LA CONCEPCIÓN EDUCATIVA DE VICENTE LOMBARDO TOLEDANO

Raúl Gutiérrez Lombardo

La concepción educativa de Vicente Lombardo Toledano.

Por: Raúl Gutiérrez Lombardo.

El 28 de febrero del año de 1946, como reconocimiento a sus esfuerzos en defensa de la patria, en contra de sus enemigos del interior y del exterior, por ser y haber sido por ese motivo el mexicano más calumniado por los órganos de la prensa representativos de la regresión social y política del país, y por creer necesario estimular a quienes se signifiquen por su valor civil arrostrando las diatribas y las calumnias sólo por servir a la más noble de las causas posibles, los intelectuales —filósofos, artistas, técnicos y profesionales de todas las ramas del saber— más representativos de la cultura nacional tales como Alfonso Reyes, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Efraín Huerta, Martín Luis Guzmán, Eulalia Guzmán, Carlos Chávez, Leopoldo Méndez y muchos otros, deciden otorgar a Vicente Lombardo Toledano la “Condecoración del Combatiente”. Esta manifestación de solidaridad para el intelectual revolucionario y para el dirigente político, al considerarlo acreedor al título de haber sido el ciudadano de México más calumniado, ilustra varias cosas, pero ante todo el hecho de que la imagen que se puede crear de un hombre al manipular la información que sobre sus actividades y su acontecer se tiene, puede ser muy disímbola y no corresponder necesariamente a la realidad.

Es un hecho que Lombardo Toledano fue un hombre polémico, pero es totalmente distinto polemizar sobre puntos de vista divergentes, con los cuales puede uno estar o no de acuerdo, que utilizar la polémica para tergiversar la información que existe sobre la vida y la obra de un hombre.

Se ha dicho mucho acerca de lo que dijo Lombardo Toledano, pero pocas veces se ha analizado en qué circunstancias lo dijo para que, sobre esa base, se pueda comprender por qué lo dijo.

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, 1933. Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

Una de estas grandes falacias que se han manejado, a propósito de la figura de Lombardo Toledano, es la referente a su concepción educativa, concretamente la que se refiere al problema que se suscitó a raíz de las resoluciones del Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933, en donde se dijo que Lombardo Toledano quería instaurar en la Universidad Nacional Autónoma de México al marxismo como credo filosófico, atentando y coartando la libertad de cátedra y de investigación.

Los objetivos de esta plática serán dos: por un lado, demostrar que esa imagen creada es inexacta y, por otro, explicar, basado de preferencia, en sus propias declaraciones, cuál era la concepción educativa de Lombardo Toledano y de qué manera se relaciona con su praxis política.

Para empezar, quiero señalar que Lombardo Toledano tenía diversas concepciones educativas, y esto lo afirmo porque resulta obvio que no es lo mismo hablar de su concepción ideológica, entendiendo a la educación como elemento de acción política, que de su concepción pedagógica, entendiendo a la educación como elemento de capacitación práctica y teórica, o de su concepción educativa en el terreno de la cultura, entendiendo a la educación como proceso de conformación de una conciencia en el educando acerca de la cultura universal y nacional.

A este respecto, es necesario tomar en consideración, con todo lo que este juicio implica, que Vicente Lombardo Toledano fue de una dualidad excepcional, pues fue al mismo tiempo un trabajador intelectual y un hombre de acción, un pensador que habitaba las cumbres más altas del conocimiento y un activo luchador por la transformación social, que consagró su vida a la formación de la conciencia de los trabajadores y a la construcción de un proyecto de lucha política.

Al penetrar un poco en la vida de Lombardo Toledano, se advierte que no solamente las características del momento histórico en que vive van a determinar esta vocación educativa y política, sino, por las influencias que recibiera de sus maestros, porque, y esto también hay que aclararlo, Antonio Caso no fue el único maestro que tuvo, ya que en su proceso formativo se conjugan tres pensamientos: el filosófico de Antonio Caso, el ideológico de Pedro Henríquez Ureña y el metodológico de Agustín Aragón.

Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 - Buenos Aires, 1946).
Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 – Buenos Aires, 1946).

