VICENTE LOMBARDO TOLEDANO (16 de julio 1894 -16 de noviembre 1968)

Marcela Lombardo

Vicente Lombardo Toledano
(16 de julio 1894-16 de noviembre 1968)

Por Marcela Lombardo Otero

Rendir homenaje a Vicente Lombardo Toledano significa para los mexicanos patriotas, sobre todo aquellos que conocen las luchas de nuestro pueblo por su emancipación como país soberano, que la figura de este ilustre mexicano fue una de las más grandes que produjo el siglo veinte.

Los mexicanos patriotas sabemos también que este mexicano, gigante del pensamiento universal, fue un hombre con un profundo conocimiento filosófico del mundo y la vida, que puso su existencia al servicio de los humildes, de los explotados, de quienes todo lo producen y poco o nada poseen, de los trabajadores mexicanos y de nuestros hermanos latinoamericanos, de los obreros de Europa y del resto del mundo. Que su actuar fue de constante lucha y trabajo por mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, por la libertad y la justicia, por la cultura para todos los mexicanos y por la consolidación de la democracia.

Así lo entendió su patria y lo escogió como uno de sus guías entre los mejores de sus hijos, porque fue un hombre excepcional cuyo ejemplo perdurará para siempre.

Vicente Lombardo ToledanoVicente Lombardo Toledano fue un hombre incansable, estudioso de todos y cada uno de los problemas sociales de su tiempo, dirigente sindical y político, periodista y educador, parlamentario brillante y aguerrido, combatiente antifascista y antiimperialista, así como permanente luchador por el desarme, la coexistencia y la paz. Fue el constructor de la unidad obrera de nuestra patria y un defensor, como pocos, de la unidad de los trabajadores a escala mundial. Fue un hombre optimista por convicción, pues tenía profunda confianza en el poder creador de los pueblos, en la posibilidad de desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad en beneficio de la humanidad en su conjunto.

Fue un orador admirable; tenía, como muy pocos, la elocuencia de la palabra, la cual exaltaba fervorosamente en favor de las causas justas, que expresaba siempre llena de pasión y con la claridad del agua cristalina que brota de los manantiales, inculcando confianza y esperanza, señalando el camino para sacar de la angustia a quienes querían saber, pero tenían cerradas las puertas del conocimiento.

Fue un hombre de ciencia, un intelectual en el sentido más profundo del término, porque para él la ciencia, como cualquier otra manifestación de la cultura, era fuerza motriz de la historia, que debía orientarse para ayudar a los seres humanos a disfrutar de la vida, de esta vida terrenal, que es la única que existe. Era un hombre convencido que la batalla esencial de nuestra época es la batalla de las ideas, pues son éstas las que expresan las razones profundas de los antagonismos entre las sociedades humanas y, tratándose de sus diversas expresiones, decía que en las contradicciones que ocurren en el seno de la sociedad, las ideas se proyectan en ella de modo indirecto y complejo, por lo que necesitan presentarse en los vínculos que tienen con la raíz de donde surgieron. Así, sostenía, las ideas se sitúan dentro del tiempo y el espacio al que pertenecen, educan por cuanto se conocen sus causas y sus objetivos, y ayudan a liquidar la creencia falsa de que éstas valen por sí mismas fuera de la realidad que las produce.

Vicente Lombardo Toledano era un humanista, un pensador que ahondó en la cultura universal, que poseía una visión del mundo basada en la filosofía y en la ciencia. Su cultura enciclopédica, su lógica mental y su vocación por orientar a las nuevas generaciones hizo que se ganara el nombre de Maestro. Los obreros lo llamaban compañero, pero para el pueblo mexicano él era y seguirá siendo el Maestro Lombardo.

Fue un hombre que disfrutaba trabajar, que combinaba su tiempo para realizar sus actividades políticas con su pasión por la lectura. Desayunaba leyendo los periódicos diarios, tomando nota de las noticias interesantes y, si no salía de casa, se sentaba por largas horas en su mesa de trabajo a leer y escribir. La gran mayoría de los libros de su biblioteca, de alrededor de treinta mil títulos, tienen anotaciones y comentarios al margen.

Fue un hombre que siempre vivió rodeado de estudiantes, de intelectuales y artistas con quienes discutía los asuntos relevantes del mundo y la vida, pero también mantenía el trato constante con dirigentes obreros y campesinos, quienes venían a consultarle sus problemas y a solicitar su orientación, así como dirigentes políticos tanto de México como de otros países. Esta pasión suya de educar explica su actitud generosa con todos y su placer por encontrar, a través del diálogo, respuestas a todas las preguntas. Se podría decir que era como Sócrates, el filósofo griego, siempre dispuesto a combatir a los sofistas de su tiempo, porque despertó en sus amigos y discípulos el amor a la verdad, a la verdad expresada en todas sus formas.

