Procesos de la Tierra y formación de estratos: geología y pensamiento arqueológico

A. P. de L.

En la formación de la idea de una arqueología del Paleolítico dentro del pensamiento arqueológico influyeron algunas ideas de la ciencia de finales del siglo XVIII. La geología empezaba a delinear una nueva visión sobre la Tierra en los círculos científicos, que incluía la noción de una gran antigüedad tanto de la Tierra como de la vida en ella. En 1785 James Hutton (1726-1797) había expuesto ante la Royal Society of Edinburgh, a la que pertenecía, sus reflexiones sobre las leyes que gobernaban la conformación de la Tierra. La exposición, en dos sesiones, la habían llevado a cabo su amigo Joseph Black y el propio Hutton. El texto fue publicado por la misma Sociedad en 1788, bajo el título de Theory of the Earth or an Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution and Restoration of land upon the Globe. Este escrito forma parte del libro central de Hutton, del que fueron publicados dos volúmenes en 1795, Theory of the Earth, with Proofs and Illustrations.

Portada de la publicación Transactions of the Royal Society of Edinburgh, en donde Hutton publicó Theory of the Earth; or an investigation of the laws observable in the composition, dissolution, and restoration of land upon the Globe (1788)
Portada de la publicación Transactions of the Royal Society of Edinburgh, en donde Hutton publicó Theory of the Earth or an investigation of the laws observable in the composition, dissolution, and restoration of land upon the Globe (1788)

En este texto Hutton se proponía llegar a una visión general del mecanismo que regulaba la Tierra. En él, se interesó por comprender cuáles características tenía la Tierra que posibilitaban la existencia de la vida y formuló conceptos para explicar ciertos procesos sucedidos en ella. Expuso que para analizar lo que llamaba el sistema de la Tierra, era necesario analizar las fuerzas operantes en ella pues se conocía poco, más allá de su existencia,  sobre fuerzas poderosas tales como la electricidad, el magnetismo y su calor interno. Se sabía de su existencia, pero nada más. También podían percibirse a diario otras fuerzas y condiciones que operaban en la modificación del planeta: el viento, la lluvia, las pendientes. Todas ellas contribuían a deslavar el suelo y llevarlo hacia el mar, a destruir lentamente la roca firme, a formar el suelo sin el cual no sería posible la vida animal y vegetal[1]. Expresó también que, en lo que se refiere a la presencia del ser humano, no se tenían más datos que la historia escrita, la cual era insuficiente porque se remontaba a muy poco tiempo atrás.

Empero, señalaba, en lo que se refería a otros habitantes de la Tierra, especialmente los del mar, se contaba con restos calcificados de animales que habrían vivido, a juzgar por su naturaleza, hacía larguísimo tiempo. Por ello, se propuso juzgar el tiempo pasado a través de las observaciones que él o sus contemporáneos podían hacer directamente sobre el mundo[2]. En sus palabras:

Examinando las cosas presentes tenemos datos con los cuales razonar respecto de lo que ha sido; y de lo que ha sido actualmente tenemos datos para concluir respecto de lo que sucederá en adelante. Por consiguiente, sobre el supuesto de que las operaciones de la naturaleza son regulares y estables, encontramos en las evidencias naturales medios para concluir que cierta porción de tiempo ha transcurrido necesariamente en la producción de esos eventos de los cuales vemos los efectos. …Es así que al encontrar vestigios de animales marinos de cualquier clase en el cuerpo sólido de nuestra tierra, se forma una historia natural de esos animales que incluye una cierta porción de tiempo; y para averiguar esta porción de tiempo debemos otra vez recurrir a las operaciones regulares de este mundo. Debemos así arribar a datos que indican un periodo que ninguna otra especie de cronología es capaz de remontar[3].

