Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Emilio

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

A mediados de mayo de 1930, Diego Rivera renunció a su cargo como director de la Escuela Central de Artes Plásticas de la Universidad Nacional. El Consejo Universitario, al mismo tiempo que aceptó la renuncia del destacado muralista, acordó designar a Vicente Lombardo Toledano como director interino de dicha institución.[1] ¿Qué implicaciones tuvo la presencia de Lombardo al frente de la principal escuela de artes plásticas de nuestro país entre mayo de 1930 y enero de 1932?

Academia de San Carlos
Academia de San Carlos

El 20 de mayo de 1930, Lombardo Toledano tomó posesión en su nueva responsabilidad. Comunicó al rector que de inmediato había realizado un recorrido por las instalaciones de la escuela, la antigua Academia de San Carlos, pudiendo comprobar el estado de ruina y abandono en que se hallaba el inmueble, siendo un ambiente tan hostil para los estudiantes que preferían permanecer en los corredores y en el patio y no en los talleres. En vista del urgente acondicionamiento material del edificio, propuso al director de la Facultad de Arquitectura integrar una comisión con profesores y alumnos de ambas escuelas para que formulara las reparaciones necesarias.[2]

La estrecha relación de Vicente Lombardo Toledano con los trabajadores agrupados en la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) dio lugar a una extensa carta que le dirigió el comité ejecutivo de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, en la cual señalaban que, en vista de su reciente nombramiento, podían dirigirse “con confianza a uno de nuestros propios elementos con la seguridad de contar por anticipado con su cooperación –confianza que no tenía la clase trabajadora que representamos con las anteriores autoridades del establecimiento”. El motivo de la misiva era poner a consideración de los profesores y alumnos de la Facultad de Arquitectura y de la Escuela Central de Artes Plásticas el problema del alojamiento de los trabajadores en la Ciudad de México.[3]

En su comunicación, los dirigentes obreros expresaron que el auge económico que experimentaba la Ciudad de México no había beneficiado a los trabajadores, quienes vivían en pocilgas de vecindades antihigiénicas, donde además se hacía evidente la crisis moral de los hogares mexicanos. Por lo que proponían a las mencionadas escuelas su colaboración para la construcción de una ciudad obrera con un carácter social y estético que dignificara la vida de los trabajadores, lo anterior considerando “la tendencia de la Universidad Nacional Autónoma de servir a las masas, que hemos acogido como una promesa de beneficios reales inmediatos y futuros”, ya que en la máxima casa de estudios concurrían “los elementos más capacitados del país por su cultura y su preparación profesional”.[4]

Lombardo Toledano solicitó la opinión del rector Ignacio García Téllez, agregando que “el estudio del problema que plantea la organización a la que pertenezco” había sido “acogido con entusiasmo” por profesores y alumnos,[5] y esperaba el mismo interés de parte de los de la Facultad de Arquitectura.[6] Con la finalidad de realizar un estudio que sustentara el proyecto, Lombardo consultó a diferentes organizaciones sindicales de la región industrial de Puebla para conocer el número de trabajadores en una fábrica determinada, cuántos tenían una vivienda propia y cuántos carecían de ella, si la fábrica proporcionaba o no habitaciones a los trabajadores, la cantidad que pagaban de renta y la correspondencia porcentual según su salario.[7]

Tamayo
Rufino Tamayo

Como director interino, Lombardo Toledano se encargó de reorganizar la Academia Mixta de Profesores y Alumnos, pudiéndole informar al rector que el 16 de junio de 1930 había quedado legalmente instalada.[8] En la primera sesión en la cual, entre otros puntos, se trató la “Iniciativa del Director Interino, sobre el servicio social que pueden realizar la Escuela y la Facultad de Arquitectura, organizando y dirigiendo la construcción y la decoración de casas para los trabajadores del Distrito Federal.”[9] Una vez instalada la academia, el siguiente paso para restablecer la normalidad en la escuela era que ese mismo órgano propusiera al Consejo Universitario una terna para la designación de director.[10] Mientras tanto, Vicente Lombardo Toledano continuaría en el cargo.

