Antecedentes del conflicto universitario de 1933

Antecedentes del conflicto universitario de 1933*

Por Emilio García Bonilla

Entre los meses de septiembre y octubre de 1933 se vivió un periodo álgido para los universitarios del país, como el punto culminante de las discusiones que desde unos años antes se realizaban sobre el carácter que habría de tener la educación superior en nuestro país. El Congreso de Universitarios Mexicanos que se celebró del 7 al 14 de septiembre enfrentó directamente a dos posiciones ideológicas contrarias, teniendo consecuencias inmediatas en el seno de las universidades, llegando incluso a la violencia física.

La polémica entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano que comenzó en el mencionado congreso y continuó en las páginas de El Universal hasta abril de 1935 sigue siendo una de las discusiones filosóficas más notables del pasado siglo en la historia de nuestro país por la calidad de sus argumentos y la personalidad de sus exponentes, pero además por la resonancia pública que tuvo y que permeó en diferentes estratos sociales por estar en juego la orientación de la política educativa de la Revolución Mexicana.[1]

Antecedentes

Como uno de los antecedentes inmediatos al conflicto universitario de 1933 debemos mencionar el movimiento estudiantil que llevó al decreto de la ley de autonomía universitaria en 1929, como la respuesta gubernamental a la huelga de mayo de aquel año en la que participaron principalmente los estudiantes de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de la Escuela de Medicina y de la Escuela Nacional Preparatoria.

La autonomía limitada concedida por el gobierno de Emilio Portes Gil a la Universidad Nacional fue una solución parcial a la inquietud de los estudiantes por tener una mayor injerencia en los asuntos universitarios y más aún, por tener una participación directa en la vida política del país. Con la autonomía se pretendía sustraer a la universidad de las disputas políticas, pero también se aislaba a la comunidad universitaria de las transformaciones sociales consecuencia del proceso revolucionario y le negaba su papel como potencial agente de esos cambios. Los estudiantes tendrían que dedicarse exclusivamente a las cuestiones universitarias pero el gobierno federal mantendría su derecho a intervenir en algunas cuestiones, incluso el Presidente de la República podría ejercer su derecho al veto en algunas resoluciones del Consejo Universitario y presentar una terna para el nombramiento de rector.[2]

A pesar de que la Universidad Nacional se convirtió después de la Revolución en un refugio para los viejos intelectuales porfiristas al haberse mantenido intactas sus estructuras, a principios de la década de los treinta un sector del profesorado sostenía la necesidad de que la universidad debía dejar atrás su pasado elitista y transformarse en una institución al servicio del pueblo y en particular de las clases trabajadoras, contando estas ideas con un fuerte apoyo entre las masas estudiantiles.

Vicente Lombardo ToledanoUna de las cabezas visibles de ese grupo de catedráticos era Vicente Lombardo Toledano, quien en enero de 1933 había sido designado por el Consejo Universitario como director de la Escuela Nacional Preparatoria. Además, como líder sindical, Lombardo hizo partícipes de esta discusión a las organizaciones obreras y campesinas. Cabe recordar que la primera vez que públicamente se discutió la necesidad de una orientación en la educación después de la Revolución fue en el seno del movimiento obrero, en la VI Convención de la CROM celebrada en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1924. Ahí Lombardo Toledano presentó la ponencia titulada “El problema de la educación en México” en la que sostenía que el problema educativo mexicano era la ausencia de “un programa que defina el propósito, la orientación, la política (en el estricto sentido científico del término) de las escuelas mexicanas”.[3]

A partir de 1921 se llevaron a cabo diferentes ediciones del Congreso Nacional de Estudiantes, siendo el décimo de ellos realizado en el puerto de Veracruz, la antesala del Congreso de Universitarios Mexicanos. Además en marzo de 1931 se realizó el Congreso Internacional de Universitarios en Montevideo, Uruguay, celebrándose su segunda edición en San José, Costa Rica en 1933, donde también se realizó el Congreso Iberoamericano de Estudiantes a mediados del mismo año.

En todas esas reuniones fue tomando fuerza la idea de dotar a la educación superior de una orientación ideológica acorde a la realidad social, que le diera sentido a la formación de los futuros profesionistas, articulándolos a las transformaciones sociales. La teoría y el método filosófico en cuestión era el materialismo dialéctico derivado del marxismo.

Como secretario de educación del comité central de la CROM, Lombardo consiguió que el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda, auspiciara en Xalapa el primer Congreso Pedagógico Nacional a mediados de 1932, llegando a las siguientes conclusiones:

Se deberá fortalecer en los educandos el concepto materialista del mundo, Preparar a las comunidades para que tomen participación activa en la explotación socializada de la riqueza en provecho de las clases trabajadoras. Combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para matar la iniciativa individual. Orientar la enseñanza de los primeros grados hacia una mejor distribución de la riqueza combatiendo por todos los medios el sistema capitalista imperante. Creación de escuelas nocturnas para obreros con finalidades de orientación y táctica en la lucha de clases.[4]

En contraparte a esa concepción de la educación, se encontraba el grupo tradicionalista que veía a la enseñanza como la simple enunciación de conocimientos para “satisfacer el ego de la erudición” y que consideraban a la escuela como un elemento que “debería permanecer alejado de la problemática social, en donde cada maestro enseñe según su criterio, nivel cultural, doctrina o interés, y por otro lado, cada alumno tome lo que considere necesario para él”, además la comunidad escolar debería permanecer al margen de cualquier identificación de clase y consagrarse exclusivamente al cultivo de las ciencias y las artes.[5] Lo anterior, ocasionaba que los estudiantes egresaran de las escuelas “sin ideales y sin preocupaciones profundas por la existencia”.[6]

16073-21792-1-PBEstos temas estaban a discusión tanto en la opinión pública como en la clase política mexicana y entre los profesores y estudiantes universitarios cuando tuvo lugar primero el Décimo Congreso Nacional de Estudiantes y unos días después el Congreso de Universitarios Mexicanos.

