognitivos son: juzgar, dudar, imaginar, intuir, distinguir, abstraer, sintetizar, asociar, comparar introspectivamente, etc. Contenidos cognitivos son las ideas, impresiones, conceptos   y   categorías.   La   clasificación   de   contenidos   obedece   a   la clasificación de las ideas, ya sea en términos de su carácter intrínseco, o de su origen: simples, complejas, claras, confusas, innatas, adquiridas, etc. Por su parte, la epistemología analítica se ocupa de analizar, explicar o definir conceptos epistémicos como ‘conocimiento’, ‘racionalidad’, ‘justificación’, etc., concentrándose en el uso de tales palabras y en su contenido conceptual. Finalmente, la epistemología normativa se ocupa de dar reglas o establecer principios sobre qué creer y qué no creer. La epistemología normativa se avoca a conceptos como racionalidad, irracionalidad, justificación, garantía, etc. En otras palabras, se hace cargo de evaluar y normar nuestras creencias. Decir que un sujeto S no está justificado en tener una creencia C es equivalente a decir que S no debería tener tal creencia.

Ahora que tenemos clara esta división podremos entender que la controversia surgida entre la epistemología naturalizada y la epistemología tradicional radica, en gran medida, en que ofrecen respuestas distintas a la cuestión de cuál es la labor o la meta más importante de la epistemología: si es normar, analizar o explicar (3).

El peso que los distintos epistemólogos otorgan a la normatividad y la explicación no obedece a gustos, sino a preocupaciones profundas. Por un lado, aquellos epistemólogos que privilegian el carácter descriptivo de la epistemología suelen desdeñar el ámbito normativo porque creen que la epistemología tradicional ha estado obscurecida por la especulación y ha descuidado los hechos. En el otro lado están los epistemólogos que se resisten a  renunciar  a  la  normatividad,  y  que  si  bien  aceptan  que  la  información empírica es fundamental, sostienen que explicar cómo conocemos es una tarea muy interesante pero sin gran relevancia epistemológica, para ellos lo más importante es conservar la importancia de la justificación.

2. La naturalización de Quine

Quine exploró la idea de que la epistemología debía ser naturalizada y reconstruida como un capítulo de la psicología, pues dijo: si la meta de la epistemología es la validación y fundamentación de la ciencia empírica, así como la comprensión de su relación con la observación, podemos hacer uso de la psicología y otras ciencias empíricas para tales propósitos. Añadió que:

If we are out simply to understand the link between observation and science, we are well advised to use any available information, including that provided by the very science whose link with observation we are seeking to understand. [Quine (1969), Sosa & Kim (ed), p. 294].

Quine no encuentra razón por la cual la epistemología deba ser independiente de las ciencias empíricas. Sugiere que la epistemología entra como un capítulo de la psicología y de la ciencia natural en tanto estudia un fenómeno natural, a saber, el sujeto humano:

Epistemologyor somethinlike it, simply   falls into place as a chapte of psychology and hence of natural science. It studies a natural phenomenon, viz., a physical human subject. This human subject is accorded a certain experimentallcontrolleinput certaipatternof irradiatioin assortefrequenciesfor instanceand in the fullness of time the subject delivers as output a description of the three dimensional external world and its history. The relation between the meager input and the torrential output is a relation that we are prompted to study for somewhat the same reasons that alwayprompted epistemology; namely, in order to see how evidence related to theory, and in what ways one’s theory of nature transcends any available evidence. [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.), p297].

Para Quine, la psicología nos permite entender la estimulación sensorial que nos lleva a la formación de nuestras creencias; ya no es necesario buscar creencias ciertas e indubitables de las cuales partir para construir el conocimiento, sino sólo descubrir y explicar cómo las construimos. En este nuevo planteamiento, la epistemología está contenida en la ciencia natural y no se pretende que vaya a ser mejor que la ciencia, que es su objeto. Según Quine, la tarea de la epistemología en adelante consistirá en explicar cómo acomodamos y formamos teorías a partir de los diferentes procesos psicológicos que recibimos del exterior, agrega:

Why all this creative reconstruction, all this make-believe? The stimulation of his sensory receptors is all the evidence anybody has had to go on, ultimately, in arriving at his picture of the world. Why not just see how this reconstruction really proceeds? Why not settle for psychology? [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.) p. 294.]

If all we hope for is a reconstruction that links science to experience in explicit wayshor of translationthe it woulsee morsensiblto settlfor psychology. Better to discover how science is in fact developed and learned than to fabricate a fictitious structure to a similar effect. [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.) p. 294.]

Ahora bien, para que Quine pueda dar fuerza a la introducción de la naturalización de la epistemología debe poder mostrar, entre otras cosas, que el proyecto de la epistemología en general y el de la epistemología tradicional en particular han fracasado irremediablemente; que la única alternativa viable ante este fracaso es la naturalización; que la psicología es el sustituto idóneo; y que las exigencias normativas no tienen sentido (4). Pero como veremos en la siguiente sección, los puntos de partida de Quine no son tan sólidos como parecen y requieren de un análisis más delicado.

2.1. La noción de epistemología de Quine

Willard Van Orman Quine (1908 - 2000)
Willard Van Orman Quine (1908 – 2000)

En las siguientes líneas argumentaré que Quine esta partiendo de una noción de epistemología demasiado estrecha que no subsume a toda la epistemología que ha sido elaborada, y que por ello su rechazo es ilegítimo. Me apoyaré en los contra-argumentos que respecto al fracaso y reemplazo de la epistemología ofrecen Jaegwon Kim y Laurence Bonjour, no sin antes aclarar el concepto de epistemología del que parten ambos.