En las siguientes semanas, el Sindicato de Pintores y Escultores del Distrito Federal, comunicó al rector de la Universidad que Rufino Tamayo había sido expulsado de ese organismo “por indigno de pertenecer a él”. El también profesor de pintura en la Escuela Central de Artes Plásticas había incumplido el compromiso de realizar un mural en el edificio del Sindicato de Panaderos, saboteando, además, “el entusiasmo de los otros compañeros comisionados para este trabajo”, pero sobre todo, Tamayo fue expulsado por su criterio anti-sindical y por oponerse al postulado El arte al servicio del proletariado, en la lucha por su emancipación, “ya que como partidario del ‘arte puro’ que convierte al artista en un individuo neutro y pasivo, aconseja a sus alumnos que no pinten temas proletarios”.[11]

El nervio del mundo

A principios de agosto, se inauguró el taller de cinematografía en la Escuela Central de Artes Plásticas, estando a cargo del profesor Emilio Amero, a quien se dirigió Lombardo Toledano para proponerle que realizara una película con la temática y características que detalló. Llevaría el título de El nervio del mundo y su finalidad sería demostrar plásticamente y de un modo sintético que “el trabajo es la única fuente de la riqueza” y que “la capacidad creadora es el rasgo distintivo del hombre”.[12]

Para conseguir los objetivos de la película, Lombardo propuso que se hicieran tomas de diferentes actividades laborales a lo largo del país, aconsejando además a quiénes se debía recurrir en cada caso para conseguir los permisos correspondientes. Clasificando al trabajo en manual e intelectual, en el primer rubro se mostrarían escenas de diferentes tipos de industrias: extractiva, agrícola, manufacturera, del transporte y comercial. Como aspectos del trabajo intelectual se realizarían tomas del trabajo técnico aplicado a las industrias antes mencionadas, así como del trabajo docente en diferentes niveles y el trabajo del artista.[13]

Dentro del filme se incluiría el siguiente texto:

El hombre se distingue del resto de los individuos de la escala zoológica, por su facultad creadora. El trabajo es la única fuente de la riqueza económica y el único medio de elevación moral e intelectual del hombre. El que no trabaja produciendo bienes materiales o espirituales, vive a expensas de los demás, es un parásito que la sociedad no puede permitir y a quien la legislación de todos los países llegará a privar de todo derecho.[14]

FábricaLa película terminaría con la proyección de un gran desfile obrero, “imponente por su número, procurando dar la impresión de grandes masas humanas que marchan sin detenerse”, representando al trabajo en triunfo. Para lo cual, Lombardo recomendó filmar una manifestación que se realizaría en Orizaba “en apoyo de la acción nacionalista que el C. Presidente de la República desarrollará, frente a la política del imperialismo económico de los Estados Unidos”, y en la que desfilarían alrededor de 25 mil trabajadores.[15]

El argumento cinematográfico de El nervio del mundo, escrito por Vicente Lombardo Toledano, hasta ahora inédito y desconocido, se suma al guión para la película Ha caído una estrella, de 1936, como dos muestras de la importancia que en su tiempo Lombardo concedió al cine como medio para transmitir conocimientos y concientizar a las clases trabajadoras. Lamentablemente, ambos proyectos quedaron sin concretarse.

