Lombardo y su legado, en el debate contemporáneo

Lombardo y su legado, en el debate contemporáneo

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

Discusión en una de las sesiones de la Segunda Conferencia Americana del Trabajo,
patrocinada por la OIT y celebrada en La Habana, Cuba, 21 de noviembre al 2 de diciembre
de 1939. Al centro Lombardo Toledano escucha atento la presentación. Archivo Fotográfico
Universidad Obrera de México. Foto inluida en el trabajo del doctor Herrera González

Vicente Lombardo Toledano llega al 50 aniversario de su desaparición física con plena vigencia, entre muchos otros aspectos, también por cuanto al interés que produce en las jóvenes generaciones. En fechas recientes, han llegado a mis manos numerosos artículos, ensayos y análisis respecto a su vida y su legado, todos de reciente elaboración, aunque de calidad variada, desde el punto de vista académico.

Sobre Lombardo y su legado hay trabajos académicos buenos, muy buenos, y otros francamente lamentables. Pero el hecho de que el extraordinario personaje despierte amplio interés después de tanto tiempo y a pesar de los muchos esfuerzos de sus detractores por borrarlo de la memoria colectiva, es por sí mismo una notable demostración de su vigencia.

Reseñas críticas de tres publicaciones recientes.

Enseguida ofreceré mis comentarios críticos sobre tres publicaciones recientes, vinculadas al asunto de Lombardo y su legado, y quizá en breve comente otras más: “Desplazando a las ‘fuerzas retardatarias’. La Confederación de Trabajadores de América Latina y sus primeras acciones sindicales en Cuba, 1938-1939” https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942017000100004#nb31de Patricio Herrera González[1]; “Vicente Lombardo Toledano (1894-1968)” de Francisco Zapata, y “A 50 años: Vicente Lombardo Toledano y la eterna espera del mundo porvenir”, de Hugo Garciamarín Hernández.https://horizontal.mx/a-50-anos-vicente-lombardo-toledano-y-la-eterna-espera-del-mundo-porvenir/

Por el orden cronológico de su publicación, empiezo por el trabajo del doctor en historia por el Colegio de Michoacán, Patricio Herrera González, quien desempeña sus labores en la Universidad de Valparaíso. Se trata de una muy recomendable investigación, acuciosa y bien documentada, que examina el periodo 1938-1939 de la vida de la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, su perfil, ideales y objetivos, y en concreto la relación, sumamente constructiva, que la central de trabajadores estableció con el movimiento sindical cubano, resaltando el rol que en todo ello desempeñó Lombardo Toledano.

Lombardo Toledano destaca como ninguna otra figura, dice Herrera González.

Herrera González es historiador del movimiento obrero latinoamericano. Nunca ha pretendido ser considerado discípulo ni seguidor de Lombardo, ni nadie ha osado, hasta ahora, encasillarlo como tal. Pero nadie puede negarle el reconocimiento como uno de los más destacados estudiosos contemporáneos del personaje citado y su obra sindical. Respecto del fundador y presidente de la CTAL, el doctor Herrera considera:

Vicente Lombardo Toledano y Lázaro Peña, ambos en el centro, junto a Rosa Otero y Gama,
esposa de Vicente. Lázaro, dirigente cubano firmante del pacto en México, junto a una
delegación de trabajadores de la isla reciben al presidente de la CTAL que participó durante
el desarrollo del Congreso de Unidad Obrera en La Habana, Cuba, 23-28 de enero de 1939.
Archivo Fotográfico Universidad Obrera de México. Foto incluida en el trabajo del doctor Herrera

“Vicente Lombardo Toledano destaca, como ninguna otra figura, en el escenario mexicano y continental de aquella época, fortaleciendo su liderazgo sindical internacional. La invariable posición antimperialista que asumía en su carácter de líder de la CTM y la CTAL, confería relevante peculiaridad a su personalidad. Para los dirigentes políticos de tendencia progresista en la región, el presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina fue contemplado el adalid del sindicalismo continental.”[2]

Un aspecto frecuente en los trabajos del doctor Herrera González, que les confiere un atractivo adicional e incrementa su valor como generadores de conocimientos, consiste en que, con datos concretos y rigurosos razonamientos, polemiza con otros académicos que se han ocupado de Lombardo Toledano, su vida y su obra, pero que quizá lo han hecho de manera descuidada, cuando no malévola. En la investigación que analizo, su autor somete a critica, enérgica pero sustentada, las siguientes publicaciones y autores, por haber llegado a conclusiones erróneas respecto a Lombardo y su legado, al descuidar el análisis de su programa sindical:

“Robert J. Alexander, Labour Movements in Latin America, London, Fabian Publications, 1947; Robert J. Alexander, Communism in Latin America, New Brunswick, Rutgers University Press, 1957; Robert J. Alexander, Organized Labor in Latin America, New York, Free Press, 1965; Robert J. Alexander, International Labor Organizations and Organized Labor in Latin America and the Caribbean, Santa Barbara, Praeger/ABC-CLIO, 2009; Lourdes Quintanilla, Lombardismo y sindicatos en América Latina, México, UNAM, 1982; Julio Godio, Historia del movimiento obrero latinoamericano, México, Nueva Imagen, 1985, tomo 3; Ricardo Melgar, El movimiento obrero latinoamericano. Historia de una clase subalterna, Madrid, Alianza Editorial, 1988; Daniela Spenser, Vicente Lombardo Toledano envuelto en antagonismos internacionales, en Izquierdas, vol. 3, N° 4, Santiago, 2009, pp. 1-20”.[3]

Finalizo reiterando mi recomendación, amplia y sin objeciones, del trabajo citado, por su relevante valor académico.

Lombardo y su legado desde la óptica del doctor Francisco Zapata.

Continúo ahora, con el meritorio ensayo “Vicente Lombardo Toledano (1894-1968)”[4] del doctor en sociología por la Universidad de París, Francisco Zapata, distinguido docente e investigador del Colegio de México, quien estima que

“…por los lazos que lo unieron a muchos de los que institucionalizaron los grandes proyectos de la Revolución Mexicana, en particular con el presidente Lázaro Cárdenas, Vicente Lombardo Toledano puede ser considerado como uno de los constructores del Estado mexicano contemporáneo”.[5]

para el distinguido académico, doctor Francisco Zapata, el legado de Lombardo está en toda su obra, intelectual y política, puesto que tuvo un “profundo impacto en el desarrollo de México” y, por esa razón, es necesario recuperar su memoria.

Sin que pretenda ser un experto en tan complejo personaje, poseedor de tan variadas facetas y sobresaliente en todas, el doctor Zapata, sin embargo, nos ofrece una breve, pero interesante semblanza del notable pensador y político, en la que se refiere al joven Lombardo y a su madurez; a su formación filosófica inicial y posterior; a su desempeño en la función pública; a su actividad sindical; a su influencia en la formación de la ideología de la Revolución Mexicana; a sus aportes invaluables en el tema de la educación; a su actividad en el campo del indigenismo y también en el asunto del agrarismo, y a la dimensión nacional e internacional del pensador y luchador político y social.

Es pertinente recuperar la memoria de una obra intelectual y política que tuvo un profundo impacto en el desarrollo de México.

El doctor Zapata destaca el carácter antimperialista de Lombardo Toledano y su notoria influencia en variados aspectos de la vida nacional e internacional, y concluye su ensayo de la siguiente manera:

“En suma, al cumplirse en este año el 50 aniversario del fallecimiento de Vicente Lombardo Toledano, acaecido en 1968, es pertinente recuperar la memoria de una obra intelectual y política que tuvo un profundo impacto en el desarrollo de México.”[6]

En tercer logar comentaré el texto “A 50 años, Vicente Lombardo Toledano y la eterna espera del mundo porvenir” [7], de un estudiante de posgrado de la Universidad de Salamanca, de nombre Hugo Garciamarín Hernández, que empieza, con cierta solemnidad, con una cita sobre lo que dijo Lombardo en su cumpleaños 51, y de allí pasa a decir, con ligereza, que el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” y la Universidad Obrera, son “su mayor legado”, y, a continuación, se hace eco y repetidor de los más venenosos calificativos que los detractores más malintencionados de Lombardo han generado durante un siglo, o más: “Era un político zigzagueante”, dice el joven Garciamarín sobre Lombardo, a quien además, califica de megalómano; “dirigía y apoyaba huelgas obreras, pero también negociaba directamente con el gobierno por acuerdos favorables o de plano su disolución a cambio de nada”, añade; fue “el hombre de Moscú en México” agrega en otro momento, para acusar a Lombardo también de haber sido un “palero” y de “jugar a la oposición”. ¿Sustento empírico? No ofrece ninguno. ¿Argumentos? Los que esgrime son paupérrimos.

Un comentario sobre Lombardo y su legado sin nivel académico ni sustento empírico.

El autor, quien por cierto se ostenta como licenciado en ciencia política por la UNAM, ejerce la libertad de expresión, conquista del pueblo de México, consagrada en la Constitución, y tiene ese derecho. Pero también da pruebas de que carencia de capacidad para fundamentar sus asertos y falta de solidez académica, y de la ética indispensable para desempeñarse en el campo de las ciencias sociales. Su ineptitud también se comprueba con la cita que formula de un personaje imaginario, un tal “Cándido Ramírez”, a quien señala como autor del improperio “es un palero del poder”, dirigido contra Lombardo. ¿Habrá querido referirse al General Cándido Aguilar? Quizá. Don Cándido fue un detractor de Lombardo, aunque no sistemático, como otros, sino sólo ocasional, dolido por no haber podido consolidar la candidatura presidencial que en algún momento ambicionó.

Hasta aquí mis comentarios respecto a este texto, que sólo me hace pensar en la profundidad de la crisis de nuestro sistema educativo en la época del neoliberalismo, y los lamentables frutos que produce.

Opiniones sobre el importante legado de Lombardo a las nuevas generaciones.

Para concluir, retomo el tema del legado de Vicente Lombardo Toledano: Para el destacado investigador Patricio Herrera González, una parte fundamental de su herencia a las nuevas generaciones está en sus aportes en el campo de la lucha sindical; además de que insiste en que tales aportes no son conocidos ni valorados lo suficiente, puesto que la historiografía dominante, por incuria –o por dolo, añado yo—nos ha presentado conclusiones falsas. Y para el distinguido académico, doctor Francisco Zapata, el legado de Lombardo está en toda su obra, intelectual y política, puesto que tuvo un “profundo impacto en el desarrollo de México” y, por esa razón, es necesario recuperar su memoria.

 

 

[1] Patricio Herrera González, “Desplazando a las ‘fuerzas retardatarias’. La Confederación de Trabajadores de América Latina y sus primeras acciones sindicales en Cuba, 1938-1939”, en Historia (Santiago) vol. 50 no. 1 Santiago, jun 2017.  “https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942017000100004

[2] Patricio Herrera González, óp. cit.

[3] Ibídem.

[4] Francisco Zapata, “Vicente Lombardo Toledano (1894-1968)” en Otros diálogos de El Colegio de México, http://otrosdialogos.colmex.mx/vicente-lombardo-toledano-1894-1968

[5] Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] Hugo Garciamarín Hernández, “A 50 años: Vicente Lombardo Toledano y la eterna espera del mundo porvenir”, en horizontal, noviembre 12, 2018. https://horizontal.mx/a-50-anos-vicente-lombardo-toledano-y-la-eterna-espera-del-mundo-porvenir/

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA CTAL

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA CTAL[1]

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

La CTAL, objeto de fuerte debate entre los historiadores y analistas del movimiento obrero.

2018, año de realización de este XII Taller, es también el del 80 aniversario de la fundación de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) Esto nos brinda un marco propicio para reflexionar sobre esta importante organización, que desarrolló sus actividades en una etapa singular de la historia latinoamericana y mundial y, durante los veinticinco años de su existencia, combatió, haciendo valiosos aportes a la teoría y la práctica de la lucha sindical y cosechando notables logros. En 1963 dejó de existir, al haber concluido su misión histórica.

Además, a pesar de que cumple ya ochenta años de fundada y cincuenta y cinco de haber concluido sus funciones, se trata de un corpus social vigente, por cuanto aún hoy enciende pasiones entre los historiadores y analistas del movimiento obrero. Sus detractores critican a la CTAL con lenguaje ácido, atribuyéndole culpas y defectos sin fin, porque, como bien señala la admirada investigadora cubana, doctora Dulce María O’Halloran:

“contra ella se concitaron los sectores más reaccionarios y las fuerzas del capital financiero, las cuales le declararon la guerra a muerte”[2];

Pero, por otra parte, numerosos y destacados estudiosos encomian los méritos de dicha central obrera. Es decir, el debate sobre la CTAL, que empezó hace ocho décadas, llega con fuerza a nuestros días; así sucede con todo lo que, por sus ideas y sus ejemplos, pervive.

En esta exposición, abordo el análisis solamente de algunos aspectos de su teoría y su práctica. En todos ellos encuentro ricas enseñanzas, y experiencias útiles para la lucha actual de la clase trabajadora y los pueblos, los latinoamericanos, sobre todo.

La CTAL, su perfil, ideales y objetivos

La CTAL se sustentó en los principios de la unidad de los trabajadores, la lucha de clases y el internacionalismo proletario: Entre sus objetivos, se propuso buscar los medios más eficaces para la unificación de la clase trabajadora de la región porque “sólo así, unidos, los obreros podrían constituir una fuerza capaz” de llevar adelante por sí mismos la lucha por sus objetivos históricos e influir de manera poderosa en el acontecer de sus países, de la región latinoamericana y el mundo.[3]

Defender los derechos laborales, pero no sólo eso, también transformar a la región y construir una democracia de tipo nuevo

Se trataba de defender sus intereses laborales, sí, pero no sólo eso, sino también luchar por la independencia de América Latina respecto del imperialismo, por la transformación profunda de la región en lo económico, político y social para el desarrollo de sus fuerzas productivas, la elevación del nivel de vida de los pueblos y por un nuevo tipo de democracia, más avanzada que la democracia representativa burguesa.

Contexto en que existió y luchó la CTAL

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano.

El contexto en que surgió, existió y combatió la CTAL, mexicano, latinoamericano y mundial, fue de intensa agudización de las contradicciones económicas, políticas y sociales y, por lo mismo, fue muy dinámico y rico en acciones de los pueblos y reacciones de los enemigos de los pueblos. Observaremos aunque sea de manera breve algunos elementos contextuales que incidieron en sus ideales, objetivos y acciones, como la Revolución Mexicana de 1910, la lucha de los pueblos de América Latina por su liberación respecto del imperialismo estadounidense, la amenaza del fascismo y la Gran Revolución socialista de Octubre.

La Revolución Mexicana de 1910

En México donde se fundó la central, ya había ocurrido la Revolución de 1910, que fue democrático burguesa y antimperialista, y, por tanto, la primera Revolución de Liberación Nacional. Ya se había promulgado la Constitución de 1917, la más avanzada del mundo en aquél momento. Gobernaba Lázaro Cárdenas del Río, un presidente nacionalista revolucionario, progresista y antimperialista. Y por serlo, era acosado constantemente por la clase social derrotada por la Revolución, integrada por una oligarquía terrateniente y por el capital extranjero, estadounidense en su mayoría, pero también inglés y alemán; por eso, contra Cárdenas no sólo conspiraba y actuaba la derecha local, sino también el imperialismo yanqui e inglés, y el ya emergente fascismo. Por eso, el movimiento sindical de la época, defendía con enjundia al gobierno cardenista, al mismo tiempo que le exigía dar pasos hacia adelante en el proceso de radicalización de la revolución.

Lombardo y la CTAL. Libro de Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

La liberación de América Latina respecto del imperialismo, un objetivo medular de la CTAL

América Latina en su conjunto estaba bajo el dominio casi total del imperialismo yanqui, pero luchando con energía, sus mejores fuerzas, por su emancipación. Y a esa batalla contra el imperialismo norteamaricano se habría de sumar la CTAL como una nueva y poderosa fuerza. Por eso, ya desde la convocatoria al Congreso Obrero Latinoamericano, que fundó la CTAL, se establece como objetivo de la reunión

“buscar los medios más eficaces para su unificación (se habla de la clase trabajadora de la región) con el alto propósito de defender mejor su causa y contribuir al logro de la completa independencia y progreso…”[5] de nuestras naciones.

En ese mismo sentido, el Congreso constitutivo de la CTAL se pronunció por el respeto a la autonomía económica y política de todos los países, es decir, por el respecto al derecho de nuestros países a la liberación, a la conquista de su plena independencia económica y política con respecto del imperialismo. En el Acta Constitutiva se dice que

…la tarea principal de la clase trabajadora de la América Latina consiste en conseguir la plena autonomía económica y política de [nuestras] naciones… y en liquidar las supervivencias semifeudales que caracterizan a [estos] países, con el propósito de elevar las condiciones económicas y morales en que se hallan las grandes masas de sus pueblos[6].

La CTAL y la lucha contra el fascismo

Pero también, cuando se fundó la CTAL era el momento en que surgía el fascismo en la Alemania Nazi, en la Italia de Mussolini, y en la España de Francisco Franco, apenas previo al desencadenamiento de su furia contra la humanidad entera. El fascismo era una fuerza peligrosa que hasta entonces había sido desconocida en América pero que ya empezaba a intervenir en la región. Por eso, la CTAL declaró una guerra frontal contra el fascismo.

Una democracia de trabajadores que aspira a crear un mundo nuevo, otro objetivo de la CTAL

Vicente Lombardo Toledano, en su calidad de dirigente de la CTM de México, central anfitriona del citado Congreso Obrero Latinoamericano, sintetizó los tres objetivos ya enumerados, al declarar que se trataba de luchar por la unidad de los trabajadores de América Latina que era urgente porque, sólo así, unidos, los obreros podrían constituir una fuerza capaz de enfrentar de manera victoriosa los viejos problemas derivados de las tiranías de la región y, a la vez, combatir al imperialismo –enemigo fundamental de nuestros pueblos- y combatir también con éxito a una peligrosa fuerza que hasta entonces había sido desconocida en América pero que ya empezaba a intervenir en la región: el fascismo. El dirigente sintetizó los tres objetivos señalados:

“combatir al fascismo y al imperialismo, a todas las formas de opresión”. Además, propuso luchar por la democracia; pero no la democracia liberal convencional , sino una “democracia de trabajadores que aspira a crear un mundo nuevo”..[7]

Objetivos e ideales democrática y colectivamente formulados.

Las intervenciones de los delegados al Congreso Obrero Latinoamericano aportaron, de la manera más democrática, a la elaboración conjunta de la definición definitiva de los ideales y propósitos de la nueva central unitaria. Provenían de distintos países, militaban en corrientes sindicales diversas, pertenecían a organizaciones distintas y se refirieron a las experiencias de sus respectivos lugares de origen; pero en su mayoría coincidieron a la hora de identificar los grandes problemas de la región: la dependencia neocolonial respecto del imperialismo, la explotación del pueblo y los trabajadores y la amenaza del fascismo. Por tanto, casi todos se pronunciaron por luchar por la independencia respecto del imperialismo, combatir la explotación de clase y contra el fascismo, objetivos que se fueron perfilando con nitidez.

Lázaro Peña, de Cuba, sus valiosas intervenciones

Extraordinario dirigente obrero cubano

Una intervención que refleja en buena medida las de la mayoría, fue la del dirigente obrero cubano Lázaro Peña:

“En Cuba –como en cualquier otro pueblo de Latinoamérica- el capital predominante no es precisamente el nativo. También allá la industria azucarera, que es la principal del país, se encuentra en manos de compañías extranjeras, principalmente norteamericanas. No hay banca nacional. El ferrocarril es propiedad de compañías inglesas. El 83 por ciento de las tierras laborables están en manos de grandes latifundistas y compañías extranjeras.[8]

Lázaro Peña también se refirió a la grave situación económica del proletariado y a la elevada importancia de la unidad amplia e incluyente de los trabajadores, que podría hacer cambiar las cosas a favor de la clase obrera y los pueblos, al adquirir el movimiento sindical una fuerza superior, nunca antes conocida.

La CTAL y la Revolución de Octubre

La CTAL también vivió la época en que la Gloriosa Revolución Socialista de Octubre alentaba con su ejemplo los anhelos, la imaginación y las luchas de los pueblos del mundo, al tiempo en que desarrollaba las fuerzas productivas de la Unión Soviética de manera vertiginosa, a pesar de las constantes y violentas agresiones por parte del imperialismo, y la CTAL defendió a la Unión Soviética y se solidarizó con sus luchas.

La CTAL, anticapitalista, partidaria del socialismo

Además, la CTAL, desde su Acta Constitutiva, se pronunció claramente por la desaparición del régimen capitalista de la faz de la Tierra y su sustitución por el sistema socialista, que expresa la aspiración del cambio revolucionario más profundo de la clase trabajadora en su conjunto: la desaparición de la burguesía como clase social dominante en el escenario del mundo, la emancipación de la clase obrera, y la trasformación de las relaciones de producción y de distribución en el seno de la sociedad, es decir, la transformación radical en las esferas de la economía, de la política y de las relaciones sociales propiamente dichas

La CTAL merece el reconocimiento de la clase obrera y los pueblos

Cuántas cosas más podrían decirse acerca de la CTAL y su gloriosa existencia; cuántos análisis, cuántos ensayos, cuántos libros están por escribirse al respecto. La CTAL, sostuvo principios avanzados y justos, y su práctica fue plenamente congruente con sus concepciones teóricas. Por eso merece el reconocimiento y el homenaje de la clase trabajadora y los pueblos.

 

[1] Tema expuesto en el XII Taller Científico Internacional Primero de Mayo celebrado del 23 al 26 de abril de 2018 en el Palacio de los Torcedores, La Habana, Cuba, bajo el auspicio del Instituto de Historia de Cuba y coorganizado por el CEFPSVLT y la Universidad Autónoma de Chapingo.

[2] O’Halloran González, Dulce María. La Confederación de Trabajadores de América Latina, 1938-1948. (Mimeo), pág. 65.
[3] Convocatoria para el Congreso Obrero Latinoamericano, en CTAL, 1938-1948. Resoluciones de sus asambleas. Ediciones de la CTAL. México, 1948.

[4] Ricardo Melgar afirma que la concepción de la CTAL sobre la democracia se limita “al ejercicio de los derechos fundamentales del hombre”, pero se equivoca. La organización se refiere al tema en numerosos documentos y en ninguno restringe su propuesta a lo que dice este autor, sino que siempre es mucho más rica, avanzada y profunda. (Ricardo Melgar, El movimiento obrero latinoamericano. Historia de una clase subalterna 1988, Alianza Editorial, Madrid, pág. 337)

[5] Convocatoria para el Congreso Obrero Latinoamericano, en CTAL, 1938-1948. Resoluciones de sus asambleas. Ediciones de la CTAL. México, 1948.

[6] Acta Constitutiva de la Confederación de Trabajadores de América Latina”, 8 de septiembre de 1938, en CTAL, 1938-1948. Resoluciones de sus asambleas. México, 1948.

[7] Obsérvese que no se refiere al concepto burgués de la democracia representativa liberal, sino a una con un contenido de clase distinto, una democracia de trabajadores que aspiran a construir un régimen de tipo nuevo; el concepto se iría enriqueciendo con el tiempo en otros documentos de la CTAL. Obsérvese también que el lenguaje que se utiliza en este caso, y en general en los documentos de la CTAL, no es uno que se limite a repetir formas anquilosadas, ni es dogmático, sino fresco y explicativo a la vez.

[8] “Sensacional discurso pronunciado por el líder Lázaro Peña”, en el periódico Hoy, La Habana, Cuba, 10 de septiembre de 1938, citado por O’Halloran, en Op. Cit. pág. 47.

 

En combate, la vida de Lombardo Toledano. Reseña crítica.

En combate, la vida de Lombardo Toledano. Reseña crítica.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

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En combate, la vida de Lombardo Toledano es un libro organizado en cinco partes que se titulan: Parte I, Cambio de épocas e ideas. Parte II, Cruzadas. Parte III, La guerra: ¿umbral de un mundo mejor? Parte IV, Animadversiones y confrontaciones. Parte V, En los frentes de la paz fría. Contiene además una introducción y un epílogo. Consta de 567 páginas. La edición es pulcra, cuidada. Se trata de una obra biográfica muy ambiciosa, de la autoría de Daniela Spenser.

Aspira a llenar un vacío, porque, dice la autora, antes de ésta “Nunca se ha hecho una biografía de Lombardo Toledano de cuna a tumba”[1]. Otra aspiración, declara, consiste en “desmitificar a Lombardo, quien ha sido denigrado y vilipendiado, o ensalzado”[2], pero no valorado de manera adecuada. Para conseguirlo, se propone desarrollar “una investigación rigurosa”, que provoque una reflexión, y pretende también que su trabajo sea “una puesta en el contexto nacional e internacional, ponerlo en su justa dimensión”.[3] Loables propósitos, sin duda.

Imposible exagerar la importancia de las fuentes en que hurgó por diez largos años de arduo trabajo, archivos norteamericanos, soviéticos, británicos, suizos, checoslovacos, y holandeses, entre otros. Algunos de ellos se habían mantenido cerrados a cualquier escrutinio, como es el caso de la documentación de las agencias de inteligencia de Estados Unidos y la URSS. También hay que decir que esos materiales quedarán al alcance de todos los estudiosos que en lo sucesivo quieran consultarlos, porque, según me conversó la autora, ha decidido donarlos todos al Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”, acto generoso digno del mayor reconocimiento. Entre otros, Spencer cita en su obra el archivo del Federal Bureau of Investigation, FBI; de la Central Intelligence Agency, CIA; el Department State y la Office of Strategic Services, de Estados Unidos y el el Rossiiskii Gosudarstvennyi Arkhiv Sotsial’no-Politicheskoi Istorii (rgaspi, Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica)

Las dificultades que enfrentó la autora.

Me parece necesario asentar que Daniela Spenser, en quien reconozco a una excelente escritora, siempre bien documentada y dueña de un estilo ágil y ameno, tiene en claro que asumió un desafío muy elevado, que implicó arduos problemas a resolver[4], empezando, estimo, por los que ofrece por sí mismo el personaje que seleccionó para escribir sobre él, porque siendo Lombardo un gran tema, como lo es, resulta asimismo muy difícil de abordar y llevar adelante con éxito. ¿Por qué lo digo? Por dos razones principales:

La primera es la complejidad de la vida del personaje con sus múltiples facetas: intelectual de primer orden; teórico y pensador marxista; luchador por un futuro mejor para la humanidad; dirigente sindical, y político revolucionario, entre otras. Porque valorar los méritos de Lombardo Toledano en cada uno de esos campos exige un buen nivel de conocimiento en ellos, y no es frecuente encontrar quien pueda incursionar con decoro en tan variadas disciplinas y actividades.

Pero la segunda razón es la principal y radica en el carácter intensamente controversial que tiene su obra, característica común, por cierto, de todas las grandes obras ligadas con un compromiso social, sobre todo cuando esa causa es polarizante, como lo es la lucha de clases, que abre grandes expectativas a un gran sector de la población, pero toca y lastima muchos y poderosos intereses. Además, hay que tomar en cuenta que el tiempo de Lombardo fue uno de intensa agudización de las contradicciones económicas, políticas y sociales de la sociedad, nacional y mundial, y que en esa época concreta vivió, actuó y combatió con brillantez y sin tregua.

Lombardo, una figura naturalmente controversial.

Su vida y su obra son controversiales, como las de todo luchador con compromiso social.

En esas condiciones, era natural que un personaje como él generara discípulos y se ganara admiradores; pero también, de manera simultánea, numerosos enemigos; algunos, fanáticos prejuiciados; oportunistas y convenencieros, otros, y otros más, los dueños del gran poder económico que domina el mundo y que, por lo mismo, también controlan el poder político global. Son los que tienen la fuerza suficiente para lanzar contra el objeto de su ira una feroz campaña de descrédito y calumnias que, por cierto, en el caso de Lombardo mantuvieron activa por más de medio siglo, sólo para tender, después, un denso manto de desmemoria y olvido sobre tan descollante personaje y su muy valiosa obra. Es parte del costo que El combatiente[5], tuvo que pagar, y que ahora nubla densamente su figura y su obra para mayor dificultad de quienes tomamos a cuestas el trabajo de investigarlo desde un punto de vista académico.

Un combatiente en plena lucha hoy, como el Cid.

De allí que, como bien dice Spenser, Lombardo Toledano haya sido denigrado y vilipendiado, por unos, y ensalzado por otros, tantas veces; y también de allí que sea tarea virtualmente imposible la de forjar un amplio consenso respecto a lo que significaría “valorarlo de manera adecuada”, o ponerlo en su “justa dimensión”. Porque su tiempo no está tan distante del actual, ni los combates que libró, los principales, son querellas concluidas. Están presentes y se siguen librando hoy mismo. Así pasa con las batallas de ideas, como la de encontrar y dirimir cuál es la interpretación más adecuada del marxismo y su aplicación a la transformación de la sociedad en el mundo y en México, con rumbo a una sociedad superior, sin explotadores ni explotados, por ejemplo. Y así acontece también por cuanto hace a las contiendas prácticas, sociales y políticas, como la lucha por la liberación de los pueblos de México y América Latina respecto del imperialismo.

Sus principales combates son combates no finiquitados aún. Por eso está vigente y luchando hoy mismo, como el Cid.

Son combates vivos, no finiquitados, y Lombardo Toledano, hay que tenerlo en cuenta, es un personaje vivo también, porque sus ideas y experiencias están frescas y, por eso, a semejanza del Cid, ocupa un sitio destacado en la trinchera, hoy mismo, en nuestros días. Esto hace que el concepto de su “justa dimensión” en este caso no pueda ser unívoca, sino muy distinta para cada uno de los bandos en combate.

¿Con qué parámetros se valora una obra de esta naturaleza?