En la época en que Lombardo Toledano ingresó a la Universidad era la época en que el grupo de intelectuales más avanzados del país había formado una agrupación independiente del régimen, cuyos miembros emprendieron la crítica al positivismo mexicano que en aquel entonces conformaba el cuerpo de la filosofía oficial y era el sostén ideológico del porfirismo, el grupo denominado “Ateneo de la Juventud”, que con el tiempo se transformaría en el “Ateneo de México”. Este grupo contaba entre sus más importantes fundadores a Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Alberto J. Pani, Alfonso Pruneda, Martín Luis Guzmán, Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña. Los últimos dos, Caso y Henríquez Ureña, junto con el último de los grandes representantes del positivismo mexicano, Agustín Aragón, constituyeron la influencia más importante en la formación intelectual de Lombardo Toledano. De don Antonio Caso, decía:

Fue para mí y sigue siendo en el recuerdo y en mi afecto personal el maestro por antonomasia, primero en el bachillerato, más tarde en la Escuela de Jurisprudencia y, simultáneamente, en mis estudios de filosofía en la Escuela de Altos Estudios. Orador brillante, expositor magistral y hombre de gran simpatía, el maestro Caso formaba nuestras ideas en las principales ramas del saber, casi sin darse cuenta de las consecuencias que la filosofía idealista-espiritualista que preconizaba habrían de tener en la vida nuestra en cuanto dejáramos las aulas.

En lo que se refiere a Pedro Henríquez Ureña, Lombardo lo caracterizaba como “más que un estupendo profesor de literatura, como un humanista moderno, con una cultura excepcional, que vivía atento a nuestra formación intelectual, provocando interés en nosotros por el contacto con las fuentes principales de la cultura y por el desarrollo y las perspectivas del conocimiento”.

Y en lo que toca a Agustín Aragón, Lombardo relata que, “por su parte, lo que el ingeniero Agustín Aragón me enseñó principalmente, fue el amor a la ciencia como espina dorsal del conocimiento”.

Esta influencia de sus maestros lo impulsa, durante sus años de estudiante universitario, a fundar junto con Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca, la “Sociedad de Conferencias y Conciertos” —que se conocerá en el medio universitario con el nombre de “Grupo de los Siete Sabios” y más tarde como la “Generación del 15”— para canalizar su interés por los problemas de la cultura y de la educación nacional.

Fragmento del mural “La marcha de la libertad”, realizado por Diego Rivera.

El Ateneo de México tuvo entre sus iniciativas más importantes la de formar la Universidad Popular, destinada a difundir la cultura entre la gran masa de trabajadores mexicanos. Durante la fase armada de la Revolución Mexicana, la Universidad Popular cerró sus puertas, pero es reabierta hacia el final de la lucha armada y el rector Alfonso Pruneda invita al entonces aún estudiante Vicente Lombardo Toledano a hacerse cargo de su dirección. Este será el primer contacto de Lombardo Toledano con los trabajadores mexicanos de los cuales ya no se separaría. “Fue entonces cuando comprendí, comenta, toda la profundidad del drama social de México”.

Desde esta primera etapa de su vida profesional se manifiestan en Vicente Lombardo Toledano las dos características de su personalidad, que a partir de ese momento y hasta su muerte habrían de resultar inseparables: su vocación de maestro y su práctica política al servicio de la clase trabajadora.

Apenas acababa yo de terminar los estudios de derecho y filosofía —escribe Lombardo Toledano— cuando el positivismo de don Agustín Aragón, el espiritualismo de don Antonio Caso y el humanismo de Pedro Henríquez Ureña, entraron en conflicto en lo más profundo de mi conciencia, porque mientras fui, como ocurre a todos los estudiantes, un receptor de ideas, no advertía la incongruencia entre las enseñanzas recibidas pero, cuando terminé mis estudios y me incorporaba plenamente a las inquietudes del pueblo y particularmente a la lucha de la clase obrera de mi país, empecé a analizar críticamente el patrimonio intelectual de que disponía y pasé a una etapa nueva de mi existencia, caracterizada por el análisis crítico de las ideas y por una afición redoblada de ampliar mis conocimientos y darle unidad a mi pensamiento filosófico.

