Sitios emblemáticos en el estudio de la evolución humana

Por Aura Ponce de León

En el estudio de la evolución humana existen algunos sitios emblemáticos ya sea por la riqueza de los restos fósiles o arqueológicos que contienen, por su particular ubicación geográfica, por su excepcional estado de conservación dada su antigüedad, o por alguna otra razón afín a las señaladas, todas las cuales tienen en común que arrojan información importante sobre el modo en que vivían los grupos homínidos ancestrales a nuestra especie, o sobre cómo ocurrieron algunos de los procesos de evolución que condujeron a la aparición de Homo sapiens. Algunos de ellos han sido llamados La cuna de la humanidad.

Tanzania

Sin desconocer la importancia de los sitios de Europa y Asia, en lo que se refiere a este tema de investigación el continente principal es África, en cuyos yacimientos y regiones se han encontrado los restos homínidos de mayor antigüedad. Así, en Etiopía podemos mencionar el triángulo de Afar en el que destaca la región de Middle Awash; en Kenia, Tugen o los sitios del Lago Turkana incluyendo Koobi Fora; en Tanzania, Oldupai (Olduvai), Laetolil o Peninj; en Zambia Broken Hill o Twin Rivers; en Sudáfrica las cuevas de Klasies River, Blombos, Makapansgat, Sterkfontein, o el sitio de Taung, por mencionar sólo algunos de los muchos yacimientos de estos y otros países del continente.

Uno de tales sitios emblemáticos es la garganta de Oldupai (llamada también Olduvai), sitio en el cual se han realizado numerosos hallazgos relacionados con la hominización entre los que se puede mencionar, por ejemplo, la tipificación de la especie Homo habilis, hasta ahora considerada la más antigua de nuestro género, y el establecimiento de la gran antigüedad de los restos homínidos de la región a partir de los análisis realizados a muestras de ese yacimiento con técnicas de datación radiométrica (potasio-argón) en los años sesenta del siglo pasado.

Piezas del mes.

En la Biblioteca Mexicana de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología del Centro Lombardo se albergan numerosos libros relacionados con este tema, muchos de ellos con estudios de algunas de las regiones emblemáticas del continente africano arriba señaladas. En la Exposición Piezas del Mes que presentamos tenemos el gusto de compartir con ustedes una muestra de esa parte del acervo a través de cuatro libros.

La cuna de la humanidad.

Piezas del mes

El primero de ellos es el primer volumen del catálogo de la exposición La cuna de la humanidad que se realizó en 2014 en España, en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares y en el Museo de la Evolución Humana de la Junta de Castilla y León en Burgos. Esta exposición abordó la investigación sobre la evolución humana que se ha realizado por décadas y por varios grupos de investigación en el norte de Tanzania. Este volumen presenta los distintos temas de historiografía y estudios sobre el entorno y comportamiento de los grupos de homínidos de la región. Cuenta con artículos de Emiliano Aguirre, Donald C. Johanson, Pat Shipman, Henry T. Bunn, Yves Coppens, Ian Tattersall, Enrique Baquedano, Manuel Domínguez-Rodrigo y Fernando Diez, por mencionar sólo a la mitad de los autores. Las ilustraciones son excelentes incluyendo numerosas fotografías y gráficas que dan cuenta de los saberes acumulados por la paleoantropología sobre la región, que fueron presentados en esa exposición y que, afortunadamente para quienes no estuvimos ahí, se conservaron en este libro.

Un viaje al origen de ser humano.

Sitio de hallazgo homínido en Olduvai

El segundo libro que presentamos es de Manuel Domínguez Rodrigo y Alberto Gómez Castanedo. Domínguez Rodrigo, profesor del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, ha conducido varios de los más importantes proyectos de investigación arqueológica y paleontológica de la región del norte de Tanzania, incluyendo proyectos en las zonas de Olduvai y Peninj. Su trabajo ha incluido estudios de arqueología experimental, también llamados estudios actualísticos, que tienen como propósito replicar algunas de las condiciones en las que se presume vivieron los antiguos homínidos y su acceso a ciertos recursos según lo indica el registro arqueológico. Los restos materiales de estos experimentos se analizan con técnicas micro y macroscópicas para construir u obtener referencias más confiables para la interpretación de los testimonios arqueológicos. Estos resultados han contribuido al debate sobre, por ejemplo, las formas de obtención de recursos cárnicos por parte de los homínidos de la región, importantes en la caracterización de las actividades realizadas, por ejemplo caza o carroñeo, en sus diversas modalidades. El segundo autor, Alberto Gómez Castanedo (†), se licenció en Historia por la Universidad de Cantabria, en donde, en el momento de la publicación de este libro, elaboraba también su tesis doctoral sobre historia de la paleoantropología. Anteriormente había trabajado para el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

