49° Aniversario Luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

49° Aniversario Luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

El 16 de noviembre de 1968 falleció en la Ciudad de México el ilustre mexicano Vicente Lombardo Toledano a los 74 años, dejando un legado político e intelectual que aún medio siglo después sigue siendo valorado.

“Boceto para un retrato en mural” de David Alfaro Siqueiros

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales que lleva su nombre y tiene su sede en el inmueble que fuera su residencia familiar durante 40 años, fue creado por decreto presidencial en 1972 a partir de la donación que hiciera de su biblioteca al pueblo de México para propiciar el estudio de los temas y disciplinas a las que apasionadamente consagró su vida: la filosofía, el derecho, la ciencia política, el sindicalismo, la sociología, la pedagogía, la economía, la historia, etcétera.

Además de albergar los más de 25 mil títulos del acervo bibliográfico original de Vicente Lombardo Toledano, el Centro de Estudios también resguarda fotografías, grabaciones magnetofónicas, objetos personales, carteles y grabados del Taller de Gráfica Popular y obras artísticas realizadas en homenaje a Lombardo Toledano: pinturas de David Alfaro Siqueiros, Jesús Guerrero Galván y  Federico Silva, retratos de Juan Madrid, Raúl Anguiano y Salvador Pruneda, grabados de Alberto Beltrán, Ángel Bracho, entre otros, así como dos bustos en bronce: uno de ellos realizado por  Francisco Canessi.

Fundador y director de instituciones educativas, políticas y sindicales, así como de publicaciones periódicas, la memoria de Vicente Lombardo Toledano es reconocida en todo el país dando nombre a calles, avenidas y escuelas en numerosos municipios y ciudades principales de la República. Forma parte de los héroes y personalidades que han contribuido a engrandecer a nuestra nación.

El 15 de julio de 1984, en ocasión del 90 aniversario de su natalicio, fue develado su nombre con letras de oro en el recinto parlamentario del Congreso del Estado de Puebla, el decreto correspondiente señalaba:

Lombardo Toledano representa toda una vida consagrada a la orientación, educación y formación de la juventud mexicana; a la modernización política de nuestro estado y país, y a la organización de los obreros mexicanos como sector productivo; apoyando con estas acciones y con su patriótico ejemplo abierta y decididamente, en momentos cruciales de nuestra historia, los postulados de la Revolución Mexicana que han hecho posible el fortalecimiento de las instituciones.[1]

En ocasión del Centenario de su nacimiento, la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión aprobó el proyecto de decreto para que se inscribiera su nombre en el muro del honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, la propuesta de dictamen destacaba que:

Él, con su perseverante dinamismo, interpretó y sirvió con fidelidad a su país; por eso es una figura sobresaliente del México revolucionario; por eso constituye un ejemplo a seguir; por ello es un paradigma de la sociedad y, como tal, un personaje cuyo nombre es digno de una evocación permanente. Homenaje que vaya más allá de las efemérides, por cuanto tiene de significado representativo de lo mejor de la patria y designa a una personalidad que simboliza a toda una etapa de la trayectoria del país.

[…] La inscripción de su nombre en el recito de nuestra Cámara nos recordará permanentemente su obra imperecedera, pero ante todo nos advertirá con nitidez que, ante la grandeza de un mexicano no existen diferencias tan pronunciadas que no puedan superarse, ni reticencias que no se sumen al reconocimiento general.

Vicente Lombardo Toledano es de los grandes constructores de la patria. Su vida forma parte de la historia de México. Por eso merece la gratitud del pueblo mexicano y de sus representantes en el centenario de su nacimiento.

Es juicio de esta comisión, que el nombre de Vicente Lombardo Toledano en las columnas de nuestro recinto, será factor de orgullo común y consenso nacional.[2]

En un balcón del Palacio Nacional presenciando un desfile obrero

El 16 de julio de 1994, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de México. En la ceremonia, el artista gráfico Alberto Beltrán, presidente del Comité Pro-Festejos del Centenario de Vicente Lombardo Toledano dijo que “estudiar la vida de Vicente Lombardo Toledano implica conocer la vida de México […] Lo recordamos como maestro, como filósofo, como historiador, como impulsor del muralismo mexicano, […] como nacionalizador del petróleo junto con Lázaro Cárdenas; como ideólogo de su partido, el Partido Popular Socialista; como escritor.”[3]

