“Los Lunes al sol”, el héroe de Fernando León de Aranoa

Fotograma de
En esta entrada se analiza el valor heroico de los protagonistas de Los lunes al sol. En este sentido, así como el héroe mitológico debía enfrentarse a retos extraordinarios que amenazaban con la integridad y dignidad de su vida; hoy los trabajadores, también se ven obligados a enfrentarse a injusticias que amenazan de la misma manera. Esta película, dirigida por Fernando León de Aranoa y estrenada en 2002, sigue ofreciendo un retrato de lo que supone una lucha que normalmente es frustrada por el capital. Y sirve para comprender lo que significa destruir un sector, tanto en lo personal, como en lo cultural; ya sea en un barrio, en una localidad o un país.

Fernando León de Aranoa es un cineasta que destaca por hacer un cine que no tiene que ver con lo comercial, y menos aún en sintonía con los valores de las sociedades de consumo. Muy al contrario, el cineasta se atreve a realizar un cine que tiene que ver mayormente con la clase trabajadora, mostrándonos vidas reales de personajes que se enfrentan a titanes contemporáneos como el paro, la desigualdad, la exclusión social, la injusticia o el desamparo.

Cartel de "Los lunes al sol"
En esta película dirigida por Fernando León de Aranoa, un grupo de desempleados lucha por sobrevivir tras la desmantelación de los astilleros donde trabajaban, y que definían parte de la cultura local. (Infografía)

En el cine de este autor, sus protagonistas son personas que, ante todo, lo que intentan conseguir es una vida digna, en relación, también, con los demás. De hecho, los protagonistas de sus películas suelen ser bastante dispares en su forma de ser, tal y como sucede en la vida real, pero que, sin embargo y a pesar de todo, encuentran dentro del grupo el apoyo para sobrevivir en una sociedad cada vez más desvinculada de sus deberes morales.

En definitiva, los protagonistas de Fernando León de Aranoa son trabajadores que tratan de sobrevivir, en una lucha que trasciende al individuo para situarse en los barrios, e incluso en los pueblos, que pueden llegar perder el sentido de su existencia. Por tanto, en estos relatos, no se dirime sólo la tragedia de la exclusión que la pérdida de un empleo puede llevar aparejada, sino también la perdida de identidad que esto supone cuando es consecuencia de la especulación financiera, que puede llegar a acabar con sectores enteros a causa de la deslocalización.

El hecho de desmantelar un sector entero, que puede suponer la pérdida de gran parte de los ingresos de una localidad, conlleva al mismo tiempo una pérdida de tradiciones, de valores culturales, y del sentido comunitario que vertebra el conjunto de la población trabajadora. Hay ejemplos notorios de lo que significa esta clase de pérdidas, como por ejemplo Detroit(*) o Flint, que ya han motivado producciones que narran la tragedia que se vive en estas ciudades sumidas en profundas depresiones económicas, causadas por reconversiones indutriales que respodían, ante todo, a intereses del mercado financiero.

Los lunes al sol (2002)

Un ejemplo paradigmático de esta clase de desastre social, se puede ver en Los lunes al sol de Fernando León de Aranoa. En esta película, se nos presenta un grupo de antiguos compañeros y amigos, que antes trabajaban en un astillero, que está siendo desmantelado por las consecuencias de la globalización y la especulación del suelo. En este filme, se muestra con gran agudeza la tragedia personal de cada uno de sus protagonistas, pero también la estrecha vinculación que guardan entre sí, que incluso a pesar de sus diferencias, se comportan como una familia, ayudándose en la medida de la posible, aunque sólo sea a través de pequeños gestos, ánimo o sobrellevando la situación con bastante humor negro y cierta rebeldía.

