Ahora mismo, desde siempre: crónicas para navegar en tiempos inciertos

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Tópicos de nuestro tiempo

Libro. 2009. México DF. (México)
Editado por: Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano

ISBN: 978-607-466-016-5
Ciencias Sociales: Historia.

Descripción:

Este libro reúne una selección de los artículos de Camilo José Cela Conde publicados en la revista Siempre! durante el decenio que va desde el año 2000 al 2009.
En ese tiempo, el autor envió semana tras semana, sin dejar de hacerlo en ninguna ocasión, una crónica bajo el nombre de “Cartas desde Europa” en la que, cada siete días, se daba cuenta de sucesos políticos, descubrimientos científicos, aconteceres domésticos y noticias diversas acerca del mundo actual. La globalización convirtió a menudo en inútil la referencia europea, porque si esas cuartillas hubiesen sido escritas desde
México poco habrían cambiado. Pero lo que se pierde de diversidad se gana en cercanía.
En cierto modo, este libro supone un testimonio del cambio social que llegó a uno y otro lado del Atlántico, al filo del nuevo milenio, zarandeando conciencias, ideas y esperanzas para abrir paso a un nuevo siglo cuyas claves están todavía por averiguar. Los artículos de Cela Conde son una guía, un mapa útil para ese recorrido que se presenta con no pocas dosis de sarcasmo, tomando los malos tiempos con buena cara. ¿Hay una fórmula más adecuada cuando se navega por mares tan inciertos como los actuales?

Índice:

INTRODUCCIÓN (Pág: 16)
CIENCIA (Pág: 18)
CULTURA (Pág: 85)
ECONOMÍA (Pág: 139)
HISTORIA (Pág: 188)
MEDIO AMBIENTE (Pág: 248)
SALUD (Pág: 291)
SOCIEDAD (Pág: 336)
TERRORISMO (Pág: 383)
A TÍTULO DE ESTRAMBOTE (Pág: 430)
LECCIONES ESPAÑOLAS PARA MÉXICO (Pág: 431)
UN VIAJE A CIUDAD DE MÉXICO (Pág: 433)





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Hacia los 125 años del natalicio de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

Este año conmemoraremos el 125 aniversario del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano, su obra supera el ámbito académico: él no escribía para llenar un currículum ni para obtener títulos universitarios, sino para orientar la lucha ideológica, la organización política y sindical y respondiendo a problemas del momento. Vivió con un ideal político, con la vista en el futuro; fue un agitador de oficio, como se autodenominaba, pero también un sempiterno optimista. Como refirió el Dr. Raúl Gutiérrez, en un acto-homenaje realizado en Teziutlán en julio de 2014: bien podría hacerse una selección de sus escritos “gozosos y optimistas”, pues leer a Lombardo es un verdadero gozo y es el mejor remedio para alejar la desesperanza en la lucha por un mundo mejor.

Es innegable la trascendencia de un hombre por el que, a través de su vida, es posible conocer toda una época; y como pocos en México y en otras latitudes, descolló al mismo tiempo y en iguales proporciones en el ámbito sindical, político e intelectual, ejerciendo un campo de acción y repercusión de lo más variado, a tal grado que ni los más bochornosos gobiernos neoliberales pudieron acabar con su legado ni con el interés en difundir, conocer y estudiar su obra. Vicente Lombardo Toledano se levanta por encima de aquellos que pretenden superar su propia pequeñez criticándolo desde el desconocimiento, o peor aún, que intentan hacerse de un prestigio intelectual o político enlodando su nombre.

Si hiciéramos un recuento mínimo de los trabajos académicos sobre el legado de Vicente Lombardo Toledano que en la última década se han escrito (2009-2018), podríamos constatar el interés que sigue despertando su vida y su pensamiento desde las ciencias sociales.

VLT y Lázaro Cárdenas

Sin mencionar las investigaciones producidas por este Centro de Estudios, en instituciones de educación superior, como la Universidad Nacional Autónoma de México y El Colegio de Michoacán, podríamos destacar las tesis doctorales de María Teresa Aguirre Covarrubias y Patricio Herrera González: la primera, doctora en economía por la máxima casa de estudios, cuya tesis titulada “Vicente Lombardo Toledano y la ideología de la Revolución Mexicana. El desarrollo estatista anterior a Keynes”, fue presentada en junio de 2011 y dirigida por el prestigiado Enrique Semo; el segundo, chileno de nacionalidad, doctor en historia que cursó estudios en El Colegio de Michoacán, graduándose con la tesis “La Confederación de Trabajadores de América Latina y su lucha por la emancipación del continente, 1938-1963”, que presentó en octubre de 2013. Ambos trabajos son representativos de los enfoques nuevos que, más allá de la historia tradicional, empiezan a arrojar nuevas interpretaciones de la obra de Lombardo Toledano, que conducen a una revalorización de su obra, y pudiera decirse que en muchos aspectos también a un redescubrimiento.

En enero de 2012, en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Emilio García Bonilla entregó la tesis “En la tierra de Lombardo. Origen y primeros años de la izquierda lombardista en Teziutlán, Puebla, 1919-1924” para optar por el título de Licenciado en Historia.  En la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, en septiembre de 2014, la alumna Yolistli Hernández Camacho obtuvo el título de Licenciada en Historia con la tesis “Obreros de México y Latinoamérica, ¡uníos! Vicente Lombardo Toledano visto desde el archivo vertical del INEHRM”. Por su parte, Octavio Rolando Serrano, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la misma universidad, en el 2016 presentó la tesis “La universidad como espacio político en la discusión teórica de la polémica Antonio Caso-Vicente Lombardo Toledano en 1933”, obteniendo el título de Licenciado en Ciencia Política.

Los trabajos hasta ahora mencionados dan muestra de la diversidad en que puede ser abordada la figura de Lombardo: desde un aspecto de su programa político, como el nacionalismo económico; a partir de las instituciones que fundó, como la CTAL; tomando en cuenta un momento particular, como la polémica con Antonio Caso; a partir de su accionar en una región específica, como la Sierra Norte de Puebla; o incluso, desde un acervo documental, en el caso mencionado: el archivo del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

En el caso de las publicaciones periódicas fundadas y dirigidas por el propio Lombardo Toledano, también han sido objeto de interés para la elaboración de tesis, como la presentada por Getsemaní Barajas Guzmán en noviembre de 2009, “El fotomontaje de propaganda política en la revista Futuro (1933-1946)”, para optar por el título de Licenciada en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. De igual manera, Juan Campos Vega presentó la tesis “El Popular. Una historia ignorada”, que obtuvo mención honorífica en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, recibiendo el grado de Maestro en periodismo político.

En revistas académicas también han sido publicados artículos como los del ya mencionado Patricio Herrera, ya como profesional de la historia adscrito a la Universidad de Valparaíso en Chile, quien ha hecho del movimiento sindical latinoamericano motivo de sus investigaciones y en especial explotando la veta de la CTAL y sus organizaciones. En su caso, al menos podrían mencionarse los siguientes artículos: “La Confederación de Trabajadores de América Latina en la historiografía obrera. 1938-1963” (2012), publicado en la revista Cuadernos de Historia, de la Universidad de Chile; “La Confederación de Trabajadores de América Latina y la implementación de su proyecto sindical continental, 1938-1941″ (2013), que se publicó en la revista Trashumante, de la Universidad de Antioquía, Colombia; “Vicente Lombardo Toledano y su cruzada obrera continental: entre colaboraciones y conflictos, 1927-1938” (2016), en la Revista Izquierdas, de la Universidad de Santiago de Chile; en coautoría con Lucía Di Salvo publicó en la revista Latinoamérica del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe adscrito a la UNAM el artículo “¿Una poética del exilio? La revista y el exilio republicano español en Latinoamérica” (2016) en el que realizaron un análisis comparativo de las revistas Futuro de México y Timón de Argentina; y, por último, el artículo “Desplazando a las ‘fuerzas retardatarias’. La Confederación de Trabajadores de América Latina y sus primeras acciones sindicales en Cuba, 1938-1939” (2017), que se publicó en la revista Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

También puede mencionarse al investigador estadounidense Patrick Iber, doctor en historia y académico de la Universidad de Wisconsin, quien publicó el artículo“Managing Mexico’s Cold War: Vicente Lombardo Toledano and the Uses of Political Intelligence” (2013) en la Journal of Iberian and Latin American Research, que se edita en Australia. En este trabajo, el autor usó material documental de agencias de inteligencia de México y Estados Unidos. La desclasificación y apertura de los archivos de las policías políticas arrojará interesantes resultados para los investigadores que se acerquen a ellos, en especial para conocer la imagen que se tenía de Lombardo Toledano en los círculos gubernamentales, tomando en cuenta que su labor política en varios momentos trascendió las fronteras.

En revistas de divulgación, pero sin perder seriedad, han aparecido trabajos sobre la persona y el actuar de Lombardo; tal es el caso del escrito de Rosendo Bolívar Meza, “Las batallas de Vicente Lombardo Toledano” (2015), en Relatos e historias en México. Por último, el artículo del Dr. Francisco Zapata, destacado investigador de El Colegio de México: “Vicente Lombardo Toledano, 1894-1968” (2018), publicado en Otros diálogos, medio electrónico de su institución de adscripción, donde el doctor Zapata concluyó diciendo que “es pertinente recuperar la memoria de una obra intelectual y política que tuvo un profundo impacto en la construcción y en el desarrollo de México”.

En su mayoría, los trabajos académicos arriba mencionados pudieron realizarse gracias al material publicado por este Centro de Estudios, o bien, valiéndose de los acervos resguardados en su biblioteca. Cabe recodar que el CEFPSVLT nació en 1972 a partir de la donación de la biblioteca de Lombardo Toledano a la nación, por lo que ha puesto a disposición de estudiantes e investigadores académicos, fuentes escritas, material gráfico, como carteles producidos por el Taller de Gráfica Popular y fotografías, o publicaciones periódicas en las que Lombardo estuvo involucrado, como la revistas CROM, Futuro, Política, Problemas Agrícolas e Industriales de México, Avante y el diario El Popular.

En 1994, año del Centenario del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano, este Centro de Estudios comenzó la publicación de la Obra histórico-cronológica, reuniendo el mayor número de escritos, conferencias, discursos, artículos y libros producidos durante el medio siglo de su vida pública, labor que llegó a su fin en el año 2016 con la publicación del último de un total de 94 volúmenes.  De la misma forma, se han publicado selecciones temáticas, tales como escritos sobre el indigenismo, el movimiento sindical, el problema agrario, los dedicados a los jóvenes, acerca de la Revolución Mexicana, sobre la Independencia y la Reforma, los símbolos patrios, todos los artículos que se publicaron en la revista Siempre!, los discursos de la campaña presidencial de 1952, entre otros; siendo las más recientes las reediciones revisadas y ampliadas de la Obra educativa en tres volúmenes (2015) y de la Obra parlamentaria, también en tres volúmenes (2016-2017).

El acceso a ese vasto corpus documental puede ser potencializado gracias a las facilidades que ofrece la internet para su difusión libre, lo que sin duda, en los siguientes años permitirá ampliar el campo de interés de los estudiosos que bien podrían dar sustento a investigaciones sobre los intelectuales relacionados con Lombardo Toledano o la cultura visual a través de las revistas ya mencionadas. La ampliación de nuevos conocimientos sobre Lombardo y su época vendrá no sólo de la diversidad y facilidad de acceso a las fuentes, también a partir de los nuevos enfoques teóricos y metodológicos, como la historia de las ideas y de los conceptos, la historia de la cultura política, el renacimiento de la biografía histórica, la prosopografía, la historia de las imágenes y de las representaciones. Esto hablando únicamente del campo de la historia.

Por otro lado, es de esperarse una revaloración del legado político e ideológico de Vicente Lombardo Toledano en los próximos años como precursor de la hoy llamada Cuarta Transformación que pretende poner fin a la noche neoliberal de más de treinta años en nuestro país. Lombardo vislumbró la necesidad de una cuarta etapa de la Revolución Mexicana, proceso que él comparaba con una sinfonía en tres movimientos, misma que había iniciado en 1810 con la lucha por la Independencia nacional, seguida por la gran década nacional (1857-1867) que abarcó la guerra de Reforma, la lucha contra la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, hasta llegar a la revolución iniciada en 1910 y que extendió su cauce durante buena parte del siglo XX. De no haber sido traicionada en la década de 1980, la Revolución Mexicana habría llevado a nuestro país hacia nuevas metas y horizontes, distintos a los que hoy se presentan pero que, por lo pronto, buscan recuperar el camino perdido.

En 1955, Vicente Lombardo Toledano por primera vez se refirió a la necesidad de una nueva revolución, que sería “La cuarta etapa de la Revolución ininterrumpida de nuestra historia”:

Esta cuarta Revolución tendrá sus propias características. Será una revolución de formas pacíficas, de organización empeñosa y diaria de la clase obrera, de los campesinos, de la clase media y de los industriales patriotas. Será una revolución basada en la vigorización de la conciencia de clase del proletariado y en la educación política de las otras fuerzas sociales que han de cooperar a la democracia del pueblo. Una revolución caracterizada por grandes movimientos de masas, vigorosos, resueltos y entusiastas.[1]

Por eso resulta absurda la pretensión de extinguir a este Centro de Estudios en un momento histórico afín al pensamiento de uno de los personajes que mejor comprendieron los anhelos del pueblo de México y orientaron sus luchas. Ya sea por ignorancia o mezquindad de algunos funcionarios del actual gobierno, lo cual muestra la pluralidad existente dentro del mismo, se ha reducido su presupuesto a un nivel irrisorio, y sus trabajadores siguen soportando el inconstitucional y vergonzoso hecho de no recibir sus salarios en todo lo que va del presente año, situación que se ha ido agravando año con año durante el último lustro.

A pesar de todo, se encuentran en preparación dos libros para conmemorar en este 2019 el 125 aniversario del nacimiento de Lombardo Toledano: Un hombre de su tiempo y Facetas de una vida, en el primero se recopilan los escritos sobre tal personaje que se publicaron en la revista Futuro en una edición a cargo de Eduardo Vizcaya y Emilio García, y en el segundo, de la autoría del último investigador mencionado, se presentan dieciocho textos biográficos junto a ocho escritos de Lombardo, algunos inéditos, que muestran su actuar en diferentes momentos de su vida y de sus campos de acción. En ambos casos se trabaja sin siquiera la certeza de poder ver los libros impresos debido a la lamentable situación que padece la institución.

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” es una institución educativa pública dedicada a la producción y difusión de conocimiento que el actual gobierno no puede desaparecer ni dejar morir de inanición. De hacerlo estaría sirviendo a los intereses de aquellos que se obstinan en frenar el curso histórico de México.


[1] VLT, La perspectiva de México. Una democracia del pueblo, informe ante el IX Consejo Nacional del Partido Popular, 5 de abril de 1955, México, ediciones del Partido Popular, 1957: pp. 81-82.

La Revolución Mexicana 1921-1967. Tomo I

Imagen de Vicente Lombardo

LA REVOLUCIÓN MEXICANA 1921-1967. TOMO IEdit

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Libro. Colección: Obra temática. 1988, México DF (México).
Editado por: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana

ISBN: 968-805-443-7
Ciencias Sociales: Historia, Ciencias Políticas.

Descripción:

Es muy común escuchar o leer de los exégetas de un autor o una corriente de pensamiento opiniones acerca de su obra o su trascendencia como tareas que están “todavía por hacerse”, o que de la biografía de tal o cual personaje de la historia de un país “resultaría la síntesis de la historia en una etapa determinada”. Consideramos que esta manera de concebir el quehacer del historiador es, por demás, justificativa, pues expresa una supuesta imposibilidad para realizar el trabajo que se desea.
De lo anterior se podría deducir, por lógica simple, que la historia de México tampoco está hecha. Siguiendo este razonamiento, las biografías de grandes hombres como Madero, Carranza, Villa, Zapata, Jara, Lombardo Toledano, Cárdenas, o las de Obregón, Calles, Ávila Camacho, etc., no serían equivalentes a hacer la historia de nuestro país. En efecto, tan falsos como linealmente lógicos el primero como el segundo juicios.

En primer término, porque la pretensión de hacer la historia, la biografía, de hacer en último análisis, la verdad sobre algo o alguien, conlleva una consideración muy común entre los que se autonombran científicos, aquella que dice que la verdad es descubrimiento, esto es, quitarle el velo a lo que ha sido hecho, dicho o creado. Tal pretensión refleja la concepción ideológica de la neutralidad e inmutabilidad del conocimiento, de la verdad científica desprovista de toda ideología.
En segundo, porque se apoyan en la vieja idea de hacer historia a través de los iluminados, de los profetas y los guías, como si éstos fueran paréntesis aislados y fortuitos en la marcha inconsciente de la ignorancia de las muchedumbres.

En tercero —y tal vez esto sea lo más importante—, aun en aquellos que tratan de reconstruir y explicar períodos o momentos de la historia, porque estudian a sus personajes aislados de los demás, como si el relacionar a uno con el otro pudiera restar brillantez al propio. Ejemplos hay numerosos, como lo hay también historias, lo que no hay ni habrá, por fortuna, es una sola historia. La historia es devenir; reconstruirla, análisis y síntesis permanentes del proceso dialéctico que la mueve.
La obra de Vicente Lombardo Toledano y los trabajos sobre la obra de Vicente Lombardo Toledano, pensamos, se harán y se reharán mientras exista inquietud por conocer su vida, su acción, su acontecer, su circunstancia y su trascendencia, pues eso sí, fue un hombre que hizo historia y propuso formas para seguirla haciendo.

Este trabajo representa un esfuerzo muy significativo, que además es doble: por un lado, es una compilación de trabajos integrados con un criterio contextual, es decir, a partir de un suceso histórico determinante en el proceso de desarrollo de México en su etapa moderna: la Revolución Mexicana; y por otro, porque fue realizado con conciencia crítica y espíritu abierto, esto es, por mexicanos que conocen y aman a su patria y rechazan los prejuicios de aquellos que, por desconocimiento o falta de entendimiento, se refugian en el elogio a las figuras estáticas, o esconden su concepción rectilínea de la historia y su falta de rigor metodológico en la crítica ligera.

Pensamos que esta edición de trabajos de Vicente Lombardo Toledano sobre la Revolución Mexicana será una fuente de estudio para quienes, como él lo hizo, luchan por mantenerla a flote, por hacer posible que ésta no se detenga y alcance sus objetivos fundamentales proyectándolos al futuro.