Para Kim (5),  la Epistemología clásica tenía como eje al menos dos proyectos: identificar los criterios de la justificación epistémica y determinar qué creencias están de hecho justificadas de acuerdo a esos criterios, a la fecha éste proyecto se conserva. Para Bonjour una meta o preocupación de la epistemología compartida por Descartes, Locke, Hume y otros, ha sido decidir si tenemos o no buenas razones para pensar que nuestras creencias sobre el mundo son verdaderas, y si esto es así, decir entonces cuáles son esas creencias y explicar por qué éstas son buenas razones. Bonjour parte de este supuesto, de que la epistemología sigue siendo esencialmente crítica (6).

Como mencionamos arriba, la fuerza de la introducción de la naturalización de la epistemología depende en gran medida de que Quine pueda mostrar que el proyecto de la epistemología en general ha fracasado irremediablemente y que entonces debemos reemplazarlo por la psicología. Pero como atinadamente señala Bonjour, la visión de Quine depende, en parte, de una concepción muy estrecha de la epistemología que se basa en el positivismo empirista de acuerdo con la cual la epistemología (al menos aquella que se ocupa del conocimiento del mundo físico) involucra dos metas que según Quine no pueden alcanzarse: (i) explicar los conceptos relevantes como el de cuerpo físico en términos sensoriales (el lado conceptual de la epistemología); y (ii) basándose en esta explicación, justificar nuestras creencias del mundo físico a partir de la experiencia sensorial (el lado doctrinal de la epistemología) (7).

Bonjour considera que la argumentación de Quine tiene básicamente tres problemas. Primero, su caracterización del lado conceptual y del lado doctrinal de la epistemología exagera la importancia del primero, además de que ofrece una versión demasiado estrecha e implausible del empirismo. Como resultado, el fracaso del lado conceptual no muestra que la epistemología tradicional ha fallado y que necesite ser reemplazada como Quine pretende. Segundo, Quine no puede distinguir entre una versión débil y una fuerte del lado  doctrinal  de  la  epistemología.  De  acuerdo  con  la  concepción  fuerte derivada de Descartes, la meta era alcanzar la certeza de nuestras creencias sobre el mundo y de ahí establecerlas como infalibles e indubitablemente verdaderas. Según la concepción débil, la meta era mostrar que tenemos buenas razones para pensar que nuestras creencias son al menos probablemente verdaderas. Aquí la certeza, aunque deseable, no es esencial. Entonces,

Quine seems to slide illegitimately from the relatively uncontroversial claim that the stronger, Cartesian goal cannot be attained for “natural  knowledgeto the much less obvious claim that the more modest goal is not achievable either. Thus we are told that statements about bodies cannot be “provedfrom observation sentences, that “the Cartesian quest for certaintyis a  “lost cause”, that claims about the external world cannot be “strictly derived“from sensory evidence. [Bonjour (1994), p. 286.]

Quine afirma que la búsqueda de certeza de Descartes es una causa perdida y de aquí concluye ilegítimamente que todo el lado doctrinal de la epistemología, el cual se ocupaba de la justificación de nuestro conocimiento, debe ser abandonado (8).

Como Bonjour apunta, es inválido afirmar que dado que la meta cartesiana no puede alcanzarse, debamos por ello abandonar todo proyecto epistemológico, pues del hecho de que el conocimiento del mundo externo no pueda ser estrictamente derivado de la evidencia sensorial, no se sigue que todo el lado doctrinal deba abandonarse. Kim afirma algo similar, según él, la intención carnapiana de validar la ciencia a partir de un fundamento indubitable de  reportes  psicológicos  en  primera  persona  no  es  toda  la  epistemología clásica.

En breve, la primera premisa en el argumento de Quine: “dado que el programa fundacionista de Carnap falló, porque no optar por la psicología”, es falaz dado que Quine en ningún momento muestra que toda la epistemología en su conjunto haya fracasado, ni que el sustituto idóneo sea la psicología. Quine está tirando por la borda no sólo la epistemología de Carnap sino la epistemología completa. En particular, si Quine no pudo demostrar que la epistemología ha fracasado ello se debe a que no es obvio que las preocupaciones centrales de la epistemología como la noción normativa de justificación sean prescindibles. Como propone Kim al final del artículo mencioando, aunque la justificación dejara de ser lo esencial a la epistemología seguiría siendo esencial a la epistemología la validación de creencias, lo cual involucra una dimensión normativa. Esto nos lleva al siguiente punto.

2.2. ¿El abandono de la dimensión normativa de la epistemología?

El problema que abordaremos en esta sección está directamente relacionado con el anterior. Para Quine el fracaso de la epistemología tradicional se debe en gran medida a sus afanes normativos. Sin embargo es difícil ver porqué su recomendación de estudiar “cómo la evidencia se relaciona con la teoría” necesariamente tenga que implicar el rechazo de cualquier tipo de normatividad y una reducción de las metas de la epistemología a un estudio descriptivo y científico del conocimiento humano. Aquí veremos que dicha “epistemología”, tal y como apareció en 1969, a la que le falta un concepto normativo de justificación o evidencia, es poco plausible.

Es verdad que Quine en ningún lugar de Epistemology Naturalized niega expresamente que la normatividad juegue un papel en el teorizar científico. Sin embargo esto parece implicarlo la gran serie de afirmaciones que hizo en 1969 y algunas notas posteriores. Una de las más claras es la siguiente:

If all we hope for is a reconstruction that links science to experience in explicit ways short of translation, then it would seem more sensible to settle for psychology. Better to discover how science is in fact developed and learned than to fabricate a fictitious structure to a similar effect. [Quine (1969), p. 78 y ed. cit. p. 295.]