Se recorren en el texto algunas de las investigaciones que más han contribuido a la elaboración del panorama que tenemos actualmente sobre la evolución de los homínidos y ello se hace a través de la atractiva narrativa de ambos autores que muestra no sólo cuán interesante, rica y a veces peligrosa puede ser la investigación científica, sino también cómo cada trabajo contribuye a un conocimiento más global, construido a través del esfuerzo de innumerables estudiosos a lo largo de ya casi un siglo de investigación en la región, si partimos de los primeros hallazgos en Broken Hill y Taung (1921, 1925).

La gran migración.

El tercer texto es de Jordi Agustí y Mauricio Antón; el primero investigador del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social de la Universitat Rovira i Virgili, y el segundo especialista en reconstrucción de la vida del pasado, tanto artística como científica. En este texto el seguimiento minucioso de Agustí sobre los flujos migratorios de los antiguos homínidos se acompaña espléndidamente de las ilustraciones de Antón, algunas en blanco y negro, informativas y detalladas, y otras verdaderos cuadros que reconstruyen escenas posibles de la historia y las formas de vida de nuestros antepasados. La obra, además de ser una espléndida expresión artística, “constituye un recorrido a través de los cambios ambientales y los movimientos migratorios que han afectado a la evolución de los homínidos en los últimos 20 millones de años, aunque fijándonos con especial atención en los últimos dos millones de años, cuando el género Homo inicia su primera salida fuera de África y comienza su expansión por Europa y Asia.” (Agustí y Antón, p. viii).

El nacimiento africano de la humanidad.

Phillip Tobias

Por último, presentamos un libro editado por Phillip Tobias (†), Michael Raath, Jacopo Moggi-Cecchi y Gerald A. Doyle, cuyo título señala su alcance: Humanity from African Naissance to Coming Millennia. En él se presentan trabajos seleccionados del congreso del mismo nombre realizado en 1998 en Sun City, Sudáfrica, en el que se trataron diversos temas relacionados con la aparición del ser humano, su historia, su biología y su diversidad. Recomendamos especialmente el artículo del propio Phillip Tobias en el que discute los factores que intervinieron en el inicial rechazo y posterior aceptación del niño de Taung como representante de una especie homínida y en conjunto del género Australophithecus. Un texto de gran interés para los estudiosos de la historia de la paleantropología.

área de investigación del Centro Lombardo y Personal Bibliotecario.

 

Texto: A. Ponce de León. Revisión: Eduardo Vizcaya / agosto de 2018.


Libros presentados:

Museo Arqueológico Regional – Alcalá de Henares, Museo de la Evolución Humana – Burgos, et al., 2014. La cuna de la humanidad – The Cradle of Humankind. Vol. I, 365 p.

Volumen I del catálogo sobre la exposición que se realizó en 2014 en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares y en el Museo de la Evolución Humana de la Junta de Castilla y León en Burgos sobre la investigación de la evolución humana que se ha realizado en la garganta de Olduvai, llamada frecuentemente La cuna de la humanidad.

 

Domínguez Rodrigo, Manuel y Alberto Gómez Castanedo, 2014. Entre arqueólogos y leones. Un apasionante viaje al origen del ser humano. Barcelona: Bellaterra, 333 p.

“…¿Hasta qué punto tuvo el consumo de carne un papel fundamental en la aparición de los primeros seres humanos? ¿Cómo se consiguió en unas sabanas en donde la diversidad de carnívoros era aún mayor que en la actualidad? ¿Por qué surgió nuestro género? Como veremos… el proceso fue harto complejo y reconstruirlo ha necesitado de una gran cantidad de trabajo, esfuerzo ideológico y perfeccionamiento de las técnicas de recuperación del material y los fósiles en los yacimientos.” (Domínguez Rodrigo y Gómez Castanedo, p. 73).

 

Agustí, Jordi y Mauricio Antón, Carlos, 2011. La gran migración. La evolución humana más allá de África. Barcelona: Crítica, 225 p.

“Si hay alguna característica que defina al ser humano, ésa es nuestra capacidad para invadir y colonizar nuevos ambientes. En otras palabras, nuestra capacidad para migrar. […] en realidad, ello fue ya así desde un principio. Hace unos 7 millones de años se originó en África el primer homínido bípedo. Algo después, hace unos 4 millones de años, estos lejanos antepasados se dispersaron por casi toda África…” (Agustí y Antón, p. vii).

