Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Por Emilio García Bonilla

Vinculación con los trabajadores organizados

Lombardo continuó en el cargo con el voto de confianza de la Academia de Profesores y Alumnos para continuar con la organización de la institución. La vinculación de la Escuela Central de Artes Plásticas con trabajadores organizados se afianzó, a tal grado que delegaciones de estudiantes intercambiaron opiniones y conocimientos con miembros de sindicatos a través del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios.

Vicente Lombardo Toledano
Vicente Lombardo Toledano

Así, en septiembre, cuatro alumnos viajaron a Orizaba invitados por la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos, participando en diferentes actos culturales en los que presentaron conferencias con diversos temas relacionados con salud pública, nacionalismo, el papel de los jóvenes en la sociedad y su relación con los trabajadores. Al agradecer a Vicente Lombardo Toledano, el secretario general de la Confederación Sindicalista expresó que “Ojalá que siempre se les siga inculcando [a los estudiantes] el deber que tienen de acercarse a las clases trabajadoras tanto del campo como de la ciudad, para poder apreciar las necesidades de los mismos y distinguir cuáles son los factores que contribuyen al engrandecimiento de la Patria, y cuáles son los elementos que están traicionando a la misma como el mal llamado Partido Nacional Revolucionario, que lo ha estado demostrando con sus hechos”.[1]

La misma brigada de estudiantes universitarios se dirigió al puerto de Veracruz, donde presentaron los mismos temas, por lo que las autoridades municipales expresaron sus deseos para que los estudiantes continuaran con esa labor “para que en un futuro no muy lejano, México pueda ser una Patria grande y logremos obtener lo que los verdaderos revolucionarios creemos que se debe hacer para lograr nuestro gran ideal, consistente en reivindicar al pueblo de México”.[2]

De la misma forma, un grupo de universitarios visitaron la zona de Atlixco dándose cuenta de los problemas que enfrentaban los trabajadores.[3] El 30 de octubre, Vicente Lombardo Toledano sustentó en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria una conferencia con el tema “El sentido humanista de la Revolución Mexicana”, el secretario general del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios, felicitó a Lombardo agradeciendo además su colaboración con ese organismo en su labor social y cultural vinculando a los estudiantes con los trabajadores:

Quiero asegurar a usted, maestro, que con esta nueva actuación de usted en favor de la depuración de nuestros más caros valores espirituales, ha reafirmado usted el viejo prestigio ya fincado en el cerebro y en el corazón de todos los estudiantes universitarios que han aquilatado las virtudes altísimas que usted posee y que ha exhibido en su triunfal carrera magisterial.[4]

Esa misma organización estudiantil remitió a Lombardo la convocatoria del Concurso de Teatro Socialista para Campesinos, Obreros y Niños, solicitando que la difundiera a través de los órganos de la CROM y entre aquellos compañeros que escribieran.[5] Además, presentaron el proyecto para fundar la “Casa del Pueblo”, que sería un “nudo coordinador de todas las tendencias proletarias”, y que estaría conformada por una procuraduría de pueblos, un bufete para obreros, consultorio médico, biblioteca, estación radiodifusora, un club infantil, una escuela de líderes, y un salón de conferencias y cine.[6]

Emiliano Zapata
Emiliano Zapata

Al menos tres monumentos se comenzaron a realizar estando Lombardo al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas: uno dedicado a Emiliano Zapata en Cuernavaca que, por acuerdo de la academia mixta, quedó a cargo de Ignacio Asúnsolo y Manuel Castillo Negrete.[7] Para conmemorar la huelga de Rio Blanco en 1907, se emitió una convocatoria firmada por la Cámara del Trabajo de Orizaba y la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, dirigida a alumnos y profesores de artes plásticas para que presentaran una maqueta de monumento que conmemorara ese episodio y, “al mismo tiempo, el ideal del movimiento obrero”, el proyecto ganador sería erigido en la ciudad de Orizaba. En la misma convocatoria se invitaba a presentar bocetos sobre el mismo tema, a fin de que el ganador pintara al óleo en grandes dimensiones un lienzo que se colocaría en el salón de sesiones de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal. Las organizaciones sindicales otorgarían como estímulo una cantidad de dinero a los ganadores de ambos concursos.[8]

Un nuevo Plan de Estudios

En diciembre de 1931, la reestructuración de la Escuela Central de Artes Plásticas a cargo de Vicente Lombardo Toledano fue culminada con la publicación de un nuevo plan de estudios, contemplándose además la organización interna de la institución y la creación de una sociedad cooperativa con los alumnos de la misma para la producción y venta de las obras que realizaran.[9] En la exposición de motivos se destacaba que la institución no se proponía la formación de artistas, sino la enseñanza de un programa mínimo de conocimientos para ejercer el oficio de obrero de las artes plásticas.[10]

En el nuevo plan de estudios se diferenciaban dos modalidades de estudios: una de seis años, relativa al aprendizaje de técnicas de pintura, escultura, grabado y artes del libro, cuyo requisito para ingresar era haber cursado la enseñanza primaria superior; y otra de dos años, cuyos únicos requisitos eran saber leer y escribir y conocer las cuatro operaciones básicas de la aritmética, y que estaba dirigida a los trabajadores de las industrias ya organizadas con la finalidad de formar obreros calificados a través de la enseñanza de oficios artísticos y contribuir a la “depuración del gusto estético de las masas y de la sociedad en general”. Esta última modalidad establecía los siguientes cursos artístico-industriales: ebanistería, orfebrería, tallado en madera, tallado en piedra, vitrales, fotografía, cinematografía, forja, fundición, litografía y grabado.[11] Mediante estos cursos se pretendía hacer más accesible el conocimiento a los trabajadores, dentro del ideal de la democratización de la Universidad y el aumento de su influencia social.[12]

Se destacó que los talleres de la escuela serían comunes para todos los alumnos, funcionando como un solo gran taller, procurando que el trabajo artístico fuera colectivo para que profesores y alumnos integraran “un verdadero cuerpo nacional de producción estética”. En su régimen interno, la escuela sería considerada como un centro de trabajo, “que impone responsabilidades concretas, lo mismo a los maestros que a los alumnos”; y las enseñanzas teóricas, además de reforzar las capacidades técnicas, darían a los estudiantes “un mínimo de cultura general que les permita valorar seriamente la función social que les impone su oficio”.[13]

Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.
Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.

Se estableció que anualmente, durante las vacaciones, grupos de alumnos y profesores acudirían a distintas poblaciones del país para exponer parte de la producción artística de la institución, así como informar sobre la importancia de las artes plásticas en la sociedad. La orientación del nuevo plan de estudios era clara cuando se declararon abolidos “los concursos que tengan por objeto presentar proyectos sobre obras imaginarias o irrealizables, así como todos los que tengan como fin la decoración o el adorno de edificios, de interiores o de lugares públicos que desempeñen una función contraria a las necesidades de las masas de trabajadores o a los principios de renovación material y espiritual del pueblo mexicano”.[14]

A principios de 1932, Lombardo rindió ante la comisión permanente del Consejo Universitario un informe acerca de su labor al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas, destacando la superación de rivalidades que impedían el trabajo organizado de la institución. Refirió que al asumir el cargo había sólo 47 alumnos regulares, y durante su gestión la matrícula creció a 600 al abrir la escuela a los trabajadores. Se le dio un carácter práctico a los estudios, adoptando además una nueva forma de expresión y de orientación estética, con una vinculación directa con la sociedad y los centros de trabajo. Además, se hicieron mejoras al edificio de la escuela. Lombardo Toledano consideró terminada su misión y solicitó al Consejo Universitario que aceptara su separación definitiva del cargo.[15]


[1] Carta a VLT de José Ponce y Luís Torres, secretario general y secretario del interior, respectivamente, de la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Orizaba, Veracruz, 25 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[2] Carta de la Junta de Administración Civil de Veracruz a Antolín Piña Soria, secretario general del Centro de Acción Social de Estudiantes Universitarios, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[3] Informe presentado por la Comisión Nacionalista y Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, 28 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[4] Carta de Antolín Piña Soria a VLT, 31 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[5] Carta a VLT de Mauricio Magdaleno, secretario general del Centro Acción Social de Estudiantes Universitarios, 15 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[6] Antolín Piña Soria, “Proyecto para la fundación de la Casa del Pueblo”, 20 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[7] Carta a VLT de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, 27 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Cartas de VLT al Secretario general de la Cámara del Trabajo de Orizaba y al secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, y Convocatoria a los dos concursos, 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173. La convocatoria se publicó en la revista CROM del 1° de noviembre de 1930.