Este interés lo va a llevar, una vez nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria, en marzo de 1922, por acuerdo entre el entonces rector de la Universidad, Antonio Caso, y el Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, a cambiar radicalmente su organización y proponer nuevos programas de estudio. Es ilustrativo el hecho de que para comenzar, abrió a oposición todas las cátedras. De esta manera, ingresaron como profesores a la Escuela Nacional Preparatoria los intelectuales más valiosos de su tiempo. Lombardo Toledano puso tanto énfasis en su tarea de reorganización que, para no perder tiempo, decidió irse a vivir junto con su esposa al edificio de la preparatoria, tal como lo había hecho años atrás su fundador Gabino Barreda.

A partir de este momento empieza a formular las ideas fundamentales que para él deberían ser las directrices de la educación nacional, que consistían, básicamente, en la necesidad de emprender un gran esfuerzo por alfabetizar y enseñar el español a la masa de la población mexicana, con objeto de crear los rudimentos de una conciencia nacional. Comprendía con gran claridad el problema que representaba para la formación de dicha conciencia nacional la existencia de enormes diferencias étnicas y lingüísticas entre la población indígena de México, por lo que propuso que la enseñanza primaria se llevara a cabo, al menos en lo que respecta a los tres primeros años, en las lenguas indígenas respectivas de cada región del país. Estas ideas están expresadas en su obra El problema de la educación en México escrita en el año de 1924.

Karl Marx
Karl Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883).

En 1925 tendría lugar un acontecimiento que iba a influir decisivamente en la vida y en las ideas del maestro. En ese año, durante un viaje a Nueva York con motivo de un Congreso Internacional de Ciudades al que asistió, tuvo oportunidad de visitar las librerías de aquella ciudad y por primera vez tiene acceso a las obras de Marx y Engels. Estas obras las empieza a recibir posteriormente por correo y comienza así su estudio sistemático, las cuales habrían de ocuparle por el resto de su vida en el proceso de su utilización como herramienta de análisis de la sociedad.

Pero es importante resaltar, que una vez incorporada en su pensamiento la filosofía del materialismo dialéctico, su concepción educativa se consolida, pero mantiene la idea rectora de la necesidad inminente para el país de crear una sólida conciencia nacional y una pedagogía propia. A partir de aquí, en pocos años se empiezan a conformar en el pensamiento de Lombardo Toledano sus tesis educativas.

Estas tesis se pueden agrupar en tres bloques, siguiendo la consideración hecha inicialmente: en primer lugar, las relativas a la cultura, tanto universal como nacional, en segundo lugar, las relativas al sistema educativo nacional; y, por último, las relativas a los problemas generales de la educación del pueblo mexicano y en particular de la clase obrera.

Estos tres grandes bloques representan, a mi juicio, los criterios más certeros para ordenar y sistematizar la obra educativa de Lombardo Toledano y poder así iniciar un análisis detallado de las ideas contenidas. En la fase actual del estudio de la obra educativa de Lombardo Toledano que se está realizando en el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, se ha llegado a la con- formación de un proyecto de investigación que pretende seguir como objetivos el estudio de tres grandes líneas del pensamiento de Lombardo Toledano; podríamos decir que son las tres ideas directrices que constituyen el núcleo de su concepción educativa y pedagógica. Estas tres grandes ideas son:

1) La idea de que mientras no exista un medio de comunicación común entre todos los mexicanos, constituido éste por un idioma común, difícilmente puede pensarse en una reforma integral a la educación y difícilmente puede pensarse en la posibilidad de crear una conciencia nacional, por lo cual se presenta como imperiosa la necesidad de castellanizar a la nación, conservando al mismo tiempo las diversas lenguas indígenas y culturas.

Esto no quiere decir que se trate de una política de incorporación de los núcleos indígenas a la civilización occidental, pues para Lombardo Toledano eso no era sino una forma de encubrir una política de exterminación de los núcleos indígenas y con ello de todas sus tradiciones culturales, sino de conformar lo que él llamaba una cultura nacional propia del pueblo mexicano, fruto de su realidad histórica y social.