Como bien señala Kim, cuando leemos los pasajes de Quine parece clara su intención de renunciar a la justificación epistémica. Su idea no es naturalizarla, sino rechazarla de nuestra visión científica del mundo y sostener que la justificación no tiene lugar en la epistemología. Veamos por qué.

Aclaremos antes que Kim parte de que el concepto de justificación prevalece como central en el estudio de la naturaleza del conocimiento. Defiende que tradicionalmente la justificación ha sido un concepto normativo; la epistemología en sí también ha sido normativa porque su principal meta ha sido el estudio de las condiciones bajo las cuales una creencia está justificada. Asimismo, la noción de justificación implica para Kim la responsabilidad epistémica, pues cuando decimos que una creencia está justificada implicamos que es permisible o razonable sostenerla. De modo que la epistemología es una disciplina normativa.

Siguiendo la formulación de Kim, al pedirnos naturalizar la epistemología, Quine no está sugiriendo renunciar a la solución fundacionista cartesiana y explorar otras dentro del mismo esquema, sino algo más radical:

He is asking us to set aside the entire framework of justification-centered epistemology. That is what is new in Quine‘s proposals. Quine is asking us to put in its place a purely descriptive, causal-nomological science of human cognition. [Kim (1988), p. 305.]

Nótese que nos estamos basando, al igual que Kim, en las afirmaciones de Quine hasta (1970), donde claramente enfatiza y privilegia el carácter descriptivo y factual de su programa:

If we are seeking only the causal mechanism of our knowledge of the external world, and not a justification of that in terms prior to science[ Quine (1970), p. 2. Agregué énfasis.]

Aunque Quine no caracterice a la epistemología como normativa o prescriptiva, su intención es inequívoca. La epistemología ya no va a relacionarse con la justificación y sólo estudiará los mecanismos causales mediante los cuales conocemos. Para Quine no hay una “primera filosofía” que sea lógicamente anterior al conocimiento empírico porque no hay métodos extra científicos de valoración fuera de la ciencia:

Naturalism: abandonment of the goal of a first philosophy. It sees natural science as an inquiry into reality, fallible and corrigible but not answerable to any suprascientific tribunal, and not in need of any justification beyond observation and the hypothetic-deductive method... [Quine (1981), p. 72.]

Sin embargo, como afirma Kim, la epistemología no es un asunto descriptivo- factual, sino un intento por validar o reconstruir racionalmente la ciencia. Nos dice Kim: la validación para Quine procede por medio de la deducción y la reconstrucción racional por medio de la definición, pero, en tanto que el interés de la epistemología es la justificación —esto es, racionalizar nuestras pretensiones de conocimiento— Quine nos está pidiendo renunciar a lo que es “racional” en la reconstrucción racional. El concepto de conocimiento -continúa- es normativo en tanto que cuando decimos que alguien debería mantener o no cierta creencia estamos involucrando juicios de valor y de racionalidad. Quine nos está pidiendo abandonar la normatividad, lo cual es inaceptable, pues si abandonamos la normatividad, abandonamos la justificación, lo único que dentro de la triada platónica (creencia-verdad-justificación) quedaba (9).

La conclusión anterior es bastante controversial, así que a estas alturas necesitamos hacer una pausa para mencionar que a partir de 1969 Quine intentó clarificar y mejorar lo que trató de decir en su Epistemology Naturalized.

Richard Foley (Miami University and Brown University
Richard Foley (Miami University and Brown University)

Richard Foley (10), en su intento por resolver la cuestión de si realmente Quine esta haciendo epistemología en un sentido nuevo y distintivamente sobre Quine es inadecuadpor los dos motivos señalado arriba. Enseguid trata de demostrar que el problema con Quine es que en realidad no es un naturalista y que su tan elogiado nuevo modo de hacer epistemología no es tal. Foley indaga cuál es el papel de la normatividad en la visión de Quine y hace una interpretación instrumental. Para Quine la normatividad en epistemología es un asunto de identificar medios efectivos de acuerdo a fines valiosos. Para él la meta más valiosa en epistemología es la verdad, que según él consiste en hacer predicciones precisas, en modo tal que que estamos justificados en utilizar determinado método en la medida en que éste ayude a generar teorías con predicciones precisas. Así, en tanto que la ciencia nos da información acerca de qué métodos son confiables y cuales no, nos brinda información normativa. De este modo, según Foley, Quine rescata el papel normativo de la epistemología: lo que Quine llama “the engineering part”. El problema es que no es claro naturalizado, argumenta que la interpretación estándar —como la de Kim, Goldman, Kornblith, etc., que hace hincapié en el abandono por parte de Quine de la dimensión normativa y de la justificación epistémica— aunque es natural, no hace justicia a Quine.

Foley considera que hay dos grandes problemas con la interpretación estándar. Uno de ellos es que Quine negó que fuera su intención abandonar la dimensión normativa de la epistemología, es decir, que la normatividad tan esencial para la epistemología se fuera por la borda. Quine afirmó:

Naturalization of epistemology does not jettison the normative and settle for the indiscriminate description of  ongoing procedures. For me the normative epistemology is a branch of engineering. It is the technology of truth-seeking, or, in a more cautiously epistemological term, prediction... There is no question here of ultimate value, as in morals; it is a matter of efficacy for an ulterior end, truth of prediction. The normative here, as elsewhere in engineering, becomes descriptive when the terminal parameter is expressed.[ Quine (1986), pp. 663-65. Sobre esta interpretación ver también: W. V. Quine (1990), pp. 19-21.]