[9] VLT, “Bases constitutivas de la sociedad cooperativa de los talleres”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 16-27.

[10] VLT, “Plan de estudios de la Escuela Central de Artes Plásticas”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 1-15.

[11] Ibid.: pp. 1-2, 6.

[12] VLT, “¿Cuál debe ser el fin de la Universidad? ¿El fomento de la educación popular o la creación de un grupo superior de intelectuales?”, en revista CROM, 15 de octubre de 1930; en Obra Histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 379-380.

[13] VLT, “Plan de estudios…”, op. cit.: p. 2.

[14] Ibid.: pp. 7-8.

[15] “Renuncia como director de la Escuela de Artes Plásticas”, nota periodística publicada en la revista CROM, México, 15 de febrero de 1932. En VLT, Obra Histórica-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 51-52.

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

A mediados de mayo de 1930, Diego Rivera renunció a su cargo como director de la Escuela Central de Artes Plásticas de la Universidad Nacional. El Consejo Universitario, al mismo tiempo que aceptó la renuncia del destacado muralista, acordó designar a Vicente Lombardo Toledano como director interino de dicha institución.[1] ¿Qué implicaciones tuvo la presencia de Lombardo al frente de la principal escuela de artes plásticas de nuestro país entre mayo de 1930 y enero de 1932?

Academia de San Carlos
Academia de San Carlos

El 20 de mayo de 1930, Lombardo Toledano tomó posesión en su nueva responsabilidad. Comunicó al rector que de inmediato había realizado un recorrido por las instalaciones de la escuela, la antigua Academia de San Carlos, pudiendo comprobar el estado de ruina y abandono en que se hallaba el inmueble, siendo un ambiente tan hostil para los estudiantes que preferían permanecer en los corredores y en el patio y no en los talleres. En vista del urgente acondicionamiento material del edificio, propuso al director de la Facultad de Arquitectura integrar una comisión con profesores y alumnos de ambas escuelas para que formulara las reparaciones necesarias.[2]

La estrecha relación de Vicente Lombardo Toledano con los trabajadores agrupados en la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) dio lugar a una extensa carta que le dirigió el comité ejecutivo de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, en la cual señalaban que, en vista de su reciente nombramiento, podían dirigirse “con confianza a uno de nuestros propios elementos con la seguridad de contar por anticipado con su cooperación –confianza que no tenía la clase trabajadora que representamos con las anteriores autoridades del establecimiento”. El motivo de la misiva era poner a consideración de los profesores y alumnos de la Facultad de Arquitectura y de la Escuela Central de Artes Plásticas el problema del alojamiento de los trabajadores en la Ciudad de México.[3]

En su comunicación, los dirigentes obreros expresaron que el auge económico que experimentaba la Ciudad de México no había beneficiado a los trabajadores, quienes vivían en pocilgas de vecindades antihigiénicas, donde además se hacía evidente la crisis moral de los hogares mexicanos. Por lo que proponían a las mencionadas escuelas su colaboración para la construcción de una ciudad obrera con un carácter social y estético que dignificara la vida de los trabajadores, lo anterior considerando “la tendencia de la Universidad Nacional Autónoma de servir a las masas, que hemos acogido como una promesa de beneficios reales inmediatos y futuros”, ya que en la máxima casa de estudios concurrían “los elementos más capacitados del país por su cultura y su preparación profesional”.[4]

Lombardo Toledano solicitó la opinión del rector Ignacio García Téllez, agregando que “el estudio del problema que plantea la organización a la que pertenezco” había sido “acogido con entusiasmo” por profesores y alumnos,[5] y esperaba el mismo interés de parte de los de la Facultad de Arquitectura.[6] Con la finalidad de realizar un estudio que sustentara el proyecto, Lombardo consultó a diferentes organizaciones sindicales de la región industrial de Puebla para conocer el número de trabajadores en una fábrica determinada, cuántos tenían una vivienda propia y cuántos carecían de ella, si la fábrica proporcionaba o no habitaciones a los trabajadores, la cantidad que pagaban de renta y la correspondencia porcentual según su salario.[7]

Tamayo
Rufino Tamayo

Como director interino, Lombardo Toledano se encargó de reorganizar la Academia Mixta de Profesores y Alumnos, pudiéndole informar al rector que el 16 de junio de 1930 había quedado legalmente instalada.[8] En la primera sesión en la cual, entre otros puntos, se trató la “Iniciativa del Director Interino, sobre el servicio social que pueden realizar la Escuela y la Facultad de Arquitectura, organizando y dirigiendo la construcción y la decoración de casas para los trabajadores del Distrito Federal.”[9] Una vez instalada la academia, el siguiente paso para restablecer la normalidad en la escuela era que ese mismo órgano propusiera al Consejo Universitario una terna para la designación de director.[10] Mientras tanto, Vicente Lombardo Toledano continuaría en el cargo.

En las siguientes semanas, el Sindicato de Pintores y Escultores del Distrito Federal, comunicó al rector de la Universidad que Rufino Tamayo había sido expulsado de ese organismo “por indigno de pertenecer a él”. El también profesor de pintura en la Escuela Central de Artes Plásticas había incumplido el compromiso de realizar un mural en el edificio del Sindicato de Panaderos, saboteando, además, “el entusiasmo de los otros compañeros comisionados para este trabajo”, pero sobre todo, Tamayo fue expulsado por su criterio anti-sindical y por oponerse al postulado El arte al servicio del proletariado, en la lucha por su emancipación, “ya que como partidario del ‘arte puro’ que convierte al artista en un individuo neutro y pasivo, aconseja a sus alumnos que no pinten temas proletarios”.[11]

El nervio del mundo

A principios de agosto, se inauguró el taller de cinematografía en la Escuela Central de Artes Plásticas, estando a cargo del profesor Emilio Amero, a quien se dirigió Lombardo Toledano para proponerle que realizara una película con la temática y características que detalló. Llevaría el título de El nervio del mundo y su finalidad sería demostrar plásticamente y de un modo sintético que “el trabajo es la única fuente de la riqueza” y que “la capacidad creadora es el rasgo distintivo del hombre”.[12]

Para conseguir los objetivos de la película, Lombardo propuso que se hicieran tomas de diferentes actividades laborales a lo largo del país, aconsejando además a quiénes se debía recurrir en cada caso para conseguir los permisos correspondientes. Clasificando al trabajo en manual e intelectual, en el primer rubro se mostrarían escenas de diferentes tipos de industrias: extractiva, agrícola, manufacturera, del transporte y comercial. Como aspectos del trabajo intelectual se realizarían tomas del trabajo técnico aplicado a las industrias antes mencionadas, así como del trabajo docente en diferentes niveles y el trabajo del artista.[13]

Dentro del filme se incluiría el siguiente texto:

El hombre se distingue del resto de los individuos de la escala zoológica, por su facultad creadora. El trabajo es la única fuente de la riqueza económica y el único medio de elevación moral e intelectual del hombre. El que no trabaja produciendo bienes materiales o espirituales, vive a expensas de los demás, es un parásito que la sociedad no puede permitir y a quien la legislación de todos los países llegará a privar de todo derecho.[14]

FábricaLa película terminaría con la proyección de un gran desfile obrero, “imponente por su número, procurando dar la impresión de grandes masas humanas que marchan sin detenerse”, representando al trabajo en triunfo. Para lo cual, Lombardo recomendó filmar una manifestación que se realizaría en Orizaba “en apoyo de la acción nacionalista que el C. Presidente de la República desarrollará, frente a la política del imperialismo económico de los Estados Unidos”, y en la que desfilarían alrededor de 25 mil trabajadores.[15]

El argumento cinematográfico de El nervio del mundo, escrito por Vicente Lombardo Toledano, hasta ahora inédito y desconocido, se suma al guión para la película Ha caído una estrella, de 1936, como dos muestras de la importancia que en su tiempo Lombardo concedió al cine como medio para transmitir conocimientos y concientizar a las clases trabajadoras. Lamentablemente, ambos proyectos quedaron sin concretarse.

