Epistemología naturalizada: una visión panorámica

Identidad y diferencia

werner_callebaut_final_sizeWerner Callebaut, Konrad Lorenz Institute for Evolution and Cognition Research, Altenberg, Austria Facultad de Ciencias, Universidad de Hasselt, Bélgica werner.callebaut@kli.ac.at

PaolaPaola Hernández Chávez, Centro de Estudios Filosóficos, Politicos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, México hcpaola@gmail.com

 

Resumen:

Portada colorUno de los proyectos centrales en la filosofía contemporánea es la naturalización de la epistemología. Este trabajo tiene como propósito ofrecer una visión general y actualizada del proyecto mencionado. Son tres nuestros objetivos principales: i.) presentar cuáles son los antecedentes (ontológicos y metodológicos) detrás del naturalismo; ii.) identificar las ideas que la mayoría de los naturalistas sostienen; y, iii.) exponer algunas versiones actuales en la naturalización de la epistemología.

1. Introducción. ¡Larga vida al naturalismo!

Ante la crisis ideológica que dejó la depresión del escepticismo y las metas inalcanzables de la tradición analítica, un trabajo re-constructivo se hizo inminente. La epistemología naturalizada asume esa responsabilidad.

En un tiempo en que los fundamentalistas cristianos venden camisetas y tazas de café anunciando la inminente muerte del naturalismo (“Freud está muerto, Marx está muerto, y Darwin no se siente muy bien”), parece meritorio diagnosticar al paciente más cuidadosamente de lo que son capaces de hacer los adeptos del llamado diseño inteligente y otros creacionistas.En este artículo argumentaremos a favor de la conclusión opuesta: Hoy, al menos en el mundo filosófico de habla inglesa, el naturalismo está prosperando más que nunca. De hecho, es justo decir que “hoy en día casi todos quieren ser naturalistas” (Papineau, 1993: 1), si bien tendremos que ponderar esta aseveración más tarde.

Una razón para esta situación es interna a la filosofía, el naturalismo tiende un puente entre dos corrientes filosóficas dominantes: el neopragmatismo, representado por Putnam, Rorty, y seguidores, y; la filosofía analítica a la Quine y Davidson. La epistemología naturalizada tiende dicho puente de maneras interesantes e importantes2. Adicionalmente, la filosofía (sólida) “está íntimamente conectada con las ciencias naturales, puesto que uno de sus roles es integrador” (Sterelny, 2003: 3).

Thought in a hostile worldLos avances recientes en la naturalización que reportaremos en la Sección 4 no están limitados a la filosofía, también incumben a las ciencias naturales y sociales e incluso a las humanidades. Por mencionar sólo un ejemplo, dentro del propio naturalismo evolutivo, tal como es presentado en su libro Thought in a Hostile World: The Evolution of Human Cognition (2003), Sterelny distingue entre dos proyectos integradores, uno interno a las ciencias, el otro (más familiar para los filósofos) externo a ellas. El proyecto interno busca articular “una teoría coherente de agenciamiento humano y la historia evolutiva humana a partir de los fragmentos provistos por las ciencias naturales y sociales” (p. 4). Siguiendo a Godfrey-Smith (2002), Sterenly llama al conjunto de hechos que explican nuestra plasticidad y adaptabilidad conductual los hechos de “cableado-y-conexión” del agenciamiento humano:

Este conjunto incluye hechos sobre nuestra organización interna (los hechos del cableado) y los hechos de cómo esa organización registra, refleja, o sigue circunstancias externas (los hechos de conexión). Pero también incluye la evolución y desarrollo de nuestro cableado y nuestras conexiones con nuestro mundo. (Sterelny, 2003: 4)

El proyecto externo, mismo que presupone al primero, sirve para explorar hasta qué punto nuestra auto-concepción “popular” y las refinadas versiones de ella (de las cuales siguen dependiendo, en gran medida, ciencias sociales como la antropología, la economía o la sociología) pueden ser integradas a una concepción científica de agenciamiento humano3. Manifestaciones similares de “explicaciónes que tienden puentes” pueden ser fácilmente multiplicadas (ver Callebaut et al., 2007; Sterelny, 2007; y sección 3 para ejemplos y referencias).

Pero permítasenos regresar a la filosofía propia de nuestro tiempo. Margolis (2003), un lúcido crítico de los reduccionismos y eliminativismos que habitan (y, de acuerdo con él, mucho descalifican a) la filosofía contemporánea norteamericana, visualiza dos “distintas depresiones”, la última tuvo lugar después de la Segunda Guerra Mundial –el eclipse del pragmatismo clásico y el declive de los “grandes sistemas” de la filosofía analítica de Frege a Carnap. Continúa analizando la carrera del pragmatismo y la filosofía analítica, seguida rápidamente por la recuperación de su paso, y concluye:

Aparte de sus convicciones personales, Quine, Davidson, e inclusive Rorty … definieron la naturalización en términos de la supuesta adecuación de una u otra forma de materialismo junto con su “semántica” extensionalista. No obstante su irregular distribución, estos dos temas han sido los tópicos principales del siglo entero en la filosofía analítica Anglo-Americana. (Margolis, 2003: 7-8)

Contrastando esto con la postura más bien melancólica de Paul Kurtz sólo trece años antes:

Para algunos críticos el naturalismo, como un idealismo filosófico temprano, está convirtiéndose rápidamente en una remembranza de cosas pasadas. Seguramente el naturalismo ha sido una fuerza considerable en la filosofía nortemericana, y su influencia todavía continúa fuerte, a pesar de que sea mucho menos admitido que antes. (Kurtz, 1990: 11-12)

Siendo Kurtz un naturalista, anotó que las historias de la filosofía analítica consistían en la fabricación, lo que consideró como “síntoma de su propio entierro inminente” –aunque resulta que estaba equivocado. También pensó que era más sencillo resumir el movimiento naturalista para entonces que durante su apogeo. Pero, ¡los autores que tratan de mantenerse al corriente de la deslumbrante proliferación de naturalismos en los últimos quince años ya no tienen la ventaja de Kurtz!4

La estructura de este trabajo es la siguiente: Después de situar al naturalismo como un movimiento en filosofía y más allá (sección 1), buscamos evitar las “trampas definicionales” examinando (muy) brevemente los antecedentes del naturalismo filosófico contemporáneo en las tradiciones materialista y escéptico/empiristas, y exponemos un poco más a detalle la controversia sobre la normatividad. Nos acercamos a nuestra caracterización metodológica del naturalismo (Sección 3) construido en base a Giere (2006 a,b) y Maddy (2007). Examinamos entonces algunos proyectos naturalistas que están actualmente en curso (Sección 4).

