Cómo Naturalizar la Epistemología sin olvidar la Razón

Cómo Naturalizar la Epistemología sin olvidar la Razón.

Paola Hernández Chávez

hcpaola@gmail.com

Resumen: El propósito del presente artículo es hacer una exposición crítica de una controversia fundamental en teoría del conocimiento, a saber, entre la epistemología naturalizada y la epistemología tradicional. Los dos aspectos principales a estudiar son el reduccionismo y su posición respecto a la normatividad. El caso concreto de estudio será el proyecto de naturalización de la epistemología de Quine, debido a que este,además de ser ampliamente estudiado, refleja claramente las posiciones típicas de los enfoques naturalizados y reduccionistas. El objetivo es enfatizar la imprescindible relevancia de la normatividad así como de los resultados empíricos para cualquier teoría del conocimiento satisfactoria, sea naturalizada o no.

1. Epistemología.

ChimpancéLa capacidad para prever es uno de nuestros rasgos más distintivos como especie. Los chimpancés, con los que compartimos el 98% de nuestra información genética, poseen la habilidad para utilizar y acondicionar herramientas como simples palos o piedras con el fin de obtener termitas de un termitero o extraer los frutos de una corteza dura, incluso transmiten a sus congéneres el aprendizaje de cómo se manipulan objetos. Pero lo nuevo con la aparición del ser humano, además de la conducta simbólica, el arte y una avanzada competencia lingüística fonético-semántica, etc., es el pensamiento introspectivo.

No es sorprendente el que las preocupaciones por establecer planes a futuro y anticipar consecuencias hayan acompañado al ser humano desde su aparición, pues están constituyentemente ligadas al raciocinio (1). En términos epistémicos la capacidad por prever va ligada a justificar nuestro conocimiento y más generalmente nuestros actos basándonos en las razones que promoverían óptimamente nuestros propósitos y evitarían consecuencias adversas.

A lo largo del tiempo la cuestión de la justificación ha sido una noción normativa central en la epistemología, normativa en el sentido de que trata del sustento de nuestras razones y sugiere cursos de acción. La epistemología ha estado interesada por responder en qué condiciones podemos defender que nuestro conocimiento en general, y más específicamente nuestras creencias y nuestros sistemas de creencias, están racionalmente justificados.

El origen de la epistemología es al menos tan antiguo como Platón, quien en el Teeteto buscó distinguir entre conocimiento y opinión, llegando a la conclusión de que, a diferencia de la simple opinión, el conocimiento consistía en  una  creencia  verdadera  y  justificada.  Sin  embargo,  cada  parte  de  la definición de conocimiento de Platón ha sido desacreditada. La tradición escéptica contribuyó en gran medida al descrédito de la epistemología al sostener que todo cuerpo de creencias que se ostentaba como conocimiento, o más precisamente la pretensión de justificar el conocimiento,  incurría irremediablemente en una petición de principio, era circularmente vicioso o dogmático.

Es en estas circunstancias que ocurrió un cambio de estrategia, se emprendió la búsqueda de una serie de creencias ciertas, indubitables e infalibles que sirvieran como cimiento de donde se pudiera derivar el resto de nuestro conocimiento. La sentencia era: es mejor tener muy poco conocimiento infalible a tener abundante conocimiento falible. Pero una vez más, el proyecto que se planteó la búsqueda de la verdad, la infalibilidad y la certeza, fue y sigue siendo devastadoramente criticado.

Ante tan desalentadores resultados, han proliferado las posiciones que ponen en duda los presupuestos tradicionales de la epistemología y que han redefinido su papel y su lugar. La posición más influyente es la epistemología naturalizada.

Los epistemolgía naturalizada se caracteriza por su oposición a aquellos epistemólogos que desde su poltrona sólo especulan sobre la verdad, la infalibilidad, la corrección, qué es una creencia, etc., y que relegan a un plano secundario el estudio de la mente y los sistemas cognitivos.

Los naturalizados han defendido que aquellos epistemólogos de sillón que se preocupan excesivamente por ‘normar’, es decir por indicar cursos de acción, pueden tener alguna idea de las inferencias que hacemos pero necesitan información científica detallada de como actúan, de los factores tanto del sujeto como del mundo que determinan los modos en que conocemos, así como de los tipos de errores a que somos propensos cuando pensamos, para entonces poder emitir juicios sobre nuestro conocimiento. La epistemología naturalizada nace esencialmente de la convicción de que la evidencia científica, en especial la que arrojan las ciencias cognitivas, es crucial para resolver los problemas del conocimiento.

En contrapartida, nadie niega la convicción esencial de la epistemología naturalizada, lo que sí ha sido señalado es que la epistemología naturalizada se preocupa demasiado por explicar y describir cómo los seres humanos adquirimos creencias sobre el mundo, y por hacer lo anterior muy frecuentemente minimiza nuestras singulares capacidades para prever y emitir juicios de nuestras acciones.

Desde ahora, tomemos en consideración que por las razones en un principio señaladas, cualquier teoría del conocimiento exitosa, sea o no naturalizada, debe tener en cuenta la crucial importancia de la necesidad de dar y exigir razones, y de utilizar la capacidad humana de proyección de consecuencias en el futuro, así como tomar en seria consideración los resultados científicos que atañen a la teoría del conocimiento.

Alvin. I. Goldman (Universidad Rutgers en Nueva Jersey)
Alvin. I. Goldman (Universidad Rutgers en Nueva Jersey)

Hay una división que hace Alvin. I. Goldman (2) respecto a las metas de la epistemología. La mencionaré con el único propósito de hacer más clara la problemática del presente escrito: epistemología descriptiva, epistemología analítica  y  epistemología  normativa.  La  epistemología  descriptiva  es claramente ejemplificada por Quine, Piaget y otros que buscan explicar cómo los humanos adquieren y mantienen sus creencias sobre el mundo. Esta epistemología da descripciones y clasificaciones de facultades mentales en términos de capacidades, procesos, contenidos, actos y operaciones. Ejemplos de facultades cognitivas son: los sentidos, la razón, la memoria, la intuición, el entendimiento, la imaginación, etc. Los actos o procesos cognitivos son: juzgar, dudar, imaginar, intuir, distinguir, abstraer, sintetizar, asociar, comparar introspectivamente, etc. Contenidos cognitivos son las ideas, impresiones, conceptos   y   categorías.   La   clasificación   de   contenidos   obedece   a   la clasificación de las ideas, ya sea en términos de su carácter intrínseco, o de su origen: simples, complejas, claras, confusas, innatas, adquiridas, etc. Por su parte, la epistemología analítica se ocupa de analizar, explicar o definir conceptos epistémicos como ‘conocimiento’, ‘racionalidad’, ‘justificación’, etc., concentrándose en el uso de tales palabras y en su contenido conceptual. Finalmente, la epistemología normativa se ocupa de dar reglas o establecer principios sobre qué creer y qué no creer. La epistemología normativa se avoca a conceptos como racionalidad, irracionalidad, justificación, garantía, etc. En otras palabras, se hace cargo de evaluar y normar nuestras creencias. Decir que un sujeto S no está justificado en tener una creencia C es equivalente a decir que S no debería tener tal creencia.