Naturalisdoes   not repudiatepistemologybut assimilateit to empirical psychology. Science itself tells us that our information about the world is limited to irritations of our surfaces, and then the epistemological question is in turn a question within science, the question how we human animals can have managed to arrive at science from such limited information. Our scientific epistemologist pursues this inquiry and comes out with an account which has a good deal to do with the learning of language and the neurology of perception... Evolution and natural selection will doubtless figure in this account, and he will be free to apply physics if he sees a way. [Quine (1981), p. 72.]

En 1986 Quine reconoció que las preguntas acerca del estatus de nuestras creencias sobre el mundo merecían investigación y análisis, e insistió en rechazar la sugerencia de que no hay lugar para la normatividad en el teorizar epistemológico. Adujo que más bien es una cuestión de ingeniería, de eficacia.

Respecto a este primer problema con la interpretación estándar es necesario decir que aunque Quine asevera que la naturalización epistemológica no implica el abandono del teorizar epistémico, no aclara en que consiste su “technology of truth seeking” y tampoco justifica por qué la verdad tiene prioridad axiológica ni cómo habremos de perseguirla. Esto es problemático porque tanto epistemólogos naturalistas como no-naturalistas han puesto en duda que la verdad sea la meta más deseable y también que de hecho pueda alcanzarse.

El segundo problema que señala Foley con la interpretación estándar es que  al  mismo  tiempo  que  escribió  Quine  “Epistemology  Naturalized”,  co- escribió también The Web of Belief, un trabajo de epistemología normativa donde afirmó:

The story of the origins and intensities of our beliefs, the story of what happens in our heads, is a very different story from the one sought in our quest for evidence. Where we are rational in our beliefs the stories may correspond; elsewhere they may diverge. The former story  is for psychology to tell. On the other hand, our present concern is with grounds, with reasons, with the evidential relations that hold among beliefs. [Quine & J. S. Ullian (1970).]

Aunque parece que con esta cita se podría venir abajo todo lo que hemos dicho hasta aquí, esto es, que Quine estaba proponiendo abandonar la epistemología normativa y reemplazarla con la psicología; es importante señalar que la segunda edición de (1978) no contiene este pasaje. Esto hace pensar que Quine no estaba seguro, además de que en (1970) hizo afirmaciones que apoyan su posición de (1969):

If we are seeking only the causal mechanism of our knowledge of the external world, and not a justification of that in terms prior to science... [Quine (1970), p. 2. El subrayado el mío.]

En síntesis, afirmaciones recientes de Quine respecto a su negación por abandonar la dimensión normativa son sorprendentemente claras, aunque la manera en que lo argumenta y cómo defenderá la normatividad, en opinión de muchos como Foley (1994) y Kornblith (1993), es poco ingeniosa y escueta. Además, atender temporalmente a cómo aparecieron sus sentencias y que la más contundente de ellas fue removida en una edición posterior hace pensar que Quine titubeó y no estaba seguro de querer mantener la normatividad en su propuesta.

Hasta aquí dejaremos esta cuestión, pues de cualquier modo es la propuesta de 1969 y las consecuencias que de ella se derivan lo que provocó el surgimiento de las epistemologías naturalizadas. Recordemos que la motivación inicial de la naturalización de Quine no fue simplemente incorporar los resultados de la ciencia a la epistemología, sino quitarle a la epistemología su estatus privilegiado y sustituirla por la psicología.

2.3. La noción de evidencia empírica. La Naturalización no puede ser sólo descriptiva

Continuando con el curso de la exposición, se había dicho que si el asunto de la justificación queda fuera de la epistemología en favor de una tarea meramente descriptiva, el conocimiento desaparece de la epistemología, dado que el concepto de justificación y el de conocimiento están estrechamente relacionados. Veamos ahora qué tiene que ver el concepto de evidencia empírica con la normatividad y porqué la naturalización de la epistemología no puede ser sólo descriptiva. El argumento será que no es posible prescindir de la normatividad dado que, aunque estudiemos solamente qué impulsos sensoriales provocan qué respuestas del sujeto, tal como intentó Quine, inevitablemente introduciremos consideraciones de qué será una buena creencia, qué se tomará como evidencia y qué no, etc .

En la epistemología de Quine es difícil preservar el concepto de conocimiento.   Kim   ha   resaltado   al   respecto   que   cuando   Quine   está describiendo su naturalización epistemológica habla de investigar cómo la estimulación sensorial nos lleva a formular teorías y representaciones del mundo,  pero  raramente  habla  de  conocimiento.  Estas  teorías  y representaciones corresponden en la epistemología tradicional a creencias o sistemas de creencias, teorías y representaciones. De modo que Quine esta pidiendo investigar cómo la estimulación sensorial nos lleva a la formación de creencias sobre el mundo.

Sin embargo, para Quine, no es asunto de los epistemólogos naturalizados  investigar  si,  y  en  qué  grado,  los  impulsos  que  determinado sujeto sufre a través de la irradiación en su retina “justifican” la respuesta que el sujeto da; es decir, no se ocupa de si la irradiación en su retina hace “razonable” o “racional” emitir cierta respuesta representacional. El interés de Quine es sólo causal y nomológico, de qué impulsos causan qué respuestas.