Índice y autores:

Vicente Lombardo Toledano
PRESENTACIÓN (Pág: 8)
Raúl Gutiérrez Lombardo
INTRODUCCIÓN. VICENTE LOMBARDO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 10)
Gastón García Cantú
EL VERDADERO PROBLEMA: DOTAR A LOS PUEBLOS DE TIERRAS QUE NO HAN SIDO SUYAS (Pág: 41)

LA IMPORTANCIA JURÍDICA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 49)

LA MENTIRA DEL FEDERALISMO Y LA IDEOLOGÍA REVOLUCIONARIA (Pág: 52)

EL 19° ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 58)

REVOLUCIÓN Y CULTURA (Pág: 62)

EL PELIGRO DE UN NEO-PORFIRISMO CON EL PRETEXTO DE LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL (Pág: 66)

EL SENTIDO HUMANISTA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 70)

LA BANCA ROTA DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 86)

¡EL CAMINO ESTÁ A LA IZQUIERDA! (Pág: 97)

MÁXIMA PARA LOS REVOLUCIONARIOS MEXICANOS (Pág: 113)

LA EDAD DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 115)

LO QUE VIVE Y LO QUE HA MUERTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1917

LA BANDERA MEXICANA Y EL PROLETARIADO (Pág: 122)

EL SENTIDO DE LA PROPORCIÓN EN LA VIDA INTERNACIONAL (Pág: 130)

LAS IDEAS EXÓTICAS EN LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE MÉXICO (Pág: 133)

LA CONVERSIÓN DE LOS REVOLUCIONARIOS MEXICANOS (Pág: 138)

EL VEINTE DE NOVIEMBRE (Pág: 141)

UNA APORTACIÓN IDEOLÓGICA YANQUI AL PROGRAMA DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 147)

EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 151)

LA REVOLUCIÓN MEXICANA CUMPLE SU DESTINO DE LIBERACIÓN NACIONAL (Pág: 160)

NUESTRA REVOLUCIÓN CUMPLE 28 AÑOS (Pág: 162)

EL EJÉRCITO NACIONAL Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 166)

EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA JUVENTUD (Pág: 174)

LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 185)

LA JUVENTUD MEXICANA Y LA REVOLUCIÓN (Pág: 188)

LA EDUCACIÓN SOCIALISTA, PRODUCTO LEGÍTIMO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 193)

LOS ENEMIGOS DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 203)

LA BANDERA NACIONAL (Pág: 212)

LA MUJER MEXICANA Y LA REVOLUCIÓN (Pág: 220)

LA REVOLUCIÓN MEXICANA SERÁ INVENCIBLE MIENTRAS SUS FUERZAS PERMANEZCAN UNIDAS (Pág: 228)

LA INTEGRACIÓN DE LA NACIONALIDAD (Pág: 234)

LA REVOLUCIÓN ES LA ÚNICA CAPAZ DE EDIFICAR UN MÉXICO INDEPENDIENTE Y PRÓSPERO (Pág: 245)

LO QUE VIVE Y LO QUE HA MUERTO DEL PASADO (Pág: 255)

EN QUÉ CONSISTE LA DEMOCRACIA MEXICANA Y QUIÉNES SON SUS ENEMIGOS (Pág: 258)

LA BANDERA NACIONAL NO DEBE SER BANDERA DE PARTIDO PORQUE ESTÁ POR ENCIMA DE FACCIONES (Pág: 274)

DEFINICIÓN DE LA NACIÓN MEXICANA (Pág: 281)

PRESENTE Y PORVENIR. LO QUE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO DE MÉXICO DEBEN SABER (Pág: 295)

LA REVOLUCIÓN RUSA Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 324)

EL ESTADO Y LA IGLESIA. LA REVOLUCIÓN Y LA RELIGIÓN. PROGRESO Y RETROCESO (Pág: 350)

NUEVO PROGRAMA DEL SECTOR REVOLUCIONARIO DE MÉXICO (Pág: 362)

MOVILIZACIÓN TOTAL DEL PUEBLO PARA APLASTAR LA OFENSIVA REACCONARIA (Pág: 390)

OBJETIVOS Y TÁCTICA DEL PROLETARIADO DEL SECTOR REVOLUCIONARIO DE MÉXICO EN LA ACTUAL ETAPA DE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PAÍS (Pág: 416)

 


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José Luis Osorio Mondragón (1885 – 1944)

Fotografía de José Luis Osorio Mondragón

José Luis Osorio Mondragón nació el 8 de octubre de 1885, en la ciudad de Texcoco, Estado de México; y falleció el 10 de abril de 1944, en la Ciudad de México. Fue un destacado ingeniero, escritor, periodista, docente e ilustre poeta mexicano.

Comenzó sus estudios a los cuatro años, acudiendo a la escuela en Texcoco, hasta que en 1893 se marchó junto a su familia a la Ciudad de México, tras la muerte de su hermano Manuel. Ya en la Ciudad de México, cursó sus estudios primarios en el Liceo Hispano Mexicano, y al terminar se matriculó en la Escuela Nacional de Preparatoria. Sin embargo, fue en Veracruz donde José Luis Osorio Mondragón terminó la preparatoria, en el Colegio Preparatorio del estado, en Orizaba, al mudarse de nuevo su familia a Río Blanco en 1899. En 1900, es enviado de nuevo a la Ciudad de México, y se matricula en el Colegio Militar de Chapultepec, donde se tituló como Ingeniero Constructor.

Sus estudios en geografía le permitieron formar parte de Alzate y de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y continuar sus estudios como investigador. José Luis Osorio Mondragón realizó importantes estudios sobre el sistema volcánico transversal mexicano, que denominó Tarasco-Nohoa. Tras concluir en 1925 la toponimia de México, publicó Algunas rectificaciones importantes a la Geografía de la República Mexicana y la división regional de su territorio. Esto le valió para ser asesor de Fritz Joeguer, de la Universidad de Berlín, y de Leo Weibell, de la Universidad de Kiel, en sus respectivos estudios sobre el Valle de México y el de Oaxaca. Otra publicación que destaca del autor es Breves Apuntes de Geografía Humana en sus ramas Social y Económica (1927).

Como académico, formó parte del profesorado de la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional de México, donde impartió cátedra por más de treinta años de Historia, Historia Antigua, Historia de la Edad Media, Historia Moderna y Contemporánea. En 1923, fue nombrado catedrático de la Facultad de Altos Estudios, y posteriormente pasó a la Facultad de Filosofía y Letras. José Luis Osorio Mondragón también formó parte del claustro de la Escuela Superior de Comercio. En 1932, fundó la Escuela Bancaria y Comercial, donde por varios años se hizo cargo de la cátedra de Geografía Económica. En 1933, participó en la creación del Departamento de Ciencias Geográficas y en la realización de sus planes de estudio, y fue nombrado catedrático de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, profesor de la Escuela Central de Artes Plásticas y Jefe de Grupo de Ciencias Geográficas. Finalmente, en 1942, llegó a director del Instituto de Investigaciones Geográficas.

José Luis Osorio Mondragón también contribuyó al servicio público, ayudando a la introducción de Aguas Potables y a la construcción del ferrocarril mexicano del Pacífico.

Como periodista, publicó en la revista Banca y Comercio, colaboró en la revista Conozca usted a México y en la revista El Turista Mexicano, y en 1940 fundó y dirigió La Revista Mexicana de Geografía.

Sus restos descansan en el Panteón Español de la Ciudad de México.

Recordamos al autor con dos de sus dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.

Portada del libro lgunas rectificaciones importantes a la geografía de la República Mexicana, y la división regional de su territorio
Osorio Mondragón, José Luis. Algunas rectificaciones importantes a la geografía de la República Mexicana, y la división regional de su territorio. México: Impresora de México, 1925.

29-oct-1925. A mi distinguido y fino amigo el culto y progresista Lic. D. Vicente Lombardo Toledano, en prueba de amistad y reconocimiento. El autor.

Portada del libro Breves apuntes de geografía humana en sus ramas social y Económica
Osorio Mondragón, José Luis. Breves apuntes de geografía humana en sus ramas social y Económica. México: Imprenta Azteca, 1927.

A mi muy fino y distinguido amigo el h. Lic. D. Vicente Lombardo Toledano, en testimonio de amistad y gratitud. El autor, abril, 29 – 1927.

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.


Las constituciones de México y nuestra historia.

Las constituciones de México y nuestra historia.[1]

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Las constituciones de México están en la controversia pública, en particular la de 1917. Cumple 100 años y, como es usual, la efeméride propicia las reflexiones y debates sobre el tema. Se reabre la discusión respecto a las características y alcances de la Carta de Querétaro. Se opina sobre las muchas modificaciones que ha recibido. También, respecto a si mantiene su pertinencia en la realidad de hoy o si hay necesidad de sustituirla por otra; y, si así fuera, cuál debiera ser el contenido de la nueva y cuál el procedimiento para generarla. Incluso se reabre un viejo debate sobre el modelo constitucional clásico y el que se siguió, distinto, en el caso de nuestra constitución. Estimo oportuno aportar algunas reflexiones al respecto.

Las constituciones y la historia de las sociedades.

Vicente Lombardo Toledano, autor de valiosas tesis sobre las constituciones de México.

No existe un texto constitucional ideal para todas las sociedades ni para todos los tiempos. Lo que existe es una interacción entre la vida económica, política y social de los pueblos y la superestructura jurídica que adoptan.

Por eso, cada sociedad establece las normas de su convivencia en cada etapa de su desarrollo; normas que reflejan el modo de producción imperante y la correlación que existe entre las distintas clases sociales, entre otras cosas.

El modelo constitucional liberal o clásico.

Los criterios del constitucionalismo que brotó del pensamiento liberal establecen que la ley suprema se debe limitar a la organización del cuerpo político de la nación, fijando los derechos de las personas, los del Estado, las relaciones entre ambos y la forma de gobierno, nada más. Y que cualquier otro agregado las envicia.

El modelo constitucional clásico y el capitalismo de libre empresa.

El modelo constitucional clásico emergió en las naciones que se beneficiaron del fenómeno económico denominado “acumulación originaria” y que, por esa misma causa, entre otras, también vivieron la revolución industrial de manera temprana. Adoptaron un modelo constitucional que respondió a la concepción filosófica y política de la nueva clase social que emergió victoriosa de la lucha contra la clase dominante en el viejo modo de producción feudal. La clase social de los artesanos y comerciantes, que se habían separado de los feudos y había ido construyendo ciudades o burgos, y que por lo mismo fue llamada burguesía. Era la clase social revolucionaria de la época, y su pensamiento filosófico, político y social era el más avanzado. El capitalismo que surgía y que esa clase social propugnaba fue el llamado capitalismo de libre concurrencia o libre empresa.

Las constituciones liberales y la filosofía política y social de la burguesía en su época revolucionaria.

Las constituciones de esa época procuraron plasmar los ideales filosóficos de la clase burguesa en su época revolucionaria: la libertad de pensamiento, de expresión, de reunión y de asociación, que no existieron en el modo feudal de producción.

Las constituciones y el pensamiento económico de la clase burguesa en su época ascendente.

En lo económico, la burguesía como clase social ascendente aspiraba establecer el principio de la propiedad privada como medular entre los derechos del individuo y poner las bases para la integración de los grandes mercados nacionales de capitales, de mercancías y de mano de obra, que impidieran cualquier obstrucción a la libre concurrencia y que protegieran la citada propiedad privada. Con este contenido, las constituciones, a la vez que satisfacían las aspiraciones de la clase social emergente, creaban las condiciones jurídicas para el ulterior desarrollo económico y social. La organización del Estado se diseñaba con esos mismos propósitos.

La Constitución de 1917 tomó distancia de este modelo.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido. Así ha sido a lo largo de la historia, pero el caso más notable fue el de la Carta de 1917. En efecto, la hoy centenaria Constitución de 1917, incorporó a su texto tesis de carácter social y económico, como la relativa al dominio de la nación sobre las riquezas de su territorio, la de la reforma agraria y la de los derechos de la clase obrera. Y ¡qué bien que las incorporó!, aunque por eso fue duramente criticada por los constitucionalistas liberales, que quisieron denostarla llamándola el “almodrote de Querétaro”.

El trasfondo clasista de los críticos del modelo constitucional mexicano.

Sin embargo, no fue su forma lo que en realidad preocupó a sus censores, que en el fondo no respondían a posiciones neutrales desde el punto de vista de la lucha social.

Los autores de tales críticas, en los hechos, actuaban como voceros de una clase social, la misma que a causa de la Revolución de 1910 y su fruto jurídico perdió su condición de clase dominante. A esa clase social y a sus portavoces, lo que les contrarió de manera profunda, fueron las innovaciones plasmadas en la Constitución, porque respondieron a los anhelos de las clases populares. De ahí su gran disgusto.

¿Por qué, la heterodoxia constitucional de México?

Pero hay que aclarar que nuestra heterodoxia constitucional no fue producto de la improvisación ni del capricho de quienes formularon la Carta de 1917. Ésta fue el fruto de los anhelos y la voluntad del pueblo plasmados en mandatos jurídicos. De hecho, la de 1917 no fue el único caso de una constitución nuestra que incumplió el modelo clásico. Tuvo antecedentes:

Las constituciones de México y nuestra historia.

Plasmar los anhelos del pueblo en mandatos jurídicos.

Como lo valora Vicente Lombardo Toledano, la constitución de 1814 apenas fue el primer intento de organizar a la nación, cuyo pueblo luchaba con las armas exigiendo el reconocimiento de su soberanía, con ideas y propósitos opuestos a los de la etapa colonial. La de 1824 recogió demandas populares para constituir una nación independiente. La de 1857, a la que luego se incorporarían las Leyes de Reforma, fue el resultado de la Revolución que llevó al triunfo el programa del partido liberal. Y precisamente con las Leyes de Reforma tomó un carácter sumamente avanzado. De un modo u otro, estas constituciones empezaron a salirse del modelo clásico.

Pero la de 1917 coronó la victoria de las masas rurales y urbanas y de la pequeña burguesía intelectual sobre el régimen semifeudal y esclavista, entregado al capital extranjero, que presidió Porfirio Díaz. A eso se debe su contenido novedoso, que responde a demandas específicas de las diversas clases y sectores sociales que participaron en la lucha desde los puntos de vista ideológico como armado.

Fue de esta manera como surgió un modelo distinto de leyes fundamentales, que quizá pudiera llamarse: modelo constitucional mexicano. Resultó de un proceso histórico diferente al que siguieron las democracias burguesas típicas. Un modelo que incorpora al mandato supremo los derechos sociales del pueblo, de un pueblo que los conquistó con la lucha armada.

En 1910, las burguesías, otrora revolucionarias, ya no lo eran.

Cuando estalló la Revolución Mexicana de 1910, ya no existían las burguesías revolucionarias en el mundo.

El modo de producción capitalista está regido por leyes económicas y sociales. Una de ellas es la de la concentración del capital. Producto de esta ley económica, el capitalismo de libre empresa poco a poco fue desapareciendo, dando paso a la formación de monopolios, cada vez de mayor magnitud. Con éstos, se abrió paso una nueva fase del capitalismo, el capitalismo imperialista o, simplemente, imperialismo.

Durante ese proceso de transformación del capitalismo, incontables empresarios quebraron y dejaron de serlo. Sobrevivieron, los que amasaron grandes capitales y devinieron en monopolistas. Como es natural, los monopolistas no aspiran a la libre concurrencia, sino que imponen su voluntad por la fuerza de su capital y pretenden acapararlo todo y controlarlo todo. Las burguesías revolucionarias de antaño fueron sustituidas por burguesías monopolistas o imperialistas, enemigas y explotadoras inmisericordes de los pueblos.

Con el imperialismo, el mundo capitalista tuvo dos componentes distintos.

Desde que el capitalismo de libre empresa transmutó a imperialismo, el sistema capitalista mundial pasó a tener dos componentes: dominantes y dominados. Países imperialistas y países subordinados. Los de América Latina, Asia y África quedaron en el conjunto de los dependientes. América del norte y Europa occidental, en los saqueadores de los pueblos.

Porque, como vimos, las sociedades que pasaron del modo feudal al capitalista tempranamente, al caducar dentro de ellas el capitalismo de libre empresa, se abalanzaron sobre los pueblos que habían sido sus colonias y que por esa causa quedaron impedidas de participar en el festín del desarrollo capitalista. Al arribar con sus inversiones, tomaron el control monopólico de sus economías e hicieron imposible la aparición, dentro de estos pueblos, de un capitalismo como el que ellos habían tenido de tiempo atrás, antes de tornarse imperialistas. Al tomar el control monopólico de sus economías obstaculizaron el desarrollo de las fuerzas productivas de los países penetrados, condenándolas al capitalismo dependiente, del que sólo pueden salir aquéllos pueblos que logren liberarse del imperialismo.

1910, la Revolución Mexicana, antifeudal y antimperialista.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano. Fue antifeudal, en el sentido de que la mayor parte de la tierra de nuestro territorio nacional estaba concentrada en pocas manos. Los enormes latifundios, propiedad de un puñado de terratenientes, son una forma de propiedad muy escasamente productiva. Al mismo tiempo que condena a la penuria extrema a los pobladores del campo, que viven como peones de las haciendas o como aparceros. De ahí la necesidad de la reforma agraria, que reparta los latifundios y los vuelva productivos, y que, a la vez, permita a los campesinos disfrutar de mejores condiciones de vida. Sin la reforma agraria jamás podría crearse un mercado nacional; sin un mercado nacional jamás podría desarrollarse la industria, y sin industrialización jamás pueblo alguno podrá alcanzar niveles de vida decorosos. Pero fue antimperialista, la primera de ese carácter en el mundo, por cierto, porque nuestro país había sido penetrado por el capital extranjero desde la séptima década del siglo XIX, en los inicios de la etapa del imperialismo. Y sin liberarse del imperialismo, ningún pueblo puede desarrollar sus fuerzas productivas, por lo que queda condenado a la miseria eterna.

La Constitución de 1917, la más avanzada en su momento.

El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

El modelo constitucional liberal o clásico no podría responder a los anhelos y aspiraciones de un pueblo que hizo una revolución como la de 1910. No podría satisfacer las necesidades del conjunto de clases y sectores sociales emergentes, ni podría crear las bases para el desarrollo económico y social.

Habiendo surgido de la Revolución Mexicana de 1910, tenía que ser, como ésta, un estatuto jurídico de carácter antifeudal y antimperialista, como en efecto, lo fue. Tenía que incorporar las banderas de lucha de los campesinos y los obreros, al lado de las de otros sectores que hicieron la revolución, y que formaron parte de los documentos que lanzaron cuando estuvieron en la lucha armada, de sus proclamas, de sus pronunciamientos, de sus planes y manifiestos, como en efecto, lo hizo. El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

 

[1] En el marco del Centenario de la Constitución de 1917, durante los últimos meses he sido invitado a dictar varias conferencias que giran en torno a ese tema en diversas universidades y otros recintos académicos y sociales del país. Este texto y otros posteriores ofrecen una síntesis de dichas exposiciones.

Antonio Caso, 1883 – 1946

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Antonio Caso Andrade nació el 19 de diciembre de 1883, en la Ciudad de México, donde falleció el 6 de marzo de 1946. Actualmente, sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres de México. Destacó como filósofo, escritor, docente, cristiano y como defensor de la autonomía universitaria y de la libertad de cátedra. En la Universidad Nacional de México, se desempeñó como secretario, donde llegó a ser rector. También ejerció como docente en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Facultad de Derecho. Fue profesor emérito, a partir de 1929, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por último, como académico llegó a ser miembro fundador del Ateneo de la Juventud, miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua, miembro fundador del Colegio Nacional (México). Por su labor académica recibió distinciones de Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Habana (Cuba), por la Universidad de Lima (Perú), por la Universidad de Río de Janeiro (Brasil), y por la Universidad de Guatemala. Durante su labor editorial colaboró con Pedro y Max Henríquez Ureña en la fundación de la revista Savia Moderna. De su obra filosófica destaca su obra La existencia como economía, como desinterés y como caridad. Ensayo sobre la esencia del cristianismo.

Recordamos a Antonio Caso Andrade con dos dedicatorias firmadas para su amigo el Mtro. Vicente Lombardo Toledano.

CASO, Antonio. La existencia como economía como desinterés y como caridad. México: México Modernos, 1919.
CASO, Antonio. La existencia como economía como desinterés y como caridad. México: México Modernos, 1919.

22 – V – 1919. A Vicente lombardo Toledano, mi compañero de estudios filosóficos, con mi acendrado afecto. Antonio Caso

CASO, Antonio. Discursos a la nación mexicana. México: Librería de Porrúa Hnos., 1922.
CASO, Antonio. Discursos a la nación mexicana. México: Librería de Porrúa Hnos., 1922.

A Vicente Lombardo Toledano, con la profunda estimación y el afecto sincero de Antonio Caso

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

Vicente Lombardo Toledano es uno de esos personajes de quien todos hemos oído su nombre alguna vez pero poco sabemos de su obra. Esto tiene un trasfondo político, ya que además Lombardo Toledano en vida y aún después de muerto ha sido uno de los hombres más calumniados y tergiversados.