Ahora que tenemos clara esta división podremos entender que la controversia surgida entre la epistemología naturalizada y la epistemología tradicional radica, en gran medida, en que ofrecen respuestas distintas a la cuestión de cuál es la labor o la meta más importante de la epistemología: si es normar, analizar o explicar (3).

El peso que los distintos epistemólogos otorgan a la normatividad y la explicación no obedece a gustos, sino a preocupaciones profundas. Por un lado, aquellos epistemólogos que privilegian el carácter descriptivo de la epistemología suelen desdeñar el ámbito normativo porque creen que la epistemología tradicional ha estado obscurecida por la especulación y ha descuidado los hechos. En el otro lado están los epistemólogos que se resisten a  renunciar  a  la  normatividad,  y  que  si  bien  aceptan  que  la  información empírica es fundamental, sostienen que explicar cómo conocemos es una tarea muy interesante pero sin gran relevancia epistemológica, para ellos lo más importante es conservar la importancia de la justificación.

2. La naturalización de Quine

Quine exploró la idea de que la epistemología debía ser naturalizada y reconstruida como un capítulo de la psicología, pues dijo: si la meta de la epistemología es la validación y fundamentación de la ciencia empírica, así como la comprensión de su relación con la observación, podemos hacer uso de la psicología y otras ciencias empíricas para tales propósitos. Añadió que:

If we are out simply to understand the link between observation and science, we are well advised to use any available information, including that provided by the very science whose link with observation we are seeking to understand. [Quine (1969), Sosa & Kim (ed), p. 294].

Quine no encuentra razón por la cual la epistemología deba ser independiente de las ciencias empíricas. Sugiere que la epistemología entra como un capítulo de la psicología y de la ciencia natural en tanto estudia un fenómeno natural, a saber, el sujeto humano:

Epistemologyor somethinlike it, simply   falls into place as a chapte of psychology and hence of natural science. It studies a natural phenomenon, viz., a physical human subject. This human subject is accorded a certain experimentallcontrolleinput certaipatternof irradiatioin assortefrequenciesfor instanceand in the fullness of time the subject delivers as output a description of the three dimensional external world and its history. The relation between the meager input and the torrential output is a relation that we are prompted to study for somewhat the same reasons that alwayprompted epistemology; namely, in order to see how evidence related to theory, and in what ways one’s theory of nature transcends any available evidence. [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.), p297].

Para Quine, la psicología nos permite entender la estimulación sensorial que nos lleva a la formación de nuestras creencias; ya no es necesario buscar creencias ciertas e indubitables de las cuales partir para construir el conocimiento, sino sólo descubrir y explicar cómo las construimos. En este nuevo planteamiento, la epistemología está contenida en la ciencia natural y no se pretende que vaya a ser mejor que la ciencia, que es su objeto. Según Quine, la tarea de la epistemología en adelante consistirá en explicar cómo acomodamos y formamos teorías a partir de los diferentes procesos psicológicos que recibimos del exterior, agrega:

Why all this creative reconstruction, all this make-believe? The stimulation of his sensory receptors is all the evidence anybody has had to go on, ultimately, in arriving at his picture of the world. Why not just see how this reconstruction really proceeds? Why not settle for psychology? [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.) p. 294.]

If all we hope for is a reconstruction that links science to experience in explicit wayshor of translationthe it woulsee morsensiblto settlfor psychology. Better to discover how science is in fact developed and learned than to fabricate a fictitious structure to a similar effect. [Quine (1969), (Sosa & Kim ed.) p. 294.]

Ahora bien, para que Quine pueda dar fuerza a la introducción de la naturalización de la epistemología debe poder mostrar, entre otras cosas, que el proyecto de la epistemología en general y el de la epistemología tradicional en particular han fracasado irremediablemente; que la única alternativa viable ante este fracaso es la naturalización; que la psicología es el sustituto idóneo; y que las exigencias normativas no tienen sentido (4). Pero como veremos en la siguiente sección, los puntos de partida de Quine no son tan sólidos como parecen y requieren de un análisis más delicado.

2.1. La noción de epistemología de Quine

Willard Van Orman Quine (1908 - 2000)
Willard Van Orman Quine (1908 – 2000)

En las siguientes líneas argumentaré que Quine esta partiendo de una noción de epistemología demasiado estrecha que no subsume a toda la epistemología que ha sido elaborada, y que por ello su rechazo es ilegítimo. Me apoyaré en los contra-argumentos que respecto al fracaso y reemplazo de la epistemología ofrecen Jaegwon Kim y Laurence Bonjour, no sin antes aclarar el concepto de epistemología del que parten ambos.

Para Kim (5),  la Epistemología clásica tenía como eje al menos dos proyectos: identificar los criterios de la justificación epistémica y determinar qué creencias están de hecho justificadas de acuerdo a esos criterios, a la fecha éste proyecto se conserva. Para Bonjour una meta o preocupación de la epistemología compartida por Descartes, Locke, Hume y otros, ha sido decidir si tenemos o no buenas razones para pensar que nuestras creencias sobre el mundo son verdaderas, y si esto es así, decir entonces cuáles son esas creencias y explicar por qué éstas son buenas razones. Bonjour parte de este supuesto, de que la epistemología sigue siendo esencialmente crítica (6).

Como mencionamos arriba, la fuerza de la introducción de la naturalización de la epistemología depende en gran medida de que Quine pueda mostrar que el proyecto de la epistemología en general ha fracasado irremediablemente y que entonces debemos reemplazarlo por la psicología. Pero como atinadamente señala Bonjour, la visión de Quine depende, en parte, de una concepción muy estrecha de la epistemología que se basa en el positivismo empirista de acuerdo con la cual la epistemología (al menos aquella que se ocupa del conocimiento del mundo físico) involucra dos metas que según Quine no pueden alcanzarse: (i) explicar los conceptos relevantes como el de cuerpo físico en términos sensoriales (el lado conceptual de la epistemología); y (ii) basándose en esta explicación, justificar nuestras creencias del mundo físico a partir de la experiencia sensorial (el lado doctrinal de la epistemología) (7).