Relacionado con la cinematografía, en 1930 se introdujo a nuestro país el uso del “vitáfono” en la transición del cine silente al cine sonoro, correspondiendo a Vicente Lombardo Toledano encabezar la comisión encargada de supervisar las primeras pruebas en la proyección de películas habladas en inglés y emitir su opinión al respecto a petición del rector de la Universidad.[16]

Ratificación en el cargo

A mediados de agosto, Lombardo Toledano recibió un oficio del Consejo Universitario en el cual se le pedía que solicitara a la Academia de Profesores y Alumnos de la escuela a su cargo la proposición de la terna para la designación de director definitivo.[17] Una vez que Lombardo recibió esa comunicación y convocó a la academia, manifestó al rector que daba por concluida su responsabilidad como director interino, por lo que rendiría un informe del trabajo realizado durante los tres meses que estuvo al frente de dicha institución.[18]

Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas
Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas

El rector García Téllez reconoció la labor de Lombardo y el empeño que demostró en la responsabilidad que se le confió, por lo que le expresó sus agradecimientos y le solicitó que hiciera la entrega del plantel al profesor Eduardo Solares, a quien en su carácter de decano de la escuela le correspondía asumir provisionalmente la dirección en tanto se pronunciara el Consejo Universitario.[19] En respuesta a la solicitud de una terna para designar al director definitivo, Solares informó que la academia acordó dar un voto de confianza a Vicente Lombardo Toledano “por sus méritos personales y por la brillante labor que ha desarrollado al frente de la Escuela”, haciendo “repetir por tres veces seguidas su nombre para que figure en la terna que debe elevarse a la consideración del Consejo Universitario”.[20]

Además de ejercer el cargo de director de la Escuela Central de Artes Plásticas, Lombardo siguió impartiendo clases en la Escuela Nacional Preparatoria y en las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Comercio y Administración, además de colaborar con el Instituto de Investigaciones Sociales, recién fundado en ese mismo año de 1930 y cuyo primer director fue Luís Chico Goerne.[21]


[1] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a Diego Rivera, 17 de mayo de 1930; en Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Universidad Nacional, ramo Rectoría, caja 31, exp. 398 (en adelante AHUNAM), folio 120. Carta de José López Lira a Vicente Lombardo Toledano (VLT), 17 de mayo de 1930, en AHUNAM, folio 119.

[2] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 20 de mayo de 1930, en AHUNAM, folios 62-63.

[3] Carta a VLT firmada por Reynaldo Cervantes Torres y Ricardo Treviño, secretario general y secretario del interior respectivamente, del comité central de la CROM, 28 de mayo de 1930. Transcrita al rector de la Universidad Nacional Autónoma, 1° de junio de 1930. En AHUNAM, folios 80-84.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Carta de VLT al director de la Facultad de Arquitectura, 1° de junio de 1930, en AHUNAM, fojas 85-89.

[7] Cartas a VLT del Sindicato de Obreros “Mártires de Chicago” de la fábrica La Constancia, del Sindicato de la fábrica La Economía, del Sindicato de Obreras y Obreros de la fábrica La Unión, del Sindicato de Obreros “Francisco Ferrer Guardia” de la fábrica El Patriotismo, del Sindicato de Obreros de la fábrica El Carmen, Sindicato de la fábrica Beneficencia, Sindicato de “Obreros Perseverantes” de la fábrica El León, Sindicato de Obreros Revolucionarios de Metepec, Sindicato Emancipación de Obreros Textiles y similares de la fábrica La Concepción, Sindicato de Obreros “Mártires del 22 de agosto” de la fábrica La María, 23, 24 y 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 17 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 107.

[9] Orden del día de la sesión inaugural de la Academia de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 16 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 108.

[10] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 20 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 106.

[11] Carta del comité ejecutivo del Sindicato de Pintores y Escultores a Ignacio García Téllez, 5 de julio de 1930, en AHUNAM, folio 99.

[12] Carta de VLT a Emilio Amero, 7 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 100-104.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Carta de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, a VLT, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[17] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 11 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 105.

[18] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 14 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 123.

[19] Carta de Ignacio García Téllez a VLT, 15 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 122-122v.

[20] Carta de Eduardo Solares a Ignacio García Téllez, 16 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 117-118. Acta de la sesión de la Academia Mixta de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 19 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 114-116.

[21] Telegrama de Luís Chico Goerne a VLT, 6 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

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