2. Antecedentes filosóficos y científicos del naturalismo contemporáneo

Maddy (2007: 1) observa que “mientras más y más filósofos se consideran naturalistas, el término ha venido a marcar poco más que una vaga camaradería científica”, y, nosotros añadiríamos, ¡una amistosidad científica que frecuentemente equivale a escaparatismo!5 La queja está lejos de ser nueva. El naturalismo ha tenido una carrera larga en la historia de la filosofía (Kurtz, 1990), así que no debería sorprender a nadie que “el número de doctrinas distinguibles para las cuales la palabra… ha sido un denominador en la historia del pensamiento sea notoria” (Nagel, 1956: 3). Entonces, intentar caracterizar el naturalismo en términos de “principios” (ej. Danto, 1967) o “axiomas clave” (Rosenberg, 1996) parece bastante desesperanzador.

La solución de Maddy (2007: 1) –para acuñar el nuevo término de “segunda filosofía”, suponiendo “que estaré entonces autorizado a estipular lo que yo pretendo que signifique”- suena comprensiva, pero si es emulada llevaría a la proliferación de un nuevo vocabulario que una vez más plantearía un reto clasificatorio no muy diferente de aquel que estamos enfrentando actualmente. La solución “normativa” de Papineau (1993: 1) la cual: primeramente aborda los problemas filosóficos sustanciales, en seguida “cuáles compromisos deben ser mantenidos por los filósofos que aspiran al ‘naturalismo’” y, preocuparse por la terminología después; no nos parece una gran mejoría, si bien podríamos aceptar una variante metodológica más débil de esta estrategia (ver Sección 3). La filosofía y la ciencia son ambas históricamente variables, y si uno acepta la descripción evolutivo-epistomológica de, digamos, Campbell (1988), Giere (1988) o Hull (1988), entonces son evolutivamente variables. De aquí que ambas resistirán por su misma naturaleza –si este término puede ser entendido en una forma no-esencialista- cualquier tentativa de definición explicita, como veremos abajo.

Uno puede escuchar de declarados defensores del naturalismo quejarse de que la epistemología no normativa (ie, la descriptiva) ya no es epistemología. Sus críticas siguen basándose en la triada platónica: creencia, verdad, justificación (normatividad). Ellos declaran que son felizmente naturalistas en tanto puedan conservar, además de la justificación (normatividad), alguno de los dos elementos restantes. Es decir, que además de la normatividad, necesitan recurrir a un concepto filosófico de creencia o bien a alguna idea respecto a la verdad.

Mucho puede ser aprendido al estudiar la historia de las ideas naturalistas en su contexto comenzando con la filosofía natural de los pre-Socráticos y teniendo en mente el cambio moderno de la construcción filosófica aún evidente en, digamos, Descartes y Leibniz, que es una reflexión filosófica sobre la ciencia pre-existente ejemplificada por la concepción “sub-laborable” de Locke, en su papel filosófico en oposición a la mecánica Newtoniana (Callebaut, 2003: 37).

Kurtz 225
Paul Kurtz (1925 – 2012)

Con Kurtz (1990: 12) podemos identificar el materialismo en metafísica y el empirismo/escepticismo en epistemología como las dos fuentes primarias de pensamiento naturalista en la historia de la filosofía. Como cualquier clasificación, ésta tiene sus límites, por ejemplo, no tiene cabida para Aristóteles y Spinoza, considerados generalmente como dos de los naturalistas más grandes que ha habido.

Filósofos materialistas relevantes incluyen al atomista Demócrito, quien anticipó la moderna distinción entre cualidades primarias y secundarias (el color resulta de complejas interacciones entre los átomos de nuestro cuerpo y los átomos de lo que estamos examinando), sus maestros fueron Leucipo, Epicuro y mucho más tarde Lucrecio. Ellos pusieron en la agenda filosófica tópicos tales como el monismo metafísico, azar/necesidad, y libre albedrío, tópicos que todavía nos ocupan hoy. Poco antes del “giro reflexivo”, Thomas Hobbes atribuyó existencia real sólo a los cuerpos en movimiento, y aplicó esta filosofía mecanicista no sólo a la luz sino también al aparato cognitivo humano (los efectos de cuerpos móviles en la consciencia no tienen existencia real). Esto lo llevó a un escepticismo en relación al conocimiento del mundo externo, mismo que no dejó espacio para el Dios ayudador de Descartes y que se extendió a asuntos éticos, religiosos y políticos.

El materialismo biológico de Julien Offray de Lamettrie es todavía hoy presentado ampliamente a los estudiantes, pero, con excepción de algunos computacionalistas, usualmente bajo un destello negativo. El materialismo, determinismo y ateismo propuesto por Paul Henri Thiry d’Holbach en su Système de la nature fue contradicho o refutado muy inadecuadamente en las Réflexions philosophiques sur le Système de la Nature de Georges-Jonathan Holland, mucho en la manera que los creacionistas tardíos fallaron en lidiar con cualquiera de los problemas científicos o filosóficos relevantes hoy en día.