2) La idea de que las condiciones económicas, políticas y sociales en que se encontraba el país al comienzo de la década de los años treinta reclamaban de un modo imperioso la completa reconstrucción económica de la sociedad, y para ello era absolutamente indispensable dar un impulso decisivo a la industrialización del país.

Para llevar a cabo dicha tarea, el país requería de técnicos capacitados, mismos que no existían, por lo que, la tarea de crear escuelas con esa orientación adquiría una prioridad absoluta y por lo tanto, la necesidad de una planificación global del proyecto de nación y con ello de la educación. Paralelamente a la reestructuración del aparato productivo, se hacía necesaria la reestructuración completa del sistema de educación, nacional en el sentido de una vinculación total entre la escuela y la producción económica, acorde con las necesidades del país.

3) La idea que se refiere a la educación y la escuela con re- lación al sistema social en que ésta se encuentra inmersa.

Al proponer la necesidad de vincular indisolublemente la escuela al aparato productivo, se plantea la pregunta por el papel social e ideológico que la escuela debe jugar en la transformación revolucionaria de la sociedad. En este punto, el pensamiento de Lombardo Toledano lucha en dos frentes: por un lado, propiamente el de la polémica, y por el otro, el de la acción directa. A su vez, la polémica es doble, pues por un lado nos encontramos con la polémica y la lucha frente a la reacción y el clero político, que han intentado durante todo el periodo de la historia de México que va desde la Reforma hasta nuestros días, rescatar el control total o parcial de la educación, controlando la enseñanza privada o intentando influir en la orientación de la educación nacional, para tener la posibilidad de intervenir en el curso futuro de la nación a través de la conciencia popular; y por otro lado, tenemos la polémica con los que llamaba “la izquierda delirante”, construida principalmente por los militantes comunistas de los llamados “ortodoxos”, principalmente de orientación troskista, que han sostenido siempre la imposibilidad de una escuela orientada a la transformación socialista de la sociedad mexicana mientras exista un régimen capitalista de producción.

universidad obreraLombardo Toledano pensaba que la escuela, fruto de un estado determinado de la sociedad, no sólo sirve para justificar el régimen histórico dentro del cual se ha producido, sino también, poseyendo una orientación definida, para preparar la conciencia popular con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad. Siempre estuvo convencido de que la escuela debía jugar un papel importante en la lucha por la construcción de una nueva sociedad. Eso explica la razón por la cual fundó y dirigió la Universidad Obrera de México; eso también explica su decidido impulso para la creación del Instituto Politécnico Nacional; o su atención por los problemas de la Escuela Normal y la orientación y preparación de los maestros; o su marcado interés por la publicación de todo tipo de instrumentos de educación para el pueblo.

En suma, podríamos adelantar, a manera de síntesis preliminar, que la concepción educativa de Lombardo Toledano se conforma en tres planos: en primer término, la educación como cultura, en donde sostiene (véase la polémica del congreso de 1933) que: la cultura es un simple instrumento del hombre, no es, por consiguiente, una finalidad en sí. No hay régimen histórico que no haya tenido a su servicio una manera de pensar la vida, una serie de juicios que tratan, en primer término, de hacer que perseveren, de hacer que se mantengan las instituciones que caracterizan a ese régimen histórico Por lo mismo, si entendemos que la cultura es un medio, si aceptamos que los valores culturales no son todos iguales, si creemos que en la época moderna más que en ninguna otra no se pueden entender los problemas sociales sino tomando como eje, como base de explicación el fenómeno económico, entonces, para ser consecuentes con nuestra creencia científica, tendremos que admitir que los otros valores de la cultura están íntimamente vinculados al valor económico.

En segundo término, la educación como pedagogía, en donde maneja la idea de crear una nueva pedagogía, una nueva manera de entender la enseñanza con el consiguiente establecimiento de los institutos y colegios superiores para lograrlo; por ello, el deber de dar a la educación una orientación definida. A este respecto decía:

Lo que sucede es que durante el último siglo de esta gran etapa de nuestra evolución histórica se ha creído que las escuelas han sido neutrales frente a los problemas sociales, frente a los problemas humanos y realmente no ha habido tal neutralidad; le hemos estado sirviendo inconscientemente o conscientemente, de modo explícito o implícito, al régimen que ha prevalecido en el país durante mucho tiempo. Y esta afirmación no la hago para nuestro país, sino para todos los países del mundo.