Pero, ¿en qué sentido el estudio de las relaciones causales entre los estímulos físicos y los receptores sensoriales, junto con la respuesta cognitiva resultante sobre cómo la evidencia se relaciona con la teoría, es relevante epistémicamente? Una respuesta es la de Kim, para él la relación causal entre estímulos sensoriales y respuestas cognitivas es una relación entre evidencia y teoría y no una mera relación de evidencia. Esto lo muestra el hecho de que los patrones nomológicos que Quine nos pide investigar varían de especie a especie, dependiendo del modo en que las especies procesen la información. Por ello,

the evidential relation in its proper normative sense must abstract from such factors and concern itself only with the degree to which evidence supports hypothesis. [Kim (1988), p. 306.]

El argumento de Kim es que el concepto de evidencia es inseparable del concepto de justificación, pues cuando hablamos de evidencia realmente estamos inquiriendo por la justificación, es decir, de dar razones de porqué un sujeto S sostiene la creencia C. Más generalmente, todas las relaciones de evidencia dependen de los contenidos involucrados y no sólo de sus conexiones causales o nomológicas. Cuando analizamos esas relaciones no sólo   estudiamos   sus   conexiones,   requerimos   también   interpretarlas   y evaluarlas.

En lo que a Quine respecta, él habla de evidencia sensorial pero ¿qué contará como buena evidencia? Quine no puede responder esto, pues si abandona las preocupaciones normativas no puede plantearse la cuestión de qué será buena evidencia y qué no. Quine necesita hacer juicios de valor científico que van más allá de una mera explicación, necesita juzgar y al hacerlo, al decir qué creencia preferir o qué evidencia está mejor apoyada, inevitablemente  está  introduciendo  consideraciones  normativas,  las  mismas que pretendía excluir.

Por lo tanto Quine no puede prescindir de la normatividad en tanto que no puede hacer un estudio meramente descriptivo de los mecanismos que nos llevan a nuestras creencias. Esto equivale a decir que no toda la epistemología es naturalizable y que alguna porción de la dimensión normativa de la epistemología es necesaria. Afiancemos lo que acabamos de decir ofreciendo otra cara de la normatividad.

2.4. Atribución de creencias

Cuando estudiamos a un sujeto encontramos que las respuestas, creencias o representaciones son resultado de un estímulo sensorial particular —es decir, como resultado de estímulos del exterior el sujeto adquiere creencias—. Al estudiar a un sujeto se le atribuyen creencias junto con otros estados intencionales con contenido lingüístico, lo interpretamos, es decir, le asignamos significado a las afirmaciones y actos del cognoscente. La interpretación asume que en principio el sujeto tiene un sistema de creencias y otras actitudes proposicionales que son al menos mínimamente racionales y coherentes, de lo contrario interpretarlo sería imposible.

A menos que la respuesta de un individuo cognoscente esté sujeta a evaluación de acuerdo a ciertas normas básicas de racionalidad, esa respuesta no podría considerarse como creencia y tampoco podría ser objeto de investigación epistemológica ya sea tradicional o naturalizada. La atribución de creencias requiere evaluación de acuerdo a estándares normativos de evidencia y justificación. Si esto es correcto, la racionalidad en sentido amplio y fundamental no es una propiedad opcional de las creencias, sino una precondición de la atribución, una propiedad sin la cual el concepto de creencia sería ininteligible [Kim (1988), p. 307].

Por lo tanto, para analizar a un sujeto se necesita atribuirle creencias y adoptar   criterios   para   evaluarlo,   de   modo   que   ni   los   epistemólogos naturalizados más puristas pueden prescindir de conceptos normativos y actividades valorativas. La epistemología naturalizada mantiene una dimensión normativa que no puede eliminarse.

2.5. La sustitución

Concedamos a Quine que toda la epistemología hecha hasta el momento ha fracasado, que es deseable y posible abandonar la dimensión normativa, que ahora la epistemología debería ser meramente descriptiva, etc. ¿Es legítimo derivar de ello que el reemplazo idóneo es el estudio empírico que ofrece la psicología?

Está de más decir que la psicología no podría ser el sustituto idóneo. Sin duda, las explicaciones psicológicas de cómo adquirimos y formamos creencias son de gran utilidad, pero para resolver esa parte del problema serían hoy en día más adecuadas las neurociencias.

Por otro lado, cuando decimos que X reemplaza o sustituye a Y, asumimos que tanto X como Y desempeñan tareas similares, de forma tal que si X cumple determinadas funciones que son distintas a las de Y, podemos decir que X es sustituto de Y. En otras palabras, a es reducible a y sustituible por b si y sólo si b es igualmente informativo. En forma análoga, sólo si la naturalización de la epistemología y la epistemología clásica comparten algunas preocupaciones centrales puede plantearse la sustitución de una por la otra.

El  estudio  meramente  empírico  que  ofrece  Quine  no  comparte  las mismas preocupaciones que la epistemología tradicional y por ello difícilmente puede sustituirla. El proyecto de Quine no podía resolver los mismos problemas que la epistemología tradicional, lo que ofrecía es hacer otra cosa que prometiera mejores resultados. Según él, si buscábamos entender cómo ciertos impulsos provocan determinadas respuestas, debemos emprender un estudio empírico como aquel que ofrece la psicología.

Estrictamente Quine no está planteando una tesis de sustitución o reemplazo. No afirmó que la psicología ofrecerá las respuestas que no logró la epistemología tradicional, pues no estudian la misma cosa. La epistemología en general estudia la relaciones de justificación o evidencia, mientras que la naturalización de Quine sólo estudia las relaciones causales-nomológicas.

Ahora bien, se ha puesto en duda si, y en qué medida el estudio que propone Quine conserva los elementos mínimos de la epistemología. Si resulta que la propuesta de Quine ya no es epistemología, la cuestión de si su propuesta es un mejor modo de hacer epistemología ya no tendría sentido. Para algunos como Kim, si la epistemología ha perdido el único elemento que de la trilogía creencia-verdad-justificación quedaba, —si además de que ahora la creencia es un estado psicológico y la verdad es un concepto metafísico— si ahora la justificación también queda fuera, la epistemología en general ha desaparecido.