Vicente Lombardo Toledano con sus nueve nietos. Atrás, Raúl Gutiérrez Lombardo, Vicente Silva Lombardo, Vicente Lombardo Toledano, Adriana Silva y Rosa María Soto Lombardo; en medio, Federico Silva Lombardo, Vicente Gutiérrez Lombardo, Rodrigo Gutiérrez Lombardo, Iliana Soto Lombardo; delante, Marcela Gutiérrez Lombardo.
Vicente Lombardo Toledano con sus nueve nietos. Atrás, Raúl Gutiérrez Lombardo, Vicente Silva Lombardo, Vicente Lombardo Toledano, Adriana Silva y Rosa María Soto Lombardo; en medio, Federico Silva Lombardo, Vicente Gutiérrez Lombardo, Rodrigo Gutiérrez Lombardo, Iliana Soto Lombardo; delante, Marcela Gutiérrez Lombardo.

Vicente Lombardo Toledano fue también un hombre de familia, la cual construyó con su esposa y compañera de prácticamente toda la vida, Rosa María Otero y Gama, quien era una mujer inteligente, sensible y culta, formando una pareja entrañable, así como con sus hijas y sus nietos que tuvimos el privilegio de vivir a su lado, quienes siempre tenemos presente el recuerdo de su tierna paciencia y cariño y su empeño por hacernos valorar la vida y las luces del conocimiento para utilizarlas en beneficio propio y para contribuir a la defensa y engrandecimiento de nuestra patria.

Fue más que un profesor de filosofía, es decir, fue un verdadero filósofo, un gran pensador y un militante político profundamente antidogmático. Poseedor de la filosofía materialista y del método dialéctico, decía convencido que los dogmas de todo signo y su fruto, el fanatismo, o su expresión menor, los esquemas, son frenos para el desarrollo histórico y riesgosas caricaturas de la realidad. Para los dogmáticos, apuntaba, un antidogmático, como él, es siempre un oportunista, porque para estos y para los ignorantes parece dar la impresión de acomodarse, sin reflexión, a los cambios que se operan en el seno de la sociedad. Sin embargo, no solo es pobre, si no se transforma hora por hora, minuto por minuto, aun cuando los cambios no se perciban sino cuando su acumulación produce un salto brusco.

Los hombres como Vicente Lombardo Toledano, no cabe duda, hacen la historia, pero la historia hace, a su vez, a los hombres como él, porque la relación entre la vida y los seres humanos es, siempre, relación recíproca, acción de la vida sobre los seres humanos y de los seres humanos sobre la vida.

Vicente Lombardo Toledano fue lo que fue porque en él se dieron dos condiciones excepcionales: conocimiento y “doctrina lúcida, bien adquirida, bien defendida, bien promulgada, bien expresada; y realización del pensamiento en la acción cotidiana, la vida entera entregada a una causa suprema que siempre es causa impersonal e histórica”.

Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas
Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas

Vicente Lombardo Toledano fue eso, un hombre de acción que vivió victoriosamente de acuerdo con sus ideales, que llegó como muy pocos –para nuestra desgracia en estos tiempos de incapacidad, cinismo y mentira- a la cumbre de la serenidad, que equivale a decir a la cima del dominio de la esencia de los problemas y, por tanto, a la intransigencia con los principios, al mismo tiempo que la fluidez del trato con sus semejantes, a quienes amó con el humanismo que siempre descubre el que indaga en los sufrimientos y en las demandas de los que padecen, a los que sirvió con tesón apasionado.

Por ello, aun sus adversarios políticos lo respetaban y si tuvo algún enemigo, este fue solo el resentimiento de los ignorantes que lo denostaban con la furia primitiva de los traidores, porque cuando la grandeza de un hombre es tal oscurece siempre a los pequeños.

En este lugar donde yacen sus restos mortales junto a los de otros grandes hombres y mujeres ilustres del a historia de México, quiero con estas palabras, plenas de emoción, rendir homenaje a este HOMBRE con mayúsculas, que vivirá a través de los años como fuente de saber para las nuevas generaciones y para los mexicanos de hoy que tienen interés, como él insistía, en trabajar unidos por una causa superior. El difícil momento que vive nuestra patria necesita, más que nunca, del concurso de todos sus hijos, de la participación entusiasta y firme de todas las fuerzas democráticas y nacionalistas del país, porque “solo con esa participación –decía Vicente Lombardo Toledano- de los elementos más representativos de las fuerzas patrióticas y avanzadas, se puede gobernar sin riesgos y sin dificultades”.

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