Siendo que reseño y analizo aquí de manera crítica el libro citado, debo emitir mi opinión valorativa al respecto. Para el efecto, debo reiterar que mi óptica no es ni puede ser “imparcial” respecto a Lombardo Toledano, nadie lo espere así, por dos razones: primera, porque, como ya quedó asentado creo que nadie puede serlo respecto a personajes como él; se está de un lado o de otro. Y segunda, porque como es bien conocido, soy su admirador consciente y me asumo su discípulo en tanto militante por un futuro superior, que soy y he sido en toda mi vida. Pero al mismo tiempo, dedicado profesionalmente a actividades académicas –entre ellas de manera destacada el estudio de la vida y la obra del mismo personaje—ejerzo estas tareas con el máximo rigor metodológico, puesto que estoy convencido de que la militancia en una causa superior no implica desapego a la metodología científica del conocimiento, sino que exige máximo apego, sobre todo en el caso de quienes profesamos la filosofía del materialismo dialéctico.

Procedo enseguida a fijar los parámetros en los que, estimo, debe sustentarse una opinión fundada respecto a la biografía de un personaje tan complejo, prolífico y controversial como Vicente Lombardo Toledano.

Parte de estos parámetros tienen que ver con los aspectos estético-literarios y con la amplitud y pertinencia de las fuentes investigadas, y son aspectos importantes que no deben desdeñarse.

¿Logró la autora desentrañar a su personaje en sus rasgos profundos?

Pero pienso que en estos casos interesa sobre todo dilucidar si el autor o autora logró desentrañar a su biografiado en sus rasgos profundos, en sus logros y caídas, en sus victorias y derrotas, en sus méritos y limitaciones, y en sus aportes y legado para la posteridad; todo lo anterior, viendo a la biografía, imbricada en la historia, como una disciplina rigurosa; o, parafraseando a un famoso historiador, como “una investigación racional sobre el curso de las transformaciones humanas”[6], realizada al margen de cualquier manipulación políticamente intencionada de los hechos. Bajo los parámetros establecidos, mi opinión respecto a la obra En combate: la vida de Lombardo Toledano es que la autora, en efecto, alcanzó su propósito de escribir la primera biografía de Lombardo Toledano de cuna a tumba. Que forjó una pieza de buena calidad literaria y que realizó una investigación diligente y mucho más amplia que cualquiera otra, hasta hoy, poniendo a la vista fuentes que hasta ahora permanecieron ocultas.

Los difíciles objetivos de la autora.

Pienso también que no alcanzó su objetivo de “desmitificar a Lombardo” para mostrarlo en su justa dimensión, por la sencilla razón de que ese propósito es inalcanzable respecto a un personaje como el indicado. Está vigente, en plena lucha, y sus malquerientes abundan, igual que sus seguidores. Un juicio valorativo válido para todos, no existe.

Además, pienso que, persiguiendo una meta quimérica, la doctora Spenser se perdió de la oportunidad de penetrar a profundidad en la personalidad de Lombardo Toledano y desentrañarlo. No logró reflejar en su libro la esencia del pensador marxista y teórico revolucionario, ni la del luchador por la emancipación de México respecto del imperialismo; tampoco del intelectual destacado, hombre de una cultura universal; ni del internacionalista, solidario con todos los pueblos del mundo; no pudo encontrar ni conocer a fondo al latinoamericanista profundo; al dirigente obrero vencedor de mil batallas; al político que dedicó su vida a luchar por una sociedad superior en México y el mundo, ni consiguió recoger y plasmar los resultados de su permanente e intensa interacción con la sociedad nacional e internacional.

La gran biografía de Lombardo, tarea pendiente.

Autora del libro En combate.
Daniela Spenser, autora del libro, historiadora.

En conclusión, me parece que la gran biografía de Vicente Lombardo Toledano, que incluya el análisis profundo de su vasta y compleja obra y su interacción con las distintas fuerzas de la sociedad, y su legado, sigue siendo una tarea cuya realización permanece pendiente. Toca pasar la estafeta a otros investigadores que, en este tema, puedan aportar al caudal infinito del conocimiento humano y su aplicación a la transformación de la sociedad hacia un futuro mejor.

[1] Daniela Spenser, “En combate, única biografía de cuna a tumba de Vicente Lombardo Toledano”, entrevista concedida a Ericka Montaño Garfias, Periódico La Jornada, lunes 19 de febrero de 2018, p. 8

[2] Ibídem.

[3] Ibídem.

[4] “Escribir la biografía de Lombardo Toledano no ha sido fácil”, dice la autora en la introducción de su obra.

[5] Así fue denominado Vicente Lombardo Toledano por numerosos escritores, artistas, hombres de ciencia y líderes obreros de México que le otorgaron la Condecoración del Combatiente, el 28 de Febrero 28 de 1946.

[6] Hobsbawm, Eric. El desafío de la razón. Manifiesto para la renovación de la historia. Discurso de cierre del coloquio de la Academia británica sobre historiografía marxista, 13 de noviembre de 2004. Se puede consultar en la página Web: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=8906.

Las constituciones de México y nuestra historia.

Las constituciones de México y nuestra historia.[1]

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Las constituciones de México están en la controversia pública, en particular la de 1917. Cumple 100 años y, como es usual, la efeméride propicia las reflexiones y debates sobre el tema. Se reabre la discusión respecto a las características y alcances de la Carta de Querétaro. Se opina sobre las muchas modificaciones que ha recibido. También, respecto a si mantiene su pertinencia en la realidad de hoy o si hay necesidad de sustituirla por otra; y, si así fuera, cuál debiera ser el contenido de la nueva y cuál el procedimiento para generarla. Incluso se reabre un viejo debate sobre el modelo constitucional clásico y el que se siguió, distinto, en el caso de nuestra constitución. Estimo oportuno aportar algunas reflexiones al respecto.

Las constituciones y la historia de las sociedades.

Vicente Lombardo Toledano, autor de valiosas tesis sobre las constituciones de México.

No existe un texto constitucional ideal para todas las sociedades ni para todos los tiempos. Lo que existe es una interacción entre la vida económica, política y social de los pueblos y la superestructura jurídica que adoptan.

Por eso, cada sociedad establece las normas de su convivencia en cada etapa de su desarrollo; normas que reflejan el modo de producción imperante y la correlación que existe entre las distintas clases sociales, entre otras cosas.

El modelo constitucional liberal o clásico.

Los criterios del constitucionalismo que brotó del pensamiento liberal establecen que la ley suprema se debe limitar a la organización del cuerpo político de la nación, fijando los derechos de las personas, los del Estado, las relaciones entre ambos y la forma de gobierno, nada más. Y que cualquier otro agregado las envicia.

El modelo constitucional clásico y el capitalismo de libre empresa.

El modelo constitucional clásico emergió en las naciones que se beneficiaron del fenómeno económico denominado “acumulación originaria” y que, por esa misma causa, entre otras, también vivieron la revolución industrial de manera temprana. Adoptaron un modelo constitucional que respondió a la concepción filosófica y política de la nueva clase social que emergió victoriosa de la lucha contra la clase dominante en el viejo modo de producción feudal. La clase social de los artesanos y comerciantes, que se habían separado de los feudos y había ido construyendo ciudades o burgos, y que por lo mismo fue llamada burguesía. Era la clase social revolucionaria de la época, y su pensamiento filosófico, político y social era el más avanzado. El capitalismo que surgía y que esa clase social propugnaba fue el llamado capitalismo de libre concurrencia o libre empresa.

Las constituciones liberales y la filosofía política y social de la burguesía en su época revolucionaria.

Las constituciones de esa época procuraron plasmar los ideales filosóficos de la clase burguesa en su época revolucionaria: la libertad de pensamiento, de expresión, de reunión y de asociación, que no existieron en el modo feudal de producción.

Las constituciones y el pensamiento económico de la clase burguesa en su época ascendente.

En lo económico, la burguesía como clase social ascendente aspiraba establecer el principio de la propiedad privada como medular entre los derechos del individuo y poner las bases para la integración de los grandes mercados nacionales de capitales, de mercancías y de mano de obra, que impidieran cualquier obstrucción a la libre concurrencia y que protegieran la citada propiedad privada. Con este contenido, las constituciones, a la vez que satisfacían las aspiraciones de la clase social emergente, creaban las condiciones jurídicas para el ulterior desarrollo económico y social. La organización del Estado se diseñaba con esos mismos propósitos.

La Constitución de 1917 tomó distancia de este modelo.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido. Así ha sido a lo largo de la historia, pero el caso más notable fue el de la Carta de 1917. En efecto, la hoy centenaria Constitución de 1917, incorporó a su texto tesis de carácter social y económico, como la relativa al dominio de la nación sobre las riquezas de su territorio, la de la reforma agraria y la de los derechos de la clase obrera. Y ¡qué bien que las incorporó!, aunque por eso fue duramente criticada por los constitucionalistas liberales, que quisieron denostarla llamándola el “almodrote de Querétaro”.

El trasfondo clasista de los críticos del modelo constitucional mexicano.

Sin embargo, no fue su forma lo que en realidad preocupó a sus censores, que en el fondo no respondían a posiciones neutrales desde el punto de vista de la lucha social.

Los autores de tales críticas, en los hechos, actuaban como voceros de una clase social, la misma que a causa de la Revolución de 1910 y su fruto jurídico perdió su condición de clase dominante. A esa clase social y a sus portavoces, lo que les contrarió de manera profunda, fueron las innovaciones plasmadas en la Constitución, porque respondieron a los anhelos de las clases populares. De ahí su gran disgusto.

¿Por qué, la heterodoxia constitucional de México?

Pero hay que aclarar que nuestra heterodoxia constitucional no fue producto de la improvisación ni del capricho de quienes formularon la Carta de 1917. Ésta fue el fruto de los anhelos y la voluntad del pueblo plasmados en mandatos jurídicos. De hecho, la de 1917 no fue el único caso de una constitución nuestra que incumplió el modelo clásico. Tuvo antecedentes:

Las constituciones de México y nuestra historia.

Plasmar los anhelos del pueblo en mandatos jurídicos.

Como lo valora Vicente Lombardo Toledano, la constitución de 1814 apenas fue el primer intento de organizar a la nación, cuyo pueblo luchaba con las armas exigiendo el reconocimiento de su soberanía, con ideas y propósitos opuestos a los de la etapa colonial. La de 1824 recogió demandas populares para constituir una nación independiente. La de 1857, a la que luego se incorporarían las Leyes de Reforma, fue el resultado de la Revolución que llevó al triunfo el programa del partido liberal. Y precisamente con las Leyes de Reforma tomó un carácter sumamente avanzado. De un modo u otro, estas constituciones empezaron a salirse del modelo clásico.

Pero la de 1917 coronó la victoria de las masas rurales y urbanas y de la pequeña burguesía intelectual sobre el régimen semifeudal y esclavista, entregado al capital extranjero, que presidió Porfirio Díaz. A eso se debe su contenido novedoso, que responde a demandas específicas de las diversas clases y sectores sociales que participaron en la lucha desde los puntos de vista ideológico como armado.

Fue de esta manera como surgió un modelo distinto de leyes fundamentales, que quizá pudiera llamarse: modelo constitucional mexicano. Resultó de un proceso histórico diferente al que siguieron las democracias burguesas típicas. Un modelo que incorpora al mandato supremo los derechos sociales del pueblo, de un pueblo que los conquistó con la lucha armada.

En 1910, las burguesías, otrora revolucionarias, ya no lo eran.

Cuando estalló la Revolución Mexicana de 1910, ya no existían las burguesías revolucionarias en el mundo.

El modo de producción capitalista está regido por leyes económicas y sociales. Una de ellas es la de la concentración del capital. Producto de esta ley económica, el capitalismo de libre empresa poco a poco fue desapareciendo, dando paso a la formación de monopolios, cada vez de mayor magnitud. Con éstos, se abrió paso una nueva fase del capitalismo, el capitalismo imperialista o, simplemente, imperialismo.

Durante ese proceso de transformación del capitalismo, incontables empresarios quebraron y dejaron de serlo. Sobrevivieron, los que amasaron grandes capitales y devinieron en monopolistas. Como es natural, los monopolistas no aspiran a la libre concurrencia, sino que imponen su voluntad por la fuerza de su capital y pretenden acapararlo todo y controlarlo todo. Las burguesías revolucionarias de antaño fueron sustituidas por burguesías monopolistas o imperialistas, enemigas y explotadoras inmisericordes de los pueblos.

Con el imperialismo, el mundo capitalista tuvo dos componentes distintos.

Desde que el capitalismo de libre empresa transmutó a imperialismo, el sistema capitalista mundial pasó a tener dos componentes: dominantes y dominados. Países imperialistas y países subordinados. Los de América Latina, Asia y África quedaron en el conjunto de los dependientes. América del norte y Europa occidental, en los saqueadores de los pueblos.

Porque, como vimos, las sociedades que pasaron del modo feudal al capitalista tempranamente, al caducar dentro de ellas el capitalismo de libre empresa, se abalanzaron sobre los pueblos que habían sido sus colonias y que por esa causa quedaron impedidas de participar en el festín del desarrollo capitalista. Al arribar con sus inversiones, tomaron el control monopólico de sus economías e hicieron imposible la aparición, dentro de estos pueblos, de un capitalismo como el que ellos habían tenido de tiempo atrás, antes de tornarse imperialistas. Al tomar el control monopólico de sus economías obstaculizaron el desarrollo de las fuerzas productivas de los países penetrados, condenándolas al capitalismo dependiente, del que sólo pueden salir aquéllos pueblos que logren liberarse del imperialismo.

1910, la Revolución Mexicana, antifeudal y antimperialista.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano. Fue antifeudal, en el sentido de que la mayor parte de la tierra de nuestro territorio nacional estaba concentrada en pocas manos. Los enormes latifundios, propiedad de un puñado de terratenientes, son una forma de propiedad muy escasamente productiva. Al mismo tiempo que condena a la penuria extrema a los pobladores del campo, que viven como peones de las haciendas o como aparceros. De ahí la necesidad de la reforma agraria, que reparta los latifundios y los vuelva productivos, y que, a la vez, permita a los campesinos disfrutar de mejores condiciones de vida. Sin la reforma agraria jamás podría crearse un mercado nacional; sin un mercado nacional jamás podría desarrollarse la industria, y sin industrialización jamás pueblo alguno podrá alcanzar niveles de vida decorosos. Pero fue antimperialista, la primera de ese carácter en el mundo, por cierto, porque nuestro país había sido penetrado por el capital extranjero desde la séptima década del siglo XIX, en los inicios de la etapa del imperialismo. Y sin liberarse del imperialismo, ningún pueblo puede desarrollar sus fuerzas productivas, por lo que queda condenado a la miseria eterna.

La Constitución de 1917, la más avanzada en su momento.

El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

El modelo constitucional liberal o clásico no podría responder a los anhelos y aspiraciones de un pueblo que hizo una revolución como la de 1910. No podría satisfacer las necesidades del conjunto de clases y sectores sociales emergentes, ni podría crear las bases para el desarrollo económico y social.

Habiendo surgido de la Revolución Mexicana de 1910, tenía que ser, como ésta, un estatuto jurídico de carácter antifeudal y antimperialista, como en efecto, lo fue. Tenía que incorporar las banderas de lucha de los campesinos y los obreros, al lado de las de otros sectores que hicieron la revolución, y que formaron parte de los documentos que lanzaron cuando estuvieron en la lucha armada, de sus proclamas, de sus pronunciamientos, de sus planes y manifiestos, como en efecto, lo hizo. El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

 

[1] En el marco del Centenario de la Constitución de 1917, durante los últimos meses he sido invitado a dictar varias conferencias que giran en torno a ese tema en diversas universidades y otros recintos académicos y sociales del país. Este texto y otros posteriores ofrecen una síntesis de dichas exposiciones.

1979. El debate sobre el desarrollo económico de México regresó al Congreso.

1979. El debate sobre el desarrollo económico de México regresó al Congreso.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

El desarrollo económico de México a debate, antecedentes.

Trascendente iniciativa para adicionar la Constitución con un capítulo sobre la economía nacional
Trascendente iniciativa para adicionar la Constitución con un capítulo sobre la economía nacional

El desarrollo económico de México ha estado a debate. La idea de un camino propio y exitoso se inició con la Constitución de 1917. Ésta, promulgada el 5 de febrero de 1917, estableció en su artículo 27 la base para un desarrollo viable para un país como el nuestro. Fue una idea surgida de nuestro proceso histórico, y más en concreto de la Revolución Mexicana. Un camino distinto del que siguió el capitalismo clásico, imposible para los países de lo que se vino a denominar el tercer mundo. Pero distinto también del camino del socialismo, para el cual estos países carecen de la plataforma previa de desarrollo. Una vía que ha tenido distintos nombres, el más aceptado a partir de la década de los sesentas vino a ser nacionalismo revolucionario.

Sin embargo, ese camino para el desarrollo económico nunca ha sido aceptado por los detentadores de la riqueza más poderosos en la esfera mundial; tampoco por sus aliados dentro de nuestras fronteras. Ellos han pregonado el camino típico del capitalismo. Pero, como éste no funciona para los países no desarrollados, en las condiciones de una economía mundial ya dominada por enormes poderes monopólicos, sólo se puede imponer un remedo de él desde el poder político y/o desde el poder económico exterior. Esto, cuando ha sucedido, ha ocasionado una creciente dependencia económica de México –que conlleva dependencia política—y un debilitamiento de las fuerzas productivas propias, también creciente.

La iniciativa de Lombardo, de 1965.

Lombardo, Diputado. Grabado de Alberto Beltrán.
Lombardo, Diputado. Grabado de Alberto Beltrán.

Nuestra historia desde 1917 hasta nuestros días, en lo medular ha sido la historia de la lucha entre los partidarios del desarrollo con independencia y equidad social, por una parte, y los que se empeñan en imponer la otra vía, la del capitalismo, ya mencionado.

Un momento cimero de este proceso histórico ocurrió en 1965, cuando el diputado Vicente Lombardo Toledano presentó su iniciativa para adicionar la Constitución con un nuevo capítulo en materia económica. Los miembros más pusilánimes de la burguesía nacional maniobraron para evitar que la iniciativa prosperara. No pudieron sepultarla, sin embargo.

Sindicalistas contra la cúpula empresarial.

De ahí que el debate se prolongó. De hecho, estuvo en el centro de la lucha ideológica y política por el resto de la década de los sesentas y toda la de los setentas, ventilándose en diversos espacios. Hubo momentos en los que se manifestaron a favor de la propuesta original del maestro Lombardo, importantes organizaciones de trabajadores, entre otras, el aguerrido Sindicato Mexicano de Electricistas, SME; la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, CROC y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE.

En la trinchera contraria, las agrupaciones patronales y los partidos políticos de la derecha, como la Cámara Americana de Comercio, CAMCO; la Confederación de Cámaras Nacionales de Industria, CONCAMIN; la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, CONCANACO; la Confederación Patronal de la República Mexicana, COPARMEX; la Asociación de Banqueros de México, ABM, y el Partido Acción Nacional, PAN, con reiterada insistencia expresaron sus juicios contra la concepción del ideólogo y dirigente político marxista, sobre el camino económico de México.

Falaces argumentos de la derecha.

La iniciativa de Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera retomó la esencia de las ideas que el PPS había planteado tiempo atrás
La iniciativa de Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera retomó la esencia de las ideas que el PPS había planteado tiempo atrás

Repitieron una y otra vez sus argumentos de que el Estado no debe intervenir en la economía, porque según ellos, ese camino llevaría al totalitarismo y acabaría con las libertades; también reiteraron que lo que el PPS demandaba equivaldría a transformar nuestra Constitución en un código de tipo socialista y comunista. Asimismo, que el Estado es ineficiente y corrupto per se, por lo que en modo alguno se le debería permitir manejar empresas económicas. Alegaron que las tareas de la economía deberían dejarse en manos de la iniciativa privada nacional y extranjera, y que el Estado debería concretarse a estimular y proteger a los empresarios para que éstos obtengan utilidades “atractivas” y de esta manera mantengan su interés por crear empleos.

La Reunión Nacional para la Reforma Económica de la CTM.

Fue relevante el momento en que la CTM celebró su Reunión Nacional para la Reforma Económica, en junio de 1978, evento en que formuló sus opiniones sobre el tema. Entre las conclusiones sobresalientes de la reunión se encuentran las siguientes:

“Por lo que se refiere a la participación del Estado, queda sin discusión la necesidad de incrementar sus ingresos a fin de coadyuvar al mejoramiento de la sociedad en su conjunto. Para transformar su magnitud y estructura, se debe actuar con dos objetivos fundamentales: primero, con un sentido de justicia redistributiva y, segundo, de una magnitud tal que el Estado pueda actuar como rector de la economía nacional.

“Es preciso producir y redistribuir simultáneamente; el paso previo inevitable es invertir con prioridad social y ello implica: a) convertir al Estado en el eje principal del proceso de acumulación y formación de capital y garantizar, así, suficientes inversiones, social y económicamente razonadas, para producir bienes de consumo popular, y b) redistribuir el ingreso hacia los sectores populares que deben absorber la nueva producción. Esta exige la generación masiva de empleos y la implantación de salarios justamente remunerados.

“En virtud de que los trabajadores son quienes sufren de manera directa las consecuencias del deterioro económico, al ver reducido su poder de compra por la constante y permanente elevación de precios, fue propuesto que se exija al Estado se encargue de la inversión, producción y distribución, fundamentalmente, de los bienes de consumo necesario”.[9]

La Quincuagésima Legislatura retoma el debate.

Retomó el debate iniciado por Lombardo...
Retomó el debate iniciado por Lombardo…

Con estos antecedentes, ya casi para concluir el último periodo de sesiones de la L Legislatura (1976-1979), el debate iniciado por Lombardo regresó otra vez al Congreso de la Unión. El diputado Víctor Manzanilla Schaffer, del PRI, fue quien formuló una proposición, que fue suscrita también por varios diputados más, de otros partidos, en el sentido que la Cámara de Diputados tomara el acuerdo de instruir a la Comisión Permanente para que convocara a un periodo extraordinario de sesiones en el que se discutiera “la necesidad de reformar la Constitución, con el objeto de revisar y adecuar las atribuciones que tiene el Estado mexicano en la vida económica del país”. Y presentó una iniciativa de su propia autoría sobre un nuevo capítulo a la Constitución en esa materia, en la que tomó para sí lo fundamental de las propuestas formuladas por el autor original.

Con respecto de la proposición, las comisiones dictaminadoras declararon que era improcedente en términos de procedimiento.[10] Sin embargo, a ese desalentador juicio añadieron otras consideraciones que resultaron estimulantes:

“Encuentran… que el tema objeto de la propuesta es de la mayor importancia y debe actualizarse pues no debe pasar inadvertido a los ciudadanos diputados que anteriores legislaturas, entre otras y en forma especial la XLVI, han estudiado con todo cuidado y responsabilidad esta materia.

“Por otra parte, hace apenas algunos meses que el movimiento obrero nacional, en forma destacada la Confederación de Trabajadores de México, el Congreso del Trabajo y el Sindicato Mexicano de Electricistas, entre otras, han celebrado reuniones dedicadas específicamente a tratar el mismo tema y ahora con mayor fuerza, en virtud de que aqueja tanto a las sociedades desarrolladas plenamente como a las que se encuentran en proceso de desarrollo y que tienden a precisar los fundamentos de la economía mixta que es la base de nuestro sistema nacional y las consecuencias que de todo ello se deriva para nuestro medio social.

“Por todo lo anterior, las comisiones proponen que se acepte el fondo de la cuestión planteada por el ciudadano diputado Manzanilla Schaffer y, para obtener las finalidades perseguidas, se integre una comisión pluripartidista de esta Cámara, para que estudie las reformas constitucionales adecuadas sobre la materia y que podrían, en su caso, ser aceptadas por aquellos diputados que optaron por ejercer el derecho de iniciativa a que se refiere el artículo 71 de la Constitución”.[11]

La comisión pluripartidista.

Formó parte de la comisión pluripartidista...
Formó parte de la comisión pluripartidista…

Aprobado el dictamen, se procedió a integrar la comisión pluripartidista que formularía la iniciativa sobre el “tan ansiado y buscado capítulo económico de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, según expresión del diputado Manzanilla Schaffer.[12] La comisión trabajó varios meses estudiando la iniciativa original formulada por Lombardo y la de nueva elaboración suscrita por el diputado Manzanilla Schaffer, así como las opiniones sobre el tema formuladas por la CTM, el SME, el Congreso del Trabajo y otras organizaciones sindicales. Finalmente, produjeron un estudio que concluyó con un proyecto de reformas a 8 artículos constitucionales en materia económica, correctamente orientado. Pero a la L Legislatura se le acabó su periodo constitucional de vida y, con ello, el esfuerzo perdió continuidad, pues la LI, que entraría en funciones, no lo tenía contemplado en su proyecto de agenda legislativa.

El PPS vuelve a la carga en la LI Legislatura.

El grupo parlamentario del PPS en la LI Legislatura (1979-1982) consideró que no podía dejar tan importante asunto abandonado a la incertidumbre y, con esa convicción, retomó el esfuerzo, presentando una nueva iniciativa en esta misma materia, actualizada en función de los cambios jurídicos y los nuevos datos económicos, teniendo en cuenta que habían transcurrido 16 años desde la iniciativa original. Pero esta nueva versión insistió en las concepciones medulares y en las proposiciones esenciales que hiciera el maestro Lombardo.

En su introducción, de manera acertada se decía lo siguiente:

no podían dejar tan importante asunto abandonado a la incertidumbre
no podían dejar tan importante asunto abandonado a la incertidumbre

“La necesidad de que se incluya en el texto de la Carta Magna la tesis de la Revolución Mexicana sobre el desarrollo económico, hoy es mayor que en 1965. Las condiciones objetivas han madurado a la par que se han elevado las subjetivas. Este paso fundamental para consolidar nuestro camino histórico y cerrar la puerta a los enemigos del pueblo y la Nación habrá de producirse en el momento en el que unamos nuestro esfuerzo y enfoquemos nuestras acciones en ese sentido todos los demócratas y antiimperialistas, con decisión y firmeza, haciendo a un lado las manifestaciones de carácter sectario o de autosuficiencia […]

“Con el interés de hacer un nuevo aporte en busca de esa necesaria acción común de los demócratas y revolucionarios, en uso del derecho que nos otorga la fracción II del artículo 71 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los diputados integrantes de la fracción parlamentaria del Partido Popular Socialista presentamos a esta soberanía la presente iniciativa de reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para que se le adicione un nuevo capítulo acerca de la economía nacional”.[13]

Los errores del PSUM

Días después, el 10 de diciembre, el grupo parlamentario del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), de efímera presencia en la vida nacional, presentó su propia versión de iniciativa sobre la necesidad de reformar la Constitución en materia económica[14].

La exposición de motivos del documento parte de la concepción de la existencia del capitalismo monopolista de Estado en México, como si el nuestro fuera un país capitalista de alto desarrollo, es decir, uno imperialista, y no dependiente e intervenido por el capital imperialista, como lo era y lo sigue siendo hoy en día.

A partir de esa equivocada óptica, habla de lo que califica como una “incorrecta centralización del poder económico y político” en manos del Presidente de la República, fenómenos que se deben combatir. Esa concepción coincide en aspectos medulares con la que sustentaba la burguesía ligada a los capitales extranjeros y a su brazo político-electoral, el PAN. Pero al leer la iniciativa salta a la vista la incongruencia entre los planteamientos de la exposición de motivos y lo que se propone en el articulado, que aunque es pobre en su contenido, sin embargo no está tan mal orientado, sino que tiene aspectos rescatables.

Por otra parte, es un documento omiso en cuanto a los antecedentes tan ricos en esta materia; para nada se cita la iniciativa original, antes se le ignora como si nunca hubiera existido, y asimismo se omite aludir al prolongado debate que en torno a la propuesta de Lombardo se había venido dando por más de tres lustros.

[9] Memoria de la Reunión Nacional para la Reforma Económica de la Confederación de Trabajadores de México. México, Edición de la CTM, 1979, pp. 202-203.

[10] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 28 de diciembre de 1978.

[11] Ibidem.

[12] Formaron esta comisión, por el grupo parlamentario del PRI, los diputados: Ifigenia Martínez Hernández, Miguel Montes García, Víctor Manzanilla Schaffer, Jesús Puente Leyva, Armando Labra Manjarrez, Hugo Castro Aranda, Julio Zamora Bátiz, Jorge Efrén Domínguez, Mario Hernández Posadas y Carlos Ortiz Tejeda; por el PAN, los diputados: Miguel Hernández Labastida, Francisco Peniche Bolio y Sergio Lujambio Raffols; por el PPS, los diputados: Francisco Ortiz Mendoza, Marcela Lombardo y Héctor Ramírez Cuéllar, y por el grupo parlamentario del PARM, el diputado Pedro González Azcuaga.

[13] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 19 de noviembre de 1980. Fue publicada con el título de “Un nuevo capítulo en la Constitución acerca de la economía nacional”, en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo II, pp. 463-472.

[14] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión,  10 de diciembre de 1981.

Nacionalismo revolucionario y economía mixta

Nacionalismo revolucionario y economía mixta

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Nacionalismo revolucionario y economía mixta fueron dos expresiones relevantes hacia fines de la década de los sesentas.

El contexto internacional.

Numerosas colonias de Asia y África se habían emancipado, gracias a las luchas de sus pueblos. El contexto internacional, sobre todo la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial y las acciones desplegadas por la Unión Soviética, crearon las condiciones. La URSS, en efecto, desplegó una campaña diplomática en favor de la liberación de las colonias, y les ofreció un valioso apoyo económico, científico y tecnológico.

Cómo desarrollar las fuerzas productivas de los países dependientes.

Tomó un lugar destacado entre los más grandes economistas del siglo XX
Tomó un lugar destacado entre los más grandes economistas del siglo XX

Logradas sus independencias, surgió la gran preocupación: ¿Cómo podrían estos países recién independizados desarrollar sus economías atrasadas por siglos de saqueo y sobrexplotación externa?

Científicos y especialistas en economía política examinaban el asunto. Sus teorías se discutían en los principales foros académicos y políticos del mundo. Uno de los que más aportó fue Oscar Lange, de nacionalidad polaca. Se trató de un docto economista marxista, y un político cimero, que llegó a ocupar la vicepresidencia de su país.

La propuesta de Oscar Lange resumida por Lombardo.