Bonjour considera que la argumentación de Quine tiene básicamente tres problemas. Primero, su caracterización del lado conceptual y del lado doctrinal de la epistemología exagera la importancia del primero, además de que ofrece una versión demasiado estrecha e implausible del empirismo. Como resultado, el fracaso del lado conceptual no muestra que la epistemología tradicional ha fallado y que necesite ser reemplazada como Quine pretende. Segundo, Quine no puede distinguir entre una versión débil y una fuerte del lado  doctrinal  de  la  epistemología.  De  acuerdo  con  la  concepción  fuerte derivada de Descartes, la meta era alcanzar la certeza de nuestras creencias sobre el mundo y de ahí establecerlas como infalibles e indubitablemente verdaderas. Según la concepción débil, la meta era mostrar que tenemos buenas razones para pensar que nuestras creencias son al menos probablemente verdaderas. Aquí la certeza, aunque deseable, no es esencial. Entonces,

Quine seems to slide illegitimately from the relatively uncontroversial claim that the stronger, Cartesian goal cannot be attained for “natural  knowledgeto the much less obvious claim that the more modest goal is not achievable either. Thus we are told that statements about bodies cannot be “provedfrom observation sentences, that “the Cartesian quest for certaintyis a  “lost cause”, that claims about the external world cannot be “strictly derived“from sensory evidence. [Bonjour (1994), p. 286.]

Quine afirma que la búsqueda de certeza de Descartes es una causa perdida y de aquí concluye ilegítimamente que todo el lado doctrinal de la epistemología, el cual se ocupaba de la justificación de nuestro conocimiento, debe ser abandonado (8).

Como Bonjour apunta, es inválido afirmar que dado que la meta cartesiana no puede alcanzarse, debamos por ello abandonar todo proyecto epistemológico, pues del hecho de que el conocimiento del mundo externo no pueda ser estrictamente derivado de la evidencia sensorial, no se sigue que todo el lado doctrinal deba abandonarse. Kim afirma algo similar, según él, la intención carnapiana de validar la ciencia a partir de un fundamento indubitable de  reportes  psicológicos  en  primera  persona  no  es  toda  la  epistemología clásica.

En breve, la primera premisa en el argumento de Quine: “dado que el programa fundacionista de Carnap falló, porque no optar por la psicología”, es falaz dado que Quine en ningún momento muestra que toda la epistemología en su conjunto haya fracasado, ni que el sustituto idóneo sea la psicología. Quine está tirando por la borda no sólo la epistemología de Carnap sino la epistemología completa. En particular, si Quine no pudo demostrar que la epistemología ha fracasado ello se debe a que no es obvio que las preocupaciones centrales de la epistemología como la noción normativa de justificación sean prescindibles. Como propone Kim al final del artículo mencioando, aunque la justificación dejara de ser lo esencial a la epistemología seguiría siendo esencial a la epistemología la validación de creencias, lo cual involucra una dimensión normativa. Esto nos lleva al siguiente punto.

2.2. ¿El abandono de la dimensión normativa de la epistemología?

El problema que abordaremos en esta sección está directamente relacionado con el anterior. Para Quine el fracaso de la epistemología tradicional se debe en gran medida a sus afanes normativos. Sin embargo es difícil ver porqué su recomendación de estudiar “cómo la evidencia se relaciona con la teoría” necesariamente tenga que implicar el rechazo de cualquier tipo de normatividad y una reducción de las metas de la epistemología a un estudio descriptivo y científico del conocimiento humano. Aquí veremos que dicha “epistemología”, tal y como apareció en 1969, a la que le falta un concepto normativo de justificación o evidencia, es poco plausible.

Es verdad que Quine en ningún lugar de Epistemology Naturalized niega expresamente que la normatividad juegue un papel en el teorizar científico. Sin embargo esto parece implicarlo la gran serie de afirmaciones que hizo en 1969 y algunas notas posteriores. Una de las más claras es la siguiente:

If all we hope for is a reconstruction that links science to experience in explicit ways short of translation, then it would seem more sensible to settle for psychology. Better to discover how science is in fact developed and learned than to fabricate a fictitious structure to a similar effect. [Quine (1969), p. 78 y ed. cit. p. 295.]

Como bien señala Kim, cuando leemos los pasajes de Quine parece clara su intención de renunciar a la justificación epistémica. Su idea no es naturalizarla, sino rechazarla de nuestra visión científica del mundo y sostener que la justificación no tiene lugar en la epistemología. Veamos por qué.

Aclaremos antes que Kim parte de que el concepto de justificación prevalece como central en el estudio de la naturaleza del conocimiento. Defiende que tradicionalmente la justificación ha sido un concepto normativo; la epistemología en sí también ha sido normativa porque su principal meta ha sido el estudio de las condiciones bajo las cuales una creencia está justificada. Asimismo, la noción de justificación implica para Kim la responsabilidad epistémica, pues cuando decimos que una creencia está justificada implicamos que es permisible o razonable sostenerla. De modo que la epistemología es una disciplina normativa.

Siguiendo la formulación de Kim, al pedirnos naturalizar la epistemología, Quine no está sugiriendo renunciar a la solución fundacionista cartesiana y explorar otras dentro del mismo esquema, sino algo más radical:

He is asking us to set aside the entire framework of justification-centered epistemology. That is what is new in Quine‘s proposals. Quine is asking us to put in its place a purely descriptive, causal-nomological science of human cognition. [Kim (1988), p. 305.]

Nótese que nos estamos basando, al igual que Kim, en las afirmaciones de Quine hasta (1970), donde claramente enfatiza y privilegia el carácter descriptivo y factual de su programa:

If we are seeking only the causal mechanism of our knowledge of the external world, and not a justification of that in terms prior to science[ Quine (1970), p. 2. Agregué énfasis.]

Aunque Quine no caracterice a la epistemología como normativa o prescriptiva, su intención es inequívoca. La epistemología ya no va a relacionarse con la justificación y sólo estudiará los mecanismos causales mediante los cuales conocemos. Para Quine no hay una “primera filosofía” que sea lógicamente anterior al conocimiento empírico porque no hay métodos extra científicos de valoración fuera de la ciencia:

Naturalism: abandonment of the goal of a first philosophy. It sees natural science as an inquiry into reality, fallible and corrigible but not answerable to any suprascientific tribunal, and not in need of any justification beyond observation and the hypothetic-deductive method... [Quine (1981), p. 72.]