El decreto presidencial de inhumación disponía que se difundieran las acciones cívicas, así como la obra política y social de Vicente Lombardo Toledano.[4] El Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales cumple con ese mandato con la edición y difusión de las colecciones “Obra Temática”, “Estudios sobre la vida y obra de Vicente Lombardo Toledano” y “Obra Histórico-cronológica”, ésta última que reúne en 94 volúmenes la mayor compilación de artículos, discursos, conferencias, libros y demás escritos publicados por Vicente Lombardo Toledano poniéndolos a disposición de estudiosos nacionales y extranjeros, material valorado como registro histórico, como corpus de pensamiento para la interpretación de diversos momentos de la historia del país y del mundo, como ejemplo de metodología y como guía instrumental para analizar la realidad social en constante cambio.

[1] Decreto del XLIX Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Puebla, 28 de junio de 1984, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 8.

[2] “Dictamen con proyecto de decreto”, LV Legislatura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. 8 de noviembre de 1993, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 49.

[3] “Palabras de Alberto Beltrán en la ceremonia realizada en la Rotonda de los Hombres Ilustres”, 16 de julio de 1994, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 106.

[4] “Decreto del Presidente de la República”, 13 de julio de 1994, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 103.

Mario Briseño Perozo, 1917-1995

Por el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Mario Briceño Perozo nació el 22 de julio de 1917, en la ciudad de Trujillo (Venezuela), y falleció el 19 de noviembre de 1995 en Caracas. Fue un destacado jurista, docente, político, escritor, historiador poeta y archivero.

Comenzó sus estudios de primaria en la Escuela Federal Cristóbal Mendoza, y la secundaria en el Colegio Federal, donde se graduó como bachiller en 1937. En 1937, en Mérida, comenzó sus estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, donde se doctoró en Ciencias Política en 1943. Ejerció como docente en primaria, secundaria, normal y superior. Como profesor universitario impartió docencia en la Escuela de Ciencias Políticas de Trujillo, en la Universidad de Los Andes y en la Universidad Central de Venezuela. También impartió cátedra de Archivos Históricos en la Escuela de Bibliotecología y Archivología, y de Diplomática la Universidad Central de Venezuela.

Como jurista, en 1943, la Corte Suprema del estado de Mérida lo habilitó como abogado de la República, lo que le llevaría a ser Juez de Primera Instancia, Juez Superior y Ministro de la Corte Suprema del Estado de Trujillo. Como funcionario, destacó su labor como Gobernador del estado de Trujillo de 1958 a 1959.

Como escritor, colaboró con el periódico La Idea Juvenil y dirigió una publicación periódica titulada Preludios. Sin embargo, su obra destacó en el terreno de la investigación y la divulgación histórica. Como ejemplos sobresalientes de su trabajo están las biografías de Francisco de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Antonio Anzoátegui, Rafael Urdaneta y Simón Rodríguez. También dedicó gran parte de su trabajo historiográfico al Venezuela, sus ciudades, e historia. En 1959, comenzó su labor como director del Archivo General de la Nación, lo que le sirvió para rescata, catalogar y difundir miles de documentos de gran valor histórico. Como poeta, destacan sus obras Trilla (1949), Pretérita Inquietud (1949) y Sones de Tiorba (1960).

Otros cargos que desempeñó fue como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia , Primer Vice-director y Director de la Academia Venezolana de la Lengua, presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y director de la Comisión Editora de los Escritos del Libertador.

Recordamos a Mario Briceño Perozo con una de sus poesías y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.

El Libertador

¡Oh! capitán del viento y de la estrella
con las huestes ardidas de volcanes.
A su empuje se rinden los titanes
Y una antorcha se alza en cada huella.

Un ciclo de la historia se sella
con su verbo anudado de huracanes;
su mismo afán fatiga los afanes
y en su espada se mira la centella.

Nada escapa a su genio pluriforme,
en todo excelso, como el mar, enorme,
y como el mar ciclópico en su impulso.

Griego y latino, y español e indiano,
con el sol en la palma de la mano
y un enjambre de pueblos en el pulso.

BRICEÑO Perozo, Mario. Bases para una paz definitiva. Trujillo, Venezuela: Ediciones Presente, 1945.