Los precursores materialistas del naturalismo también incluyen prominentemente a “materialistas pre-Fegeianos” alemanes (Maddy) tales como Feuerbach, Büchner, Haeckel, y, desde luego, Marx. Para Ludwig Feuerbach la filosofía tuvo tan poco que ver con el cristianismo como con las matemáticas, una visión que ha venido a ser casi generalmente aceptada. El materialismo extremo del librepensador Ludwig Büchner, quien una vez más invitó a un escepticismo epistemológico, fue recibido con tal oposición que fue obligado a renunciar a su puesto académico. Su muy popular libro Kraft und Stoff: Empirisch-naturphilosophische Studien (1854) anticipó el Welträtsel (1899) de Haeckel como el libro de cabecera de Bildungsbürger; que fue editado 21 veces en cincuenta años y traducido a muchos idiomas. Mencionamos esto para enfatizar que históricamente los debates del naturalismo casi nunca fueron confinados al campo de estudio del filósofo, sino que comprometieron grandes secciones del público, no de forma diferente a cómo ocurre hoy en día con la controversia creacionista en los Estados Unidos de Norteamérica.

Mientras que, para nuestro conocimiento, ningún trabajo en la historia de las ideas se ha centrado en el naturalismo de los autores arriba mencionados, las características naturalistas en la investigación de Marx de la “fisiología interna” del capitalismo se han señalado particular y explícitamente (ver, ej., Little, 1986). El interés intelectual del materialismo (“científico”) ha sido gratamente capturado por Putnam:

La atracción del materialismo yace precisamente en … su reclamo por ser metafísica natural dentro de los límites de la ciencia. Que una doctrina que promete gratificar nuestra ambición (conocer el noumeno) y nuestra precaución (no ser poco científica) deba tener gran atracción es difícilimente algo que deba asombrarnos. (Putnam, 1982: 210)

En el transcurso del siglo XX el uso del término “materialismo” se ha ido por los suelos una vez que “los físicos han aprendido que en el mundo hay más que materia y, en cualquier caso, que la materia no es completamente lo que parecía ser” (Loewer, 2001: 37). Ahora se usa más seguido en filosofía de la mente: “todos los hechos, en particular todos los hechos mentales, se obtienen en virtud de la distribución espaciotemporal y las propiedades de la materia”.

David Hume (1711 –  1776)
David Hume (1711 – 1776)

Los escépticos y empiristas que pavimentaron el camino para el naturalismo incluyen a Carneades, el escéptico académico y ateísta que negó que el mundo fuese resultado de algo más que el azar; el nominalista Guillermo de Ockham; el heraldo del “Nuevo Aprendizaje” Francis Bacon; John Locke; y David Hume. Mounce (1999) visualiza a Hume como de decisiva importancia en el cambio del empirismo (“razonamos en base a creencias que están justificadas por la experiencia sensorial”) al naturalismo en el sentido de que “podemos justificar creencias por experiencia sensorial solamente porque ya tenemos creencias, y, consecuentemente, hay más en nuestras creencias que lo que la experiencia sensorial puede explicar o justificar”. Así, anticipando a Kant: “Kant y los naturalistas escoceses [viz., William Hamilton y T.H. Green, dicen los autores] llegaron a soluciones similares independientemente” (p. 131). Mounce sostiene que al comienzo del siglo XIX floreció cierta forma de naturalismo y lamenta la regresión al empirismo por los gustos de John Stuart Mill y Bertrand Russell. Suponemos que él podría haber agregado a Otto Neurath.

Como naturalistas contemporáneos, Campbell (1988) y Kitcher (1992), entre otros, han enfatizado la importancia del componente escéptico del naturalismo para contrarrestar el tentador pero “presuntuoso” reclamo realista de que la ciencia puede llegar a una representación más o menos fiel del mundo, permitiéndonos conocer alguna verdad acerca de él (Psillos 2003: 61).

Naturalismo quineano

Como bien sabemos, Quine no fue el primero en plantear una naturalización, sin embargo, por lo arriesgado de sus aseveraciones y otras circunstancias, su formulación abrió de par en par las puertas de un prolífico debate.

Quine planteó su naturalización de la epistemología como reacción ante la tradición heredada del empirismo lógico y concretamente ante el proyecto fundacionista-reduccionista de Carnap. Gran parte de su artículo “Epistemology Naturalized” está dedicado a mostrar que los proyectos reduccionistas y fundacionistas han fracasado y es sólo al final del artículo cuando plantea su propuesta.

Según Quine6, dado que el proyecto reduccionista-fundacionista fracasó, la tarea del epistemólogo es describir los procesos psicológicos mediante los cuales acomodamos la información que se imprime en nuestros sentidos, así como los procesos por los cuales los sujetos adquieren sus creencias, y cómo la ciencia se desarrolla y aprende. Para ello recomienda utilizar toda la información disponible que proveen las ciencias empricas. Mediante esta naturalización, dice Quine, se indagará la naturaleza de las conexiones causales que hay entre los datos y las creencias.

En 1969 Quine afirmó que la epistemología debía ser naturalizada y reconstruida como un capítulo de la psicología, pues dijo: si la meta de la epistemología es la validación y fundamentación de la ciencia empírica, así como la comprensión de su relación con la observación, podemos hacer uso de la psicología y otras ciencias empíricas para tales propósitos:

Si nosotros queremos simplemente entender el vínculo entre observación y ciencia, estamos bien advertidos de utilizar cualquier información disponible, incluyendo la que provee la ciencia misma cuyo vínculo con la observación es lo que buscamos entender (Quine, 1969 [Sosa & Kim, ed.]: 294).