Sin embargo, como afirma Kim, la epistemología no es un asunto descriptivo- factual, sino un intento por validar o reconstruir racionalmente la ciencia. Nos dice Kim: la validación para Quine procede por medio de la deducción y la reconstrucción racional por medio de la definición, pero, en tanto que el interés de la epistemología es la justificación —esto es, racionalizar nuestras pretensiones de conocimiento— Quine nos está pidiendo renunciar a lo que es “racional” en la reconstrucción racional. El concepto de conocimiento -continúa- es normativo en tanto que cuando decimos que alguien debería mantener o no cierta creencia estamos involucrando juicios de valor y de racionalidad. Quine nos está pidiendo abandonar la normatividad, lo cual es inaceptable, pues si abandonamos la normatividad, abandonamos la justificación, lo único que dentro de la triada platónica (creencia-verdad-justificación) quedaba (9).

La conclusión anterior es bastante controversial, así que a estas alturas necesitamos hacer una pausa para mencionar que a partir de 1969 Quine intentó clarificar y mejorar lo que trató de decir en su Epistemology Naturalized.

Richard Foley (Miami University and Brown University
Richard Foley (Miami University and Brown University)

Richard Foley (10), en su intento por resolver la cuestión de si realmente Quine esta haciendo epistemología en un sentido nuevo y distintivamente sobre Quine es inadecuadpor los dos motivos señalado arriba. Enseguid trata de demostrar que el problema con Quine es que en realidad no es un naturalista y que su tan elogiado nuevo modo de hacer epistemología no es tal. Foley indaga cuál es el papel de la normatividad en la visión de Quine y hace una interpretación instrumental. Para Quine la normatividad en epistemología es un asunto de identificar medios efectivos de acuerdo a fines valiosos. Para él la meta más valiosa en epistemología es la verdad, que según él consiste en hacer predicciones precisas, en modo tal que que estamos justificados en utilizar determinado método en la medida en que éste ayude a generar teorías con predicciones precisas. Así, en tanto que la ciencia nos da información acerca de qué métodos son confiables y cuales no, nos brinda información normativa. De este modo, según Foley, Quine rescata el papel normativo de la epistemología: lo que Quine llama “the engineering part”. El problema es que no es claro naturalizado, argumenta que la interpretación estándar —como la de Kim, Goldman, Kornblith, etc., que hace hincapié en el abandono por parte de Quine de la dimensión normativa y de la justificación epistémica— aunque es natural, no hace justicia a Quine.

Foley considera que hay dos grandes problemas con la interpretación estándar. Uno de ellos es que Quine negó que fuera su intención abandonar la dimensión normativa de la epistemología, es decir, que la normatividad tan esencial para la epistemología se fuera por la borda. Quine afirmó:

Naturalization of epistemology does not jettison the normative and settle for the indiscriminate description of  ongoing procedures. For me the normative epistemology is a branch of engineering. It is the technology of truth-seeking, or, in a more cautiously epistemological term, prediction... There is no question here of ultimate value, as in morals; it is a matter of efficacy for an ulterior end, truth of prediction. The normative here, as elsewhere in engineering, becomes descriptive when the terminal parameter is expressed.[ Quine (1986), pp. 663-65. Sobre esta interpretación ver también: W. V. Quine (1990), pp. 19-21.]

Naturalisdoes   not repudiatepistemologybut assimilateit to empirical psychology. Science itself tells us that our information about the world is limited to irritations of our surfaces, and then the epistemological question is in turn a question within science, the question how we human animals can have managed to arrive at science from such limited information. Our scientific epistemologist pursues this inquiry and comes out with an account which has a good deal to do with the learning of language and the neurology of perception... Evolution and natural selection will doubtless figure in this account, and he will be free to apply physics if he sees a way. [Quine (1981), p. 72.]

En 1986 Quine reconoció que las preguntas acerca del estatus de nuestras creencias sobre el mundo merecían investigación y análisis, e insistió en rechazar la sugerencia de que no hay lugar para la normatividad en el teorizar epistemológico. Adujo que más bien es una cuestión de ingeniería, de eficacia.

Respecto a este primer problema con la interpretación estándar es necesario decir que aunque Quine asevera que la naturalización epistemológica no implica el abandono del teorizar epistémico, no aclara en que consiste su “technology of truth seeking” y tampoco justifica por qué la verdad tiene prioridad axiológica ni cómo habremos de perseguirla. Esto es problemático porque tanto epistemólogos naturalistas como no-naturalistas han puesto en duda que la verdad sea la meta más deseable y también que de hecho pueda alcanzarse.

El segundo problema que señala Foley con la interpretación estándar es que  al  mismo  tiempo  que  escribió  Quine  “Epistemology  Naturalized”,  co- escribió también The Web of Belief, un trabajo de epistemología normativa donde afirmó:

The story of the origins and intensities of our beliefs, the story of what happens in our heads, is a very different story from the one sought in our quest for evidence. Where we are rational in our beliefs the stories may correspond; elsewhere they may diverge. The former story  is for psychology to tell. On the other hand, our present concern is with grounds, with reasons, with the evidential relations that hold among beliefs. [Quine & J. S. Ullian (1970).]

Aunque parece que con esta cita se podría venir abajo todo lo que hemos dicho hasta aquí, esto es, que Quine estaba proponiendo abandonar la epistemología normativa y reemplazarla con la psicología; es importante señalar que la segunda edición de (1978) no contiene este pasaje. Esto hace pensar que Quine no estaba seguro, además de que en (1970) hizo afirmaciones que apoyan su posición de (1969):

If we are seeking only the causal mechanism of our knowledge of the external world, and not a justification of that in terms prior to science... [Quine (1970), p. 2. El subrayado el mío.]

En síntesis, afirmaciones recientes de Quine respecto a su negación por abandonar la dimensión normativa son sorprendentemente claras, aunque la manera en que lo argumenta y cómo defenderá la normatividad, en opinión de muchos como Foley (1994) y Kornblith (1993), es poco ingeniosa y escueta. Además, atender temporalmente a cómo aparecieron sus sentencias y que la más contundente de ellas fue removida en una edición posterior hace pensar que Quine titubeó y no estaba seguro de querer mantener la normatividad en su propuesta.