Al ilustre y admirado dirigente de las masas latinoamericanas, Lic. V. Lombardo Toledano. Humilde y sincero homenaje del autor. Rúbrica del autor, Mérida (Venezuela) 11 – 7 – 46 (1946)

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com


Hannes Meyer, 1889 – 1954

Fotografía en blanco y negro de Hannes Meyer saludando

Por el Lic. Emilio García Bonilla y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Hans Emil Meyer, conocido como Hannes Meyer. Fue un arquitecto y urbanista que nació en Basilea, Suiza, el 18 de noviembre de 1889 y falleció en Crossifisso, Lugano, Suiza, en 1954.

Estudió arquitectura en Berlín. Junto con Hans Witter realizó sus dos proyectos más famosos: el Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra y la escuela primaria para niñas, Petersschule. En 1928 asumió la dirección de la reconocida escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura de la Bauhaus bajo el lema: “Las necesidades del pueblo en lugar de la necesidad de lujos”, teniendo que abandonar Alemania en 1930 por motivos políticos, empleándose en Moscú como profesor de la Escuela Superior de Arquitectura Wasi.

En 1938 llegó a México invitado por el presidente Lázaro Cárdenas para dictar una serie de conferencias y un año después fue contratado para impartir clases en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional dirigiendo los cursos de planificación y urbanismo.

Trabajó en la Oficina de Proyectos de la Secretaría del Trabajo donde realizó el Plan Lomas de Becerra para alojar a dos mil familias de trabajadores en Tacubaya, también formó parte de la Comisión de Planeación de Hospitales del recién creado Instituto Mexicano del Seguro Social. Coordinó el Programa Nacional de Construcción de Escuelas. En 1944 realizó la planificación urbana de Tlanepantla por encargo del doctor Gustavo Baz.

En nuestro país, con el patrocinio del presidente Manuel Ávila Camacho editó en 1943 El libro negro del terror nazi en Europa que incluía 164 fotografías y 50 dibujos.

De 1947 a 1949 dirigió el Taller de Gráfica Popular iniciando la publicación La Estampa Mexicana. En ese contexto se publica el libro El Taller de Gráfica Popular: doce años de obra artística colectiva, conservándose en la biblioteca del Centro de Estudios un ejemplar con dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano como una muestra de la relación amistosa y de colaboración que tuvo el destacado intelectual mexicano con dicha agrupación artística con un claro compromiso político y social.

Meyer regresó a Europa en 1949, volviendo a México en 1952 por un breve periodo para participar en el Congreso Nacional de Arquitectos.

El Taller de Gráfica Popular: doce años de obra artística colectiva – The Workshop for Popular Graphic Art: a record of the twelve years of collective work. México: La Estampa Mexicana, 1949.

Dedicatoria de pintores, muralistas, grabadores, escultores, que participaron en el TALLER DE GRÁFICA POPULAR:

Al Maestro Vicente Lombardo Toledano le dedicamos con todo cariño este álbum en ocasión de su 58 aniversario, deseándole larga vida en bien de la cultura popular de la nación mexicana.”
16 de julio de 1952.
Luis Arenal, Ignacio Aguirre, Ángel Bracho, Alberto Beltrán, Roberto Berdecio,
Celia Calderón, Jesús Escobedo, Andrea Gómez, M. Jiménez, Adolfo Mexiac,
Francisco Mora, Betty Cattlet, Leopoldo Méndez, Pablo O´higgins,
Fany Rabel, Joel Tellez, Mariana Yampolsky.

Y la dedicatoria de Hannes Meyer al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
“Al gran luchador y fino amigo Vicente Lombardo Toledano muy cordialmente”
Rúbrica de Hannes Meyer, 31 – VIII – 49 (1949).

