LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

Emilio

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

Vicente Lombardo Toledano es uno de esos personajes de quien todos hemos oído su nombre alguna vez pero poco sabemos de su obra. Esto tiene un trasfondo político, ya que además Lombardo Toledano en vida y aún después de muerto ha sido uno de los hombres más calumniados y tergiversados.

Nacido en 1894, cuando inicia la Revolución Mexicana tenía 16 años y estudiaba en el Internado Nacional de la Ciudad de México. Señaló que la noticia que leyó en la prensa del hecho de sangre en la casa de los hermanos Serdán fue el detonante para que comenzara a pensar en la patria y sus problemas, por lo que intelectualmente Lombardo se consideró como un hijo de la Revolución Mexicana.[1]

Simultáneamente cursó dos carreras en la Universidad Nacional: Derecho y Filosofía, aunque su actividad abarcó ámbitos diversos, fue la política a la que más atención le dedicó, pues decía que era “la ciencia que descansa en todas las ciencias. Es la arquitectura por antonomasia. La que construye la sociedad humana. Y la política revolucionaria, la que crea un nuevo tipo de hombre, superior a todos los del pasado”.[2]

Así que Lombardo fue un político revolucionario, y como tal fue uno de los principales ideólogos de la Revolución Mexicana en su etapa constructiva, en el entendido de que se destacó no únicamente como teórico, fue además un hombre de acción, fundador de instituciones, líder sindical y dirigente político. Sus postulados básicos fueron tres: elevar el nivel de vida del pueblo de México, el desarrollo independiente de la nación y la ampliación del régimen democrático.

revolucionesEn esta ponencia me centraré en la interpretación que hizo de las Revoluciones de México. Lombardo señaló que se trata de una sola revolución en tres tiempos: la Independencia, la Reforma y la iniciada en 1910. Cada una ha complementado a la anterior en la lucha del pueblo mexicano contra la miseria y la opresión, y cada una ha dado lugar a un nuevo marco jurídico, una constitución política.

Las tres revoluciones fueron sustentadas por frentes nacionales de fuerzas sociales discrepantes entre sí pero unidas por un objetivo común: en la revolución de Independencia, la liberación política de México; en la de Reforma, liquidar la estructura colonial de la nación y hacer del Estado la única autoridad del país; y en la iniciada en 1910, impulsar el progreso económico y social dentro del marco de la democracia burguesa.[3]

Para Lombardo: “la historia no se puede considerar como una relación de hechos, sino como el examen crítico de las causas que engendran los acontecimientos y de sus frutos, dando preferencia a las fundamentales”.[4] En este sentido es muy interesante conocer cuáles fueron las contradicciones sociales que dieron lugar a cada uno de los movimientos revolucionarios de nuestro país, según el análisis realizado por el filósofo teziuteco.

La Revolución de Independencia

Lombardo señaló que la patria mexicana nació con el movimiento independentista. Si bien la revolución armada estalló en 1810, sus causas se fueron gestando en las últimas décadas del régimen virreinal, haciéndose cada vez más evidentes las contradicciones que lo llevaron a su fin, pues era muy “honda la división entre los privilegiados y los desposeídos de toda clase de bienes y libertades”.[5]

imagen5El régimen colonial “había paralizado la vida del país con sus monopolios materiales y políticos y con el aislamiento internacional de la Nueva España”.[6] La metrópoli estableció límites a la producción agrícola y artesanal, cobraba tributos civiles y eclesiásticos, el comercio interior se regulaba con alcabalas y el exterior era monopolio estatal, se prohibió a las colonias comerciar entre sí, se prefirió a los peninsulares para los principales cargos civiles, eclesiásticos, educativos y militares, además la Inquisición perseguía a los que diferían con el régimen. Todo lo anterior había sido implementado por España para impedir que la Nueva España se desarrollara y pudiera aspirar a su independencia, pero las medidas a la larga fueron contraproducentes pues luego de casi tres siglos el régimen se hizo insostenible.

Pero las condiciones económicas y sociales por sí solas no puedan generar cambio alguno. Es necesario que esas condiciones se expresen como contradicciones irreconciliables, pues sólo éstas pueden ser motores de cambios radicales en la sociedad. Así, encontramos varias contradicciones insalvables: la que se manifestó entre el régimen feudal que iba en decadencia y el régimen capitalista que emergía: las ideas feudales eran sostenidas por las clases privilegiadas, y las ideas liberales por los revolucionarios influidos por la ilustración; la contradicción entre el enorme crecimiento de la población y el escaso desarrollo de la producción económica, es decir, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las formas de producción de la Colonia; la contradicción que se dio entre la nación mexicana que luchaba por nacer y el dominio español que se resistía a ser desplazado, es decir, entre los peninsulares y los criollos, mestizos, indios y castas; y finalmente, la contradicción entre el alto y el bajo clero.[7]