Quine no encuentra razón por la cual la epistemología deba ser independiente de las ciencias empíricas. Sugiere que la epistemología entra como un capítulo de la psicología y de la ciencia natural en tanto estudia un fenómeno natural, a saber, el sujeto humano:

La epistemología, o algo como eso, cae simplemente en su lugar como un capítulo de la psicología y de ahí de la ciencia natural. Estudia un fenómeno natural, viz., un sujeto humano físico… La relación entre el precario insumo y la torrencial respuesta es una relación que estamos movidos a estudiar por casi las mismas razones que siempre movieron a la epistemología; a saber, para ver cómo la evidencia se relaciona con la teoría, y en qué modos nuestra teoría de la naturaleza trasciende cualquier evidencia disponible (Quine, 1969 [Sosa & Kim, ed.]: 297).

Willard Van Orman Quine (1908 - 2000)
Willard Van Orman Quine (1908 – 2000)

Para Quine, la psicología nos permite entender la estimulación sensorial que nos lleva a la formación de nuestras creencias; ya no es necesario buscar creencias ciertas e indubitables de las cuales partir para construir el conocimiento, sino sólo descubrir y explicar cómo construimos nuestras creencias. En el planteamiento quineano, la epistemología está contenida en la ciencia natural y no se pretende que vaya a ser mejor que la ciencia, que es su objeto. Según Quine, la tarea de la epistemología en adelante consistirá en explicar cómo acomodamos y formamos teorías a partir de los diferentes procesos psicológicos que recibimos del exterior; agrega:

¿Para qué toda esta reconstrucción creativa, todo este querer creer? La estimulación de sus receptores sensoriales es toda la evidencia que cualquiera ha tenido para seguir llegando, finalmente, a su visión del mundo. ¿Por qué no sólo ver cómo esta reconstrucción realmente procede?, ¿Por qué no optar por la psicología? (Quine 1969 [Sosa & Kim, ed.]: 294; traducción nuestra).

Si todo lo que esperamos es una reconstrucción que vincule ciencia a la experiencia en modos explícitos tipo traducción, entonces sería más sensato optar por la psicología. Mejor descubrir cómo la ciencia de hecho se desarrolla y aprende que fabricar una estructura ficticia para un efecto similar. (Quine, 1969 [Sosa & Kim ed.]: 295; traducción nuestra).

Hasta aquí, el planteamiento original de Quine implicaba lo siguiente:

-La Epistemología Tradicional (ET) debe ser reemplazada por la ciencia -La Epistemología debe ser absorbida por la psicología científica -Sólo las cuestiones que puede responder la psicología son relevantes -Reemplazar cómo podemos tener conocimiento por cómo formamos creencias.

-Abandono de la dimensión normativa

Profundizando un poco en el último punto, (ver Callebaut, 1995; Hernández Chávez 2003), la normatividad se ocupa de dar reglas o establecer principios sobre qué creer y qué no creer, también por conceptos tales como racionalidad, irracionalidad, justificación, garantía, etc., así como de evaluar y normar nuestras creencias. Decir que un sujeto S no está justificado en tener una creencia C es equivalente a decir que S no debería tener tal creencia, o que S no sería responsable epistémicamente. Jaegwon Kim defendió que al pedirnos naturalizar la epistemología en realidad Quine nos pedía no sólo renunciar a la solución fundacionista cartesiana y explorar otras dentro del mismo esquema, sino algo más radical:

El nos está pidiendo apartar el esquema completo de la epistemología centrada en la justificación. Eso es lo nuevo en las propuestas de Quine. Quine nos está pidiendo poner en su lugar una ciencia causal nomológica, puramente descriptiva, de la cognición humana (Kim, 1988: 305).

Nótese que nos estamos basando, al igual que Kim, en las afirmaciones de Quine hasta (1970), donde claramente enfatiza y privilegia el carácter descriptivo y factual de su programa:

Si estamos buscando sólo el mecanismo causal de nuestro conocimiento del mundo externo, y no la justificación de ello en términos anteriores a la ciencia… (Quine, 1970: 2).

Aunque Quine no caracterice a la epistemología como normativa o prescriptiva, su intención es inequívoca. La epistemología ya no va a relacionarse con la justificación en el sentido tradicional y sólo estudiará los mecanismos causales mediante los cuales conocemos. Para Quine no hay una “filosofía primera” que sea lógicamente anterior al conocimiento empírico porque no hay métodos extra científicos de valoración fuera de la ciencia:

…Naturalismo: abandono de la meta de una filosofía primera. Ve la ciencia natural como una interrogación a la realidad, falible y corregible pero no respondible por ningún tribunal supra-científico, y no necesitando justificación alguna más allá de la observación y el método hipotético-deductivo… (Quine 1981: 72).

Kim señala que la epistemología no es un asunto descriptivo-factual, sino un intento por validar o reconstruir racionalmente la ciencia. Nos dice Kim (1988: 305) que si el interés de la epistemología es la justificación —esto es, racionalizar nuestras pretensiones de conocimiento— Quine nos está pidiendo renunciar a lo que es “racional” en la reconstrucción racional. El concepto de conocimiento, continúa, es normativo en tanto que cuando decimos que alguien debería mantener o no cierta creencia estamos involucrando juicios de valor y de racionalidad. Quine nos está pidiendo abandonar la normatividad, lo cual es inaceptable, pues si abandonamos la normatividad, abandonamos la justificación, lo único que es propiamente epistemológico dentro de la triada platónica (creencia-verdad-justificación).

En el mismo tesón, Laurence Bonjour reclama:

Quine parece deslizarse ilegítimamente del relativamente incontroversial supuesto de que la meta cartesiana más fuerte no puede alcanzarse para “el conocimiento natural”, al supuesto mucho menos obvio de que la meta más modesta tampoco puede alcanzarse (Bonjour, 1994: 286).

