Bioética. Naturaleza humana y violencia.

Raúl Gutiérrez Lombardo

Bioética. Naturaleza humana y violencia

Por Raúl Gutiérrez Lombardo

Fragmento del artículo Bioética. Naturaleza humana y violencia, de Raúl Gutiérrez Lombardo, en: “Reflexiones sobre la violencia”, Siglo XXI, México, 2010, p.p. 398- 406.

EL ECOSISTEMA HUMANO

Jean Gayon - Director del El Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología (Francia)
Jean Gayon – Director del El Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología (Francia)

El filósofo de la teoría de la evolución Jean Gayón, en su trabajo ¿Conservadores o transformadores de la naturaleza? (2005), es muy claro al advertir que no podemos contentarnos con una visión ingenua de la relación del hombre con la naturaleza, en donde éste es un agente perturbador que actúa de manera externa sobre los ecosistemas, pues hay que observar que el ecosistema más vasto y más abarcador que existe actualmente en nuestro planeta es el ecosistema humano, el cual se ha convertido en una verdadera entidad ecológica. Por todos los medios de tipo técnico, económico y político, la especie humana no puede ser definida solamente como un espacio de circulación de genes (un espacio reproductivo) en interacción con las demás especies. Imaginar a la especie humana actuando desde el exterior sobre los espacios ecológicos no tiene, pues, ningún sentido. Nuestra especie, dice este autor, está dentro de una relación real y masiva de coevolución con un número inmenso de especies. Por lo mismo, no podemos razonar como si existiera una naturaleza virgen, ajena a toda influencia humana y tratar de preservar lo que queda de ésta.

Frente a los problemas que preocupan cada vez a más personas y gobiernos ante la reducción de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, Gayón plantea que el verdadero desafío que tiene la humanidad no es el de proteger o conservar la naturaleza, sino el de poner en marcha una economía, una política y una ética a la medida de la coevolución con las demás especies a la cual el modo técnico de la existencia humana nos ha llevado. Sería un lujo de rico, subraya, pensar que la gestión de las especies podría hacerse por motivos simplemente estéticos o morales. Desde el punto de vista científico, nos hace falta aprender a considerar la responsabilidad ética de la humanidad frente a la vida en su conjunto, con un espíritu resueltamente ecológico y evolucionista, pues no es de manera general la conservación de las especies lo que importa, sino la capacidad de los ecosistemas de evolucionar. Querámoslo o no, el ser humano no es sólo un fabricante de herramientas; se ha convertido en un transformador de la naturaleza.

Albert Jacquard (1925 - 2013). Experto en genética de la Organización Mundial de la Salud.
Albert Jacquard (1925 – 2013). Experto en genética de la Organización Mundial de la Salud.

En un lugar de la selva tropical de México llamado Catemaco, en Veracruz, hace poco dije, citando algunas lecciones de ecología humana que dictó Albert Jacquard en la Academia de Arquitectura de Mendrisio, Suiza, en 2002, que por fin los seres humanos hemos comprendido que la gran cantidad de

acontecimientos que pasaron en el siglo XX ha hecho cambiar nuestra visión de la realidad y, en consecuencia de nosotros mismos; pero, al mismo tiempo, también estos acontecimientos nos han hecho constatar nuestra limitada autoconciencia de que la actual concepción del mundo tiene que cambiar con respecto a la que tuvimos en siglos anteriores.

Veamos un ejemplo: hasta mediados del siglo XX se consideraba que todo nuevo poder que permitía transformar el entorno conducía al ser humano a nuevas formas de progreso, y, en efecto, casi nunca se puso en duda tal afirmación, la humanidad controlaba y dominaba la naturaleza. Ahora esa idea ha cambiado no sólo por el extraordinario desarrollo de nuestras capacidades tecnológicas sino por el efecto que nuestras acciones han producido en los ecosistemas y sobre muchísimas otras especies.

Así, al haber constatado que la realidad no está predeterminada, que las visiones teleológicas del mundo son falsas, que la lógica misma es cuestionada por la indecisión, al admitir una inquietante falta de puntos de referencia, tenemos que entender y ver el mundo desde otra perspectiva y, por lo mismo, nuestro proyecto de futuro está obligado a tomar en consideración este nuevo escenario.

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