Hasta aquí dejaremos esta cuestión, pues de cualquier modo es la propuesta de 1969 y las consecuencias que de ella se derivan lo que provocó el surgimiento de las epistemologías naturalizadas. Recordemos que la motivación inicial de la naturalización de Quine no fue simplemente incorporar los resultados de la ciencia a la epistemología, sino quitarle a la epistemología su estatus privilegiado y sustituirla por la psicología.

2.3. La noción de evidencia empírica. La Naturalización no puede ser sólo descriptiva

Continuando con el curso de la exposición, se había dicho que si el asunto de la justificación queda fuera de la epistemología en favor de una tarea meramente descriptiva, el conocimiento desaparece de la epistemología, dado que el concepto de justificación y el de conocimiento están estrechamente relacionados. Veamos ahora qué tiene que ver el concepto de evidencia empírica con la normatividad y porqué la naturalización de la epistemología no puede ser sólo descriptiva. El argumento será que no es posible prescindir de la normatividad dado que, aunque estudiemos solamente qué impulsos sensoriales provocan qué respuestas del sujeto, tal como intentó Quine, inevitablemente introduciremos consideraciones de qué será una buena creencia, qué se tomará como evidencia y qué no, etc .

En la epistemología de Quine es difícil preservar el concepto de conocimiento.   Kim   ha   resaltado   al   respecto   que   cuando   Quine   está describiendo su naturalización epistemológica habla de investigar cómo la estimulación sensorial nos lleva a formular teorías y representaciones del mundo,  pero  raramente  habla  de  conocimiento.  Estas  teorías  y representaciones corresponden en la epistemología tradicional a creencias o sistemas de creencias, teorías y representaciones. De modo que Quine esta pidiendo investigar cómo la estimulación sensorial nos lleva a la formación de creencias sobre el mundo.

Sin embargo, para Quine, no es asunto de los epistemólogos naturalizados  investigar  si,  y  en  qué  grado,  los  impulsos  que  determinado sujeto sufre a través de la irradiación en su retina “justifican” la respuesta que el sujeto da; es decir, no se ocupa de si la irradiación en su retina hace “razonable” o “racional” emitir cierta respuesta representacional. El interés de Quine es sólo causal y nomológico, de qué impulsos causan qué respuestas.

Pero, ¿en qué sentido el estudio de las relaciones causales entre los estímulos físicos y los receptores sensoriales, junto con la respuesta cognitiva resultante sobre cómo la evidencia se relaciona con la teoría, es relevante epistémicamente? Una respuesta es la de Kim, para él la relación causal entre estímulos sensoriales y respuestas cognitivas es una relación entre evidencia y teoría y no una mera relación de evidencia. Esto lo muestra el hecho de que los patrones nomológicos que Quine nos pide investigar varían de especie a especie, dependiendo del modo en que las especies procesen la información. Por ello,

the evidential relation in its proper normative sense must abstract from such factors and concern itself only with the degree to which evidence supports hypothesis. [Kim (1988), p. 306.]

El argumento de Kim es que el concepto de evidencia es inseparable del concepto de justificación, pues cuando hablamos de evidencia realmente estamos inquiriendo por la justificación, es decir, de dar razones de porqué un sujeto S sostiene la creencia C. Más generalmente, todas las relaciones de evidencia dependen de los contenidos involucrados y no sólo de sus conexiones causales o nomológicas. Cuando analizamos esas relaciones no sólo   estudiamos   sus   conexiones,   requerimos   también   interpretarlas   y evaluarlas.

En lo que a Quine respecta, él habla de evidencia sensorial pero ¿qué contará como buena evidencia? Quine no puede responder esto, pues si abandona las preocupaciones normativas no puede plantearse la cuestión de qué será buena evidencia y qué no. Quine necesita hacer juicios de valor científico que van más allá de una mera explicación, necesita juzgar y al hacerlo, al decir qué creencia preferir o qué evidencia está mejor apoyada, inevitablemente  está  introduciendo  consideraciones  normativas,  las  mismas que pretendía excluir.

Por lo tanto Quine no puede prescindir de la normatividad en tanto que no puede hacer un estudio meramente descriptivo de los mecanismos que nos llevan a nuestras creencias. Esto equivale a decir que no toda la epistemología es naturalizable y que alguna porción de la dimensión normativa de la epistemología es necesaria. Afiancemos lo que acabamos de decir ofreciendo otra cara de la normatividad.

2.4. Atribución de creencias

Cuando estudiamos a un sujeto encontramos que las respuestas, creencias o representaciones son resultado de un estímulo sensorial particular —es decir, como resultado de estímulos del exterior el sujeto adquiere creencias—. Al estudiar a un sujeto se le atribuyen creencias junto con otros estados intencionales con contenido lingüístico, lo interpretamos, es decir, le asignamos significado a las afirmaciones y actos del cognoscente. La interpretación asume que en principio el sujeto tiene un sistema de creencias y otras actitudes proposicionales que son al menos mínimamente racionales y coherentes, de lo contrario interpretarlo sería imposible.

A menos que la respuesta de un individuo cognoscente esté sujeta a evaluación de acuerdo a ciertas normas básicas de racionalidad, esa respuesta no podría considerarse como creencia y tampoco podría ser objeto de investigación epistemológica ya sea tradicional o naturalizada. La atribución de creencias requiere evaluación de acuerdo a estándares normativos de evidencia y justificación. Si esto es correcto, la racionalidad en sentido amplio y fundamental no es una propiedad opcional de las creencias, sino una precondición de la atribución, una propiedad sin la cual el concepto de creencia sería ininteligible [Kim (1988), p. 307].

Por lo tanto, para analizar a un sujeto se necesita atribuirle creencias y adoptar   criterios   para   evaluarlo,   de   modo   que   ni   los   epistemólogos naturalizados más puristas pueden prescindir de conceptos normativos y actividades valorativas. La epistemología naturalizada mantiene una dimensión normativa que no puede eliminarse.

2.5. La sustitución

Concedamos a Quine que toda la epistemología hecha hasta el momento ha fracasado, que es deseable y posible abandonar la dimensión normativa, que ahora la epistemología debería ser meramente descriptiva, etc. ¿Es legítimo derivar de ello que el reemplazo idóneo es el estudio empírico que ofrece la psicología?

Está de más decir que la psicología no podría ser el sustituto idóneo. Sin duda, las explicaciones psicológicas de cómo adquirimos y formamos creencias son de gran utilidad, pero para resolver esa parte del problema serían hoy en día más adecuadas las neurociencias.