Décimo Congreso Nacional de Estudiantes

El Décimo Congreso Nacional de Estudiantes concluyó el 3 de septiembre, haciendo eco la prensa del voto de confianza que los estudiantes acordaron hacer llegar al rector de la Universidad Nacional, Roberto Medellín, así como de la decisión de enviar delegaciones estudiantiles al Congreso de Universitarios Mexicanos que se reuniría en la Ciudad de México[7] con el objetivo de “unificar en todo el país la enseñanza superior”.[8]

Sobre el Congreso Nacional de Estudiantes se dijo que había sido “una manifestación hacia el ideal socialista y la aplicación de ese principio en los sistemas gubernamentales”,[9] su resolución número cuatro decía:

[Considerando] que la suprema forma de liberación de las clases trabajadoras es la supresión de la sociedad dividida en clases, el congreso resuelve: Que la universidad y los centros de cultura superior del país formen hombres que contribuyan, de acuerdo a su preparación profesional y a la capacidad que implican los grados universitarios que obtengan, al advenimiento de una sociedad socialista.[10]

También se informó que en el acto de clausura Vicente Lombardo Toledano había pronunciado “una larga y brillante peroración, que le fue aplaudida por la nutrida concurrencia”[11]. En su discurso, Lombardo señaló que todo régimen social “para permanecer en el tiempo y en el espacio” ha contado con un sistema educativo basado en “un conjunto de principios que sirvan de sustento al régimen fundamental de la vida colectiva”, y si en México se estaba hablando de revolución y de cambios en la estructura del país, había la necesidad de unificar los programas de estudio con “un sistema que obligue al alumno a que tenga la convicción profunda de que el México socialista de mañana, como un rincón del mundo socialista del futuro, ha de surgir claro y vivo en la conciencia de los hombres cultos del país, como una consecuencia natural de su propia observación de los hechos”[12]

Los resolutivos del Décimo Congreso Nacional de Estudiantes generaron opiniones encontradas. Por un lado, en el diario Mundo, Antonio Salinas Puente señaló que se había desarrollado “dentro de un ambiente de camaradería bajo el honrado techo de una casa de los obreros [estibadores]” y sus conclusiones eran “un ejemplo para la juventud”, destacando el compromiso para intensificar la cultura, considerándola “como un medio, como un instrumento para conseguir un México mejor. Esto es: orientación socialista de la juventud”[13]. En contraparte, El Universal en su sección editorial quiso hacer notar que en los congresos de estudiantes, “la ilusión y el entusiasmo juveniles, por inteligentes y generosos que sean, están siempre a punto de derrumbarse al embate incontrastable de la realidad inmediata”, porque por muy trascendentales que fueran sus conclusiones, estas “nunca serán decisivas para normar los actos del grupo dirigente”, por lo que debían de limitarse a tratar aquellos problemas que se relacionaran con su vida estudiantil.[14]

En el siguiente artículo me referiré al Primer Congreso de Universitarios Mexicanos y las repercusiones que tuvo en la prensa nacional.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano coeditó la polémica completa, incluyendo la primera parte en El Universal de septiembre y octubre de 1933 y la polémica entre Antonio Caso y Francisco Zamora (diciembre de 1933 a marzo de 1934), con prólogos a cada etapa de la polémica de Juan Hernández Luna: Idealismo vs Materialismo. Polémicas filosóficas: Caso-Lombardo, Caso-Zamora y Caso-Lombardo, México, Masonería filosófica de Michoacán-CFPSVLT-Asociación Francisco J. Múgica, 2008, 298p.

[2] Renate Marsiske, “El movimiento estudiantil de 1929 y la autonomía de la Universidad Nacional de México”, en Revista de la Educación Superior, Publicación trimestral de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Vol. XI (4), No. 44, octubre-diciembre de 1982.

[3] VLT, “El problema de la Educación en México”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo I, Vol. 2., México, CEFPSVLT, 1994: pp. 119-143.

[4] Citado por VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, pp. 18-19.

[5] “La Universidad de Guadalajara conmemora los 90 años del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano”, en Raíces Universitarias, Periódico mural de la Universidad de Guadalajara. No. 12, mayo de 1984.

[6][6] Rosa María Otero y Gama, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, pp. 29-30.

[7] El Nacional, 3 de septiembre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[8] El Universal, 3 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[10] Citado por VLT en “Prólogo” [1963], op. cit: pp. 19.20.

[11] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[12] VLT, “Clausura del X Congreso Nacional de Estudiantes en Veracruz”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Suplemento. México, CEFPSVLT, 2001, pp.118, 127.

[13] Antonio Salinas Puente, “El Balance del X Congreso de Estudiantes” en Mundo, 6 de septiembre de 1933, en AHUNAM. Versales en el original, no cursivas.

[14] “Sección Editorial. Desorientación de los Congresos Estudiantiles”, El Universal, 5 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

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