Lombardo en el debate sobre la economía de México.

Cuaúhtemoc

Lombardo en el debate sobre la economía de México.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

¿Existe un camino mexicano en materia económica? ¿Un camino que sea el fruto de nuestra propia experiencia, de nuestro recorrido histórico? ¿Una vía que a la vez que corresponda al modo de producción dominante en nuestro país en la etapa actual, nos permita desarrollar nuestras fuerzas productivas y sentar bases para el ulterior avance hacia modos de producción superiores? En caso de existir, ¿en qué consiste esa senda? ¿Cómo se le definiría?

Intervenir en la economía de un modo directo, función medular del Estado mexicano surgido de la Revolución.

Es función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, con el fn de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia...
Es función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, con el fn de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia…

Según una corriente del pensamiento económico, de la que Vicente Lombardo Toledano es el exponente principal, sí existe ese camino, y radica en considerar como función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, precisamente con el objetivo de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia del exterior. Quienes la forman, sustentan que en los países que llegaron tarde a la industrialización capitalista, como el nuestro y los demás de América Latina, la única perspectiva de desplegar la economía de la nación de manera cierta y consistente se da cuando el Estado interviene de modo directo como agente económico, no para anular al mercado sino para actuar en él de modo activo: en calidad de productor o empresario en las ramas estratégicas y prioritarias de la economía. Los partidarios de esta concepción sostienen además que si el Estado abandona esta función, la alternativa, que sería la de abrir las ramas más importantes de la economía al capital extranjero, en la época actual, que es la del imperialismo, pondría en peligro la viabilidad de la nación; es decir, la posibilidad de que México siga siendo un país independiente y soberano, y pueda serlo cada vez de manera más completa. Por eso, esta corriente declara que las privatizaciones dañan profundamente al país y, por tanto, las combate.

No se trata de que los partidarios de esta corriente estuvieran proponiendo que el Estado mexicano tal como existía en el siglo XX –y ni siquiera como existe hoy– asumiera o asuma la función económica propia de un Estado socialista. Pero tampoco se trata de que pretenda operar como un estado capitalista clásico, pues no lo es. Antes del arribo de los neoliberales, hace tres décadas, teníamos un Estado capitalista con particularidades que lo diferenciaban del capitalismo de libre concurrencia –que estuvo vigente en numerosos países del mundo antes de que surgiera el dominio de los monopolios y el capital financiero– y lo distinguían también del capitalismo imperialista, que existe en los países dominantes en el mundo contemporáneo. Porque el que aquí se dio ha sido y es –ahora todavía más– un capitalismo deformado y subordinado al capital imperialista. Y porque de la Revolución Mexicana, que fue un movimiento antiimperialista, de sus fuerzas más avanzadas, surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales, de manera consecuente, la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales.

Un Estado que impulsa la independencia de la economía nacional es distinto de uno capitalista clásico.

...las privatizaciones dañan profundamente al país y lo vuelven cada vez más dependiente...
…las privatizaciones dañan profundamente al país y lo vuelven cada vez más dependiente…

Las diferencias esenciales del que referimos, con respecto del Estado capitalista clásico y uno socialista, son concluyentes: En un Estado capitalista clásico, la propiedad privada es un principio supremo e intocable, y el Estado tiene la función de protegerla por encima de todo, y, por tanto, proteger a los capitalistas como clase social; el Estado está fundamentalmente a su servicio. En un Estado socialista, por su parte, la propiedad privada de los medios de producción y cambio no existe, sino la propiedad socialista, y el Estado está al servicio del proletariado. Ahora, por lo que se refiere a un Estado surgido de una revolución antimperialista, como el nuestro, sí existe la propiedad privada, se le respeta y hasta se fomenta; pero no toda la propiedad privada ni por encima de todo, sino sólo la que cumpla ciertas funciones útiles para el proyecto general de desarrollar nuestras fuerzas productivas propias y avanzar hacia la independencia económica nacional. Se trata, por tanto, de una propiedad privada que está condicionada.

En segundo lugar, en el capitalismo clásico la fuerza de trabajo es una mercancía que los propietarios de los medios de producción y cambio compran y, con ello, se apropian del plusproducto que los trabajadores generan; es decir, lo que rige al sistema es la explotación del hombre por el hombre. En el socialismo, en cambio, la distribución del producto social se ejerce de acuerdo a la fórmula “a cada quién según su trabajo”, que significa que cada miembro de la sociedad debe recibir el equivalente del valor de lo que con su trabajo aporta a la propia sociedad. En el caso del Estado mexicano surgido de nuestra revolución de inicios del siglo XX, por su parte, regían las fórmulas de distribución y apropiación que son propias del capitalismo, pero atenuadas por el Estado, al que se dio la función de intervenir económica, social y jurídicamente de manera unilateral a favor de la clase trabajadora con el fin de moderar la tendencia explotadora del capitalismo. Por mandato constitucional, no podría ser un Estado que se proclamara neutral entre las clases sociales y en los hechos sirviera a la clase explotadora, como actúan los Estados dentro del sistema capitalista clásico.

En tercer lugar, en el capitalismo clásico la economía no se planifica, sino que se rige por las llamadas leyes del mercado bajo el principio supremo de dejar hacer, dejar pasar. El Estado debe abstenerse de intervenir en la economía. En tanto que en los otros dos, el Estado socialista y el surgido de la Revolución Mexicana, la economía debe ser planificada por el Estado, aunque no de manera idéntica, en uno y otro. En el socialismo, la planificación es integral y debe abarcar todos los renglones, quizá con la excepción de los que tienen un carácter marginal. Y en un Estado como el nuestro, la planificación traza lineamientos generales válidos y obligatorios para todos, pero al sector estatal de la economía le fija mecanismos rígidos, y al capital privado, flexibles.

