Vicente Lombardo Toledano, sus ideas sobre la política

Lombardo vio con repudio a quienes conciben la política como un quehacer insubstancial y, con mayor motivo, a los que la corrompen al convertirla en actividad para el lucro y el enriquecimiento personal. Se trata de un quehacer trascendente, en su criterio, cuyo objeto es resolver las injusticias y construir una organización social superior.
Lombardo vio con repudio a quienes conciben la política como un quehacer insubstancial y, con mayor motivo, a los que la corrompen al convertirla en actividad para el lucro y el enriquecimiento personal. Se trata de un quehacer trascendente, en su criterio, cuyo objeto es resolver las injusticias y construir una organización social superior.

Vicente Lombardo Toledano, sus ideas sobre la política.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]

Vicente Lombardo Toledano sustentó que la naturaleza del ser humano no es individualista, sino esencialmente social, y poseyó un muy elevado concepto de la ética. Por estas razones vio con repudio a quienes conciben la política como un quehacer insubstancial y, con mayor motivo, a los que la corrompen al convertirla en actividad para el lucro y el enriquecimiento personal. Se trata de un quehacer trascendente, en su criterio, cuyo objeto es resolver las injusticias y construir una organización social superior.

Consideró que al no ser la sociedad un conjunto homogéneo, puesto que se halla compuesta por clases sociales con intereses, ideales y objetivos distintos y no armonizables, la política, más aún que otras disciplinas, puede estar al servicio de una u otra clase social; al servicio del pueblo, que, como lo proclamó, “todo lo produce con su trabajo físico y con su intelecto”, o de los explotadores del pueblo. Y desde el momento histórico en que hizo su aparición el imperialismo, la política puede servir a esa fuerza devastadora que vulnera la soberanía de las naciones, saquea la economía de los pueblos en cuyos territorios penetra, los sojuzga y se apodera de sus recursos, o puede luchar por la plena independencia económica y política, en nuestro caso de México, para liberarlo del imperialismo.

Pero no puede estar al servicio simultáneo de ambas clases sociales; tampoco del imperialismo y, al mismo tiempo, de los pueblos que aspiran a ser independientes y soberanos. Ni puede servir al “pueblo”, concebido como un todo indivisible o una entidad abstracta, porque esta manera de interpretarlo es una simple invención sin sustento de los ideólogos de la burguesía, discurrida siglos atrás. En las palabras de Lombardo Toledano:

“La creencia en el pueblo como categoría política indivisible fue una creación de los ideólogos que prepararon la revolución democrático-burguesa durante el siglo XVIII, para destruir el régimen feudal basado en restricciones y prohibiciones a las diversas actividades humanas, desde las económicas hasta las del pensamiento. El lema ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’, de la Revolución Francesa de 1789, y el de ‘Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, de la Revolución democrática de los Estados Unidos de Norteamérica contra las intolerancias que caracterizaban a Inglaterra y contra el sistema esclavista de su propio país, tuvieron sólo el valor de proclamas para movilizar a las masas populares contra las ideas conservadoras; pero estaban condenadas al fracaso como normas de la vida social.”[3]

En consecuencia, por cuanto a su significado más general, el ideólogo marxista definió la política como “la ciencia de la dirección de la sociedad” [4], pero distinguió su contenido, orientación y propósitos vinculados a una u otra clase social y denominó política revolucionaria, a la que está específicamente al servicio de los trabajadores, y puntualizó que se trata de “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”[5].

La política revolucionaria, una tarea superior y compleja.

...denominó política revolucionaria, a la que está específicamente al servicio de los trabajadores, y puntualizó que se trata de “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”
…denominó política revolucionaria, a la que está específicamente al servicio de los trabajadores, y puntualizó que se trata de “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”

Asimismo, concibió la política revolucionaria como una tarea superior y compleja, a la vez, porque, explicó, “requiere de las aportaciones que han hecho otras disciplinas que se refieren a los problemas humanos… cuyo remate es la filosofía, síntesis de la cultura universal y arma suprema para el logro del cambio progresivo de la humanidad”.[6] Precisó que se trata de una ciencia que consiste en saber cuáles son las leyes que presiden el desarrollo histórico y en aplicarlas de una manera precisa y creadora. Redondeando la idea, manifestó que no solamente es una ciencia, sino una práctica también, pues si se le restringiera al conocimiento de las leyes que rigen la transformación de la sociedad –exclusivamente con propósitos de erudición—se frustraría “su principal meta que es el cambio de las relaciones humanas”.[7]