La consecuencia anterior no podría ser apropiada. Por el contrario, lo que se quiere defender aquí es que tanto la epistemología tradicional como la epistemología de Quine comparten por lo menos la preocupación por las creencias. Sólo que, mientras que una investiga sus conexiones causales, otra estudia sus propiedades y relaciones de justificación y evidencia.

Así, aunque por un lado la epistemología favorezca la tarea de decir cuáles son las razones que tenemos para apoyar determinada creencia, es decir, porqué estoy justificado en sostener p; y la naturalización de Quine privilegie la explicación de los mecanismos cognitivos mediante los cuales llegamos a creer que p; ambas tienen puntos de intersección. La epistemología hace uso de los resultados empíricos de la ciencia para de ahí establecer sus criterios normativos, y una naturalización epistemológica como la de Quine inevitablemente involucra conceptos normativos respecto a qué será una creencia (11), en forma tal que la epistemología no desaparece.

3. Epistemología Naturalizada. La moraleja de Quine

Hemos visto que hay razones para adjudicarle a Quine (1969) una renuncia frontal a la dimensión normativa de la epistemología tradicional a partir de su aludido fracaso. Quine busca una alternativa y concluye que la naturalización de la epistemología es la única viable. Hemos visto también que Quine quiere reemplazar la teoría normativa de la cognición con una ciencia descriptiva, con lo cual la noción de justificación tan esencial para la epistemología parece quedar fuera. Es otros términos, si la justificación ya no tiene nada que ver con la epistemología, el conocimiento tampoco, dado que el concepto de conocimiento es inseparable del de justificación. Vimos también que Quine no pudo lograr una naturalización de la epistemología meramente descriptiva como se lo había propuesto hasta (1970), dado que tanto la noción de evidencia como de razones para creer son normativas. En breve, vimos que los  presupuestos  sobre  los  que  Quine  cimienta  su  naturalización epistemológica eran bastante cuestionables y por ello mismo su proyecto tal cual (1969) fue severamente ciriticado.

Sin embargo, las fallas en el proyecto de Quine nos dejan una lección positiva respecto a las implicaciones que los programas naturalizados tienen para la normatividad y la reducción.

Por un lado Quine hizo patente la necesidad de hacer uso de los resultados de disciplinas como las ciencias cognitivas y la psicología que ayuden a la epistemología a hacer compatibles nuestras capacidades y nuestras posibilidades para conocer. La epistemología ya no es lo que solía ser. Ahora, mediante el estudio científico del razonamiento y las estructuras cognitivas se ha superado la vieja epistemología que solo tenía como marco de referencia  la  lógica  y  la  introspección  reflexiva.  Las  epistemologías naturalizadas trazan un nuevo camino que difumina la aparente dicotomía entre epistemología descriptiva y epistemología normativa.

4. Otras Epistemologías Naturalizadas

Las epistemologías naturalizadas tienen varias vertientes de acuerdo a sus puntos de partida y al énfasis que ponen a los diversos problemas del conocimiento. Pero en general comparten el rechazo a la noción de conocimiento a priori tal y como se concebía en la epistemología tradicional, esto es, como conocimiento independiente de la experiencia e imposible de modificar. Irónicamente, como dice Bonjour, rechazan gran parte del modo de hacer epistemología que precisamente le dio su propia identidad, método y terminología, e incluso su agenda de trabajo. Este rechazo se debe, como hemos visto, a la convicción naturalista de que la epistemología debe apoyarse en el estudio empírico de la ciencia, pues ceñidos a la tradición seguiríamos con las mismas respestas de hace más de dos mil años.

La epistemología naturalizada tiene diversas vertientes y podría haber tantas como disciplinas científicas, por ejemplo, la epistemología evolucionista es un tipo de epistemología naturalizada que se apoya en la evidencia que aporta la biología y la teoría de la evolución. Defiende que cuando se hace patente que las capacidades para conocer y creer involucran consideraciones evolutivas no hay razones para negar que el conocimiento como una actividad natural debe estudiarse y analizarse con herramientas como la teoría de la evolución por selección natural.

Otras formas de epistemología naturalizada abordan las cuestiones de la cognición desde la perspectiva de las ciencias cognitivas, las ciencias computacionales, y la neurociencia. Esta última por ejemplo, parte del supuesto de que dado que el cerebro es el órgano de lo mental su estudio es pertinente para la epistemología. Antiguamente la información que podía obtenerse del cerebro se limitó a simples disecciones, se hicieron un sinnúmero de autopsias en donde se identificaba cierto daño cerebral con disfunciones mentales

específicas. Estas sugestivas observaciones fueron grandemente complementadas con herramientas como la estimulación en base a electrodos, y   más   recientemente   con   una   variedad   de   técnicas   no-invasivas   de observación que han permitido estudiar el cerebro directamente. El desarrollo de la neurociencia cognitiva a finales del siglo XX tanto en los instrumentos como en las teorías (redes neuronales, etc.) han hecho posible el desarrollo de modelos para la cognición con un sustento neuronal. Estos avances han inspirado a una gran variedad de áreas incluyendo la epistemología.

Analizar si un programa así es capaz de dar cuenta de cómo los seres humanos conocemos sin al mismo tiempo minimizar nuestras singulares capacidades para prever y emitir juicios de nuestras acciones, requiere un estudio muy similar al que se hizo con Quine.

