Pensamiento científico sobre la antigüedad humana

Aura-Ponce

Se ha señalado que Charles Lyell (1797-1895) tuvo una importante influencia en la opinión de la comunidad investigadora y el pensamiento científico de su tiempo al sostener un punto de vista que otorgaba gran antigüedad a la vida en la Tierra.

Charles Lyell (1797-1875)
Charles Lyell 1797-1875

Aunque varias de estas ideas habían sido expuestas a finales del siglo XVIII por James Hutton, Lyell, además de documentar con profusión sus afirmaciones a través de estudios de campo realizados por él mismo o por otros colegas, logró una exposición, retórica y quizá socialmente más afortunada, obteniendo una amplia aceptación entre sus contemporáneos estudiosos.[1] Cabe recordar entre ellos a Darwin, quien se vio influenciado por sus conceptos durante el viaje que realizó de 1831 a 1836 en el Beagle en el que estudió numerosas áreas de la biología y la geología. Lyell, en efecto, había dedicado el volumen II de sus Principles of Geology al estudio de las teorías de la transmutación de las especies y a la investigación de la diversidad biogeográfica en el planeta y de sus posibles causas, incluyendo la importancia del tiempo transcurrido.

En esa misma primera mitad de siglo, otros investigadores contribuyeron a la configuración de un corpus de ideas que trazaría la futura investigación sobre la antigüedad humana y la evolución del nuestra especie.

Boucher de Perthes: artefactos y fauna extinta.

Boucher de Perthes (1788-1868)
Boucher de Perthes (1788-1868)

En Francia, entre los años treinta y cuarenta del siglo XIX, Jacques Boucher de Crèvecoeur de Perthes (1788-1868) quien se desempeñaba como funcionario de aduanas y se había aficionado a la exploración de los alrededores del valle de La Somme[2], realizó hallazgos de utensilios de pedernal asociados a fauna extinta.

Al analizar los contextos en que se encontraban empezó a considerar la idea de que el hombre tenía una mayor antigüedad de la que se le reconocía y que además había coexistido e interactuado con animales que ya se habían extinguido. Presentó estas ideas primero en Abbeville, en donde era presidente de la Société Royale D’émulation y posteriormente a través de publicaciones[3]. El planteamiento que hizo no ganó muchos adeptos en el pensamiento científico de su momento, pero posteriormente sí obtuvo un cierto reconocimiento sobre la validez de sus datos y puntos de vista (Boucher de Perthes, 1860/1962: 83-93). En su exposición se encuentran algunas ideas que ya habían sido expuestas por John Frere en otro tiempo y lugar y sobre material arqueológico distinto ante la sociedad de anticuarios inglesa: la constatación, a través de estos materiales, de una antigüedad humana, una época en que la vida del ser humano había estado ligada a cierta fauna que ya no existía más.

Museo Boucher de Perthes en Abbeville, Francia.
Museo Boucher de Perthes en Abbeville, Francia.

Con la publicación posterior de El origen de las especies (1859), las palabras e investigaciones de Boucher de Perthes cobraron relevancia. Como se sabe, el libro de Darwin constituyó un hito en el pensamiento biológico y promovió una transformación de gran importancia en el pensamiento científico de la época sobre el lugar del hombre en la naturaleza y su antigüedad sobre la tierra. Influenciados por la lectura de este libro, Joseph Prestwich y John Evans, investigadores ingleses cercanos a Charles Lyell, decidieron viajar a Francia para visitar a Jacques Boucher de Perthes y constatar por sí mismos la veracidad de sus afirmaciones, que en efecto confirmaron. Al regresar a Londres presentaron ante la Royal Society of London y ante la Society of Antiquaries of London sus observaciones personales y consideraciones sobre la existencia de hachas de mano en estratos muy antiguos del Valle de La Somme, en los cuales también aparecían restos de fauna extinta. Pocos meses después Lyell apoyó en público sus afirmaciones (Daniel, 1968: 38-40). En su exposición ante la Royal Society, Prestwich recuperó y recordó el antiguo escrito de Frere arriba mencionado, que trataba sobre diversas armas de pedernal encontradas en Hoxne, Suffolk, y que había sido publicado en la revista Archaeologia en 1800. En este texto se afirmaba la existencia de una asociación entre artefactos antiguos y fauna extinta, lo que respaldaba la hipótesis de una gran antigüedad humana. Al preguntarse retóricamente el porqué del rechazo a Boucher de Perthes y a otros autores, Prestwich conjeturó que diversos factores de poca importancia habían minimizado la importancia de los hallazgos y que lo mismo había sucedido con este antiguo texto. La comunicación termina con una afirmación del autor, apoyada por su compañero de viaje John Evans, asegurando que las capas en las que Boucher de Perthes había encontrado sus implementos estaban completamente imperturbadas (Prestwich, 1859: 59), lo que reflejaba, a mi entender, la idea de que los percibían como contextos primarios de gran autenticidad.

Río La Somme, Abbeville, Francia.
Río La Somme, Abbeville, Francia.

Frere, Lyell, Boucher de Perthes, Darwin, se cuentan entre los principales pensadores que propusieron elementos para considerar la idea de una gran antigüedad humana y su coexistencia en épocas antiguas con fauna ya desaparecida. Esta idea, junto con la darwiniana de que el hombre proviene de una forma inferior serían las bases sobre las que se asentaría la investigación posterior de la línea ancestral de la especie humana.