Laurence Bonjour 225
Laurence BonJour (Universidad de Washington)

Kim y Bonjour pueden estar en lo correcto al reclamarle a Quine su abandono de la noción de justificación, aún tradicional, que quedaba de la triada platónica. Sin embargo se equivocan, al igual que un gran número de epistemólogos que hoy en día falsamente se ostentan a sí mismos como naturalizados, al asumir que ése es el único tipo de justificación o normatividad del que disponemos. Y mucho más aún si creen que ése es el tipo de justificación que humanamente podemos alcanzar. Como veremos más adelante, tomarse en serio (a Darwin y con ello) las restricciones evolutivas humanas significa ampliar nuestro horizonte y reconocer que la normatividad que exigen los epistemólogos de poltrona, además de estar muy poco informada empíricamente, es fácticamente imposible.

Pero aún concediendo que Kim y Bonjour tuvieran razón, Quine aclaró:

El naturalismo no repudia la epistemología, sino que la asimila a la psicología empírica. La ciencia en sí misma nos dice que nuestra información del mundo está limitada a las irritaciones de nuestras superficies, y entonces la cuestión epistemológica en turno es una cuestión dentro de la ciencia, la cuestión de cómo los animales humanos pudimos habérnolas arreglado para llegar a la ciencia a partir de tal información limitada. Nuestro epistemólogo científico persigue esta búsqueda y sale con una descripción que tiene bastante que ver con el aprendizaje del lenguaje y la neurología de la percepción… La evolución y la selección natural sin duda figurarán en esta descripción, y será libres de aplicar la física si hay modo (Quine, 1981: 72).

Adicionalmente,

La naturalización de la epistemología no echa por la borda lo normativo y se conforma con la descripción indiscriminada de los procedimientos actuales. Para mí, la epistemología normativa es una ramificación de la ingeniería. Es la tecnología de la búsqueda de la verdad, o, en un término epistemológico más cauto, predicción… … No hay una cuestión aquí de valor último, como en la moral; es un asunto de eficacia para un fin ulterior, verdad o predicción. Lo normativo aquí, como en cualquier lugar en ingeniería, se hace descriptivo cuando se expresa el parámetro terminal (Quine, 1986: 663­65; traducción nuestra).

La segunda edición no contiene este pasaje. Esto hace pensar que Quine no estaba seguro de esta afirmación, especialmente si recordamos las afirmaciones (1970) adicionales que apoyan su posición de (1969):

Si estamos buscando sólo el mecanismo causal de nuestro conocimiento del mundo externo, y no una justificación de ello en términos anteriores a la ciencia… (Quine, 1970: 2; traducción nuestra).

Al mismo tiempo que escribió Quine “Epistemology Naturalized”, co-escribió también The Web of Belief, un trabajo de epistemología normativa donde afirmó:

La historia de los orígenes e intensidades de nuestras creencias, la historia de qué sucede en nuestras cabezas, es una historia muy diferente de la que perseguimos en nuestra búsqueda de evidencia. Donde somos racionales respecto a nuestras creencias, las historias pueden corresponder; en otro lado pueden divergir. La primera historia le corresponde a la psicología. Por otro lado, nuestra preocupación actual es con los fundamentos, con las razones, con las relaciones de evidencia que hay entre las creencias (Quine & Ullian, 1970: #).

En resumen, de acuerdo con Quine nuestras teorías del mundo van más allá de los impactos sensoriales del exterior; el significado de una oración depende de su relación con otros enunciados y no de su forma lógica, y a pesar de que recibamos los mismos impulsos sensoriales podemos acomodarlos de modo diferente. Por ello es completamente falso que la ciencia puede deducirse de las observaciones y que las teorías están determinadas por los datos. Además, dado que para Quine no hay principios a priori de los cuales debamos derivar nuestro conocimiento, él sugiere que deberíamos mejor entender al conocimiento como un proceso en el mundo que se valida a través de principios empíricos, como veremos abajo. A pesar de las críticas de los epistemólogos tradicionales, la epistemología naturalizada es un programa fructífero y enriquecedor; una vez instaurado no hay marcha atrás hacia la filosofía puramente introspectiva y/o analítica. Hoy en día las ciencias particulares trascienden los recursos de los filósofos de poltrona, a saber, la lógica y la introspección.

3. Una caracterización metodológica: supuestos centrales del naturalismo

Los supuestos del naturalismo como una postura metodológica serían los siguientes:

  1. Giro metodológico: Continuidad metodológica y explicativa. Estrecha vinculación entre la epistemología y la ciencia natural:

En usos recientes, una especie de monismo filosófico de acuerdo con el cual lo que existe o sucede es natural en el sentido de ser suceptible de explicación a través de métodos que, aunque paradigmáticamente ejemplificados en las ciencias naturales, son continuos de dominio a dominio de objetos y eventos. De ahí que el naturalismo sea polémicamente definido como negando el punto de vista según el cual [existen] o podrían exisitir cualesquiera entidades o eventos que estén, en principio, más allá del alcance de la explicación científica. (Danto, 1967: 448)

Un naturalismo consistente debe ser entendido en términos de máximas metodológicas más que como doctrinas metafísicas. Hay continuidad metodológica y explicativa. Al no estar dispuestos a apelar a esencias, los naturalistas no pueden intentar solucionar el problema de la demarcación proporcionando una definición que separe ciencia de no-ciencia; lo que cuenta como una explicación científica cambia con el tiempo (ej., acción a distancia, intencionalidad animal, conciencia humana).