Vicente Lombardo Toledano resumió en seis puntos el contenido de la propuesta de Lange para el desarrollo de los países que no alcanzaron la cima del modo de producción capitalista:

“1. Las inversiones públicas, o sea, las inversiones que el Estado realiza, son el factor más importante del desarrollo económico, porque la burguesía en los países atrasados no se ha desarrollado suficientemente y carece de medios para tomar a su cargo la transformación de las viejas formas de la producción en una economía moderna.

“2. La nacionalización de las empresas privadas, especialmente las del capital extranjero, que adopta diversas formas y que en algunos países se ha ido extendiendo a las empresas privadas en manos de nacionales.

“3. La creación de un amplio frente nacional que abarca diversos sectores… para impulsar el desarrollo económico con independencia del extranjero.

“4. La canalización de las inversiones privadas en las ramas productivas para acelerar el desarrollo.

En septiembre de 1956, el presidente Nasser procedió a nacionalizar el Canal de Suez
En septiembre de 1956, el presidente Nasser procedió a nacionalizar el Canal de Suez.

“5. La reforma agraria, que no sólo tiene por objeto mejorar las condiciones de vida de los campesinos y obreros agrícolas, sino también obligar a los antiguos terratenientes a que realicen inversiones de tipo industrial.

“6. La planificación del desarrollo económico[1]

El nacionalismo revolucionario, países donde se aplicó.

Numerosos países empezaron a aplicar por ese tiempo la fórmula, que Lange llamó “nacionalismo revolucionario”, y sus economías comenzaron a desarrollarse con ímpetu.

Fue el caso de Egipto, en tiempos de Gamal Abdel Nasser. También de la India, durante el gobierno de Jawaharlal Nehru, e Indonesia durante el mandato de Ahmed Sukarno. Los suyos fueron gobiernos nacionalistas, resueltos a sacar a sus países de la dependencia respecto del imperialismo y hacerlos avanzar hacia una época de prosperidad.

Primer ministro de la India desde la independencia hasta su muerte
Primer ministro de la India desde la independencia hasta su muerte

La propuesta de Lange se demostró eficaz.

El análisis de Lange fue correcto al considerar que descansar el desarrollo de las fuerzas productivas en el Estado era la única vía al alcance de los países del entonces llamado tercer mundo. Porque con la aparición del imperialismo, la senda del capitalismo clásico que habían seguido Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y Japón, entre otros, quedó cerrada para nuevos actores. Porque las inversiones externas, lejos de ayudar, descapitalizan a los países que someten y los condenan al atraso eterno. Por eso, les es indispensable nacionalizar las principales fuentes de riqueza.

También consideró que el desenvolvimiento económico no puede quedar al libre albedrío de los capitalistas, sino que debe ser planificado por el Estado nacional. Además, el Estado mismo debe quedar en manos de un conjunto de clases sociales y fuerzas patrióticas, no entreguistas, que integren un gran frente nacional, porque sólo un Estado así puede poner en marcha un programa de desarrollo nacionalista revolucionario que incluya la indispensable Reforma Agraria a fondo.

Pero el análisis de Lange también fue correcto porque tuvo en cuenta que las antiguas colonias, igual que las neocolonias, con sus modos de producción precapitalistas, carecían (y carecen) de la base material que les permita poner en marcha el modo de producción socialista con posibilidades de éxito. Y para colmo, la correlación interna de fuerzas tampoco consentía esa posibilidad.

Líder de la independencia de Indonesia.
Líder de la independencia de Indonesia.

Coincidencias entre la propuesta de Lange y la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.

Como se ve, la propuesta de Lange coincide plenamente con la senda que desde décadas atrás venía recorriendo México. Desde los tiempos de Obregón y, sobre todo, Cárdenas, mismo que los constituyentes de 1916-17 habían fundamentado ya en el muy avanzado artículo 27 de la Carta de Querétaro. El camino de la intervención del Estado en la economía, que a querer o no también siguieron los gobiernos de López Mateos, Díaz Ordaz, Luis Echeverría y el mismo López Portillo. La vía que exige el establecimiento de una economía que descanse en la propiedad estatal y que admita la propiedad privada, pero sujeta a condiciones y reglamentaciones.

Por eso, retomando la experiencia mexicana al respecto, Lombardo, sin duda el más destacado estudioso y teórico de este asunto en el mundo, escribió, con relación a los meritorios trabajos de Lange y otros colegas suyos:

“Antes de que los economistas europeos hubieran puesto su atención en las características del desarrollo de los países atrasados, que sólo aparece después de la Segunda Guerra Mundial, con la rebelión de los países coloniales por su independencia política, México ya había iniciado el camino del desarrollo nacional revolucionario.”[2]

Pasar de economías precapitalistas al nacionalismo revolucionario, un paso progresista.

Ejerció la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.
Ejerció la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.

Desde luego que Lombardo tenía razón. México era probablemente el país del mundo donde más había avanzado ese proceso. Aunque hay que recordar que aquí se le venía llamando indistintamente “capitalismo de Estado”, “vía surgida de la Revolución Mexicana” o “vía mexicana de desarrollo de la economía”.

Analizando los resultados que esa vía de desenvolvimiento económico venía arrojando, el notable pensador marxista analizó:

“¿Ha sido un paso progresista el tránsito de las formas precapitalistas de producción a las formas de producción del nacionalismo revolucionario? Evidentemente. Porque lo fundamental, como hemos repetido hace muchos años, es pasar no sólo de la condición de país exportador de materias primas a la de país industrial, sino crecer con independencia del imperialismo.”[3]

Y volviendo al caso de México, agregó:

“Y, como el imperialismo es una fuerza económica, ante todo, la principal tarea revolucionaria es la de liberar a México del imperialismo, crear su propia economía, colocar a la llamada iniciativa privada como un factor complementario de la economía estatal, establecer condiciones severas para las inversiones directas provenientes del extranjero y preferir los créditos de gobierno a gobierno o el crédito internacional para nuestro desarrollo, sin condiciones políticas.”[4]

Falso que los políticos priístas hayan inventado el nacionalismo revolucionario.

 Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.
Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.

A posteriori, muchos críticos superficiales de aquella compleja etapa han dicho, entre otras falsedades, que los políticos priístas inventaron el “nacionalismo revolucionario”. Quienes eso afirman no se han tomado la molestia de investigar los hechos. Lo cierto es que a una parte de la fracción nacionalista de la burguesía gobernante en nuestro país le gustó la terminología surgida con los estudios de Lange y sus colegas y adoptó para sí el nombre de nacionalismo revolucionario, dado que evocaba a la Revolución Mexicana, de la que todavía se consideraban herederos. Por eso se puso de moda esa expresión, en nuestro país.

Economía mixta, expresión predilecta de la burguesía nacionalista.

Pero fue otra denominación la que predominó dentro de esa misma fracción de clase: “economía mixta”. Esta expresión que le convino más a aquella burguesía nacionalista, pero las más de las veces, temerosa ante al imperialismo y hostil y represiva frente al pueblo; burguesía contradictoria, en muchos aspectos, en aquel mundo dominado por una fuerte confrontación entre los países del campo socialista y las potencias imperialistas, época de la llamada “guerra fría”.

Según su peculiar interpretación, la economía mixta vendría a ser una especie de organización económica de un tercer tipo, diferente al socialismo y al capitalismo, con lo que la clase gobernante, por cobardía, pero también por intereses de clase, pretendió mostrarse equidistante de unos y otros. Aunque, como se ve, con la expresión citada hacían a un lado la verdadera naturaleza del fenómeno que venimos refiriendo, la del mecanismo que hace posible el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales dirigido a independizarse del imperialismo.

La vía de la intervención del Estado en la economía, vigente hoy.

Más allá del nombre que se le quiera dar, la vía de la intervención del Estado en la economía sigue siendo hasta hoy, en plena etapa de la globalización neoliberal, la única que permite el desarrollo de las fuerzas productivas de una sociedad precapitalista, con rumbo a la independencia plena, económica y política.

América Latina está en plena batalla por su emancipación.

Ésta es la batalla que se está librando en toda América Latina, incluido México. Y la que se está librando también en otras latitudes, en general en el mundo no desarrollado. Los pueblos luchan por construir un Estado dominado por clases y sectores sociales patrióticos, y no entreguistas, que ponga en marcha lo que hoy se llama un programa antineoliberal, y el imperialismo y sus servidores internos, tratan, hoy como ayer, de impedirlo a toda costa.

 

[1] Vicente Lombardo Toledano, “¿Cuál es el camino? Uno es el del socialismo y otro es el de la jauría”. Artículo publicado en la revista Siempre! El 30 de noviembre de 1966.

[2] Ibidem.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem.

Imperialismo, dependencia económica y clases sociales.

Dependencia económica, imperialismo y clases sociales.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

Dependencia económica, imperialismo y clases sociales son conceptos filosóficos, económicos y sociales, cuyas relaciones son dialécticas, y, por tanto, complejas. Su incomprensión cabal es fuente de enormes confusiones entre los estudiosos y asimismo entre los luchadores sociales y políticos. De este tema, ampliamente estudiado por Vicente Lombardo Toledano, nos ocuparemos a continuación.

El motor del tránsito de la sociedad.

"La historia de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases", Marx, Engels, El Manifiesto comunista.
“La historia de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases”, Marx, Engels, El Manifiesto Comunista. Mural de Diego Rivera.

Desde el punto de vista del pensamiento marxista, en el modo de producción dominante de nuestros días, el capitalismo, la principal contradicción social se da entre la clase trabajadora y su clase antagónica, la burguesía. Esta contradicción fundamental sólo cesa sino cuando ambas clases sociales desaparecen, lo que ocurre cuando desaparece asimismo este modo de producción basado en propiedad privada, y desaparece con él la explotación de unos hombres y mujeres, por parte de otros.

En toda sociedad dividida en clases, las contradicciones entre éstas, al ventilarse en la vida cotidiana, constituyen el motor del tránsito de la sociedad, o lo que es lo mismo, la fuerza impulsora de las transformaciones sociales. Pero este motor, que es la lucha de clases, sólo produce cambios profundos cuando alcanzan su máxima agudización las contradicciones que en cada modo de producción se dan en su base económica.

La dependencia económica genera mayor complejidad en las relaciones entre las clases sociales.

Ahora bien, en los países dependientes, como son la mayoría de los de Asia, África y América Latina, entre ellos el nuestro, las contradicciones de clase son más complejas por cuanto contienen más ingredientes y presentan un mayor número de contradicciones. En términos generales, la burguesía nativa o nacional, se mueve en medio de dos adversarios suyos, uno de ellos, antagónico, pero nada desdeñable el otro.

Su enemigo antagónico es la clase trabajadora, cuya fuerza de trabajo explota y que anhela emanciparse. Pero la burguesía imperialista del exterior –o simplemente imperialismo—no es su aliada, en modo alguno. Siendo más poderosa, desde los puntos de vista económico y político, explota a la nación dependiente en su conjunto, incluida la propia burguesía nacional a la que arrebata una parte substancial de la plusvalía que genera la clase trabajadora, y en muchos casos la arruina y la lleva a la quiebra de sus negocios. En su mentalidad, la burguesía nacional ambiciona para sí los recursos que la burguesía imperialista le arranca, lo que genera una contradicción inter-burguesa que no se puede desdeñar.

La burguesía pro imperialista, su “patria” es el dinero.

En medio de esas dos contradicciones, unos sectores de la burguesía nativa optan por asociarse al imperialismo, encadenando sus propios intereses a los del capital extranjero y convirtiéndose en sus socios menores, y, por tanto, subordinados. Estos sectores defienden a los intereses imperialistas con los que se han aliado, y luchan contra los de la nación de la que son oriundos, pues carecen de interés patriótico. Sus lazos económicos son los que determinan su escala de valores y su conducta.

La burguesía nacional.

Pero otros sectores de la burguesía nacional procuran resistir y enfrentar a la burguesía imperialista. Estos sectores a menudo asumen posiciones de carácter patriótico y antimperialista, aunque no por razones éticas ni de principios, sino porque buscan su mayor beneficio, es decir, el incremento de sus capitales propios y, en buena medida, su propia supervivencia como clase social. Por ello, en ciertos momentos se ven compelidos a actuar en alianza circunstancial con la clase trabajadora para enfrentar al poderoso enemigo común.

Mas no por esto desaparecen sus contradicciones de clase respecto de los trabajadores que, como ya se dijo, son fundamentales e insolubles en tanto perviva el régimen capitalista. Por esa razón, en otras batallas concretas que ventilen contra los trabajadores de su país, los sectores de la burguesía nacional citados cerrarán filas sin titubeos con la otra burguesía de intra-fronteras, la proimperialista, y con los amos de ésta, los imperialistas.

En torno de estas complejas contradicciones sociales se mueve cada clase social. Dentro de ese proceso, cada una traza su estrategia de lucha para defender sus intereses, establece su táctica, formula su programa y define sus alianzas.

El imperialismo, sus objetivos.

"Cuando las ambiciones y el expansionismo de los imperialistas topan con algún gobierno patriótico, se concentran en el objetivo de eliminar ese obstáculo sin reparar en medios" Rivera retrata la intervención yanqui en Guatemala que depuso al gobierno de Arévalo.
“Cuando las ambiciones y el expansionismo de los imperialistas topan con algún gobierno patriótico, se concentran en el objetivo de eliminar ese obstáculo sin reparar en medios” Rivera retrata la intervención yanqui en Guatemala que depuso al gobierno de Arévalo.

Los poderosos capitales imperialistas tienden a avasallar, a apropiarse de todo lo que le sea rentable e imponer su dominio total sobre el país dependiente. El imperialismo encauza todos sus actos hacia esos fines y ni siquiera acepta aliados, sólo subordinados. Dentro de esa tendencia, se obstina en tomar en sus manos la dirección de la vida pública a través de quienes se presten a ser sus instrumentos. Quienes se ponen a su servicio, políticos oportunistas y militares apátridas, son llevados a las posiciones de mando por medios que indistintamente pueden ser conspirativos, cuartelarios o formalmente “democráticos”, resultado de una votación ciudadana. Para el caso da lo mismo tanto para ellos como para los pueblos victimados.

La historia de México y de los demás países dependientes registra abundantes casos de todos estos tipos. Lo único que importa al imperialismo es que le sirvan con atingencia y docilidad. Mientras sea así, los aprovecha; y con igual desenfado los desecha cuando dejan de serle útiles. Por otra parte, cuando las ambiciones y el expansionismo de los imperialistas topan con algún gobierno nacionalista y patriótico, se concentran en el objetivo de eliminar ese obstáculo sin reparar en medios. Asimismo, hacen cuanto sea necesario para evitar que fuerzas patrióticas y antiimperialistas que aún no ocupan posiciones de gobierno, se desarrollen y puedan convertirse en un riesgo para sus intereses de dominio. Las combaten recurriendo a la mentira, la difamación y la calumnia. Al terrorismo, al golpe de Estado, a la privación de la vida. Aún a los procedimientos más ruines y atentatorios contra la justicia, la democracia y la ética.

El imperialismo y los Estados nacionales dependientes.

Con respecto del Estado nacional de los países dependientes, el imperialismo se dedica a arrebatarle su soberanía, atributo que, como se sabe, es el fundamental de todo Estado. Es decir, el imperialismo busca convertirse en la autoridad suprema sobre todo país en el que ha invertido capitales, la única que imponga decisiones; la que resuelva en última instancia, suplantando en esa calidad al Estado nacional y anulando el derecho que en ese sentido les compete a las diversas instituciones y fuerzas del país de que se trate.

Por tanto, tiende a diluir al Estado como entidad soberana al servicio de intereses nacionales. Procura liquidarlo, establecer como sustituto un aparato administrativo plenamente dependiente, leal a los intereses de fuera, pero eso sí, represivo, fascista, llegado el caso, que no escatime ferocidad ni medios con el objeto de impedir que prosperen las protestas y las luchas populares. Un aparato que, al quedar vacío de sobernía, sólo conserva las formalidades de un Estado, pero no su esencia ni su consistencia. Los estados económicamente dependientes, como lo analizó Vicente Lombardo Toledano, también son dependientes políticamente. Por tanto, se puede decir que más bien son seudo estados.

El imperialismo y las dos fracciones de la burguesía local.

La burguesía nativa dependiente del imperialismo supedita su conducta de modo invariable a los intereses y designios de sus socios de fuera. Su calidad de socio menor, subordinado, la obliga a actuar como un simple agente de esas fuerzas externas. Se esfuerza en cumplir con las funciones que le asignen. En términos estrictos no es una fuerza que deba considerarse aparte, sino un mero apéndice del imperialismo.

En contraparte, el otro sector de la burguesía nativa, el que opta por enfrentar al capital imperialista y trata de sobrevivir a sus embates, necesita de la existencia de un Estado nacional fuerte e independiente del exterior, que sea capaz de resistir a la poderosa ofensiva neocolonialista. Necesita que el Estado tenga un perfil nacionalista y posea las facultades económicas y políticas adecuadas para proteger los intereses de la burguesía nacional. Para que defienda sus mercados y sus bienes, y le ayude a abrirse camino hacia otros mercados. En fin, exige al Estado que cree las condiciones propicias para que esa clase social, propietaria y explotadora, prospere. Ya dijimos, es patriótica y antiimperialista, pero lo es por su interés material muy concreto.

La clase trabajadora, sus objetivos históricos.

Para avanzar hacia la conquista de sus proyectos de corto y largo plazo, la clase trabajadora requiere necesariamente conquistar la independencia de su país".
Para avanzar hacia la conquista de sus proyectos de corto y largo plazo, la clase trabajadora requiere necesariamente conquistar la independencia de su país”.

Por su parte, la clase trabajadora tiene sus propias aspiraciones. Anhela que desaparezca toda forma de explotación, lo que expresa su contradicción frente a la clase propietaria en su conjunto, extranjera y local. Ambiciona que surja una nueva sociedad en la que todos los hombres puedan convivir bajo las reglas de la más completa fraternidad. En que la igualdad no sea sólo jurídica, sino económica y social. En que el hombre deje de ser el lobo del hombre. Esa, la sociedad socialista, constituye su aspiración histórica.

Su emancipación definitiva implica imprimirle cambios profundos a la sociedad. Cambios que revolucionen la estructura y todo el entramado social. Cambios que exigen que se transforme el Estado, de uno diseñado conforme a los intereses de la burguesía, a otro, con perfil distinto y diferentes atributos y funciones, acordes a los intereses de la clase trabajadora: un Estado obrero. Y más adelante, al madurar la nueva sociedad, exige la desaparición del Estado en su calidad de aparato para el dominio de una clase social sobre otras, puesto que ambas clases se habrían extinguido. Se habría llegado entonces a la conquista de la plena igualdad y de la plena libertad para todos.

La clase trabajadora en los países dependientes.

En el camino hacia su objetivo histórico, la clase trabajadora, en lo inmediato, aspira a mejorar la forma en que se desenvuelve su vida. Quiere una retribución menos injusta, por su trabajo. Quiere que se reconozcan sus derechos y se manifiesten también en prestaciones que eleven las condiciones de su existencia. Demanda que sus gobernantes sean, como diría Morelos, siervos de la Nación, que atiendan sus necesidades y no vean sólo por los intereses de los poderosos. Anhela que la sociedad vaya avanzando hacia la equidad.

Pero todas sus aspiraciones, no sólo las históricas sino aun las de corto plazo, chocan con una realidad que en los países dependientes es brutalmente adversa. El imperialismo no está dispuesto a conceder nada, en absoluto. Nada de mejores salarios ni prestaciones adecuadas ni mejoría en las condiciones de vida. Nada que adelgace su tajada del pastel. Su interés es explotar, saquear, incrementar el lucro de manera ilimitada. Allá, en la metrópoli imperialista, acaso podrá darse el lujo de hacer algunas concesiones a la clase trabajadora, compelido por las circunstancias, pero no aquí. Allá hará las concesiones indispensables para que su mercado interno no languidezca y no se agudicen las contradicciones sociales en su propia casa, al grado de volverse peligrosas para la gobernabilidad. Prefiere que se agudicen en la periferia, en los países dependientes, cuestión que le tiene sin cuidado.

La liberación nacional, necesidad de la clase trabajadora.

Emprender el camino de las transformaciones revolucionarias con éxito exige dejar de lado toda actitud simplista y autosuficiente.
Emprender el camino de las transformaciones revolucionarias con éxito exige dejar de lado toda actitud simplista y autosuficiente.

En estas condiciones, las justas aspiraciones de la clase trabajadora no pueden avanzar en el caso de los países dependientes. Si ya es difícil que le arranque conquistas sociales a la burguesía nativa, que se las quite al imperialismo viene a ser casi imposible. Por eso, para avanzar hacia la conquista de sus proyectos de corto y largo plazo, requiere necesariamente conquistar la independencia de su país.

La necesita a plenitud, en lo económico pero también en lo político. Porque en tanto su país carezca de independencia y soberanía, no puede lograr la libertad ni la justicia; no puede aspirar a que su explotación desaparezca, pero ni siquiera que disminuya. Por eso, la clase trabajadora de los países dependientes, en la medida en que toma conciencia de esta realidad, pone en el primer lugar de su estrategia la lucha contra el imperialismo, al que identifica adecuadamente como su principal enemigo o la parte más aguda de la contradicción fundamental.

La unidad y lucha de contrarios en la lucha por la liberación nacional.

Por eso, sólo en los países dependientes, existe un espacio de coincidencias entre la clase trabajadora y la burguesía nativa no subordinada al imperialismo, a la que podría llamársele con propiedad burguesía nacionalista. Espacio de coincidencias que en modo alguno implica que cese la contradicción fundamental que enfrenta históricamente a estas dos clases sociales. Ni evita que estas contradicciones se reflejen en un conflicto cotidiano entre ambas, en las esferas de la economía, la ideología y la política. Pero a ésta se le sobrepone la otra contradicción, la que se da entre el imperialismo y la Nación dependiente en su conjunto. Este elemento, el del imperialismo como enemigo común de la clase trabajadora y la burguesía nacional, determina que la dinámica de las transformaciones sociales tenga mayor complejidad en los países dependientes, como México.

Emprender el camino de las transformaciones revolucionarias con éxito exige dejar de lado toda actitud simplista y autosuficiente.

LOMBARDO Y EL SINDICALISMO ACTUAL, SUS RETOS Y ALTERNATIVAS

LOMBARDO Y EL SINDICALISMO ACTUAL, SUS RETOS Y ALTERNATIVAS[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

La formación de un dirigente político y sindical que fue a la vez un sólido pensador marxista.

Sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria y viceversa, dice el apotegma marxista. O dicho en otras palabras por Lombardo, “sin saber no es posible luchar, sin luchar no es posible saber”. En Vicente Lombardo Toledano la reflexión y la acción, el saber y el luchar, fueron un permanente ejercicio, una interacción dialéctica que realizó a lo largo de toda su vida que siempre estuvo al servicio de la clase trabajadora y, desde luego, en el sindicalismo. Las circunstancias en que se dieron su vinculación a la clase obrera, por una parte, y por la otra su rigurosa formación ideológica marxista, permiten formarse una idea sobre cómo fue posible que llegara a ser una figura tan relevante en ambos campos, el de la teoría y el de la acción.

Universidad Nacional de México es el nombre con que se fundó la actual Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Universidad Nacional de México es el nombre con que se fundó la actual Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

El joven Lombardo cursó simultáneamente las profesiones de leyes y filosofía en la entonces Universidad Nacional, hoy Universidad Nacional Autónoma deMéxico, y siendo inteligente y disciplinado en el estudio, recibió altas calificaciones en todas las asignaturas. No habría de ser, sin embargo, un profesionista opulento, que llevara una vida cómoda, como podría preverse, dado que tempranamente eligió el camino de la lucha al servicio de la clase obrera.

Las circunstancias fueron éstas: hacia 1915 y 16, México, su sociedad, bullía. Había concluido la fase armada de una Revolución que costó un millón de vidas en un país de 15 millones de habitantes, y que trastocó todo lo existente, sacudiendo profundamente a todas las clases sociales y a todas las capas de la población. Se debatía, entonces, el rumbo que habría de tomar la organización constitucional y el futuro económico, político y social. El joven Lombardo, nacido en 1894, pronto se interesó vivamente en los problemas de la cultura y la vida del país, y los discutía, con buen nivel de conocimiento, con sus maestros y algunos amigos destacados. Tenía 22 años cuando, junto con otros compañeros, fundó un grupo de carácter cultural que tuvo por nombre Sociedad de Conferencias y Conciertos, pero que en los medios universitarios sería más conocido como el “grupo de los siete sabios”.[2]

Su vínculo con la clase obrera surgió en 1917, cuando fue reorganizada la Universidad Popular Mexicana, y su rector, el doctor Alfonso Pruneda, lo nombró secretario de la institución; Lombardo contaba 23 años. La Universidad Popular Mexicana había sido creada por el Ateneo de México con el fin de llevar la cultura a los trabajadores, y el joven secretario ejerció en ella sobre todo una función docente. Alentados por su trato fraterno y enterados de que sabía de leyes, los trabajadores le pedían orientación sobre sus problemas laborales, y le confiaban las penas que la vida, socialmente injusta, les deparaba. Lombardo habría de declarar años después, al respecto:

“Comprendí entonces… toda la profundidad del drama social de México”.[3]

En 1920 organizó la Liga de Profesores del Distrito Federal, el primero de los numerosos sindicatos que fundaría en su vida, con maestros de escuelas primarias y técnicas, y universitarios; entonces era profesor de la Escuela Preparatoria. En 1921 ingresó a la Confederación Regional Obrera Mexicana, CROM, que fue la primera central sindical de carácter nacional. En 1922 fundó el Grupo Solidario del Movimiento Obrero, que relacionó el círculo de los obreros con el de los intelectuales y artistas, dado que Lombardo desplegaba sus capacidades en ambos. Formaron parte del grupo, entre otros destacados participantes de la vida cultural, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Alfonso Caso, Pedro Henríquez Ureña, Daniel Cosío Villegas, Eduardo Villaseñor, y Carlos Pellicer. En 1923, fue electo miembro del Comité Central de la CROM para las cuestiones educativas y culturales.

Fragmento del Mural De Juan O´Gormann (Del Porfiriato) Sala Revolucion Mexicana Museo de Historia Nacional Castillo de Chapultepec
Fragmento del Mural De Juan O´Gormann
(Del Porfiriato)
Sala Revolucion Mexicana
Museo de Historia Nacional
Castillo de Chapultepec

En la Universidad, el joven Lombardo no estudió la filosofía marxista. Su maestro fue Antonio Caso, prestigiado docente de la entonces llamada Escuela de Altos Estudios. Caso fue un filósofo idealista, espiritualista, y ésta misma era la filosofía oficial de la Universidad Nacional en la época. Al vincularse Lombardo con la clase obrera, esa formación suya entró en choque con una realidad que descubrió llena de agudas contradicciones y lacerantes injusticias heredadas por más de tres siglos de coloniaje, que forjaron una sociedad inequitativa y rezagada. Pero esa herencia del pasado, no resuelta, con el tiempo se agravó más por otros factores, como el arribo de un fuerte flujo de capitales extranjeros a partir de mediados del siglo XIX, durante la dictadura de Porfirio Díaz, en la etapa en que el capitalismo llegaba a su fase imperialista. Esos capitales se adueñaron de la economía del país y, por consecuencia, devinieron en la fuerza determinante del rumbo político. Fueron el factor que acentúo el saqueo de nuestros recursos naturales y las injusticias sociales ya existentes. Además, ese estado de cosas empeoró, al recibir, el país, el impacto de la crisis del capitalismo, que ocurrió como fenómeno generalizado luego de la primera guerra mundial, y golpeó duramente a la clase trabajadora. La formación filosófica del joven Lombardo no le sirvió para desentrañar y comprender toda esa situación dramática, menos para combatirla; en sus palabras:

“Me di cuenta de que mis ideas… las que yo aceptaba, no estaban de acuerdo con la realidad”[4].

Su participación sindical en el seno de la CROM añadió otro motivo a su inconformidad: la central practicaba el colaboracionismo de clases, y eso no le fue aceptable. “Entré en conflicto conmigo mismo”, escribió en una carta enviada a Henri Barbusse, en 1935[5]. Lombardo, quien además, a lo largo de toda su vida, sustentó una concepción ética elevada, chocó asimismo con la conducta deshonesta y la vida desvergonzada de Luis N. Morones y los demás integrantes del Grupo Acción, que detentaba la dirección de la CROM. Haciendo memoria de esa etapa y un resumen de su vida, Lombardo habría de afirmar:

“Desde que era estudiante no he sido sino eso: un soldado del invencible ejército de la clase trabajadora que todo lo produce, todo lo descubre y todo lo crea con sus manos y con su cerebro, lo mismo en las minas que en las fábricas, en las escuelas, en los laboratorios de investigación y en el interior de la conciencia.” El remate de este balance, refleja una profunda convicción que jamás lo abandonó: “A ese ejército pertenece el porvenir”.[6]

Monumento a Carlos Marx y Engels Fridrih en parque del otoño, Rusia
Monumento a Carlos Marx y Engels Fridrih en parque del otoño, Rusia

A fin de cuentas, desencantado de su inicial formación filosófica, poco a poco se fue alejando de ella y empezó a buscar afanosamente otras fuentes para abrevar en ellas. Así fue como llegó a considerar que era necesario estudiar la obra de Marx y Engels, de la que sólo tenía una idea ligera, pues el maestro Caso, en sus clases, apenas mencionaba brevemente a esos pensadores, afirmando que eran lo opuesto al ideario de Hegel.[7] Decidido Lombardo a examinar sus ideas, se topó con que no había obras de ellos en México ni en nuestro idioma. Únicamente el Manifiesto del partido comunista, traducido y publicado en Argentina, y diversos folletos, inexactos y con errores serios en los temas teóricos de fondo, que podrían servir para alguna actividad política elemental, pero no eran útiles para el conocimiento profundo del marxismo, que es muy rico y complejo.