Adicionalmente, sustentando que “…en la naturaleza y, por tanto, en la vida social, todo se transforma…”[8] y considerando, por lo que hace a la sociedad, que desde el momento histórico en que los medios de producción y cambio se tornaron en objeto de propiedad privada, la lucha de clases ha sido el motor de sus cambios profundos de uno a otro modo de producción, Lombardo declaró que “la transformación de la sociedad humana es una actividad eminentemente política”.[9]

De acuerdo con sus ideas, la clase poseedora de los medios de producción y cambio y que, por tanto es la dominante en la economía y en la vida político-social –la burguesía– ejerce la política con el fin de instalar sus intereses por encima de la sociedad en su conjunto, e imponer sus intenciones de acrecentar y eternizar su situación plagada de privilegios. Con esa finalidad, crea y sostiene organizaciones y partidos, y emplea a los políticos profesionales a su servicio, que más que políticos son mercenarios, pues venden su fuerza de trabajo a los explotadores. Por su parte, la clase trabajadora lucha por medio de la política revolucionaria con el propósito de cambiar esa realidad perversa, destruyendo las injustas relaciones de producción y edificando otras, superiores. Por lo expuesto, como Lombardo lo expresó, resulta imposible que un mismo partido sirva a las dos clases sociales, o que éstas gobiernen juntas:

“Porque los propietarios de la tierra, de las fábricas, de los transportes y del crédito, constituyen la fuerza social dominante en el campo económico y son también los que dominan, directa o indirectamente, la vida política. Las dos clases sociales, la propietaria del capital, representado por los medios de la producción, y la proletaria, representada por la gran mayoría que sólo cuenta para vivir con el pago de su trabajo, que explota la primera, persiguen fines diversos, antagónicos y viven en perpetua lucha. No puede, en consecuencia, gobernar juntas. Desde el punto de vista teórico, un gobierno que llevara en su seno la lucha de clases sería inconcebible y, considerado como realidad práctica, no se conoce en la historia.”[10]

...resulta imposible que un mismo partido sirva a las dos clases sociales, o que éstas gobiernen juntas...
…resulta imposible que un mismo partido sirva a las dos clases sociales, o que éstas gobiernen juntas…

La clase trabajadora debe organizarse en su propio partido, que se debe guiar por la filosofía del proletariado y por los principios del materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Y su objetivo debe ser la sustitución del capitalismo por el socialismo, porque:

“Los partidos políticos son los órganos de expresión teórica y de acción práctica de las clases sociales. No hay partidos que representen a todas las clases y a todos los ciudadanos, y si lo pretendieran no tendrían más importancia que la que poseen los grupos de ignorantes que confían en la ignorancia de otros para subsistir. Se pueden disfrazar de mil modos, pero su apariencia no cambia su contenido, porque lo que substancialmente define a un partido no es siquiera la ubicación social de sus integrantes, sino los intereses de clase a los que sirve, la ideología de clase que sustenta.”[11]

Con respecto a la izquierda, concepto que se maneja en nuestros tiempos con enorme ligereza e incurriendo en toda clase de equívocos, Lombardo consideró que no es un concepto laxo que admita variadas vinculaciones clasistas y diversas concepciones ideológicas. Según su pensamiento, políticos de izquierda lo son sólo quienes luchan a favor de los intereses y aspiraciones superiores de la clase trabajadora y el pueblo, militan en el partido de la clase social que vive de su esfuerzo personal y están comprometidos con principios de orden superior, y deben honrarlos, porque “…todo partido que no se proponga la sustitución del régimen capitalista por el sistema socialista, de acuerdo con los principios del materialismo dialéctico y de su aplicación a la sociedad humana, el materialismo histórico, no es un partido de izquierda”.[12]

En consecuencia, apelando a su propia experiencia, exigió, a los políticos al servicio de los trabajadores y pueblo, fidelidad a principios sólidos, sustentados en la certera filosofía del proletariado, porque

“La vida me ha demostrado que sin principios firmes, derivados de una doctrina   filosófica válida acerca del universo, del mundo y del hombre, lo mismo en la dirección del Estado que en la lucha política, no es posible una obra perdurable y fructífera. Transigir con los principios equivale al suicidio, hasta que no queda del que prevarica sino el recuerdo triste de un vencido que en vano proclama su victoria.”[13]

Pero además, exhortó a los políticos revolucionarios a no improvisar; los invitó a adquirir una sólida preparación y basar en ella una concepción justa de estrategia y táctica que, para ser acertada, tiene que ser producto de la reflexión teórica penetrante y del conocimiento certero de la realidad nacional, de la historia, la geografía, la identidad cultural y la personalidad colectiva de nuestro pueblo.