Relacionado con la cinematografía, en 1930 se introdujo a nuestro país el uso del “vitáfono” en la transición del cine silente al cine sonoro, correspondiendo a Vicente Lombardo Toledano encabezar la comisión encargada de supervisar las primeras pruebas en la proyección de películas habladas en inglés y emitir su opinión al respecto a petición del rector de la Universidad.[16]

Ratificación en el cargo

A mediados de agosto, Lombardo Toledano recibió un oficio del Consejo Universitario en el cual se le pedía que solicitara a la Academia de Profesores y Alumnos de la escuela a su cargo la proposición de la terna para la designación de director definitivo.[17] Una vez que Lombardo recibió esa comunicación y convocó a la academia, manifestó al rector que daba por concluida su responsabilidad como director interino, por lo que rendiría un informe del trabajo realizado durante los tres meses que estuvo al frente de dicha institución.[18]

Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas
Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas

El rector García Téllez reconoció la labor de Lombardo y el empeño que demostró en la responsabilidad que se le confió, por lo que le expresó sus agradecimientos y le solicitó que hiciera la entrega del plantel al profesor Eduardo Solares, a quien en su carácter de decano de la escuela le correspondía asumir provisionalmente la dirección en tanto se pronunciara el Consejo Universitario.[19] En respuesta a la solicitud de una terna para designar al director definitivo, Solares informó que la academia acordó dar un voto de confianza a Vicente Lombardo Toledano “por sus méritos personales y por la brillante labor que ha desarrollado al frente de la Escuela”, haciendo “repetir por tres veces seguidas su nombre para que figure en la terna que debe elevarse a la consideración del Consejo Universitario”.[20]

Además de ejercer el cargo de director de la Escuela Central de Artes Plásticas, Lombardo siguió impartiendo clases en la Escuela Nacional Preparatoria y en las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Comercio y Administración, además de colaborar con el Instituto de Investigaciones Sociales, recién fundado en ese mismo año de 1930 y cuyo primer director fue Luís Chico Goerne.[21]


[1] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a Diego Rivera, 17 de mayo de 1930; en Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Universidad Nacional, ramo Rectoría, caja 31, exp. 398 (en adelante AHUNAM), folio 120. Carta de José López Lira a Vicente Lombardo Toledano (VLT), 17 de mayo de 1930, en AHUNAM, folio 119.

[2] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 20 de mayo de 1930, en AHUNAM, folios 62-63.

[3] Carta a VLT firmada por Reynaldo Cervantes Torres y Ricardo Treviño, secretario general y secretario del interior respectivamente, del comité central de la CROM, 28 de mayo de 1930. Transcrita al rector de la Universidad Nacional Autónoma, 1° de junio de 1930. En AHUNAM, folios 80-84.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Carta de VLT al director de la Facultad de Arquitectura, 1° de junio de 1930, en AHUNAM, fojas 85-89.

[7] Cartas a VLT del Sindicato de Obreros “Mártires de Chicago” de la fábrica La Constancia, del Sindicato de la fábrica La Economía, del Sindicato de Obreras y Obreros de la fábrica La Unión, del Sindicato de Obreros “Francisco Ferrer Guardia” de la fábrica El Patriotismo, del Sindicato de Obreros de la fábrica El Carmen, Sindicato de la fábrica Beneficencia, Sindicato de “Obreros Perseverantes” de la fábrica El León, Sindicato de Obreros Revolucionarios de Metepec, Sindicato Emancipación de Obreros Textiles y similares de la fábrica La Concepción, Sindicato de Obreros “Mártires del 22 de agosto” de la fábrica La María, 23, 24 y 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 17 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 107.

[9] Orden del día de la sesión inaugural de la Academia de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 16 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 108.

[10] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 20 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 106.

[11] Carta del comité ejecutivo del Sindicato de Pintores y Escultores a Ignacio García Téllez, 5 de julio de 1930, en AHUNAM, folio 99.

[12] Carta de VLT a Emilio Amero, 7 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 100-104.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Carta de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, a VLT, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[17] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 11 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 105.

[18] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 14 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 123.

[19] Carta de Ignacio García Téllez a VLT, 15 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 122-122v.

[20] Carta de Eduardo Solares a Ignacio García Téllez, 16 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 117-118. Acta de la sesión de la Academia Mixta de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 19 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 114-116.

[21] Telegrama de Luís Chico Goerne a VLT, 6 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

LA CONCEPCIÓN EDUCATIVA DE VICENTE LOMBARDO TOLEDANO

La concepción educativa de Vicente Lombardo Toledano.

Por: Raúl Gutiérrez Lombardo.

El 28 de febrero del año de 1946, como reconocimiento a sus esfuerzos en defensa de la patria, en contra de sus enemigos del interior y del exterior, por ser y haber sido por ese motivo el mexicano más calumniado por los órganos de la prensa representativos de la regresión social y política del país, y por creer necesario estimular a quienes se signifiquen por su valor civil arrostrando las diatribas y las calumnias sólo por servir a la más noble de las causas posibles, los intelectuales —filósofos, artistas, técnicos y profesionales de todas las ramas del saber— más representativos de la cultura nacional tales como Alfonso Reyes, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Efraín Huerta, Martín Luis Guzmán, Eulalia Guzmán, Carlos Chávez, Leopoldo Méndez y muchos otros, deciden otorgar a Vicente Lombardo Toledano la “Condecoración del Combatiente”. Esta manifestación de solidaridad para el intelectual revolucionario y para el dirigente político, al considerarlo acreedor al título de haber sido el ciudadano de México más calumniado, ilustra varias cosas, pero ante todo el hecho de que la imagen que se puede crear de un hombre al manipular la información que sobre sus actividades y su acontecer se tiene, puede ser muy disímbola y no corresponder necesariamente a la realidad.

Es un hecho que Lombardo Toledano fue un hombre polémico, pero es totalmente distinto polemizar sobre puntos de vista divergentes, con los cuales puede uno estar o no de acuerdo, que utilizar la polémica para tergiversar la información que existe sobre la vida y la obra de un hombre.

Se ha dicho mucho acerca de lo que dijo Lombardo Toledano, pero pocas veces se ha analizado en qué circunstancias lo dijo para que, sobre esa base, se pueda comprender por qué lo dijo.

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, 1933. Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

Una de estas grandes falacias que se han manejado, a propósito de la figura de Lombardo Toledano, es la referente a su concepción educativa, concretamente la que se refiere al problema que se suscitó a raíz de las resoluciones del Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933, en donde se dijo que Lombardo Toledano quería instaurar en la Universidad Nacional Autónoma de México al marxismo como credo filosófico, atentando y coartando la libertad de cátedra y de investigación.

Los objetivos de esta plática serán dos: por un lado, demostrar que esa imagen creada es inexacta y, por otro, explicar, basado de preferencia, en sus propias declaraciones, cuál era la concepción educativa de Lombardo Toledano y de qué manera se relaciona con su praxis política.

Para empezar, quiero señalar que Lombardo Toledano tenía diversas concepciones educativas, y esto lo afirmo porque resulta obvio que no es lo mismo hablar de su concepción ideológica, entendiendo a la educación como elemento de acción política, que de su concepción pedagógica, entendiendo a la educación como elemento de capacitación práctica y teórica, o de su concepción educativa en el terreno de la cultura, entendiendo a la educación como proceso de conformación de una conciencia en el educando acerca de la cultura universal y nacional.