 

Tobias, Phillip, Raath, Michael, Moggi-Cecchi, Jacopo y Gerald A. Doyle, eds., 2001. Humanity from African Naissance to Coming Millennia. Florencia: Firenze University Press, Witwatersrand University Press, 409 p.

Texto en el que se presentan trabajos del congreso Humanity from African Naissance to Coming Millennia realizado en 1998 en Sun City, Sudáfrica, en el que participaron investigadores de la International Association for the Study of Human Palaeontology así como de la International Association of Human Biologists. Se trataron en él temas de biología humana, humanos modernos tempranos, dieta, cerebro, datación, entre muchos otros.

Invitamos a nuestros queridos amigos y estimados usuarios a acudir a esta magnífica biblioteca. Su acervo puede consultarse en:  http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO

Sobre la biblioteca y las exposiciones de Piezas del Mes, hay información aquí:

https://www.centrolombardo.edu.mx/piezas-del-mes-la-biblioteca-del-centro/

 

  • Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido de libre dominio sobre Phillip Tobias, de donde proviene la fotografía utilizada en este post.
  • Fotografías de Tanzania y Olduvai de Aura Ponce de León.

 

Los inicios de la arqueología del Paleolítico

Archæology forms, in fact, the link
between geology and history.
John Lubbock, Pre-Historic Times, 1865.

Primeros pasos.

Capas Estratigráficas. Garganta de Olduvai, Tanzania.
Capas Estratigráficas. Garganta de Olduvai, Tanzania.

La configuración de la arqueología como una disciplina científica, dotada de un objeto de investigación, de técnicas de recolección de información y de principios metodológicos con los cuales relacionar datos empíricos con conclusiones se llevó a cabo, al igual que en otras disciplinas de las humanidades, durante la segunda mitad del siglo XIX. La arqueología recibió especial impulso gracias a los desarrollos teóricos de la geología que va de fines del siglo XVIII a mediados del XIX, en particular de la estratigrafía, y posteriormente a partir de 1859, gracias a la revolución conceptual que en biología supuso la aparición de El origen de las especies.

Durante los setenta o cien años anteriores al histórico texto de Darwin, se habían registrado hallazgos aquí y allá, que habían ido contribuyendo a la formación del cuerpo de ideas e información que ulteriormente daría fundamentos a esta disciplina, aunque la aceptación de muchos de estos conceptos tuvo que esperar a su vez a la admisión de la gran antigüedad humana, que sólo cristalizó, o fue relativamente aceptada, en esa segunda mitad del siglo XIX.

El supuesto básico de la arqueología es que el pasado humano puede conocerse a través de sus huellas materiales. O, más modestamente, que ciertos aspectos del pasado humano pueden conocerse de tal manera. Esta clase de indagación se remonta a épocas muy antiguas: hace más de 2500 años ya había personajes que se interesaban por comprender el origen y significado de los vestigios de gran antigüedad que por diversas situaciones llegaban a sus manos. Por ejemplo, se sabe que Nabónides, último rey de Babilonia (gobernó entre 556 y 539 a.C.), encontró restos de una dinastía ancestral a él, probablemente del rey Hammurabi, quien gobernó entre 1792 y 1750 a.C. y los mandó a desmontar con el objeto de investigar más acerca de ellos y averiguar qué tenían que decir[1].

Este espíritu indagador está emparentado con el de diversos estudiosos de la historia que desde los antiguos griegos hasta el presente han reconstruido por diversas vías la historia humana. La diferencia entre unos y otros estriba en que los primeros se han inclinado por interpretarla a partir de los objetos, restos materiales de diverso tipo y contextos, mientras que los segundos ha privilegiado los relatos, ya sean orales o escritos.

Así pues, por muchos siglos han existido en las diversas culturas los estudiosos y coleccionistas de antigüedades, así como los narradores de historias antiguas. Ambos, pero principalmente los primeros, son antecesores de los modernos arqueólogos.

Los anticuarios y los coleccionistas de la Europa que va del siglo XVI a mediados del siglo XVIII, habían desarrollado un gusto y un conocimiento por los objetos de la antigüedad clásica que llegaban a ellos y con los cuales comerciaban. Un grupo de ellos fundó en 1707[2] la Sociedad de Anticuarios de Londres (The Society of Antiquaries of London), e inició en 1770 la edición de la revista Archaeologia, en la cual se publicaron artículos relacionados con colecciones y hallazgos de objetos antiguos. El estudio que realizaba esta Sociedad, así como sus publicaciones, se orientaban al análisis y discusión de aquellos objetos y colecciones que suministraban información acerca de las grandes culturas de la antigüedad reconocidas entonces: Grecia, Roma, Egipto, Persia, Babilonia. Se abordaban también, aunque en menor grado, otros temas de interés, reflejando así la diversidad de inquietudes de los estudiosos del pasado humano. Pero el énfasis principal de ésta época estaba en la investigación de la antigüedad clásica. La etapa más antigua de la humanidad, que hoy llamamos Paleolítico, apenas se vislumbraba.

