Reforma del artículo tercero de la Constitución

Reforma del artículo tercero de la constitución

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Jaime Torres Bodet. México (1902 – 1974)

Memorias, Años contra el Tiempo de Jaime Torres Bodet.

“El 7 diciembre (1946), varios intelectuales mexicanos y algunos escritores extranjeros residentes en México, me ofrecieron un banquete en el Hotel Majestic. Asistieron el ex Presidente Portes Gil, don Fernando de los Ríos, Ministro de Estado del gobierno republicano en el exilio, el Embajador de Francia, el de Colombia (lo era, entonces Jorge Zalamea), el Ministro de Bélgica, el novelista Jules Romains, don Indalecio Prieto, el licenciado Vicente Lombardo Toledano, el filósofo José Gaos, el poeta Carlos Pellicer y muchos escritores, políticos y maestros de México.

A los postres, hicieron uso de la palabra el licenciado Alejandro Quijano, Director de la Academia Mexicana de la Lengua, en nombre de nuestros compatriotas, y Jules Romains, en representación de los participantes extranjeros. Don Alejandro manifestó que, en Londres, nuestra delegación había puesto a la vista del mundo “el para nosotros venerado nombre de México”. Y, refiriéndose a los resultados obtenidos, añadió: “Nuevo trato entre los pueblos, cooperación, supresión de odios y de recelos, esto es, mutuo servicio sin restricciones de los hombres, corazón abierto para llorar y curar como propia la herida ajena, ¿qué es todo esto sino la esencia renovada, hoy más que nunca urgente en la tierra, de la eterna ley?”…

Por su parte, Jules Romains ¾como lo había intentado yo mismo, en Londres¾ puso en guardia a los concurrentes frente al peligro de pensar que la instauración de la paz había sido ya plenamente lograda por el simple término de la guerra. “No tengamos la ingenuidad de creer ¾declaró-¾ que, con la derrota militar del nazismo, el balance de la mentira, de la mentira oficial y protegida por el Estado, haya concluido.”

Agradecí el homenaje con un breve discurso. “La frontera de seguridad ¾dije, entre otras cosas¾ no será ya, en lo sucesivo, una de esas líneas fortificadas que no sirvieron, durante la última guerra, sino para inspirar una falsa quietud a las poblaciones. La única frontera natural de seguridad está en el alma del hombre. Y a robustecer esa línea de resistencia deberemos orientar todos nuestros esfuerzos.”

VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO
Vicente Lombardo Toledano

La presencia de algunos políticos mexicanos en aquel banquete (y, especialmente, la del licenciado Lombardo Toledano) era en verdad significativa. No ignoraba él que el Presidente Ávila Camacho iba a proponer, en ese mismo mes, una enmienda del artículo tercero de la Constitución. Estaba enterado de las líneas generales del nuevo texto. Habíamos conversado sobre el asunto. Y suyas fueron, si no me engaña el recuerdo, dos sugestiones: la de mencionar “los resultados del progreso científico” como base de la enseñanza y la de aludir a la democracia, no solamente como a un régimen político, sino como a un sistema de mejoramiento económico, social y cultural.

Desde el 30 de noviembre ¾siete días antes del banquete¾, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación había declarado que rechazaría toda reforma que negase el “carácter afirmativo revolucionario de la escuela mexicana”. Pero los intérpretes del SNTE aprovecharon la Conferencia Pedagógica, Económica y Política ¾reunida en el salón de actos de su organización¾ para reconocer, ese mismo día, que “nuestra legislación educacional debería ser revisada en forma tal que se eliminase todo confusionismo y toda concepción demagógica e intrascendente, a fin de que se definieran, en forma absolutamente clara, la doctrina y el carácter revolucionario de la escuela mexicana.”

Aquellas palabras eran para mí, a la vez, una advertencia y una concesión. El SNTE no se opondría a cuanto consistiera en eliminar el “confusionismo” y en suprimir “toda concepción demagógica e intrascendente”. Sus declaraciones iban mucho más lejos, puesto que ¾al enumerar las finalidades y al precisar el carácter de la escuela mexicana¾ los oradores del SNTE parecían reproducir ideas que habían circulado en no pocas de mis intervenciones públicas. A juicio de esos oradores, nuestra escuela habría de actuar en la vida social del país con un sentido que contribuyese a forjar la unidad nacional necesaria para la realización de los grandes ideales por los que había luchado el pueblo mexicano.

Y definían semejantes ideales de la siguiente manera: “la consumación de la independencia económica de México, la consolidación de su independencia política, el perfeccionamiento de nuestro régimen democrático y una convivencia social más humana y más justa”.

Tomado de: TORRES BODET, Jaime. Memorias, Años contra el Tiempo. México, Porrúa, 1969. Cap. XXII, págs. 329-331.

Link de la biblioteca del Centro de Estudios Lombardo Toledano http://200.78.223.179:8388/LOMB

  • Imagen de Jaime Torres Bodet albergada en la web de la UNESCO.

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