A este respecto, es necesario tomar en consideración, con todo lo que este juicio implica, que Vicente Lombardo Toledano fue de una dualidad excepcional, pues fue al mismo tiempo un trabajador intelectual y un hombre de acción, un pensador que habitaba las cumbres más altas del conocimiento y un activo luchador por la transformación social, que consagró su vida a la formación de la conciencia de los trabajadores y a la construcción de un proyecto de lucha política.

Al penetrar un poco en la vida de Lombardo Toledano, se advierte que no solamente las características del momento histórico en que vive van a determinar esta vocación educativa y política, sino, por las influencias que recibiera de sus maestros, porque, y esto también hay que aclararlo, Antonio Caso no fue el único maestro que tuvo, ya que en su proceso formativo se conjugan tres pensamientos: el filosófico de Antonio Caso, el ideológico de Pedro Henríquez Ureña y el metodológico de Agustín Aragón.

Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 - Buenos Aires, 1946).
Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 – Buenos Aires, 1946).

En la época en que Lombardo Toledano ingresó a la Universidad era la época en que el grupo de intelectuales más avanzados del país había formado una agrupación independiente del régimen, cuyos miembros emprendieron la crítica al positivismo mexicano que en aquel entonces conformaba el cuerpo de la filosofía oficial y era el sostén ideológico del porfirismo, el grupo denominado “Ateneo de la Juventud”, que con el tiempo se transformaría en el “Ateneo de México”. Este grupo contaba entre sus más importantes fundadores a Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Alberto J. Pani, Alfonso Pruneda, Martín Luis Guzmán, Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña. Los últimos dos, Caso y Henríquez Ureña, junto con el último de los grandes representantes del positivismo mexicano, Agustín Aragón, constituyeron la influencia más importante en la formación intelectual de Lombardo Toledano. De don Antonio Caso, decía:

Fue para mí y sigue siendo en el recuerdo y en mi afecto personal el maestro por antonomasia, primero en el bachillerato, más tarde en la Escuela de Jurisprudencia y, simultáneamente, en mis estudios de filosofía en la Escuela de Altos Estudios. Orador brillante, expositor magistral y hombre de gran simpatía, el maestro Caso formaba nuestras ideas en las principales ramas del saber, casi sin darse cuenta de las consecuencias que la filosofía idealista-espiritualista que preconizaba habrían de tener en la vida nuestra en cuanto dejáramos las aulas.

En lo que se refiere a Pedro Henríquez Ureña, Lombardo lo caracterizaba como “más que un estupendo profesor de literatura, como un humanista moderno, con una cultura excepcional, que vivía atento a nuestra formación intelectual, provocando interés en nosotros por el contacto con las fuentes principales de la cultura y por el desarrollo y las perspectivas del conocimiento”.

Y en lo que toca a Agustín Aragón, Lombardo relata que, “por su parte, lo que el ingeniero Agustín Aragón me enseñó principalmente, fue el amor a la ciencia como espina dorsal del conocimiento”.

Esta influencia de sus maestros lo impulsa, durante sus años de estudiante universitario, a fundar junto con Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca, la “Sociedad de Conferencias y Conciertos” —que se conocerá en el medio universitario con el nombre de “Grupo de los Siete Sabios” y más tarde como la “Generación del 15”— para canalizar su interés por los problemas de la cultura y de la educación nacional.

Fragmento del mural “La marcha de la libertad”, realizado por Diego Rivera.

El Ateneo de México tuvo entre sus iniciativas más importantes la de formar la Universidad Popular, destinada a difundir la cultura entre la gran masa de trabajadores mexicanos. Durante la fase armada de la Revolución Mexicana, la Universidad Popular cerró sus puertas, pero es reabierta hacia el final de la lucha armada y el rector Alfonso Pruneda invita al entonces aún estudiante Vicente Lombardo Toledano a hacerse cargo de su dirección. Este será el primer contacto de Lombardo Toledano con los trabajadores mexicanos de los cuales ya no se separaría. “Fue entonces cuando comprendí, comenta, toda la profundidad del drama social de México”.

Desde esta primera etapa de su vida profesional se manifiestan en Vicente Lombardo Toledano las dos características de su personalidad, que a partir de ese momento y hasta su muerte habrían de resultar inseparables: su vocación de maestro y su práctica política al servicio de la clase trabajadora.

Apenas acababa yo de terminar los estudios de derecho y filosofía —escribe Lombardo Toledano— cuando el positivismo de don Agustín Aragón, el espiritualismo de don Antonio Caso y el humanismo de Pedro Henríquez Ureña, entraron en conflicto en lo más profundo de mi conciencia, porque mientras fui, como ocurre a todos los estudiantes, un receptor de ideas, no advertía la incongruencia entre las enseñanzas recibidas pero, cuando terminé mis estudios y me incorporaba plenamente a las inquietudes del pueblo y particularmente a la lucha de la clase obrera de mi país, empecé a analizar críticamente el patrimonio intelectual de que disponía y pasé a una etapa nueva de mi existencia, caracterizada por el análisis crítico de las ideas y por una afición redoblada de ampliar mis conocimientos y darle unidad a mi pensamiento filosófico.

Este interés lo va a llevar, una vez nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria, en marzo de 1922, por acuerdo entre el entonces rector de la Universidad, Antonio Caso, y el Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, a cambiar radicalmente su organización y proponer nuevos programas de estudio. Es ilustrativo el hecho de que para comenzar, abrió a oposición todas las cátedras. De esta manera, ingresaron como profesores a la Escuela Nacional Preparatoria los intelectuales más valiosos de su tiempo. Lombardo Toledano puso tanto énfasis en su tarea de reorganización que, para no perder tiempo, decidió irse a vivir junto con su esposa al edificio de la preparatoria, tal como lo había hecho años atrás su fundador Gabino Barreda.

A partir de este momento empieza a formular las ideas fundamentales que para él deberían ser las directrices de la educación nacional, que consistían, básicamente, en la necesidad de emprender un gran esfuerzo por alfabetizar y enseñar el español a la masa de la población mexicana, con objeto de crear los rudimentos de una conciencia nacional. Comprendía con gran claridad el problema que representaba para la formación de dicha conciencia nacional la existencia de enormes diferencias étnicas y lingüísticas entre la población indígena de México, por lo que propuso que la enseñanza primaria se llevara a cabo, al menos en lo que respecta a los tres primeros años, en las lenguas indígenas respectivas de cada región del país. Estas ideas están expresadas en su obra El problema de la educación en México escrita en el año de 1924.

Karl Marx
Karl Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883).

En 1925 tendría lugar un acontecimiento que iba a influir decisivamente en la vida y en las ideas del maestro. En ese año, durante un viaje a Nueva York con motivo de un Congreso Internacional de Ciudades al que asistió, tuvo oportunidad de visitar las librerías de aquella ciudad y por primera vez tiene acceso a las obras de Marx y Engels. Estas obras las empieza a recibir posteriormente por correo y comienza así su estudio sistemático, las cuales habrían de ocuparle por el resto de su vida en el proceso de su utilización como herramienta de análisis de la sociedad.

Pero es importante resaltar, que una vez incorporada en su pensamiento la filosofía del materialismo dialéctico, su concepción educativa se consolida, pero mantiene la idea rectora de la necesidad inminente para el país de crear una sólida conciencia nacional y una pedagogía propia. A partir de aquí, en pocos años se empiezan a conformar en el pensamiento de Lombardo Toledano sus tesis educativas.

Estas tesis se pueden agrupar en tres bloques, siguiendo la consideración hecha inicialmente: en primer lugar, las relativas a la cultura, tanto universal como nacional, en segundo lugar, las relativas al sistema educativo nacional; y, por último, las relativas a los problemas generales de la educación del pueblo mexicano y en particular de la clase obrera.

