Arte paleolítico y vida nómada

Por Aura Ponce de León

El arte paleolítico es considerado por los investigadores de la evolución humana como evidencia de la aparición de comportamiento simbólico en la historia natural de nuestra especie. Esta conducta es uno de los rasgos que se incluyen cuando se intenta caracterizar lo que, en el contexto de discusión de los orígenes de nuestra especie, se ha llamado conducta humana moderna. El arte rupestre y otros comportamientos que podrían tener un componente estético, como el ornamento personal, surgieron en algún momento del Paleolítico, un periodo de vida nómada, el periodo más largo de la historia de la especie humana.

El nomadismo implica formas de vida y modos de interacción con el ambiente muy diferentes a los que se iniciaron con el advenimiento del Holoceno y la domesticación de especies animales y vegetales –la ganadería y la agricultura– cambios de gran envergadura que a la postre llevaron a la casi total sedentarización de nuestra especie.

Muchos de los motivos que aparecen en el arte rupestre asociado a culturas nómadas, ya sea paleolítico o de épocas posteriores, están íntimamente ligados al entorno y a la vida animal que rodeó en su tiempo a los grupos que lo produjeron. Este arte muestra quizá, según ciertas interpretaciones, atisbos de las formas de interacción de las poblaciones de ese tiempo con el ambiente, formas casi totalmente desaparecidas.

En el Acervo General y en la Biblioteca Mexicana de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología del Centro Lombardo se albergan numerosos libros relacionados con el tema de arte rupestre paleolítico y algunos de gran interés sobre la vida nómada. En la exposición actual de Piezas del Mes que aquí presentamos tenemos el gusto de compartirles una muestra de esa parte del acervo a través de cuatro libros.

Arte paleolítico

El primer libro es Dawn of art: The Chauvet Cave. The oldest Known Paintings in the World, de Jean Marie Chauvet, Eliette Brunel Deschamps y Christian Hillaire, quienes realizaron el hallazgo de la Cueva de Chauvet, inscrita en la lista del Patrimonio Mundial y reconocida, por la riqueza de sus pinturas, como una de las cuevas de arte rupestre más importantes y espectaculares del mundo, junto, por ejemplo, con Altamira y Lascaux. El libro presenta, a través de una detallada narrativa, el descubrimiento de la cueva, realizado en diciembre de 1994. La narración, en primera persona, lleva al lector de la mano a los rincones de la cueva, la situación del hallazgo, las primeras impresiones y las vivencias de sus descubridores, y contiene también una detallada descripción de los paneles que conforman el arte de esta caverna, valiosa para quienes se interesen por la investigación particular de este sitio arqueológico. Werner Herzog, como sabemos, realizó el documental La cueva de los sueños olvidados, extraordinario testimonio que nos permite adentrarnos en la cueva, si bien a distancia pero sin afectarla, pues por motivos de conservación está abierta hoy en día únicamente a algunos investigadores. La antigüedad del arte de Chauvet, aunque variable pues se superponen en ella trazos de diversas épocas, se ha estimado en alrededor de 32 mil años.

Vida nómada

En el Museo Nacional de las Culturas del Mundo se exhibe la exposición De nomadismos y hospitalidades: Comcaac y Saharahuis. En ella se ponen en diálogo, a través de objetos y fotografías, dos culturas que han desarrollado formas particulares de interacción con sus ambientes después de sufrir agresivos procesos de sedentarización forzosa impulsados por gobiernos e intereses ajenos a sus comunidades, que en su momento no reconocieron ni respetaron el modo complejo de utilización estacional de un amplio territorio por parte de las culturas nómadas. La exposición es una enriquecedora e interesante presentación de las formas de vida y hospitalidad de la cultura saharahui, del norte de África, y de la cultura comcaac (seris), del estado mexicano de Sonora y la Isla Tiburón, pero es también una potente denuncia de la transgresión de los derechos de estos pueblos al uso de sus territorios del modo más conveniente para ellos. Conduce sobre todo a una profunda reflexión sobre la pérdida que significa para la humanidad la desaparición de formas de vida de gran inteligencia en la explotación racional de los recursos, teniendo siempre a la vista la conservación de los mismos, respetando sus ciclos de renovación, aproximación que poco a poco hemos ido perdiendo, quizá sin darnos cuenta, quizá impotentes ante ello.

A finales del Pleistoceno ocurrió, como arriba se señala, el inicio de la sedentarización de los pueblos del mundo con las primeras aldeas agrícolas. Esta fue extendiéndose a lo largo y ancho del planeta y terminó por casi eliminar el nomadismo. En los siguientes tres libros se encuentran tres visiones sobre dos culturas que han conservado relativamente esa forma de vida, si bien alterada por los distintos procesos de afectación e interacción con otras culturas: los khoisan del desierto del Kalahari y los bororo del grupo Fulani de Nigeria.