Hutton no aventuró una medida exacta del tiempo que calculaba, pero defendió a lo largo de su texto la noción de que los procesos que habían dado forma a la superficie terrestre habrían sido semejantes en tiempo y en magnitud, a los que en ese momento se podían observar. Se trataba en su mayoría de procesos continuos, constantes, prácticamente imperceptibles; algunos de destrucción y otros de formación química o física de los estratos, formas y superficies terrestres. Sólo ocasionalmente podría admitirse, señalaba, la ocurrencia de fenómenos de tipo catastrófico. De hecho expuso la idea de que el tiempo de existencia de la Tierra era indefinido pues cada nueva formación o modelación de la superficie terrestre debía tener un antecedente, no podía haber surgido de la nada:

Es decir, el mundo que habitamos está compuesto de materiales, no de la tierra que fue predecesora inmediata de la actual, sino de la tierra que, a partir de la actual, consideramos la tercera […] Aquí están tres distintos periodos sucesivos de existencia y cada uno es, en nuestra medida del tiempo, una cosa de duración indefinida[4].

Las ideas de Hutton fueron conocidas como plutonismo, por la importancia que daba a la fuerza que provenía del calor interno de la Tierra[5]. También se identificaron como parte del pensamiento uniformitarista, pues abogaba por la búsqueda de causas uniformes en la modificación terrestre, semejantes a las presentes[6] [7].

Las teorías con las cuales Hutton estaba estableciendo controversia eran varias. Por un lado, estaba la idea de que el diluvio universal había sido la fuerza que diera forma a la superficie terrestre, defendida, entre otros, por Burnet, Woodward y Whiston. Los diluvistas se basaban en el relato bíblico y sus ideas prevalecieron durante los siglos XVII y XVIII y fueron continuadas por los llamados geólogos bíblicos durante la primera mitad del XIX[8]. A la idea de que el diluvio transportó materiales que luego, al retirarse las aguas, se depositaron modificando la estructura original de la Tierra, Hutton oponía la idea de procesos más simples, cotidianos, de arrastre y erosión, por viento o agua, así como procesos de cambio en la Tierra producidos por el calor interno que ésta generaba. Otra teoría con la cual Hutton debatía era el neptunismo, sostenido por Werner en la segunda mitad del siglo XVIII. Werner argüía que originalmente la Tierra era un océano y sus rocas se formaron por precipitación, idea que guardaba algunas semejanzas con la diluvista.

Con el debate de Hutton se sentaron las bases para la ulterior aceptación de la antigüedad de la Tierra y para la incorporación de la estratigrafía como dato relevante en la interpretación de los procesos naturales de la superficie terrestre.

Cuvier, Smith y otros investigadores.

William Smith, geólogo y estratígrafo inglés.
William Smith, geólogo y estratígrafo inglés.

Diversos investigadores vislumbraron durante esta época la importancia de los fósiles como indicadores de cambios a lo largo del tiempo en las capas estratigráficas. A este grupo pertenecieron, entre otros, el naturalista francés Georges Cuvier y el agrimensor inglés William Smith[9]. Cuvier tuvo enorme influencia en el mantenimiento de una visión catastrofista de la formación de los estratos terrestres, catastrofismo al cual se oponía la propuesta uniformitarista de Hutton[10], empero, sus observaciones sobre la formación de estratos tuvieron gran importancia en el estudio de la formación de las capas de la tierra. A William Smith, por su parte, se le reconoce un importante papel precursor en la consolidación de la estratigrafía como disciplina de la geología. Silverberg señala:

En 1791, Smith observó que las rocas estaban dispuestas en capas definidas o estratos. Cada estrato tenía su propio aspecto distintivo y sus propios fósiles especiales, que nunca aparecían en otros niveles. Los estratos de aspecto similar, en muy distantes zonas, tenían fósiles semejantes. De manera que un determinado fósil podía ser la clave de la identidad de un estrato.