El debate sobre la economía nacional, ¿Estado o mercado?

De la Revolución Mexicana surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales...
De la Revolución Mexicana surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales…

Pero frente a ésta concepción sobre el camino para el desarrollo económico de México, sus opositores sostienen, como un principio de carácter general, la tesis de que la responsabilidad fundamental en el campo de la economía corresponde al mercado, como ocurría en los tiempos idos del capitalismo de libre cambio. Aducen que el Estado no debe participar en la economía, o debe hacerlo lo menos que sea posible –conceden– subordinándose en todos los casos a los intereses y directrices del mercado. Dicen que lo deseable es que sus funciones se reduzcan a establecer las normas y a vigilar su cumplimiento desde afuera. Añaden que si el Estado va más allá de esos límites, entorpece y pervierte a las leyes del mercado, y que esto trae a la postre funestos resultados. Estas cuestiones las consideran válidas para todos los Estados del mundo contemporáneo, sin distinción de grados de desarrollo de sus fuerzas productivas, condición de posible dependencia o independencia y soberanía económica o de cualquier otra índole. Insistiendo en sus opiniones, descalifican a los partidarios de la intervención del Estado en la economía; declaran que sus argumentos están superados y que el libre mercado ya emergió vencedor, en nuestros días. Lombardo los denunció:

Contra la ruta que México eligió, se levantan los partidarios de la llamada ‘libre empresa’, afirmando que la prosperidad alcanzada por las naciones más desarrolladas, se debe al esfuerzo de sus hombres de negocios, nunca interferido por el poder público, y nos aconsejan que imitemos su ejemplo… Pero parten de la ocultación de un hecho fundamental: la evolución histórica de México es diferente a la de Estados Unidos y las naciones altamente industrializadas de otros continentes, a tal grado que sin la Revolución… nuestro país sería hoy una colonia del extranjero con el título de Nación soberana”.[1]

Los hechos, en efecto, desmienten la pretensión de los propagandistas del que han llamado “libre mercado”. No existe país tercermundista alguno que ese camino pueda ser presentado como ejemplo que avale el éxito de ese tipo de economía. Ninguno que, sin intervención estatal, haya conseguido o esté logrando resultados en los aspectos medulares, como éstos:

  1. Un crecimiento significativo y sostenido, sin caídas. (Eficacia económica)
  2. El fortalecimiento de su mercado interno. (Desarrollo sin dependencia)
  3. Un creciente bienestar de la población en su conjunto. (Democracia social)
  4. Una distribución equitativa del producto. (Democracia económica)
  5. La edificación de una economía nacional. (Desarrollo con independencia)

Los regímenes de intervencionismo estatal han aportado mejores resultados en todos estos aspectos. México no es la excepción. Está comprobado que el Estado neoliberal no ha logrado equipararse al que le antecedió en México en ninguno de los indicadores señalados, ni ha alcanzado sus logros.[2]

[1] Vicente Lombardo Toledano. “Iniciativa para adicionar la Constitución…”, op. cit. Los subsecuentes datos y citas textuales corresponden a la misma fuente, a menos que se cite específicamente una distinta.

[2] Por ejemplo, Armando Labra Manjarrez publicó un estudio comparativo de los resultados económicos y sociales de cuatro sexenios muy representativos de una y otra concepción en materia económica, libre mercado e intervención del Estado. Por un lado, los doce años de Luis Echeverría y José López Portillo; por otro, los doce correspondientes a Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. De acuerdo con este estudio, en tanto el Producto Interno Bruto (PIB) creció a un promedio anual del 6.2%, en el periodo Echeverría-López Portillo, en la fase De la Madrid-Salinas apenas alcanzó el 1.6% anual promedio. Más notable todavía es el contraste en el caso del PIB per cápita que pasó, de un crecimiento anual del 3.2%, a una disminución del 0.3%. El salario mínimo, que es un indicador básico, por lo que se refiere al bienestar de la población, “registró un decrecimiento anual de 1% entre 1971 y 1982 y de casi 7% entre 1983 y 1994, significando una caída acumulada de poco más de 80% en los doce años… (de los partidarios del libre mercado) De tal forma, el poder adquisitivo del salario hoy es menos de la mitad del existente a principios de los ochentas”, dice el autor citado. Y aporta un dato más: el tipo de  cambio  (peso  por  dólar)  pasó  de 20.9 a 1,873.6 (viejos pesos) Armando Labra Manjarrez. “¿Apostar de nuevo al neoliberalismo? Análisis de los últimos cuatro sexenios”. Ensayo publicado en la revista Macroeconomía, marzo 16 de 1995, año 2, No. 20, pp. 14-18.

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2 comentarios en “Lombardo en el debate sobre la economía de México.”

  1. Estoy de acuerdo con el breve comentario de Ma. Teresa. Las diferencias entre la vía de desarrollo que encabeza Lombardo, como su principal teórico, y la vía del supuesto libre mercado, que han venido instalando los gobiernos neoliberales, son profundas, van a la raíz.
    Y también estoy de acuerdo en que hay un gran desafío para la actual generación de mexicanos: abrevar en las enseñanzas de Lombardo, organizarnos y luchar por reenrumbar al país por el camino que nos conduzca a la independencia plena y ha la construcción de una sociedad superior.

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