La película de Aranoa tiene un gran valor humano, pero también es de gran interés documental. En definitiva, Los lunes al sol se inspiró en la realidad de los parados de los astilleros “Naval de Gijón”, tras la reconversión industrial de Vigo (España). A este respecto, en la película destaca Santa, que es el personaje que en sucesivas intervenciones narra los hechos trágicos de la lucha, siendo él mismo protagonista. Santa, a su manera encarna la dignidad del rebelde que no se somete dócilmente, y que se enfrenta a un sistema que antepone el beneficio económico creciente  a la vida de las personas.

La realidad social de los Lunes al sol

Los Lunes al sol pone de manifiesto de manera rotunda la crisis del mito en que, desde un punto de vista ético, se ha venido ‘educando’ desde los sectores dominantes de la economía, especialmente desde los inicios de la Revolución Industrial hasta (al menos) la segunda mitad del siglo XX: lo que da sentido a la vida es el trabajo y quien no trabaja es o porque no quiere, o porque circunstancias coyunturales lo están impidiendo. Es la “ética del trabajo”, en denominación de Bauman (2000).

Quienes han interiorizado esta ética se ven radicalmente frustrados cuando, como hoy sucede, descubren que ya no son circunstancias pasajeras las que les sacan del mercado del trabajo, o no les dejan entrar. Las circunstancias son de tipo estructural. Y lo peor para aquellos que son afectados por las crisis radica en el hecho de que, si han salido del mercado de trabajo, lo tendrán muy difícil para volver a entrar. Y quienes no han entrado, quizá nunca entren. Unos y otros acabarán constituyendo una inmensa bolsa de personas que están a la espera, en muchas ocasiones, de ocupar los puestos de trabajo de otros. Y éstos últimos, mirando hacia bajo, temerán por sus empleos y aceptarán como mal menor la precariedad. Siempre hay alguien que está peor.

Pero las  consecuencias de las crisis en el marco de la ética del trabajo no se reducen a personas individuales. La búsqueda del beneficio –no sólo, desde luego– ha llevado a localizar determinado tipo de industrias en territorios asimismo determinados. Esas localizaciones industriales se han convertido, de acuerdo con los principios de la ética del trabajo, en el orgullo de tales territorios. La deslocalización, el cierre en definitiva, ya no hiere sólo la dignidad de las personas, sino el orgullo de ciudades o, en general, territorios completos. De repente desaparece su santo y seña, como sucede en Los lunes al sol con Gijón.

Por esta razón, estos ataques no sólo son dramáticos para las personas, sino que tienen graves consecuencias en la sociedad y en lo que define a un pueblo. Se ataca, precisamente, aquello que es motivo de unión, aquello que alienta a la solidaridad, a la cooperación y a la lucha.

Resumiendo,  cuando un mercado, en connivencia habitualmente con el Estado, destruye lo que vertebra a un pueblo, como sucede en Los lunes al sol, esto tiene consecuencias que van más allá de lo meramente económico, incidiendo en los valores culturales y democráticos que lo definen, dividiendo al pueblo y generando los síntomas propios de la indefensión aprendida (estamos mal, pero podemos estar peor; mejor, no moverse).

Sus protagonistas

Cada uno de los protagonistas de Los lunes al sol, representa personajes reconocibles de la cultura española, pero con un carácter distintivo y simbólico de las tragedias que se suelen dar en acontecimientos como el descrito en la película.

Primero tenemos a José, interpretado por Luis Tosar, que representa a ese tipo de persona que sin trabajo está perdido, y que sólo encuentra en el alcohol y sus amigos cierto refugio. Lo trágico del personaje es que lo que realmente anhela es poder ser digno de su esposa, de la que huye siempre que puede, en una cultura que aún pone valor en al “hombre de la casa”, lo que añade mayor frustración a la situación de paro. Este personaje es el reflejo de otro, que sirve para entender el destino cruel del que puede ser objeto: Amador. Este personaje simboliza la autentica tragedia de quien lo ha perdido todo, incluyendo a su familia, en un contexto en el que el futuro se plantea imposible. Interpretado por Celso Bullago, Amador personifica el destino fatal que le puede deparar a cualquiera, en las circunstancias que se producen cuando te despiden a cierta edad. Y es precisamente en ese umbral donde se encuentra Lino, interpretado por José Ángel Egido, personaje proactivo en la búsqueda de trabajo, que representa a aquellas personas que no encuentran ocupación, en un mercado laboral que ante todo busca jóvenes preparados.