Nacido en 1894, cuando inicia la Revolución Mexicana tenía 16 años y estudiaba en el Internado Nacional de la Ciudad de México. Señaló que la noticia que leyó en la prensa del hecho de sangre en la casa de los hermanos Serdán fue el detonante para que comenzara a pensar en la patria y sus problemas, por lo que intelectualmente Lombardo se consideró como un hijo de la Revolución Mexicana.[1]

Simultáneamente cursó dos carreras en la Universidad Nacional: Derecho y Filosofía, aunque su actividad abarcó ámbitos diversos, fue la política a la que más atención le dedicó, pues decía que era “la ciencia que descansa en todas las ciencias. Es la arquitectura por antonomasia. La que construye la sociedad humana. Y la política revolucionaria, la que crea un nuevo tipo de hombre, superior a todos los del pasado”.[2]

Así que Lombardo fue un político revolucionario, y como tal fue uno de los principales ideólogos de la Revolución Mexicana en su etapa constructiva, en el entendido de que se destacó no únicamente como teórico, fue además un hombre de acción, fundador de instituciones, líder sindical y dirigente político. Sus postulados básicos fueron tres: elevar el nivel de vida del pueblo de México, el desarrollo independiente de la nación y la ampliación del régimen democrático.

revolucionesEn esta ponencia me centraré en la interpretación que hizo de las Revoluciones de México. Lombardo señaló que se trata de una sola revolución en tres tiempos: la Independencia, la Reforma y la iniciada en 1910. Cada una ha complementado a la anterior en la lucha del pueblo mexicano contra la miseria y la opresión, y cada una ha dado lugar a un nuevo marco jurídico, una constitución política.

Las tres revoluciones fueron sustentadas por frentes nacionales de fuerzas sociales discrepantes entre sí pero unidas por un objetivo común: en la revolución de Independencia, la liberación política de México; en la de Reforma, liquidar la estructura colonial de la nación y hacer del Estado la única autoridad del país; y en la iniciada en 1910, impulsar el progreso económico y social dentro del marco de la democracia burguesa.[3]

Para Lombardo: “la historia no se puede considerar como una relación de hechos, sino como el examen crítico de las causas que engendran los acontecimientos y de sus frutos, dando preferencia a las fundamentales”.[4] En este sentido es muy interesante conocer cuáles fueron las contradicciones sociales que dieron lugar a cada uno de los movimientos revolucionarios de nuestro país, según el análisis realizado por el filósofo teziuteco.

La Revolución de Independencia

Lombardo señaló que la patria mexicana nació con el movimiento independentista. Si bien la revolución armada estalló en 1810, sus causas se fueron gestando en las últimas décadas del régimen virreinal, haciéndose cada vez más evidentes las contradicciones que lo llevaron a su fin, pues era muy “honda la división entre los privilegiados y los desposeídos de toda clase de bienes y libertades”.[5]

imagen5El régimen colonial “había paralizado la vida del país con sus monopolios materiales y políticos y con el aislamiento internacional de la Nueva España”.[6] La metrópoli estableció límites a la producción agrícola y artesanal, cobraba tributos civiles y eclesiásticos, el comercio interior se regulaba con alcabalas y el exterior era monopolio estatal, se prohibió a las colonias comerciar entre sí, se prefirió a los peninsulares para los principales cargos civiles, eclesiásticos, educativos y militares, además la Inquisición perseguía a los que diferían con el régimen. Todo lo anterior había sido implementado por España para impedir que la Nueva España se desarrollara y pudiera aspirar a su independencia, pero las medidas a la larga fueron contraproducentes pues luego de casi tres siglos el régimen se hizo insostenible.

Pero las condiciones económicas y sociales por sí solas no puedan generar cambio alguno. Es necesario que esas condiciones se expresen como contradicciones irreconciliables, pues sólo éstas pueden ser motores de cambios radicales en la sociedad. Así, encontramos varias contradicciones insalvables: la que se manifestó entre el régimen feudal que iba en decadencia y el régimen capitalista que emergía: las ideas feudales eran sostenidas por las clases privilegiadas, y las ideas liberales por los revolucionarios influidos por la ilustración; la contradicción entre el enorme crecimiento de la población y el escaso desarrollo de la producción económica, es decir, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las formas de producción de la Colonia; la contradicción que se dio entre la nación mexicana que luchaba por nacer y el dominio español que se resistía a ser desplazado, es decir, entre los peninsulares y los criollos, mestizos, indios y castas; y finalmente, la contradicción entre el alto y el bajo clero.[7]

La lucha de clases se confundió con una lucha de razas en la que los peninsulares se empeñaron en defender al régimen colonial caduco, mientras que criollos, mestizos, castas, indígenas y negros, quienes formaban la nueva nación mexicana con una conciencia de lo propio, enarbolaron las ideas modernas y democráticas de la revolución francesa y la Ilustración. Así, en plena guerra comenzaron con la reforma social y la lucha contra los privilegios: Hidalgo declaró abolida la esclavitud en México, mientras que Morelos decretó la desaparición de las divisiones por motivos raciales para que todos fueran nombrados sólo con el título de americanos.[8]

Una vez consumada la Independencia se dieron las principales reformas: se suprimió el tributo que pagaban los indios, se prohibió la coacción para el pago de los diezmos, el capital que antes salía directamente para la metrópoli se quedó en México permitiendo su circulación, además “la libertad de producir todo género de mercancías, de comerciar y de expresar el pensamiento en todos los órdenes de la vida, impulsó considerablemente el desarrollo de las fuerzas de producción económica y amplió el horizonte de nuestro país”.[9]

Si bien, después de once años de lucha se consiguió la independencia política respecto a España, prevaleció buena parte de la estructura económica colonial, esto llevó a las contradicciones que desencadenaron en la segunda revolución.

La Revolución de Reforma

caratulaLa segunda revolución mexicana fue eminentemente liberal, contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio interior y exterior y de una República democrática y representativa de acuerdo con el sistema federal.[10] La postura de los liberales, “los partidarios del progreso” se contrapuso al de los conservadores, “obstinados en conservar el pasado”. De esta manera, los principios de libertad e igualdad se enfrentaron al sistema de fueros y privilegios heredados de la colonia, pero principalmente se atacó a la Iglesia que acaparaba “más de las dos terceras partes de la tierra laborable del país”.[11]

Los liberales, influidos por las ideas de la Ilustración y la Enciclopedia buscaron que fueran reconocidos los derechos individuales del hombre como base y objeto de las instituciones sociales,[12] pero también la Revolución de Reforma pretendió con su clara oposición a los privilegios legales y materiales de la Iglesia darle al Estado el carácter de autoridad única e incorporar en el mercado nacional las propiedades eclesiásticas, para ello se emitieron las Leyes de Reforma y se promulgó la Constitución de 1857.[13]

No obstante que las Leyes de Reforma desamortizaron los bienes de la Iglesia, las grandes extensiones de tierras sólo cambiaron de dueño y “no se transformaron desde el punto de vista que representaban para la producción económica. Así, el latifundismo dejó de ser eclesiástico y pasó a ser civil, pero siguió condicionando el desarrollo de las fuerzas productivas”.[14] Esa fue una de las causas de la tercera revolución.


(Ponencia presentada con el título “Vicente Lombardo Toledano, teórico de la Revolución Mexicana” en el III Coloquio Internacional y VI Coloquio Nacional “La Revolución Mexicana. Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas”, realizado en la ciudad de Puebla del 16 al 18 de noviembre de 2016.)

[1] VLT, “Apuntes autobiográficos y acerca de la Revolución”, entrevista con James W. Wilkie y Edna Monzón, 6 de mayo de 1964, en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, suplemento, México, CEFPSVLT, 2016: p. 12.

[2] VLT, “Mensaje de la FSM al Congreso Latinoamericano de Juventudes” (1960), en Escritos a la juventud, México, CEFPSVLT, 2013: p. 41.

[3] VLT, “La izquierda en la historia de México” (1962), en La Izquierda en la Historia de México, 3ª ed., México, CEFPSVLT, 2004: p. 53.

img180[4] VLT, “La perspectiva de México: una democracia del pueblo” (1955), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 2010: p. 245.

[5] VLT, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO (1947), edición facsimilar, México, CEFPSVLT, 2010: p. 8.

[6] Ibíd.: p. 12.

[7] Marín Rebollo, Héctor, “Contradicciones antagónicas que originaron la Guerra de Independencia en México”, conferencia presentada en la sede nacional del Partido Popular Socialista, 27 de febrero de 2010.

[8] VLT, Contenido y trascendencia…, op. cit.: p. 10.

[9] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 4 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: p. 7.

[10] VLT, Contenido y trascendencia, op. cit.: p. 16.

[11] VLT, “La bandera mexicana y el proletariado” (1936), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. I, México, CEFPSVLT, 2009: p. 174.

[12] VLT, “Una solución al conflicto entre lo propio y lo ajeno. Lo nacional y lo universal en la historia de México” (1964), en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 14, México, CEFPSVLT, 2012: p. 109.

[13] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, op. cit.: p. 8

[14] Ídem.

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Por Emilio García Bonilla

Vinculación con los trabajadores organizados

Lombardo continuó en el cargo con el voto de confianza de la Academia de Profesores y Alumnos para continuar con la organización de la institución. La vinculación de la Escuela Central de Artes Plásticas con trabajadores organizados se afianzó, a tal grado que delegaciones de estudiantes intercambiaron opiniones y conocimientos con miembros de sindicatos a través del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios.

Vicente Lombardo Toledano
Vicente Lombardo Toledano

Así, en septiembre, cuatro alumnos viajaron a Orizaba invitados por la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos, participando en diferentes actos culturales en los que presentaron conferencias con diversos temas relacionados con salud pública, nacionalismo, el papel de los jóvenes en la sociedad y su relación con los trabajadores. Al agradecer a Vicente Lombardo Toledano, el secretario general de la Confederación Sindicalista expresó que “Ojalá que siempre se les siga inculcando [a los estudiantes] el deber que tienen de acercarse a las clases trabajadoras tanto del campo como de la ciudad, para poder apreciar las necesidades de los mismos y distinguir cuáles son los factores que contribuyen al engrandecimiento de la Patria, y cuáles son los elementos que están traicionando a la misma como el mal llamado Partido Nacional Revolucionario, que lo ha estado demostrando con sus hechos”.[1]

La misma brigada de estudiantes universitarios se dirigió al puerto de Veracruz, donde presentaron los mismos temas, por lo que las autoridades municipales expresaron sus deseos para que los estudiantes continuaran con esa labor “para que en un futuro no muy lejano, México pueda ser una Patria grande y logremos obtener lo que los verdaderos revolucionarios creemos que se debe hacer para lograr nuestro gran ideal, consistente en reivindicar al pueblo de México”.[2]

De la misma forma, un grupo de universitarios visitaron la zona de Atlixco dándose cuenta de los problemas que enfrentaban los trabajadores.[3] El 30 de octubre, Vicente Lombardo Toledano sustentó en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria una conferencia con el tema “El sentido humanista de la Revolución Mexicana”, el secretario general del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios, felicitó a Lombardo agradeciendo además su colaboración con ese organismo en su labor social y cultural vinculando a los estudiantes con los trabajadores:

Quiero asegurar a usted, maestro, que con esta nueva actuación de usted en favor de la depuración de nuestros más caros valores espirituales, ha reafirmado usted el viejo prestigio ya fincado en el cerebro y en el corazón de todos los estudiantes universitarios que han aquilatado las virtudes altísimas que usted posee y que ha exhibido en su triunfal carrera magisterial.[4]

Esa misma organización estudiantil remitió a Lombardo la convocatoria del Concurso de Teatro Socialista para Campesinos, Obreros y Niños, solicitando que la difundiera a través de los órganos de la CROM y entre aquellos compañeros que escribieran.[5] Además, presentaron el proyecto para fundar la “Casa del Pueblo”, que sería un “nudo coordinador de todas las tendencias proletarias”, y que estaría conformada por una procuraduría de pueblos, un bufete para obreros, consultorio médico, biblioteca, estación radiodifusora, un club infantil, una escuela de líderes, y un salón de conferencias y cine.[6]

Emiliano Zapata
Emiliano Zapata

Al menos tres monumentos se comenzaron a realizar estando Lombardo al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas: uno dedicado a Emiliano Zapata en Cuernavaca que, por acuerdo de la academia mixta, quedó a cargo de Ignacio Asúnsolo y Manuel Castillo Negrete.[7] Para conmemorar la huelga de Rio Blanco en 1907, se emitió una convocatoria firmada por la Cámara del Trabajo de Orizaba y la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, dirigida a alumnos y profesores de artes plásticas para que presentaran una maqueta de monumento que conmemorara ese episodio y, “al mismo tiempo, el ideal del movimiento obrero”, el proyecto ganador sería erigido en la ciudad de Orizaba. En la misma convocatoria se invitaba a presentar bocetos sobre el mismo tema, a fin de que el ganador pintara al óleo en grandes dimensiones un lienzo que se colocaría en el salón de sesiones de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal. Las organizaciones sindicales otorgarían como estímulo una cantidad de dinero a los ganadores de ambos concursos.[8]

Un nuevo Plan de Estudios

En diciembre de 1931, la reestructuración de la Escuela Central de Artes Plásticas a cargo de Vicente Lombardo Toledano fue culminada con la publicación de un nuevo plan de estudios, contemplándose además la organización interna de la institución y la creación de una sociedad cooperativa con los alumnos de la misma para la producción y venta de las obras que realizaran.[9] En la exposición de motivos se destacaba que la institución no se proponía la formación de artistas, sino la enseñanza de un programa mínimo de conocimientos para ejercer el oficio de obrero de las artes plásticas.[10]

En el nuevo plan de estudios se diferenciaban dos modalidades de estudios: una de seis años, relativa al aprendizaje de técnicas de pintura, escultura, grabado y artes del libro, cuyo requisito para ingresar era haber cursado la enseñanza primaria superior; y otra de dos años, cuyos únicos requisitos eran saber leer y escribir y conocer las cuatro operaciones básicas de la aritmética, y que estaba dirigida a los trabajadores de las industrias ya organizadas con la finalidad de formar obreros calificados a través de la enseñanza de oficios artísticos y contribuir a la “depuración del gusto estético de las masas y de la sociedad en general”. Esta última modalidad establecía los siguientes cursos artístico-industriales: ebanistería, orfebrería, tallado en madera, tallado en piedra, vitrales, fotografía, cinematografía, forja, fundición, litografía y grabado.[11] Mediante estos cursos se pretendía hacer más accesible el conocimiento a los trabajadores, dentro del ideal de la democratización de la Universidad y el aumento de su influencia social.[12]

Se destacó que los talleres de la escuela serían comunes para todos los alumnos, funcionando como un solo gran taller, procurando que el trabajo artístico fuera colectivo para que profesores y alumnos integraran “un verdadero cuerpo nacional de producción estética”. En su régimen interno, la escuela sería considerada como un centro de trabajo, “que impone responsabilidades concretas, lo mismo a los maestros que a los alumnos”; y las enseñanzas teóricas, además de reforzar las capacidades técnicas, darían a los estudiantes “un mínimo de cultura general que les permita valorar seriamente la función social que les impone su oficio”.[13]

Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.
Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.

Se estableció que anualmente, durante las vacaciones, grupos de alumnos y profesores acudirían a distintas poblaciones del país para exponer parte de la producción artística de la institución, así como informar sobre la importancia de las artes plásticas en la sociedad. La orientación del nuevo plan de estudios era clara cuando se declararon abolidos “los concursos que tengan por objeto presentar proyectos sobre obras imaginarias o irrealizables, así como todos los que tengan como fin la decoración o el adorno de edificios, de interiores o de lugares públicos que desempeñen una función contraria a las necesidades de las masas de trabajadores o a los principios de renovación material y espiritual del pueblo mexicano”.[14]

A principios de 1932, Lombardo rindió ante la comisión permanente del Consejo Universitario un informe acerca de su labor al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas, destacando la superación de rivalidades que impedían el trabajo organizado de la institución. Refirió que al asumir el cargo había sólo 47 alumnos regulares, y durante su gestión la matrícula creció a 600 al abrir la escuela a los trabajadores. Se le dio un carácter práctico a los estudios, adoptando además una nueva forma de expresión y de orientación estética, con una vinculación directa con la sociedad y los centros de trabajo. Además, se hicieron mejoras al edificio de la escuela. Lombardo Toledano consideró terminada su misión y solicitó al Consejo Universitario que aceptara su separación definitiva del cargo.[15]


[1] Carta a VLT de José Ponce y Luís Torres, secretario general y secretario del interior, respectivamente, de la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Orizaba, Veracruz, 25 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[2] Carta de la Junta de Administración Civil de Veracruz a Antolín Piña Soria, secretario general del Centro de Acción Social de Estudiantes Universitarios, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[3] Informe presentado por la Comisión Nacionalista y Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, 28 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[4] Carta de Antolín Piña Soria a VLT, 31 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[5] Carta a VLT de Mauricio Magdaleno, secretario general del Centro Acción Social de Estudiantes Universitarios, 15 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[6] Antolín Piña Soria, “Proyecto para la fundación de la Casa del Pueblo”, 20 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[7] Carta a VLT de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, 27 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Cartas de VLT al Secretario general de la Cámara del Trabajo de Orizaba y al secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, y Convocatoria a los dos concursos, 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173. La convocatoria se publicó en la revista CROM del 1° de noviembre de 1930.

[9] VLT, “Bases constitutivas de la sociedad cooperativa de los talleres”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 16-27.

[10] VLT, “Plan de estudios de la Escuela Central de Artes Plásticas”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 1-15.

[11] Ibid.: pp. 1-2, 6.

[12] VLT, “¿Cuál debe ser el fin de la Universidad? ¿El fomento de la educación popular o la creación de un grupo superior de intelectuales?”, en revista CROM, 15 de octubre de 1930; en Obra Histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 379-380.

[13] VLT, “Plan de estudios…”, op. cit.: p. 2.

[14] Ibid.: pp. 7-8.

[15] “Renuncia como director de la Escuela de Artes Plásticas”, nota periodística publicada en la revista CROM, México, 15 de febrero de 1932. En VLT, Obra Histórica-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 51-52.

Pablo Picasso, 1881 -1973

Por el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Pablo Ruiz Picasso, universalmente conocido como PABLO PICASSO, nació el 25 de octubre de 1881, en Málaga (España), y falleció el 8 de abril de 1973, en Mougins (Francia). Es considerado como uno de los grandes pintores de la historia del arte, con un un legado artístico prolífico, siempre a la vanguardia. Se le considera uno de los creadores del movimiento cubista, junto con Georges Braque y Juan Gris. Su desarrollo artístico estuvo siempre guiado por la experimentación. Sin embargo, su progreso artístico parece definirse en cuatro etapas destacadas:

  • La época azul (1901-1904), donde trató temas que se centraban en la muerte y la tristeza, cuya técnica se basó en el empleo del azul para enfatizar el pesar de los cuadros. Destacan de esta época cuadros como La celestina y Mendigos a orillas del mar.
  • La época rosa (1904-1906), donde trabajó sobre la juventud y la fragilidad. Sin abandonar del todo los azules, comienza a usar el rosa de manera predominante. Las líneas se hacen más redondeadas y la paleta se ve influenciada por el estilo fauvista. Destacan de esta época cuadros como La planchadora y el Retrato de las Señora Canals.
  • El cubismo (1907-1917), donde trabajó sobre temas musicales, naturalezas muertas, ballet, retratos, temas culturales y cotidianos. Entre las técnicas que desarrolló destacan el collage, la representación escultórica llevada a la pintura y la adaptación representativa de propuestas artísticas no europeas. Destacan de esta época cuadros como Las señoritas de Avignon y Dos mujeres tocando la vihuela.
  • La etapa clásica (desde 19017). Durante esta época el artista se ve influenciado por el surrealismo, y esto que tiene como resultado propuestas artísticas como “las metamorfosis”, donde utilizó la pintura y las formas como metáforas, siempre con contenido crítico. Aunque se podría decir que su obra se da en un marco que va del expresionismo al cubismo, su producción es demasiado diversa y personal como para clasificarla dentro de un movimiento artístico concreto. Su producción, explora todo tipo de técnicas, desde el dibujo a la pintura, pasando por el aguafuerte. Destacan de esta época pinturas como el GuernicaCráneo de buey.
Guernica, 1937.