Por otro lado, cuando decimos que X reemplaza o sustituye a Y, asumimos que tanto X como Y desempeñan tareas similares, de forma tal que si X cumple determinadas funciones que son distintas a las de Y, podemos decir que X es sustituto de Y. En otras palabras, a es reducible a y sustituible por b si y sólo si b es igualmente informativo. En forma análoga, sólo si la naturalización de la epistemología y la epistemología clásica comparten algunas preocupaciones centrales puede plantearse la sustitución de una por la otra.

El  estudio  meramente  empírico  que  ofrece  Quine  no  comparte  las mismas preocupaciones que la epistemología tradicional y por ello difícilmente puede sustituirla. El proyecto de Quine no podía resolver los mismos problemas que la epistemología tradicional, lo que ofrecía es hacer otra cosa que prometiera mejores resultados. Según él, si buscábamos entender cómo ciertos impulsos provocan determinadas respuestas, debemos emprender un estudio empírico como aquel que ofrece la psicología.

Estrictamente Quine no está planteando una tesis de sustitución o reemplazo. No afirmó que la psicología ofrecerá las respuestas que no logró la epistemología tradicional, pues no estudian la misma cosa. La epistemología en general estudia la relaciones de justificación o evidencia, mientras que la naturalización de Quine sólo estudia las relaciones causales-nomológicas.

Ahora bien, se ha puesto en duda si, y en qué medida el estudio que propone Quine conserva los elementos mínimos de la epistemología. Si resulta que la propuesta de Quine ya no es epistemología, la cuestión de si su propuesta es un mejor modo de hacer epistemología ya no tendría sentido. Para algunos como Kim, si la epistemología ha perdido el único elemento que de la trilogía creencia-verdad-justificación quedaba, —si además de que ahora la creencia es un estado psicológico y la verdad es un concepto metafísico— si ahora la justificación también queda fuera, la epistemología en general ha desaparecido.

La consecuencia anterior no podría ser apropiada. Por el contrario, lo que se quiere defender aquí es que tanto la epistemología tradicional como la epistemología de Quine comparten por lo menos la preocupación por las creencias. Sólo que, mientras que una investiga sus conexiones causales, otra estudia sus propiedades y relaciones de justificación y evidencia.

Así, aunque por un lado la epistemología favorezca la tarea de decir cuáles son las razones que tenemos para apoyar determinada creencia, es decir, porqué estoy justificado en sostener p; y la naturalización de Quine privilegie la explicación de los mecanismos cognitivos mediante los cuales llegamos a creer que p; ambas tienen puntos de intersección. La epistemología hace uso de los resultados empíricos de la ciencia para de ahí establecer sus criterios normativos, y una naturalización epistemológica como la de Quine inevitablemente involucra conceptos normativos respecto a qué será una creencia (11), en forma tal que la epistemología no desaparece.

3. Epistemología Naturalizada. La moraleja de Quine

Hemos visto que hay razones para adjudicarle a Quine (1969) una renuncia frontal a la dimensión normativa de la epistemología tradicional a partir de su aludido fracaso. Quine busca una alternativa y concluye que la naturalización de la epistemología es la única viable. Hemos visto también que Quine quiere reemplazar la teoría normativa de la cognición con una ciencia descriptiva, con lo cual la noción de justificación tan esencial para la epistemología parece quedar fuera. Es otros términos, si la justificación ya no tiene nada que ver con la epistemología, el conocimiento tampoco, dado que el concepto de conocimiento es inseparable del de justificación. Vimos también que Quine no pudo lograr una naturalización de la epistemología meramente descriptiva como se lo había propuesto hasta (1970), dado que tanto la noción de evidencia como de razones para creer son normativas. En breve, vimos que los  presupuestos  sobre  los  que  Quine  cimienta  su  naturalización epistemológica eran bastante cuestionables y por ello mismo su proyecto tal cual (1969) fue severamente ciriticado.

Sin embargo, las fallas en el proyecto de Quine nos dejan una lección positiva respecto a las implicaciones que los programas naturalizados tienen para la normatividad y la reducción.

Por un lado Quine hizo patente la necesidad de hacer uso de los resultados de disciplinas como las ciencias cognitivas y la psicología que ayuden a la epistemología a hacer compatibles nuestras capacidades y nuestras posibilidades para conocer. La epistemología ya no es lo que solía ser. Ahora, mediante el estudio científico del razonamiento y las estructuras cognitivas se ha superado la vieja epistemología que solo tenía como marco de referencia  la  lógica  y  la  introspección  reflexiva.  Las  epistemologías naturalizadas trazan un nuevo camino que difumina la aparente dicotomía entre epistemología descriptiva y epistemología normativa.

4. Otras Epistemologías Naturalizadas

Las epistemologías naturalizadas tienen varias vertientes de acuerdo a sus puntos de partida y al énfasis que ponen a los diversos problemas del conocimiento. Pero en general comparten el rechazo a la noción de conocimiento a priori tal y como se concebía en la epistemología tradicional, esto es, como conocimiento independiente de la experiencia e imposible de modificar. Irónicamente, como dice Bonjour, rechazan gran parte del modo de hacer epistemología que precisamente le dio su propia identidad, método y terminología, e incluso su agenda de trabajo. Este rechazo se debe, como hemos visto, a la convicción naturalista de que la epistemología debe apoyarse en el estudio empírico de la ciencia, pues ceñidos a la tradición seguiríamos con las mismas respestas de hace más de dos mil años.

La epistemología naturalizada tiene diversas vertientes y podría haber tantas como disciplinas científicas, por ejemplo, la epistemología evolucionista es un tipo de epistemología naturalizada que se apoya en la evidencia que aporta la biología y la teoría de la evolución. Defiende que cuando se hace patente que las capacidades para conocer y creer involucran consideraciones evolutivas no hay razones para negar que el conocimiento como una actividad natural debe estudiarse y analizarse con herramientas como la teoría de la evolución por selección natural.

Otras formas de epistemología naturalizada abordan las cuestiones de la cognición desde la perspectiva de las ciencias cognitivas, las ciencias computacionales, y la neurociencia. Esta última por ejemplo, parte del supuesto de que dado que el cerebro es el órgano de lo mental su estudio es pertinente para la epistemología. Antiguamente la información que podía obtenerse del cerebro se limitó a simples disecciones, se hicieron un sinnúmero de autopsias en donde se identificaba cierto daño cerebral con disfunciones mentales

específicas. Estas sugestivas observaciones fueron grandemente complementadas con herramientas como la estimulación en base a electrodos, y   más   recientemente   con   una   variedad   de   técnicas   no-invasivas   de observación que han permitido estudiar el cerebro directamente. El desarrollo de la neurociencia cognitiva a finales del siglo XX tanto en los instrumentos como en las teorías (redes neuronales, etc.) han hecho posible el desarrollo de modelos para la cognición con un sustento neuronal. Estos avances han inspirado a una gran variedad de áreas incluyendo la epistemología.