En 1925, Lombardo viajó a Nueva York, a un congreso, y a Europa, a la Conferencia Internacional del Trabajo, en Ginebra, Suiza, atendiendo una actividad de la CROM. Aprovechó esos viajes para visitar librerías, donde encontró obras de Marx y Engels en lenguas extranjeras, e hizo convenios para que le enviaran otras más, según las fueran teniendo disponibles. Se puso a estudiar con férreo carácter de autodidacta –que le caracterizó siempre- varias horas al día, durante meses y años, diccionario en mano. Gracias a su hábito de estudio soportó ese esfuerzo y obtuvo frutos, a través de los cuales, como lo dice Lombardo,

“fui… confrontando… las nuevas ideas que yo adquiría con las que había recibido en la Universidad, y comprendí que la filosofía que yo había aceptado era falsa”.[8]

Así fue como, al profundizar en el conocimiento del marxismo, asumió como propia la convicción de que la filosofía no sólo es instrumento para conocer la realidad sino también medio para transformarla. Lombardo, en su momento, valoraría al marxismo en estos términos:

“La doctrina del materialismo dialéctico, la doctrina marxista, no sólo representa la síntesis más importante realizada en la historia del pensamiento humano, sino que representa el descubrimiento más trascendental en la historia del conocimiento y de la cultura: el des­cubrimiento de las leyes que rigen cuanto existe, de las leyes que rigen el universo todo, de las leyes que rigen la naturaleza, el hombre y la vida social.”[9]

Vicente Lombardo Toledano, pintado por David Alfaro Siqueiros.
Vicente Lombardo Toledano, pintado por David Alfaro Siqueiros.

Su actividad como dirigente sindical y como dirigente político de la clase trabajadora jamás la ejercería malentendiendo la teoría como un listado de recetas, ni siguiendo acríticamente instrucciones ni formulaciones de organizaciones o personalidades, por mucho prestigio y “autoridad” que tuvieran. Lombardo comprendió a cabalidad eso que mucho se dice pero poco se practica, que el marxismo es una guía para la acción. El “calco y la copia”, a Lombardo desde siempre le fue ajeno. En su método de trabajo, antes de actuar, primero realizaría de manera acuciosa un examen dialéctico de la realidad, considerando todos los elementos significativos y la dinámica siempre cambiante, más todavía cuando ocurrían hechos trascendentes y variaciones significativas en la vida nacional o en la arena internacional. Solamente después y con ese sustento, elaboraría los planes y desarrollaría las acciones. Sus valoraciones y juicios con frecuencia coincidieron con los de otros pensadores y dirigentes revolucionarios, por la razón sencilla de que uno y otros de seguro habrían arribado a ellos por los mismos métodos de análisis. Pero no siempre fue así, a veces hubo juicios y valoraciones discrepantes con los de otros pensadores y otros dirigentes, como también es natural que suceda, por muy diversas razones. El cotejo sustentado de las ideas, o la praxis, es la que en estos casos da la razón a quien la tenga, y esto a veces tarda. Pero gracias a ese método riguroso y a su sólida formación, Lombardo pudo realizar aportaciones profundas al pensamiento marxista que es patrimonio de la clase obrera y de la humanidad. La cultura política de Lombardo es equiparable a la de Marx, Engels y Lenin.

La CTAL, frente único integrado por las organizaciones sindicales de todas las tendencias.

Los documentos de la CTAL acreditan que fue concebida como una organización de frente único, integrada por las organizaciones sindicales de todas las tendencias, para luchar en común por las reivindicaciones inmediatas de la clase trabajadora y por la liberación de los pueblos latinoamericanos respecto del imperialismo. Éstos son dos de sus rasgos característicos más significativos.

Lombardo y la CTAL. Libro de Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.
Lombardo y la CTAL. Libro de Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Pero vale preguntarse quién y con qué fundamento puso en marcha la idea de llamar a la unidad a las organizaciones de todas las tendencias, a la vista de que éste no era el criterio dominante en el ámbito de la izquierda revolucionaria mundial a fines de la década de los veinte e inicios de los treinta, que es cuando el proyecto con rumbo a la CTAL se va gestando, puesto que la Internacional Comunista en su VI Congreso, de 1928, resolvió que las organizaciones dirigidas por los comunistas no formaran filas al lado de los reformistas ni otras expresiones ideológicas. La resolución fue puesta en marcha por la Internacional Sindical Roja y la Confederación Sindical Latinoamericana, CSLA, en el plano mundial y en nuestra región, respectivamente.

Lombardo, por su parte, jamás sostuvo esa interpretación, sino que llegó a la suya propia. Ya en 1927, cuando estaba en el proceso de su formación marxista, en una conferencia, llamó a la clase trabajadora de toda América Latina, así, sin excepciones, a la unidad para combatir al imperialismo.[10] Y en 1933, cuando de hecho ya había concluido ese proceso autoformativo, propuso convocar “a todas las agrupaciones obreras… (otra vez, sin excluir a nadie) a un congreso para la organización de la Confederación Obrera Iberoamericana”, con un fin semejante.[11] En octubre del mismo año, cuando Lombardo, en el plano nacional, avanzaba asimismo hacia la construcción de una gran central sindical unitaria en nuestro país al fundar la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, CGOCM, ésta nueva central, en su Asamblea Constituyente, decidió impulsar la unidad de los trabajadores latinoamericanos. La CGOCM fue la misma central que encabezaba Lombardo cuando, envió un escrito a la Primera Conferencia Americana del Trabajo que se reunió en Santiago de Chile en 1936, en que reiteró su llamado a la unificación y dijo:

“No es preciso que los trabajadores todos piensen del mismo modo, que todos sustenten la misma doctrina política, que todos opinen igual respecto de las características de la sociedad futura…”[12].

Siguiendo el mismo hilo de los pasos de Lombardo hacia la unidad latinoamericana, al constituirse la CTM, Confederación de Trabajadores de México, también en 36, en sus documentos básicos plasmó la necesidad de unir a la clase obrera del subcontinente. Y fue la propia CTM la que convocó al Congreso Obrero Latinoamérica, que dio vida a la CTAL.

Esa concepción que enarbolaba Lombardo, y que fue adoptada en su momento por la CTAL, es congruente con la tesis de Marx y Engels, en el sentido de que la fuerza de la clase obrera radica en su unidad, que se manifiesta en el famoso lema: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, y que el propio Marx expresara en términos precisos:

“La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero, la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión”.[13]

Lenin, en esa línea, postuló que la tarea de los comunistas era actuar allí donde estuvieran las masas, y calificó de “absurda, ridícula y pueril” la opinión de “que los comunistas no pueden ni deben actuar en los sindicatos reaccionarios”[14].

No está en mi ánimo afirmar que la posición de Lombardo al respecto haya sido la única, de seguro hubo otros pensadores y luchadores, otras organizaciones que coincidieron por sus propias razones. Pero tampoco me cabe duda que su impulso fue decisivo para el surgimiento de la CTAL con el perfil que tuvo. Vale recordar que la IC, dentro del mismo período que vengo refiriendo, mantuvo la posición que podríamos llamar de unidad restringida, desde 1928 hasta que su VII Congreso, de 1935, rectificó y llegó a un juicio semejante al de Lombardo sobre la unidad sindical. Resolvió entonces que:

“… el congreso impone a los comunistas el deber de adoptar todas las medidas prácticas para realizar la unidad sindical…”[15]

Y precisó que habría que construir

“un sindicato único en cada rama de la producción; una central única en cada país; una central internacional única de sindicatos por industrias; una central sindical única sobre la base de la lucha de clases.”[16]

Vigorosa participación de Lombardo en la fundación de la FSM
Vigorosa participación de Lombardo en la fundación de la FSM

Los partidos comunistas de Latinoamérica, consecuentemente, disolvieron la CSLA y, en adelante, participaron notablemente en las actividades preparatorias del Congreso Obrero Latinoamericano, convocado por la CTM, en que se fundó la CTAL, y en la vida de la misma, junto con otras corrientes distintas, cuyo criterio unitario había madurado también. Esa misma concepción de unidad fue la que rigió en el surgimiento de la Federación Sindical Mundial, superando la opinión del sindicalismo inglés, que en vano quiso aislar a los sindicatos soviéticos.

Objetivo medular de la CTAL, la lucha por la liberación de América Latina frente al imperialismo.

Lombardo distinguió claramente la realidad de América Latina de otras, donde las condiciones facilitaron el desarrollo del capitalismo hasta la fase del imperialismo. Advirtió la diferencia entre unos y otros países que conforman el sistema capitalista mundial de la época moderna: imperialistas, dominantes, saqueadores, unos; objeto del dominio y del saqueo de los primeros, otros.

Los pueblos de nuestra región, sometidos al régimen colonial durante tres siglos, por parte de España, Portugal y otras potencias de Europa, lograron al fin su independencia política, luego de cruentas luchas. Pero no consiguieron destruir el régimen económico que las potencias coloniales impusieron, basado en la concentración de la tierra en manos de una minoría y en una serie de estancos, monopolios y privilegios para las castas dominantes. Lombardo llamó a ese sistema semifeudal, por sus rasgos descritos, que en su esencia lo asemejan con el feudalismo clásico que se dio en otras regiones, sin que fuera idéntico. Lombardo señala también que, a pesar de todo, las fuerzas productivas empezaron a desarrollarse en nuestros países, en unos más que otros, y se fueron creando las premisas para el paso a formas capitalistas de producción. En la última mitad del siglo XIX, dice, cuando ese proceso se realizaba, las inversiones extranjeras provenientes de Estados Unidos y Europa, irrumpieron en la vida doméstica de nuestras naciones y, en la mayoría de ellas, yuxtapusieron un sistema capitalista dependiente a las formas antiguas de producción con supervivencias semifeudales, sin que se diera su natural desarrollo histórico.

“De esta suerte, pasaron los pueblos latinoamericanos, en un lapso breve, de su condición de colonias de España y Portugal, a semicolonias del imperialismo internacional.”[17]

El sindicalismo y las luchas obreras reflejadas por el arte revolucionario.
El sindicalismo y las luchas obreras reflejadas por el arte revolucionario.

Para Lombardo, éste es el drama de América Latina. Consecuentemente, la lucha contra el imperialismo, por nuestra plena independencia, económica y política, es fundamental. Y es una tarea en la que la clase obrera debe participar decididamente, no sólo desde la trinchera del partido de clase, sino también desde el movimiento sindical.

“En los países que luchan por su independencia nacional y en los que disfrutan de ella, pero están sometidos económicamente a las fuerzas del imperialismo, los sindicatos deben unir a sus demandas económicas y sociales la lucha por la independencia política nacional o por la emancipación económica respecto del imperialismo”.[18]

Y explicó por qué esta tarea corresponde a todos los trabajadores, no sólo a los que militan políticamente:

“Si las reivindicaciones de clase de los trabajadores no se asocian… a las demandas del pueblo y a las exigencias de la liberación nacional, los éxitos de la clase obrera son transitorios y pueden anularse con facilidad”.[19]

La CTAL desde su fundación plasmó ese compromiso de lucha en sus documentos básicos. Y así lo ejerció a lo largo de su existencia.[20] Desde el punto de vista de la batalla de las ideas, el Plan para la posguerra, aprobado por el Segundo Congreso de la CTAL, de Cali, Colombia, de 1944, contiene las demandas y las metas de la región en la lucha por desarrollar sus fuerzas productivas y liberarse del yugo imperialista; se trata de un documento de vigencia ejemplar aun hoy, luego de que han transcurrido más de seis décadas y tantas cosas han cambiado, pero no nuestra condición de países dependientes que, antes al contrario, se ha acentuado.

El pensamiento y la obra de Lombardo y los retos del sindicalismo contemporáneo en América Latina.

El mundo y América Latina han cambiado mucho en las últimas décadas, es cierto, la historia no se desarrolla de manera lineal, sino dialéctica, en medio de una constante lucha entre revolución y contrarrevolución. Al no existir ya –por circunstancias que no es el momento de analizar- el gran contrapeso que le significaba la Unión Soviética y el campo socialista europeo, la ofensiva del imperialismo contra los pueblos de América Latina y del mundo durante las últimas tres décadas ha sido brutal y les ha impuesto retrocesos gigantescos en todas las esferas.

En medio de los enormes retrocesos, es de destacarse el contraste que representa la extraordinaria hazaña de la Revolución Cubana que, contra los pronósticos alentados por sus adversarios, ha tenido la capacidad, aun en condiciones adversas, de sostenerse en el proceso de construcción del socialismo sin hacer concesiones de índole alguna al enemigo imperialista que, por otra parte, sí logró someter a sus designios a todos los demás gobiernos de nuestra región, incluidos los de México de los últimos treinta años, todos ellos gobiernos neoliberales y entreguistas que abandonaron nuestra política exterior que respetaba y valoraba como fundamentales los principios de la autodeterminación de los pueblos y la no intervención y que, aun siendo titubeantes, tibios y contradictorios en muchos aspectos, sin embargo avanzaban hacia la plena independencia económica y política de México por la vía de las nacionalizaciones postulada por Lombardo.

En el último decenio, sin embargo, la ola neoliberal y proimperialista que parecía incontenible ha sido frenada ya en distintos países de nuestra región, donde los pueblos se han puesto en pie de lucha; tales son los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, entre muchos otros. Ha surgido el bloque de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, ALBA, con una orientación claramente antiimperialista, lo que junto con otros hechos muestra un alentador renacimiento del combate por nuestra segunda y definitiva independencia. Estos hechos ponen a la vista la justeza y vigencia de la valoración que Lombardo hizo en el sentido de que la de Cuba

“señala el comienzo de la revolución que dará a nuestros pueblos la independencia económica y nos devolverá la libertad…”[21].

La revolución, en efecto, avanza otra vez en América Latina librando batallas victoriosas, pero el sindicalismo contemporáneo no ha estado todavía en la posición de primera fila que le corresponde en la lucha por la liberación definitiva de nuestros pueblos; tiene esa tarea pendiente y por fortuna cuenta con una rica fuente de enseñanzas en la que abrevar en la experiencia de la CTAL y en la vida y la obra de Vicente Lombardo Toledano, para que, como también lo dijo Lombardo, “… no se apague la luz que ha encendido el pueblo de Cuba para alumbrar nuestro camino”, sino

“que esa llama se extienda a todo el continente y se junte al inmenso resplandor de la nueva aurora del mundo”. [22]

[1] Sílabo para la conferencia a presentar en la Escuela Nacional de Cuadros Sindicales “Lázaro Peña” en La Habana, Cuba, el 4 de abril de 2010, atendiendo a la invitación de la Federación Sindical Mundial – América.

[2] Los otros miembros del grupo, fueron Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Alberto Vásquez del Mercado, Teófilo Olea y Leyva, y Jesús Moreno Baca. Luego se unirían otros estudiantes, entre ellos Narciso Bassols y Luis Enrique Erro.

[3] James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México visto en el siglo XX, entrevistas de historia oral. Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas, México, 1969. p. 256.

[4] Ibidem, p. 258.

[5] El distinguido escritor francés pidió a Lombardo que le hablara de la trayectoria de su vida. La respuesta fue una carta, que se puede consultar en el Fondo documental de la biblioteca del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales que lleva el nombre del pensador marxista y maestro del proletariado. Está publicada en el t. III, vol. 3 de la Obra Histórico-cronológica de VLT, editada por el propio CEFPSVLT, pp. 251-259.

[6] Vicente Lombardo Toledano, intervención en el acto de homenaje que le rindieron sus amigos, discípulos, compañeros de lucha y personalidades del campo democrático en el Palacio de Bellas Artes, al cumplir sus 70 años de vida, 16 de julio de 1964.

[7] Por cierto, más tarde, Lombardo, ya formado como un pensador marxista profundo y riguroso, sostuvo una larga polémica filosófica con su antiguo maestro, el muy reverenciado Antonio Caso, que tuvo dos momentos: primero en el seno de la Universidad, en el Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, en septiembre de 1933, y luego en las páginas del periódico El Universal de la ciudad de México, entre enero y abril de 1935. Por primera vez se debatieron en México de manera pública las bases ideológicas del socialismo científico confrontadas con la doctrina idealista-espiritualista que se preconizaba de manera oficial en la Universidad Nacional. Ver la Obra Histórico-cronológica de VLT, editada por el CEFPSVLT, t. II, vol. 4, pp. 101-104 y 161-197, y t. III, vol. 3, pp. 1-162. Ver también Caso-Lombardo. Idealismo vs. Materialismo Dialéctico. Universidad Obrera de México, 1963.

[8] Wilkie, p. 258.

[9] Vicente Lombardo Toledano, Objetivos y táctica de lucha del proletariado y del sector revolucionario de México en la actual etapa de la evolución histórica del país, enero de 1947. Ver la Obra Histórico-cronológica de VLT, editada por el CEFPSVLT.

[10] Fue en la conferencia que dictó en el teatro Esperanza Iris, de la ciudad de México con el título de “La doctrina Monroe y el movimiento obrero”, el 30 de enero de 1927, en la que denunció las ambiciones de dominación de Estados Unidos sobre América Latina que entrañan el llamado “panamericanismo” y la doctrina Monroe, y llamó a la clase trabajadora de toda la región a combatirlas. Fue editada por la CROM en un folleto que llevó el mismo título, impreso en los talleres linotipográficos La lucha, 1927.

[11] Vicente Lombardo Toledano, discurso pronunciado ante la Convención Extraordinaria de la CROM.  Fondo documental de la biblioteca del CEFPSVLT; está publicada en el tomo II, volumen 4 de la Obra Histórico-cronológica de VLT, editada por el propio CEFPSVLT, pp. 35-74.

[12] El comunicado de Lombardo fue publicado con eltítulo de “Mensaje al proletariado de América Latina” en el periódico El Universal, diario de la ciudad de México, del 1 de enero de 1936.

[13] Fue en su “Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejos Central Provisional” de agosto de 1866, previa al Congreso de la Primera Internacional que se celebró en Ginebra, del 3 al 8 de septiembre de en 1866.Se puede consultar en http://www.marxismoeducar.d/me21.htm, el fragmento citado forma parte del primer párrafo del punto 6, que Marx tituló “Sociedades Obreras (Trade unions) Su pasado, presente y porvenir”, y que fue aprobado como una resolución del Congreso. Lombardo, por su parte, hace una síntesis del contenido de ese escrito de Marx, en su libro Teoría y práctica del movimiento sindical mexicano, México, ediciones de la Universidad Obrera de México, 1981, pág. 12.

[14] Lenin, “La enfermedad infantil del ¿izquierdismo? en el comunismo”, en V. I. Lenin, Obras escogidas, Editorial Progreso, Moscú, 1969, pp. 537-515.

[15] “La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo, (Resolución sobre el informe del camarada Dimítrov adoptada por el VII Congreso de la Internacional Comunista, el 20 de agosto de 1935)”, texto íntegro publicado en Fascismo, democracia y frente popular, VII Congreso de la Internacional Comunista, Moscú, 25 de julio-20 de agosto de 1935.  México, Siglo XXI Editores, 1984, Págs. 461 a 477. Cursivas de CAD.

[16]  Ibidem.

[17]Lombardo, “El drama de los pueblos de América Latina”, en La Confederación de Trabajadores de América Latina ha concluido su misión histórica. Pág. 1.

[18] Vicente Lombardo Toledano. Teoría y práctica del movimiento sindical mexicano. México, Universidad Obrera de México, tercera edición, 1981, pp. 44-45.

[19] Op. cit. p. 96

[20] “La CTAL fue convirtiéndose en la fuerza de opinión más importante del continente americano, no sólo por su lucha tenaz para lograr mayores derechos y mejores condiciones de vida de las masas trabajadoras, sino también por su diario combate contra las pretensiones del imperialismo en América Latina, y por su ayuda a la independencia nacional o su plena independencia económica”, valoró Lombardo. La Confederación… pág. 4

[21]  Entrevista que V. Ostroski hizo a Lombardo en la Sierra Maestra en julio de 1960, publicada por Literaturnaya Gazeta, Moscú, URSS, fechada el día 30 de ese mes y año. Éste y todos los materiales citados en las notas de pie de página subsecuentes, forman parte de la Edición de Escritos sobre Cuba que se comenta, obra editada por el CEFPSVLT.

[22] Así lo dijo Lombardo al intervenir en el Primer Congreso Latinoamericano de juventudes, en La Habana, mismo evento por cierto en el que participaron el Ché y Fidel, el primero lo inauguró y el segundo lo clausuró en un acto multitudinario en el Estadio Latinoamericano, evento en el que Fidel anunció la nacionalización, mediante expropiación forzosa y adjudicación a favor del Estado cubano, de 26 empresas norteamericanas poderosas, que incluyen azucareras, telefónicas, eléctricas y petroleras, hecho que los historiadores cubanos valoran como el culminante de la segunda y definitiva independencia de Cuba, ahora frente al imperialismo, y como el enrumbamiento de la Revolución hacia el socialismo. El Primer Congreso Latinoamericano de juventudes, trabajó desde el 28 de julio de 1960, fecha en que lo inauguró el Ché, hasta el 6 de agosto, en que lo clausuró Fidel en un acto público que fue recogido por la historia y tuvo como lema “Por la liberación de América Latina”. Lombardo pronunció su “Mensaje a la juventud de América Latina” el día 31.

 

Crisis de la educación en México, un enfoque axiológico y teleológico

Crisis de la educación en México, un enfoque axiológico y teleológico

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.Conv.Cong.EducaciónZacatecas

Esta ponencia fue presentada en el Congreso Estatal de Educación convocado por el Gobierno del Estado de Zacatecas, a través de la Secretaría de Educación y Cultura, y el H. Congreso del Estado, mediante la Comisión de Educación, en Junio de 2009. Se reproduce por la vigencia del tema. 

Diagnóstico del problema de la educación.

Desde los puntos de vista axiológico –relacionado con la teoría de los valores- y teleológico –relativo a la doctrina de las causas finales-, la educación está atrapada entre dos concepciones opuestas: una es la que se asienta en el artículo tercero de la Constitución de la República, fruto del largo proceso del desarrollo histórico de México y las luchas y anhelos de su pueblo, y la otra, la que se vincula con los intereses del mercado internacional de nuestro tiempo, sobre todo, aunque no exclusivamente, en el último cuarto de siglo.

Cada vez más en los últimos años, se ha venido imponiendo en los hechos esta última, entre otros medios, por reformas jurídicas de diverso nivel, decisiones de carácter administrativo y diferentes actos de autoridades políticas, líderes sindicales devenidos en caciques, e intereses particulares, sin que se haya abierto una reflexión sobre el problema ni se haya reparado en los daños que conlleva. La irrupción de esta concepción, que se presenta como “modernizadora” en el sentido del término que suele usar en sus memorias el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, constituye una causa fundamental de la profundización de la crisis de la educación que sufre México.

Análisis general e histórico de la educación.Laescuelasocialistamexicana

Pocos temas existen tan estrechamente ligados con tan diversas disciplinas, como la educación. Excede con mucho a las cuestiones técnicas y pedagógicas, y se vincula con el derecho, la filosofía, la sociología, la historia y la filosofía política. Por eso, no es casual que en México, todos los textos constitucionales del pasado y contemporáneos, pero además,

“todos los planes políticos, y las propuestas y ofertas de gobierno, se han referido al tema de la educación.”

Los planteamientos han respondido en todos los casos a las ideas enarboladas por la corriente que los sustenta, puesto que en un tema fundamental como la formación de la conciencia de las nuevas generaciones y su consecuente impacto sobre la sociedad en su conjunto, la neutralidad ideológica no existe.

Los liberales, autores de la Constitución de 1857, plasmaron su concepción en el planteamiento “la enseñanza es libre”[ii]. El mismo texto fue recogido por Carranza, en su proyecto de Carta que presentó al Constituyente de 1916-17; sin embargo, el Congreso introdujo avances como la laicidad de la educación y la prohibición a las corporaciones religiosas y a los ministros de culto, de establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria.[iii] En 1934, surgió un proyecto de reforma sustentado en el Plan Sexenal[iv], que fue el programa de gobierno del general Lázaro Cárdenas, por el que se instituía la educación socialista[v]; la iniciativa fue aprobada[vi] y rigió hasta1946.

Análisis filosófico, qué tipo de mexicano necesitamos.

En el caso del contenido axiológico y teleológico del artículo tercero vigente, éste corresponde a otra reforma constitucional, realizada en el año citado de 1946. En su texto se establecen los rasgos característicos del tipo de mexicano que requiere nuestra sociedad en la época contemporánea y, en consecuencia, del tipo de educación. Resumimos su contenido en los siguientes postulados:

Imagen tomada de: La pintura mural de la Revolución mexicana, México, Fondo editorial de la plática mexicana, 1989. p. 94. Mural de la SEP Primer patio, planta baja, paisaje del norte (Sobrepuerta). 4.38 x 3.27 m.
Imagen tomada de: La pintura mural de la Revolución mexicana, México, Fondo editorial de la plática mexicana, 1989. p. 94. Mural de la SEP Primer patio, planta baja, paisaje del norte (Sobrepuerta). 4.38 x 3.27 m.
  • Requerimos que los mexicanos de la nueva generación sean patriotas, es decir, que sustenten la convicción de la defensa y vigorización de nuestra identidad nacional, sobre todo en esta época de expansión transnacional económica, política e ideológico-cultural, entre otras, contando ésta última con medios a su servicio cuyo potencial tecnológico les permite impactar de manera prodigiosa en la imaginación y la mentalidad individual y colectiva.
  • Sin embargo, al mismo tiempo que patriotas, los mexicanos que formemos han de ser solidarios con los pueblos hermanos que luchan por liberarse de la dominación extranjera y por construir sociedades justas. Los aspectos indicados en estos dos numerales se expresan nítidamente en el apartado “I” del artículo 3º, que establece que la educación

    “tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano…”; “…y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”.

  • Requerimos de mexicanos ajenos a los prejuicios y fanatismos, que estén en uso, por tanto, de todo el potencial de una inteligencia libre de cadenas, como se señala en apartado “II”.

Requerimos de mexicanos formados para que vivan dentro del régimen democrático y, consecuentemente, para que luchen por que éste exista, a plenitud. Sobre este particular, sin embargo, es notorio que hay palabras que con el tiempo se desgastan y su contenido conceptual se torna difuso; así sucede hoy en día con las voces “democracia” y “régimen democrático”, que se usan con múltiples y confusos significados. El planteamiento del artículo tercero constitucional, en cambio, es avanzado y profundo al precisar que la democracia debe ser consideradaJaime Torres Bodet

“…no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.

Lombardo, coautor del artículo tercero.

  • En efecto, si la democracia es el gobierno ejercido por el pueblo para beneficio del pueblo, necesariamente debe trascender lo formal y procedimental y concretarse en el mejoramiento del pueblo en todos los órdenes, como lo establece la norma. Se hace necesario señalar, en este punto, que Jaime Torres Bodet, quien era Secretario de Educación Pública en la época de esta importante reforma constitucional, reconoció un crédito en justicia, al escribir:

“Lombardo Toledano… si no me engaña el recuerdo, (fue autor de) dos sugestiones: la de mencionar ‘los resultados del progreso científico’ como base de la enseñanza y la de aludir a la democracia no solamente como a un régimen político, sino como a un sistema de mejoramiento económico, social y cultural”.[vii]

En contraste con esta definición justa y avanzada de democracia, hacemos notar que el régimen vigente “democrático” de México en las últimas décadas se ha alejado cada vez más de dicha definición y, por tanto, se ha distanciado de los anhelos del pueblo, al mismo tiempo que se ha vuelto violatorio de la Constitución.

VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO
VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO
  • Requerimos mexicanos nacionalistas, pero con el tipo de nacionalismo que se define en el propio mandato, respecto del cual, Lombardo precisa que ésta es la primera vez que en una Constitución se habla sobre el nacionalismo, y destaca la diferencia de éste nacionalismo nuestro con respecto de otros, los que ejercen los países poderosos, que es agresivo y pretende justificar sus tendencias intervencionistas y dominantes. El artículo tercero dice, respecto de la educación, que ésta:

“Será nacional, en cuanto –sin hostilidades ni exclusivismos– atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura”.

Lombardo afirma que éste es un concepto nuevo:

“nacionalismo no como una categoría jurídica ni sólo como una tesis política, sino como una programación del aprovechamiento de las riquezas naturales para hacer posible el progreso del país. Nacionalismo, además, para defender la independencia política de nuestra patria…”[viii]

  • Y enfatiza sobre la importancia de la independencia económica, porque“sin ésta, la independencia política es precaria, como la experiencia lo ha demostrado.”[ix]
  • Requerimos mexicanos de la nueva generación que, asimismo, adquieran la formación educativa que se expresa en la norma citada, en el sentido de quePatria. Oleo, Jorge González Camarena, 1962

    “Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte, a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de sectas, de grupos, de sexos o de individuos”.

Lombardo destaca otra tesis de alto valor en el artículo tercero, al contestar a las preguntas de ¿a quién corresponde la tarea de formar a las nuevas generaciones? ¿A quién compete formar la conciencia nacional a través de la escuela? Y responde enfáticamente:

“Es al Estado al que corresponde educar”.

Propuesta a porpósito de la reforma educativa.

Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.
Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.

En contraste con la justeza y la riqueza axiológica y teleológica del artículo tercero, han venido operando acciones que tienden a preparar mexicanos que no sean patriotas ni defensores de nuestra identidad cultural, sino una generación carente de memoria histórica y de amor a la patria; una que acepte dócilmente el dominio de las fuerzas económicas trasnacionales, y de la fuerzas políticas y militares de las grandes potencias, en especial de Estados Unidos; mexicanos que incluso vean como deseable la incorporación de nuestro país al de junto, al norte, en calidad de subordinado o “patio trasero” como nos han llamado históricamente los ideólogos del monroísmo y del imperialismo.

Acciones que tienden a formar una nueva generación de mexicanos que no aprecien, defiendan y desarrollen nuestra cultura, sino que vean la ajena como superior. Que no sean solidarios con los pueblos hermanos de América Latina y el mundo, sino que vean con desdén las acciones liberadoras y reivindicativas, en lo político y en lo económico. Que se sientan al margen de las luchas por recuperar nuestros recursos naturales, que los vean como actos de “agitación” estéril y repudiable.

Y que, confundidos, crean que la “democracia” puramente formal es la verdadera democracia. La acción corrosiva de tales tendencias, aunada a la acción siempre regresiva del viejo clero político, a las disposiciones privatizadoras, a los escasos recursos económicos y materiales que se destinan a esa noble tarea, y los bajos salarios de los trabajadores de la educación, han provocado una profunda crisis en esta materia en México, que es urgente y necesario resolver.