El mundo perdido del Kalahari

Libro que presenta la crónica de un viaje al Kalahari realizado en los años cincuenta del siglo pasado por Van der Post “en busca de los bosquimanos”, llamados ahora más apropiadamente !Kung San o Khoisan y que incluye sus memorias de los relatos escuchados en su infancia sobre este grupo del sur de África. Hay en el texto varias narrativas sobre el arte rupestre de la región, por ejemplo: “En ellas [las pinturas rupestres], los animales de África todavía viven tal como él [el pintor] los conoció, tal como ningún artista europeo o bantú ha sido capaz de plasmarlos. No están allí como presas para ejercitar su arco ni como mero alimento… sino como compañeros en el misterio, como hermanos de peregrinación en una misma y peligrosa senda que une las zonas de agua más remotas y dadoras de vida.” (p. 24).

El libro narra la utilización por el bosquimano, para su sobrevivencia, de los diversos y muchas veces escondidos recursos del desierto: el trazo de senderos, el uso de trampas, el uso de animales para desarrollar estrategias de caza o de recolección, por ejemplo el uso de la pequeña ave que lo conduce a las colmenas para hacerse de miel, el pajaro guía-miel. Describe también la música tocada por estos antiguos habitantes del desierto, su pintura, en la cual señala la existencia de figuras de antílopes, gacelas, jirafas, grullas azules, cigüeñas, pitones, rinocerontes, elefantes, leones, leopardo, avestruz, lince, hiena, y muchos animales más. Y señala cómo el propio autor empieza a aparecer más y más en las representaciones: “…el propio bosquimano fue apareciendo poco a poco en esas escenas animales. Los asuntos de sus pinturas se tornan más complejos, el tema se orquesta de un modo más pleno. Se nos presenta en ellas como niño, esposo, cazador y luchador, sus mujeres siempre cerca y en actitud de ayuda. En su arte se introducen las escenas cotidianas y las luchas. Aparecen las abejas y la miel, comienza a danzar…” (pp. 34-35).

En un punto de su texto señala el autor: “Sé que de nada sirve abstraer a la gente y a los acontecimientos del contexto de su época. Es posible que una de las más prolíficas fuentes de error del pensamiento contemporáneo brote precisamente de la costumbre popular de extraer la historia de su propio contexto para adaptarla por la fuerza a los valores de otra época” (p. 50). Al respecto, es claro que el autor presenta su apreciación del papel de estas pinturas en una sociedad que es de tiempos recientes, no paleolíticos, pinturas que fueron realizadas por hombres y mujeres con las capacidades cognitivas y creativas de nuestro tiempo. Sin embargo el estudio etnográfico de su utilización en esos circuitos de explotación estacional de los ambientes puede ofrecer, a quienes estudiamos con la mirada puesta en una mayor profundidad temporal, valiosas claves para comprender algunos aspectos de su papel en la antigüedad, que buscamos desentrañar.

Nisa. Vida y palabras de una mujer !Kung

Este interesante libro recoge las historias narradas a la antropóloga Marjorie Shostak por Nisa, una mujer de un grupo del pueblo !Kung San o Khoisan, quien vivía –en 1971, cuando se realizó la investigación– en una región remota de Botswana y quien comparte con ella numerosas experiencias y reflexiones de vida. Dice la autora: “Los !Kung son maestros de la sobrevivencia en [su] entorno, capaces de responder a sus demandas siempre cambiantes y a menudo extremas. La adaptabilidad es la clave de su éxito. La gente vive en aldeas semi-permanentes o campamentos, en grupos de alrededor de diez a treinta individuos. La propiedad personal debe ser mínima (el peso total de las pertenencias de una persona promedio es menor de veinticinco libras), porque todo debe ser cargado cuando la banda se mueve (p. 7). Las circunstancias y experiencias personales de Nisa sobre la maternidad, el cuerpo, la vida en su sociedad son recogidas por Shostak en un trabajo etnográfico de gran interés, que busca el punto de vista de una mujer, y que nos ofrece una ventana a un mundo muy diferente al nuestro, a la vida en comunidades que habitan el mundo con una especial movilidad colectiva.

Nómadas del sol

Por último comentamos el libro Nomades du Soleil. Este texto recoge una investigación etnográfica realizada por Henry Brandt en los años cincuenta del siglo pasado sobre los Bororo, grupo nómada del pueblo Fulani, habitantes de Nigeria. Dice en su introducción: “Son nómadas, e indiferentes a las caminos y sueños de otros hombres… rechazan cualquier innovación. Ni siquiera miran a los aviones que a veces pasan, muy arriba, en el cielo de su maravillosa y burlona libertad… Estos solitarios, grandes señores en harapos, son los bororo fulani del Círculo de Tahoua (Territorio del Níger, África Occidental Francesa)” (p. 5). Se trata de un pueblo pastor, nómada estacional. Este pueblo se ha conservado aparte de la mayoría del pueblo Fulani, que hoy es mayoritariamente sedentario y musulmán (p.6).