Analizar si un programa así es capaz de dar cuenta de cómo los seres humanos conocemos sin al mismo tiempo minimizar nuestras singulares capacidades para prever y emitir juicios de nuestras acciones, requiere un estudio muy similar al que se hizo con Quine.

Patricia Smith Churchland (Universidad de California)
Patricia Smith Churchland (Universidad de California)

Patricia Churchland ha desarrollado una propuesta que ha designado ‘neuro-filosofía’, que en términos generales sostiene que los problemas filosóficos sobre la mente deben abordarse a partir del estudio empírico del cerebro. P. S. Churchland defiende desde las primeras páginas de su libro Brain Wise que los grandes problemas de la filosofía se desvanecen una vez que se toman en cuenta las ciencias del cerebro (las neurociencias y la ciencia cognitiva); con la salvedad de que lo que P. S. Churchland llama los grandes problemas de la filosofía son según sus propias palabras: la naturaleza de la conciencia, el libre albedrío, y la identidad.

Las implicaciones epistémicas de la neuro-filosofía de Churchland llevan a las siguientes interrogantes, ¿qué tan satisfactorias son las explicaciones neurocientíficas de capacidades como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, etc.? Cuando los neurocientíficos explican la percepción como el resultado de las imágenes auditivas y visuales en el cerebro, o cuando explican la visión como la producción de imágenes mentales en el cerebro, uno inevitablemente tiene la sensación de que rastrear la actividad cerebral asociada a la visión o la percepción no es el fin de la historia. Pareciese que una es la cuestión de ‘cómo es que vemos’ y otra cuestión es ‘en qué lugar del cerebro se produce o rastrea la imagen’. En otras palabras, los neurocientíficos correlacionan la actividad cerebral con ciertos sonidos, con la observación de objetos o con el lenguaje. Es en este punto donde es preciso cuestionarse si es una reducción de lo mental a lo físico lo que los neuro-epistemólogos ofrecen, y en caso afirmativo hay que examinar qué tan satisfactorio es dicho reduccionismo.

Por un lado, es cierto que ningún animal podría razonar, percibir, escuchar, etc., si no tuviera un cerebro funcionando correctamente, sin embargo no sólo debe prestarse atención al cerebro sino también a la persona que realiza actividades tales. La actividad neuronal es la misma independientemente de lo que se ha hace y el por qué se hace, son las circunstancias y los propósitos de esa acción los que explican.

Se puede conjeturar que si la neurociencia busca responder la cuestión de ‘como conocemos’ y para ello utiliza la estrategia de reducir la epistemología a la neurociencia, entonces su estrategia es poco exitosa porque muchos aspectos  importantes  de  nuestro  conocimiento  quedan  fuera.  Y  si  bien  el trabajo de los epistemólogos se ha acotado más y más, siguen teniendo un papel fundamental en el estudio de la mente y nuestras capacidades y estados mentales. Baste hasta aquí mencionar el caso de la neurociencia.

5. Conclusión

A lo largo de este artículo hemos revisado el proyecto de naturalización de la epistemología de Quine como un caso que refleja muy bien los presupuestos más comunes de los programas naturalizados; mencionamos brevemente el caso de la neurofilosofía para ilustrar la misma situación; en ambas, su frecuente tendencia por eliminar y desdeñar esa capacidad que más nos distingue como humanos, a saber, la que consiste en introyectar hacia el futuro, anticipar consecuencias, dar y ofrecer razones. Por otro lado, también conocemos esa vieja tradición filosófica que sólo tenía la lógica, la reflexión y la imaginación como herramienta de trabajo para estudiar el conocimiento, y que consideraba que sólo eso necesitaban, de lo contrario estarían haciendo ‘fisiología de la razón’. Todo lo anterior, sólo con el propósito de hacer evidente que una teoría del conocimiento actual, convincente y conveniente, requiere integrar ambos enfoques.

NOTAS AL PIE

Frecuentementse ha relacionado el aumento del volumen craneal y el desarrollo de capacidades cognitivas superiores en el homo sapiens, aunque estrictamente hablando el volumen encefálico no es decisivo para distinguir al ser humano de otros monos y simios. Las diferencias cognitivas entre simios y humanos se explican atendiendo a la evidencia paleoneurológica que muestra que ocurrió en nuestra especie una expansión del cortex prefrontal así como un desarrollo y reorganización del lóbulo frontal, lo cual permitió que tuvieran lugar funciones como el lenguaje, el pensamiento abstracto y la planificación y ejecución de tareas motoras. Sobre esta controversia y sobre el desarrollo del cerebro ver: Cela y Ayala (2001), pp. 460-461y 496-515.

2 Goldman (1985), p. 30. En este artículo Goldman explora las conexiones entre psicología y epistemología, y quiere mostrar que en las tres divisiones de la epistemología la psicología tiene un lugar.

3    Estamos  asumiendo  que  ‘explicar’  y ‘describir’  en   epistemología  son  sinónimos,  en contraposición a ‘normar’. 

4 Les pido a los lectores que por el momento me concedan esta interpretación, más adelante veremos que en 1986 Quine se retractó de lo que sostuvo en 1969 a este respecto.

5 Kim (1988), pp. 301-313.

6 Bonjour (1994, pp. 285-289) aclara que él opone la naturalización de la epistemología en favor de la epistemología tradicional, pues está defendiendo la tradición racionalista de la epistemología, la que habla de la justificación a priori del conocimiento más que del menos fundamental  psicologismo.  Para Bonjour  la tesis definitoria  del racionalismo  es que la justificación a priori y el conocimiento genuinamente existen y que no están confinados a aquellos que tienen un carácter meramente conceptual, analítico o lingüístico.

7 Al principio de su (1969) Quine caracterizó el lado conceptual de la epistemología como aquel que se dedica al estudio del significado, a clarificar conceptos, mientras que el lado doctrinal se ocupa de la verdad, de establecer y probar leyes.