Proponemos, además de una justa política presupuestaria y salarial, el rescate vigoroso del rico y valioso contenido del artículo tercero constitucional. Su difusión por todos los medios posibles. Su valoración, por medio del análisis y la reflexión colectiva. El cotejo de sus postulados, respecto de las medidas regresivas que abundan. El estudio y la difusión de las tesis de Vicente Lombardo Toledano, pensador profundo, educador en el más alto sentido, sobre las aspectos axiológicos y teleológicos de la educación, contenidos en la norma constitucional. Nos parece que todo esto es indispensable.

[i] Mario Melgar Adalid, “Comentario al artículo 3º” en Derechos del Pueblo Mexicano, México a través de sus Constituciones, tomo I, página 114, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y la Editorial de Manuel Porrúa, primera edición, 1966.

[ii] Derechos del Pueblo Mexicano…, op cit., Capítulo “Antecedentes constitucionales e históricos”, página 136.

[iii] Op cit., Capítulo “Debates”, página 295.

[iv] Ver “El Plan Sexenal del Partido Nacional Revolucionario”, de Vicente Lombardo Toledano, en VLT Obra histórico-cronológica, tomo III / volumen 1, CEFPSVLT, 1995.

[v] Ver los siguientes trabajos de Vicente Lombardo Toledano: “Bases de la orientación socialista de la educación”; “Origen carácter y misión política de la enseñanza”; “La educación socialista y el proletariado”; “Trilogía, positivismo, espiritualismo, socialismo”; “La escuela socialista y las reivindicaciones del proletariado”, y “Principios filosóficos, contenido y finalidades de la enseñanza socialista”, en VLT, Obra histórico-cronológica, op cit.

[vi] Derechos del Pueblo Mexicano…, op cit., Capítulo “Reformas”, páginas 295 en adelante.

[vii] Jaime Torres Bodet, Años contra el tiempo, autobiografía del autor, citada por Guillermo Morfín García, en la “Presentación” de la obra Idealismo vs. Materialismo. Polémicas filosóficas Caso-Lombardo, Caso-Zamora, Caso-Lombardo. Editada de manera conjunta por la Masonería Filosófica de Michoacán, el CEFPSVLT y la Asociación Francisco J. Múgica.

 [viii] Ver “Las cinco tesis del artículo tercero constitucional”, en Vicente Lombardo Toledano, Obra educativa, volumen II, Segunda Edición, corregida y aumentada, CEFPSVLT, México, 2002, páginas 179 a 186.

 XI Ibídem.

 

BIBLIOGRAFÍA

Autores:

 LOMBARDO TOLEDANO, Vicente. Obra Educativa. Tres volúmenes. Primera Edición, Instituto Politécnico Nacional, Universidad Nacional Autónoma de México y CEFPSVLT, México, 1987, Segunda Edición, corregida y aumentada, Instituto Politécnico Nacional y CEFPSVLT, México, 2002.

LOMBARDO TOLEDANO, Vicente. Obra histórico-cronológica. Varios tomos y volúmenes. CEFPSVLT, México.

MELGAR ADALID, Mario. “Comentario al artículo 3º” en Derechos del Pueblo Mexicano, México a través de sus Constituciones, tomo I, página 114, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y la Editorial de Manuel Porrúa, primera edición, 1966.

MORFÍN GARCÍA, Guillermo. “Presentación”. En Idealismo vs. Materialismo. Polémicas filosóficas Caso-Lombardo, Caso-Zamora, Caso-Lombardo. Masonería Filosófica de Michoacán, CEFPSVLT, Asociación Francisco J. Múgica.

Documentos y compilaciones:

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.

DERECHOS DEL PUEBLO MEXICANO, MÉXICO A TRAVÉS DE SUS CONSTITUCIONES, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y la Editorial de Manuel Porrúa, primera edición, 1966.

 

 

 

 

LOMBARDO TOLEDANO, EL POLÍTICO, ENTREVISTADO POR WILKIE

LOMBARDO TOLEDANO, EL POLÍTICO, ENTREVISTADO POR WILKIE

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Intervención en la presentación del Suplemento del Tomo VI de la Obra Histórico-cronológica de Vicente Lombardo Toledano. Entrevistas realizadas por

Presentación del libro con las entrevistas de los Wilkie al doctor Lombardo Toledano
Presentación del libro con las entrevistas de los Wilkie al doctor Lombardo Toledano

James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie a VLT en 1964 y 1965. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”, 14 de enero de 2016.

En la distribución interna de temas que hicimos los presentadores de este libro, me correspondió hablar de Vicente Lombardo Toledano y la política como teoría y como práctica.

Lombardo, filósofo, pensador marxista,  intelectual, polemista, conferenciante, dirigente obrero y, sobre todo, político.

Al entrar en materia, debo contextualizar: hay que tener presente que Lombardo fue un intelectual en el más completo sentido de la palabra, y un polemista demoledor. Poseyó una cultura enciclopédica, razón por la cual, con justa razón, fue comparado con el renacentista Leonardo. En conferencias y otros trabajos, abordó temas científicos de frontera, con innegable solvencia.  Su dominio de la filosofía, fue proverbial, y como organizador y dirigente sindical, su impronta quedó grabada en el escenario nacional, en el latinoamericano y mundial. Sin embargo, todos sus saberes, todas sus capacidades, alcanzaron su máxima expresión en su ejercicio de la política, a la que consideró un quehacer trascendente, una verdadera ciencia,

“la ciencia de la dirección de la sociedad; una disciplina que requiere del auxilio de todas las demás ciencias y que tiene como objeto resolver las injusticias y construir una organización social superior”.

En las entrevistas que concedió a James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, Lombardo explica cuándo y cómo fue que por primera vez su cerebro conectó con el tema de la lucha política y social: narra que cierto día de noviembre de 1910 un compañero suyo, de escuela, entró con un periódico en mano cuyo encabezado decía “Estalló la revolución en Puebla”. Así, de un modo súbito, al entonces un adolescente de 16 años se le descorrió todo el misterio y el dramatismo de las luchas sociales:

“Yo soy, por tanto, un hombre que empieza a pensar en su patria justamente el día en que estalla la revolución”, dice en esta entrevista.

Pero otro momento fundamental en la toma de conciencia del joven Lombardo, que él narra a James Wilkie, ocurrió cuando fue nombrado secretario de la Universidad Popular Mexicana, en 1917. Allí ejerció una función docente que le permitió conocer de cerca la vida difícil, de los trabajadores, sus discípulos, siempre sujetos a explotación inicua y trato injusto.

“Comprendí entonces toda la profundidad del drama social de México”, dice al respecto.

Cómo llegó a ser marxista.

Carlos Marx. Materialismo histórico, los modos de producción.
Carlos Marx.
Materialismo histórico, los modos de producción.

Lombardo explicó a sus entrevistadores que otra etapa fundamental de su vida fue cuando transitó de la ideología que adquirió como estudiante en la Universidad Nacional, idealista en lo filosófico, basada en Kant, Schopenhauer, James, Bergson y Hegel, a la filosofía marxista. Habiendo viajado al extranjero, en 1925, pudo adquirir algunas obras fundamentales de Marx y Engels y encargar a las librerías que le enviaran otras, según fueran teniéndolas disponibles. Durante meses y años dedicó numerosas horas del día y la noche a estudiarlas, diccionario en mano. Así fui cotejando, dijo Lombardo a los esposos Wilkie,

“las nuevas ideas que yo adquiría con las que había recibido en la Universidad, y comprendí que la filosofía que yo había aceptado era falsa”.

Al final de ese proceso de acuciosa reconstrucción de su ideario,

“descubrí la filosofía del materialismo dialéctico, que me produjo el impacto de una ventana cubierta por cortinas que de repente se abre de par en par e inunda el aposento que ocultaba, con la intensa luz del sol y la frescura del aire libre”, dice Lombardo a sus entrevistadores.

Lombardo y el Estado cardenista.

Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas
Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas

El sexenio de Lázaro Cárdenas, de 1934 a 1940, es ampliamente reconocido como el más brillante de la etapa constructiva de la Revolución Mexicana. Fue una etapa en que el esfuerzo de Lombardo y el movimiento obrero, y el gobierno cardenista coincidieron en diversos aspectos, lo que se tradujo en una vigorosa interacción entre ambos. Pero hay que resaltar que a diferencia de lo que dice el lugar común, fue sobre todo la clase trabajadora la que actuó sobre el Estado y no éste sobre aquélla.

El movimiento obrero, dirigido por Lombardo, le presentó al Estado incontables iniciativas de la mayor importancia para la clase trabajadora, e imprescindibles para avanzar hacia la independencia y el progreso de la Nación. Le exigió al Estado que llevara adelante múltiples medidas de carácter avanzado. Movilizó a las masas para demandar, alentar y exigir que esas medidas se pusieran en marcha con firmeza, sin hacer concesiones a las clases dominantes y sin incurrir en debilidades frente a las presiones de los poderosos. Por otra parte, en los momentos en que el gobierno de Cárdenas fue objeto de violentos ataques y amagos de deposición, provenientes de la derecha y la contrarrevolución, el movimiento obrero lo defendió con toda decisión.

Es decir, el movimiento obrero, bajo la dirección de Lombardo, ocupó en los hechos el lugar de vanguardia del proceso revolucionario mexicano de la época, en calidad de guía ideológico y fuerza motriz. Ésa fue su función en el caso de la nacionalización del petróleo, por ejemplo. Pero también es cierto que el movimiento obrero contó con una respuesta sensible y favorable por parte de Cárdenas y su gobierno en la mayoría de los casos –cuestión que Lombardo y el movimiento obrero siempre reconocieron-, aunque esto no significa que no hayan existido discrepancias; también las hubo.

Los sindicatos y su lucha por la liberación respecto del imperialismo.

La Confederación de Trabajadores de México se manifiesta por la independencia nacional
La Confederación de Trabajadores de México se manifiesta por la independencia nacional

Vicente Lombardo Toledano no siempre ejerció su actividad política por medio de un partido político. También la ejerció a título personal, desde la cátedra y la difusión de sus ideas por todos los medios a su alcance. Y, entendida la política como la actividad transformadora de la realidad social por excelencia, y el principal medio para conquistar la liberación nacional respecto del imperialismo, la ejerció asimismo por medio de las grandes organizaciones sindicales clasistas que organizó y que practicaron el sindicalismo revolucionario. En efecto, sin confundirse con partidos políticos ni pretender usurpar sus funciones, tanto la Confederación de Trabajadores de México, CTM, de la época de Lombardo, como la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, porque, como lo postuló Lombardo,

“en los países que luchan por su independencia nacional y en los que disfrutan de ella, pero están sometidos económicamente a las fuerzas del imperialismo, los sindicatos deben unir a sus demandas económicas y sociales la lucha por la independencia política nacional, o la lucha por la emancipación económica respecto del imperialismo”.

Así lo hicieron en todo momento esas grandes centrales, la CTM y la CTAL.

Lombardo y su partido.

De acuerdo con el análisis marxista de Lombardo, las condiciones de la posguerra hacían necesario crear un nuevo partido político en México, que debería ser más militante que aquél en que sustentó las acciones de su gobierno el general Cárdenas, el Partido de la Revolución Mexicana, PRM. El un nuevo partido debería ser más definidamente antimperialista y más democrático, y debería ser independiente del poder público. Con ese objetivo, como él lo narra, Lombardo convocó a la Mesa Redonda de los Marxistas Mexicanos, en que participaron los elementos marxistas de todo el país, en enero de 1947. Conclusión: crear un nuevo instrumento político para reforzar el frente nacional, democrático y antimperialista.

Luego, Lombardo llevó la idea a un congreso nacional de la CTM, que aprobó la idea y declaró que el partido nuevo que debería ser, ante todo, un partido de la clase trabajadora. También consultó con personajes prominentes de la vida pública y recorrió el país el país explicando cuáles eran las intenciones, llamando al pueblo a ingresar al nuevo  partido. Todo este esfuerzo culminó el 20 de junio de 1948, cuando en la Asamblea Constituyente del Partido Popular, Lombardo proclamó: “Así nace, como el pueblo de México es, perseguido y pobre, pero resuelto a limpiar la patria y liberarla. Así han nacido las grandes causas de la historia”.

El Programa aprobado contiene los siguientes puntos:

1) Lucha contra la penetración del imperialismo en la vida económica, cultural, social y política del país;

2) Control y reglamentación de las inversiones extranjeras;

3) Mayor intervención del Estado en la economía mediante las nacionalizaciones;

4) Impulso planificado a las fuerzas productivas del país, orientado al desarrollo independiente y vigoroso de nuestra economía;

5) Tierra, agua, crédito y asesoría técnica, oportunos y baratos a los campesinos para hacer avanzar la Reforma Agraria;

6) Mejor distribución de la riqueza y elevación constante del nivel de vida del pueblo;

7) Por la unidad, independencia y democracia del movimiento obrero;

8) Absoluta igualdad de derechos y posibilidades de la mujer y el hombre.

El Partido Popular, transformado después, en octubre de 1960, en Partido Popular Socialista, habría de ser, desde que nació, el instrumento político fundamental de Vicente Lombardo Toledano, del que nunca se separaría y a través del cual encausaría sus luchas por transformar la realidad nacional en una superior. Una y mil batallas libró, al frente de su partido, sin fatiga ni claudicación.

Su campaña por la presidencia de México.

Agruparía a las amplias masas de obreros, campesinos, intelectuales y sectores medios de la población, a miles y miles de hombres y mujeres
Agruparía a las amplias masas de obreros, campesinos, intelectuales y sectores medios de la población, a miles y miles de hombres y mujeres

En 1952, Vicente Lombardo Toledano fue proclamado candidato del Partido Popular a la presidencia de la República. También lo postularon el Partido Comunista Mexicano y el Partido Obrero y Campesino, por lo que fue el candidato de toda la izquierda del México de la época. La campaña presidencial de Lombardo fue una batalla política memorable, cuyo análisis desde el punto de vista académico está pendiente de realizar, y que mucho contribuyó a modificar la correlación de fuerzas a favor de las de carácter democrático, patriótico y antimperialista, y a volver a enrumbar al país, por varias décadas más, por el camino de las nacionalizaciones, que la derecha de dentro del PRI, también conocida como la corriente alemanista, repudiaba, en plena coincidencia con el partido político de la derecha tradicional, el Partido de Acción Nacional.

Fue una campaña de riquísimo contenido ideológico y programático, sin precedentes. El Maestro Lombardo, como le decían sus múltiples seguidores, recorrió el país palmo a palmo, hablándole al pueblo y escuchándolo, y todo ello sin más recursos que los que la misma gente humilde del pueblo le iba proporcionando. En su cierre de campaña, Lombardo lo valoró así:

“Mi campaña ha establecido un precedente de valor histórico. Por primera vez en la vida política de México, el pueblo ha pagado íntegramente la campaña de un candidato a la Presidencia de la República. Mi partido y yo como candidato, hemos contrariado radicalmente el hábito inmoral de dar dinero a los manifestantes y a los electores”.

Mucho más habría que conversar sobre Vicente Lombardo Toledano y la política como teoría y como práctica, y en particular sobre este libro que hoy presentamos y que contiene una serie de testimonios del Maestro, narrados a dos intelectuales, historiadores destacados, los esposos Wilkie, James y Edna.

Ante la imposibilidad de agotar el tema en un ejercicio como esta presentación, sólo me resta recomendar su lectura y su estudio, de la manera más amplia y convencida. ¡Gracias!

Presentación del Tomo VI de la Obra Histórico-Cronológica

SIMPOSIO INTERNACIONAL “LA REVOLUCIÓN CUBANA, GÉNESIS Y DESARROLLO HISTÓRICO”.

SIMPOSIO “LA REVOLUCIÓN CUBANA, GÉNESIS Y DESARROLLO HISTÓRICO”.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

El Simposio Internacional “La Revolución Cubana. Génesis y desarrollo histórico” tuvo un señalado éxito científico.

Un aspecto de los trabajos del simposio.
Un aspecto de los trabajos del simposio.

Convocado por el Instituto de Historia de Cuba, se celebró en el principal recinto nacional, el Palacio de las Convenciones, en La Habana, durante los días 13 al 15 de octubre de 2015. El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” fue coauspiciador del evento, en virtud de que mantiene una añeja colaboración académica con el Instituto de Historia de Cuba, sustentada en un convenio suscrito años atrás. Coauspiciaron también el simposio la Universidad Autónoma de Chapingo, México, y ocho entidades científicas y culturales de Cuba: la Universidad de La Habana; la Academia de Historia de Cuba; la Unión Nacional de Historiadores de Cuba; la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo del Estado; la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe; la Biblioteca Nacional José Martí; la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz, y el Archivo Nacional de Cuba.

Dada la importancia del simposio, despertó un extraordinario interés en el ámbito científico social internacional, lo que se refleja en el hecho de que asistieron más de setecientos académicos de 18 universidades y centros de investigación de Cuba y de 30 universidades y centros de estudios de otros países de Europa, Norteamérica, Asia, África y América Latina. Fue destacada la participación de la comunidad científica europea, con miembros, entre otras, de las universidades de Colonia y de Giessen Justus Liebig, de Alemania; la Universidad de Viena, Austria; la Universidad de Utrecht, Holanda; la Universidad de Lausana, Suiza; la University and College Union, de Londres, Reino Unido; la Universidad de Gotenburgo, Suecia, y por parte de España, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia).simposio-revolucion

Además, contra lo que se podría suponer por razones de geopolítica e incluso de prejuicios, relevantes académicos de prominentes universidades de Estados Unidos tomaron parte en este evento, entre otras, de la por muchas razones emblemática Harvard; así también de la Universidad de Nueva York (NYU); la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY); la Universidad de Texas, en Austin, y la Universidad de Nuevo México, entre varias más.

En el caso de nuestro país, además de este Centro de Estudios y la Universidad Autónoma Chapingo, que coauspiciaron el simposio internacional, participaron de igual forma profesores-investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México; la Escuela Nacional de Antropología e Historia; la Universidad Pedagógica Nacional; el Centro de Estudios Históricos del Colegio de Michoacán; la Universidad de Guanajuato; la Universidad Autónoma de Querétaro; la Universidad de Quintana Roo y el Instituto Mora, entre varias instituciones más.

Harvard, la UNAM, Pace University, New York University, la Universidad de Gotemburgo, Suecia, la de Colonia, Alemania, la de Viena, Austria, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de la Habana, la de Utretch, Holanda, la Universidad de Santiago de Compostela, España, la de Texas, en Austin, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Mora y la Universidad Pedagógica Nacional, son algunas de las numerosas, prestigiadas universidades representadas en el Coloquio, además del Instituto de Historia de Cuba, el Centro de Estudios Lombardo Toledano y la Universidad Autónoma de Chapingo.
Harvard, la UNAM, Pace University, New York University, la Universidad de Gotemburgo, Suecia, la de Colonia, Alemania, la de Viena, Austria, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de la Habana, la de Utretch, Holanda, la Universidad de Santiago de Compostela, España, la de Texas, en Austin, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Mora y la Universidad Pedagógica Nacional, son algunas de las numerosas, prestigiadas universidades representadas en el Coloquio, además del Instituto de Historia de Cuba, el Centro de Estudios Lombardo Toledano y la Universidad Autónoma de Chapingo.

El evento no solamente congregó a historiadores; también a polítólogos, sociólogos, economistas, antropólogos, juristas, filósofos sociales, comunicólogos, demógrafos, internacionalistas y bibliotecólogos, dado que se propuso analizar ese proceso del devenir de Cuba y con elevado impacto internacional, en sus más diversos ángulos, tanto con un enfoque riguroso desde la ciencia histórica como, a la vez, desde una óptica ampliamente interdisciplinaria, como lo logró, en efecto.

Por lo que se refiere a algunos aspectos de la temática desglosada, en una mesa se deliberó respecto a “La confrontación Cuba-Estados Unidos”, donde presentaron sus ponencias investigadores norteamericanos del Department of Intelligence Studies and Global Affairs, Embry-Riddle College of Security and Intelligence; también científicos de la American University, de Washington y la Universidad de Nuevo México, Albuquerque. Asimismo hubo contribuciones de académicos de España, de la Universidad Autónoma de Barcelona; de Alemania, de la Universidad de Colonia; de Colombia, de la Universidad de Caldas, y desde luego de Cuba, en este caso del Instituto Superior de Tecnologías de y Ciencias Aplicadas. En otra mesa se debatió sobre “Las raíces históricas de la Revolución Cubana”, tema en que participaron investigadores de la Universidad de Harvard; el Hamilton College, de Nueva York; la Universidad Nacional de Senegal; la Universidad de Filipinas; la Autónoma de Chapingo, México; del Instituto de Historia de Cuba y del Instituto Cubano de Antropología, entre otros.

También se analizó “El proceso nacional liberador en los años cincuenta”, en otra mesa, con la intervención de científicos de la University and College Union, Londres, Reino Unido; el Sarah Lawrence College, de Estados Unidos; la Universidad de Oriente, Cuba; la Academia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba; la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de Cuba y el Instituto de Historia de Cuba, entre otros. En otra mesa más se reflexionó sobre los vínculos entre la “Cultura y la Revolución”, con la participación de panelistas mexicanos, de la Universidad Pedagógica Nacional y de la UNAM; norteamericanos, de la De Pace University, New York, y del país anfitrión, del Instituto de Historia de Cuba, entre varios más. Hubo un panel sobre “La historiografía y conservación de documentos de la Revolución Cubana” con ponencias de expertos de la Universidad de Harvard, Estados Unidos; la Universidad Nacional Autónoma de México; la Unión Nacional de Historiadores de Cuba; la Oficina del Historiador de Bayamo, Cuba; el Archivo del Instituto de Historia de Cuba; el Archivo Histórico y del Museo Casa de los Mártires de Guanabacoa, Cuba, entre otros participantes.

Por su parte, el Centro Lombardo presentó la ponencia “La actual etapa de la revolución socialista y los desafíos del siglo XXI para Cuba y América Latina”, a cargo del autor de esta reseña, dentro del panel titulado “Cuba y América Latina en los siglos XX y XXI”, habiendo compartido el panel con los prestigiados intelectuales cubanos Luis Suárez Salazar, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales y Alberto Prieto Rozos, de la Universidad de La Habana, con la moderación de Tomás Diez Acosta, del anfitrión, Instituto de Historia de Cuba.diaz-canel-simposio

Cabe mencionar por último otro hecho que sin ser estrictamente académico, refleja de igual manera la significación del evento: se trata del hecho de que en una de las sesiones plenarias hizo presencia el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, Miguel Mario Díaz-Canel.

 

Introducción del libro Lombardo y su influencia en la vida política de México

Introducción del libro Lombardo y su influencia en la vida política de México

Por considerarlo de interés, reproducimos las Introducción del libro “Lombardo y su influencia en la vida política de México”, que fue presentado en la XXXVI Feria Internacional del libro del Palacio de Minería, en la ciudad de México, el 28 de febrero de 2015.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

INTRODUCCIÓN.

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Esta investigación tiene el propósito de dilucidar si el doctor Vicente Lombardo Toledano y sus ideas, sustentadas en la filosofía del materialismo dialéctico e histórico, influyeron en el devenir de México, en sus transformaciones económicas, políticas y sociales durante la última mitad del Siglo XX y lo que va del XXI, en especial por cuanto a la actividad que el pensador político y brillante polemista desarrolló en el frente parlamentario y el trabajo que desplegaron, en esa misma palestra, sus discípulos y compañeros, considerando que la Tribuna del Congreso, por sí misma y por las repercusiones que puede alcanzar, constituye una arena fundamental para la batalla de las ideas. Y en caso de que la respuesta sea afirmativa, en qué contexto y en qué medida lo hicieron.

Por cuanto al periodo que comprende la investigación, se ajusta al que va de 1948, año en que surge el Partido Popular a la vida pública, a 1994, último en que participa en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, aunque también se establece el entorno histórico y se reflexiona sobre lo sucedido antes y después de las fechas señaladas.

La estructura de este trabajo está organizada en cuatro capítulos. El primero se dedica al análisis de las ideas de Lombardo Toledano sobre la política en general y, en particular, sobre la política revolucionaria entendida como “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”[1], como el propio dirigente la definiera. En el mismo capítulo se analizan asimismo, a la luz de la filosofía marxista, las concepciones que el fundador de la Confederación de Trabajadores de México y del Partido Popular enarboló respecto del objetivo inmediato que los luchadores revolucionarios deberían proponerse en México y sobre la estrategia y la táctica idóneas para transformar nuestra realidad en una superior, confrontando sus enfoques con los de organizaciones y líderes que, asumiéndose también como marxistas, sin embargo diferían de manera profunda respecto de las que sostuvo Lombardo. Se examinan también el programa y los instrumentos para la liberación de nuestro país respecto del imperialismo, apartado que incluye la función que, de acuerdo con su fundador, correspondería al partido político de referencia, mismo que, dentro del lapso 1948-1994, tuvo dos nombres: primero, Partido Popular, y más tarde Partido Popular Socialista.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, Daniel Solorio Ramírez, Belisario Aguilar Olvera. Presentación de Libro LOMBARDO Y SU INFLUENCIA EN LA VIDA POLÍTICA DE MÉXICO. FILPM XXXVI.
Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, Daniel Solorio Ramírez, Belisario Aguilar Olvera. Presentación de Libro LOMBARDO Y SU INFLUENCIA EN LA VIDA POLÍTICA DE MÉXICO. FILPM XXXVI.

El segundo capítulo se dedica al tema de la estructura económica de la sociedad mexicana a mediados del siglo XX. En él se abordan las concepciones del político y pensador revolucionario sobre la vía para desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia y progreso social, confrontando sus ideas con las que impulsaban los ideólogos del capital transnacional y la burguesía interna ligada a éste. Asimismo, se evidencian el origen y las causas de la intervención estatal mexicana en el ámbito de la economía. Se examina este intervencionismo y se comprueba que su naturaleza no es semejante, sino inversa al que postuló el célebre economista británico John Maynard Keynes. También se aborda, como cuestión ilustrativa, la estrategia obrera que condujo a la nacionalización petrolera.

En este mismo capítulo se analiza el carácter contradictorio que tuvo la evolución de nuestra economía por cuanto a la participación en ella del Estado, que tuvo una tendencia intervencionista durante décadas dominante, y se aspira a dilucidar cuál fue la influencia de Lombardo y sus ideas en esa tendencia que se expresó, entre otros hechos, en la nacionalización de ramas fundamentales de la economía nacional y de empresas relevantes; se examina, entre otros, el caso de la Industria eléctrica. Además, se aborda con amplitud la trascendente iniciativa de Lombardo para adicionar la Constitución con un nuevo capítulo en materia económica, y se da seguimiento a la evolución del debate que se produjo sobre ésta en el seno del Parlamento y fuera del mismo.

Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.
Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.

El mismo capítulo se propone hacer evidentes las principales tendencias económicas a partir de la década de los setentas, y su coincidencia con el momento histórico en que se agudiza el debate teórico y político sobre el camino económico de México, iniciado por Lombardo. Con ese objetivo, se analizan las tendencias en materia de inversión pública y privada, inversión extranjera directa y deuda externa. También se examina la cuestión de la nacionalización de la banca, decretada por el gobierno de José López Portillo en 1982, y las secuelas que tuvo. Se estudia la etapa posterior en que se abandona la vía de la intervención del Estado, a partir de 1983, con la Reforma económica de Miguel de la Madrid, y, dentro de ésta, se dilucidan los conceptos de Rectoría del Estado, Renovación moral y Planeación económica. Igualmente, se analiza la privatización de la banca, puesta en marcha en el sexenio delamadridista, primero de manera furtiva, cuando apenas habían transcurrido dos meses del momento en que se decretó su nacionalización, y más tarde ya con descaro. El capítulo se ocupa también del proceso general de privatizaciones que arrancó entonces, y se aborda el asunto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN.

En todos estos asuntos, como ya se dijo, se tiene como objetivo dilucidar y documentar la influencia del maestro Lombardo Toledano y su partido en los cambios registrados, a partir de su actividad sobre todo en el frente parlamentario.

El tercer capítulo se ocupa de la superestructura política y examina cuestiones vinculadas con la democracia política; la Reforma del Estado y los Poderes de la Unión, entre otros. Dado que en las últimas décadas se puso de moda hablar de un supuesto tránsito de un régimen autoritario a la democracia en México, cuyo periodo de realización coincide con la puesta en marcha del neoliberalismo, que es intensamente antidemocrático, se emprende el análisis de éste, empezando por enmarcarlo conceptualmente y, además, se le pone en su contexto histórico y social, buscando desentrañar los nexos que existen entre lo que sucede en el ámbito de la política contemporánea y las luchas que libró nuestro pueblo en el pasado, destacando asimismo los vínculos de la política con la economía y con los ámbitos jurídico y social.

También se analizan, a la luz de las concepciones de Lombardo Toledano, las principales participaciones que los parlamentarios lombardistas sostuvieron a lo largo de catorce legislaturas de la Cámara de Diputados y, en el Senado de la República, en dos, con respecto de asuntos vinculados con la democracia y los derechos ciudadanos; con los procesos electorales; con los partidos y el sistema de partidos y con el sistema de representación. De igual manera, los que ligan la vida democrática con el derecho a la información y los relacionados con la reforma del Estado. Temas como el federalismo y la organización municipal; la seguridad nacional; los atributos y funciones de los Poderes de la Unión y las relaciones que vinculan entre ellos a dichos Poderes. Además, cuestiones como la soberanía nacional y la soberanía popular en sus distintos aspectos: soberanía económica, política, energética, alimentaria, y los vínculos de aquélla con la identidad cultural, el patrimonio histórico y el tema concreto de la democracia.

 Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.
Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.

Por cuanto a la formación, cultura e identidad nacional, se aborda el tema de las raíces de nuestra identidad, de las culturas indígenas y, en particular, de la cultura náhuatl. Asimismo, el de la necesidad de preservar nuestro patrimonio cultural, sobre todo en tiempos de la globalización neoliberal; se habla del Centro Histórico de la Ciudad de México y del patrimonio histórico submarino; de la identidad nacional y la formación del mexicano de nuestro tiempo; y bajo este rubro general, se exploran, en concreto, la reforma educativa y la revolución tecnológica; los temas de la educación, de la autonomía universitaria y de la libertad de cátedra; de las reformas de 1991 y 1992 al artículo 3° de la Carta Magna; de la formación de los educadores que México necesita, y de los medios masivos de comunicación y su interacción con la identidad cultural de los mexicanos.