  1. No existe una primacía ontológica ni independencia de alguna de las anteriores, es decir, la metodología no es independiente de la ciencia ni a la inversa.
  2. La evidencia de las ciencias particulares son recursos necesarios para las cuestiones epistemológicas. (Revisamos esto en la sección 4)
  3. Rechazo a las filosofías puramente especulativas e introspectivas. La epistemología naturalizada es una estrategia más que postura filosófica que ha dejado atrás los ideales de conocimiento cierto, infinito, infalible, indubitable (no toma en serio al escéptico) y a priori (entendido como conocimiento inmodificable e independiente de la experiencia). En contra del razonamiento a priori:

Vemos entonces que el racionalismo y el empirismo contienen tanto tesis verdaderas como falsas. Si bien la razón y la experiencia son necesarias, ninguna es suficiente por sí misma. Kant comprendió esta situación y construyó una síntesis del racionalismo y del empirismo. Desafortunadamente, combinó las mitades malas de ambas. De hecho Kant puso juntos el apriorismo del racionalismo y el fenomenalismo del empirismo (recordar que Kant sostuvo que el entendimiento impone sus leyes a la naturaleza, pero que sólo puede conocer la apariencia, no la realidad). En cierta forma se unió a Cristian Wolff y David Hume. Deseando revolucionar la epistemología, Kant efectuó una genuina contrarevolución.

Hemos intentado combinar lo que tomamos lo que son las mitades sanas de las dos grandes tradiciones epistemológicas, estas son el análisis conceptual, la teorización, la prueba, y la discusión, junto con la observación, la medida, el experimento, y la praxis. (Bunge, 1983: 255).

  1. Prioridad naturalista. Giere caracterizó el naturalismo como “la posición de que a todo aspecto del mundo se le puede dar una explicación naturalista” (2006b: 53). La disponiblidad de una explicación naturalista de un fenómeno reconocido vuelve innecesaria cualquier explicación no naturalista,

Cuando es enfrentado a un fenómeno aparentemente insuperable, el naturalista apoya la investigación que prevee producir una explicación científica natural. El naturalista espera que esta búsqueda sea eventualmente exitosa. Esta postura puede ser justificada, hasta el punto en que necesite ser justificada totalmente, apeleando simplemente a éxitos pasados. Hemos explicado la vida, ¿por qué no la conciencia? (Giere, 2007: 12)

En otras palabras, reemplaza los ideales tradicionales con estándares “naturalizados”, esto es, que no van más allá de las circunstancias y limitaciones distintivamente humanas (tenemos un aparato cognitivo restringido filogenética y ontogenéticamente; que si no sistemáticamente al menos sí usualmente tenemos errores de razonamiento; que la forma y funcionamiento de nuestro cerebro depende de muchos factores medioambientales, etc. Por eso consideran que la epistemología es tan falible como la ciencia.

  1. Relacionado con lo anterior, supone una racionalidad acotada. El estatus del conocimiento no puede estar más allá de nuestras restricciones naturales. El naturalismo se toma en serio nuestras restricciones evolutivas respecto a nuestra capacidad de razonamiento, es decir, el hecho de que tenemos restricciones filogenéticas y ontogenéticas, en la siguiente sección ahondaremos al respecto, por el momento:

Si … la mente humana estuviese totalmente construida por módulos, entonces uno podría esperar que hubiera severas limitantes en la estructura y complejidad de las clases de pensamiento que podemos pensar. Para algunos, al menos, estos sistemas modulares tendrían el carácter de dominio específico, manejando solamente una gama dada de conceptos propios. Y de seguro debería haber límites en el flujo de información a través de una arquitectura modular, ya que uno podría esperar que mientras que algunos módulos proveerían sus salidas como insumo para algunos otros, no todo módulo estaría ligado con todos los demás. En ese caso, debería haber algunas combinaciones de contenido que pudiéramos encontrar difíciles o imposibles de contemplar. (Carruthers, 2004: 307)8

  1. El naturalismo se conforma con explicaciones causal-mecanicistas:

Como tesis ontológica, el mecanicismo es vago y de duración indefinida en comparación con el holismo o el reduccionismo. El holismo postula la existencia de un número de niveles de un todo no analizable. El reduccionismo está comprometido con la visión de que toda causa es de una variedad dentro-fuera, o abajo-arriba. El mecanicismo reemplaza estos definidos compromisos ontológicos con el agnosticismo. Puede, en forma a posteriori, describir mecanismos en la naturaleza, por ejemplo, la selección natural como un mecanismo de cambio evolutivo. Pero no puede dar una lista exhaustiva de dichos mecanismos, y tampoco puede dar una caracterización completa de justo qué cuenta como un mecanismo. Esta vaguedad y duración indefinida es, …, una virtud del mecanicismo. (Brandon, 1996: 192-193)9

Como bien ejemplifica el proyecto de Laudan que veremos adelante, el naturalismo se conforma con explicaciones instrumentales, medio-fines, que puedan especificarse de acuerdo a metas asequibles.

  1. Proyectos actuales de naturalización en la filosofía y las ciencias

La caracterización anterior no es exhaustiva. La mejor manera de entender el naturalismo es remitiéndonos a los proyectos concretos de naturalización. Hay un vasto número de proyectos naturalizados, muy generalmente, a partir de una ciencia particular. Mencionaremos brevemente algunos de ellos.

Neurofilosofía

Este tipo de posiciones han sido defendidas por Paul y Patricia Churchland, en lo que denominamos “extremismo neuro-filosófico”. Puede entenderse fácilmente en qué consiste si recordamos la propuesta original de Quine y su intención por reemplazar la epistemología con la ‘psicología’, y sustituimos esta última con ‘neurociencia’. En resumen, arguye lo siguiente:

  • Las preguntas filosóficas concernientes al conocimiento deben ser dirigidas por el estudio empírico del cerebro.
  • Brain-Wise (Churchland 2002), uno de sus libros mas importantes, intenta mostrar que los descubrimientos de la ciencia cognitiva y la neurociencia dan “progreso donde el progreso era considerado imposible”, en los “grandes problemas” de la filosofía.
  • Los grandes problemas de la filosofía son: la naturaleza del ser, la relación entre libre albedrío y determinismo, la conciencia, y la justificación del conocimiento.
  • Patricia Churchland se pregunta: ¿por qué la epistemología tradicional “no­empírica” aún existe?
  • Sostiene que los problemas tradicionales de la filosofía se desvanecen una vez que tomamos en consideración los hechos científicos de la neurociencia.

