Antonio Alberto Betancourt Pérez, 1907 – 1977

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Antonio Alberto Betancourt nació el 13 de junio de 1907, en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán (México), y falleció en su ciudad natal el 5 de noviembre de 1997. Fue un destacado docente, historiador y periodista mexicano. Estudió en la Escuela Modelo de Mérida, Yucatán, y luego ingresó en la Escuela Normal Rodolfo Menéndez de la Peña, donde obtuvo el grado de maestro. Más tarde recibió una beca del gobierno soviético para estudiar la especialidad en ciencias sociales y políticas en el Instituto Leninista de Moscú. Como académico llegó a director Federal de Educación en el estado de Yucatán de 1934 a 1935, a director fundador de la Escuela Normal superior de Mérida (Yucatán) en 1971, y a fundador y dirigente de la Academia Yucatanense de Ciencias y Artes desde 1982 hasta su fallecimiento. Como periodista, desempeñó el cargo de director del Diario del Sureste de 1971 a 1976, y fundó y dirigió la Carta Confidencial Peninsular desde 1982 hasta su fallecimiento. Como político, fue miembro del Partido Socialista del Sureste (PSS) de 1929 a 1931, miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) de 1931 a 1938, y diputado federal por el estado de Yucatán de 1940 a 1943.

Recordamos al intelectual y político Antonio Betancourt Pérez con una dedicatoria a su amigo el Maestro Vicente Lombardo Toledano:

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BETANCOURT Pérez, Antonio. La escuela de la Revolución Mexicana: conferencia sustentada por su autor, la noche del 18 de diciembre de 1965, ante la Academia Mexicana de la Educación, Ciudad de México. México: Ediciones del Gobierno del Estado de Yucatán, 1965.

Para el maestro Vicente Lombardo Toledano con la estimación del autor y mi personal aprecio. México, D. F. dic 31/66 (1966) Antonio Betancourt Pérez.

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Publicaciones destacadas:

  • Economía marxista. (1933) Mérida, Yucatán.
  • Revoluciones y crisis en la economía de Yucatán. (1953) Mérida, Yucatán.
  • La escuela de la revolución mexicana. (1965) Mérida, Yucatán.
  • La pedagogía del anarquismo en México. (1969) Mérida, Yucatán.
  • Historia de Yucatán, Tomo I (1970).
  • Juárez en Yucatán (1972) Mérida, Yucatán.
  • El asesinato de Carrillo Puerto (1974) Mérida, Yucatán.
  • ¿Separatista Yucatán? (1975) Mérida, Yucatán.
  • El determinismo económico en la historia de Yucatán (1979) Mérida, Yucatán.
  • Yucatán, monografía estatal (1986) Secretaría de Educación Pública, México, D.F.
  • Yucatán, textos de su historia. (1988) Mérida, Yucatán.
  • Yucatán, Una Historia Compartida; Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/SEP. México (1988) Coautor: José Luis Sierra Villarreal.
  • Memorias de un combatiente social. Prólogo de José Luis Sierra Villarreal (1992) Instituto de Cultura de Yucatán. Mérida, Yucatán. 

La primera división de la CTM (1937)

La primera división de la CTM (1937)

Por Juan Campos Vega

Los miembros del Partido Comunista Mexicano (PCM) que forman parte de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), asumen la posición sectaria de establecer que quien no está con ellos está en contra de ellos, o cuando menos, que actúa en alianza con sus adversarios.

Esos militantes del PCM, para tratar de justificar sus equivocadas visiones, lo mismo utilizan calificativos carentes de sustento y mentiras flagrantes, que injurias, difamaciones y calumnias, no sólo contra sus enemigos, sino también, contra sus posibles aliados.