El capítulo cuarto, por su parte, tiene como propósito contestar a la cuestión de en qué medida Vicente Lombardo Toledano y su pensamiento han influido en el devenir de México en el ámbito social. Se examinan, desde el punto de vista conceptual, los vínculos entre la democracia social, la democracia económica y la democracia política. También, las cuestiones relativas a los derechos sociales y las clases sociales. Se exploran los asuntos que tienen que ver con los derechos de la población indígena; el derecho al trabajo digno y socialmente útil; el derecho a la salud; la defensa del patrimonio ecológico como parte del derecho a un ambiente sano; el derecho a la educación; el derecho a la vivienda, y el problema del transporte urbano. En todos esos temas, se busca dilucidar la influencia de las de ideas de Lombardo, como ya se dijo, en los cambios registrados a partir de su actividad y la de sus seguidores, particularmente en el frente parlamentario.

También, con respecto de las cuestiones relacionadas con los derechos sociales de la clase obrera, como el contrato colectivo de trabajo de carácter obligatorio; la ampliación de la competencia federal en materia laboral; el derecho de huelga; la necesidad de mejorar la capacidad adquisitiva del salario; los salarios mínimos generales y profesionales y el salario remunerador; la perversión de la política de subsidios; la escala móvil de los salarios; los derechos de los trabajadores jubilados; la presunta caducidad del apartado B del artículo 123 de la Constitución, y de diversos aspectos de la seguridad social. Asimismo se abordan los derechos sociales de los campesinos, donde entran asuntos como la Reforma Agraria; el derecho de amparo en materia agraria; la explotación colectiva de la tierra; la Ley de Fomento Agropecuario; la Reforma de 1991 al artículo 27; la Ley Agraria, y la iniciativa para restituir las bases históricas del mismo artículo.

Enfoque metodológico.

El enfoque metodológico que se utiliza es el de la interconexión e interinfluencia de los diversos fenómenos de la sociedad. Según esta óptica, la economía y la política están indisolublemente vinculadas, de tal manera que los hechos de significación, las transformaciones y los cambios que se dan en una de estas esferas repercuten en la otra y viceversa. Lo mismo sucede con respecto a los ámbitos de lo social, lo jurídico y lo cultural, entre otros. Porque de todas estas disciplinas, ninguna está aislada de las demás, ni los movimientos que registran constituyen simples proyecciones ni reproducciones mecánicas, unas de otras. Lo que existe es una interacción recíproca común, de carácter complejo.[2]

El proceso de cambios que se da en el ámbito de lo político, de acuerdo con este método, es parte de una dinámica de conjunto, de un entrelazamiento con otras actividades sociales que son objeto de estudio de disciplinas tales como la economía, el derecho y la sociología. Por tanto, es necesario poner en su contexto general el proceso de los cambios que se vienen dando en las diversas esferas citadas, de la economía, la política y el ámbito de lo social, tanto en el plano nacional como en el internacional, dado que la influencia de las fuerzas externas y de la dinámica de los cambios producidos en la arena mundial, llega a alcanzar en ocasiones un influjo altamente significativo. Por lo que hace a este último factor, en el lapso comprendido en este trabajo (1949-1994), la arena internacional estuvo dominada primero y en su mayor parte por la llamada guerra fría, y más tarde por su desenlace y el periodo que se ha denominado de la posguerra fría, o de la globalización neoliberal. Las diferentes circunstancias de una etapa y otra han modificado notablemente la correlación de fuerzas en el planeta y, sin ser determinantes, sin embargo han incidido con gran fuerza en los acontecimientos internos en México, como también en otros países.

Me propongo asimismo observar la participación medular, en todo este proceso, de un conjunto de instituciones nacionales de notable vigor. Se trata de instituciones que han gozado de originalidad, en tanto que fueron las respuestas propias que encontró la sociedad mexicana a problemas que ésta enfrentaba, sin que mediara la copia de soluciones ajenas. Se trata de instituciones que han sido eficaces y que en buena medida deben su vigor y su validez precisamente a este carácter original, pero sobre todo al acierto de su diseño. Es el caso de muchas de las que se originaron en el periodo de nuestra historia que inicia en 1917 y va hasta mediados del siglo o más allá, aunque varias de ellas tenían antecedentes de mayor profundidad en el tiempo. Entre estas instituciones originales y vigorosas se debe mencionar en primer término a la Constitución de 1917, documento que fue innovador y cuya estructura y contenido vinieron a romper con la doctrina constitucional que era reconocida y aceptada en el mundo, hasta entonces. Porque la doctrina dominante era la del modelo constitucional clásico, según el cual estos documentos habían de ser breves y circunscribirse al establecimiento de las normas sobre la organización del Estado y las garantías individuales, nada más. Su prototipo había sido la Constitución de Estados Unidos de Norteamérica. Pero la nuestra se salió de ese esquema; innovó e incorporó diversos principios y tesis de orden económico y social que le dieron un perfil distinto y socialmente superior, aunque al hacerlo tuvo que enfrentar múltiples resistencias.

En efecto, en tanto el Constituyente de 1916-17 debatía, en su seno y fuera de él se escuchaban opiniones acremente críticas al proyecto que iba surgiendo, porque, decían, era muy extenso y farragoso. Se le rechazaba sobre todo porque incorporaba tesis como la que afirma el dominio de la nación sobre las riquezas de su territorio; también la Reforma Agraria y el reconocimiento de los derechos de la clase obrera. La intervención del diputado Heriberto Jara fue relevante respecto a “… lo que cabe o lo que debe caber y no debe caber en la Constitución”.

Jara manifestó, con ironía:

Destacado diputado constituyente de 1916-17. Foto del Archivo General de la Nación.
Destacado diputado constituyente de 1916-17. Foto del Archivo General de la Nación.

“Yo quiero que alguien nos diga, alguien de los más ilustrados, de los científicos (risas), de los estadistas, ¿quién ha hecho la pauta de las constituciones? ¿Quién ha señalado los centímetros que debe tener una Constitución, quién ha dicho cuántos renglones, cuántos capítulos y cuántas letras son los que deben formar una Constitución? Es ridículo sencillamente; eso ha quedado reservado al criterio de los pueblos, eso ha obedecido a las necesidades de los mismos pueblos; la formación de las constituciones no ha sido otra cosa sino el resultado de la experiencia, el resultado de los deseos, el resultado de los anhelos del pueblo, condensados en eso que se ha dado en llamar constituciones”.[3]

La propia Constitución Mexicana forjó muchas otras instituciones originales de innegable importancia. Definió de una manera novedosa conceptos políticos y sociológicos que dieron origen a instituciones distintas a las que habían dominado en el mundo desde el triunfo de las revoluciones liberales. Por ejemplo, sobre democracia y soberanía, en el 39 establece que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”; y el artículo 40, que define la forma de gobierno que será el de una: “…república representativa, democrática, federal…”, e insiste en que se trata de una “democracia representativa”.[4]

Pero el aspecto novedoso está en el artículo el tercero, cuyo tema principal curiosamente es el de la educación y no de la organización política del país, como los ya citados. En el inciso “a” de la base segunda de este artículo se define la democracia “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”[5], según la trascendente reforma que data del año de 1946.

También son novedosos y sumamente avanzados los tratamientos de la Carta sobre la propiedad originaria; los derechos sociales y la función que corresponde al Estado respecto de estos derechos, estando obligado a tutelarlos. Es novedoso asimismo el asunto de la relación entre el Estado y la iglesia.

En cuanto al primero de estos tres asuntos, el artículo 27 de la Constitución de 1917 estableció en su texto que “La propiedad de tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada”.[6] Esta concepción novedosa vino a reducir la propiedad privada a la categoría de concesión otorgada por el Estado, con lo que se alejó de un principio fundamental en las constituciones liberales del mundo, que proclama que la propiedad privada es inherente a la persona humana y constituye un principio fundamental del sistema capitalista.

Por cuanto al segundo asunto mencionado, el de los derechos sociales, el artículo 123 se distancia de otro principio hasta entonces intocado. Es el principio según el cual el Estado debe ser un ente neutral en el conflicto de intereses entre las clases sociales. En nuestro caso, le dio al Estado mexicano la responsabilidad de tutelar los derechos de los trabajadores frente a los patrones, mandatándolo a estar de parte de la clase explotada y no de los explotadores.

Y, por lo que se refiere al tercer tópico, el de las relaciones Estado-iglesia, el artículo 130 emanado del Congreso Constituyente de 1917 y vigente hasta 1992, declaró que “La ley no reconoce personalidad alguna a las agrupaciones religiosas denominadas iglesias”. Esta es otra tesis novedosa, sin precedentes, que quebró la fuerza política de facto de la que gozaba el alto clero católico. El debate en este tema fue sobre si compete o no a los ministros de culto, más allá de sus funciones propiamente religiosas, participar corporativamente en los asuntos públicos, como lo hacían los dirigentes eclesiales a nombre de la Iglesia, para resolver a favor de sus intereses los más diversos asuntos públicos, tales como el otorgamiento de concesiones, la designación de funcionarios y el contenido de leyes y decretos, entre otros muchos. La opinión del Congreso fue que se trataba de un abuso que no debería darse más.[7]

Y sin duda se debe incluir al propio Estado mexicano entre las instituciones que constituyeron planteamientos originales y novedosos en la Constitución de 1917. No tanto por su estructura, sino por sus funciones, notoriamente diferentes de las que se asignan a cualquier Estado liberal clásico, como se analizará en el cuerpo de este trabajo.

Finalmente, entre las instituciones nacionales surgidas en la mencionada etapa y que interactuaron respecto de los cambios económicos, sociales, culturales y políticos que hoy se observan, están también los partidos políticos nacionales permanentes que fueron apareciendo en la vida pública a partir de finales de la década de los veintes. Los partidos políticos habrían de actuar e influir en el seno de los Poderes de la Unión, sobre todo el Legislativo, impulsando unas medidas, resistiendo otras y hasta combatiendo otras más, según sus intereses de clase, sus concepciones filosóficas y sus proyectos de nación, e incidirían no sólo en lo que se refiere a las modificaciones de la superestructura jurídica, sino también en la conformación de la opinión pública, en la Academia, en el ámbito laboral y en sectores importantes de la sociedad, de la que ellos mismos forman parte, contribuyendo de esta manera a modelar la correlación de fuerzas dominante de cada momento.

[1] Vicente Lombardo Toledano. “La política y las leyes de la realidad”, en ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975. Pág. 19.

[2] Se trata del método dialéctico, instrumento que utiliza el pensamiento marxista. Sobre este método proceden dos aclaraciones. Primera, las corrientes ideológicas dominantes en nuestros días se han apresurado a declararlo superado o carente de validez, pero han sido incapaces de sustentar su dicho. Segunda, el marxismo vulgar ha deformado al método dialéctico presentándolo erróneamente como determinista, cuando en realidad es un método integral y dinámico.

[3] Intervención del diputado Heriberto Jara en la sesión permanente del Congreso Constituyente celebrada los días 29, 30 y 31 de enero de 1917, en Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus Constituciones. México, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, primera edición XLVI Legislatura, 1966; cuarta edición, LV Legislatura, 1994, p. 511.

[4] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[5] Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] Ver Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus constituciones. México, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, primera edición XLVI Legislatura, 1966; cuarta edición, LV Legislatura, 1994.  Tomo XII, pp. 1069 a 1137.

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LA PERSONALIDAD DE MÉXICO

LA PERSONALIDAD DE MÉXICO

Por Vicente Lombardo Toledano.

VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO
VINCENTE LOMBARDO TOLEDANO

(Fragmento del libro de Vicente Lombardo Toledano ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo,editado por el Partido Popular Socialista. México, D. F., mayo de 1963. Disponible en Vicente Lombardo Toledano, Obra Histórico-Cronológica. Tomo VI, volumen 11, 1963. CEFPSVLT, 2011.)

Sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de nuestro país y sin aprovechar las experiencias de su pueblo, es imposible que el partido único

del proletariado pueda tener influencia en la clase obrera y en las grandes masas trabajadoras que constituyen la mayoría de la población.

¿Cuáles son las características de México que le han dado una fisonomía propia dentro del Continente Americano y del mundo? He aquí, a mi juicio, las de mayor importancia.

Una de las causas primordiales de la personalidad de nuestro país es la formación racial de su pueblo.

Al ocurrir el descubrimiento de América y pocos años después la conquista de México por los españoles, el territorio al que llegaron estaba poblado por numerosas tribus que hablaban diferentes lenguas y dialectos, probablemente con un origen remoto común. En el curso de los siglos y a virtud de su actividad sobre el medio en que vivieron y, particularmente, del carácter de sus instrumentos de trabajo y de las formas de su producción económica, las poblaciones indígenas se fueron diferenciando. Los antropólogos han formulado distintas clasificaciones de ellas, partiendo de las que sobreviven, para precisar las que había en el siglo XVI, y tomando en consideración también los datos de los cronistas y de los primeros historiadores.

Las familias lingüísticas eran y todavía son, aunque alteradas, las siguientes: la de los Yumanos, integrada por los Cucapás, los Kilihuis y los Huaipáis; la Seriana, formada por los Kunkaks o Seris; la Pimana, compuesta por los Pápagos, Opatas, Pimas, Yaquis, Mayos, Ocoronis, Tarahumaras, Guarigias y Tepehuanes; la Nahuatlaca, formada por los Coras, Huicholes, Tepecanos, Mexicanos o Náhoas, Cuitlatecos y Chontales; la Tarascana, correspondiente a los tarascos; la Algonquiniana, integrada por los Kikapoos; la Atapascana, de los Chichimecas Jonaces; la Otomiana, compuesta por los Otomíes, los Mazahuas y los Chichimecas-Pames; la Matlatzincana, de los Matlatzinecos; la Mixteco-Zapotecana, integrada por los Mixtecos, Zapotecas, Amuzgos, Triques, Chatinos, Mazatecos, Cuicatecos, Chinantecos, Ojitecos e Ixcatecos; la Totonaca, compuesta por los Totonacas y Tepehuas; la Zoque-Mixeana, integrador por los Zoques, Mixes, Yavanas, Tlapanecos, Chochos, Popolocas y Huaves; y la Maya-Quicheana compuesta por los Huastecos, los Chontales, los Mayas, los Choles, Tzotziles, Tzeltales, Tojolabales, Mames y Lacandones.

"Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano..."
“Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano…”

Estas poblaciones, distribuidas a lo largo del territorio de lo que habría de ser la Nueva España, no eran naciones en el sentido estricto de la palabra. La mayoría de ellas se hallaba en el períodos medio de la barbarie y las más evolucionadas en el último de esa etapa histórica, a causa de lo rudimentario de sus medios de producción. No habían llegado al uso del hierro y de la rueda; carecían de animales de tracción; sus instrumentos de trabajo eran de piedra y de bronce; la estructura de las tribus estaba basada en las relaciones del parentesco sanguíneo; su forma política más avanzada era la de confederación de tribus. Pero habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano. Su conocimiento de la flora y de la fauna era profundo y la clasificación que hicieron de sus especies puede considerarse ejemplar. La agricultura conocía el trabajo intensivo de la tierra, gracias a ingeniosos sistemas de irrigación. Sus industrias, limitadas a los útiles de producción que poseían, eran de una gran riqueza: cerámica, telas, orfebrería, pulimento de piedras preciosas, mosaicos de pluma entre otras muchas. La arquitectura había llegado a las obras monumentales del arte superior, integrada por la escultura y las pinturas murales. Las leyes o normas que regían la sociedad obedecían a un principio de codificación lógica.

Estas características de las poblaciones indígenas imprimieron su sello propio a las obras y a las artes de los españoles en México. Las manifestaciones de la civilización mediterránea que los conquistadores trasplantaron aquí se mexicanizaron. El mestizaje fue el signo del país desde el siglo XVI, lo mismo en la sicología del pueblo nuevo que surgía de la unión de españoles e indígenas, que en las costumbres, en las artes plásticas, en la literatura y en la música.

El mestizo se convirtió en el contenido cualitativo del México naciente y se impuso a los extranjeros. Su modo de ser —introversión, acción meditada, repulsa de las expresiones exuberantes o violentas, cortesía reverente y conciencia de su propio señorío— lo fue diferenciando de sus fuentes originales en el curso de los trescientos años de la dominación colonial, hasta constituir la sustancia de todo el pueblo cuando logró en 1821 su independencia de España.

El pueblo mestizo enriqueció la lengua española con la incorporación de multitud de palabras y de expresiones provenientes de los idiomas y dialectos aborígenes. Conservando la pureza del castellano, todavía hoy, el español de México se ha desarrollado como ocurre con el habla de los pueblos que se transforman a virtud de cambios revolucionarios. Y lo mismo aconteció con las demás manifestaciones de la vida social.

Ese fenómeno —la continuidad en el tiempo y en el espacio de las formas primeras de la vida colectiva y su cambio constante— es también el que explica que en el período actual de su evolución histórica, coincidan en México todavía costumbres y pensamientos de la edad arcaica, y los que han hecho posible la entrada del país a la etapa de la industria.

Su apego profundo a la tierra y su sentimiento de dominio sobre todo lo material y espiritual que la tierra representa, ha desempeñado la principal fuerza motriz en las grandes luchas que el pueblo mexicano ha librado, en las tres revoluciones trascendentales de su historia y en su resistencia a la intervención del extranjero en su vida interior.

Por la misma razón no ha sido el nuestro un país de inmigrantes. El aluvión humano procedente de Europa que hizo posible el desarrollo de los Estados Unidos de Norteamérica, de Argentina, de Uruguay, y en parte de Brasil y Chile, no se produjo en nuestra tierra. Fue la raza propia, la mestiza, la que creció y la que hoy constituye nuestro pueblo. Por eso cada mexicano, aún el que tiene ascendientes europeos, está arraigado profundamente a la historia colectiva a la que pertenece, y se siente dueño de su país con un sentido de propiedad más importante que el jurídico. El derecho de autodeterminación es congénito al pueblo mexicano.

El nacionalismo del pueblo mexicano es diferente al nacionalismo de los países poderosos.

"Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior..."
“Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior…”

Nuestro nacionalismo no es un sentimiento chovinista, patriotero, sino la conciencia colectiva de un pueblo débil, que ha sufrido gravemente la intervención del imperialismo en sus problemas domésticos y que quiere vivir con independencia del exterior. El nacionalismo del pueblo mexicano es diferente al nacionalismo de los países poderosos, que se expresa en la agresión contra los débiles o en la opresión que sobre ellos realiza con propósitos de dominio.

A esa actitud de estar en guardia permanentemente para cuidar lo propio, corresponde, aunque parezca contradictorio, el afán de los mejores guías del pueblo mexicano en todas las épocas, de conocer las ideas renovadoras de la vida social y aplicarlas a nuestra realidad, para llevar al país hacia metas cada vez más avanzadas. Se podría hacer a este respecto, a partir del Renacimiento, una lista de filósofos, científicos, políticos y artistas que, desde esa etapa con la que principia la historia moderna, tuvieron influencia en nuestro país con su pensamiento, expresado de muchas maneras, a pesar de la censura.

Sin recordar las ideas renovadoras que se difundieron hasta las postrimerías del siglo XVIII en la Nueva España, basta recordar las que impulsaron a los caudillos de la Revolución de 1810, para apreciar las ligas que se establecieron, de una manera espontánea y natural, entre los revolucionarios mexicanos y los europeos. El mejor biógrafo del padre de la patria, Luis Castillo Ledón, dice en su obra “Hidalgo. La Vida del Héroe”:

“Honda impresión causaron las noticias llegadas de Europa a la Nueva España sobre la revolución francesa. Los reyes en la guillotina era algo que nadie hubiera imaginado. España horrorizada declaró la guerra a Francia por la muerte de Luis XVI y María Antonieta. Una real cédula ordeno al virrey publicara la bélica declaración, la cual, en solemne bando militar, fue proclamada por calles y plazas. El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía… El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas. No eran menos muchos conventos y no pocos curatos, y por distintas partes criollos y españoles comentaban la toma de la Bastilla, la formación de la Asamblea Nacional y su manifiesto, la publicación de la Constitución francesa, así como la ejecución de los reyes de Francia; tópicos que a veces embozadamente y otras sin embozo, se discutían a todas horas… Las nuevas doctrinas filosóficas y los generales anhelos de libertad, habían ido siendo asimilados en los planteles de aquel carácter por la juventud criolla, para ser difundidos después por ella misma, de palabra y en diversidad de escritos”.

"El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía... El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas..."
“El Santo Oficio tomó la precaución de prohibir la lectura de periódicos, folletos y libros sobre los acontecimientos, que sigilosamente circulaban, y recogió ejemplares de la Enciclopedia y de las obras de Voltaire, Rousseau y diversos autores tachados de herejía… El Seminario de México se convirtió, no obstante, en uno de los focos de ideas avanzadas…”

“El padre y doctor Gamarra, con la publicación de una notable obra intitulada ‘Errores del entendimiento humano’, vino a combatir vicios y preocupaciones sociales y a marcar la senda que seguirían más tarde el Pensador Mexicano y el Payo del Rosario. Don Juan Antonio Montenegro, ex-estudiante del Colegio de San Ildefonso fue denunciado al Tribunal de la Fe y encarcelado en Guadalajara en los últimos meses de 1793 por desear, como muchos, la independencia y el establecimiento de un gobierno republicano. En el curso del año de 1794 la Inquisición abrió proceso al seminarista Juan José Pastor Morales a Fray Juan Ramírez de Arellano, al Bachiller Antonio Pérez Alamillo y a don Manuel Esteban de Enderica por ser partidarios de la independencia de Nueva España y, sobre todo, por ‘afrancesados’. El seminarista Juan José Pastor Morales de ‘sobresaliente talento’, muy dado a la lectura de los grandes poetas latinos y a la de los filósofos Voltaire, Rousseau, D’Alambert, Diderot y otros, y a ‘interpretar por sí las escrituras’ fue acusado de ‘apasionado’ a los franceses. Fray Juan Ramírez de Arellano, guardián del convento de Texcoco, se reveló en la causa instruida contra él, de partidario del sistema republicano y de la libertad de conciencia. Entre otras cosas dijo: “Los franceses en la presente revolución han sido los redentores políticos del género humano; Voltaire es el santo padre de este siglo… España nos tiene alucinados con el punto de la religión y así engañan a la plebe’.”

La revolución democrático-burguesa de Francia y la emancipación de los Estados Unidos de América respecto de Inglaterra, que se consuma en 1776, tenían que influir de un modo directo en los abanderados de la independencia de México y de la ampliación de la cultura. Dentro de este cuadro histórico es fácil comprender al cura Miguel Hidalgo y Costilla, resuelto a dar su vida por la libertad del pueblo mexicano y, también, fácil adivinar los temas que se discutían en las tertulias de su casa, a la que apodaban con el nombre de “Francia chiquita”. La Historia Antigua de México de Clavijero; la Historia Eclesiástica del Antiguo y del Nuevo Testamento, de Fray Ángel Alejandro, perseguido por la Inquisición; la Historia Eclesiástica del abate Fleury, desfavorable a muchos Papas de la Edad Media, la Historia Antigua de Rollin, adversa a los gobiernos despóticos; la Historia Natural de Buffón; las obras de Racine y Molière, formaban, entre muchas, parte de su biblioteca. Es muy interesante saber que Hidalgo traduce y hace interpretar la obra El Tartufo, que pone de realce la hipocresía humana y exhibe a la aristocracia y a los miembros del clero, por lo cual había sido prohibida en la Corte de Francia.

Los demás conductores de la Revolución de Independencia abrevan en las mismas fuentes ideológicas. Después, en el curso siglo XIX, los liberales han de estudiar y de aplicar críticamente a la realidad mexicana las mismas obras que guiaron a los Insurgentes y otras más, formando con todas ellas el acervo de la ideología política de nuestro país.

En la segunda mitad del siglo XIX y en los años inmediatamente anteriores a la Revolución de 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz, nuevas corrientes revolucionarias llegan a México e influyen en los dirigentes de la clase trabajadora y del pueblo. Los socialistas utópicos, los anarquistas, los que divulgan el Manifiesto de Marx y Engels, actúan en México a través de sus escritos y su palabra encendida.

El nacionalismo de nuestro pueblo siempre ha encontrado aliados en las ideas que se oponen a los prejuicios, al fanatismo, a la injusticia y a la explotación del hombre por el hombre. Pero esas ideas universales han pasado siempre por el tamiz del mestizaje, por el cernidor de la realidad mexicana. La doctrina del liberalismo en el campo de la economía y de la política, que constituye la sabia de la corriente liberal que ocupa el escenario del país durante casi un siglo, no es la aplicación mecánica de sus principios a la vida de México. En una carta dirigida por Ignacio Ramírez a Guillermo Prieto, que éste cita en sus Lecciones Elementales de Economía Política, hay esta opinión:

“El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas; la solución se encuentra en la más amplia libertad. La dificultad, por lo mismo, consiste en estudiar cómo las leyes fundamentales, las civiles, las criminales, los tratados entre las diversas naciones, la rutina, la ignorancia, el servilismo hereditario, la religión, se oponen a una distribución equitativa de todos los productos naturales y artificiales de un pueblo determinado”.

Peculiaridades del liberalismo mexicano.

"El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas..."
“El gran problema de la economía, tanto política como social, consiste en la distribución de riquezas…”

El liberalismo en México no se aplicó como doctrina que, sin tocar la estructura económica del país, aceptara las cosas como eran y dejara a que el libre juego de las fuerzas económicas y sociales corrigiera los defectos del régimen establecido. Los principios del liberalismo no se invocaron para que el Estado se limitara al papel de testigo o de vigilante de las relaciones libremente contraídas entre los individuos, sino para destruir obstáculos y hacer posible el desarrollo de las fuerzas productivas al amparo de la libertad de producir y de comerciar, sin privilegios para ninguna institución. Ese fue el fundamento de la secularización de los bienes de la iglesia y de todas las Leyes de Reforma, que liquidaron los derechos preferenciales de que había disfrutado durante muchos siglos la corporación. Siempre estuvo en la mente de los liberales, aunque no supieron cómo remediar las consecuencias de la lucha de clases, la emancipación del hombre de la alienación en que vivía, a causa de la explotación de que era víctima. El mismo Guillermo Prieto decía: “Ensalzar la dignidad humana considerando al hombre libre y responsable, sociable y perfectible, he ahí los objetivos patrióticos, sagrados, de la economía política”. Por eso afirmo que la personalidad de México está formada también, además de su tronco racial, por un hondo sentido nacional de su pueblo, por las ideas universales avanzadas de todas las épocas, y por los tremendos agravios que ha recibido del imperialismo.

La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista. Esa guerra, además de su carácter de guerra injusta, de agresión de un país poderoso a uno débil, representa una de las grandes batallas finales contra las supervivencias del sistema de producción esclavista y feudal, librada en la tierra de América.

Entre 1840 y 1861 los manufactureros del norte y los plantadores del sur, libran los combates preliminares de la Guerra de Secesión que había de conmover, desde sus cimientos, al país en proceso de formación definitiva. La naciente industria norteamericana para desarrollarse necesitaba levantar los aranceles sobre el comercio exterior, y ampliar el mercado interior para sus productos. Un factor importante para este propósito era el de multiplicar el número de los consumidores, emancipando a los esclavos del sur. Los plantadores se sintieron agredidos no sólo porque perderían la fuerza de trabajo casi gratuita de que habían dispuesto tradicionalmente, sino también porque el algodón, el tabaco y el arroz, dedicados a la exportación, tropezaban con obstáculos para salir del país.

En esa lucha, los Estados esclavistas de la Unión decidieron aumentar su fuerza a costa de México. Los colonos norteamericanas que habían invadido Texas, se sublevaron y declararon la independencia de la provincia el 2 de marzo de 1836; pero como los Estados esclavistas y antiesclavistas estaban equiparados en su número, al triunfar en las elecciones de 1844 el Partido Demócrata; órgano político de los partidarios de las anexiones territoriales, el Presidente James Polk declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1847. Por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, del 3 de febrero de 1848, con el cual terminó esa guerra infame, nuestro país perdió Texas, Nuevo México, Arizona y California.

La Guerra de Secesión dio el triunfo al norte sobre el sur, porque en el norte había 19 millones de blancos y en el sur sólo 5 millones 500 mil. Con el apoyo de las industrias y de los barcos, los norteños lograron poner en pie de guerra a dos millones de soldados, y los del sur sólo a 800 mil. La correlación de las fuerzas cambió en beneficio de la burguesía ascendiente, que después habría de aumentar todavía más su poderío económico con las grandes riquezas naturales que encerraba el territorio arrebatado a México y con el acceso al Océano Pacífico.

Las intervenciones de Estados Unidos y Francia.

"La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista."
“La guerra de 1847, impuesta a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, fue el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista.”

La guerra de 1847 fue una grave mutilación física para México, que engendró el sentimiento nacional antiimperialista que ha contribuido a salvaguardar a nuestro país de su completa subordinación a los Estados Unidos, y que explica la alianza de las fuerzas patrióticas cada vez que nuestra patria se ha visto agredida o amenazada por el extranjero.

Otro hecho de importancia parecida contribuyó también a la firmeza de la conciencia nacional de nuestro pueblo: la intervención militar del gobierno de Francia de 1862. Tambaleante el régimen monárquico, Napoleón III decidió consolidarlo con la conquista del territorio de países independientes, mediante guerras coloniales. Hypolitte Castille decía en las páginas del Esprit Publique: “Con la expedición a México sigue el Emperador Napoleón III desarrollando el sistema político que inició en Europa el día en que pidió fuera recibida España en la categoría de las grandes potencias europeas… La idea cautiva la imaginación de los pueblos, y la cautivará mucho más cuando los pueblos hayan comprendido que Francia va a México”… “para abrir acaso una Argelia americana a nuestros colonos y a nuestro ejército devorados por la necesidad del empleo”. Invocaba a Argelia, porque ésta había sido invadida por la armada francesa el 5 de julio de 1830 y había conquistado fácilmente al país.