8  A pesar de lo atractiva  que pueda ser la línea de argumento  de Bonjour,  aquí la abandonaremos, pues esta tesis no pretende concluir —tal como hace Bonjour— que toda forma de naturalización o naturalismo nos conduzca al escepticismo. Bonjour (1994) argumenta que la propuesta de Quine es insatisfactoria  porque nos lleva a desagradables consecuencias escépticas, dado que no es válido concluir —como aparentemente hace Quine— que la justificación deba ser abandonada. Por otro lado, la naturalización epistemológica  de Quine no puede decir nada acerca de  si tenemos alguna razón para pensar que nuestras creencias sobre el mundo son verdaderas. Y si esto es lo mejor que podemos hacer, el resultado es una versión del escepticismo. Esto porque si el conocimiento involucra la  posesión de razones sobre porqué aceptamos determinadas creencias causadas por estimulación sensorial, y no podemos dar razones, entonces parece que deberíamos concluir que no hay conocimiento.

El problema puede deberse a que Quine considera que el escepticismo surge desde dentro de la ciencia, como una ramificación. Según él, el escepticismo se basa en ilusiones, en descubrir que no debemos creer en nuestros ojos. Sin embargo dice:

…Skeptical doubts are scientific doubts (…) Epistemology is best looked upon as an enterprise within natural science. Cartesian doubt is not the way to begin. [Quine (1975), p. 68].

Quine cree que el escepticismo debe ser respondido desde la ciencia misma pues surge dentro de ella al demostrar cómo varios aspectos de sentido común pueden estar errados. De ahí que nuestra  visión  del mundo  pueda  también  estar errada.  De esto Quine  deriva  que su naturalización epistemológica es adecuada para lidiar con el escepticismo:

Retaining our present beliefs about nature, we can still ask how we can have arrived at them. Science tells us that our only source of information about the external world is through the impact of light rays, we somehow evolve an elaborate and useful science. How do we do this, and why does the resulting science work so well? These are… scientific questions about a species of primates, and they are open to investigation in natural science, the very science whose acquisition is being investigated. Ibídem.

El problema que señala Bonjour es que el concepto de escepticismo con el que se enfrenta Quine es inadecuado e ingenuo. Podrían distinguirse dos tipos de escepticismo:1) el que apela a ilusiones para motivar sus dudas, y que no es fundamental; y 2) el escepticismo fundamental que desafía nuestras razones para aceptar ciertas creencias, y ello sin apelar a las ilusiones. Un ejemplo de este es el desafío de Hume a la inducción. Contra este último Quine no tiene salida y no ofrece razones para no tomarlo en serio. Bonjour agrega que aún éste escepticismo ingenuo y no fundamental al que Quine se enfrenta, no logra ser eludido exitosamente, pues, dada la posibilidad de la ilusión, nuestra experiencia sensorial no constituye un buen criterio para aceptar nuestras múltiples creencias sobre el mundo. Incluso no se está dudando de que nuestras creencias en realidad estén motivadas, ni de que la descripción de cómo tales creencias ocurren pueda darse dentro de nuestro cuerpo de creencias sobre el mundo. Lo único que pregunta aquí el escéptico es si tenemos razón en pensar que alguna de nuestras creencias sobre el mundo es verdadera. Nuevamente, dice Bonjour, Quine no tiene respuesta. En síntesis,  Bonjour  argumenta  que el argumento  original  de Quine  de naturalizar  la epistemología no puede mostrar que el reemplazo de la epistemología sea necesario, ni que su alternativa  sea viable (también argumenta  que los naturalizados  no demuestran  que la concepción tradicional de lo a priori sea inasequible). Por supuesto, Bonjour no niega que muchos de los resultados de la naturalización pueden ser correctos y valiosos.

9 El concepto de verdad se convirtió en una disputa irresoluble en donde se tenía que recurrir a nociones metafísicas y realistas, no ahondaremos al respecto, en cualquier caso, el concepto de verdad ha sido abandonado por gran parte de los epistemólogos. Por su parte, el concepto de creencia es un problema que han adoptado psicólogos y científicos cognitivos, investigan las circunstancias  que nos llevan a formar creencias. Si bien este concepto aún le preocupa a los epistemólogos, Quine ayudó bastante a que la noción de creencia pasara a ser dominio de los psicólogos y no de los epistemólogos.

10 En la primera  parte de su artículo (1994) Foley argumenta que la interpretación estándar cómo la estadística, la física, etc., pueden generar normas ingenieriles, y cómo podrían someterse a revisión sin ser circulares.

Foley señala algunos pasajes en los que Quine acepta que hay un lugar en el que la ciencia ya no juega un papel y en el que se puede aconsejar observando cómo se comporta la ciencia misma. La conclusión   de Foley es que Quine no hace una epistemología  propiamente naturalista, diferente a la de Carnap, Locke, Descartes, etc., y que en tanto las preocupaciones de los epistemólogos sigan siendo normativas y fundamentales, no se estará haciendo epistemología en un sentido nuevo.

11 Sería  preferible argumentar que esta dicotomía entre epistemología descriptiva y epistemología prescriptiva no es tal, sin embargo, aunque los límites no sean claros, parece que la discusión se plantea de mejor modo en estos términos.

BIBLIOGRAFÍA

Bonjour, Laurence (1994) “Against Naturalized Epistemology”, Midwest Studies in Philosophy. XIX: 283-300.

Cela Conde, Camilo J & Ayala, Francisco J. (2001) Senderos de la Evolución Humana, Alianza, Madrid.

– Churchland, P.S. (2002) Brain-Wise. Studies in Neurophilosophy, The MIT Press, MA.

Goldman, Alvin I. (1985) “The relation between epistemology and psychology”, Synthese 64, Reidel Publishing Company: 29-68.

Kim, Jaegwon (1988) What Is “Naturalized Epistemology”?”, en J. Tomberlin (ed.), Philosphical Perspectives. 2. Epistemology, Atascadero, CA: Ridgeview Publishing Co. (Epistemology: An Anthology, E. Sosa and J. Kim (eds), Blackwell Publishers, 2000: 301-313).

Quine, W. V. O(1969) “Epistemology Naturalized”, Ontological Relativity and Other Essays, Columbia University Press, New York, 1969. (Epistemology: An Anthology, E. Sosa and J. Kim (ed.), Blackwell Publishers, 2000: 292-300).

– Quine, W. V. O. & J. S. Ullian (1970), “Grades of Theoreticity” en L. Foster & J. W. Swanson (eds), Experience and Theory, Amherst, MA, University of Massachusetts Press.

– Quine, W. V. O. (1981), Theories and Things, Cambridge, Mass.

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