El autor señala distintos aspectos de la vida de este grupo, por ejemplo: “Ser bello es quizá la preocupación más secreta y constante de los bororo. Durante algunas semanas cada año, uno puede dedicarle [a ello] todo su arte y casi todo su tiempo” (p. 100). O: “Los bororo no comen juntos. El esposo le da la espalda a su esposa, el hermano a su hermana y los jóvenes se esconden de los ancianos. Nos dejaríamos morir de hambre en lugar de comer ante un extraño. Sólo los de la misma edad y sexo pueden comer juntos” (p.52), para luego detallar las excepciones a la regla.

 

Colegio del personal académico y personal bibliotecario.

Octubre de 2018.

 

Invitamos a nuestros queridos amigos y estimados usuarios a acudir a la biblioteca del Centro. Su acervo puede consultarse en: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO

Sobre la biblioteca y la exposición Piezas del mes hay información aquí:

https://www.centrolombardo.edu.mx/piezas-del-mes-la-biblioteca-del-centro/


Referencias

Brandt, Henry, 1956. Nomades du soleil. Lausanne: La Guilde du Livre Lausanne. 149 p.

Chauvet, Jean Marie, Eliette Brunel Deschamps y Christian Hillaire, 1996. Dawn of art: The Chauvet Cave. The oldest Known Paintings in the World. New York: Harry N. Abrams, Inc. 135 p.

Shostak, Marjorie, 2000. Nisa. The Life and Words of a !Kung Woman. Cambridge, Ma: Harvard University Press, 365 p.

Van der Post, Laurens, 2007 (original de 1958). El mundo perdido del Kalahari. Barcelona: Península, 299 p.


La fotografía que encabeza este post es un fragmento de una fotografía que aparece en el libro de Henry Brandt Nomades du soleil arriba citado. Del mismo libro es la fotografía que acompaña a la breve reseña del libro. Las fotografías de las portadas del libro sobre la Cueva de Chauvet y sobre Nisa provienen de los libros reseñados. Se utilizan únicamente con fines educativos y de divulgación e investigación científica, bajo el concepto de uso justo, y bajo conceptos de la legislación mexicana sobre la no afectación de la explotación normal de la obra, la reproducción limitada y respetuosa de fragmentos debidamente citados, y desde una institución educativa y de investigación, no dedicada a actividades mercantiles.

Un coloquio sobre arte, evolución y cognición

A veces me pregunto qué es lo que separa al hombre de la bestia, cuyo corazón no entiende lengua humana alguna.

¿Por qué remota mañana, de qué primer paraíso, de qué creación, iba el sendero claro por donde sus dos corazones se entendían? Pues las huellas de su andar gemelo no se han borrado aún, aunque su parentesco se haya olvidado hace tanto tiempo…

Rabindranath Tagore, El jardinero.

El 19 y 20 de octubre pasados se realizó en Puebla el Coloquio Historia natural del arte: evolución de la cognición y de la conducta artificadora, organizado por la Maestría en Estética y Arte de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el grupo de investigación sobre Hominización, Simbolismo y Arte Rupestre del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano. A él acudieron especialistas de diversos campos, principalmente del arte, la evolución humana y las ciencias cognitivas, interesados en comprender desde distintos ángulos qué papel jugó la aparición del arte en la constitución de nuestra especie y en la modelación de la cognición del ser humano tal como hoy la conocemos.

En este coloquio se examinó la aparición, a lo largo de la evolución humana, de capacidades de transformación de elementos del ambiente en obras con marca artística, de la aparición y desarrollo de capacidades de representación de ideas o partes del mundo a través de símbolos, del surgimiento de la capacidad de sostenimiento mental de esos símbolos, de su modificación en el pensamiento o la imaginación y de la materialización de esas modificaciones en objetos o espacios en formas que catalogamos como artísticas.

El marco del coloquio.

Durante el siglo pasado diversos planteamientos conjeturaron que los inicios de ese comportamiento se habrían situado en el Paleolítico Superior europeo, alrededor de hace 40-45 mil años, señalando como prueba, entre otras, al arte rupestre paleolítico de la región franco-cantábrica. Esos puntos de vista fueron desafiados, sin embargo, por estudios que situaron la aparición de esas conductas quizá ya hace entre 250 y 200 mil años, mostrando como evidencia la aparición de pigmentos, el uso de cuentas e indicios de ornamentación personal, así como objetos modelados de ciertas formas y trazos regulares con posibles significados en piezas de piedra.