No se trata de poner a los alumnos en la posibilidad de elegir, se trata de formarles un criterio, y no se puede formar un criterio sin saber en qué consiste ese criterio. ¿Y qué es la enseñanza? No es una simple transmisión de conocimientos y, aún en el caso de transmisión de conocimientos, se opina al transmitirlos. Entonces allí, en la transmisión de conocimientos, en esa labor que puede parecer mecánica, ya se hizo un juicio, ya se está orientando.

A propósito de la enseñanza, decía que ésta debía basarse en un concepto científico de la verdad para hacer frente a los dogmas:

Afirmar una opinión, el sustentar un credo, el tener un criterio, no significa tenerlo para la eternidad; en esto, justamente, nos diferenciamos de los dogmas de carácter religioso. Los dogmas religiosos, los credos religiosos, son dogmas y credos hechos para siempre; en cambio, nuestra creencia científica de hoy nosotros mismos nos encargaremos de corregirla mañana; indudablemente que adoptaríamos una postura anticientífica si dijéramos que la verdad ya está hecha, pues nos pareceríamos en esto a los creyentes. La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. NO. Nosotros creemos que las verdades son contingentes; y precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Nosotros, los que no creemos que el móvil de la vida es el móvil religioso; los que creemos que la verdad se construye diariamente, a través de la historia, tenemos que afirmar con el mayor énfasis que todo ideal es fruto de la evolución histórica.

Y volviendo a lo que decíamos al principio sobre la libertad de cátedra y de investigación, sostiene:

Vicente Lombardo Toledano.
Vicente Lombardo Toledano (Teziutlán, Puebla, 16 de julio de 1894 – Ciudad de México, 16 de noviembre de 1968).

Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro, entonces la libertad humana tiene límites, y el límite principal para la libertad de cátedra no es decir las cosas si no pueden sustentarse desde el punto de vista científico; queremos lo de adelante, por lo menos lo de hoy, no lo de ayer, no existe, pues, contradicción, no hay incongruencia. ¿Qué importa que un bachiller orientado ya —nótese que siempre se refiere al bachillerato— vaya a escuchar todas las teorías políticas y científicas? No importa tampoco que un estudiante que trabaja en el laboratorio de biología, ya orientado, pueda descubrir mañana con sus propios ojos, si vale el término mediante los aparatos científicos, que su creencia de ayer es hoy errónea, mejor, eso quiere decir que la cultura irá de acuerdo con el tiempo y que la verdad será cada vez mejor y más limpia. No debemos creer que la verdad ya se formó, hay que formarla, transmitiéndola, ampliándola, enseñándola, diciendo en qué consiste.

Libertad de cátedra sí, pero no libertad para opinar a favor de lo que fue el pasado y menos aún en contra de las verdades presentes, en otros términos, libertad de cátedra sí, pero libertad para opinar de acuerdo con las realidades que vivimos y de acuerdo con la verdad futura, si es que alguien puede para facilidad suya y para provecho de la cultura mexicana adelantarse a las verdades de hoy.

Finalmente, la educación como instrumento de concientización política. En una conferencia que dio en la Universidad Autónoma de Puebla, en el año de 1962, sostiene que

No hay educación al margen de la vida real en ninguno de sus grados ni la puede haber. Y es menester no olvidar este hecho, que se comprueba con recordar simplemente los diversos momentos del desarrollo histórico para poder valorar lo que significan las universidades en nuestro tiempo y país.

En otra conferencia que dictó ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, en 1934, había dicho:

Educar significa formar hombres de acuerdo con las necesidades de la sociedad humana. La educación es un producto histórico también, como la moral y el derecho; ha sido el producto de un régimen en provecho de la clase social que detenta los instrumentos de la producción económica. No hay educación universal ni la ha habido; no ha habido ni hay escuelas alejadas de la política, de las ideas predominantes en un periodo de la evolución histórica y formadas por la clase que gobierna. La escuela ha sido y será siempre un medio de formación de hombres, de acuerdo con el tipo de hombres que la clase social dominante necesita para poderse perpetuar a través del tiempo. Pero ha servido y sirve también para dar carácter a las revoluciones de la clase explotada La educación es un instrumento de orden político para beneficio de una clase social. La única forma de que la educación deje de ser un factor de explotación más de la clase asalariada, es ponerla al servicio de la causa del proletariado.