La lucha de clases se confundió con una lucha de razas en la que los peninsulares se empeñaron en defender al régimen colonial caduco, mientras que criollos, mestizos, castas, indígenas y negros, quienes formaban la nueva nación mexicana con una conciencia de lo propio, enarbolaron las ideas modernas y democráticas de la revolución francesa y la Ilustración. Así, en plena guerra comenzaron con la reforma social y la lucha contra los privilegios: Hidalgo declaró abolida la esclavitud en México, mientras que Morelos decretó la desaparición de las divisiones por motivos raciales para que todos fueran nombrados sólo con el título de americanos.[8]

Una vez consumada la Independencia se dieron las principales reformas: se suprimió el tributo que pagaban los indios, se prohibió la coacción para el pago de los diezmos, el capital que antes salía directamente para la metrópoli se quedó en México permitiendo su circulación, además “la libertad de producir todo género de mercancías, de comerciar y de expresar el pensamiento en todos los órdenes de la vida, impulsó considerablemente el desarrollo de las fuerzas de producción económica y amplió el horizonte de nuestro país”.[9]

Si bien, después de once años de lucha se consiguió la independencia política respecto a España, prevaleció buena parte de la estructura económica colonial, esto llevó a las contradicciones que desencadenaron en la segunda revolución.

La Revolución de Reforma

caratulaLa segunda revolución mexicana fue eminentemente liberal, contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio interior y exterior y de una República democrática y representativa de acuerdo con el sistema federal.[10] La postura de los liberales, “los partidarios del progreso” se contrapuso al de los conservadores, “obstinados en conservar el pasado”. De esta manera, los principios de libertad e igualdad se enfrentaron al sistema de fueros y privilegios heredados de la colonia, pero principalmente se atacó a la Iglesia que acaparaba “más de las dos terceras partes de la tierra laborable del país”.[11]

Los liberales, influidos por las ideas de la Ilustración y la Enciclopedia buscaron que fueran reconocidos los derechos individuales del hombre como base y objeto de las instituciones sociales,[12] pero también la Revolución de Reforma pretendió con su clara oposición a los privilegios legales y materiales de la Iglesia darle al Estado el carácter de autoridad única e incorporar en el mercado nacional las propiedades eclesiásticas, para ello se emitieron las Leyes de Reforma y se promulgó la Constitución de 1857.[13]

No obstante que las Leyes de Reforma desamortizaron los bienes de la Iglesia, las grandes extensiones de tierras sólo cambiaron de dueño y “no se transformaron desde el punto de vista que representaban para la producción económica. Así, el latifundismo dejó de ser eclesiástico y pasó a ser civil, pero siguió condicionando el desarrollo de las fuerzas productivas”.[14] Esa fue una de las causas de la tercera revolución.


(Ponencia presentada con el título “Vicente Lombardo Toledano, teórico de la Revolución Mexicana” en el III Coloquio Internacional y VI Coloquio Nacional “La Revolución Mexicana. Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas”, realizado en la ciudad de Puebla del 16 al 18 de noviembre de 2016.)

[1] VLT, “Apuntes autobiográficos y acerca de la Revolución”, entrevista con James W. Wilkie y Edna Monzón, 6 de mayo de 1964, en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, suplemento, México, CEFPSVLT, 2016: p. 12.

[2] VLT, “Mensaje de la FSM al Congreso Latinoamericano de Juventudes” (1960), en Escritos a la juventud, México, CEFPSVLT, 2013: p. 41.

[3] VLT, “La izquierda en la historia de México” (1962), en La Izquierda en la Historia de México, 3ª ed., México, CEFPSVLT, 2004: p. 53.

img180[4] VLT, “La perspectiva de México: una democracia del pueblo” (1955), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 2010: p. 245.

[5] VLT, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO (1947), edición facsimilar, México, CEFPSVLT, 2010: p. 8.

[6] Ibíd.: p. 12.

[7] Marín Rebollo, Héctor, “Contradicciones antagónicas que originaron la Guerra de Independencia en México”, conferencia presentada en la sede nacional del Partido Popular Socialista, 27 de febrero de 2010.

[8] VLT, Contenido y trascendencia…, op. cit.: p. 10.

[9] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 4 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: p. 7.

[10] VLT, Contenido y trascendencia, op. cit.: p. 16.

[11] VLT, “La bandera mexicana y el proletariado” (1936), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. I, México, CEFPSVLT, 2009: p. 174.

[12] VLT, “Una solución al conflicto entre lo propio y lo ajeno. Lo nacional y lo universal en la historia de México” (1964), en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 14, México, CEFPSVLT, 2012: p. 109.

[13] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, op. cit.: p. 8

[14] Ídem.

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