John Frere.

John Lubbock (1834 - 1913)
John Lubbock (1834 – 1913)

Con la palabra Paleolítico —con sus fases inferior, medio y superior— se designa al periodo más largo de la historia humana, que abarca desde los orígenes de la humanidad hasta la aparición de la agricultura. En otro artículo hemos señalado cómo John Lubbock definió este periodo como el más antiguo de la humanidad, la Antigua Edad de la Piedra o Edad de la Piedra Antigua.

La rama de la arqueología que se especializó ulteriormente en el Paleolítico, reconoce como uno de los momentos fundacionales de su historia la publicación que se hizo, en 1800, de la carta que el inglés John Frere (1740-1802) envió el 22 de junio de 1797 al Rev. John Brand, secretario de la Sociedad[3].

El escrito fue titulado “Account of Flint Weapons Discovered at Hoxne in Suffolk[4]. En su carta, Frere exponía al reverendo Brand el hallazgo de una serie de armas en el condado de Suffolk y sostenía la idea de que, con base en los datos de que disponía, la evidencia sugería que tales armas habían sido fabricadas en épocas muy remotas. Especulaba incluso que tales épocas rebasarían los periodos históricos reconocidos, remontándolas a una época “más allá del mundo actual”. Su idea se fundamentaba en la posición estratigráfica de los materiales que describió: se habían encontrado en estratos muy antiguos, con evidencias de cambios geológicos importantes.

Frere había obtenido información de que en el mismo lugar se habían encontrado vestigios semejantes, pero asociados a restos de fauna desconocida, lo que confirmaba sus especulaciones.

La carta contenía una serie de ideas germinales que posteriormente resultaron fundamentales para la arqueología, especialmente el énfasis en la descripción de la posición estratigráfica de los restos, la percepción de esta clase de restos líticos como elementos culturales y la relevancia otorgada a su asociación con fauna de otra época.

Recuérdese que Frere vivía en una época en la que prevalecía en muchos sectores la idea lanzada desde más de un siglo antes, en 1650, por el arzobispo Ussher: el ser humano había aparecido en la tierra 4004 años a.C. El clérigo había llegado a este dato a través de un análisis detallado de las genealogías del Antiguo y el Nuevo Testamento y su idea estaba ampliamente extendida y ejercía influencia en grandes sectores de la población.

Frere, no obstante, se atrevió a aventurar en su misiva la idea de que podría haber existido una época anterior a ésta, en la que otros hombres habrían poblado la tierra y elaborado útiles. Señala: “La situación en la cual estas armas fueron encontradas puede tentarnos a referirlas a un periodo en verdad muy remoto, incluso más allá del mundo actual”[5]. Consideró como relevante para su análisis tanto la posición estratigráfica como el contexto en que se encontraban los restos, esto último principalmente a través de las asociaciones de fauna que podía establecer y de las características geomorfológicas que configuraban el sitio.

Su exposición, desafortunadamente, no recibió apoyo. El texto, escrito en 1797 y publicado en 1800, no tuvo mayor repercusión. Fue reconocido como texto precursor sólo sesenta años después, cuando los estudiosos ingleses Joseph Prestwich y John Evans se vieron incentivados por la publicación de El origen de las especies y su consecuente debate y decidieron revisar las pruebas que Frere, en Inglaterra, así como Boucher de Perthes, en Francia, habían expuesto años atrás sobre la asociación de instrumentos líticos con fauna extinta. En otro artículo comentaremos la carta de Frere.

Aura Ponce de León, septiembre de 2014.


Notas.

[1] Schnapp, A (1997), “Orígenes de la Arqueología”, ponencia presentada en el Simposio sobre arqueología Europea realizado en el Museo Nacional de Antropología de México, D.F., en diciembre de 1997.

[2] Como lo indica la propia sociedad: http://www.sal.org.uk/about-us/ (texto consultado en 2014), su Royal Charter es de 1751.

[3] Frere, 1800, en el volumen XIII de la revista Archaeologia, The Society of Antiquaries of London.

[4] Frere, 1800.

[5] (Frere, 1800).


Parte de este texto proviene del libro Arqueología cognitiva presapiens, 2005, CEFPSVLT.

  • Imagen de John Lubbock albergada en wikipedia.
  • Imagen de Capas estratigráficas: Garganta de Olduvai, Tanzania, Aura Ponce de León.
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