Patricia Smith Churchland (Universidad de California)
Patricia Smith Churchland (Universidad de California)

Patricia Churchland ha desarrollado una propuesta que ha designado ‘neuro-filosofía’, que en términos generales sostiene que los problemas filosóficos sobre la mente deben abordarse a partir del estudio empírico del cerebro. P. S. Churchland defiende desde las primeras páginas de su libro Brain Wise que los grandes problemas de la filosofía se desvanecen una vez que se toman en cuenta las ciencias del cerebro (las neurociencias y la ciencia cognitiva); con la salvedad de que lo que P. S. Churchland llama los grandes problemas de la filosofía son según sus propias palabras: la naturaleza de la conciencia, el libre albedrío, y la identidad.

Las implicaciones epistémicas de la neuro-filosofía de Churchland llevan a las siguientes interrogantes, ¿qué tan satisfactorias son las explicaciones neurocientíficas de capacidades como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, etc.? Cuando los neurocientíficos explican la percepción como el resultado de las imágenes auditivas y visuales en el cerebro, o cuando explican la visión como la producción de imágenes mentales en el cerebro, uno inevitablemente tiene la sensación de que rastrear la actividad cerebral asociada a la visión o la percepción no es el fin de la historia. Pareciese que una es la cuestión de ‘cómo es que vemos’ y otra cuestión es ‘en qué lugar del cerebro se produce o rastrea la imagen’. En otras palabras, los neurocientíficos correlacionan la actividad cerebral con ciertos sonidos, con la observación de objetos o con el lenguaje. Es en este punto donde es preciso cuestionarse si es una reducción de lo mental a lo físico lo que los neuro-epistemólogos ofrecen, y en caso afirmativo hay que examinar qué tan satisfactorio es dicho reduccionismo.

Por un lado, es cierto que ningún animal podría razonar, percibir, escuchar, etc., si no tuviera un cerebro funcionando correctamente, sin embargo no sólo debe prestarse atención al cerebro sino también a la persona que realiza actividades tales. La actividad neuronal es la misma independientemente de lo que se ha hace y el por qué se hace, son las circunstancias y los propósitos de esa acción los que explican.

Se puede conjeturar que si la neurociencia busca responder la cuestión de ‘como conocemos’ y para ello utiliza la estrategia de reducir la epistemología a la neurociencia, entonces su estrategia es poco exitosa porque muchos aspectos  importantes  de  nuestro  conocimiento  quedan  fuera.  Y  si  bien  el trabajo de los epistemólogos se ha acotado más y más, siguen teniendo un papel fundamental en el estudio de la mente y nuestras capacidades y estados mentales. Baste hasta aquí mencionar el caso de la neurociencia.

5. Conclusión

A lo largo de este artículo hemos revisado el proyecto de naturalización de la epistemología de Quine como un caso que refleja muy bien los presupuestos más comunes de los programas naturalizados; mencionamos brevemente el caso de la neurofilosofía para ilustrar la misma situación; en ambas, su frecuente tendencia por eliminar y desdeñar esa capacidad que más nos distingue como humanos, a saber, la que consiste en introyectar hacia el futuro, anticipar consecuencias, dar y ofrecer razones. Por otro lado, también conocemos esa vieja tradición filosófica que sólo tenía la lógica, la reflexión y la imaginación como herramienta de trabajo para estudiar el conocimiento, y que consideraba que sólo eso necesitaban, de lo contrario estarían haciendo ‘fisiología de la razón’. Todo lo anterior, sólo con el propósito de hacer evidente que una teoría del conocimiento actual, convincente y conveniente, requiere integrar ambos enfoques.

NOTAS AL PIE

Frecuentementse ha relacionado el aumento del volumen craneal y el desarrollo de capacidades cognitivas superiores en el homo sapiens, aunque estrictamente hablando el volumen encefálico no es decisivo para distinguir al ser humano de otros monos y simios. Las diferencias cognitivas entre simios y humanos se explican atendiendo a la evidencia paleoneurológica que muestra que ocurrió en nuestra especie una expansión del cortex prefrontal así como un desarrollo y reorganización del lóbulo frontal, lo cual permitió que tuvieran lugar funciones como el lenguaje, el pensamiento abstracto y la planificación y ejecución de tareas motoras. Sobre esta controversia y sobre el desarrollo del cerebro ver: Cela y Ayala (2001), pp. 460-461y 496-515.

2 Goldman (1985), p. 30. En este artículo Goldman explora las conexiones entre psicología y epistemología, y quiere mostrar que en las tres divisiones de la epistemología la psicología tiene un lugar.

3    Estamos  asumiendo  que  ‘explicar’  y ‘describir’  en   epistemología  son  sinónimos,  en contraposición a ‘normar’. 

4 Les pido a los lectores que por el momento me concedan esta interpretación, más adelante veremos que en 1986 Quine se retractó de lo que sostuvo en 1969 a este respecto.

5 Kim (1988), pp. 301-313.

6 Bonjour (1994, pp. 285-289) aclara que él opone la naturalización de la epistemología en favor de la epistemología tradicional, pues está defendiendo la tradición racionalista de la epistemología, la que habla de la justificación a priori del conocimiento más que del menos fundamental  psicologismo.  Para Bonjour  la tesis definitoria  del racionalismo  es que la justificación a priori y el conocimiento genuinamente existen y que no están confinados a aquellos que tienen un carácter meramente conceptual, analítico o lingüístico.

7 Al principio de su (1969) Quine caracterizó el lado conceptual de la epistemología como aquel que se dedica al estudio del significado, a clarificar conceptos, mientras que el lado doctrinal se ocupa de la verdad, de establecer y probar leyes.