También abordó géneros como la escultura, el dibujo, el grabado, la cerámica, la ilustración de libros, el diseño de escenografía y vestuario. Pablo Picasso, fue sin duda una de las figuras más influyentes en el campo del arte del siglo XX. Pero también fue un declarado pacifista y comunista, miembro del Partido Comunista Español y del Partido Comunista Francés. Y aunque gran parte de su vida la pasó en Francia, no dudó en apoyar al bando republicano durante la Guerra Civil Española. Como resultado de ello pintó el Guernica, inspirado en los bombardeos realizados en dicha población. Obra que hoy es considerada como una de las mayores contribuciones al arte realizadas en la historia, y que se puede visitar en el Museo Reina Sofía en Madrid.

En homenaje al autor, el Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano pone a disposición el artículo que publicó Pablo Picasso para la revista FUTURO, el primero de enero de 1934: “La pintura contemporánea” (pág. 8 y 15). Revista que fue fundada y dirigida por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano. También adjuntamos una reseña del Luis Cardoza de Aragón sobre Picasso, al final del artículo.

Revista disponible seleccionando aquí.

La Pintura Contemporánea

pablo picassoPor Pablo Picasso

Me llaman buscador, pero yo no busco: encuentro. Del cubismo se ha hecho una especie de piedra filosofal.

Hemos visto a muchos pobres diablos que, de pronto, hacían alarde de su arte cuando no existía tal arte. Se jactaban de poder engrandecerlo todo. De todo ello salió un arte afectado, sin relación verdadera con la tendencia del trabajo que a mí me ocupaba. Usted no sabe la antipatía que tengo por cuantos quieren imitar mi MANERA. Los partidarios de la escuela joven, los su-realistas, vieron un día varias hojas mías de bocetos, llenos de puntos y líneas, que acababan de servirme para unos ensayos de estudio. Me había producido por aquellos días gran impresión un mapa del cielo estrellado; me parecía una cosa bella sin ninguna significación, y un día me puse, en consecuencia, a trazar líneas y puntos; las líneas se ligaban unas a otras como si colgaran del cielo. Hacía todo aquello porque sí; aunque tal vez pudiera el día menos pensado servirme aquel estudio de elemento gráfico para cualquiera composición; y de pronto—sorpresa— unos su-realistas descubrieron que aquellas fantasías tenían concordancia con sus ideas más abstractas. En todo se quiere encontrar un sentido. Es la enfermedad de nuestra época, muy poco práctica, aunque hace alarde de todo lo contrario.

Un día referí a Jean Cocteau lo que me había pasado durante el verano. Quizás escriba él todo un libro a propósito de esta anécdota. Vinieron unos amigos para llevarme a la Exposición Internacional de Artes Decorativas, que era, a mi parecer, una cosa de muy poco gusto, pero de la que se podía aprender mucho. Mis amigos me dijeron: “Ya verá usted Picasso; es usted el responsable de esa arquitectura; usted mismo se descubrirá en aquellas obras, que son obra de usted”. ¡Creían proporcionarme una gran satisfacción con estas palabras!… Suponga usted que Miguel Ángel fuese a comer a casa de unos amigos y le recibieran diciéndole: “Mire usted este aparador Renacimiento; ¿Verdad que es muy bonito? Está hecho inspirándose en su “Moisés”. ¡Buena cara hubiera puesto Miguel Ángel!

¡Qué manía la de querer inspirarse en el de al lado! Yo sufro casi físicamente cada vez que me veo imitado.

Las artes aplicadas no tienen ninguna relación con el caballete del pintor, con el cuadro de caballete. Aquellas artes son prácticas; pero la pintura es un juego noble. Guardo agradecimiento a la butaca porque me ofrece unos brazos abiertos; pero la butaca no es arte.

Por el año de 1906 lo invadió todo la influencia de Cézanne. Estaban entonces al alcance de cualquiera las frases de “composición, polarización de las formas, ritmo de los colores”. Dos problemas se presentaron a mi espíritu. Observé que la pintura tiene un valor intrínseco independiente de las cosas reales, tangibles. Y me pregunté a mi mismo: ¿no sería mejor pintar cosas que sean y no las cosas que vemos?

La pintura tiene una belleza propia. Desde el momento en que la pintura puede tener su belleza propia se hace posible la creación de una pintura independiente, con tal de que no permanezca siendo pintura.

Por eso tomé el partido del cubismo durante varios años. Nunca hice más que pintar para darme la satisfacción de pintar, excluyendo todas las nociones de la realidad real.

El cubismo no ha sido otra cosa que esto: pintura por la pintura, excluyendo todas las nociones que sean realidad real.

Del color depende el tamaño de un volumen. Sabido es que un cuadrado blanco resulta siempre más grande que uno negro de la misma dimensión. Esto es de lo más elemental, de lo más simple. Pero no fue obstáculo, sin embargo, para que todos los tontos se pusieran a descubrir leyes y reglas, y trataran de explicarnos de qué modo tenemos que pintar.

Cada obra no es para mí la meta de mis deseos, sino un incidente dichoso, una experiencia más.

El color es la herramienta para medir el mundo de las formas. No se trata de retroceder a la geometría de los sabios. Los exploradores pueden embarcarse en los vehículos de semejantes teorías; mejor: así desaparecerá más fácilmente el que no valga.

Picasso. Guitarra, 1913.
Picasso. Guitarra, 1913. Obra del periodo de cubismo sintético (1912-1915)

Hubo pintores llamados cubistas que asustados ellos mismos de lo que estaban haciendo, buscaban teorías para justificarse… El cubismo no se ha regido nunca por un programa. Mis ideas estéticas eran en el fondo una de las formas de mi acción artística. Había siempre una concordancia entre ellas y mí trabajo meramente práctico. Un cuadro puede presentar igualmente, ya las ideas que tengamos de una cosa, ya su aspecto externo. En realidad, nunca se copia la Naturaleza: solamente se imita la Naturaleza, se viste con apariencias realísticas objetos imaginarios.

No hay que ir de la pintura a la Naturaleza, sino de la Naturaleza a la pintura. Hay pintores que al pintar el sol colocan en el cuadro una mancha amarilla: se empeñan en hacer, con habilidades manuales, que aquella mancha amarilla produzca el efecto del sol; hay otros que aplican la reflexión, que aplican medios calculados para que haga efecto de sol aquella mancha amarilla.

La pintura tiene que contener elementos al alcance de todos, para que todos puedan entender y amar el arte.

Se recurre a la Naturaleza para tomar de ella pretextos que sirvan al cuadro de variante. Ese es el ideal de todos los grandes creadores: comenzaban por su ideal personal y llegaban a dar a las cosas que pintaban apariencias personales. Creo que el origen de toda la pintura es una expresión organizada de lo subjetivo.

Al asunto no le doy nunca importancia. Yo soy todo para el objeto: respeto el objeto; no hay que destruir nunca la figura ni el orden de nuestros pensamientos más secretos. Ya sabemos hoy que la pintura no es la verdad: por lo menos, la verdad a nuestro alcance. El artista debe hallar la manera de convencer al prójimo de la verdad que entraña su poesía.

No entiendo la importancia que se da a la palabra “buscar”. Yo creo que no significa nada.

Yo trato de pintar lo que he encontrado, no lo que he buscado. En el arte no tiene valor la mera aspiración de alguna cosa. “Obras son amores y no buenas razones”, dice un refrán de España. La idea de buscar ha conducido la pintura a lo abstracto. Es, quizá, el error más grande del arte moderno. La manía de buscar ha envenenado a aquellos que no han entendido bien la parte positiva del arte moderno y, así, trataron de pintar lo invisible, no lo que está al alcance de la pintura.

La obra expresa frecuentemente mucho más de lo que el autor quiso expresar en el cuadro. Muchas veces se encuentra el autor sorprendido por el resultado que le impone su obra. El nacimiento de una obra artística es a veces una auténtica y prístina creación.

Nadie seguirá a un hombre que vaya con la mirada fija en el suelo de la calle, para ver si la Providencia ha dejado tirada en el camino una bolsa de dinero; en cambio, el que encuentra algo, tendrá entonces nuestra atención, si no es que nuestra admiración.

Se habla del naturalismo en contraposición a la pintura moderna. ¿Pero han visto ustedes alguna vez obras artísticas naturales? Naturaleza y arte son dos cosas completamente diferentes. El arte nos hace posible expresar lo que no puede expresar la misma Naturaleza. Empezando por los primitivos, cuyas obras están tan lejos de la Naturaleza, y llegando a los artistas como David. Ingres y Bouguereau, todos, mientras imitaban la Naturaleza, estaban convencidos de que el Arte es arte, y no Naturaleza. Desde el punto de vista del Arte no hay formas concretas y formas abstractas; no hay más que traducciones más o menos convencionales.

El cubismo no es diferente a las demás escuelas habituales del arte. Los mismos principios y los mismos elementos son comunes a todas.

No dice nada en contra del cubismo el hecho de que no haya sido comprendido durante tanto tiempo y de que siga todavía sin ser comprendido para muchos. El hecho de que yo no sepa leer en alemán y de que un libro alemán no sea para mí otra cosa que unas rayas negras sobre blanco, no quiere decir nada contra la lengua alemana, y no debo censurar al autor, sino censurarme yo mismo.

El cubismo no es solamente un germen o un embarazo de arte que tenga que dar a luz lo más esencial de una idea; es un estudio de formas primarias e independientes que tienen derecho a llevar en sí su vida propia.

Si es que el cubismo está cambiando, surgirá de ese mismo cambio una nueva forma de cubismo.

Se ha tratado de explicar el cubismo por la matemática, la geometría y el psicoanálisis. Todo esto es literatura pura. El cubismo tiene sus metas pláticas. Encontramos en el cubismo el medio de expresar lo que vemos con la vista y con el espíritu, explotando todas las posibilidades que están contenidas en las calidades más reales de las líneas y colores. Y esto ha sido un manantial de alegrías inesperadas, un manantial de descubrimientos.

Rousseau, el aduanero, no es un caso singular. Es la perfección de un cierto orden del espíritu. El primer cuadro de Rousseau, que tuve ocasión de adquirir, nació en mí con una fuerza irresistible. Pasaba yo por la calle de los Mártires, y un trapero había puesto contra la pared varios cuadros; uno de ellos, una cabeza de mujer, llamó mi atención sobre todos. ¡Qué rasgos tan genuina y rotundamente franceses!¡Qué claridad!¡Qué decisión! Era un lienzo enorme. Pregunté el precio.

—Cien “sous” —me contestó el trapero; y añadió:

—Puede usted aprovechar el lienzo para pintar… Aquel cuadro es uno de los retratos más veraces y más psicológicos que conozco.

Siempre me quedo sorprendido del mal ejemplo de la palabra “desarrollo”: yo no me desarrollo: yo soy lo que soy. En el arte no hay pasado ni futuro.

El arte de los griegos o de los egipcios no pertenece al pasado. Está más joven que nunca.

Modificación no significa desarrollo. Si un artista cambia su manera de expresarse —cosa que está siempre permitida a todo hombre, a todo artista—, no quiere decir que haya cambiado su manera de pensar.

Siempre me quedo sorprendido del mal empleo buscado; nunca me he atormentado en buscar; lo que veo lo presento unas veces en una forma, otras en otra.

Yo no medito ni hago experimentos; si hay que decir algo lo digo como mejor me parece.

No hay arte de transición; hay solamente artistas buenos y artistas no tan buenos.

Los curiosos, o periodistas, o Mecenas, nos visitan esperando de nosotros desbordamientos de ideas y de definiciones, a fin de poder explicar después nuestro arte y darle un valor instructivo. Pero yo rechazo todo esto. Quieren consideramos no solamente como creadores de cuadros, sino también como teorizadores y fabricantes de aforismos.

Se han hecho antologías de Ingres y Delacroix que las gentes leen asombradas. Pero ¿qué idea de Delacroix puede compararse con su Sardanápalo?

Ustedes esperan de mí que defina qué es el Arte. Si yo lo supiera me lo guardaría para mí.

Yo no busco; encuentro.

Pablo Picasso “La pintura contemporánea”, revista FUTURO, número 3. México, 1° de enero de 1934. Págs. 8, 15.
Revista fundada y dirigida por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Revista que puede ser consultada en la Web del Centro de Estudios.

Artículo en PDF disponible aquí.

Reseña de Luis Cardoza y Aragón

Luis Cardoza y Aragón. “Pablo Picasso, la influencia de Picasso”. Revista Futuro, número 1. México, 1° diciembre de 1933. Pág. 27.

 

La Influencia de Picasso —como la de Miguel Ángel en su tiempo— se manifiesta en todas las formas de la vida del arte, en toda la vida de las formas. Su pintura es lo que es: inexplicable, obra de poeta. Limpia de lo conocido, dedicado por entero al prodigio. Universo nuevo, asombroso para el conocimiento normal. Necesidad de misterio y de certeza. Por ello, su obra misteriosa vive en un tiempo con no sé qué de futuro siempre en ella. Rol creador, mejor expresado, entre más arbitrario es el motivo. Impromptu organizado: el azar le es fiel como los astros de la noche. Dio realidad a lo que para Mallarmé, Cezanne, Ducasse, fue una fantasía. Pintó “lo imposible”. Creador de un movimiento revolucionario que da al espíritu evasión y libertad absolutas. Extendió los límites del hombre. Ha sido amo de sus sueños. Y toda su obra, gloriosa porque falta de buen sentido, de ese “demasiado humano” que envilece la poesía, vive en donde ya casi no llega el rumor de la realidad. Pablo Picasso, no sólo pide peras al olmo, sino estrellas y medallas, cúpulas y lámparas y peces y columnas, guantes y puñales, amor y muerte, máscaras y hojas de afeitar.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Presentación de la Obra Histórico-Cronológica de Vicente Lombardo Toledano

Palabras de Raúl Gutiérrez Lombardo.Obra Histórico-Cronlógica-01

Uno de los personajes más destacados en la historia contemporánea de México es Vicente Lombardo Toledano, fundador de instituciones, de organizaciones sociales y de agrupaciones políticas, así como maestro universitario; dirigente sindical y político y, sin duda, el más importante ideólogo de la Revolución Mexicana en su etapa posrevolucionaria al definir con claridad meridiana su carácter eminentemente social, nacionalista, democrático y antimperialista.

Como hombre universal supo enfrentar las tareas que requerían las circunstancias particulares. Es teórico, líder social, periodista, director y educador. Se involucra a fondo en el derecho laboral y en la vida gremial; participa en la formación de instituciones y en los debates que definen el carácter de la educación; da forma a la idea de soberanía nacional asociada a la justicia en los momentos en que el país afronta graves amenazas, define con precisión las reformas históricas que caracterizan el proceso ascendente de la Revolución Mexicana: la reforma agraria, la reforma social, la reforma educativa, la reforma económica y la reforma democrática, proponiendo la ampliación de las vías de participación política. En suma, aporta las explicaciones y los actos que necesitan los retos que le tocan vivir y propone una vía para el futuro.

Como intelectual y hombre de acción puede ser considerado como un cabal representante de la cultura superior, así como pionero y pilar de los movimientos laborales y sociales mexicanos y latinoamericanos. Su obra está plasmada en numerosos libros, ensayos, artículos, ponencias, reportajes, informes, conferencias, entrevistas y discursos, mismos que constituyen el registro de una época y de un esfuerzo por desentrañarla, por modificarla y por incidir en la formación de un futuro diferente. Es la de Lombardo Toledano una actitud permanente de búsqueda y rigor analítico, de observancia y participación en una realidad siempre cambiante, vista desde una perspectiva teórica e ideológica con coherencia y sentido.

Todo lo escrito por el maestro Lombardo fue recogido y hecho público en los órganos e instancias en que se dio su participación, tanto en México como en el extranjero. Sin embargo, el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” (CEFPSVLT) considera que estos documentos requieren de una labor editorial integral, pues editarlos en un amplio sentido es recuperar la perspectiva unitaria del autor, rescatar la importancia de la obra en su unidad más allá de su valor instrumental; se trata de hacer coherente y homóloga una edición alimentada por las fuentes más próximas al original y los originales mismos.

No obstante que se han realizado importantes esfuerzos por parte de varias instituciones como la Universidad Obrera de México, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y el Partido Popular Socialista, para reunir y publicar diversos aspectos de su obra, puede afirmarse que una parte considerable de ella continúa, si no dispersa, de difícil acceso para un público más amplio.

La participación de Vicente Lombardo Toledano en los sectores de la educación, de la vida sindical, del gobierno, del periodismo, de la política y de la vida cultural e intelectual queda registrada en diversas formas y lugares como documentos, publicaciones, archivos y bibliotecas. Esta es la forma material de una ocupación intelectual que razona y recupera al mundo; es la presencia de una vocación que tiene que ver inclusive con los momentos en que su vida privada se ve involucrada con la vida pública; son escritos políticos que se hacen con el propósito preciso de influir o participar en cierto momento desde la reflexión; son, otras veces, ejercicios de carácter teórico que se pensaron como fundamentos, como ideas ancilares que indican una visión de la realidad y una concepción integradora. Otros materiales son de carácter descriptivo, recogen a vuelo de pluma impresiones que, sin ser incisivas en la acción o en el planteamiento global, indican una opinión, un estado de ánimo, un gusto personal que es complemento de la reflexión sobre la cosa pública.

A fin de cuentas, la importancia de una edición que ve desde la perspectiva histórica, que asume el peso de una figura trascendente, es el ser fiel al autor en sus registros simultáneos: la urgencia momentánea del político, la reflexión del teórico social, el esfuerzo del formador de conciencias y la sensibilidad del escritor personal.

Estos documentos constituyen lo que el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano se propone editar en forma integral. Será una labor más ambiciosa que las ediciones anteriores, pues se ha reunido el trabajo de especialistas que recuperan, resguardan y estudian los materiales, para así poder editar con gran cuidado y rigor esta Obra Histórico-Cronológica que recoge la inmensa mayoría de los escritos de Vicente Lombardo Toledano obra cuyo cuerpo se integra por los diversos apartados que señalan etapas de la vida del autor en función de su expresión ideológica y de su actuación en todos los campos de la vida nacional. Esto requerirá de varios tomos, divididos a su vez en volúmenes, que cubrirán las etapas siguientes: 1) años de juventud hasta 1928; 2) de 1928 a 1933; 3) de 1934 a 1940; 4) de 1940 a 1947; 5) de 1947 a 1960 y, 6) de 1960 a 1968.