En 1862 la República ya estaba definitivamente consolidada en México. La nación se había organizado jurídicamente, y la Constitución de 1857 constituía su estatuto. La corriente liberal encabezada por Benito Juárez y las grandes masas del pueblo se habían identificado en las batallas de las armas y de las ideas. Los reaccionarios, azuzados y dirigidos por el clero católico, acudieron al extranjero para transformar su debilidad en fuerza dominante, destruir la República federal, democrática y representativa, y hacer saltar atrás al país para realizar la idea del sistema monárquico que había fracasado rotundamente con el llamado Imperio de Agustín de Iturbide. México luchó cinco años contra los invasores y triunfó. La guerra demostró que cuando un pueblo está decidido a defender su soberanía, su derecho a decidir su propio destino, podrá sufrir reveses en la lucha; pero no hay fuerza en el mundo capaz de vencerlo.

La guerra de 1847 y la de 1862, que ningún otro pueblo del Continente Americano ha sufrido en su propio hogar en parecida forma, constituyen por su carácter, por la movilización de las fuerzas sociales que produjeron, por los principios que levantaron y por sus resultados, uno de los factores principales de la personalidad inconfundible de México.

Al mestizaje se debe también que México no sea un país de discriminación racial. Los criollos—hijos de españoles nacidos en la Nueva España— estaban identificados con la población mestiza y odiaban a los peninsulares. Miguel Hidalgo y Costilla fue criollo y José María Morelos mestizo, de indígenas y de negros esclavos. Benito Juárez, cuya figura llena el siglo XIX y es objeto todavía de las maldiciones de las fuerzas reaccionarias, era indio puro, de raza zapoteca. Por eso el pueblo mexicano no puede comprender el significado trágico de la discriminación racial que se practica todavía hoy en los Estados Unidos. Las diferencias entre los mexicanos son los antagonismos entre la clase propietaria de los instrumentos de la producción y la clase trabajadora; pero no las que engendra el dominio de una raza, que se considera superior, sobre otras a las que niega las virtudes que ella se atribuye.

A las Revoluciones de Independencia y de Reforma, y a las grandes conmociones que representan las guerras de 1847 y 1862, habría de agregarse la crisis de la Revolución que estalla en 1910 contra el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz. Esta Revolución, continuación de las otras dos, constituye, por su trascendencia, otro de los más importantes factores que han formado la personalidad de México.

La Revolución Mexicana.

La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo...
La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo…

La Revolución Mexicana, como se ha dado en llamar al movimiento popular de 1910, es la primera revolución antifeudal y antiimperialista del mundo. En China, la revolución democrática encabezada por el doctor Sun Yat Sen, liquidó la monarquía 1912 y estableció la República, apoyada por el Kuomintang, o Partido Nacional del Pueblo. Pero éste fue pronto reemplazado por el gobierno de los generales que gobernaron sus respectivas provincias, con independencia los unos de los otros. El doctor Sun Yat Sen y sus partidarios no vieron coronada su obra hasta que después de casi un cuarto de siglo de luchas armadas, dirigidos por el Partido Comunista, encabezado por Mao Tse Tung, combatiendo al mismo tiempo a las potencias extranjeras que se habían dividido el territorio de China desde la Guerra del Opio de 1840, a los japoneses que la habían invadido y al Kuomintang jefaturado por Chiang Kai Shek, liquidó a los imperialistas y estableció la segunda república, la República Popular de China. Por esas vicisitudes sufridas por la revolución democrática, antifeudal y antiimperialista del pueblo chino, la nuestra, la Revolución Mexicana, puede considerarse como el primer gran movimiento popular del siglo XX contra el sistema esclavista y feudal, a la vez que contra la explotación sin restricciones de las riquezas naturales propias por los monopolios extranjeros.

La Revolución Mexicana fue, ante todo, una revolución contra la concentración de la tierra y que había llegado al índice alto en el Continente Americano y en el mundo. Las haciendas particulares, verdaderos latifundios, habían crecido a costa de las tierras de las comunidades indígenas, de las propias de los pueblos y de las que explotaban los pequeños propietarios rurales. La producción se limitaba a las superficies que podían trabajar los peones acasillados alrededor de los cascos de las haciendas, y los aparceros que aceptaban entregar al hacendado casi todo el fruto de su trabajo. La mayor parte de la tierra permanecía inculta.

Las haciendas se convirtieron, por la falta de comunicaciones, en centros de autoconsumo en las regiones en donde se hallaban enclavadas. El mercado interior sufría las consecuencias del escaso desarrollo de la producción agrícola y de su división por regiones porque, como afirma Lenin en su estudio sobre El Desarrollo del Capitalismo en Rusia:

“la cuestión del mercado interior no existe en modo alguno como problema separado e independiente, no supeditado al grado de desarrollo del capitalismo. El ‘mercado interior’ para el capitalismo se crea por el propio capitalismo en desarrollo, que profundiza la división social del trabajo y descompone a los productores directos en capitalistas y obreros”.

En 1910 México tenía 15 millones 160 mil habitantes, de los cuales la población urbana representaba el 16.2 por ciento y la rural el 83.8 por ciento. De la población ocupada la dedicada al campo representaba el 71.9 por ciento y a la industria sólo el 11.3 por ciento.

La contradicción entre la gran masa rural y los latifundistas no era la única. Los aparceros, los pequeños propietarios agrícolas y los hacendados con mentalidad capitalista, ligados a los industriales y a los banqueros, se oponían también al régimen de concentración de la tierra. Los productores de manufacturas lo mismo, por el ínfimo poder de compra de las mayorías. El conflicto entre el escaso desarrollo de las fuerzas productivas y las injustas relaciones de producción, provocó el levantamiento del pueblo, de todas las clases y sectores sociales víctimas de esa organización económica asfixiante.

En los planes y manifiestos revolucionarios anteriores a 1910, el problema de la tierra es el punto central de las demandas; pero también ocupan un lugar importante las reivindicaciones de la clase obrera, el reconocimiento de sus derechos; entre otros la asociación sindical, la jornada de 8 horas, la huelga y el salario justo. Porque el régimen jurídico del país, basado en los principios de la propiedad individual irrestricta, consideraba el contrato de trabajo como contrato de prestación de servicios sujeto a las normas del derecho civil y calificaba a la huelga como contra la libertad del comercio y de la industria.

El saqueo de las riquezas naturales del territorio por los extranjeros, particularmente del petróleo y los minerales, levanta la protesta de la oposición contra Porfirio Díaz exigiendo condiciones para la participación de los extranjeros en la vida económica del país. De esta suerte, la Revolución adquiere su múltiple carácter de movimiento popular, democrático, antifeudal y antiimperialista.

La Constituciónde 1917.

Se dotaría a la Revolución Mexicana de un nuevo y poderoso impulso para el desarrollo y la liberación nacional
Se dotaría a la Revolución Mexicana de un nuevo y poderoso impulso para el desarrollo y la liberación nacional

La nueva Constitución de la República promulgada el 5 de febrero de 1917, recoge esas demandas. Ordena la división de los latifundios, la restitución de las tierras arrebatadas a las comunidades que las hubieran poseído en cualquier tiempo, la dotación de tierras a los núcleos de población rural que no las hubieran tenido antes; establece los derechos fundamentales de la clase obrera y limitaciones para la participación de los extranjeros en el aprovechamiento de los recursos naturales del país.

De esos mandamientos del nuevo derecho público surge la Reforma Agraria. A este respecto es necesario subrayar su carácter propio, que constituye una de las instituciones más importantes de la vida contemporánea de México y que al lado de otras ha contribuido a la formación de su propia fisonomía.

La Reforma Agraria en México se basa en el siguiente principio contenido en el Artículo 27 constitucional:

“La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.

Este principio entraña un nuevo concepto de la propiedad opuesto al concepto de la propiedad como derecho natural del hombre, cuyos alcances se expondrán después y, también, una tesis sui generis acerca de la Reforma Agraria. Si lo que importa a la sociedad es que las tierras se exploten y no permanezcan inactivas, que se aprovechen racionalmente y que no salgan nunca del dominio de la nación, la Reforma Agraria, la entrega de la tierra a los que han de cultivarla, no implica el derecho a disponer de ella como si fueran sus propietarios, sino exclusivamente el derecho de utilizarla para liberarse de la servidumbre en que vivieron durante siglos. No la propiedad, sino el usufructo de las tierras, forma la espina dorsal de la Reforma Agraria Mexicana.

Esa medida ha sido salvadora de la integridad del territorio nacional, porque dada la vecindad de México con los Estados Unidos de Norteamérica, durante largos años buena parte de las haciendas ubicadas en la zona fronteriza pertenecieron a los mismos propietarios que, pasada la línea divisoria entre los dos países, tenían sus ranchos y granjas, constituyendo con las dos propiedades una sola, ajena, de hecho, a la jurisdicción del Estado mexicano. En el interior del país las propiedades rurales de los extranjeros eran numerosas también y ocupaban las tierras de mejor calidad. En algunas regiones, empresas norteamericanas tenían concesiones para construir sistemas de riego y utilizar las aguas de modo preferente. Por eso la Reforma Agraria de México, vista en su fondo, es la destrucción del latifundismo y, al mismo tiempo, la defensa del territorio nacional ante el extranjero. Fue una medida antifeudal y también antiimperialista.

Las raíces de nuestra política internacional.

De todos esos hechos, crisis y acontecimientos formadores de la personalidad de México, surgió también una política internacional propia, que ha influido no sólo en su desarrollo interno, sino también en sus relaciones con el exterior.

Cuando México apenas se había independizado de España, el gobierno de los Estados Unidos envió a nuestro país al diplomático Joel R. Poinsett, con el propósito de que entrara en relaciones con el emperador Agustín de Iturbide. Don Juan Francisco Azcárate fue comisionado para tratar con él y averiguar cuál era el propósito de su visita. En una carta dirigida algunos años después al general Guadalupe Victoria, Presidente de la República, cuando Poinsett volvió a México en calidad de Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos, dice que encontró al delegado norteamericano estudiando un mapa de América y que se empeñó en persuadirlo —a Azcárate— de que era necesario revisar los linderos de México y los Estados Unidos, a pesar de que la línea divisoria había sido establecida por el Tratado de Onís. Azcárate explica: “Percibí que la idea era absorberse toda la provincia de Texas y parte del reino de León, para hacerse de puertos, embocaduras de ríos y de barras en el Seno Mexicano. Tomarse la mayor parte de la Provincia de Coahuila, la de Sonora y California Baja, toda la Alta y el Nuevo México, logrando hacerse de minerales ricos, de tierras feracísimas y de puertos excelentes en el mar del Sur”. Así, al consumar su independencia política, México empezó a vivir bajo la amenaza de la agresión del gobierno norteamericano.

Antes de que estallara la guerra contra México en 1847, el Mayor W. H. Emory, en un informe rendido al coronel J. J. Abert, jefe del Cuerpo de Ingenieros Topógrafos Militares en Washington, el primero de septiembre de 1847, dice: “La columna al mando del general Kearny, a la cual nos agregamos, y que era conocida con el nombre de ‘Ejército del Oeste’, debía partir del Fuerte Leavenworth y estaba destinada a dar el golpe a las provincias del norte de México y, muy especialmente, a Nuevo México y California”. El Coronel Kearny, al llegar al pueblo de Las Vegas, en Nuevo México, pronunció un discurso el 15 de agosto de 1846, ante las autoridades y los habitantes del lugar, en el cual, entre otras cosa, expresó de la manera más impúdica: “Señor Alcalde y habitantes de Nuevo México. He venido cerca de vosotros por orden de mi gobierno para tomar posesión de este país y hacer extensivas a él las leyes de los Estados Unidos. Nosotros lo consideramos y lo hemos considerado desde hace tiempo, como paree del territorio de los Estados Unidos… En consecuencia, yo os declaro libres de toda liga con el gobierno mexicano y de toda obediencia al general Armijo, que no es más vuestro gobernador, pues yo lo soy ahora”.

Y estalló la guerra contra México. A pesar de la debilidad de nuestro país, la mayor parte de sus hijos se aprestó a la lucha. Al grito de “¡ Patria o muerte!”, se entabló la lucha desde el río Bravo hasta la capital de la República.

El resultado de esta agresión ya se ha dicho; pero es importante recordar que en las pláticas preliminares al Tratado de Guadalupe, con el cual se consumó el despojo territorial de México, las proposiciones del Secretario de Estado, Buchanan, para concluir las negociaciones, incluían la concesión perpetua a los Estados Unidos sobre el Istmo de Tehuantepec, en el cual se proponían construir un canal que uniera al Océano Atlántico con el Pacífico.

Otro hecho de naturaleza semejante debe mencionarse también. En diciembre de 1894, México presentó a la Comisión Internacional de Límites, la reclamación del terreno conocido con el nombre de “El Chamizal”, que a consecuencia del cambio brusco y repentino de la corriente del Río Bravo, fue arrastrado a la orilla opuesta, junto a la ciudad de El Paso, Texas. La reclamación siguió su curso, y designada una comisión arbitral ésta falló en favor de México el 15 de junio de 1911. Pero hasta hoy, después de más de medio siglo, el gobierno norteamericano no ha cumplido con la resolución, a pesar de que en la convención celebrada en Washington el 24 de junio de 1910, se estableció que si el laudo arbitral fuere favorable a México, su cumplimiento se llevaría a cabo dentro del plazo improrrogable de dos años.

La amenaza política permanente sobre nuestro país de parte de los Estados Unidos, lo mismo que sobre los demás países de la América Latina, ha sido la llamada Doctrina Monroe, formulada por el Presidente James Monroe en el año de 1823 para rechazar las intervenciones provenientes de los países europeos en cualquiera de las naciones americanas y salvaguardar su forma republicana de gobierno. Pero esa doctrina se convirtió, en poco tiempo, en un supuesto derecho del gobierno de los Estados Unidos para intervenir en los problemas domésticos de los países del Continente, a pretexto de evitar relaciones no aprobadas por el gobierno de la Casa Blanca entre las repúblicas de la América Latina y los países que no forman parte del Hemisferio Occidental. De esta manera, desde el Presidente James Monroe hasta el Presidente John F. Kennedy, se ha pretendido utilizar la Doctrina Monroe para justificar la intromisión del gobierno norteamericano en los problemas internos de nuestros pueblos. Pero México nunca aceptó la Doctrina Monroe, porque para que una doctrina tenga el carácter de una tesis internacional, se necesita que no sea unilateral, sino el fruto de un convenio colectivo por los países a los que la doctrina involucra. En 1896, a propósito de una proposición hecha por Eloy Alfaro, en nombre del gobierno del Ecuador, para “procurar las mejores y más estrechas relaciones internacionales no sólo entre el Ecuador y las demás repúblicas americanas, sino de todas ellas entre sí”, México condenó, por primera vez, de manera pública y expresa, la interpretación norteamericana de la Doctrina Monroe.

Después, el Presidente Venustiano Carranza cuando supo que la Sociedad de las Naciones, organizada al concluir la Primera Guerra Mundial, incluía en su estatuto la Doctrina Monroe, declaró que México no había reconocido nunca ni reconocería tal doctrina. Sus palabras textuales fueron las siguientes:

“La Doctrina Monroe constituye un protectorado arbitrario, impuesto sobre los pueblos que no lo han solicitado ni tampoco lo necesitan. La Doctrina de Monroe no es reciproca y, por consiguiente, es injusta. Si se cree necesario aplicarla a las repúblicas hispanoamericanas podía aplicarse igualmente al mundo entero. Se trata de una especie de tutela sobre la América Española que no debería existir bajo ninguna excusa”.

Cuando nuestro país fue invitado para ingresar en la Sociedad de las Naciones, el Secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada, en telegrama del 10 de septiembre de 1931 dirigido al Presidente de la Asamblea de la Sociedad, expresó lo siguiente: “México considera necesario hacer conocer en el acto de su aceptación, que nunca ha admitido la inteligencia regional —la Doctrina Monroe— que se menciona en el artículo 21 del Pacto”.

Más tarde, el Presidente Lázaro Cárdenas, en una entrevista del 12 de enero de 1940, manifestaría que

Lázaro Cárdenas.
Lázaro Cárdenas.

“la Doctrina Monroe nunca fue reconocida, ni pudo serlo por México ni por las demás naciones de la América Hispana, mientras fue sólo la expresión de una política unilateral que los Estados Unidos impusieron, con el doble propósito de excluir de este Continente a los países de Europa, y de defender sus propios intereses en América. Tal Doctrina, mal interpretada y mal aplicada más allá de su original extensión, llegó a convertirse alguna vez en pretexto de intervención”.

Podría yo mencionar otros pronunciamientos de los jefes del Estado mexicano sobre la cuestión; pero sólo consignaré los del actual Presidente de la República, Adolfo López Mateos. En una entrevista de prensa en el aeropuerto internacional de Los Ángeles California, del 3 de octubre de 1962, dijo lo siguiente:

“La Doctrina Monroe es una doctrina unilateral de los Estados Unidos de América, que México, en su historia, nunca ha reconocido oficialmente como acuerdo internacional… La Doctrina Monroe constituye y lo ha sido siempre, una declaración unilateral de los Estados Unidos. Como tal, no implica ninguna obligación para los otros países latinoamericanos.”

Durante la Revolución nuevas agresiones del imperialismo norteamericano a nuestro país aumentaron nuestras experiencias sobre el trato con el extranjero, que ayudaron a formular la política internacional de México. Al ocurrir la “Decena Trágica”, cuando el ejercito federal se subleva contra el Presidente de la República, Francisco I. Madero, el Embajador de los Estados Unidos, Henri Lane Wilson, interviene en el conflicto. Enun telegrama enviado asu gobiernole diceque

Henry Lane Wilson
Henry Lane Wilson

“en vista de la lucha que implica perdidas de vidas y destrucción de bienes de los numerosos combatientes, y en protección a los 25 mil residentes extranjeros en la capital de la República, estoy convencido de que el gobierno de los Estados Unidos, por el interés de la humanidad y en desempeño de sus obligaciones políticas, debería enviar aquí instrucciones de un carácter firme, drástico y tal vez amenazante, para transmitirlas personalmente al gobierno del Presidente Madero y a los líderes leales del movimiento revolucionario. Si yo estuviera en posesión de instrucción de ese carácter o investido de poderes generales en nombre del Presidente, posiblemente estaría en actitud de inducir la cesación de hostilidades y la iniciación de negociaciones que tuvieran por objeto hacer arreglos pacíficos definitivos”.

Wilson entrevistó al Presidente Madero en Palacio el 12 de febrero de 1913, y después a Félix Díaz, el jefe de los sublevados que se hallaba en la Ciudadela. En su carácter de decano, el Embajador convocó después al cuerpo diplomático a una junta a la cual asistieron todos los jefes de misión que se encontraban en la ciudad. Como hubo una discusión que no llegó a acuerdos unánimes, Wilson se reunió con los ministros de Alemania, Inglaterra y España, que eran de su confianza, ante quienes hizo las siguientes confesiones:

“Esta situación es intolerable y yo voy a poner orden”… “Cuatro mil hombres vienen en camino —cuatro mil soldados yanquis— y subirán aquí si fuese menester”… “Madero está irremisiblemente perdido. Su caída es cuestión de horas y depende sólo de un acuerdo que se está negociando entre Huerta y Félix Díaz”.

Ante esa conducta del Embajador norteamericano, y los rumores de una invasión armada sobre México que circulaban en todas partes, el Presidente Madero envió el 14 de febrero de 1913 un telegrama al Presidente William H. Taft, en el cual decía:

“He sido informado que el gobierno que su Excelencia dignamente preside, ha dispuesto salgan rumbo a las costas de México buques de guerra con tropas de desembarco para venir a esta capital a dar garantías a los norteamericanos… Ruego, pues, a su Excelencia, ordene a sus buques no vayan a desembarcar tropas, pues esto ocasionaría una conflagración de consecuencias inconcebiblemente más vastas que las que se trata de remediar… Es cierto que mi patria pasa en estos momentos por una prueba terrible, pero el desembarque de fuerzas americanas no hará sino empeorar la situación, y por error lamentable los Estados Unidos harían un mal terrible a una nación que siempre ha sido leal y amiga, y contribuiría a dificultar en México el establecimiento de un gobierno democrático”

Pero el Embajador seguía actuando: arregló un armisticio entre los combatientes, tenía entrevistas diarias con los jefes que participaban en la revuelta, informaba a su gobierno de un modo calumnioso sobre la situación de México, y siguió así hasta que el Presidente Madero fue detenido el 18 de febrero de 1913 y, posteriormente, sacrificado por órdenes del general Victoriano Huerta, en quien ha depositado su confianza.

Después, el Embajador consumó su obra proponiendo el reconocimiento del usurpador del poder Victoriano Huerta, como Presidente legítimo de nuestro país. El periódico World, de Nueva York, en marzo de 1913, hizo el mejor juicio sobre la actitud de Henry Lane Wilson, demostrando su culpabilidad desde el principio hasta el fin, en la crisis que concluyó con el sacrificio del Presidente de México. El periodista Norman Hapgood, tres años después formuló una requisitoria tremenda contra Wilson, que contribuyó a exhibir la verdadera actitud del gobierno norteamericano hacia México.

Victoriano Huerta
Victoriano Huerta

Desconocido Victoriano Huerta por el Gobernador del Estado de Coahuila, Venustiano Carranza, de acuerdo con el Plan Guadalupe, del 26 de marzo de 1913, respaldado rápidamente por otros Estados y por los elementos más representativos de las fuerzas democráticas del país, la Revolución entró en su etapa de lucha armada hasta que fue destruido el ejército de Porfirio Díaz, que había permanecido intacto, por un nuevo ejército, el ejército popular integrado por campesinos, en su mayor parte, y por obreros. Entonces el Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, nombró a un representante especial, John Lind, para que entrara en relaciones con Carranza con el propósito de que la Revolución concluyera. Como esto era imposible, el 9 de al de 1914 un oficial y algunos marinos del barco norteamericano Dolphin, desembarcaron en el puerto de Tampico sin permiso de las autoridades mexicanas, por lo cual fueron hechos prisioneros. El periódico New York Times publicó la noticia sin darle mayor importancia al acontecimiento, “a menos que los Estados Unidos, decía, anden buscando un pretexto para crear dificultades”.

El 21 del mismo mes de abril, los soldados yanquis de infantería desembarcaron en el puerto de Veracruz, ocupando los lugares estratégicos de la ciudad. Los norteamericanos que habitaban en ella se refugiaron en el consulado de su país y desde ahí hacían fuego a los mexicanos que transitaban por la calle. Los jefes, oficiales y cadetes de la Escuela Naval Militar contestaron el ataque del enemigo; pero nada podían contra los cañones de los barcos de guerra norteamericanos. Lo mismo ocurrió con los soldados de la guarnición y con los voluntarios que se aprestaron a la defensa de la soberanía nacional.

En su obra titulada “El Pueblo Mexicano”, John Lind, cumpliendo su misión difícil y peligrosa, no dejó de hacer observaciones que, provenientes de él, tienen indudable importancia.

“Si patriotismo significa amor al país —afirma— creo puede decirse con verdad que ningún pueblo del mundo tiene un amor más intenso a la tierra nativa que las masas del pueblo mexicano… Sólo hay una clase de mexicanos a quienes se puede acusar de falta de patriotismo: la aristocracia propietaria. Dividen su tiempo entre los lugares de diversión de Europa y el Jockey Club de México durante la temporada de toros. No revelan interés ninguno en el bienestar del pueblo mexicano, no más que si fueran accionistas extranjeros de minas mexicanas. Esta clase fue la que se empeñó e hizo fracasar al gobierno de Madero y fomentó y dio fondos a la revolución que culminó en su asesinato”… “El pueblo de México vive en un país rico y hermoso. Creo que es un pueblo que tiene en sí grandes promesas. Ha sufrido vicisitudes que nosotros no conocemos. Creo que sobre ellos comienza a surgir la luz de un nuevo y mejor día”.

Ante el ataque a la soberanía nacional que representaba la ocupación de Veracruz, Venustiano Carranza envió su protesta al gobierno de Washington en términos enérgicos. El Presidente Wilson pidió entonces autorización al Congreso para usar las fuerzas de mar y tierra contra nuestro país, que le fue concedida; pero, al mismo tiempo, solicitaba de los gobiernos de Argentina, Brasil y Chile que ofrecieran sus buenos oficios para evitar la guerra entre México y los Estados Unidos. Carranza aceptó la mediación, pero con la condición de conocer previamente los puntos que deberían tratarse en la Conferencia del Niágara, lugar señalado para la reunión. Los diplomáticos del ABC, desoyendo a Carranza, exigieron a los partidarios de Victoriano Huerta y a los revolucionarios que concertaran un armisticio y negociaran las condiciones para dar fin a la guerra civil. De hecho, los representantes de Argentina, Brasil y Chile se pusieron de acuerdo con los delegados de Victoriano Huerta y con los del gobierno de los Estados Unidos, y propusieron el nombramiento de un presidente provisional y empezaron a discutir la cuestión agraria y otros problemas internos de México.

El 10 de agosto de 1915 el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, envió una nota a los gobierno de las repúblicas latinoamericanas denunciando los hechos. He aquí un párrafo importante del documento de la cancillería mexicana:

“…El señor Carranza desearía especialmente llamar la atención de los representantes de la América Latina sobre el hecho de que la sola discusión de los asuntos mexicanos con propósito de resolver la situación interior de México, que pudiera efectuarse entre representantes de Estados Unidos y de las naciones latinoamericanas, entrañaría un conflicto que no podría pasarse inadvertido, pues significa de parte de las naciones latinoamericanas la aceptación del precedente de que ellas pudieran tomar cualquier participación en los asuntos interiores de una nación hermana en colaboración con los Estados Unidos, lo cual no es deseable, tanto por lo que se refiere a las relaciones de las naciones latinoamericanas entre sí, como por entrañar un apoyo moral a cualquiera resolución que en lo futuro pudiera derivarse en estas discusiones”.

Pero faltaba todavía más en la historia de las intervenciones norteamericanas en México en esta etapa de la Revolución. El 9 de marzo de 1916, el general Francisco Villa asaltó la población de Columbus, Nuevo México, cercana a la frontera, para vengarse de los norteamericanos a quienes había dado dinero para comprar armas y que habían faltado a su compromiso. El gobierno norteamericano organizó inmediatamente la “Expedición Punitiva” para castigar al culpable; pero volviendo a violar la soberanía de la nación mexicana, como lo había hecho en Veracruz dos años antes, dizque para castigar a Victoriano Huerta. Para perseguir a Villa se formó un verdadero ejército al mando del general John Pershing, que inició su marcha el 15 de marzo y terminó el 12 de abril ante la población de Parral. Don Venustiano Carranza, al mismo tiempo que trataba de evitar una nueva guerra con los Estados Unidos, le ordenó al general Plutarco Elías Calles, que se hallaba en Agua Prieta, Sonora, el 11 de marzo de 1916, que situara sus tropas en puntos convenientes para impedir la invasión de soldados norteamericanos por ese lado del territorio nacional y que, en caso de declararse la guerra entre los dos países, destruyera las vías férreas que van a la frontera. La misma orden envió al general Manuel M. Diéguez, a Empalme, Sonora; al general Luis Gutiérrez, que se hallaba en Chihuahua, y al general Agustín Millán que se encontraba en Jalapa, a quien le indicaba marchar inmediatamente a Veracruz para rechazar el desembarco de marinos norteamericanos en el caso de que ese hecho ocurriera. En una junta entre representantes del gobierno constitucionalista y del gobierno norteamericano, que se realizó en Ciudad Juárez, del 29 de abril al 11 de mayo de 1916, se trató de arreglar el conflicto; pero no se llegó a ningún acuerdo satisfactorio, porque México exigía que la Expedición Punitiva se retirara sin condiciones. Siguieron después otras reuniones en New London, Atlantic City y Filadelfia. Por fin, el 23 de enero de 1917 se retiró la Expedición Punitiva, después de haber permanecido en México cerca de un año.

De esta larga experiencia en el trato con los Estados Unidos de Norteamérica y otros países poderosos, surgió la política internacional de México, que se basa en dos principios fundamentales: la no intervención en los asuntos domésticos de un país por cualquiera otro, sin su consentimiento, y el derecho de autodeterminación que le asiste a todos los pueblos para organizarse y adoptar el régimen social que más convenga a sus intereses.

El generalísimo José María Morelos en sus “Sentimientos de la Nación o 23 Puntos para la Constitución”, formulados en Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, dice en el número 16: “Que nuestras puertas se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen en el reino por más amigas que sean”… De ahí parte el principio de no intervención, que habrá de ser sostenido sin transacciones a lo largo de nuestra historia.

A veces los defensores del principio de no intervención han escrito páginas que corresponden a la historia universal de las luchas por la libertad de los pueblos, como las que grabara Benito Juárez con su voluntad de acero y su convicción absoluta en el triunfo de México, cuando se hallaba al frente del Estado y después cuando perseguido por los invasores de nuestro país y casi sin séquito, sin más jurisdicción sobre la patria que la humilde carroza en que viajaba o el lecho humilde en el que pasaba la noche. El Archiduque Maximiliano de Habsburgo tan pronto como llegó a México envió una carta a Juárez invitándole a reunirse con él, con el propósito de llegar a un entendimiento aceptable. No tenía idea de lo que era el pueblo mexicano ni de lo que Juárez representaba y de lo que éste valía como hombre. El Presidente le contestó y le dijo entre otras cosas:

Benito Juárez
Benito Juárez

“Ha sido verdaderamente grande mi sorpresa el encontrar en su carta la frase, llamamiento espontáneo, porque yo había visto antes que, cuando los traidores a mi patria se presentaron en comisión por sí mismos en Miramar, ofreciendo a usted la corona de México, con varias cartas de nueve o diez poblaciones de la nación, usted no vio en todo eso más que una farsa ridícula, indigna de ser considerada seriamente por un hombre honrado y decente. Contestó usted a todo esto exigiendo una voluntad libremente manifestada por la nación, y como resultado del sufragio universal: eso era exigir una imposibilidad; pero era una exigencia propia de un hombre honrado. Cómo no he de admirarme viéndole venir a territorio mexicano, sin que se haya adelantado nada respecto a las condiciones impuestas… Imposible me es, señor, atender a su llamamiento: mis ocupaciones nacionales no me lo permiten; pero si en el ejercicio de mis funciones públicas yo debiera aceptar tal intervención, no sería suficiente la fe pública, la palabra y el honor de un agente del Napoleón… Es cierto, señor, que la historia contemporánea registra los nombres de grandes traidores, que han violado sus juramentos y sus promesas; que han faltado a su propio partido y a sus antecedentes y a todo lo que hay de sagrado para el hombre honrado; que en esas traiciones el traidor ha sido guiado por una torpe ambición de mando y un vil deseo de satisfacer sus propias pasiones y aún sus mismos vicios; pero el encargado actualmente de la Presidencia de la República salió de las masas del pueblo, sucumbirá —si en los juicios de la Providencia está destinado a sucumbir— cumpliendo con su juramento, correspondiendo a las esperanzas de la nación que preside, y satisfaciendo las inspiraciones de su conciencia… Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de los bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”.