Estos tres grandes bloques representan, a mi juicio, los criterios más certeros para ordenar y sistematizar la obra educativa de Lombardo Toledano y poder así iniciar un análisis detallado de las ideas contenidas. En la fase actual del estudio de la obra educativa de Lombardo Toledano que se está realizando en el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, se ha llegado a la con- formación de un proyecto de investigación que pretende seguir como objetivos el estudio de tres grandes líneas del pensamiento de Lombardo Toledano; podríamos decir que son las tres ideas directrices que constituyen el núcleo de su concepción educativa y pedagógica. Estas tres grandes ideas son:

1) La idea de que mientras no exista un medio de comunicación común entre todos los mexicanos, constituido éste por un idioma común, difícilmente puede pensarse en una reforma integral a la educación y difícilmente puede pensarse en la posibilidad de crear una conciencia nacional, por lo cual se presenta como imperiosa la necesidad de castellanizar a la nación, conservando al mismo tiempo las diversas lenguas indígenas y culturas.

Esto no quiere decir que se trate de una política de incorporación de los núcleos indígenas a la civilización occidental, pues para Lombardo Toledano eso no era sino una forma de encubrir una política de exterminación de los núcleos indígenas y con ello de todas sus tradiciones culturales, sino de conformar lo que él llamaba una cultura nacional propia del pueblo mexicano, fruto de su realidad histórica y social.

2) La idea de que las condiciones económicas, políticas y sociales en que se encontraba el país al comienzo de la década de los años treinta reclamaban de un modo imperioso la completa reconstrucción económica de la sociedad, y para ello era absolutamente indispensable dar un impulso decisivo a la industrialización del país.

Para llevar a cabo dicha tarea, el país requería de técnicos capacitados, mismos que no existían, por lo que, la tarea de crear escuelas con esa orientación adquiría una prioridad absoluta y por lo tanto, la necesidad de una planificación global del proyecto de nación y con ello de la educación. Paralelamente a la reestructuración del aparato productivo, se hacía necesaria la reestructuración completa del sistema de educación, nacional en el sentido de una vinculación total entre la escuela y la producción económica, acorde con las necesidades del país.

3) La idea que se refiere a la educación y la escuela con re- lación al sistema social en que ésta se encuentra inmersa.

Al proponer la necesidad de vincular indisolublemente la escuela al aparato productivo, se plantea la pregunta por el papel social e ideológico que la escuela debe jugar en la transformación revolucionaria de la sociedad. En este punto, el pensamiento de Lombardo Toledano lucha en dos frentes: por un lado, propiamente el de la polémica, y por el otro, el de la acción directa. A su vez, la polémica es doble, pues por un lado nos encontramos con la polémica y la lucha frente a la reacción y el clero político, que han intentado durante todo el periodo de la historia de México que va desde la Reforma hasta nuestros días, rescatar el control total o parcial de la educación, controlando la enseñanza privada o intentando influir en la orientación de la educación nacional, para tener la posibilidad de intervenir en el curso futuro de la nación a través de la conciencia popular; y por otro lado, tenemos la polémica con los que llamaba “la izquierda delirante”, construida principalmente por los militantes comunistas de los llamados “ortodoxos”, principalmente de orientación troskista, que han sostenido siempre la imposibilidad de una escuela orientada a la transformación socialista de la sociedad mexicana mientras exista un régimen capitalista de producción.

universidad obreraLombardo Toledano pensaba que la escuela, fruto de un estado determinado de la sociedad, no sólo sirve para justificar el régimen histórico dentro del cual se ha producido, sino también, poseyendo una orientación definida, para preparar la conciencia popular con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad. Siempre estuvo convencido de que la escuela debía jugar un papel importante en la lucha por la construcción de una nueva sociedad. Eso explica la razón por la cual fundó y dirigió la Universidad Obrera de México; eso también explica su decidido impulso para la creación del Instituto Politécnico Nacional; o su atención por los problemas de la Escuela Normal y la orientación y preparación de los maestros; o su marcado interés por la publicación de todo tipo de instrumentos de educación para el pueblo.

En suma, podríamos adelantar, a manera de síntesis preliminar, que la concepción educativa de Lombardo Toledano se conforma en tres planos: en primer término, la educación como cultura, en donde sostiene (véase la polémica del congreso de 1933) que: la cultura es un simple instrumento del hombre, no es, por consiguiente, una finalidad en sí. No hay régimen histórico que no haya tenido a su servicio una manera de pensar la vida, una serie de juicios que tratan, en primer término, de hacer que perseveren, de hacer que se mantengan las instituciones que caracterizan a ese régimen histórico Por lo mismo, si entendemos que la cultura es un medio, si aceptamos que los valores culturales no son todos iguales, si creemos que en la época moderna más que en ninguna otra no se pueden entender los problemas sociales sino tomando como eje, como base de explicación el fenómeno económico, entonces, para ser consecuentes con nuestra creencia científica, tendremos que admitir que los otros valores de la cultura están íntimamente vinculados al valor económico.

En segundo término, la educación como pedagogía, en donde maneja la idea de crear una nueva pedagogía, una nueva manera de entender la enseñanza con el consiguiente establecimiento de los institutos y colegios superiores para lograrlo; por ello, el deber de dar a la educación una orientación definida. A este respecto decía:

Lo que sucede es que durante el último siglo de esta gran etapa de nuestra evolución histórica se ha creído que las escuelas han sido neutrales frente a los problemas sociales, frente a los problemas humanos y realmente no ha habido tal neutralidad; le hemos estado sirviendo inconscientemente o conscientemente, de modo explícito o implícito, al régimen que ha prevalecido en el país durante mucho tiempo. Y esta afirmación no la hago para nuestro país, sino para todos los países del mundo.

No se trata de poner a los alumnos en la posibilidad de elegir, se trata de formarles un criterio, y no se puede formar un criterio sin saber en qué consiste ese criterio. ¿Y qué es la enseñanza? No es una simple transmisión de conocimientos y, aún en el caso de transmisión de conocimientos, se opina al transmitirlos. Entonces allí, en la transmisión de conocimientos, en esa labor que puede parecer mecánica, ya se hizo un juicio, ya se está orientando.

A propósito de la enseñanza, decía que ésta debía basarse en un concepto científico de la verdad para hacer frente a los dogmas:

Afirmar una opinión, el sustentar un credo, el tener un criterio, no significa tenerlo para la eternidad; en esto, justamente, nos diferenciamos de los dogmas de carácter religioso. Los dogmas religiosos, los credos religiosos, son dogmas y credos hechos para siempre; en cambio, nuestra creencia científica de hoy nosotros mismos nos encargaremos de corregirla mañana; indudablemente que adoptaríamos una postura anticientífica si dijéramos que la verdad ya está hecha, pues nos pareceríamos en esto a los creyentes. La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. NO. Nosotros creemos que las verdades son contingentes; y precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Nosotros, los que no creemos que el móvil de la vida es el móvil religioso; los que creemos que la verdad se construye diariamente, a través de la historia, tenemos que afirmar con el mayor énfasis que todo ideal es fruto de la evolución histórica.

Y volviendo a lo que decíamos al principio sobre la libertad de cátedra y de investigación, sostiene:

Vicente Lombardo Toledano.
Vicente Lombardo Toledano (Teziutlán, Puebla, 16 de julio de 1894 – Ciudad de México, 16 de noviembre de 1968).

Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro, entonces la libertad humana tiene límites, y el límite principal para la libertad de cátedra no es decir las cosas si no pueden sustentarse desde el punto de vista científico; queremos lo de adelante, por lo menos lo de hoy, no lo de ayer, no existe, pues, contradicción, no hay incongruencia. ¿Qué importa que un bachiller orientado ya —nótese que siempre se refiere al bachillerato— vaya a escuchar todas las teorías políticas y científicas? No importa tampoco que un estudiante que trabaja en el laboratorio de biología, ya orientado, pueda descubrir mañana con sus propios ojos, si vale el término mediante los aparatos científicos, que su creencia de ayer es hoy errónea, mejor, eso quiere decir que la cultura irá de acuerdo con el tiempo y que la verdad será cada vez mejor y más limpia. No debemos creer que la verdad ya se formó, hay que formarla, transmitiéndola, ampliándola, enseñándola, diciendo en qué consiste.