Obra Histórico-Cronológica

  1. Años de juventud hasta 1928, cuando aparecen las influencias originarias; su paso por la Universidad y la Facultad de Altos Estudios, que fueron la base de su formación filosófica; la Liga de Profesores, de la que es secretario general, Su papel como director de la Escuela Nacional Preparatoria y su participación en el “Grupo de los Siete Sabios” a partir de la Sociedad de Conferencias y Conciertos. Sus participaciones tanto en la organización sindical del magisterio como en el Grupo Solidario del Movimiento Obrero. La importancia de su paso por la oficialía mayor del gobierno del Distrito Federal, por la jefatura de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, la gubernatura interina del estado de Puebla y la regencia del ayuntamiento de la Ciudad de México, simultáneamente editorialista del diario El Heraldo de México. Dos veces diputado del Congreso de la Unión.
  2. 1928 a 1933. Secretario general de la Federación Nacional de Maestros y de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal; miembro del Comité Central de la Confederación Regional Obrera Mexicana, organizador y dirigente de la Confederación General de Obreros y Campesinos de México. Su militancia en el Partido Laborista no lo aleja de sus inquietudes en el periodismo, actividad que le impulsa a fundar las revistas El Libro y El Pueblo y Futuro. Lucha por orientar la universidad y reorientar al movimiento obrero. Se consolida ideológicamente. Toma parte activa en el Congreso de Universitarios Mexicanos y sostiene su primera polémica con Antonio Caso. Parte de sus preocupaciones se centran en la Escuela Nacional Preparatoria, la fundación de la Preparatoria Nocturna y en la Universidad.
  3. 1934 a 1940. Funda y dirige la Universidad Gabino Barreda, cuyas escuelas pasarían después a formar parte del Instituto Politécnico Nacional, y la Universidad Obrera de México, al tiempo que organiza y dirige el Comité Nacional de Defensa Proletaria. De 1936 a 1940 es secretario general de la Confederación de Trabajadores de México e inicia su presidencia frente a la Confederación de Trabajadores de América Latina. En el plano intelectual sostiene la segunda polémica con Antonio Caso. Vive, actúa y participa en los sucesos relevantes de la historia del país, como la expropiación y nacionalización del petróleo y las reformas al partido del Estado, así como la relevante etapa de transición política Cárdenas – Ávila Camacho.
  4. 1940 a 1947. Define su posición antifascista y de defensa de la soberanía nacional en los años de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 ocupa la vicepresidencia de la Federación Sindical Mundial. Es miembro destacado de la Liga Socialista y propone y lleva a cabo el Pacto Obrero-lndustrial. Organizador de la trascendental Mesa Redonda de los Marxistas Mexicanos en 1947.
  5. 1947 a 1960. Funda el Partido Popular, más adelante Partido Popular Socialista, del cual es secretario general hasta 1968. Impulsa el Frente Nacional Democrático, Patriótico y Antimperialista, y destaca como miembro activo del Consejo Mundial de la Paz. En 1952 es candidato a la Presidencia de la República, campaña en la que propone la necesidad de construir una nueva democracia y un gobierno de Democracia Nacional como tránsito hacía a una Democracia del Pueblo.
  6. 1960 a 1968. Entre 1964 y 1967 ocupa un escaño en el Congreso como diputado de partido por el Popular Socialista, tribuna ante la que plantea, entre otras iniciativas, el establecimiento en la Constitución de un Capítulo sobre la Economía Nacional. En su labor como periodista y escritor independiente expresa con firmeza sus posiciones frente a la Revolución Cubana y con respecto a los movimientos sociales y políticos de la década.

Esta Obra Histórico-Cronológica es un homenaje que el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano hace a su inmensa labor intelectual, política e ideológica. El Centro de Estudios se funda en su casa, junto con la valiosa biblioteca particular, misma que el maestro Lombardo dona a la nación, para que se instituya como lugar de estudio e investigación de las ciencias humanísticas y en particular de la filosofía.

Constituida por más de veinte mil títulos sobre filosofía, política, historia, geografía, literatura, economía, arte, legislación, lingüística, etcétera, esta biblioteca-hemeroteca ya poseía, al fallecer Lombardo, un alto grado de especialización, misma que al servir de base a la creación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano ha visto incrementado su acervo. Cabe señalar que desde 1993, ha constituido la Biblioteca Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología (Centro de Documentación en Metaciencia).

Para esta institución resulta de importancia central la constitución del “Fondo Documental Vicente Lombardo Toledano”, que se encarga del rescate, reproducción, solicitud, clasificación y reunión de los documentos, publicaciones, discursos, conferencias, entrevistas y artículos que conforman el registro de su obra. El Fondo cuenta con 3 561 expedientes que se actualizan en forma permanente y que reúnen el mayor porcentaje de dicha obra, que conforman, hasta el momento, la colección más completa de la obra del autor y que constituye la base de la presente edición.

Los editores esperamos que los esfuerzos involucrados tengan por resultado una obra que sea fiel al autor y, sobre todo, tal como ocurrió en el caso de Vicente Lombardo Toledano, que sirva a los lectores como herramienta intelectual para comprender y actuar sobre la realidad.

Así, Vicente Lombardo Toledano, Hombre con mayúsculas, creador, constructor, educador, vivió sin aspavientos; con esa sutileza del ser humano refinado pero sencillo, sin ese afán de presunción de los mediocres.

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                      CEFPSVLT

 

En breve la Obra Histórico-Cronológica de Vicente Lombardo Toledano estará disponible, en PDF, en esta misma web. No dudes en consultarnos.

LA PERSONALIDAD DE MÉXICO

LA PERSONALIDAD DE MÉXICO

Por Vicente Lombardo Toledano.

VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO
VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO

(Fragmento del libro de Vicente Lombardo Toledano ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo,editado por el Partido Popular Socialista. México, D. F., mayo de 1963. Disponible en Vicente Lombardo Toledano, Obra Histórico-Cronológica. Tomo VI, volumen 11, 1963. CEFPSVLT, 2011.)

Sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de nuestro país y sin aprovechar las experiencias de su pueblo, es imposible que el partido único

del proletariado pueda tener influencia en la clase obrera y en las grandes masas trabajadoras que constituyen la mayoría de la población.

¿Cuáles son las características de México que le han dado una fisonomía propia dentro del Continente Americano y del mundo? He aquí, a mi juicio, las de mayor importancia.

Una de las causas primordiales de la personalidad de nuestro país es la formación racial de su pueblo.

Al ocurrir el descubrimiento de América y pocos años después la conquista de México por los españoles, el territorio al que llegaron estaba poblado por numerosas tribus que hablaban diferentes lenguas y dialectos, probablemente con un origen remoto común. En el curso de los siglos y a virtud de su actividad sobre el medio en que vivieron y, particularmente, del carácter de sus instrumentos de trabajo y de las formas de su producción económica, las poblaciones indígenas se fueron diferenciando. Los antropólogos han formulado distintas clasificaciones de ellas, partiendo de las que sobreviven, para precisar las que había en el siglo XVI, y tomando en consideración también los datos de los cronistas y de los primeros historiadores.

Las familias lingüísticas eran y todavía son, aunque alteradas, las siguientes: la de los Yumanos, integrada por los Cucapás, los Kilihuis y los Huaipáis; la Seriana, formada por los Kunkaks o Seris; la Pimana, compuesta por los Pápagos, Opatas, Pimas, Yaquis, Mayos, Ocoronis, Tarahumaras, Guarigias y Tepehuanes; la Nahuatlaca, formada por los Coras, Huicholes, Tepecanos, Mexicanos o Náhoas, Cuitlatecos y Chontales; la Tarascana, correspondiente a los tarascos; la Algonquiniana, integrada por los Kikapoos; la Atapascana, de los Chichimecas Jonaces; la Otomiana, compuesta por los Otomíes, los Mazahuas y los Chichimecas-Pames; la Matlatzincana, de los Matlatzinecos; la Mixteco-Zapotecana, integrada por los Mixtecos, Zapotecas, Amuzgos, Triques, Chatinos, Mazatecos, Cuicatecos, Chinantecos, Ojitecos e Ixcatecos; la Totonaca, compuesta por los Totonacas y Tepehuas; la Zoque-Mixeana, integrador por los Zoques, Mixes, Yavanas, Tlapanecos, Chochos, Popolocas y Huaves; y la Maya-Quicheana compuesta por los Huastecos, los Chontales, los Mayas, los Choles, Tzotziles, Tzeltales, Tojolabales, Mames y Lacandones.

"Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano..."
“Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano…”

Estas poblaciones, distribuidas a lo largo del territorio de lo que habría de ser la Nueva España, no eran naciones en el sentido estricto de la palabra. La mayoría de ellas se hallaba en el períodos medio de la barbarie y las más evolucionadas en el último de esa etapa histórica, a causa de lo rudimentario de sus medios de producción. No habían llegado al uso del hierro y de la rueda; carecían de animales de tracción; sus instrumentos de trabajo eran de piedra y de bronce; la estructura de las tribus estaba basada en las relaciones del parentesco sanguíneo; su forma política más avanzada era la de confederación de tribus. Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano. Su conocimiento de la flora y de la fauna era profundo y la clasificación que hicieron de sus especies puede considerarse ejemplar. La agricultura conocía el trabajo intensivo de la tierra, gracias a ingeniosos sistemas de irrigación. Sus industrias, limitadas a los útiles de producción que poseían, eran de una gran riqueza: cerámica, telas, orfebrería, pulimento de piedras preciosas, mosaicos de pluma entre otras muchas. La arquitectura había llegado a las obras monumentales del arte superior, integrada por la escultura y las pinturas murales. Las leyes o normas que regían la sociedad obedecían a un principio de codificación lógica.

Estas características de las poblaciones indígenas imprimieron su sello propio a las obras y a las artes de los españoles en México. Las manifestaciones de la civilización mediterránea que los conquistadores trasplantaron aquí se mexicanizaron. El mestizaje fue el signo del país desde el siglo XVI, lo mismo en la sicología del pueblo nuevo que surgía de la unión de españoles e indígenas, que en las costumbres, en las artes plásticas, en la literatura y en la música.

El mestizo se convirtió en el contenido cualitativo del México naciente y se impuso a los extranjeros. Su modo de ser —introversión, acción meditada, repulsa de las expresiones exuberantes o violentas, cortesía reverente y conciencia de su propio señorío— lo fue diferenciando de sus fuentes originales en el curso de los trescientos años de la dominación colonial, hasta constituir la sustancia de todo el pueblo cuando logró en 1821 su independencia de España.

El pueblo mestizo enriqueció la lengua española con la incorporación de multitud de palabras y de expresiones provenientes de los idiomas y dialectos aborígenes. Conservando la pureza del castellano, todavía hoy, el español de México se ha desarrollado como ocurre con el habla de los pueblos que se transforman a virtud de cambios revolucionarios. Y lo mismo aconteció con las demás manifestaciones de la vida social.

Ese fenómeno —la continuidad en el tiempo y en el espacio de las formas primeras de la vida colectiva y su cambio constante— es también el que explica que en el período actual de su evolución histórica, coincidan en México todavía costumbres y pensamientos de la edad arcaica, y los que han hecho posible la entrada del país a la etapa de la industria.

Su apego profundo a la tierra y su sentimiento de dominio sobre todo lo material y espiritual que la tierra representa, ha desempeñado la principal fuerza motriz en las grandes luchas que el pueblo mexicano ha librado, en las tres revoluciones trascendentales de su historia y en su resistencia a la intervención del extranjero en su vida interior.

Por la misma razón no ha sido el nuestro un país de inmigrantes. El aluvión humano procedente de Europa que hizo posible el desarrollo de los Estados Unidos de Norteamérica, de Argentina, de Uruguay, y en parte de Brasil y Chile, no se produjo en nuestra tierra. Fue la raza propia, la mestiza, la que creció y la que hoy constituye nuestro pueblo. Por eso cada mexicano, aún el que tiene ascendientes europeos, está arraigado profundamente a la historia colectiva a la que pertenece, y se siente dueño de su país con un sentido de propiedad más importante que el jurídico. El derecho de autodeterminación es congénito al pueblo mexicano.

El nacionalismo del pueblo mexicano es diferente al nacionalismo de los países poderosos.

"Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior..."
“Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior…”

Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior. El nacionalismo del pueblo mexicano es diferente al nacionalismo de los países poderosos, que se expresa en la agresión contra los débiles o en la opresión que sobre ellos realiza con propósitos de dominio.

A esa actitud de estar en guardia permanentemente para cuidar lo propio, corresponde, aunque parezca contradictorio, el afán de los mejores guías del pueblo mexicano en todas las épocas, de conocer las ideas renovadoras de la vida social y aplicarlas a nuestra realidad, para llevar al país hacia metas cada vez más avanzadas. Se podría hacer a este respecto, a partir del Renacimiento, una lista de filósofos, científicos, políticos y artistas que, desde esa etapa con la que principia la historia moderna, tuvieron influencia en nuestro país con su pensamiento, expresado de muchas maneras, a pesar de la censura.

Sin recordar las ideas renovadoras que se difundieron hasta las postrimerías del siglo XVIII en la Nueva España, basta recordar las que impulsaron a los caudillos de la Revolución de 1810, para apreciar las ligas que se establecieron, de una manera espontánea y natural, entre los revolucionarios mexicanos y los europeos. El mejor biógrafo del padre de la patria, Luis Castillo Ledón, dice en su obra “Hidalgo. La Vida del Héroe”:

“Honda impresión causaron las noticias llegadas de Europa a la Nueva España sobre la revolución francesa. Los reyes en la guillotina era algo que nadie hubiera imaginado. España horrorizada declaró la guerra a Francia por la muerte de Luis XVI y María Antonieta. Una real cédula ordeno al virrey publicara la bélica declaración, la cual, en solemne bando militar, fue proclamada por calles y plazas. El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía… El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas. No eran menos muchos conventos y no pocos curatos, y por distintas partes criollos y españoles comentaban la toma de la Bastilla, la formación de la Asamblea Nacional y su manifiesto, la publicación de la Constitución francesa, así como la ejecución de los reyes de Francia; tópicos que a veces embozadamente y otras sin embozo, se discutían a todas horas… Las nuevas doctrinas filosóficas y los generales anhelos de libertad, habían ido siendo asimilados en los planteles de aquel carácter por la juventud criolla, para ser difundidos después por ella misma, de palabra y en diversidad de escritos”.

"El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía... El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas..."
“El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía… El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas…”

“El padre y doctor Gamarra, con la publicación de una notable obra intitulada ‘Errores del entendimiento humano’, vino a combatir vicios y preocupaciones sociales y a marcar la senda que seguirían más tarde el Pensador Mexicano y el Payo del Rosario. Don Juan Antonio Montenegro, ex-estudiante del Colegio de San Ildefonso fue denunciado al Tribunal de la Fe y encarcelado en Guadalajara en los últimos meses de 1793 por desear, como muchos, la independencia y el establecimiento de un gobierno republicano. En el curso del año de 1794 la Inquisición abrió proceso al seminarista Juan José Pastor Morales a Fray Juan Ramírez de Arellano, al Bachiller Antonio Pérez Alamillo y a don Manuel Esteban de Enderica por ser partidarios de la independencia de Nueva España y, sobre todo, por ‘afrancesados’. El seminarista Juan José Pastor Morales de ‘sobresaliente talento’, muy dado a la lectura de los grandes poetas latinos y a la de los filósofos Voltaire, Rousseau, D’Alambert, Diderot y otros, y a ‘interpretar por sí las escrituras’ fue acusado de ‘apasionado’ a los franceses. Fray Juan Ramírez de Arellano, guardián del convento de Texcoco, se reveló en la causa instruida contra él, de partidario del sistema republicano y de la libertad de conciencia. Entre otras cosas dijo: “Los franceses en la presente revolución han sido los redentores políticos del género humano; Voltaire es el santo padre de este siglo… España nos tiene alucinados con el punto de la religión y así engañan a la plebe’.”

La revolución democrático-burguesa de Francia y la emancipación de los Estados Unidos de América respecto de Inglaterra, que se consuma en 1776, tenían que influir de un modo directo en los abanderados de la independencia de México y de la ampliación de la cultura. Dentro de este cuadro histórico es fácil comprender al cura Miguel Hidalgo y Costilla, resuelto a dar su vida por la libertad del pueblo mexicano y, también, fácil adivinar los temas que se discutían en las tertulias de su casa, a la que apodaban con el nombre de “Francia chiquita”. La Historia Antigua de México de Clavijero; la Historia Eclesiástica del Antiguo y del Nuevo Testamento, de Fray Ángel Alejandro, perseguido por la Inquisición; la Historia Eclesiástica del abate Fleury, desfavorable a muchos Papas de la Edad Media, la Historia Antigua de Rollin, adversa a los gobiernos despóticos; la Historia Natural de Buffón; las obras de Racine y Molière, formaban, entre muchas, parte de su biblioteca. Es muy interesante saber que Hidalgo traduce y hace interpretar la obra El Tartufo, que pone de realce la hipocresía humana y exhibe a la aristocracia y a los miembros del clero, por lo cual había sido prohibida en la Corte de Francia.

Los demás conductores de la Revolución de Independencia abrevan en las mismas fuentes ideológicas. Después, en el curso siglo XIX, los liberales han de estudiar y de aplicar críticamente a la realidad mexicana las mismas obras que guiaron a los Insurgentes y otras más, formando con todas ellas el acervo de la ideología política de nuestro país.

En la segunda mitad del siglo XIX y en los años inmediatamente anteriores a la Revolución de 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz, nuevas corrientes revolucionarias llegan a México e influyen en los dirigentes de la clase trabajadora y del pueblo. Los socialistas utópicos, los anarquistas, los que divulgan el Manifiesto de Marx y Engels, actúan en México a través de sus escritos y su palabra encendida.

El nacionalismo de nuestro pueblo siempre ha encontrado aliados en las ideas que se oponen a los prejuicios, al fanatismo, a la injusticia y a la explotación del hombre por el hombre. Pero esas ideas universales han pasado siempre por el tamiz del mestizaje, por el cernidor de la realidad mexicana. La doctrina del liberalismo en el campo de la economía y de la política, que constituye la sabia de la corriente liberal que ocupa el escenario del país durante casi un siglo, no es la aplicación mecánica de sus principios a la vida de México. En una carta dirigida por Ignacio Ramírez a Guillermo Prieto, que éste cita en sus Lecciones Elementales de Economía Política, hay esta opinión:

“El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas; la solución se encuentra en la más amplia libertad. La dificultad, por lo mismo, consiste en estudiar cómo las leyes fundamentales, las civiles, las criminales, los tratados entre las diversas naciones, la rutina, la ignorancia, el servilismo hereditario, la religión, se oponen a una distribución equitativa de todos los productos naturales y artificiales de un pueblo determinado”.

Peculiaridades del liberalismo mexicano.

"El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas..."
“El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas…”

El liberalismo en México no se aplicó como doctrina que, sin tocar la estructura económica del país, aceptara las cosas como eran y dejara a que el libre juego de las fuerzas económicas y sociales corrigiera los defectos del régimen establecido. Los principios del liberalismo no se invocaron para que el Estado se limitara al papel de testigo o de vigilante de las relaciones libremente contraídas entre los individuos, sino para destruir obstáculos y hacer posible el desarrollo de las fuerzas productivas al amparo de la libertad de producir y de comerciar, sin privilegios para ninguna institución. Ese fue el fundamento de la secularización de los bienes de la iglesia y de todas las Leyes de Reforma, que liquidaron los derechos preferenciales de que había disfrutado durante muchos siglos la corporación. Siempre estuvo en la mente de los liberales, aunque no supieron cómo remediar las consecuencias de la lucha de clases, la emancipación del hombre de la alienación en que vivía, a causa de la explotación de que era víctima. El mismo Guillermo Prieto decía: “Ensalzar la dignidad humana considerando al hombre libre y responsable, sociable y perfectible, he ahí los objetivos patrióticos, sagrados, de la economía política”. Por eso afirmo que la personalidad de México está formada también, además de su tronco racial, por un hondo sentido nacional de su pueblo, por las ideas universales avanzadas de todas las épocas, y por los tremendos agravios que ha recibido del imperialismo.

La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista. Esa guerra, además de su carácter de guerra injusta, de agresión de un país poderoso a uno débil, representa una de las grandes batallas finales contra las supervivencias del sistema de producción esclavista y feudal, librada en la tierra de América.

Entre 1840 y 1861 los manufactureros del norte y los plantadores del sur, libran los combates preliminares de la Guerra de Secesión que había de conmover, desde sus cimientos, al país en proceso de formación definitiva. La naciente industria norteamericana para desarrollarse necesitaba levantar los aranceles sobre el comercio exterior, y ampliar el mercado interior para sus productos. Un factor importante para este propósito era el de multiplicar el número de los consumidores, emancipando a los esclavos del sur. Los plantadores se sintieron agredidos no sólo porque perderían la fuerza de trabajo casi gratuita de que habían dispuesto tradicionalmente, sino también porque el algodón, el tabaco y el arroz, dedicados a la exportación, tropezaban con obstáculos para salir del país.