Respecto a este tipo de aproximaciones, sólo vale la pena mencionar que la neurofilosofía a la Churchland confunde las cuestiones de “cómo” es que tenemos conocimiento con “donde” (en qué lugar del cerebro) percibimos. Richard Restak, gran neurólogo difusor de la neurociencia, ha expresado respecto a estos enfoques que el estudio del cerebro no debe ser reduccionista, una vez que no hay modo en que se le pueda decir a un humanista: “Ahora voy a decirte qué neuroquímico está detrás del amor, qué tipo particular de neutrotransmisión está ocurriendo dentro del cerebro que causa que te guste más un souflé de chocolate que un pay de manzana” (Restak: 1985, p. 93). El estudio del cerebro no es así. Asevera que aquellos que tratan de sugerir eso están utilizando la ciencia de manera manipuladora.

Epistemología evolucionista

La epistemología evolucionista (EE) es un tipo de epistemología naturalizada que adopta el modelo explicativo de evolución por selección natural como mecanismo principal para dar cuenta del conocimiento, sus orígenes, desarrollo y funcionamiento, entendiéndolo de manera muy general: desde la adquisición del mismo en forma de creencia perceptiva hasta productos tan complejos como las teorías científicas.

La epistemología evolucionista comienza dando por sentado que nuestro sistema de conocimiento es un producto lento, contingente, finito y falible de la historia evolutiva. Conjeturan que nuestras capacidades cognitivas más básicas pudieron haber sido fijadas en nosotros como resultado de la selección natural, y que en tanto estamos dotados con ciertas reglas inductivas y procedimentales, estas mismas reglas han podido ser utilizadas para generar éxito predictivo y ventajas selectivas en general. Los epistemólogos seleccionistas también han dejado atrás el ideal de conocimiento cierto, infalible, y fundamental debido a que se toman en serio el hecho de que los seres humanos y otros organismos cognoscentes somos miembros de linajes evolutivos con aparatos cognitivos restringidos filogenética y ontogenéticamente. Para ellos:

Charles Darwin (1809 – 1882)
Charles Darwin (1809 – 1882)

Tomar a Darwin seriamente en epistemología significa al menos que reconsideremos qué significa ser humano y (sujeto) cognoscente a la luz de toda la evidencia que sugiere que no somos los observadores privilegiados de un universo divinamente creado como una vez pensamos (Bradie, 1994: 471).

Según defienden los epistemólogos evolutivos, cuando se dejan atrás los afanes infalibilistas y se hace patente que las capacidades para conocer y creer involucran consideraciones evolutivas, no hay razones para negar que el conocimiento como una actividad natural debe estudiarse y analizarse con herramientas como la teoría de la selección natural y las ciencias neuro-cognitivas. Michael Bradie ha propuesto (1986, 1994) que hay dos programas interrelacionados pero distintos que entran en la categoría de epistemología evolucionista. El primero de ellos, la “Epistemología Evolucionista de Mecanismos” (EEM) intenta describir las características de los mecanismos cognitivos en animales y humanos. Aplica la teoría de la evolución biológica a esos rasgos que son los substratos biológicos de la actividad cognitiva como: el cerebro, el sistema sensorial, el sistema motor, etc. Intenta proveer una descripción evolucionista del desarrollo de las estructuras cognitivas enfocándose en la herencia de tales mecanismos. La finalidad de este tipo de programa es explicar nuestras capacidades para conocer desde una perspectiva biológica. El segundo programa, “Epistemología Evolucionista de Teorías” (EET) intenta describir la evolución de las ideas, las teorías científicas y la cultura en general utilizando modelos y metáforas de la biología de la evolución, pues consideran que el desarrollo y crecimiento del conocimiento humano es el problema central de la epistemología. La EE es bastante adecuada para explicar la adaptación y éxito de nuestras facultades cognitivas, sin embargo, es difícil superar la superficialidad e inviabilidad de las analogías entre la evolución de las especies y la evolución del conocimiento, así como sus aplicaciones a temas epistémicos.

Naturalismo normativo

Una de las demandas más fuertes que tiene ante sí la epistemología naturalizada es ofrecer una descripción plausible de la epistemología que preserve y explique el carácter normativo de nuestras prácticas epistémicas. El naturalismo normativo de Larry Laudan es una propuesta que recuperó las virtudes del proyecto inicial de naturalización de la epistemología a la vez que buscó dar cuenta de la normatividad en ámbitos tan complejos como el teórico-científico. Ante las preguntas ¿cuál es la fuente del poder prescriptivo de la epistemología?, ¿de dónde adquiere derecho a prescribir? Laudan dirá que la epistemología no tiene un derecho intrínseco a prescribir ni una fuente superior o a priori que le dé autoridad. Sugiere que más bien la normatividad o el papel prescriptivo de la epistemología se auto legitima en reglas heurísticas que han sido exitosas en el pasado. Defiende que la epistemología es esencialmente descriptiva y sólo hipotéticamente normativa. Lo normativo se encuentra en la razón instrumental, en la búsqueda de los medios adecuados para alcanzar ciertos fines. Pero cuáles métodos nos lleven a nuestras metas es un asunto empírico que dependerá de cómo es el mundo.

Laudan declara que su “meta-metodología naturalista” no necesita ni intuiciones pre-analíticas, ni información acerca de las elecciones de la élite científica, ni conocer las sutilezas de la terminología metodológica, ni suposiciones a priori de qué es y que no és una disciplina científica. Lo que sí necesita y en abundancia son los datos de qué estrategias de investigación tienden a promover qué metas cognitivas (Laudan, 1987: 28). Laudan no promete demostraciones metodológicas a priori ni incorregibles, y es conciente de que hace a la metodología tan epistémicamente precaria como la misma ciencia (Laudan, 1987: 29). Y eso es todo lo que humanamente podemos pretender.