El sectarismo que caracteriza a esos miembros del PCM —que a veces atribuyen su conducta a la adopción de la política intransigente de “clase contra clase” por parte de la Internacional Comunista (IC)— tiene raíces distintas y más profundas. Cuando el Séptimo Congreso de la IC abandona la política anterior por errónea, y adopta la línea de crear los “frentes populares”, esos elementos aceptan de palabra la nueva estrategia, pero sus posiciones, entre anarquistas y dogmáticas, los empujan siempre a tratar de imponer sus puntos de vista, y cuando fracasan, a acusar a quienes no los siguieron en la aventura de ser los responsables de los malos resultados.

Los dos procesos de división importantes, por sus efectos negativos, que se producen en la CTM, en 1937 y 1947, están vinculadas directamente con esa conducta sectaria y dogmática.

CUARTO CONSEJO NACIONAL DE ABRIL DE 1937

Después del conato de división, suscitado en la elección del primer comité ejecutivo de la CTM, que enfrenta a los seguidores de Fidel Velázquez —cabeza del grupo de “Los Cinco Lobitos”— con los miembros del PCM y los representantes de los sindicatos que comparten algunas posiciones con ellos, las pugnas entre ambos bandos no sólo no cesan, sino que se intensifica, y se presentan en diferentes ocasiones y por motivos diversos.

Lenin

Los enfrentamientos entre ambas corrientes, producidos por las actitudes de una y otra en la vida diaria de la confederación, conducen a la primera división de la CTM, a fines de abril de 1937, cuando tres secretarios del comité nacional y los sindicatos que comparten las posiciones de los miembros del PCM, así como las organizaciones controladas o influidas por ellos [1], asumen la actitud “izquierdista” que Lenin calificara de “enfermedad infantil”, y abandonan o no asisten a la asamblea del Cuarto Consejo Nacional.

Los miembros del comité nacional que abandonan el consejo son: Juan Gutiérrez, del sindicato ferrocarrilero; Pedro A. Morales y Miguel A. Velasco, miembros del PCM; se solidarizan con su posición las siguientes organizaciones: Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, Cámara Unitaria del Trabajo del Distrito Federal, Sindicato Mexicano de Electricistas, Comité Organizador de Trabajadores al Servicio del Estado, Confederación de Ligas Gremiales de Yucatán, Federación Sindical Independiente del Estado de Yucatán, Cámara del Trabajo del Estado de Aguascalientes, Federación de Trabajadores del Territorio de Quintana Roo, y Federación de Sindicatos Obreros del Estado de Morelos [2], que representan no más de 20% de los afiliados a la CTM.

Dos meses después, el PCM, en la reunión del pleno de su comité central, reconoce su error que conduce a la división, acepta los acuerdos del Cuarto Consejo Nacional y la autoridad del comité nacional, en un documento denominado “Unidad a toda costa”, pero a pesar de haber tomado esa decisión, los miembros del PCM “no han cesado de obstruccionar la labor de unificación [3]”, los tres secretarios que abandonan el consejo se presentan como si fueran el comité nacional de la CTM, intentan crear federaciones paralelas en los estados, calumnian a los dirigentes nacionales, en fin, insisten en su afán de lograr la división de la confederación.

CAUSAS DE LA DIVISIÓN

Un intento por tergiversar lo acontecido, lo realiza en sus Memorias Valentín Campa Salazar. Señala que una de las causas que originan la división se presenta en el Segundo Consejo Nacional de la CTM cuando los dirigentes del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SITMMSRM) “presentaron una acusación enérgica contra Fidel Velázquez porque hostilizaba en los estados a las representaciones de las secciones mineras […] maniobraba por conducto de sus representantes para que no participaran […] en los comités ejecutivos de las federaciones, inclusive en estados donde esas secciones tenían una gran base [4]”.

Los hechos demuestran la falsedad del primer señalamiento de Campa. El problema con el sindicato minero, se presenta desde la realización del Primer Consejo Nacional de la CTM, de junio de 1936. La representación minera no se hace presente a pesar de que uno de sus dirigentes fue electo para un cargo en el comité nacional de la confederación.