Por otro lado, tenemos tres personajes que completan lo que significa cualquier entorno de lucha obrera. Primero tenemos a Reina, interpretado por Enrique Villén, que representa a aquella persona que teniendo trabajo, se dedica a aleccionar a quienes no lo tienen, normalmente desde una visión conservadora y superior. Luego tenemos a Rico, interpretado por Joaquín Climent, que escenifica a aquellos que, normalmente, cuando se quiere acabar con una lucha obrera, se les empuja a aceptar las condiciones impuestas por la empresa, a cambio de algún tipo de beneficio que difícilmente pueden rechazar. Frente a estos dos personajes tenemos a Santa, interpretado por Javier Bardem, que de alguna manera representa la dignidad del héroe fracasado, de aquellos que lucharon y no sólo perdieron su trabajo, sino que además son víctimas de una justicia parcial. Principalmente, es a través de este personaje y sus relatos, que comprendemos la razón de su situación y la de sus amigos.

Lo que resulta conmovedor de este grupo, es que a pesar de lo estereotipado, representa bastante bien lo que sería un grupo de amigos de la clase trabajadora, en la cultura española de barrio.

El héroe de hoy frente al héroe mitológico

Si uno presta atención al cine, tendrá la tentación de definir a un héroe desde los aspectos extraordinarios propios del mito. Pero si uno comprende la esencia del monomito definido por Joseph Campbell, se dará cuenta que lo que define al héroe es su capacidad para superar umbrales imposibles, enfrentándose a titanes e incluso a su propia muerte.

Lo interesante aquí, es que nuestra adecuación como espectadores a la narrativa, nos hace pensar que son más héroes los protagonistas de ficciones que nunca han existido que las personas reales del día a día que protagonizan luchas contra los villanos de nuestro tiempo. Es en estas luchas donde se encuentran los auténticos héroes que luchan contra la corrupción, el despotismo representativo gubernamental, una justicia cada vez más desacreditada y la especulación financiera.

Entonces, ¿por qué sucede esto?, ¿por qué creemos que es más héroe alguien que no existe que quien lucha de verdad? Pues tiene que ver, primero, con una tradición narrativa milenaria. Estamos educados de manera natural a identificarnos con el héroe ancestral, y sería un error mayúsculo ver esto como algo negativo. La idea del héroe, culturalmente, la tenemos asociada a personas extraordinarias definidas en una realidad ficticia. Pero eso no quita que se deba completar la definición en función de nuestra realidad, con un carácter más popular y democrático.

Sin desmerecer  la concepción tradicional del héroe, desde la Primera Revolución Industrial, con el surgimiento de los movimientos obreros, la idea de progreso social ya no puede definirse en términos de élites, de individuos extraordinarios. La gran mayoría de las conquistas sociales han sido gracias a los movimientos sindicalistas y de trabajadores, en luchas que han existido realmente, y que no forman parte de una idea concebida desde la ficción o la fantasía. Y eso no quita, desde luego, el valor personal de cada uno. Del mismo modo que en Los lunes al sol cada personaje es diferente y tiene su propio valor, una sociedad sana debería poder integrar las diferentes realidades sin un ánimo homogeneizador.

Los héroes de Aranoa

Los héroes de Aranoa en Los lunes al sol, como ya se ha dicho, luchan contra titanes en unos tiempos donde lo único que parece importar son los mercados financieros, la competencia individual y la superficialidad. Por tanto, la película no muestra el carácter épico de una lucha que se esté ganando, ya que se está perdiendo desde los años 80. Muy al contrario, su historia muestra las dificultades para sobrevivir y reclamar lo que es justo, en unos tiempos donde se ha logrado dividir y desproveer de identidad a la clase trabajadora. Y eso, en definitiva, los hace más héroes si cabe.