Los siglos XVIII y XIX proveen, o refuerzan, los supuestos principales que contribuyeron a la configuración de los estudios sobre antropogénesis y en particular sobre la arqueología del Paleolítico. Podrían enumerarse así:

  • Se reconocieron ciertos artefactos líticos como evidencias de acción humana (Frere)[4].
  • Se reconoció la asociación de estos útiles con fauna extinta y por tanto, como evidencia de una gran antigüedad humana (Frere, Boucher de Perthes, Prestwich, Evans).
  • Se reconoció la relevancia de la posición estratigráfica de los útiles en la interpretación de su temporalidad (Frere, Boucher de Perthes, Prestwich, Evans).
  • Se aceptó una gran antigüedad de la vida en la Tierra por pruebas geológicas (Hutton, Lyell, Darwin).
  • Se consideró a los procesos geológicos constantes y rutinarios como los principales modeladores de la faz de la tierra (Hutton, Lyell).
  • Se reconoció a los estratos geológicos como informadores de estos procesos (Hutton, Lyell, Cuvier, Smith).
  • Se identificó la importancia de relacionar ciertos fósiles con ciertos estratos para identificar temporalidad relativa (Cuvier, Smith).
  • Se formuló un sistema de Edades con el cual podía interpretarse la historia del hombre (Thomsen).
  • Se formuló la idea de la evolución del hombre (Darwin, Huxley).

Estos supuestos se constituyeron en claves para el trazado de las líneas de investigación sobre hominización y humanización que se desarrollaron ulteriormente y que aún hoy se cuentan entre sus fundamentos.

Aura Ponce de León, mayo de 2015.


Referencias.

Antiquités Celtiques et Antediluviennes - Gallica-Biblioteca Nacional de Francia
Portada de Antiquités Celtiques et Antediluviennes – Gallica

Boucher de Perhes, M. (1847 (edición) / 1849 (publicación) ), Antiquités Celtiques et Antédiluviennes. Memoire sur L’Industrie Primitive et Les Arts a Leur Origine, Paris, Libraires: Treuttel et Wurtz, Debache, Dumoulin et Victor Didron.

Boucher de Perhes (1860/1962), “On Antediluvian Man and His Works”, in: Heizer, R, 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp. 83-93.

Daniel, G. (1968), El concepto de prehistoria, Barcelona, Labor [original: 1960, The idea of prehistory, Londres, Watts & Co].

Frere, J. (1800), “Account of Flint Weapons Discovered at Hoxne in Suffolk”, Archaeologia, Vol. XIII, pp. 204-205.

Hutton, J. (1795), Theory of the Earth. With Proofs and Illustrations. V. I., Edinburgh, Messrs Cadell, Junior and Davies, London; and William Creech, Edinburgh.

Huxley, T. H. (1863/1911), Man’s Place in Nature. And other Anthropological Essays, Londres, MacMillan and Co.

Lyell, Ch. (1830, 1832, 1833), Principles of Geology, being an Attempt to Explain the Former Changes of the Earth’s Surface, by Reference to Causes now in Operation. London, John Murray, Vols. I (1830), II (1832) y III (1833).

Mercatus, M. (siglo XVI (manuscrito) /1717 /1962), “On Ceraunia Cuneata”, in: Heizer, R, 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp. 63-67.

Prestwich, J. (1859), “On the Ocurrence of Flint Implements, Associated with the Remains of Extinct Mammalia, in Undisturbed Beds of a Late Geological Period”, Proceedings of the Royal Society of London, Vol. X, art. IX, pp. 50-59, received May 26, 1859: <http://rspl.royalsocietypublishing.org/content/10/50.full.pdf+html>


Notas.

[1] Considérese, por ejemplo, su argumento a favor de considerar que las diversas causas de modificación geológica del planeta operaban hoy igual que ayer —el planteamiento uniformitarista que, como señalé, ya había sido sostenido por Hutton: «Escuchamos de revoluciones del globo repentinas y violentas, de elevaciones instantáneas de cadenas montañosas, de paroxismos de energía volcánica declinando en violencia de acuerdo a algunos, e incrementándose, de acuerdo a otros, desde las edades más tempranas hasta las más tardías. Se nos habla de catástrofes y de una sucesión de diluvios, o de la alternancia de periodos de reposo y desorden, del enfriamiento de la tierra, de la súbita aniquilación de razas enteras de animales y plantas, y de otras hipótesis en las cuales vemos el antiguo espíritu de especulación revivida y un deseo manifiesto de cortar, más que desatar pacientemente, el nudo gordiano.»

«En nuestro intento por desenmarañar estas difíciles cuestiones, debemos adoptar un curso diferente, restringiéndonos por nuestra cuenta a lo conocido o a la posible operación de causas existentes, con la certeza de que aún no hemos agotado los recursos que el estudio del actual acontecer de la naturaleza puede proveer, y que por tanto no estamos autorizados, en la infancia de nuestra ciencia, a recurrir a agentes extraordinarios». (Lyell, 1833: 6)

[2] El Departamento de Somme y el río del mismo nombre se encuentran en la región de Picardie, al noroeste de Francia.

[3] Véase su libro sobre Antigüedades célticas y antediluvianas (editado en 1847, y publicado en 1849).

[4] Aunque ya Mercati lo había señalado en el siglo XVI (Mercatus, siglo XVI /1717 /1962), Frere es reconocido por la comunidad arqueológica como el principal apuntador de esta asociación.


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