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Enrique Fernández Ledesma, 1888 – 1939

Por el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Enrique Fernández Ledesma nació el 15 de abril de 1888, en los Pinos, estado de Zacatecas (México); y falleció el 9 de noviembre de 1939, en la Ciudad de México. Fue un destacado poeta, narrador, ensayista, escritor de crónicas literarias, comentarista de arte y periodista. De muy joven, se trasladó a Aguascalientes a estudiar, donde conoció a Saturnino Herán, Manuel M. Ponce y Ramón López Velarde. En 1910, fue director del periódico El Noticiero y dirigió el semanario Zig Zag, donde también publicó poemas, crónicas literarias y comentarios sobre arte. También colaboró con El Universal, México Moderno, Pegaso y Revista de Revistas. Más tarde, se trasladaría a la Ciudad de México, donde desarrollaría su profesión como escritor y crítico literario. De 1929 a 1936, fue subdirector y director de la Biblioteca Nacional de México, lo que le sirvió para promover la lectura a través de la radio donde emitía “Mensajes bibliográficos y críticos de la Biblioteca Nacional de México”. También fue responsable de la instalación de la Hemeroteca Nacional en la capilla de la Tercera orden y fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Por último, fue director de la reimpresión de Los mexicanos pintados por sí mismos.

Recordamos a Enrique Fernández Ledesma con uno de los capítulos del libro Viajes al siglo XIX (1933). En este pasaje el autor narra la llegada del poeta Zorrilla a México, y los versos recitados por varios de los poetas que acudieron al encuentro, como José Sebastián Segura y Lacunza, y también por el propio Zorrilla. También encontramos una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.

El poeta Zorrilla y la hospitalidad mexicana.

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Texto: Don José Zorrilla, con sus treinta y ocho años mozos, su optimismo peninsular, hecho a las sonrisas del éxito y su carga lírica , briosa y resonante, tuvo, en aquella mañana del 14 de enero de 1855, la primera sonrisa para el grupo de mexicanos que esperaban su llegada. Empujado por tales impresiones, saltó, agilísimo, del carruaje.

Era éste la diligencia de Puebla que acababa de detenerse en la garita de San Lázaro; vasta, pesada y
chirriante, con sus mulas cascabeleras y su sotacochero maldiciente…

La garita era, entonces, menos que el suburbio de esa parte oriental de México. Era sólo la casa del guarda, la oficina fiscal de Derechos de Peaje y el yermo, en torno.

De la comitiva de escritores que había ido a recibir al poeta, desprcndióse uu caballero y con visibles muestras de emoción se acercó a la diligencia.

—¿Sin duda el señor don José Zorrilla y Moral?
—Servidor de usted. Y yo, acaso tengo el gusto de hablar con el señor Conde de la Cortina?
—Si, señor.
—Pues venga usted a mi pecho.
Y Zorrilla se echó en brazos del prócer.
—Traigo estas cartas de presentación para usted, Conde.
—Inútiles del todo, ilustre amigo. Hombres como usted no necesitan presentaciones. Su solo Hombre basta para abrirse paso en todas partes… Y para dictar órdenes, añadió obsequioso.

Don José Gómez de la Cortina, Conde dc la Cortina y Castro, tenia entonces cincuenta y seis años. Su prognatismo se le había acentuado y la nariz de aguilucho se agravaba con el subrayado vivaz y fulgurante de sus ojos. La urbanidad irreprochable, pero un poco fría, le daba aires inequívocos de señor. Y lo era.

Con ademán amistoso indicó al grupo de poetas y literatos que esperaban. E hizo las presentaciones. Zalemas, Cortesías, hipérboles de la emoción, vivas a la gloria peninsular, en pleno campo. Y algunas estrofas de bienvenida, llenas de entusiasmo y de ripios.

La entrada de Zorrilla a la ciudad fue como una apoteosis. Se abandonó la diligencia y el poeta subió al carruaje del Conde. Coches y jinetes rodeaban al  viajero. Y voces enronquecidas ululaban aclamaciones. El 16 se promovió un brillante agasajo para el Píndaro Moderno, según se llamaba ya al poeta en las
columnas de los periódicos. Gómez de la Cortina se consideró el representante de la intelectualidad mexicana y el índice de etiquetas y honores. Un rumboso banquete, en el hotel del Bazar, dio cuenta de la solemnidad con que se acogía al viajero. Los poetas de entonces, temblorosos de entusiasmo, anhelantes, sonadores, resplandecían de pura emoción romántica.

Estaban allí, generosos, modestos, ofreciendo noblemente su pleitesía, los miembros de la falange intelectual más avanzada: Moreno y Jove, Lacunza, Pesado, Algara, de la Portilla, Segura y Argüelles, don José Sebastián Segura, Roa Bárcena, Baldovinos, Arróniz, Bello, Barreda, Anievas, don Agustín Sánchez de Tagle, González Bocanegra y otros numerosos representativos de la poca.