Fue el principio del conocimiento de la estructura de la tierra. Cuanto más profundo era el estrato, éste era más antiguo y más viejos eran los fósiles que contenía. Se desarrolló una especie de cronología relativa. Fue posible determinar que un fósil dado era más antiguo o más reciente que otro… aunque nadie tenía ninguna idea real de cuál era la edad real de uno y otro, en años[11].

Como otros, también el texto de Hutton hubo de esperar algunos años para ser situado en algún lugar de relevancia en el pensamiento científico, que en realidad le correspondía. Esto sucedió unos treinta años después, cuando Charles Lyell volvió al tema en sus Principles of Geology, que comentaremos en otra ocasión.

De los geólogos de finales del siglo XVIII y principios del XIX la arqueología recibió algunas concepciones importantes. De Hutton, su primer acercamiento a la idea de una gran antigüedad de la vida en la Tierra y su visión de los procesos que transforman el registro geológico como una serie de procesos continuos, uniformes, sucedidos lentamente a lo largo de miles de años. De Cuvier, naturalista, y de Smith y otros estratígrafos, la idea de que a través del estudio de la sucesión de capas en la tierra y su asociación con distintos tipos de fósiles, podrían determinarse los distintos periodos transcurridos en la historia de la vida.

 Aura Ponce de León, noviembre de 2014.


 

Referencias.

Behrensmeyer, A. K., Kidwell, S. M., y Gastaldo, R. A. (2000), “Taphonomy and paleobiology”, en: Deep Time. Paleobiology’s Perspective, Erwin, D. H. y Wing, S. L., eds., Special volume for the 25th Anniversary of the journal Paleobiology, USA, The Paleontological Society, pp. 103-147.

Hutton, J. (1795), Theory of the Earth. With Proofs and Illustrations. V. I., Edinburgh, Messrs Cadell, Junior and Davies, London; and William Creech, Edinburgh.

Pelayo, F. (1991), Las teorías geológicas y paleontológicas durante el siglo XIX, Madrid, Akal [Historia de la ciencia y de la técnica, No. 40].

Silverberg, R. (1964), El hombre antes de Adán, México, Diana [original: Before Adam, Macrae Smith Company].


 

Notas.

[1] Hutton, 1795: 2-17.

[2] Íbid: 18-20.

[3] Íbid: 19-20.

[4] Íbid: 199-200.

[5] Pelayo, 1991: 11-13 (muy interesante texto sobre las ideas geológicas y paleontológicas del siglo XIX).

[6] Íbidem.

[7] Por su análisis de los distintos fenómenos que modificaban la tierra, Hutton podría ser reconocido como un precursor de la moderna tafonomía, disciplina a la que recurren la arqueología y la paleoantropología para analizar los procesos de configuración del registro arqueológico y paleontológico. Behrensmeyer, Kidwell y Gastaldo (2000: 103), señalan que la tafonomía “fue definida primero por Efremov en 1940 [Efremov, J. A., 1940, “Taphonomy: new branch of paleontology”, Pan american Geologist 74: 81-93] como «el estudio de la transición (en todos sus detalles) de los restos animales de la biosfera a la litosfera»”. También señalan que Behrensmeyer y Kidwell [1985, “Taphonomy’s contributions to paleobiology”, Paleobiology 11: 105-119] caracterizaron a esta disciplina como «el estudio de procesos de preservación y cómo éstos afectan la información en el registro fósil». A mi entender, la tafonomía es un campo general de investigación orientado a entender los procesos por los cuales se forman los registros arqueológico, geológico y paleontológico desde una perspectiva multi y transdisciplinar. Se recurre para ello a muchas subespecialidades de la química, la biología, la geología, la física y otras ciencias.

[8] Pelayo, 1991: 10-11.

[9] Íbid: 14-15

[10] Íbid: 20-22

[11] Silverberg, 1965: 25-26

 


Parte de este texto proviene del libro Arqueología cognitiva presapiens, de la autora, 2005, México, CEFPSVLT.

 

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