En posteriores entregas continuaré con el tema.


[1] Fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”, recién concluida.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] Vicente Lombardo Toledano. “Lecciones de política para párvulos. I. El concepto de pueblo.” Artículo publicado en la revista Siempre!, núm. 273. México, 17 de septiembre de 1958. Se puede consultar en VLT, Escritos en Siempre!, tomo I, vol. 2, pág. 688. Ediciones del CEFPSVLT. México, 1994. También, en el folleto VLT, Lecciones de política para párvulos. Pág. 5. Ediciones del CEFPSVLT. México, 2008.

[4] Vicente Lombardo Toledano. Mensaje a un joven socialista mexicano. Empresas Editoriales, México, 1967. Pág. 6.

[5] Vicente Lombardo Toledano. “La política y las leyes de la realidad”,en ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975, pág. 19.

[6] Lombardo, Mensaje a un joven socialista mexicano, op cit. pág. 6.

[7] Op cit. Pág. 7.

[8] Lombardo. “La política y las leyes de la realidad”, ibídem.

[9] Lombardo, Mensaje a un joven socialista mexicano, op cit., pág. 5.

[10] Lombardo, Lecciones de política para párvulos, op cit., pp. 5 y 6.

[11] Op cit., pág. 6.

[12] Vicente Lombardo Toledano, “Una vez más, qué es la izquierda”, artículo publicado en la revista Avante, núm. 26, julio de 1962.

[13] Vicente Lombardo Toledano, Lo que la vida me ha enseñado, intervención en el acto de homenaje que le rindieron sus amigos, discípulos, compañeros de lucha y personalidades del campo democrático en el Palacio de Bellas Artes, al cumplir sus 70 años de vida, 16 de julio de 1964. Publicada en la revista Siempre!, núm. 582, del 19 de agosto de 1964.

Lombardo se vincula a los trabajadores y se incorpora al movimiento sindical

Lombardo se vincula a los trabajadores y se incorpora al movimiento sindical

Por Juan Campos Vega*

Vicente Lombardo Toledano, es uno de los hombres más calumniados de la historia de México: lo fue en vida y continúa siéndolo después de muerto. En vida, lo mismo lo agredieron los reaccionarios autóctonos que sus patrocinadores extranjeros, incluso fue objeto de injurias e insultos de quienes debieron ser sus aliados circunstanciales o permanentes. Los unos porque sabían que era el enemigo a vencer, el que se oponía a sus ambiciones desmedidas; los otros, porque jamás lo entendieron, o no quisieron entenderlo.

A más de cuatro décadas de su fallecimiento, lo siguen atacando los militantes de la derecha y la ultraizquierda, a los que se suman algunos académicos que, basados en análisis superficiales, pretenden convertirse en inmaculados juzgadores de la acción ajena.

Considerando los odios concitados alrededor de las ideas de Lombardo, es aplicable a su persona lo dicho por Federico Engels ante la tumba de Carlos Marx: “era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo […] que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal [i]”, porque quienes combatieron a Lombardo no lo hicieron por razones personales, sino por lo que representaba, por las ideas y los intereses que defendía. El intelectual cubano, Juan Marinello Vidaurreta, poeta y ensayista, revolucionario, antimperialista y comunista, dice de Lombardo:

Jamás hombre alguno ha concitado sobre su frente odios tan tercos; nunca líder de multitudes ha contado con persecución tan fiel de reaccionarios y traidores […] es esa la marca mejor de su grandeza. Puede la devoción popular tener sus momentos desorientados, dejarse penetrar alguna vez por el hábil trabajo del seudorrevolucionario. La furia cavernaria no se equivoca nunca. Sus dardos van siempre dirigidos a la zona más sensible, al enemigo más poderoso, al carácter más entero, a la inteligencia más ancha y real, a quien resume en sí, con elocuencia y acción, la voluntad de los necesitados de justicia [ii]”.

Quienes vieron en Lombardo al defensor de los intereses nacionales, y al conductor de las masas populares en la lucha por sus objetivos inmediatos y futuros, reconocieron sus méritos y respondieron a quienes le agredieron: el 28 de febrero de 1946, destacados científicos, artistas, técnicos, profesionales y maestros de México le otorgaron la Condecoración del Combatiente por ser, durante el año de 1945, “el mexicano más calumniado por la prensa reaccionaria [iii]”.