El 15 de julio de 1867, después de haber sido fusilado Maximiliano en Querétaro, Juárez pronunció la última palabra sobre la intervención extranjera en México, dándole al principio de no intervención el carácter de norma perpetua para la patria: “Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno a la paz”.

Tres revoluciones populares intensas y dramáticas; dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo; varias invasiones militares de su territorio por tropas extranjeras, y un tronco histórico formado por las civilizaciones indígenas y la española del siglo XVI, que dio frutos propios y ricos en todos los órdenes de la vida social y sigue floreciendo de manera inagotable, han formado la personalidad de México. Sin conocer sus raíces, los sacrificios y las luchas tremendas de su pueblo en todas las etapas de su evolución, las ideas avanzadas de cada momento, y sin aprovechar las experiencias positivas y negativas que este doloroso y brillante proceso representa, no es posible llegar a una teoría revolucionaria y a una línea estratégica y táctica revolucionaria para acelerar en nuestro país el advenimiento de la sociedad socialista.

La disputa por la nación. La economía de México en la década de los setentas.

La disputa por la nación. La economía de México en la década de los setentas.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

La disputa por la nación en el terreno de la economía se agudizó durante la década de los setentas. En ese lapso, la nversión pública mantuvo y acentuó su tendencia ascendente con respecto de la privada. Si ya en 1965 la proporción era de aproximadamente 45% de la primera y 55% de la segunda, en la primera mitad de la siguiente década el sector estatal rebasó al privado, por primera vez en la historia. La diferencia no era substancial, sin embargo, quizá apenas de un punto porcentual. La etapa de equilibrio precario, a la que se refiriera Lombardo, no había desaparecido. Tal precariedad, por el contrario, se había ido agudizando, al mismo tiempo en que el frágil equilibrio se prolongaba y las contradicciones en el seno de la sociedad, se agudizaban.

La política económica durante el sexenio 1970-1976.

Durante la década de los setentas, la inversión pública mantuvo y acentuó su tendencia ascendente con respecto de la privada
Durante la década de los setentas, la inversión pública mantuvo y acentuó su tendencia ascendente con respecto de la privada

En el sexenio 1970-1976, el Ejecutivo, a cargo de Luis Echeverría Álvarez –fuertemente denostado hoy, en los tiempos del neoliberalismo, y particularmente por Carlos Salinas de Gortari, que lo consideró como su antítesis– impulsó el gasto público con un sentido nacionalista y con una correcta orientación social; ésta fue su manera de enfrentar la situación de agudas contradicciones entre el capitalismo imperialista, que presionaba para retomar su predominio sobre México, que parecía escapársele, y las fuerzas nacionales que impulsaban nuestra cabal emancipación. Por ejemplo, incrementó diez veces los recursos públicos destinados al desarrollo rural, de 6 mil millones de pesos en 1970, a más de 60 mil millones en 1976. Acrecentó las obras de irrigación. Elevó notoriamente los precios de garantía para los productos del campo, con lo que contribuyó a elevar el nivel de vida de las masas campesinas. Dio un extraordinario impulso a la Reforma Agraria, el mayor desde los tiempos de Lázaro Cárdenas. Hizo crecer de manera notable los recursos destinados al sistema educativo nacional en su conjunto, y en particular los dedicados a las instituciones de cultura superior. Asimismo los que se dedicaron a la construcción de vivienda popular, a la salud y a la seguridad social.

La nacionalización de Teléfonos de México.

Un hecho importante que sucedió el 16 de agosto de 1972, tuvo su antecedente directo desde la XLVI Legislatura (1964-1967), cuando el grupo parlamentario dirigido por el maestro Lombardo propuso nacionalizar las telecomunicaciones[1], porque, razonó, éstas “han pasado a ser elementos de vital importancia para el desarrollo económico, social y cultural de la Nación mexicana”.

En la exposición de motivos de la misma forma se argumentó que “de los diversos sistemas empleados en las comunicaciones… se desprenden servicios públicos que responden a una necesidad colectiva y que, por tanto, su continuidad y funcionamiento deben ser garantizados por el Estado, asegurando los mismos derechos y las mismas posibilidades de uso a todos los sectores de la población”. Además se explicó que “por los grandes avances de la técnica en esta materia, incluyendo los satélites artificiales de la Tierra”, que en breve serían utilizados también en México, “las telecomunicaciones constituyen un elemento básico para la seguridad nacional”.

De no seguirse ese camino, inevitablemente se tendería a la consolidación del monopolio denominado Teléfonos de México, S. A., en detrimento de los intereses nacionales. En lo formal, la reforma que se proponía consistía en añadir la expresión “las telecomunicaciones” a la parte final del párrafo sexto del artículo 27, en el que se enlistan las funciones económicas que son exclusivas de la nación.

La iniciativa no prosperó en aquel momento. Sin embargo, siete años después, en 1972, el Ejecutivo, en ese momento a cargo del presidente Luis Echeverría –que como se desprende de sus actos concretos, encabezó un gobierno contrario a los intereses del imperialismo—compró el paquete mayoritario de acciones de la empresa Teléfonos de México, y por esa vía, el Estado tomó el control de dicha empresa, es decir, la nacionalizó. El PPS valoró ese hecho como positivo y lo apoyó con entusiasmo y combatividad que contrastaron con las posiciones de exasperación del capital privado vinculado al exterior, y de su partido, el PAN, que acusaron a Echeverría de ser populista, socialista y comunista, y de estar llevando al país al despeñadero, además de tildarlo de antidemocrático y autoritario, por no haber tomado en cuenta sus opiniones.

Economía y parlamento. La ley para promover la inversión mexicana y regular la extranjera.

La iniciativa de Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera retomó la esencia de las ideas que el PPS había planteado tiempo atrás
La iniciativa de Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera retomó la esencia de las ideas que el PPS había planteado tiempo atrás

Dentro de la línea antiimperialista y progresista que siguió su gobierno, en 1973 Echeverría envió al Congreso de la Unión una iniciativa de Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera[2] que retomó la esencia de las ideas que el PPS había planteado tiempo atrás. En efecto, en la XLVII Legislatura (1967-1970) el grupo parlamentario de este partido había presentado una iniciativa de Ley de Inversiones Extranjeras[3]. En su exposición de motivos se argumentó que las inversiones de ese tipo no ayudan al desarrollo del país receptor, sino que, por el contrario, lo descapitalizan. Y en efecto, así ha sucedido en México y en los demás países de Asia, África y América Latina, sin excepción. También se señaló que no existen normas coherentes sobre el tema, porque la legislación que hay es insuficiente y confusa, dejando a discreción de las autoridades resolver lo conducente, campo en el que las empresas transnacionales medran, gracias a su enorme capacidad corruptora.

Más allá de los lineamientos generales establecidos en los artículos 27 y 28 de la Constitución de 1917, hubo un decreto del Ejecutivo, de junio de 1944, sobre los ámbitos de las inversiones extranjeras y nacionales, que resultó confuso y permitió que las decisiones se siguieran tomando de manera discrecional, como resultado de presiones y negociaciones. Más tarde, en 1947 fue creada una Comisión Intersecretarial, que dictó doce normas sobre la inversión extranjera, la última el 5 de octubre de 1953, fecha en que prácticamente dejó de funcionar. En 1954 se formuló una ley para el fomento de industrias nuevas y necesarias, orientada a impulsar lo que se llamó “proceso de mexicanización” económica.

Estas disposiciones y muchas otras crearon un verdadero enredo jurídico que, en los hechos, sirvió para facilitar la penetración del capital extranjero por la vía del arreglo directo con los funcionarios encargados del ramo. Ésa era la situación a fines de la década de los sesenta, cuando el PPS, presentó la iniciativa que venimos comentando, en la que propuso, entre otras, las siguientes medidas: Los capitales extranjeros deben tener prohibido comprar empresas nacionales ya establecidas. Deben establecerse sanciones enérgicas para los mexicanos que actúan como prestanombres al servicio de extranjeros. Deben establecerse límites a las utilidades de las inversiones extranjeras. El Estado debe ejercer el monopolio del comercio exterior. En su momento, esta iniciativa no fue aprobada. Cuatro años después, sin embargo, en 1973, como vimos, el Presidente Echeverría presentó su propio proyecto que puso orden en lo que era caótico y significó un avance muy importante en este tema. Desde luego que el grupo parlamentario del partido solferino argumentó y votó a favor de la iniciativa.

"Por la reafirmación de la soberanía nacional y el desarrollo económico del país..."
“Por la reafirmación de la soberanía nacional y el desarrollo económico del país…”

Otro hecho significativo en el frente parlamentario fue éste. El Senado de la República fue la cámara de origen de otra iniciativa del Ejecutivo, en este caso para adicionar el artículo 27 de la Constitución con el fin de establecer la llamada zona económica exclusiva.[4] En su exposición de motivos se plantea que entre los postulados de la Revolución Mexicana, la reivindicación de los recursos naturales ocupa un lugar destacado, y que este tema se vincula con otros dos, de elevada importancia: la reafirmación de la soberanía nacional y el desarrollo económico del país. También trae a la memoria que en el artículo 27 se ha ido plasmando la historia de las luchas victoriosas del pueblo en materia de reivindicación de los recursos naturales:

“Primero, afirmó la propiedad originaria de la Nación sobre las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, reivindicó el dominio directo sobre los recursos del subsuelo y después, reservó para la Nación la explotación del petróleo y de los carburos de hidrógeno.

“A partir de la década de los setenta, los sucesivos gobiernos de la República han pugnado por extender y reforzar los derechos del Estado mexicano sobre los recursos marítimos próximos a sus costas, tanto a través de su acción legislativa como mediante su participación en diversos foros internacionales.

“A esa finalidad obedecieron la incorporación en 1960 de la plataforma continental al territorio nacional, la creación en 1966 de una zona exclusiva de pesca, entre las nueve y doce millas y luego, en 1969, la ampliación del mar territorial a doce millas y la delimitación de dicho mar a lo largo de las costas interiores del Golfo de California mediante un sistema de líneas de base rectas, con el objeto de convertir en aguas interiores mexicanas las que quedan al norte de la cadena de islas que cortan ese Golfo”.

La iniciativa que presentaba el Ejecutivo, a cargo del licenciado Luis Echeverría, sería la continuación de esos esfuerzos y tendría por objeto “establecer una zona económica exclusiva a lo largo de todos los litorales de la República”. De esta manera, la Constitución afirmaría los derechos soberanos del Estado mexicano sobre una superficie de más de 2 millones de kilómetros cuadrados, “o sea un área ligeramente mayor a la del actual territorio nacional”. Con esa medida se favorecería el crecimiento económico nacional y se reduciría la dependencia del exterior. En la iniciativa, se citó como referencia el hecho de que la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que ya había sido aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, confirmaba la validez del principio que establece el derecho de todo Estado a ejercer soberanía plena y permanente sobre su riqueza y recursos naturales.

El Senado de la República la aprobó por votación unánime de 47 votos. Días después, la Cámara de Diputados también la aprobaría por unanimidad.

Fortalecimiento de las industrias petrolera, petroquímica, eléctrica y siderúrgica, nacionalizadas.

El grupo parlamentario del PPS declaró en la tribuna que en ese periodo de sesiones se habían aprobado un buen número de leyes de trascendencia social, pero que, sin embargo, ésta que ahora se examinaba sobresalía entre todas por su significado patriótico y nacionalista. Mencionó que en la plataforma electoral del partido se incluía esta demanda concreta como una de las que el PPS habría de enarbolar en el Poder Legislativo. Equiparó esta reforma con hechos significativos en el proceso histórico de México, como la Nacionalización de la Industria Petrolera, en 1938, y la de la Industria Eléctrica, en 1960.[5]

El gobierno de Echeverría, además, destinó cuantiosos recursos al fortalecimiento de las industrias petrolera, petroquímica, eléctrica y siderúrgica, nacionalizadas, que alcanzaron uno de sus índices históricos de desarrollo más elevados. En su periodo se duplicó la inversión del Estado en la minería. También se amplió la inversión pública en materia de transportes y comunicaciones, entre otras ramas de alto impacto para el desarrollo nacional. Según la valoración del entonces Secretario General y representante del PPS en el Senado de la República, Jorge Cruikshank García, como resultado de todo esto, la inversión del Estado

“…tuvo un gigantesco desarrollo. Entre 1970 y 1975 la inversión pública aumentó de 30 mil a más de 100 mil millones de pesos, descontando el incremento de precios. Esto significa una tasa de crecimiento real media anual de 16%. En este periodo, el Producto Interno Bruto aumentó en una tasa de 5.6%, a pesar de que la inversión privada creció en sólo alrededor del 4%. Gracias a la dinámica de la inversión pública, el coeficiente de inversión en el producto interno bruto se elevó del 21% en 1970 al 24% en 1975”[6].

El país avanzaba por la ruta trazada por Vicente Lombardo Toledano.

Aunque el gran ideólogo había desaparecido físicamente en noviembre de 1968, el poder público avanzaba en el sexenio conforme a la exhortación de Lombardo, en el sentido de que: “El gobierno de nuestro país debe, en consecuencia, asociar la idea del papel decisivo que desempeña el Estado en la economía, con el propósito de la liberación nacional del control de su desarrollo por el capital extranjero.”
Aunque el gran ideólogo había desaparecido físicamente en noviembre de 1968, el poder público avanzaba en el sexenio conforme a la exhortación de Lombardo, en el sentido de que: “El gobierno de nuestro país debe, en consecuencia, asociar la idea del papel decisivo que desempeña el Estado en la economía, con el propósito de la liberación nacional del control de su desarrollo por el capital extranjero.”

Aunque el gran ideólogo había desaparecido físicamente en noviembre de 1968, el poder público avanzaba en el sexenio conforme a la exhortación de Lombardo, en el sentido de que: “El gobierno de nuestro país debe, en consecuencia, asociar la idea del papel decisivo que desempeña el Estado en la economía, con el propósito de la liberación nacional del control de su desarrollo por el capital extranjero.”[7]

En efecto, en 1975 llegaron a existir 845 empresas estatales, de las cuales 48% eran de participación estatal mayoritaria, 21% fideicomisos, 21% organismos descentralizados, y 10% eran empresas de participación estatal minoritaria. En contrapartida, desde sus inicios, el gobierno de Echeverría enfrentó un fuerte retraimiento de la inversión privada que obedeció a intereses económicos de carácter especulativo y asimismo a consideraciones políticas; es decir, por una parte, la gran burguesía privada encontró una coyuntura para lucrar en busca de acrecentar sus ganancias a costa de la estabilidad económica, y aprovechó esa misma coyuntura para confrontar la política intervencionista del gobierno con el fin de doblegarla. Pero el gobierno respondió con una inversión pública todavía mayor, por lo que “en este gobierno, por primera vez, la inversión pública superó a la inversión privada. Esto evitó la reducción de la actividad económica que hubiera resultado del retraimiento” de los capitalistas privados. Así, “este esfuerzo debe medirse políticamente, más cuando se sabe que la intención de la retracción… privada estuvo calculadamente orientada a bloquear las medidas progresistas del Estado.”[8]

La citada actitud de retraimiento por parte de los capitalistas privados, pudo haber causado una grave crisis económica. Frente a esa circunstancia, el Estado, como ya se dijo, optó por suplir tal deficiencia incrementando su intervención directa como inversionista y productor directo. De esta manera, aun sin reformar la Constitución, satisfacía, en la práctica, la demanda del maestro Lombardo y su partido, que ya lo era también de otras fuerzas consecuentes con nuestro proceso histórico, en momentos en que se habían agudizado altamente las contradicciones entre quienes impulsaban esa vía, y los partidarios de la opuesta.

Economía y parlamento. El problema de la deuda externa.

El Ejecutivo, por otra parte, debido a la insuficiencia financiera crónica que desde largo tiempo atrás sufría el Estado, se vio en la necesidad de atraer recursos financieros del exterior por la vía de la deuda pública, a efecto de promover importantes programas de desarrollo económico. El endeudamiento externo tuvo un crecimiento elevado, aunque menor que el que alcanzaría en el siguiente sexenio, y muy inferior a los que ha alcanzado en la época del neoliberalismo.

Sobre el tema de la deuda externa, el pensamiento lombardista sustenta que, dada la habitual carencia de los países no industrializados plenamente como México, de recursos propios suficientes, puede ser un instrumento útil para el desarrollo económico de la nación con independencia respecto del imperialismo, a condición de que reúna una serie de requisitos, mismos que se plasmaron en lo esencial en la iniciativa para adicionar la Constitución con un nuevo capítulo en materia económica. En dicho documento se planteaba que, además de las condiciones que ya existían en el artículo 73, se añadieran las siguientes:

“Los préstamos y empréstitos del extranjero se concertarán sin más garantía que el crédito de la Nación. No obligarán a adquirir bienes o elementos en determinado país o mercado para la realización de las obras, cuando se trate de créditos con ese objeto, ni a venderle los productos resultado de las inversiones. No podrán concertarse a corto plazo ni excederse de la capacidad de pago de la Nación en perjuicio de su desarrollo independiente”.[9]

Por su parte, el citado artículo 73 establece, en su fracción VIII, entre otras cuestiones, que “ningún empréstito podrá celebrarse sino para la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento de los ingresos públicos…”

Debilidad e indecisión en los gobiernos de la burguesía nacional.

Sin embargo, lo cierto es que por parte de la burguesía nacional gobernante hubo debilidad e indecisión –incluso en el sexenio de Echeverría– para emprender una reforma fiscal que dotara al Estado de los recursos suficientes para que atendiera adecuadamente las necesidades de orden social, con cargo a los sectores más pudientes, e invirtiera los recursos necesarios para garantizar el crecimiento del sector productivo estatal de la economía. En estas circunstancias, se presentó una disyuntiva: o se posponía indefinidamente la atención a las necesidades sociales y el desarrollo de las fuerzas productivas por la vía estatal, o se recurría al crédito externo. El gobierno tomó esta opción, que fue criticada con severidad por el PPS.

Su gobierno se caracterizó por el despilfarro de recursos.
Su gobierno se caracterizó por el despilfarro de recursos.

Pero la deuda pública se disparó durante el sexenio 1976-1982, a cargo de José López Portillo, cuyo gobierno se caracterizó por el despilfarro de recursos. Las políticas en materia de concertación de empréstitos en el exterior fueron distintas de los criterios establecidos líneas arriba y resultaron contraproducentes. Porque muchos de ellos se contrataron a plazos cortos, insuficientes para su desahogo adecuado, a tasas elevadas o fluctuantes –con tendencia a crecer sin  medida, según se vería después– y en volúmenes que rebasaron holgadamente la capacidad de pago de la nación. Tampoco se cuidó de restringirlos al propósito de la ejecución de obras que incrementen los ingresos públicos, según la ordena la Constitución. En muchos casos se les derrochó. Lejos de emplearlos para acrecentar el sector estatal de la economía, se les utilizó para transferirlos, por múltiples vías, a los bolsillos de los capitalistas particulares. Operó así una especie de keynesianismo empeorado, por el cual los recursos públicos beneficiaban a los magnates privados, con el agravante de que, en este caso, se trataba de recursos ajenos, conseguidos por la vía de los créditos externos, que luego se tendrían que pagar con creces, con cargo al erario público. La deuda externa creció en exceso y se convirtió en un serio problema. Pero el gobierno fue todavía más allá. Aceptó condiciones políticas y económicas que exceden en mucho al crédito de la nación, y que encarnan la pérdida de soberanía. Esto quedó evidenciado al suscribirse las llamadas Cartas de intención, con el Fondo Monetario Internacional. Este factor a la postre vendría a pesar considerablemente en la evolución de los eventos económicos, y en la correlación de las fuerzas políticas y sociales, en la lucha por el porvenir de la nación.

Peligrosa expansión de las inversiones extranjeras directas.

Otra tendencia importante en la evolución económica, con un notable impacto en la década de los setentas, se refiere a las inversiones extranjeras directas, que también se expandían con rapidez. Para 1940, la inversión extranjera directa en México era de 449 millones de dólares; subió a 556 para 1950; en 1960 llegó a 1,083; luego, en 1970, a 2,822 y en 1975, alcanzó los 4,580 millones de dólares. En 1976, año conocido como de los “capitales golondrinos” por la magnitud de la fuga de tales capitales especulativos por razones económicas y políticas –entre éstas, la ofensiva que el capital financiero y corporativo había desatado contra el gobierno de Echeverría y que buscaba torcer la mano a su sucesor y obligarlo a cambiar el rumbo– se redujo por primera vez desde la expropiación petrolera, a 3,278 millones de dólares, para aumentar nuevamente en 1977 a 3,705, y llegar en 1978 a 4,744 millones de dólares. Al término de 1980 se estimaba ya en 8,000 millones de dólares y se calculaba que al finalizar 1981, subiría 3,000 millones más.[10]

La participación del capital extranjero en la inversión bruta total había aumentado en la última década, al pasar de 5.5% en 1970, a 7% en 1980. Y con respecto de la inversión bruta privada, los datos fueron: 1970, 8,5%, y 1980, 14.1%. Es decir, la inversión extranjera estaba creciendo a un ritmo mayor que la nacional, tanto la privada como la pública. Y si bien estaba lejos de equipararse a éstas en términos de volumen total, su capacidad de incidencia en las decisiones de la vida nacional era proporcionalmente mucho mayor, porque tenía –y tiene—detrás, todo el poder económico de las matrices de los monopolios transnacionales, muy superior a la magnitud de lo que aquí hayan invertido, y porque cuentan también con el apoyo económico, político, diplomático y aun militar de sus Estados de origen. Además de toda esa enorme fuerza, cuentan también de su lado con la que les aporta el sector de la burguesía local que se ha asociado con ellos y, por ende, se ha subordinado a sus intereses y acata sus decisiones. Y por si fuera poco, todavía agregan a su fuerza el gran peso que tienen los capitalistas sobre los medios de comunicación social, sea por ser sus propietarios o por su calidad de anunciantes poderosos. Todo eso acrecienta notablemente su capacidad de incidencia en el terreno político.

La mencionada expansión del capital externo también se reflejaba en los datos de las 500 empresas más grandes del país. En 1972, el 32% de ellas tenían participación de capital externo (161 empresas); para 1979, ya era el 54% (271 empresas) las que contaban con participación de capital extranjero. En ese último año, el 89% de las inversiones foráneas eran estadounidenses; en tanto que sólo 8% de ellas eran alemanas y 5.9% japonesas, que ocupaban los lugares segundo y tercero. Esto refleja una clara dependencia de un solo mercado e implica graves riesgos no solamente para un desenvolvimiento sano de la economía, sino para la independencia política y la soberanía de la Nación.

Los capitales extranjeros se apoderaban de las ramas más dinámicas de la industria.

Fortalecimiento de las industrias petrolera, petroquímica, eléctrica y siderúrgica, nacionalizadas.
Fortalecimiento de las industrias petrolera, petroquímica, eléctrica y siderúrgica, nacionalizadas.

Otro dato significativo: los capitales externos se apoderaban, cada vez más, de las ramas más dinámicas de la industria. Así, “en 1970 controlaban ya el 27.6% de las ventas totales de la industria manufacturera, el 84% en la producción de hule, el 80% en tabaco, el 67% en productos químicos, el 62% en construcción de maquinaria eléctrica, y el 49% en equipo de transporte, índices que se elevaron considerablemente para 1980”. Hay un dato que sustenta la afirmación dramática de que a pesar de sus graves penurias, nuestros países subsidian el desarrollo económico de Estados Unidos. El hecho es que la tasa de ganancias de la inversión de ese país en el extranjero es tradicionalmente menor en los países ricos que en los pobres. Por ejemplo, en 1979 fue de 18.9% en los países capitalistas desarrollados, y de 28.9% en los “subdesarrollados”. Y otro dato todavía más claro en ese mismo sentido: en estos últimos países se encuentra el 24.8% de la inversión total estadounidense y, sin embargo, de ellos extrae el 63.4% de los flujos de capital por utilidades, regalías, etc.

Existen datos irrebatibles que dan sustento también a la afirmación ya antes formulada de que los capitales extranjeros no capitalizan, sino descapitalizan la economía nacional:

“…los ingresos por concepto de inversiones extranjeras directas durante la década de 1960-70 fueron de 2,059 millones de dólares, mientras que, por conceptos de utilidades, regalías, etcétera, se enviaron al exterior 2,991 millones de dólares. Datos más recientes confirmaban la continuidad y agravamiento de este fenómeno. En cuatro años, de 1976 a 1979 inclusive, el total de ingresos originados por las inversiones extranjeras directas fue de 1,676.4 millones de dólares, en tanto que se remitieron de regreso a la metrópoli 3,249.6 millones de dólares por utilidades y regalías. “Esto significa que se sangró la economía nacional con 1,573 millones de dólares, cifra 69% mayor a la exportada en toda la década de los sesentas”.

Agudización de las contradicciones económicas y políticas.

Como se ve, la Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera, aprobada en 1973, resultó insuficiente para frenar esa tendencia contraria a los intereses nacionales. En general, esa y las demás tendencias económicas durante la década de los setentas demuestran que se produjo una agudización de las contradicciones en ese ámbito.

Como es natural, la agudización de las contradicciones económicas conlleva la agudización también de las contradicciones políticas. Esto fue lo que ocurrió de manera muy notoria en el periodo que nos ocupa, desde finales de la década de los sesentas y toda la de los setentas. A partir del análisis del ámbito de la economía, queda claro que la lucha en ese momento era sobre todo entre una y otra corriente, la de los partidarios del libre mercado y la que impulsaba el camino de la intervención del Estado, surgido de nuestra experiencia histórica. Ésta era la contradicción que había madurado; la que tendría que resolverse en el plazo inmediato, en uno u otro sentido; ésta era la contradicción determinante en el panorama nacional en su conjunto en ese momento histórico concreto.

De ahí, que el PPS presentara una nueva iniciativa de reformas a la citada Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Extranjera, en 1981[11], en la LI Legislatura (1979-1982) En ella, propuso nacionalizar el comercio exterior por la vía de incorporar esa actividad a las que la citada ley consideraba reservadas de modo exclusivo al Estado. Así también nacionalizar la petroquímica secundaria, los alimentos balanceados y otros eslabones estratégicos de la industria alimentaria, de la química industrial básica y de la siderurgia, por medio de establecer la reserva para el Estado del 51% del capital de esas actividades o empresas.

Propuso que se prohibiera de modo expreso la compra de empresas mexicanas establecidas. Así también que se impidiera el anonimato de los accionistas de empresas con capital externo, porque esa figura en la práctica deja fuera de control los porcentajes reales de capital nacional y extranjero. Propuso asimismo la desaparición de la figura de los fideicomisos en la faja de 100 kilómetros a lo largo de las fronteras y de 50 kilómetros a lo largo de las playas del país, que vulneró la prohibición constitucional de que en esas zonas tuvieran propiedades los extranjeros.

Esa práctica, en la opinión del PPS, resultó “lesiva para la economía del país, pero más aún ha devenido en humillante para el pueblo de una Nación soberana que, sin embargo, ve que sus playas ahora tienen letreros que advierten que se trata de propiedad privada en la que no se permite el paso de los mexicanos”.[12].

[1] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 10 de diciembre de 1965. Fue publicada con el nombre de “Nacionalización de las comunicaciones eléctricas y los servicios telefónicos” en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo I, pp. 145-153.

[2] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 9 de marzo de 1973.

[3] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 26 de diciembre de 1969. También fue publicada con el título de “Ley de Inversiones Extranjeras” en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo I, pp. 217-229.

[4] Diario de los Debates del Senado de la República, 6 de noviembre de 1975.

[5] Intervención del diputado Ezequiel Rodríguez Arcos, del PPS. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 28 de noviembre de 1975.

[6] Intervención del senador del PPS, Jorge Cruickshank García, Diario de los Debates del Senado de la República, 7 de septiembre de 1976.

[7] Vicente Lombardo Toledano, “¿Cuál es el camino? Uno es el del socialismo y otro es el de la jauría”. Artículo publicado en la revista Siempre! El 30 de noviembre de 1966.

[8] Cruickshank, Diario de los Debates del Senado de la República, op cit.

[9] Vicente Lombardo Toledano. “Iniciativa para adicionar la Constitucióncon un nuevo capítulo en materia económica” Fue publicada con el título de “Un nuevo capítulo en materia económica”, en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo I, pp. 133-143. …”, op. cit.

[10] Estos datos y los subsecuentes en este apartado, fueron tomados de una iniciativa presentada por el grupo parlamentario del PPS en la LI Legislatura y aparece en el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión del 6 de octubre de 1981. Fue publicada con el título de “Reformas a la ley para promover la inversión mexicana y regular la extranjera”, en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo II, pp. 441-448.

[11] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 6 de octubre de 1981. Fue publicada con el título de “Reformas a la ley para promover la inversión mexicana y regular la extranjera”, en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Tomo II, pp. 441-448.

[12] El PPS volvería a plantear esta iniciativa en las Legislaturas LII, (1982-1985) y LIII, (1985-1988) Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, de las siguientes fechas: 25 de septiembre de 1984 y 10 de diciembre de 1986. Fueron publicadas en Iniciativas parlamentarias…, op. cit. Con los títulos de “Ampliación del sector estatal de la economía” y “Ley para promover la inversión mexicana y regular la inversión extranjera”, pp. 537-545 y 641-649, respectivamente.

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