En esa lucha, los Estados esclavistas de la Unión decidieron aumentar su fuerza a costa de México. Los colonos norteamericanas que habían invadido Texas, se sublevaron y declararon la independencia de la provincia el 2 de marzo de 1836; pero como los Estados esclavistas y antiesclavistas estaban equiparados en su número, al triunfar en las elecciones de 1844 el Partido Demócrata; órgano político de los partidarios de las anexiones territoriales, el Presidente James Polk declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1847. Por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, del 3 de febrero de 1848, con el cual terminó esa guerra infame, nuestro país perdió Texas, Nuevo México, Arizona y California.

La Guerra de Secesión dio el triunfo al norte sobre el sur, porque en el norte había 19 millones de blancos y en el sur sólo 5 millones 500 mil. Con el apoyo de las industrias y de los barcos, los norteños lograron poner en pie de guerra a dos millones de soldados, y los del sur sólo a 800 mil. La correlación de las fuerzas cambió en beneficio de la burguesía ascendiente, que después habría de aumentar todavía más su poderío económico con las grandes riquezas naturales que encerraba el territorio arrebatado a México y con el acceso al Océano Pacífico.

Las intervenciones de Estados Unidos y Francia.

"La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista."
“La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista.”

La guerra de 1847 fue una grave mutilación física para México, que engendró el sentimiento nacional antiimperialista que ha contribuido a salvaguardar a nuestro país de su completa subordinación a los Estados Unidos, y que explica la alianza de las fuerzas patrióticas cada vez que nuestra patria se ha visto agredida o amenazada por el extranjero.

Otro hecho de importancia parecida contribuyó también a la firmeza de la conciencia nacional de nuestro pueblo: la intervención militar del gobierno de Francia de 1862. Tambaleante el régimen monárquico, Napoleón III decidió consolidarlo con la conquista del territorio de países independientes, mediante guerras coloniales. Hypolitte Castille decía en las páginas del Esprit Publique: “Con la expedición a México sigue el Emperador Napoleón III desarrollando el sistema político que inició en Europa el día en que pidió fuera recibida España en la categoría de las grandes potencias europeas… La idea cautiva la imaginación de los pueblos, y la cautivará mucho más cuando los pueblos hayan comprendido que Francia va a México”… “para abrir acaso una Argelia americana a nuestros colonos y a nuestro ejército devorados por la necesidad del empleo”. Invocaba a Argelia, porque ésta había sido invadida por la armada francesa el 5 de julio de 1830 y había conquistado fácilmente al país.

En 1862 la República ya estaba definitivamente consolidada en México. La nación se había organizado jurídicamente, y la Constitución de 1857 constituía su estatuto. La corriente liberal encabezada por Benito Juárez y las grandes masas del pueblo se habían identificado en las batallas de las armas y de las ideas. Los reaccionarios, azuzados y dirigidos por el clero católico, acudieron al extranjero para transformar su debilidad en fuerza dominante, destruir la República federal, democrática y representativa, y hacer saltar atrás al país para realizar la idea del sistema monárquico que había fracasado rotundamente con el llamado Imperio de Agustín de Iturbide. México luchó cinco años contra los invasores y triunfó. La guerra demostró que cuando un pueblo está decidido a defender su soberanía, su derecho a decidir su propio destino, podrá sufrir reveses en la lucha; pero no hay fuerza en el mundo capaz de vencerlo.

La guerra de 1847 y la de 1862, que ningún otro pueblo del Continente Americano ha sufrido en su propio hogar en parecida forma, constituyen por su carácter, por la movilización de las fuerzas sociales que produjeron, por los principios que levantaron y por sus resultados, uno de los factores principales de la personalidad inconfundible de México.

Al mestizaje se debe también que México no sea un país de discriminación racial. Los criollos—hijos de españoles nacidos en la Nueva España— estaban identificados con la población mestiza y odiaban a los peninsulares. Miguel Hidalgo y Costilla fue criollo y José María Morelos mestizo, de indígenas y de negros esclavos. Benito Juárez, cuya figura llena el siglo XIX y es objeto todavía de las maldiciones de las fuerzas reaccionarias, era indio puro, de raza zapoteca. Por eso el pueblo mexicano no puede comprender el significado trágico de la discriminación racial que se practica todavía hoy en los Estados Unidos. Las diferencias entre los mexicanos son los antagonismos entre la clase propietaria de los instrumentos de la producción y la clase trabajadora; pero no las que engendra el dominio de una raza, que se considera superior, sobre otras a las que niega las virtudes que ella se atribuye.

A las Revoluciones de Independencia y de Reforma, y a las grandes conmociones que representan las guerras de 1847 y 1862, habría de agregarse la crisis de la Revolución que estalla en 1910 contra el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz. Esta Revolución, continuación de las otras dos, constituye, por su trascendencia, otro de los más importantes factores que han formado la personalidad de México.

La Revolución Mexicana.

La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo...
La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo…

La Revolución Mexicana, como se ha dado en llamar al movimiento popular de 1910, es la primera revolución antifeudal y antiimperialista del mundo. En China, la revolución democrática encabezada por el doctor Sun Yat Sen, liquidó la monarquía 1912 y estableció la República, apoyada por el Kuomintang, o Partido Nacional del Pueblo. Pero éste fue pronto reemplazado por el gobierno de los generales que gobernaron sus respectivas provincias, con independencia los unos de los otros. El doctor Sun Yat Sen y sus partidarios no vieron coronada su obra hasta que después de casi un cuarto de siglo de luchas armadas, dirigidos por el Partido Comunista, encabezado por Mao Tse Tung, combatiendo al mismo tiempo a las potencias extranjeras que se habían dividido el territorio de China desde la Guerra del Opio de 1840, a los japoneses que la habían invadido y al Kuomintang jefaturado por Chiang Kai Shek, liquidó a los imperialistas y estableció la segunda república, la República Popular de China. Por esas vicisitudes sufridas por la revolución democrática, antifeudal y antiimperialista del pueblo chino, la nuestra, la Revolución Mexicana, puede considerarse como el primer gran movimiento popular del siglo XX contra el sistema esclavista y feudal, a la vez que contra la explotación sin restricciones de las riquezas naturales propias por los monopolios extranjeros.

La Revolución Mexicana fue, ante todo, una revolución contra la concentración de la tierra y que había llegado al índice alto en el Continente Americano y en el mundo. Las haciendas particulares, verdaderos latifundios, habían crecido a costa de las tierras de las comunidades indígenas, de las propias de los pueblos y de las que explotaban los pequeños propietarios rurales. La producción se limitaba a las superficies que podían trabajar los peones acasillados alrededor de los cascos de las haciendas, y los aparceros que aceptaban entregar al hacendado casi todo el fruto de su trabajo. La mayor parte de la tierra permanecía inculta.

Las haciendas se convirtieron, por la falta de comunicaciones, en centros de autoconsumo en las regiones en donde se hallaban enclavadas. El mercado interior sufría las consecuencias del escaso desarrollo de la producción agrícola y de su división por regiones porque, como afirma Lenin en su estudio sobre El Desarrollo del Capitalismo en Rusia:

“la cuestión del mercado interior no existe en modo alguno como problema separado e independiente, no supeditado al grado de desarrollo del capitalismo. El ‘mercado interior’ para el capitalismo se crea por el propio capitalismo en desarrollo, que profundiza la división social del trabajo y descompone a los productores directos en capitalistas y obreros”.

En 1910 México tenía 15 millones 160 mil habitantes, de los cuales la población urbana representaba el 16.2 por ciento y la rural el 83.8 por ciento. De la población ocupada la dedicada al campo representaba el 71.9 por ciento y a la industria sólo el 11.3 por ciento.

La contradicción entre la gran masa rural y los latifundistas no era la única. Los aparceros, los pequeños propietarios agrícolas y los hacendados con mentalidad capitalista, ligados a los industriales y a los banqueros, se oponían también al régimen de concentración de la tierra. Los productores de manufacturas lo mismo, por el ínfimo poder de compra de las mayorías. El conflicto entre el escaso desarrollo de las fuerzas productivas y las injustas relaciones de producción, provocó el levantamiento del pueblo, de todas las clases y sectores sociales víctimas de esa organización económica asfixiante.

En los planes y manifiestos revolucionarios anteriores a 1910, el problema de la tierra es el punto central de las demandas; pero también ocupan un lugar importante las reivindicaciones de la clase obrera, el reconocimiento de sus derechos; entre otros la asociación sindical, la jornada de 8 horas, la huelga y el salario justo. Porque el régimen jurídico del país, basado en los principios de la propiedad individual irrestricta, consideraba el contrato de trabajo como contrato de prestación de servicios sujeto a las normas del derecho civil y calificaba a la huelga como contra la libertad del comercio y de la industria.

El saqueo de las riquezas naturales del territorio por los extranjeros, particularmente del petróleo y los minerales, levanta la protesta de la oposición contra Porfirio Díaz exigiendo condiciones para la participación de los extranjeros en la vida económica del país. De esta suerte, la Revolución adquiere su múltiple carácter de movimiento popular, democrático, antifeudal y antiimperialista.

La Constituciónde 1917.

Se dotaría a la Revolución Mexicana de un nuevo y poderoso impulso para el desarrollo y la liberación nacional
Se dotaría a la Revolución Mexicana de un nuevo y poderoso impulso para el desarrollo y la liberación nacional

La nueva Constitución de la República promulgada el 5 de febrero de 1917, recoge esas demandas. Ordena la división de los latifundios, la restitución de las tierras arrebatadas a las comunidades que las hubieran poseído en cualquier tiempo, la dotación de tierras a los núcleos de población rural que no las hubieran tenido antes; establece los derechos fundamentales de la clase obrera y limitaciones para la participación de los extranjeros en el aprovechamiento de los recursos naturales del país.

De esos mandamientos del nuevo derecho público surge la Reforma Agraria. A este respecto es necesario subrayar su carácter propio, que constituye una de las instituciones más importantes de la vida contemporánea de México y que al lado de otras ha contribuido a la formación de su propia fisonomía.

La Reforma Agraria en México se basa en el siguiente principio contenido en el Artículo 27 constitucional:

“La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.

Este principio entraña un nuevo concepto de la propiedad opuesto al concepto de la propiedad como derecho natural del hombre, cuyos alcances se expondrán después y, también, una tesis sui generis acerca de la Reforma Agraria. Si lo que importa a la sociedad es que las tierras se exploten y no permanezcan inactivas, que se aprovechen racionalmente y que no salgan nunca del dominio de la nación, la Reforma Agraria, la entrega de la tierra a los que han de cultivarla, no implica el derecho a disponer de ella como si fueran sus propietarios, sino exclusivamente el derecho de utilizarla para liberarse de la servidumbre en que vivieron durante siglos. No la propiedad, sino el usufructo de las tierras, forma la espina dorsal de la Reforma Agraria Mexicana.

Esa medida ha sido salvadora de la integridad del territorio nacional, porque dada la vecindad de México con los Estados Unidos de Norteamérica, durante largos años buena parte de las haciendas ubicadas en la zona fronteriza pertenecieron a los mismos propietarios que, pasada la línea divisoria entre los dos países, tenían sus ranchos y granjas, constituyendo con las dos propiedades una sola, ajena, de hecho, a la jurisdicción del Estado mexicano. En el interior del país las propiedades rurales de los extranjeros eran numerosas también y ocupaban las tierras de mejor calidad. En algunas regiones, empresas norteamericanas tenían concesiones para construir sistemas de riego y utilizar las aguas de modo preferente. Por eso la Reforma Agraria de México, vista en su fondo, es la destrucción del latifundismo y, al mismo tiempo, la defensa del territorio nacional ante el extranjero. Fue una medida antifeudal y también antiimperialista.

Las raíces de nuestra política internacional.

De todos esos hechos, crisis y acontecimientos formadores de la personalidad de México, surgió también una política internacional propia, que ha influido no sólo en su desarrollo interno, sino también en sus relaciones con el exterior.

Cuando México apenas se había independizado de España, el gobierno de los Estados Unidos envió a nuestro país al diplomático Joel R. Poinsett, con el propósito de que entrara en relaciones con el emperador Agustín de Iturbide. Don Juan Francisco Azcárate fue comisionado para tratar con él y averiguar cuál era el propósito de su visita. En una carta dirigida algunos años después al general Guadalupe Victoria, Presidente de la República, cuando Poinsett volvió a México en calidad de Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos, dice que encontró al delegado norteamericano estudiando un mapa de América y que se empeñó en persuadirlo —a Azcárate— de que era necesario revisar los linderos de México y los Estados Unidos, a pesar de que la línea divisoria había sido establecida por el Tratado de Onís. Azcárate explica: “Percibí que la idea era absorberse toda la provincia de Texas y parte del reino de León, para hacerse de puertos, embocaduras de ríos y de barras en el Seno Mexicano. Tomarse la mayor parte de la Provincia de Coahuila, la de Sonora y California Baja, toda la Alta y el Nuevo México, logrando hacerse de minerales ricos, de tierras feracísimas y de puertos excelentes en el mar del Sur”. Así, al consumar su independencia política, México empezó a vivir bajo la amenaza de la agresión del gobierno norteamericano.

Antes de que estallara la guerra contra México en 1847, el Mayor W. H. Emory, en un informe rendido al coronel J. J. Abert, jefe del Cuerpo de Ingenieros Topógrafos Militares en Washington, el primero de septiembre de 1847, dice: “La columna al mando del general Kearny, a la cual nos agregamos, y que era conocida con el nombre de ‘Ejército del Oeste’, debía partir del Fuerte Leavenworth y estaba destinada a dar el golpe a las provincias del norte de México y, muy especialmente, a Nuevo México y California”. El Coronel Kearny, al llegar al pueblo de Las Vegas, en Nuevo México, pronunció un discurso el 15 de agosto de 1846, ante las autoridades y los habitantes del lugar, en el cual, entre otras cosa, expresó de la manera más impúdica: “Señor Alcalde y habitantes de Nuevo México. He venido cerca de vosotros por orden de mi gobierno para tomar posesión de este país y hacer extensivas a él las leyes de los Estados Unidos. Nosotros lo consideramos y lo hemos considerado desde hace tiempo, como paree del territorio de los Estados Unidos… En consecuencia, yo os declaro libres de toda liga con el gobierno mexicano y de toda obediencia al general Armijo, que no es más vuestro gobernador, pues yo lo soy ahora”.

Y estalló la guerra contra México. A pesar de la debilidad de nuestro país, la mayor parte de sus hijos se aprestó a la lucha. Al grito de “¡ Patria o muerte!”, se entabló la lucha desde el río Bravo hasta la capital de la República.

El resultado de esta agresión ya se ha dicho; pero es importante recordar que en las pláticas preliminares al Tratado de Guadalupe, con el cual se consumó el despojo territorial de México, las proposiciones del Secretario de Estado, Buchanan, para concluir las negociaciones, incluían la concesión perpetua a los Estados Unidos sobre el Istmo de Tehuantepec, en el cual se proponían construir un canal que uniera al Océano Atlántico con el Pacífico.

Otro hecho de naturaleza semejante debe mencionarse también. En diciembre de 1894, México presentó a la Comisión Internacional de Límites, la reclamación del terreno conocido con el nombre de “El Chamizal”, que a consecuencia del cambio brusco y repentino de la corriente del Río Bravo, fue arrastrado a la orilla opuesta, junto a la ciudad de El Paso, Texas. La reclamación siguió su curso, y designada una comisión arbitral ésta falló en favor de México el 15 de junio de 1911. Pero hasta hoy, después de más de medio siglo, el gobierno norteamericano no ha cumplido con la resolución, a pesar de que en la convención celebrada en Washington el 24 de junio de 1910, se estableció que si el laudo arbitral fuere favorable a México, su cumplimiento se llevaría a cabo dentro del plazo improrrogable de dos años.

La amenaza política permanente sobre nuestro país de parte de los Estados Unidos, lo mismo que sobre los demás países de la América Latina, ha sido la llamada Doctrina Monroe, formulada por el Presidente James Monroe en el año de 1823 para rechazar las intervenciones provenientes de los países europeos en cualquiera de las naciones americanas y salvaguardar su forma republicana de gobierno. Pero esa doctrina se convirtió, en poco tiempo, en un supuesto derecho del gobierno de los Estados Unidos para intervenir en los problemas domésticos de los países del Continente, a pretexto de evitar relaciones no aprobadas por el gobierno de la Casa Blanca entre las repúblicas de la América Latina y los países que no forman parte del Hemisferio Occidental. De esta manera, desde el Presidente James Monroe hasta el Presidente John F. Kennedy, se ha pretendido utilizar la Doctrina Monroe para justificar la intromisión del gobierno norteamericano en los problemas internos de nuestros pueblos. Pero México nunca aceptó la Doctrina Monroe, porque para que una doctrina tenga el carácter de una tesis internacional, se necesita que no sea unilateral, sino el fruto de un convenio colectivo por los países a los que la doctrina involucra. En 1896, a propósito de una proposición hecha por Eloy Alfaro, en nombre del gobierno del Ecuador, para “procurar las mejores y más estrechas relaciones internacionales no sólo entre el Ecuador y las demás repúblicas americanas, sino de todas ellas entre sí”, México condenó, por primera vez, de manera pública y expresa, la interpretación norteamericana de la Doctrina Monroe.

Después, el Presidente Venustiano Carranza cuando supo que la Sociedad de las Naciones, organizada al concluir la Primera Guerra Mundial, incluía en su estatuto la Doctrina Monroe, declaró que México no había reconocido nunca ni reconocería tal doctrina. Sus palabras textuales fueron las siguientes:

“La Doctrina Monroe constituye un protectorado arbitrario, impuesto sobre los pueblos que no lo han solicitado ni tampoco lo necesitan. La Doctrina de Monroe no es reciproca y, por consiguiente, es injusta. Si se cree necesario aplicarla a las repúblicas hispanoamericanas podía aplicarse igualmente al mundo entero. Se trata de una especie de tutela sobre la América Española que no debería existir bajo ninguna excusa”.

Cuando nuestro país fue invitado para ingresar en la Sociedad de las Naciones, el Secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada, en telegrama del 10 de septiembre de 1931 dirigido al Presidente de la Asamblea de la Sociedad, expresó lo siguiente: “México considera necesario hacer conocer en el acto de su aceptación, que nunca ha admitido la inteligencia regional —la Doctrina Monroe— que se menciona en el artículo 21 del Pacto”.

Más tarde, el Presidente Lázaro Cárdenas, en una entrevista del 12 de enero de 1940, manifestaría que

Lázaro Cárdenas.
Lázaro Cárdenas.

“la Doctrina Monroe nunca fue reconocida, ni pudo serlo por México ni por las demás naciones de la América Hispana, mientras fue sólo la expresión de una política unilateral que los Estados Unidos impusieron, con el doble propósito de excluir de este Continente a los países de Europa, y de defender sus propios intereses en América. Tal Doctrina, mal interpretada y mal aplicada más allá de su original extensión, llegó a convertirse alguna vez en pretexto de intervención”.

Podría yo mencionar otros pronunciamientos de los jefes del Estado mexicano sobre la cuestión; pero sólo consignaré los del actual Presidente de la República, Adolfo López Mateos. En una entrevista de prensa en el aeropuerto internacional de Los Ángeles California, del 3 de octubre de 1962, dijo lo siguiente:

“La Doctrina Monroe es una doctrina unilateral de los Estados Unidos de América, que México, en su historia, nunca ha reconocido oficialmente como acuerdo internacional… La Doctrina Monroe constituye y lo ha sido siempre, una declaración unilateral de los Estados Unidos. Como tal, no implica ninguna obligación para los otros países latinoamericanos.”