Libertad de cátedra sí, pero no libertad para opinar a favor de lo que fue el pasado y menos aún en contra de las verdades presentes, en otros términos, libertad de cátedra sí, pero libertad para opinar de acuerdo con las realidades que vivimos y de acuerdo con la verdad futura, si es que alguien puede para facilidad suya y para provecho de la cultura mexicana adelantarse a las verdades de hoy.

Finalmente, la educación como instrumento de concientización política. En una conferencia que dio en la Universidad Autónoma de Puebla, en el año de 1962, sostiene que

No hay educación al margen de la vida real en ninguno de sus grados ni la puede haber. Y es menester no olvidar este hecho, que se comprueba con recordar simplemente los diversos momentos del desarrollo histórico para poder valorar lo que significan las universidades en nuestro tiempo y país.

En otra conferencia que dictó ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, en 1934, había dicho:

Educar significa formar hombres de acuerdo con las necesidades de la sociedad humana. La educación es un producto histórico también, como la moral y el derecho; ha sido el producto de un régimen en provecho de la clase social que detenta los instrumentos de la producción económica. No hay educación universal ni la ha habido; no ha habido ni hay escuelas alejadas de la política, de las ideas predominantes en un periodo de la evolución histórica y formadas por la clase que gobierna. La escuela ha sido y será siempre un medio de formación de hombres, de acuerdo con el tipo de hombres que la clase social dominante necesita para poderse perpetuar a través del tiempo. Pero ha servido y sirve también para dar carácter a las revoluciones de la clase explotada La educación es un instrumento de orden político para beneficio de una clase social. La única forma de que la educación deje de ser un factor de explotación más de la clase asalariada, es ponerla al servicio de la causa del proletariado.

En el trabajo “La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana”, que presentó en la “Conferencia Nacional de Educación”, en 1939, en nombre de la CTM, expuso:

La escuela nunca ha estado desligada del Estado. La oposición no es la repulsa al proyecto del Ejecutivo; la oposición es a la propia carta política de la República Mexicana, porque el argumento principal de la oposición, consistente en afirmar que la educación no debe tener una orientación política es un argumento falso. Nunca, ni en nuestro país ni en ningún otro, ha habido un sistema educativo que no obedezca a un propósito claro y definido del Estado respecto de la orientación de la conciencia nacional.

La Revolución Mexicana, que trata de transformar al ejido en la fuente de producción de la economía nacional, para crear una economía popular, necesariamente converge en la escuela socialista. Una escuela que por encima de los intereses individuales proclama los derechos de la colectividad; que forma mentalidades libres a salvo de dogmas, fanatismos y prejuicios; que combate la plutocracia y el imperialismo; que se pone de parte de los débiles y los oprimidos para forjar una patria para todos. Nadie puede detener el proceso de la historia; nadie puede detener la creación de nuevos conceptos de la vida y del mundo; nadie puede detener la eficacia de las ideas-fuerza que están construyendo un mundo nuevo en medio de las ruinas de un mundo ya caduco. La Confederación de Trabajadores de México desea y espera, en consecuencia, que haciendo honor a la conciencia de responsabilidad que distingue por ventura a los maestros de México, a los maestros de la Revolución, esta Conferencia Nacional de Educación contribuya poderosamente a construir, sobre las bases de la ciencia verdadera, un nuevo país. De esta suerte, no sólo habrá de justificar el maestro mexicano su paso por las aulas, sino también su paso por la historia de la patria.

Pensamos, pues, que a partir de esta primera caracterización de la obra educativa de Vicente Lombardo Toledano es posible iniciar un estudio serio, riguroso y sistematizado, con objeto de conocer y entender mejor su rico pensamiento educativo y el impacto que ha tenido en la cultura de México.

BIBLIOGRAFÍA

Calderón Vega, L. Los Siete Sabios de México. Ed. Jus. 2a Edición, México, 1972, p. 71-74.

Lombardo, V. El problema de la educación en México. Ed. Cultura, México, 1924.

Lombardo V. Origen, carácter y misión política de la educación. Conferencia ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, Puebla. 1934.

Lombardo V. La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana, e n CTM 1936-1941. Talleres Tipográficos Modelo, México, 1941.

Lombardo, V. La educación universitaria en México, Conferencia dictada en la Universidad Autónoma de Puebla, 1962.

Lombardo, V., Caso, A. Idealismo vs. materialismo dialéctico. Ed. VLT, 3a Edición, México, 1975, p. 37-40.

Wilkie, J., E. de Wilkie. Vicente Lombardo Toledano, teórico y militante marxista (entrevista).Ediciones del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 1969, p. 237.

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos*

Por Emilio García Bonilla

A mediados de 1933 la Universidad Nacional Autónoma y la Confederación Nacional de Estudiantes emitieron la convocatoria al Congreso de Universitarios Mexicanos atendiendo la propuesta del IX Congreso Nacional estudiantil que se celebró en Toluca en 1932. El comité organizador quedó presidido por el rector Roberto Medellín, siendo representada la Universidad Nacional por Julio Jiménez Rueda y Vicente Lombardo Toledano, y los estudiantes por Luís Martínez Mezquida y Manuel Boneta. El Congreso tocaría cuatro rubros generales: a) Cuestiones administrativas y docentes, b) Orientación técnica, c) Relaciones escolares, y d) La importancia social de la universidad en el mundo actual. Las universidades estatales enviarían a sus respectivos representantes como delegados y lo mismo harían las federaciones estudiantiles locales, quedando a consideración de los organizadores la invitación de colaboradores con derecho a voz, pero no a voto.[1]

Entre las consideraciones que justificaban la realización del congreso se decía: “Que ha llegado el momento de que los centros de cultura de la República hagan una labor de acercamiento espiritual entre todos sus componentes para dar una orientación a la enseñanza universitaria que esté más en consonancia con el momento actual que vivimos”, por lo que entre los temas que se tratarían estaba el “estudio de la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”, además de la “uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas”.[2]

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos se inauguró el 7 de septiembre en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria con la presencia del general Abelardo Rodríguez, quien fue distinguido como presidente honorario por el comité organizador que además designó a Narciso Bassols, secretario de Educación Pública y a Antonio Caso, ex rector de la Universidad Nacional, como miembros honorarios. Fueron acreditadas delegaciones de 21 entidades del país. Se anunció que el acto inaugural consistiría en una alocución de Guillermo G. Ibarra, presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes, “y dos discursos, uno a cargo del rector de la Universidad de Guadalajara, doctor Enrique Díaz de León, representando a las delegaciones de los estados, y otro del señor rector de la Universidad de México, químico Roberto Medellín”, quedando a cargo de la Facultad de Música, la parte artística del programa.[3]

La inauguración del congreso había servido, según se dijo en La Prensa, “para iniciar una fluencia de conceptos” a fin de reconsiderar la imagen pública de la universidad a partir de su función en la sociedad, porque incluso era vista con desconfianza por funcionarios del gobierno, generando en la población cierta “hostilidad como enderezada a una clase de privilegio”. Al respecto, el rector Medellín consideró que “la universidad debe ser el organismo superior de orientación en la posición ideológica que la revolución debe asumir”,[4] para que dejara de ser vista como “semillero de espíritus retrógrados y fábrica de profesionales que se mantienen ajenos a los dolores y a las angustias del pueblo, encasillados en su egoísmo y su conveniencia”.[5]

Llamaron la atención desde un inicio las discusiones dentro de la segunda comisión del congreso, encargada de resolver la orientación ideológica que se le daría a la educación superior en nuestro país. Esa comisión quedó presidida por Vicente Lombardo Toledano, integrándola además Luís Sánchez Pontón, Genaro Ángeles y por Jalisco el doctor Ramón Córdoba, profesor Alberto Terán y pedagogo Saúl Rodiles, quienes defendieron una posición que los llevó, según el diario El Jalisciense a aprobar “los lineamientos principales, que fijan normas completamente izquierdistas para los métodos, programas, doctrinas y textos que se aprueben para el futuro de la vida de nuestras universidades.”[6] La segunda comisión también abordó el tema de la creación de bachilleratos especiales en concordancia con las escuelas y facultades universitarias, avanzando además en la uniformidad de los estudios preparatorios en el país con el establecimiento de normas generales en ese rubro.[7]

Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara
Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara

Los acuerdos tomados en las comisiones serían presentados en la sesión plenaria para que, en su caso, fueran aprobadas por la totalidad de los delegados del congreso, aunque se pronosticaron debates muy interesantes debido a las opiniones divididas, especialmente ante el dilema de considerar a la universidad mexicana sólo como un laboratorio de alta cultura o si debía “tomar parte en la revolución social que conmueve nuestro tiempo”.[8]

Al respecto, el rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Díaz de León, ya había declarado que “la universidad debe ser izquierdista, haciendo para ello una selección rigurosa de catedráticos y trazando una ideología que responda a esa aspiración”.[9] Esto fue considerado como una “amenaza imposicionista” que tenía como propósito, según la prensa reaccionaria, “la propaganda de un radicalismo comunista, copiado, como siempre, del bolchevique ruso, a fin de estimular el proceso revolucionario, agitando a las multitudes desde las cátedras universitarias”, lo que incluso se consideraba subversivo porque “si bien es verdad que en México el Estado se inclina hacia el socialismo, siempre ha desechado los extremos comunistas, persiguiéndolos, en ocasiones como delictuosos”.[10] Para el autor de la nota, iba a ser necesario reformar el artículo tercero constitucional para permitir que la universidad tuviera una orientación ideológica, pues esta iba en contra del laicismo, entendido como “neutralidad”.[11]

La comisión presidida por Lombardo Toledano presentó sus conclusiones, adoptando la ponencia presentada a nombre de la Universidad Nacional en la que se destacaba que:

“Las universidades y los institutos de carácter universitario del país, tienen el deber de orientar el pensamiento de la nación mexicana,” siendo la orientación de sus cátedras e investigaciones tendiente “a la sustitución del régimen capitalista por un sistema que socialice los instrumentos y los medios de la producción económica”. En este sentido, se determinó que “la historia se enseñará como la evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna, y la ética como una valoración de la vida que señale como norma de la conducta individual el esfuerzo constante dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres”.[12]

Asimismo se dijo que las instituciones de educación superior contribuirían “al estudio de nuestro régimen de gobierno; con el propósito de iniciar ante el Estado la organización de sistemas, de instituciones o de procedimientos que mejoren las condiciones económicas y culturales de las masas, hasta la consecución de un régimen apoyado en la justicia social”. Además, se consideró importante que “para lograr la formación de verdaderos investigadores y de técnicos de capacidad superior, deberá proveerse en forma vitalicia a las necesidades económicas de los elementos de cualidades de excepción, para que estos dediquen desde que sean estudiantes, con tranquilidad de espíritu y con entusiasmo, sus energías a la investigación científica”.[13]

En una sesión plenaria con el carácter de permanente que se celebró el 13 de septiembre, fueron presentadas las ponencias y conclusiones de las comisiones primera, segunda y tercera, quedando aprobadas “las conclusiones relacionadas con la uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas, los reglamentos de ingreso a las facultades y escuelas universitarias, así como la ponencia de la Universidad Nacional Autónoma sobre la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”.[14] Sin embargo, esta última fue objeto de un acre debate al día siguiente, antes de ser clausurado el congreso debido a que Antonio Caso envió una nota al rector Medellín diciendo estar en desacuerdo con la postura de los integrantes de la segunda comisión, por lo que fue invitado a exponer sus juicios al respecto.[15]

En el siguiente artículo abordaré el debate entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano dentro del Congreso de Universitarios Mexicanos y sus repercusiones en la prensa.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] “Convocatoria para el Congreso de Universitarios Mexicanos”, en Revista Universidad de México, Tomo VI, No. 31 y 32, Mayo-Junio de 1933. Información Oficial, pp.: 125-126. Archivo Histórico de la UNAM.

[2] Idem.

[3] “Inaugurará hoy el señor Presidente el Congreso Universitario Mexicano. Veintiuna delegaciones asistirán a esa asamblea, en la que estarán representadas las universidades del país”, en Excélsior, 7 de septiembre de 1933, Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[4] La Prensa, 8 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[5] Excélsior, 9 de septiembre de 1933. Citado por Héctor Ramírez Cuellar en Lombardo. Un Hombre de México, México, El Nacional, 1992, p. 54.

[6] “Los trabajos desarrollados ayer por el primer Congreso de las Universidades del país”, El Jalisciense, 9 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[7] “Se trata de unificar la enseñanza universitaria”, El Universal, 10 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[8] “La Universidad debe tener injerencia en la Revolución Social”, Excélsior, y Nota en La Nación, Veracruz, 11 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] Idem.

[10] “Al margen del Congreso de Universitarios”, Excélsior, 12 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[11] Idem.

[12] “Posición ideológica de la Universidad y programa de labores”, Excélsior, 13 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[13] Idem.

[14] “Clausura del Congreso de los Universitarios”, El Universal, 14 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[15] VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, p. 22.

Antecedentes del conflicto universitario de 1933

Antecedentes del conflicto universitario de 1933*

Por Emilio García Bonilla

Entre los meses de septiembre y octubre de 1933 se vivió un periodo álgido para los universitarios del país, como el punto culminante de las discusiones que desde unos años antes se realizaban sobre el carácter que habría de tener la educación superior en nuestro país. El Congreso de Universitarios Mexicanos que se celebró del 7 al 14 de septiembre enfrentó directamente a dos posiciones ideológicas contrarias, teniendo consecuencias inmediatas en el seno de las universidades, llegando incluso a la violencia física.

La polémica entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano que comenzó en el mencionado congreso y continuó en las páginas de El Universal hasta abril de 1935 sigue siendo una de las discusiones filosóficas más notables del pasado siglo en la historia de nuestro país por la calidad de sus argumentos y la personalidad de sus exponentes, pero además por la resonancia pública que tuvo y que permeó en diferentes estratos sociales por estar en juego la orientación de la política educativa de la Revolución Mexicana.[1]

Antecedentes

Como uno de los antecedentes inmediatos al conflicto universitario de 1933 debemos mencionar el movimiento estudiantil que llevó al decreto de la ley de autonomía universitaria en 1929, como la respuesta gubernamental a la huelga de mayo de aquel año en la que participaron principalmente los estudiantes de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de la Escuela de Medicina y de la Escuela Nacional Preparatoria.

La autonomía limitada concedida por el gobierno de Emilio Portes Gil a la Universidad Nacional fue una solución parcial a la inquietud de los estudiantes por tener una mayor injerencia en los asuntos universitarios y más aún, por tener una participación directa en la vida política del país. Con la autonomía se pretendía sustraer a la universidad de las disputas políticas, pero también se aislaba a la comunidad universitaria de las transformaciones sociales consecuencia del proceso revolucionario y le negaba su papel como potencial agente de esos cambios. Los estudiantes tendrían que dedicarse exclusivamente a las cuestiones universitarias pero el gobierno federal mantendría su derecho a intervenir en algunas cuestiones, incluso el Presidente de la República podría ejercer su derecho al veto en algunas resoluciones del Consejo Universitario y presentar una terna para el nombramiento de rector.[2]

A pesar de que la Universidad Nacional se convirtió después de la Revolución en un refugio para los viejos intelectuales porfiristas al haberse mantenido intactas sus estructuras, a principios de la década de los treinta un sector del profesorado sostenía la necesidad de que la universidad debía dejar atrás su pasado elitista y transformarse en una institución al servicio del pueblo y en particular de las clases trabajadoras, contando estas ideas con un fuerte apoyo entre las masas estudiantiles.