Al caer de las siete aparecieron, entre murmullos de impaciencia, aplausos y vivas, el anfitrión y el poeta. Se presentaban como si acabasen de escalar el Pindo: solemnes, conmovidos… pero sonrientes.

El Conde, ocultando su emoción bajo Sus hábiles maneras de gentleman, dijo unas sobrias palabras al presentar a sus compañeros de letras… Cada invitado llevaba una buena provisión de metáforas para lanzarlas a la hora oportuna. Zorrilla, malicioso y mundano, tenía también su reserva de tropos y parábolas, que distribuía a discreción. Pero aquello no era nada para lo de la hora del brindis. De los brindis, porque cada visitante se creyó en el deber de disparar el arco simbólico. Y empezó el tiroteo.

Las saetas cruzábanse por encima de los inocentes manteles. Sin embargo, no respondemos de que todas se hayan clavado en el pecho del poeta…

Lacunza, recordando sus éxitos de la Academia de Letrán, soltó unos alejandrinos exaltados, llenos de pasajes pedestres que se escurrían por este final: bendito el que quiere amigos se puede siempre ver…! Con todo, tal pobreza de expresión alternaba con ciertas nobles vibraciones de la poca:

…y vive todavía del mundo en los confines
la lengua en que el Rey Carlos gustaba hablar a Dios…

Pesado renovaba su modesto Siglo de Oro en estancias ‹‹de arte mixto››. Su homenaje era, en realidad, un apreciable embutido que concluía así:

¡Oh, Musas: dadme flores, dadme rosas,
dadme el laurel divino
con que ciña las sienes victoriosas
del Vate peregrino…!

Don José Sebastián Segura se personificaba en un soneto, no se sabe si con los atributos del Garcilaso, capitán y poeta, o con los del Inca historiador. De cualquier modo, remataba así su cumplido:

…quo el joven y animoso Garcilaso
cantar debe las glorias de Zorrilla…

El mismo don José Sebastián, quizá en quiebra con su conciencia literaria y como un puntal para prevenir las arremetidas de Gómez de la Cortina —que habían sido implacables en su periódico satírico El Zurriago— saludaba, a la vez, al prócer y a su crítico en esta octava real, aunque no regia:

¡Oh, tú, que eras también lustre y decoro
del templo de la sacra poesía,
enséñame a vibrar el plectro de oro!
Y en otro dulce y placentero día,
por ti, en verso magnífico y sonoro,
gozosa brindar la musa mía,
cual brinda ahora, con ardiente halago,
¡aunque la asusta el inmortal ‹‹Zurriago››!

Dispararon sus dardos, unos medianamente afortunados y otros fallidos, don Joaquín Sánchez de Tagle, don Casimiro del Collado, el dean poeta Moreno y Jove, Roa Bárcena, Barreda y algunos más.

Zorrilla estaba positivamente emocionado. A tal punto que, cuando agradeció en breves palabras (breves e incoloras, como un discurso diplomático) los honores que se le hacían, apuntó a sus ojos, en varios pasajes de la lectura, un llanto indiscreto que le anudó la garganta:

‹‹…Confío en Dios que México, esta madre adoptiva, no se avergonzará jamás de haberme tenido por hijo. Y que el recuerdo que de mi la deje, la probara que yo tengo en más la reputación de hombre honrado que la vanidad de la gloria mundana…››

FERNÁNDEZ Ledesma, Enrique. Viajes al siglo XIX, señales y simpatías en la vida de México. México: [s.n.], 1933.

A Vicente Lombardo Toledano, ilustre pensador y encumbradísimo espíritu. Con mis respetos a gran y noble talento. Firmado Enrique Fernández Ledesma. México 1933.
Nota del autor: Las aguafuerte de este ejemplar han sido tocadas a mano

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Obras publicadas

  • Con la sed en los labios, poesías, 1919.
  • Viajes al siglo XIX, 1933.
  • Historia crítica de la tipografía en México, 1935
  • Galería de fantasmas, publicación póstuma, 1939.
  • 19 monedas de cobre, obra inédita que contiene cuentos.
  • Colección de corridos, 1942-1947.
  • Espejos antiguos, 1968.
  • Autógrafos de la Biblioteca Nacional, 1974.

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