Para valorar el aporte de Lombardo a la vida sindical nacional e internacional es necesario conocer los factores que propician la transformación de su pensamiento y el contexto en el cual se desarrolla su vida. Su juventud transcurre cuando se producen acontecimientos transformadores de enorme magnitud e influencia ideológica y política: el estallido, desarrollo y triunfo de la Revolución Mexicana, la aprobación y promulgación de la Constitución de Querétaro, y la victoria de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia. El periodo de su madurez intelectual está asociado con el sexenio del general Lázaro Cárdenas del Río, la etapa más importante de la nación en el siglo veinte ―después del triunfo de la Revolución Mexicana― y también con el peligro que representa la consolidación del fascismo en Italia y Alemania, así como los preparativos para la Segunda Guerra Mundial.

Lombardo es producto genuino de esa etapa de la vida de México y del mundo. Los amplios y profundos conocimientos que adquiere, tanto del marxismo-leninismo como de la historia y los problemas de México, lo convierten en un dirigente de la clase obrera que hace del materialismo dialéctico un método que, como afirma Engels “No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación [iv]”, por lo que es capaz de analizar la realidad de México y trazar la línea política, estratégica y táctica, adecuada para cada momento, sin perder de vista los objetivos esenciales: la definitiva independencia del país, económica y política, y el establecimiento de una sociedad sin explotadores ni explotados. Lombardo se caracteriza, en consecuencia, por su acendrado patriotismo e internacionalismo proletario, combativos antimperialismo y antifascismo, y permanente lucha por la paz del mundo y el socialismo.

La transformación intelectual de Lombardo se inicia en el momento en el que estalla la Revolución Mexicana. El 21 de noviembre de 1910, se informa por medio de una edición extra del periódico El Imparcial, que cabecea su nota principal con grandes letras rojas: “Estalló la revolución en Puebla”, su estado natal, y ello lo motiva a preguntarse qué cosa es la revolución, porque —como él mismo reconoce— no sabía nada del gobierno, ni de la situación del pueblo, ni de lo que era México en aquella época [v].

Apenas cumplidos los 16 años, y de forma inesperada, ante él se devela lo que era su patria, en la que empieza a pensar el día en que estalla la revolución. Este acontecimiento marca su existencia y lo lleva a iniciar el proceso de ahondar en el conocimiento de México. En el homenaje que se le rinde con motivo de su setenta aniversario, así lo expresa: “Quienes empezamos a meditar sobre lo que México era cuando estalló la revolución, descubrimos la magnitud del drama en que vivía, y esta revelación decidió el curso de nuestra existencia [vi]”.

Pero, hasta que se vincula a la clase obrera adquiere plena conciencia de los problemas concretos del país. Relata que cuando la revolución ha concluido su fase armada, en 1917, el rector de la Universidad Popular Mexicana (upm) [vii], doctor Alfonso Pruneda García, lo llama para que se incorpore a ella y lo nombra secretario de la misma. A la upm asistían los obreros para escuchar las conferencias que ahí se impartían. Por ejemplo, en el año de 1920, la upm anuncia que Lombardo impartirá siete conferencias como parte del ciclo denominado: Las nuevas corrientes de la moral social, en las que aborda temas relativos a diversos movimientos sindicales, políticos e ideológicos, y a la realidad de México, los títulos reflejan ese contenido: “Importancia filosófica y política de los movimientos sociales contemporáneos”; “El colectivismo. Sus postulados científicos. Sus representantes”; “La Internacional. Las Trades-Unions, sus congresos. La Liga Agraria de Irlanda”; “El socialismo de Estado en Europa”; “El anarquismo, sus representantes”; “El bolsheviquismo (sic) y la revolución rusa”, y “Síntesis de las pláticas y observaciones acerca de la situación social en México [viii]”.

Lombardo no se limita a impartir conferencias en la upm, también escucha los problemas de los trabajadores, los asesora jurídicamente y se vincula a ellos; de esa manera se inicia el proceso que lo lleva a comprender “toda la profundidad del drama social de México [ix]”, y a incorporarse al movimiento sindical.

Las condiciones concretas del desarrollo de México, cuando inicia la fase constructiva de la revolución iniciada en 1910, constituye un campo propicio para que Lombardo ocupe diversos cargos en organizaciones de trabajadores y realice sus primeros aportes al movimiento sindical nacional:

En mayo de 1918, asiste a la asamblea constitutiva de la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom), y en nombre de la upm propone la creación de centros de cultura para los trabajadores en todo el país.