Vicente Lombardo ToledanoUna de las cabezas visibles de ese grupo de catedráticos era Vicente Lombardo Toledano, quien en enero de 1933 había sido designado por el Consejo Universitario como director de la Escuela Nacional Preparatoria. Además, como líder sindical, Lombardo hizo partícipes de esta discusión a las organizaciones obreras y campesinas. Cabe recordar que la primera vez que públicamente se discutió la necesidad de una orientación en la educación después de la Revolución fue en el seno del movimiento obrero, en la VI Convención de la CROM celebrada en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1924. Ahí Lombardo Toledano presentó la ponencia titulada “El problema de la educación en México” en la que sostenía que el problema educativo mexicano era la ausencia de “un programa que defina el propósito, la orientación, la política (en el estricto sentido científico del término) de las escuelas mexicanas”.[3]

A partir de 1921 se llevaron a cabo diferentes ediciones del Congreso Nacional de Estudiantes, siendo el décimo de ellos realizado en el puerto de Veracruz, la antesala del Congreso de Universitarios Mexicanos. Además en marzo de 1931 se realizó el Congreso Internacional de Universitarios en Montevideo, Uruguay, celebrándose su segunda edición en San José, Costa Rica en 1933, donde también se realizó el Congreso Iberoamericano de Estudiantes a mediados del mismo año.

En todas esas reuniones fue tomando fuerza la idea de dotar a la educación superior de una orientación ideológica acorde a la realidad social, que le diera sentido a la formación de los futuros profesionistas, articulándolos a las transformaciones sociales. La teoría y el método filosófico en cuestión era el materialismo dialéctico derivado del marxismo.

Como secretario de educación del comité central de la CROM, Lombardo consiguió que el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda, auspiciara en Xalapa el primer Congreso Pedagógico Nacional a mediados de 1932, llegando a las siguientes conclusiones:

Se deberá fortalecer en los educandos el concepto materialista del mundo, Preparar a las comunidades para que tomen participación activa en la explotación socializada de la riqueza en provecho de las clases trabajadoras. Combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para matar la iniciativa individual. Orientar la enseñanza de los primeros grados hacia una mejor distribución de la riqueza combatiendo por todos los medios el sistema capitalista imperante. Creación de escuelas nocturnas para obreros con finalidades de orientación y táctica en la lucha de clases.[4]

En contraparte a esa concepción de la educación, se encontraba el grupo tradicionalista que veía a la enseñanza como la simple enunciación de conocimientos para “satisfacer el ego de la erudición” y que consideraban a la escuela como un elemento que “debería permanecer alejado de la problemática social, en donde cada maestro enseñe según su criterio, nivel cultural, doctrina o interés, y por otro lado, cada alumno tome lo que considere necesario para él”, además la comunidad escolar debería permanecer al margen de cualquier identificación de clase y consagrarse exclusivamente al cultivo de las ciencias y las artes.[5] Lo anterior, ocasionaba que los estudiantes egresaran de las escuelas “sin ideales y sin preocupaciones profundas por la existencia”.[6]

16073-21792-1-PBEstos temas estaban a discusión tanto en la opinión pública como en la clase política mexicana y entre los profesores y estudiantes universitarios cuando tuvo lugar primero el Décimo Congreso Nacional de Estudiantes y unos días después el Congreso de Universitarios Mexicanos.

Décimo Congreso Nacional de Estudiantes

El Décimo Congreso Nacional de Estudiantes concluyó el 3 de septiembre, haciendo eco la prensa del voto de confianza que los estudiantes acordaron hacer llegar al rector de la Universidad Nacional, Roberto Medellín, así como de la decisión de enviar delegaciones estudiantiles al Congreso de Universitarios Mexicanos que se reuniría en la Ciudad de México[7] con el objetivo de “unificar en todo el país la enseñanza superior”.[8]

Sobre el Congreso Nacional de Estudiantes se dijo que había sido “una manifestación hacia el ideal socialista y la aplicación de ese principio en los sistemas gubernamentales”,[9] su resolución número cuatro decía:

[Considerando] que la suprema forma de liberación de las clases trabajadoras es la supresión de la sociedad dividida en clases, el congreso resuelve: Que la universidad y los centros de cultura superior del país formen hombres que contribuyan, de acuerdo a su preparación profesional y a la capacidad que implican los grados universitarios que obtengan, al advenimiento de una sociedad socialista.[10]

También se informó que en el acto de clausura Vicente Lombardo Toledano había pronunciado “una larga y brillante peroración, que le fue aplaudida por la nutrida concurrencia”[11]. En su discurso, Lombardo señaló que todo régimen social “para permanecer en el tiempo y en el espacio” ha contado con un sistema educativo basado en “un conjunto de principios que sirvan de sustento al régimen fundamental de la vida colectiva”, y si en México se estaba hablando de revolución y de cambios en la estructura del país, había la necesidad de unificar los programas de estudio con “un sistema que obligue al alumno a que tenga la convicción profunda de que el México socialista de mañana, como un rincón del mundo socialista del futuro, ha de surgir claro y vivo en la conciencia de los hombres cultos del país, como una consecuencia natural de su propia observación de los hechos”[12]

Los resolutivos del Décimo Congreso Nacional de Estudiantes generaron opiniones encontradas. Por un lado, en el diario Mundo, Antonio Salinas Puente señaló que se había desarrollado “dentro de un ambiente de camaradería bajo el honrado techo de una casa de los obreros [estibadores]” y sus conclusiones eran “un ejemplo para la juventud”, destacando el compromiso para intensificar la cultura, considerándola “como un medio, como un instrumento para conseguir un México mejor. Esto es: orientación socialista de la juventud”[13]. En contraparte, El Universal en su sección editorial quiso hacer notar que en los congresos de estudiantes, “la ilusión y el entusiasmo juveniles, por inteligentes y generosos que sean, están siempre a punto de derrumbarse al embate incontrastable de la realidad inmediata”, porque por muy trascendentales que fueran sus conclusiones, estas “nunca serán decisivas para normar los actos del grupo dirigente”, por lo que debían de limitarse a tratar aquellos problemas que se relacionaran con su vida estudiantil.[14]

En el siguiente artículo me referiré al Primer Congreso de Universitarios Mexicanos y las repercusiones que tuvo en la prensa nacional.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano coeditó la polémica completa, incluyendo la primera parte en El Universal de septiembre y octubre de 1933 y la polémica entre Antonio Caso y Francisco Zamora (diciembre de 1933 a marzo de 1934), con prólogos a cada etapa de la polémica de Juan Hernández Luna: Idealismo vs Materialismo. Polémicas filosóficas: Caso-Lombardo, Caso-Zamora y Caso-Lombardo, México, Masonería filosófica de Michoacán-CFPSVLT-Asociación Francisco J. Múgica, 2008, 298p.

[2] Renate Marsiske, “El movimiento estudiantil de 1929 y la autonomía de la Universidad Nacional de México”, en Revista de la Educación Superior, Publicación trimestral de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Vol. XI (4), No. 44, octubre-diciembre de 1982.

[3] VLT, “El problema de la Educación en México”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo I, Vol. 2., México, CEFPSVLT, 1994: pp. 119-143.

[4] Citado por VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, pp. 18-19.

[5] “La Universidad de Guadalajara conmemora los 90 años del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano”, en Raíces Universitarias, Periódico mural de la Universidad de Guadalajara. No. 12, mayo de 1984.

[6][6] Rosa María Otero y Gama, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, pp. 29-30.

[7] El Nacional, 3 de septiembre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[8] El Universal, 3 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[10] Citado por VLT en “Prólogo” [1963], op. cit: pp. 19.20.

[11] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[12] VLT, “Clausura del X Congreso Nacional de Estudiantes en Veracruz”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Suplemento. México, CEFPSVLT, 2001, pp.118, 127.

[13] Antonio Salinas Puente, “El Balance del X Congreso de Estudiantes” en Mundo, 6 de septiembre de 1933, en AHUNAM. Versales en el original, no cursivas.

[14] “Sección Editorial. Desorientación de los Congresos Estudiantiles”, El Universal, 5 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

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