Ante la ausencia de los representantes mineros, el consejo nombra una comisión integrada por José Jiménez Acevedo, Valentín Campa y Juan Gutiérrez. En el transcurso de la asamblea, Gutiérrez, en nombre de la comisión, informa que no pudieron entrevistarse con Agustín Guzmán, secretario general del sindicato minero. A continuación, Miguel Ángel Velasco, da lectura a declaraciones de Guzmán de separar al sindicato minero de la CTM, en las que acusa a la confederación de tratar de dividir a los mineros y de estar realizando huelgas absurdas y mal planteadas. Vicente Lombardo Toledano refuta, en nombre del comité nacional de la CTM, ambos señalamientos, y explica “que el comité nacional jamás ha pretendido dividir al sindicato de mineros […] que la confederación hasta hoy no ha decretado ni un paro ni una huelga [5]”.

En el debate que se suscita respecto a la posibilidad de que el sindicato minero abandone la CTM, Fernando Amilpa Rivera —integrante de “Los Cinco Lobitos”— plantea:

Al constituirse el Comité Nacional de Defensa Proletaria la unificación peligró y se hizo en una forma precipitada, sin pensarse las cosas, sino sólo sobre las rodillas y que en las asambleas del propio comité privaba un espíritu de parcialidad netamente comunista; señaló como instituciones de filiación comunista a la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Gráficas, al Sindicato Mexicano de Electricistas, a la Cámara Unitaria y a la Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías, que estaban siempre en contraposición con los lineamientos de las demás representaciones [6].

Remata su intervención diciendo que el problema que se ha suscitado con el sindicato minero que va desmembrando a la CTM “se debe a la CTM misma y no a la actitud del Departamento del Trabajo y menos aún del Estado [7]”.

Campa, “contesta los conceptos vertidos por el compañero Amilpa en una forma acalorada; dice que si hay alguien a quien exigirle responsabilidad por la actitud de los mineros no es a la CTM, como malévola e insinceramente pretende Amilpa, sino al poder público […] tacha a Amilpa de ser poco leal y mentiroso [8]”. Esta intervención de Campa contradice totalmente lo planteado en su Memorias.

La segunda causa de la división, que alude Campa, se relaciona con la actividad político-electoral. Señala que en el Tercer Consejo Nacional cetemista: “Lombardo, de acuerdo con Amilpa y Fidel Velázquez, propuso que la CTM rectificara la orientación del congreso constituyente y aprobara participar en política electoral, adhiriéndose a la reorganización del PNR con el nombre de Partido Revolucionario Mexicano […] [9]”.

El segundo aspecto señalado por Campa, tampoco corresponde a la realidad. El acuerdo relativo al tema político-electoral se adopta en el Segundo Consejo Nacional —no en el tercero—, y según las actas correspondientes se discute con amplitud y serenidad, los acuerdos no rebasan el marco de las sugerencias, y no se hace alusión a partido alguno, como se confirma con el contenido del punto primero que expresa: “El consejo nacional de la CTM, recomienda a los trabajadores que lo integran, su participación en la lucha político-electoral para defender el programa de la CTM y para oponerse a la reacción y al imperialismo [10]”.

Partido de la Revolución Mexicana
Partido de la Revolución Mexicana

Por lo que respecta a la incorporación de la CTM al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), que también incluye Campa en su argumentación, el hecho se produce hasta marzo de 1938—un año después de que Campa y compañía abandonen el Cuarto Consejo Nacional— por lo que no puede ser causa de la división que se había producido con antelación. Además, la opinión del PCM respecto del PRM, expresada por su secretario general, contradice a Campa. Hernán Laborde, en un escrito publicado en El Machete, periódico oficial del PCM, después de calificar de revolucionaria y patriótica la política del presidente de la República, general Lázaro Cárdenas, expresa:

El nuevo partido deberá ser un verdadero frente único de organizaciones y grupos dentro del cual sea posible la unificación más o menos rápida de cada uno de estos sectores: todas las organizaciones obreras en una sola central; todos los campesinos en una sola organización nacional campesina; un movimiento unificado de intelectuales; el movimiento unificado de las mujeres, el de los jóvenes, etc. La unificación de las masas en los cuatro sectores —obrero, campesino, militar y popular— que van a constituir el partido, deberá realizarse no sólo desde el punto de vista orgánico, sino también, en cierto grado desde el punto de vista ideológico y programático [11].