En el trabajo “La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana”, que presentó en la “Conferencia Nacional de Educación”, en 1939, en nombre de la CTM, expuso:

La escuela nunca ha estado desligada del Estado. La oposición no es la repulsa al proyecto del Ejecutivo; la oposición es a la propia carta política de la República Mexicana, porque el argumento principal de la oposición, consistente en afirmar que la educación no debe tener una orientación política es un argumento falso. Nunca, ni en nuestro país ni en ningún otro, ha habido un sistema educativo que no obedezca a un propósito claro y definido del Estado respecto de la orientación de la conciencia nacional.

La Revolución Mexicana, que trata de transformar al ejido en la fuente de producción de la economía nacional, para crear una economía popular, necesariamente converge en la escuela socialista. Una escuela que por encima de los intereses individuales proclama los derechos de la colectividad; que forma mentalidades libres a salvo de dogmas, fanatismos y prejuicios; que combate la plutocracia y el imperialismo; que se pone de parte de los débiles y los oprimidos para forjar una patria para todos. Nadie puede detener el proceso de la historia; nadie puede detener la creación de nuevos conceptos de la vida y del mundo; nadie puede detener la eficacia de las ideas-fuerza que están construyendo un mundo nuevo en medio de las ruinas de un mundo ya caduco. La Confederación de Trabajadores de México desea y espera, en consecuencia, que haciendo honor a la conciencia de responsabilidad que distingue por ventura a los maestros de México, a los maestros de la Revolución, esta Conferencia Nacional de Educación contribuya poderosamente a construir, sobre las bases de la ciencia verdadera, un nuevo país. De esta suerte, no sólo habrá de justificar el maestro mexicano su paso por las aulas, sino también su paso por la historia de la patria.

Pensamos, pues, que a partir de esta primera caracterización de la obra educativa de Vicente Lombardo Toledano es posible iniciar un estudio serio, riguroso y sistematizado, con objeto de conocer y entender mejor su rico pensamiento educativo y el impacto que ha tenido en la cultura de México.

BIBLIOGRAFÍA

Calderón Vega, L. Los Siete Sabios de México. Ed. Jus. 2a Edición, México, 1972, p. 71-74.

Lombardo, V. El problema de la educación en México. Ed. Cultura, México, 1924.

Lombardo V. Origen, carácter y misión política de la educación. Conferencia ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, Puebla. 1934.

Lombardo V. La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana, e n CTM 1936-1941. Talleres Tipográficos Modelo, México, 1941.

Lombardo, V. La educación universitaria en México, Conferencia dictada en la Universidad Autónoma de Puebla, 1962.

Lombardo, V., Caso, A. Idealismo vs. materialismo dialéctico. Ed. VLT, 3a Edición, México, 1975, p. 37-40.

Wilkie, J., E. de Wilkie. Vicente Lombardo Toledano, teórico y militante marxista (entrevista).Ediciones del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 1969, p. 237.

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2 comentarios en “LA CONCEPCIÓN EDUCATIVA DE VICENTE LOMBARDO TOLEDANO”

  1. Excelente biografía del maestro Vicente Lombardo Toledano, tuve la fortuna de asistir a la secundaria nocturna no 14, que en honor al maestro lleva su nombre, para mí es una alegría saber mas de su vida.

  2. Muy buen artículo, felicidades al autor.
    Considero que es una síntesis correcta del pensamiento educativo de Lombardo Toledano, aunque como en el mismo escrito se menciona, es necesario tener una contextualización adecuada.
    No estoy seguro que Lombardo haya sido director de la Universidad Popular Mexicana.
    Una etapa importante en la construcción de su pensamiento educativo es en 1923-1924, cuando fue gobernador de Puebla. En ese breve periodo participó con él Pedro Henríquez Ureña como secretario de educación. Esta etapa ha sido poco investigada.
    Saludos.

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