Durante la Revolución nuevas agresiones del imperialismo norteamericano a nuestro país aumentaron nuestras experiencias sobre el trato con el extranjero, que ayudaron a formular la política internacional de México. Al ocurrir la “Decena Trágica”, cuando el ejercito federal se subleva contra el Presidente de la República, Francisco I. Madero, el Embajador de los Estados Unidos, Henri Lane Wilson, interviene en el conflicto. Enun telegrama enviado asu gobiernole diceque

Henry Lane Wilson
Henry Lane Wilson

“en vista de la lucha que implica perdidas de vidas y destrucción de bienes de los numerosos combatientes, y en protección a los 25 mil residentes extranjeros en la capital de la República, estoy convencido de que el gobierno de los Estados Unidos, por el interés de la humanidad y en desempeño de sus obligaciones políticas, debería enviar aquí instrucciones de un carácter firme, drástico y tal vez amenazante, para transmitirlas personalmente al gobierno del Presidente Madero y a los líderes leales del movimiento revolucionario. Si yo estuviera en posesión de instrucción de ese carácter o investido de poderes generales en nombre del Presidente, posiblemente estaría en actitud de inducir la cesación de hostilidades y la iniciación de negociaciones que tuvieran por objeto hacer arreglos pacíficos definitivos”.

Wilson entrevistó al Presidente Madero en Palacio el 12 de febrero de 1913, y después a Félix Díaz, el jefe de los sublevados que se hallaba en la Ciudadela. En su carácter de decano, el Embajador convocó después al cuerpo diplomático a una junta a la cual asistieron todos los jefes de misión que se encontraban en la ciudad. Como hubo una discusión que no llegó a acuerdos unánimes, Wilson se reunió con los ministros de Alemania, Inglaterra y España, que eran de su confianza, ante quienes hizo las siguientes confesiones:

“Esta situación es intolerable y yo voy a poner orden”… “Cuatro mil hombres vienen en camino —cuatro mil soldados yanquis— y subirán aquí si fuese menester”… “Madero está irremisiblemente perdido. Su caída es cuestión de horas y depende sólo de un acuerdo que se está negociando entre Huerta y Félix Díaz”.

Ante esa conducta del Embajador norteamericano, y los rumores de una invasión armada sobre México que circulaban en todas partes, el Presidente Madero envió el 14 de febrero de 1913 un telegrama al Presidente William H. Taft, en el cual decía:

“He sido informado que el gobierno que su Excelencia dignamente preside, ha dispuesto salgan rumbo a las costas de México buques de guerra con tropas de desembarco para venir a esta capital a dar garantías a los norteamericanos… Ruego, pues, a su Excelencia, ordene a sus buques no vayan a desembarcar tropas, pues esto ocasionaría una conflagración de consecuencias inconcebiblemente más vastas que las que se trata de remediar… Es cierto que mi patria pasa en estos momentos por una prueba terrible, pero el desembarque de fuerzas americanas no hará sino empeorar la situación, y por error lamentable los Estados Unidos harían un mal terrible a una nación que siempre ha sido leal y amiga, y contribuiría a dificultar en México el establecimiento de un gobierno democrático”

Pero el Embajador seguía actuando: arregló un armisticio entre los combatientes, tenía entrevistas diarias con los jefes que participaban en la revuelta, informaba a su gobierno de un modo calumnioso sobre la situación de México, y siguió así hasta que el Presidente Madero fue detenido el 18 de febrero de 1913 y, posteriormente, sacrificado por órdenes del general Victoriano Huerta, en quien ha depositado su confianza.

Después, el Embajador consumó su obra proponiendo el reconocimiento del usurpador del poder Victoriano Huerta, como Presidente legítimo de nuestro país. El periódico World, de Nueva York, en marzo de 1913, hizo el mejor juicio sobre la actitud de Henry Lane Wilson, demostrando su culpabilidad desde el principio hasta el fin, en la crisis que concluyó con el sacrificio del Presidente de México. El periodista Norman Hapgood, tres años después formuló una requisitoria tremenda contra Wilson, que contribuyó a exhibir la verdadera actitud del gobierno norteamericano hacia México.

Victoriano Huerta
Victoriano Huerta

Desconocido Victoriano Huerta por el Gobernador del Estado de Coahuila, Venustiano Carranza, de acuerdo con el Plan Guadalupe, del 26 de marzo de 1913, respaldado rápidamente por otros Estados y por los elementos más representativos de las fuerzas democráticas del país, la Revolución entró en su etapa de lucha armada hasta que fue destruido el ejército de Porfirio Díaz, que había permanecido intacto, por un nuevo ejército, el ejército popular integrado por campesinos, en su mayor parte, y por obreros. Entonces el Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, nombró a un representante especial, John Lind, para que entrara en relaciones con Carranza con el propósito de que la Revolución concluyera. Como esto era imposible, el 9 de al de 1914 un oficial y algunos marinos del barco norteamericano Dolphin, desembarcaron en el puerto de Tampico sin permiso de las autoridades mexicanas, por lo cual fueron hechos prisioneros. El periódico New York Times publicó la noticia sin darle mayor importancia al acontecimiento, “a menos que los Estados Unidos, decía, anden buscando un pretexto para crear dificultades”.

El 21 del mismo mes de abril, los soldados yanquis de infantería desembarcaron en el puerto de Veracruz, ocupando los lugares estratégicos de la ciudad. Los norteamericanos que habitaban en ella se refugiaron en el consulado de su país y desde ahí hacían fuego a los mexicanos que transitaban por la calle. Los jefes, oficiales y cadetes de la Escuela Naval Militar contestaron el ataque del enemigo; pero nada podían contra los cañones de los barcos de guerra norteamericanos. Lo mismo ocurrió con los soldados de la guarnición y con los voluntarios que se aprestaron a la defensa de la soberanía nacional.

En su obra titulada “El Pueblo Mexicano”, John Lind, cumpliendo su misión difícil y peligrosa, no dejó de hacer observaciones que, provenientes de él, tienen indudable importancia.

“Si patriotismo significa amor al país —afirma— creo puede decirse con verdad que ningún pueblo del mundo tiene un amor más intenso a la tierra nativa que las masas del pueblo mexicano… Sólo hay una clase de mexicanos a quienes se puede acusar de falta de patriotismo: la aristocracia propietaria. Dividen su tiempo entre los lugares de diversión de Europa y el Jockey Club de México durante la temporada de toros. No revelan interés ninguno en el bienestar del pueblo mexicano, no más que si fueran accionistas extranjeros de minas mexicanas. Esta clase fue la que se empeñó e hizo fracasar al gobierno de Madero y fomentó y dio fondos a la revolución que culminó en su asesinato”… “El pueblo de México vive en un país rico y hermoso. Creo que es un pueblo que tiene en sí grandes promesas. Ha sufrido vicisitudes que nosotros no conocemos. Creo que sobre ellos comienza a surgir la luz de un nuevo y mejor día”.

Ante el ataque a la soberanía nacional que representaba la ocupación de Veracruz, Venustiano Carranza envió su protesta al gobierno de Washington en términos enérgicos. El Presidente Wilson pidió entonces autorización al Congreso para usar las fuerzas de mar y tierra contra nuestro país, que le fue concedida; pero, al mismo tiempo, solicitaba de los gobiernos de Argentina, Brasil y Chile que ofrecieran sus buenos oficios para evitar la guerra entre México y los Estados Unidos. Carranza aceptó la mediación, pero con la condición de conocer previamente los puntos que deberían tratarse en la Conferencia del Niágara, lugar señalado para la reunión. Los diplomáticos del ABC, desoyendo a Carranza, exigieron a los partidarios de Victoriano Huerta y a los revolucionarios que concertaran un armisticio y negociaran las condiciones para dar fin a la guerra civil. De hecho, los representantes de Argentina, Brasil y Chile se pusieron de acuerdo con los delegados de Victoriano Huerta y con los del gobierno de los Estados Unidos, y propusieron el nombramiento de un presidente provisional y empezaron a discutir la cuestión agraria y otros problemas internos de México.

El 10 de agosto de 1915 el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, envió una nota a los gobierno de las repúblicas latinoamericanas denunciando los hechos. He aquí un párrafo importante del documento de la cancillería mexicana:

“…El señor Carranza desearía especialmente llamar la atención de los representantes de la América Latina sobre el hecho de que la sola discusión de los asuntos mexicanos con propósito de resolver la situación interior de México, que pudiera efectuarse entre representantes de Estados Unidos y de las naciones latinoamericanas, entrañaría un conflicto que no podría pasarse inadvertido, pues significa de parte de las naciones latinoamericanas la aceptación del precedente de que ellas pudieran tomar cualquier participación en los asuntos interiores de una nación hermana en colaboración con los Estados Unidos, lo cual no es deseable, tanto por lo que se refiere a las relaciones de las naciones latinoamericanas entre sí, como por entrañar un apoyo moral a cualquiera resolución que en lo futuro pudiera derivarse en estas discusiones”.

Pero faltaba todavía más en la historia de las intervenciones norteamericanas en México en esta etapa de la Revolución. El 9 de marzo de 1916, el general Francisco Villa asaltó la población de Columbus, Nuevo México, cercana a la frontera, para vengarse de los norteamericanos a quienes había dado dinero para comprar armas y que habían faltado a su compromiso. El gobierno norteamericano organizó inmediatamente la “Expedición Punitiva” para castigar al culpable; pero volviendo a violar la soberanía de la nación mexicana, como lo había hecho en Veracruz dos años antes, dizque para castigar a Victoriano Huerta. Para perseguir a Villa se formó un verdadero ejército al mando del general John Pershing, que inició su marcha el 15 de marzo y terminó el 12 de abril ante la población de Parral. Don Venustiano Carranza, al mismo tiempo que trataba de evitar una nueva guerra con los Estados Unidos, le ordenó al general Plutarco Elías Calles, que se hallaba en Agua Prieta, Sonora, el 11 de marzo de 1916, que situara sus tropas en puntos convenientes para impedir la invasión de soldados norteamericanos por ese lado del territorio nacional y que, en caso de declararse la guerra entre los dos países, destruyera las vías férreas que van a la frontera. La misma orden envió al general Manuel M. Diéguez, a Empalme, Sonora; al general Luis Gutiérrez, que se hallaba en Chihuahua, y al general Agustín Millán que se encontraba en Jalapa, a quien le indicaba marchar inmediatamente a Veracruz para rechazar el desembarco de marinos norteamericanos en el caso de que ese hecho ocurriera. En una junta entre representantes del gobierno constitucionalista y del gobierno norteamericano, que se realizó en Ciudad Juárez, del 29 de abril al 11 de mayo de 1916, se trató de arreglar el conflicto; pero no se llegó a ningún acuerdo satisfactorio, porque México exigía que la Expedición Punitiva se retirara sin condiciones. Siguieron después otras reuniones en New London, Atlantic City y Filadelfia. Por fin, el 23 de enero de 1917 se retiró la Expedición Punitiva, después de haber permanecido en México cerca de un año.

De esta larga experiencia en el trato con los Estados Unidos de Norteamérica y otros países poderosos, surgió la política internacional de México, que se basa en dos principios fundamentales: la no intervención en los asuntos domésticos de un país por cualquiera otro, sin su consentimiento, y el derecho de autodeterminación que le asiste a todos los pueblos para organizarse y adoptar el régimen social que más convenga a sus intereses.

El generalísimo José María Morelos en sus “Sentimientos de la Nación o 23 Puntos para la Constitución”, formulados en Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, dice en el número 16: “Que nuestras puertas se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen en el reino por más amigas que sean”… De ahí parte el principio de no intervención, que habrá de ser sostenido sin transacciones a lo largo de nuestra historia.

A veces los defensores del principio de no intervención han escrito páginas que corresponden a la historia universal de las luchas por la libertad de los pueblos, como las que grabara Benito Juárez con su voluntad de acero y su convicción absoluta en el triunfo de México, cuando se hallaba al frente del Estado y después cuando perseguido por los invasores de nuestro país y casi sin séquito, sin más jurisdicción sobre la patria que la humilde carroza en que viajaba o el lecho humilde en el que pasaba la noche. El Archiduque Maximiliano de Habsburgo tan pronto como llegó a México envió una carta a Juárez invitándole a reunirse con él, con el propósito de llegar a un entendimiento aceptable. No tenía idea de lo que era el pueblo mexicano ni de lo que Juárez representaba y de lo que éste valía como hombre. El Presidente le contestó y le dijo entre otras cosas:

Benito Juárez
Benito Juárez

“Ha sido verdaderamente grande mi sorpresa el encontrar en su carta la frase, llamamiento espontáneo, porque yo había visto antes que, cuando los traidores a mi patria se presentaron en comisión por sí mismos en Miramar, ofreciendo a usted la corona de México, con varias cartas de nueve o diez poblaciones de la nación, usted no vio en todo eso más que una farsa ridícula, indigna de ser considerada seriamente por un hombre honrado y decente. Contestó usted a todo esto exigiendo una voluntad libremente manifestada por la nación, y como resultado del sufragio universal: eso era exigir una imposibilidad; pero era una exigencia propia de un hombre honrado. Cómo no he de admirarme viéndole venir a territorio mexicano, sin que se haya adelantado nada respecto a las condiciones impuestas… Imposible me es, señor, atender a su llamamiento: mis ocupaciones nacionales no me lo permiten; pero si en el ejercicio de mis funciones públicas yo debiera aceptar tal intervención, no sería suficiente la fe pública, la palabra y el honor de un agente del Napoleón… Es cierto, señor, que la historia contemporánea registra los nombres de grandes traidores, que han violado sus juramentos y sus promesas; que han faltado a su propio partido y a sus antecedentes y a todo lo que hay de sagrado para el hombre honrado; que en esas traiciones el traidor ha sido guiado por una torpe ambición de mando y un vil deseo de satisfacer sus propias pasiones y aún sus mismos vicios; pero el encargado actualmente de la Presidencia de la República salió de las masas del pueblo, sucumbirá —si en los juicios de la Providencia está destinado a sucumbir— cumpliendo con su juramento, correspondiendo a las esperanzas de la nación que preside, y satisfaciendo las inspiraciones de su conciencia… Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de los bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”.

El 15 de julio de 1867, después de haber sido fusilado Maximiliano en Querétaro, Juárez pronunció la última palabra sobre la intervención extranjera en México, dándole al principio de no intervención el carácter de norma perpetua para la patria: “Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno a la paz”.

Tres revoluciones populares intensas y dramáticas; dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo; varias invasiones militares de su territorio por tropas extranjeras, y un tronco histórico formado por las civilizaciones indígenas y la española del siglo XVI, que dio frutos propios y ricos en todos los órdenes de la vida social y sigue floreciendo de manera inagotable, han formado la personalidad de México. Sin conocer sus raíces, los sacrificios y las luchas tremendas de su pueblo en todas las etapas de su evolución, las ideas avanzadas de cada momento, y sin aprovechar las experiencias positivas y negativas que este doloroso y brillante proceso representa, no es posible llegar a una teoría revolucionaria y a una línea estratégica y táctica revolucionaria para acelerar en nuestro país el advenimiento de la sociedad socialista.

Edades para la historia de la humanidad

Christian Jürgensen Thomsen mostrando la colección del Museo de Copenhague
Christian Jürgensen Thomsen mostrando la colección del Museo de Copenhague

Durante el primer tercio del siglo XIX se formuló la idea, fundamental para la arqueología, que se afana por periodizar, de que el hombre desde su origen hasta los tiempos presentes había transitado por ciertas etapas de desarrollo tecnológico, identificables en sus restos culturales. Esto ocurrió en Dinamarca, y se señaló que estos periodos podían apreciarse en las colecciones materiales del Museo de la Universidad de Copenhague. Primero hubo, se dijo, una Edad de la Piedra, a la que le siguió una Edad del Bronce y posteriormente una del Hierro. A esta idea se le llamó el Sistema de las Tres Edades y fue propuesta por Christian Jurgensen Thomsen al organizar la colección del Museo, alrededor de 1819[1].

La idea de que a una etapa de los metales había antecedido una etapa de la piedra no era nueva. Ya en el siglo XVI Michel Mercatus[2] (1541-1593) había dejado un manuscrito al respecto, que fue editado más de 120 años después, en 1717. En él, Mercatus discute sobre las piedras llamadas Ceraunia que, se consideraba, eran piedras producidas por la acción de los relámpagos, ya sea porque éstos las traían consigo, o porque las producían al golpear la tierra. En este texto Mercatus aventura la idea de que son objetos producidos por el hombre y de que, históricamente, al uso del hierro le había precedido el uso de la piedra para fabricar instrumentos y armas de guerra. Ceraunia, consideraba, no pertenece a una clase natural pues son objetos que fueron hechos artificialmente.

Ceraunia es abundante en Italia, donde es popularmente llamada ‘Sagitta’ (flecha), pues la forma en que está tallada es la de un arma triangular, hecha de sílex, delgada y dura. Se sostienen dos opiniones con relación a esto. La mayoría de los hombres creen que es depositada por los relámpagos. Aquellos que estudian historia piensan que antes del uso del hierro fue tallada a partir de piedras más duras, para ser usada en esa locura que es la guerra. […] Nos sentimos satisfechos sin embargo, si hemos podido mostrar que Ceraunia de esta clase ha sido producida por los antiguos [hombres]. Esto se demuestra por su material y forma, se ve apoyado por su nombre, y se confirma, finalmente, por su uso. Si esto puede ser probado como cierto, entonces Ceraunia no debe ser incluida en la categoría de sustancias idiomórficas, pues podría haber sido hecha artificialmente[3].

La Edad de la Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro

En 1836 Thomsen publicó la primera guía del Museo de Dinamarca, en la que expuso sus ideas sobre las tres épocas en que había transcurrido la vida del hombre[4].

Lo que queremos establecer puede ser considerado sólo como conjeturas que seguramente serán mejor clarificadas, y verificadas o modificadas por las observaciones y el estudio de estos objetos por varios expertos. Para facilitar este estudio, asignaré nombres particulares a los varios periodos cuyos límites sin embargo, no pueden ser definidos con exactitud.

La Edad de Piedra, o el periodo en que armas e instrumentos fueron hechos de piedra, madera, hueso y materiales similares, y en el cual los metales fueron conocidos o muy poco o nada. […]

La Edad de Bronce, en la cual las armas y los utensilios cortantes fueron hechos de cobre o bronce, y en la que el hierro y la plata habían sido o muy poco o nada conocidos. […]

La Edad del Hierro, el tercero y último periodo de los tiempos paganos, en el cual el hierro fue usado por aquellos objetos para los que es particularmente apropiado, por lo que tomó el lugar del bronce para esas cosas […][5].

Estos conceptos contribuyeron a formar una idea general sobre cómo había transcurrido la historia humana y, debido a que no se concentraba particularmente en historias locales, trajo consigo cierta lectura del tiempo humano que posibilitó comprender de una cierta manera la historia de la humanidad: ésta podía entenderse como una sucesión ordenada de distintos estadios de desarrollo tecnológico. La clasificación de los tiestos empezaba a rendir frutos en la interpretación de la historia humana. Por primera vez los estudiosos de los bienes antiguos, curadores de museos, coleccionistas, tenían un modelo contra el cual cotejar el cúmulo de objetos que atesoraban, una propuesta para organizar sus datos. Esta interpretación fue relevante en la historia de la arqueología y marcó, quizá, el inicio de la arqueología moderna, con sus futuros análisis tipológicos: clasificar, organizar, atribuir, se pensó, brindaría elementos para el reconocimiento, el análisis y la distinción de las culturas, tanto en lo espacial como en lo temporal.

Contribuciones de la geología

Recuérdese que en 1833, casi paralelamente a estos eventos, había sido publicado por Charles Lyell el último volumen de la trilogía The Principles of Geology, que tuvo gran influencia en la estructuración del pensamiento geológico y biológico de la época. Lyell había analizado y destacado lo más importante de las ideas de muchos científicos de su época y de épocas anteriores, entre ellos Hutton[6] y había formulado sus propias conclusiones, logrando, con su amplia y fundamentada exposición, que algunos de los principales personajes de la ciencia de su época aceptaran sus planteamientos respecto del largo tiempo de existencia de la Tierra: los estratos de la superficie terrestre se habían formado más bien con lentitud y se debían en gran medida a fenómenos naturales similares a los que se podían apreciar en ese momento y muy rara vez debido a catástrofes. Este replanteamiento de ideas exigía de la Historia Natural una enorme ampliación del tiempo de la vida en la tierra para dar cuenta de las condiciones actuales de la corteza terrestre y de los restos fósiles que en ella se encontraban. Era pues, un tiempo de ideas de la larga historia de la vida de la Tierra y de la vida del ser humano en ella.