En agosto de 1920, funda y dirige el primer sindicato del magisterio: la Liga de Profesores del Distrito Federal, integrada por algunos maestros universitarios, otros de la escuela preparatoria, y algunos más de las escuelas primarias de la capital de la república, e ingresa a la crom. A partir del momento en el que Lombardo inicia su participación en el sindicalismo mexicano, abandona paulatinamente los aspectos filosóficos “profundamente impregnados de la filosofía idealista [x]” que le inculcaron sus maestros universitarios; pero debido a sus primeras experiencias en la crom, adopta la política reformista que caracteriza a esta central obrera. Afirma en junio de 1935:

De la lucha sindical inferí la teoría de la socialdemocracia, del ambiente universitario recibí la doctrina del socialismo cristiano. Digo que deduje la teoría de la socialdemocracia porque los problemas teóricos de la lucha de clases jamás fueron objeto de atención por los líderes de la organización obrera; de su táctica empleada para resolver los problemas sindicales, de su actitud ante el gobierno […] llegué a la creencia de que era posible el tránsito de la sociedad burguesa a la sociedad socialista, mediante la colaboración con el Estado y la expedición de leyes que protegieran a la clase trabajadora y limitaran el lucro de los detentadores de la propiedad […] la doctrina filosófica espiritualista, sustentada oficialmente en la Universidad por mis maestros, se avenía bien al concepto reformista de la crom [xi].

En la segunda mitad de la década de los años veinte, debido a los cambios ocurridos en el mundo y en México, y a las experiencias de su participación en el movimiento sindical mexicano, se profundiza el proceso de la transformación de su pensamiento que lo induce hacia el conocimiento y la adopción del materialismo dialéctico. Su opinión de esa etapa, en 1935, es la siguiente:

La gran crisis económica de la posguerra [xii], con sus repercusiones políticas y morales, destruyó en mí los conceptos básicos de mi convicción socialdemócrata y de mi filosofía espiritualista. Mi primer viaje a Europa (1925), que me permitió analizar de cerca los más importantes problemas del proletariado, aumentó mi desilusión sobre mi acervo cultural y me decidió a iniciar un estudio atento y sistemático de las doctrinas socialistas que sólo conocía yo superficialmente.

Entré en conflicto conmigo mismo. Rotas mis primeras ideas, inconforme con muchos de los actos del gobierno y con la táctica empleada por los directores de la crom […] y rechazando el proceder del Partido Comunista de México por parecerme infecundo […] torpemente sectario, infantil y alejado de las masas, dediqué la mayor parte de mi tiempo a recorrer la república, a estudiar su verdadera estructura, a conocer las necesidades de sus diversos núcleos humanos y a divulgar entre los sindicatos las ideas socialistas [xiii].


* Licenciado en Economía y maestro en Periodismo Político. Trabaja en estudios sobre la teoría y la práctica sindicales de Vicente Lombardo Toledano.

[i] Federico Engels, “Discurso ante la tumba de Marx”, C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en un tomo, Moscú, Progreso, s/f, p. 452.

[ii] Juan Marinello, Homenaje y gratitud a México, México, Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano,2000,p. 15.

[iii]Rosa María Otero Gama, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, p. 73.

[iv] Federico Engels, “Carta a Werner Sombart”, en C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, t. III, Moscú, Progreso, 1973, p. 534.

[v] José Natividad Rosales y Víctor Rico Galán, “Lombardo: un hombre en la historia de México”, revista Siempre!, núm. 578, México, D. F., 22 de julio de 1964.

[vi] Vicente Lombardo Toledano (en adelante VLT), “Lo que la vida me ha enseñado”, Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, vol. 4, México, Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano,2010, p. 304.

[vii] La upm había sido creada por el Ateneo de México del que formaban parte intelectuales y artistas, entre otros: Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Martín Luis Guzmán, Enrique González Martínez, Manuel M. Ponce y Diego Rivera.

[viii] Programa de trabajos de la Universidad Popular Mexicana en el año de 1920, México, Imprenta Victoria, 1920.

[ix] James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México visto enop. cit., p. 46.

[x] Ibid., p. 99.

[xi] VLT, “Carta a Henri Barbusse”, Obra histórico-cronológica, t. III, vol. 3, México, Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, 1995, p. 253.

[xii] Se refiere a las secuelas de la Primera Guerra Mundial: inflación, desempleo, endeudamiento, inestabilidad financiera, etc., que conducen a la crisis que inicia en 1920 y no se supera, sino hasta 1924.

[xiii] VLT, “Carta a Henri… op. cit., p. 255.

X