5. Consideraciones finales

En tiempos recientes la naturalización a partir de ciencias particulares ha brindado una inmensa cantidad de información que ha obligado a confrontar y desechar las viejas ideas que sobre el conocimiento se tenían. Tan abrumadoramente ha ganado terreno la evidencia científica sobre la especulación filosófica que se encuentra en debate cómo debe ser y hasta dónde debe llegar la naturalización.

Usualmente se menciona que el naturalismo no es más que un positivismo disfrazado, aquellos epistemólogos que aspiran a ser científicos. El supuesto anterior depende de una concepción particular de la epistemología y de la ciencia. Sin embargo, el naturalismo hoy en día parte del hecho de que tanto la epistemología como la ciencia tienen puntos de partida e interrogantes distintas, por lo cual la cuestión crucial no es si vamos a alejarnos de la epistemología y acercarnos cada vez más a la ciencia, sino cómo se establece la relación entre ambas.

Ya sea que adoptemos una perspectiva naturalizada o una no naturalizada, evolucionista o no, favorezcamos la explicación causal o la justificación y la normatividad, no podemos cerrarnos a los resultados que ponen en evidencia nuestras limitaciones cognitivas por un lado, y los inmensos recursos empíricos que arrojan luz sobre las grandes interrogantes del conocimiento humano.

El naturalismo más prominente es aquel en el cual el epistemólogo desde su idiosincracia considera y analiza los hechos de la ciencia para responder sus propias interrogantes. Recíprocamente, es aquel donde el científico desde su formación analiza los supuestos e implicaciones filosóficas sin tratar de deshacerse de sus convicciones científicas. Ese es naturalismo real y fructífero.

Es en el sentido anteror que tiene eco la afirmación de Sterelny (2003:3) –que vimos en la sección 1- respecto a que la filosofía sólida está íntimamente conectada con las ciencias naturales en tanto que uno de sus papeles es integrativo.

Agradecimientos

Raúl Gutiérrez; Jorge Martínez Contreras; José Sanmartín Esplugues; Manuel Gándara Vázquez; Jonatan García Campos; Susana Ramírez Vizcaya, Mario García Magos, Violeta Aréchiga Córdoba.

NOTAS AL PIE

1 Nótese que algunos filósofos serios –usando argumentos a los cuales volveremos- han alcanzado un veredicto similar al de los creacionistas. Ej., Friedman (1997: 5) llamó naturalismo filosófico a “una tendencia de pensamiento que ha sido extremadamente extendida dentro de la filosofía Anglo-Americana durante los últimos veinte años o algo así –pero que ahora, si no estoy equivocado, ha alcanzado el fin de su vida útil” (traducción nuestra). Moser y Yandel (2000) nombraron a su contribución al lector como el (que también contiene un capítulo del creasionista William Demski) “adios al naturalismo filosófico”.

2 De hecho, algunas veces se refieren a Quine mismo (por ej., Rosenberg, 1996: 2) como un “pragmático” (contrastándolo Pihlström y Koskinen 2001), una indicación de que el largo y mutuo intercambio entre el pragmatismo y la filosofía analítica a través de los canales del naturalismo ha reformado profundamente a ambos movimientos. Ver Kurtz (1990), Kim (2003), y en particular el habilidoso análisis de Margolis (2003). Para una defensa de la idea de que “los cincuenta años enteros del fin de siglo y una porción del veintiuno deberían estar ocupados primordialmente por el trabajo de no más de cuatro hombres”, Quine, Davidson, Rorty, y Putnam, ver Margolis (2003: ix-xi).

3 Ver Elster (1983) para una lúcida descripción de las interrelaciones entre explicación causal (compartida por todas las ciencias), explicación funcional (característica de la biología y, en menor medida, de las ciencias sociales), y las explicaciones intencionales en las que tipicamente confían las ciencias sociales y la historiografía. Gintis (2006) argumenta que el actor racional o el modelo “creencias, preferencias y constreñimientos”, como él prefiere llamarlo, es un “principio organizador básico” no sólo en teoría económica, sino también en biología, aunque los biólogos lo usen con diversas connotaciones; Gintis critica mucho a la teoría psicológica por rechazar este modelo como poco realista. Ver Callebaut (1998; 2007) para una defensa de la ‘racionalidad acotada’ como requisito de una concepción científica de agenciamiento humano (o animal, o artificial) en contra de la explicación optimizadora de Gintis y otros.

4 Sukopp (2006), en un gran sondeo, es un intento reciente pero permenece incompleto. Ver también Callebaut (1993, 2003, 2007), Kim (2003), Callebaut et al. 2007) y Maddy (2007).

5 Esto puede ser determinado simplemente revisando la proporción de referencias científicas a filosóficas en la literatura presuntamente ‘naturalizada’. En epistemología ‘naturalizada’, en particular, muchos filósofos han adoptado la palabra pero no la postura, sus ‘argumentos’ siguen siendo en gran parte muy apriorísiticos en el sentido de que asumen (usualmente de forma implícita) ‘los hechos de la ciencia’ sin hacer diferencia alguna para con ellos.

6 Para Quine (1969), una vez que abandonamos los dos dogmas empiristas, —a saber, la idea de que existe una distinción entre verdades analíticas y verdades sintéticas (las analíticas basadas en significados independientemente de asuntos de hecho, y la sintéticas basadas en hechos), y el dogma reduccionista de que cada enunciado significativo es equivalente a alguna construcción lógica de términos que refieren a la experiencia inmediata— la herramienta que nos queda es el estudio de la estimulación de los perceptores sensoriales.

7 Sobre esta interpretación ver también: W. V. Quine (1990a), pp. 19-21).

8 Para una visión menos “masivamente modular”, ver: Callebaut & Rasskin-Gutman (2007), cap. 1.

9 Ver también: Callebaut & Rasskin-Gutman (2007).

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