Aura Ponce de Léon, diciembre de 2014.


Referencias.

Childe, V. G. (1956/77), Introducción a la Arqueología, Barcelona, Ariel [original: A short Introduction to Archaeology, Londres: Frederik Muller Ltd., trad. de Ma. Eugenia Aubet].

Clarke, D. L. (1968/84), Arqueología Analítica, Barcelona, Bellaterra [original: Analytical Archaeology, Londres, Methuen & Co., revisión de Bob Chapman, trad. de Bellaterra con supervisión de Ma. Eugenia Aubet, Joan Miró i Matller y F. Riera i Doménech].

Daniel, G. (1968), El concepto de prehistoria, Barcelona, Labor [original: 1960, The idea of prehistory, Londres, Watts & Co., trad. de Ramiro Sánchez Sánz].

Heizer, R. (1962), Man´s Discovery of his past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice-Hall.

Lyell, Ch. (1830, 1832, 1833), Principles of Geology, being an Attempt to Explain the Former Changes of the Earth’s Surface, by Reference to Causes now in Operation. London, John Murray, Vols. I (1830), II (1832) y III (1833).

Mercatus, M. (manuscrito siglo XVI/1717/1962), “On Ceraunia Cuneata”, in: Heizer, R, 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp. 63-67.

Mortillet, G. de (1883/1885), Le préhistorique, Antiquité de l’homme, Paris, C. Reinwald.

Thomsen, C. J. (1836/1962), “The Various Periods to which Heathen Relics can be Assigned”, in: Heizer, R., 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp.21-26.


Notas.

[1] Véase la introducción y el capítulo II de Mortillet, 1883/1885; véase también Daniel, 1968, p. 28, y Childe, 1956/77, p. 48).

[2] Mercatus fue un naturalista a cargo, por cierto tiempo, de los jardines botánicos del Vaticano (Clarke, 1968/84: 4). Fue también médico del Papa Clemente VIII. Escribió acerca de diversos temas que por su posición en la sede religiosa tuvo oportunidad de conocer, por ejemplo algunos tipos de objetos de piedra clasificados entonces como Ceraunia cuneata y Ceraunia vulgaris (Heizer, 1962: 62).

[3] Mercatus, manuscrito siglo XVI/1717/1962: 65, 67.

[4] Thomsen, 1836/1962: 21-26.

[5] Íbidem, 21-2.

[6] Lyell, 1830: 60


Imagen de Thomsen albergada en wikipedia.

Parte de este texto proviene del libro Arqueología cognitiva presapiens, de la autora, 2005, México, CEFPSVLT.

El debate entre los marxistas y el partido necesario para los fines inmediatos de la clase trabajadora en México.[1]

El debate entre los marxistas y el partido necesario para los fines inmediatos de la clase trabajadora en México.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]

El Partido Popular, surgido a la vida pública en 1948, tuvo como un antecedente concreto el análisis riguroso de la realidad de México, de acuerdo con el método marxista, que se realizó un año antes, en la Mesa redonda de los marxistas mexicanos, donde se consideró necesaria su creación como instrumento idóneo para la lucha de la clase trabajadora por sus objetivos inmediatos.

En la Mesa Redonda de los marxistas mexicanos se consideró necesario organizar el Partido Popular.
En la Mesa Redonda de los marxistas mexicanos se consideró necesario organizar el Partido Popular.

Como vimos antes, en la citada Mesa redonda, al plantear los objetivos inmediatos de la transformación de México, Lombardo dijo que: 1) La Revolución Mexicana de 1910 no se había propuesto como objetivo inmediato el socialismo, para lo cual indudablemente no existían las premisas necesarias en una sociedad pre-capitalista como era la nuestra, y ni siquiera se daban cuando se realizaba este debate, en 1947. 2) Las fuerzas más avanzadas de la sociedad, por tanto, habían aspirado a destruir la estructura semifeudal y esclavista y desarrollar las fuerzas productivas de la nación, objetivo que seguía siendo vigente para el proletariado, y que además compartían otras fuerzas que, para el momento, se podrían calificar como progresistas. 3) La Revolución además se había propuesto como objetivo medular la emancipación de la nación respecto del imperialismo, que de igual manera se mantenía vigente. 4) Otro propósito fue el establecimiento de un régimen democrático popular, por el cual también había que seguir luchando. Así resumió los objetivos que, de acuerdo con un riguroso análisis marxista, correspondían al desarrollo que habían alcanzado las fuerzas productivas del país en 1910 y que no habían variado cualitativamente 37 años después; objetivos que, en la lucha por alcanzarlos, podían sentar las bases para nuevas transformaciones revolucionarias, rumbo a la sociedad sin propiedad privada de los medios de producción y cambio, la sociedad socialista.

Además, como también vimos antes, otros fines más concretos, planteados por Lombardo en la Mesa redonda de los marxistas mexicanos, serían industrializar al país para romper el desequilibrio que existía entre el desarrollo agrícola y el industrial, y como la fórmula principal para desarrollar las fuerzas productivas. Para el mismo fin habría que orientar el crédito público y privado a propósitos reproductivos y no a finalidades especulativas, como de manera indebida se venía haciendo hasta entonces, incluso en tiempos de un gobierno tan progresista como el de Lázaro Cárdenas. Los objetivos y el programa del proletariado y las fuerzas progresistas de México, ya señalados, se podrían resumir de manera apretada en tres puntos: a) la emancipación económica del país; b) la elevación del nivel de vida del pueblo, y c) la obtención de mejores condiciones democráticas, que vendrían a ser los puntos programáticos fundamentales que enarboló el Partido Popular.

Otros rasgos que debería tener el partido.

Agruparía a las amplias masas de obreros, campesinos, intelectuales y sectores medios de la población, a miles y miles de hombres y mujeres
Agruparía a las amplias masas de obreros, campesinos, intelectuales y sectores medios de la población, a miles y miles de hombres y mujeres

¿Qué otros rasgos deberían caracterizar al partido propuesto en la Mesa redonda y surgido de sus debates? Dado que la clase obrera debería ser la que dirigiera la Revolución Mexicana en lo sucesivo, y ya no capa alguna de la burguesía, porque, como lo precisó Lombardo, se trata de una clase social débil e inconsistente frente al enemigo principal, el imperialismo –aun la que pudiera considerarse como progresista–, y porque, como también lo fundamentó el teórico marxista, sin la dirección del proletariado, los objetivos señalados no podrían alcanzarse, el partido no podría depender del Estado, ni directa ni indirectamente; tendría que ser plenamente independiente del gobierno.

Asumiéndose completamente independiente del gobierno, que se calificaba como un gobierno revolucionario, ¿cómo debería ser la relación del partido con el poder público? Tomando en cuenta que tanto el gobierno como el nuevo partido popular, sin depender ninguno del otro, coincidían sin embargo en postular el programa de la Revolución Mexicana, el partido habría de colaborar con aquél en el desarrollo de dicho programa; sometería los actos del gobierno a examen crítico de manera constructiva; pública y enérgicamente señalaría los errores en que incurrieran el Presidente de la República, los diversos funcionarios o el gobierno en su conjunto, y denunciaría las desviaciones en que incurrieran respecto al citado programa, así como su incumplimiento. El gobierno, por su parte, debería apoyarse en esa fuerza popular organizada y “dar pasos decisivos sin temor a la presión de las fuerzas contrarias ante la debilidad hasta hoy crónica de las fuerzas políticas y sociales del sector revolucionario.”[3]

Por otra parte, puesto que sus objetivos implicaban una transformación profunda de la estructura económica y las superestructuras de México, y dado que tales propósitos sólo podrían alcanzarse por medio de una amplia alianza de fuerzas, ajena a todo sectarismo, tendría que ser un gran frente revolucionario y debería estar integrado no solamente por la clase obrera, sino también por la clase campesina, los ejidatarios, los auténticos pequeños propietarios agrícolas, los peones y aparceros, la clase media: maestros, pequeños comerciantes, profesionistas, intelectuales y burócratas. Su dirección debería ser rigurosamente representativa, formada por exponentes de las clases sociales integradas al partido, en proporción a sus fuerzas.

El programa del partido tendría que corresponder rigurosamente a sus objetivos. De acuerdo con la concepción de Lombardo, en el ámbito nacional, tendría que

“luchar por la emancipación de la nación, por el desarrollo económico del país, por la revolución industrial de México, por la elevación del nivel de vida del pueblo, por el perfeccionamiento de las instituciones democráticas”.

Y por cuanto al panorama internacional, lucharía

“por la conservación de la paz, por la exterminación del fascismo, por la independencia de los países coloniales, por la emancipación de los países semicoloniales, por la política de la Buena Vecindad y por la unidad de la América Latina”.[4]

Además, el partido de nuevo tipo debería nacer de abajo hacia arriba, y no de arriba hacia abajo, como casi todos los que se habían formado en México en los últimos tiempos. Se afiliarían los hombres y mujeres que aceptaran su programa, directa y espontáneamente, no en masa ni obligados o inducidos por autoridades o dirigentes. Los miembros del partido, manejarían directa y democráticamente los órganos del partido en los municipios, los estados y en el plano nacional.

No sería un partido cuya actividad se concretara a los procesos electorales, sino que atendería tareas permanentes, como la educación sistemática y constante del proletariado y de las grandes masas del pueblo. “Formará los nuevos cuadros que requiere este período histórico de la vida de México, y estimulará y promoverá de un modo constante a los nuevos elementos en formación, en cualquier lugar en donde se hallen, en las comunidades agrarias, en los pequeños poblados, en las ciudades, en los centros de cultura.”[5]

El nuevo partido, en las condiciones de 1947, debería ser uno que agrupara a las amplias masas de obreros, campesinos, intelectuales y sectores medios de la población, a miles y miles de hombres y mujeres, “porque frente a los grandes problemas que México tiene que resolver en este período histórico, postular la autosuficiencia del proletariado sería un sectarismo ridículo.” No podría ser un partido marxista “porque ya existe el Partido Comunista Mexicano, y crear otro semejante equivaldría, aunque se diga lo contrario, y aunque se quisiera lo contrario, a inaugurar una lucha infecunda entre partidos marxistas, que podría tener graves repercusiones en la vida política general.[6]

En la Mesa redonda de los marxistas mexicanos se registró un consenso en torno a las proposiciones de Lombardo, puesto que en su seno, aunque hubo discrepancias y apreciaciones diversas sobre los variados que se examinaron –y también coincidencias que dieron pie a futuras acciones conjuntas– no hubo expresión alguna de rechazo al documento central, “Objetivos y táctica de lucha del proletariado y del sector revolucionario de México en la actual etapa de la evolución histórica del país”, presentado por Lombardo, que incluyó la proposición de forjar en Partido Popular con las características señaladas.[7]

[1] Octavo fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”, recién concluida, y que próximamente será publicada por el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] Mesa redonda de los marxistas mexicanos, CEFPSVLT, México. 1982. Pág. 69.

[4] Ibidem

[5] Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] En los debates participaron: Jorge Fernández Anaya, Dionicio Encina, Blas Manrique y Carlos Sánchez Cárdenas, del Partido Comunista Mexicano; Valentín Campa, Manuel Meza Andraca y Hernán Laborde, de Acción Socialista Unificada; Jesús Miranda, Luis Torres, Leopoldo Méndez y José Revueltas, del Grupo “El Insurgente”; David Alfaro Siqueiros, de la Sociedad Francisco Javier Mina –que solicitó participar en la mesa redonda cuando se había instalado y fue aceptada–; Miguel Mejía Fernández, Rodolfo Dorantes y Enrique Ramírez y Ramírez, de la Universidad Obrera; Víctor Manuel Villaseñor, Rafael Carrillo, Narciso Bassols y Juan Manuel Elizondo, como invitados, a título personal, cada uno por separado, y Vicente Lombardo Toledano, el convocante y ponente central.

Conocer a México, requisito para transformarlo.[1]

Conocer a México, requisito para transformarlo.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]

...sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de México, es imposible...
…sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de México, es imposible…

Pero no basta con el conocimiento de la filosofía del proletariado para ser un dirigente político revolucionario capaz de cumplir sus funciones transformadoras de la realidad social en una cualitativamente superior, porque “sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de nuestro país y sin aprovechar las experiencias de su pueblo, es imposible que el partido… pueda tener influencia en la clase obrera y en las grandes masas trabajadoras que constituyen la mayoría de la población”, escribió Vicente Lombardo Toledano[3].

Consecuentemente, dedicó su esfuerzo a ahondar en este conocimiento, armado del método dialéctico que dominó como pocas otras personalidades, y trazó los rasgos medulares de lo que denominó “la personalidad de México”, mismos que sintetizó en estas líneas:

“Tres revoluciones populares intensas y dramáticas; dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo; varias invasiones militares de su territorio por tropas extranjeras, y un tronco histórico formado por las civilizaciones indígenas y la española del siglo XVI, que dio frutos propios y ricos en todos los órdenes de la vida social y sigue floreciendo de manera inagotable, han formado la personalidad de México”.[4]

Respecto a nuestro tronco histórico y su componente indígena, Lombardo explica que al arribo de los europeos, a finales del siglo XV, existían en nuestro territorio numerosas tribus que todavía no eran naciones en el sentido estricto de la palabra. Algunas todavía estaban en la etapa del nomadismo y se dedicaban a la caza la pesca y la recolección, pero otras poseían conocimientos, que aún hoy asombran por el desarrollo que alcanzaron, de disciplinas como la astronomía, la medición del tiempo, con mayor precisión que los europeos de entonces, y medicina herbolaria. También construían obras de riego y practicaban con talento sorprendente la arquitectura, la escultura, la pintura, la orfebrería, la cerámica y la literatura. Gracias a esas habilidades y conocimientos, y a sus portentosas culturas, los conquistadores españoles fracasaron en su intento de borrar su huella, a pesar de que destruyeron sus ciudades, sus palacios y templos, quemaron sus códices y anatematizaron sus creencias religiosas.

...los conquistadores fracasaron en su intento de borrar su huella, a pesar de que destruyeron sus ciudades, sus palacios y templos, quemaron sus códices y anatematizaron sus creencias religiosas...
…los conquistadores fracasaron en su intento de borrar su huella, a pesar de que destruyeron sus ciudades, sus palacios y templos, quemaron sus códices y anatematizaron sus creencias religiosas…

No obstante todo eso, los pueblos indígenas imprimieron su impronta sobre las expresiones de la civilización mediterránea que trasplantaron los europeos, por lo que aquí, en nuestro territorio, esas expresiones se mexicanizaron.

Por eso, escribe Lombardo, “El mestizaje fue el signo del país desde el siglo XVI, lo mismo en la sicología del pueblo nuevo que surgía de la unión de españoles e indígenas, que en las costumbres, en las artes plásticas, en la literatura y en la música.”[5] Es decir, debido a la riqueza de las culturas indígenas emergió una nueva cultura, una cultura mestiza, que es la que distingue a México respecto de otros pueblos del mundo.

Además del surgimiento de una cultura nueva, rica y vigorosa, el mestizaje incidió en cuanto a que el nuestro no fuera un país de inmigrantes, y también aportó otro rasgo singular:

“Fue la raza propia, la mestiza, la que creció y la que hoy constituye nuestro pueblo. Por eso cada mexicano, aún el que tiene ascendientes europeos, está arraigado profundamente a la historia colectiva a la que pertenece, y se siente dueño de su país con un sentido de propiedad más importante que el jurídico. El derecho de autodeterminación es congénito al pueblo mexicano”.[6]

Cuando se refiere a la primera de las “tres revoluciones populares” que Lombardo estima que contribuyeron poderosamente a forjar la

...la revolución de independencia, encabezada por...  Hidalgo...
…la revolución de independencia, encabezada por… Hidalgo…

personalidad de México, habla de la revolución de independencia, encabezada por Miguel Hidalgo, y en su momento, por José María Morelos, que fueron sus figuras más prominentes. En su opinión, a esa lucha no la motivó el anhelo de liberación política, solamente, sino también y sobre todo el hecho de que las fuerzas productivas materiales, a pesar de su lento desarrollo, habían entrado en contradicción con las relaciones de producción existentes que trababan el ulterior desenvolvimiento de la economía. “La revolución ha estallado porque el régimen colonial ha paralizado la vida del país con sus monopolios materiales y políticos…”.[7]

Además, considera que hubo la influencia del pensamiento liberal más avanzado de la época en los dirigentes de la revolución de independencia, puesto que Hidalgo y varios otros de sus capitanes leyeron las obras de Voltaire, Rousseau y Montesquieu, entre otros,  “encontrando en ellos la confirmación teórica plena de los ideales surgidos en México por razones exclusivamente mexicanas”.[8]

La segunda de esas tres revoluciones populares intensas y dramáticas, fue la de la Reforma, cuya principal figura fue Benito Juárez: “el movimiento de los liberales mexicanos contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia Católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio en el interior del país y en el campo internacional…”[9] Esta revolución fue necesaria porque, como él afirma, “los insurgentes habían logrado la independencia política de México; pero no la emancipación de su pueblo respecto del régimen colonial… [por eso] fue

La segunda gran revolución popular fue la de la Reforma...
La segunda gran revolución popular fue la de la Reforma…

menester una nueva revolución que acabara con la estructura económica de más de tres siglos…”[10]

Y la tercera revolución fue la que estalló en 1910 y es ampliamente conocida con el nombre de Revolución Mexicana, a la que nos referiremos en un fragmento posterior.

Cuando Lombardo menciona como otro de los elementos determinantes de la personalidad de México las “dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo”, es evidente que se refiere a la que el gobierno estadounidense impuso a nuestro país y cuyo desenlace fue el despojo de más de la mitad del territorio nacional, en 1847. Esa acción de filibusterismo, por sus consecuencias sico-sociales, Lombardo la juzga “el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista”.[11]

Y se refiere también a la que Carlos Luis Napoleón Bonaparte, Napoleón III, apodado “el pequeño”, impuso a México en 1862:

“La guerra de 1847 y la de 1862, que ningún otro pueblo del Continente Americano ha sufrido en su propio hogar en parecida forma, constituyen, por su carácter, por la movilización de las fuerzas sociales que produjeron, por los principios que levantaron y por sus resultados, uno de los factores principales de la personalidad inconfundible de México”.[12]

De acuerdo con la ideas de Vicente Lombardo Toledano, ¿por qué otras razones es necesario que todo luchador revolucionario mexicano estudie y conozca la realidad nacional con profundidad? Porque, en opinión del destacado pensador marxista y dirigente político revolucionario:

“Sin conocer sus raíces, los sacrificios y las luchas tremendas de su pueblo en todas las etapas de su evolución, las ideas positivas y negativas que este doloroso y brillante proceso representa, no es posible llegar a una teoría revolucionaria y a una línea estratégica y táctica revolucionaria para acelerar en nuestro país el advenimiento de la sociedad socialista”.[13]

[1] Tercer fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”, recién concluida.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] Lombardo,La personalidad de México”, en ¿Moscú o Pekín?, La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975, pág. 81.

[4] Op cit., pág. 103.

[5] Op cit, pág. 82.

[6] Op cit., pág. 83.

[7] Vicente Lombardo Toledano, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO. Noviembre-diciembre de 1947. Primera edición, 1947, Universidad Obrera de México. Segunda edición facsimilar, 2010, CEFPSVLT. Pág. 12.

[8] Op cit., pág. 13.

[9] Op cit., pág. 16.

[10] Ibidem.

[11] Lombardo, La personalidad de México”, en Moscú o Pekín, pág. 87.

[12] Op cit., pág. 89.

[13] Op. Cit., pág. 103.

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