8  A pesar de lo atractiva  que pueda ser la línea de argumento  de Bonjour,  aquí la abandonaremos, pues esta tesis no pretende concluir —tal como hace Bonjour— que toda forma de naturalización o naturalismo nos conduzca al escepticismo. Bonjour (1994) argumenta que la propuesta de Quine es insatisfactoria  porque nos lleva a desagradables consecuencias escépticas, dado que no es válido concluir —como aparentemente hace Quine— que la justificación deba ser abandonada. Por otro lado, la naturalización epistemológica  de Quine no puede decir nada acerca de  si tenemos alguna razón para pensar que nuestras creencias sobre el mundo son verdaderas. Y si esto es lo mejor que podemos hacer, el resultado es una versión del escepticismo. Esto porque si el conocimiento involucra la  posesión de razones sobre porqué aceptamos determinadas creencias causadas por estimulación sensorial, y no podemos dar razones, entonces parece que deberíamos concluir que no hay conocimiento.

El problema puede deberse a que Quine considera que el escepticismo surge desde dentro de la ciencia, como una ramificación. Según él, el escepticismo se basa en ilusiones, en descubrir que no debemos creer en nuestros ojos. Sin embargo dice:

…Skeptical doubts are scientific doubts (…) Epistemology is best looked upon as an enterprise within natural science. Cartesian doubt is not the way to begin. [Quine (1975), p. 68].

Quine cree que el escepticismo debe ser respondido desde la ciencia misma pues surge dentro de ella al demostrar cómo varios aspectos de sentido común pueden estar errados. De ahí que nuestra  visión  del mundo  pueda  también  estar errada.  De esto Quine  deriva  que su naturalización epistemológica es adecuada para lidiar con el escepticismo:

Retaining our present beliefs about nature, we can still ask how we can have arrived at them. Science tells us that our only source of information about the external world is through the impact of light rays, we somehow evolve an elaborate and useful science. How do we do this, and why does the resulting science work so well? These are… scientific questions about a species of primates, and they are open to investigation in natural science, the very science whose acquisition is being investigated. Ibídem.

El problema que señala Bonjour es que el concepto de escepticismo con el que se enfrenta Quine es inadecuado e ingenuo. Podrían distinguirse dos tipos de escepticismo:1) el que apela a ilusiones para motivar sus dudas, y que no es fundamental; y 2) el escepticismo fundamental que desafía nuestras razones para aceptar ciertas creencias, y ello sin apelar a las ilusiones. Un ejemplo de este es el desafío de Hume a la inducción. Contra este último Quine no tiene salida y no ofrece razones para no tomarlo en serio. Bonjour agrega que aún éste escepticismo ingenuo y no fundamental al que Quine se enfrenta, no logra ser eludido exitosamente, pues, dada la posibilidad de la ilusión, nuestra experiencia sensorial no constituye un buen criterio para aceptar nuestras múltiples creencias sobre el mundo. Incluso no se está dudando de que nuestras creencias en realidad estén motivadas, ni de que la descripción de cómo tales creencias ocurren pueda darse dentro de nuestro cuerpo de creencias sobre el mundo. Lo único que pregunta aquí el escéptico es si tenemos razón en pensar que alguna de nuestras creencias sobre el mundo es verdadera. Nuevamente, dice Bonjour, Quine no tiene respuesta. En síntesis,  Bonjour  argumenta  que el argumento  original  de Quine  de naturalizar  la epistemología no puede mostrar que el reemplazo de la epistemología sea necesario, ni que su alternativa  sea viable (también argumenta  que los naturalizados  no demuestran  que la concepción tradicional de lo a priori sea inasequible). Por supuesto, Bonjour no niega que muchos de los resultados de la naturalización pueden ser correctos y valiosos.

9 El concepto de verdad se convirtió en una disputa irresoluble en donde se tenía que recurrir a nociones metafísicas y realistas, no ahondaremos al respecto, en cualquier caso, el concepto de verdad ha sido abandonado por gran parte de los epistemólogos. Por su parte, el concepto de creencia es un problema que han adoptado psicólogos y científicos cognitivos, investigan las circunstancias  que nos llevan a formar creencias. Si bien este concepto aún le preocupa a los epistemólogos, Quine ayudó bastante a que la noción de creencia pasara a ser dominio de los psicólogos y no de los epistemólogos.

10 En la primera  parte de su artículo (1994) Foley argumenta que la interpretación estándar cómo la estadística, la física, etc., pueden generar normas ingenieriles, y cómo podrían someterse a revisión sin ser circulares.

Foley señala algunos pasajes en los que Quine acepta que hay un lugar en el que la ciencia ya no juega un papel y en el que se puede aconsejar observando cómo se comporta la ciencia misma. La conclusión   de Foley es que Quine no hace una epistemología  propiamente naturalista, diferente a la de Carnap, Locke, Descartes, etc., y que en tanto las preocupaciones de los epistemólogos sigan siendo normativas y fundamentales, no se estará haciendo epistemología en un sentido nuevo.

11 Sería  preferible argumentar que esta dicotomía entre epistemología descriptiva y epistemología prescriptiva no es tal, sin embargo, aunque los límites no sean claros, parece que la discusión se plantea de mejor modo en estos términos.

BIBLIOGRAFÍA

Bonjour, Laurence (1994) “Against Naturalized Epistemology”, Midwest Studies in Philosophy. XIX: 283-300.

Cela Conde, Camilo J & Ayala, Francisco J. (2001) Senderos de la Evolución Humana, Alianza, Madrid.

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