De hecho, los personajes de Los lunes al sol se inspiraron en los sindicalistas Cándido González Carnero y Juan Manuel Martínez Morala, que acabaron condenados a tres años de prisión, por unas movilizaciones que protagonizaron en su lucha por los astilleros de Gijón. El juicio, además, estuvo plagado de irregularidades, y finalmente se les aplicó la ley de la Kale Borroka, un abuso cada vez más común en la justicia.

El héroe de la clase trabajadora, conclusiones.

El héroe de de hoy en día no lleva capa, lleva mono de trabajo, o bata de médico, o una mochila repleta de libros. El heroísmo de hoy ya no es cosa de seres extraordinarios, sino de personas normales y corrientes que se enfrentan a los grandes tiranos contemporáneos que pervierten nuestras democracias. Se encuentra en colectivos como la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), en algunos sindicatos, en aquellos que luchan por sus familias y seres queridos, en las ONGs, y en toda aquellas personas que reclaman mayor dignidad en el trabajo, y sobre todo por aquellas que, aún corriendo riesgos, encuentran un momento para defender a personas vulnerables, sacrificándose por el bien común.

Fotografía de voluntarios trabajando durante el terremoto del 19 de septiembre en México.
Voluntarios construyendo una pasarela desde la azotea de un edificio a otro que se derrumbó durante los terremotos del 19 de septiembre de 2017, en Álvaro Obregón. (Foto tomada por el autor de la entrada)

Es importante recordar que el héroe mitológico es mayormente producto de la ficción, y que por tanto, héroes como los de Aranoa, aunque fracasados, son más veraces que la idea del héroe que pertenece a una élite por sus extraordinarias capacidades, superpoderes e incluso riquezas. Ésa no es la realidad hoy en día, y, si no, que se pregunte a las familias que han podido conservar sus casas gracias al esfuerzo de cientos de personas anónimas, a las personas rescatadas en los terremotos de México gracias a la cantidad ingente de personas normales y corrientes que ayudaron en los rescates ante un gobierno ausente, o a cuantos cooperantes llegan todos los años a los campos de refugiados de Tinduf en apoyo de los saharauis, expulsados de sus legítimos territorios.

Los lunes al sol, ofrecen un buen retrato de la realidad a la que debe enfrentarse la clase trabajadora en el mundo. Es una película necesaria que ha de verse con una mirada que vaya más allá de lo obvio, para entender que todos somos atacados cuando se denigra a un conciudadano. La clase trabajadora representada en la película no está tan alejada de nuestra realidad. Por tanto, es importante comprender el valor heroico de aquellas personas que no se pliegan dócilmente en la lucha por los derechos que son de todos.

(*) Detroit está en los últimos años ‘reinventándose’ a sí misma gracias a las esfuerzos voluntarios de la ciudadanía y de su sacrificio por el bien común. 

Si te interesa el concepto del “héroe de la clase trabajadora,” te recomendamos escuchar el siguiente podcast.

En este podcast han participado Álvaro Terrones (Doctor en Bellas Artes), Luis Manuel Sanmartín (filósofo e investigador en Antropología de los Movimientos Sociales), Rafael Monterde (filósofo e investigador en Filosofía Política) y Josep F. Sanmartín (artista e investigador en Industrias de la Comunicación y Culturales).


    • Imagen del Caballo de Troya tal como aparece en la película Troya (2004), dirigida por Wolfgang Petersen, y producida por Warner Bros Pictures, Radiant Production, Plan B, Winston Azzopardi, Barbara Huber, Wolfgang Petersen, Diana Rathbun y Colin Wilson.
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