Lo que realmente sucede en el Segundo Consejo Nacional de la CTM, efectuado en octubre de 1936, es la controversia entre la mayoría de los integrantes de la CTM, entre ellos el grupo de “Los Cinco Lobitos”, y los miembros del PCM con relación a la constitución del Frente Popular Mexicano (FPM).

En el congreso constituyente de la CTM, se integra el comité organizador del Frente Popular Mexicano. Las labores desarrolladas por este comité generan algunas discrepancias al interior de la CTM por lo que el comité ejecutivo, en su informe, plantea al consejo nacional que determine la forma de participación de la confederación en el FPM.

La discrepancia principal gira en torno a las funciones del comité organizador. La mayoría del comité nacional cetemista plantea que el comité organizador del FPM debe dedicarse única y exclusivamente a organizar y preparar el congreso que ha de constituir el Frente Popular Mexicano; los miembros del comité nacional de la CTM, miembros del PCM, quieren que el comité también se encargue de organizar las luchas inmediatas de las organizaciones populares.

Al valorar lo equivocado de esa conducta de sus miembros, el informe al comité central del PCM, de junio de 1937, parte de que la posición asumida por ellos era la justa, pero también que era necesario trabajar con quienes sustentaban otras opiniones; se preguntan si no deberían haber cedido y concentrado la actividad del comité organizador en la preparación del congreso, lo que no impedía atender las luchas inmediatas, y se responden:

En vez de esto, nos enredamos en una discusión interminable sobre las funciones del comité organizador. Después, cuando el comité nacional de la CTM pretendía que el comité organizador se disolviera, nos empeñamos en sostenerlo contra viento y marea, cuando hubiera sido más útil disolverlo y dejar el campo libre al comité nacional de la CTM, orillándolo a cumplir el acuerdo del Segundo Consejo Nacional sobre la constitución del FPM. Los resultados de nuestra actitud intransigente están a la vista: el comité organizador sólo ha servido para ahondar nuestras diferencias con la mayoría del comité nacional de la CTM [12].

De esta manera, la política sectaria del PCM conduce a la primera división de la CTM, cuyas consecuencias son las siguientes: a) los tres secretarios que abandonan el consejo pierden los cargos para los que fueron electos, y el consejo nombra a elementos reformistas para sustituirlos, con lo que cambia la correlación de fuerzas al interior del comité nacional, b) poco tiempo después, se reintegran sindicatos que habían abandonado la CTM generando la división, con lo que se restablece la unidad rota transitoriamente; al mismo tiempo, algunos sindicatos la abandonan definitivamente.

[1] Confederación de Trabajadores de México, “Informe del Comité Nacional de la Confederación de Trabajadores de México al Quinto Consejo Nacional de la misma institución”, CTM 1936-1941, pp. 400-401.

[2] Ídem.

[3] Ibid., p. 381.

[4] Valentín Campa, Mi testimonio. Memorias de un comunista mexicano, p. 125.

[5] Véase Confederación de Trabajadores de México, “Primer Consejo Nacional de la Confederación de Trabajadores de México”, actas de las sesiones, tercera sesión, CTM 1936-1941, p. 189.

[6] Ibid., p. 191.

[7] Ibid., p. 192.

[8] Idem.

[9] Valentín Campa, Mi testimonio. Memorias… op. cit., p. 125.

[10] Confederación de Trabajadores de México, “Circular de información de la ctm a sus organizaciones filiales”, CTM 1936-1941, p. 232.

[11] Hernán Laborde “3. El criterio del Partido Comunista Mexicano”, revista Política, México, D. F., 15 de noviembre de 1963, p. XXIII.

[12] Hernán Laborde, La política de unidad a toda costa, pp. 50-51.

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