Estos y otros temas relacionados se abordaron a través de siete mesas, a saber: Historia natural del arte, Ciencia estética evolucionaria, Orígenes evolutivos del arte, Estudios disciplinares sobre el arte y su evolución, Arte y filosofía, Arte y estética, y, finalmente, Arte, evolución y comportamiento. Se contó con la participación de investigadoras e investigadores de distintas disciplinas, tanto de las ciencias naturales y sociales, como del arte y las humanidades. Hubo pues, miradas científicas, filosóficas, históricas y artísticas, y se borraron o atenuaron las fronteras entre esas aproximaciones, percibidas a veces como fijas e invariables.

Conferencias magistrales.

También tuvieron lugar cuatro conferencias magistrales, tres de las cuales presentaron un amplio panorama del arte rupestre paleolítico de Asturias y Cantabria, y otra una exploración del tema desde el campo de la bio-estética.

En la primera conferencia magistral el arqueólogo Manuel González Morales, profesor de la Universidad de Cantabria, presentó un valioso recuento y análisis de más de un siglo de investigaciones sobre este arte primero en la región cantábrica, al norte de España, señalando cómo fue cambiando a lo largo de este periodo la percepción de la academia sobre el valor científico e histórico de estos yacimientos. Algunas de las cuevas emblemáticas de la región son: Altamira, El Castillo, El Pendo, Chufín, entre otras, todas las cuales contienen un patrimonio artístico excepcional.

Por su parte, la arqueóloga Otilia Requejo Pagés, directora General de Patrimonio de la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, ofreció un interesante y detallado panorama del arte rupestre paleolítico de Asturias, algunas de cuyas cuevas, junto con nueve de Cantabria, están inscritas en la lista del patrimonio mundial. En la conferencia se expusieron las razones de esta inscripción, el hecho de tratarse de un testimonio extraordinario de tradiciones culturales hoy desaparecidas y se describieron sus contenidos y formas con gran riqueza. Las cuevas asturianas inscritas como patrimonio mundial son Tito Bustillo, Llonín, El Pindal, La Covaciella y El Candamo, pero la región cuenta con más de cuarenta cuevas con esta clase de testimonio único.

Para comprender las características geológicas de la región, que posibilitaron su extraordinaria conservación, así como los datos físicos, ambientales y de datación de estos yacimientos, se contó también con la conferencia de la geóloga Montserrat Jiménez Sánchez, profesora de la Universidad de Oviedo, quien presentó el panorama geológico de esta región y su impacto sobre estos bienes. Así, a través de estas tres conferencias los asistentes pudieron conocer una visión experta, de conjunto y de detalle, de estos bienes culturales que resguardan invaluable información sobre el primer arte de la humanidad.

La última conferencia magistral, impartida por la filósofa y artista Katya Mandoki, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, presentó las distintas exploraciones que la investigadora ha realizado sobre conductas artísticas en diferentes especies animales, un horizonte que ella ha llamado bio-estético, a través del cual expresa su percepción de que las conductas estéticas están mucho más diseminadas en el mundo animal de lo que habitualmente apreciamos, punto de vista de gran interés.

Mesas de trabajo y carteles.

En las mesas de trabajo y en las sesiones de carteles se abordaron temas que fueron desde recuentos del tiempo y modo en que ocurrió la evolución humana (José Luis Vera), hasta investigaciones sobre neuronas espejo y neuronas canónicas (Hilda Hernández López). Temas como la abstracción en el arte rupestre (Alma Vega Barbosa), las bizarrías en el arte (Alejandra Rosales Lagarde), los desafíos epistemológicos que el estudio del arte rupestre plantea a la arqueología mexicana (Francisco Mendiola Galván) y la conciencia sobre nuestra finitud y su estrecho vínculo con el arte (Laurence Le Bouhellec) fueron presentados.

Hubo exposiciones sobre la importancia del estudio del arte desde la perspectiva de la historia natural y la condición excepcional del equipo bio-psicológico del animal humano (Ramón Patiño Espino), así como reflexiones sobre valores éticos y estéticos (José Ramón Fabelo). Y, en fin, se supo de estudios antropológicos, filosóficos, filológicos, neurológicos y neurofilosóficos sobre el arte, la evolución y la cognición, por la vía de interesantes ponencias, intervenciones inspiradas, discrepancias apasionadas y pacíficos acuerdos. Se oyó citar a Plinio El Viejo, a Buffon, a Leroi-Gourhan, a Tattersall, a McBrearty y Brooks, Aiello, Platón, Hegel y más, en un banquete de reflexiones y diálogos a través del tiempo.

Mirada evolucionista y reflexión sobre el arte.

Investigadores e investigadoras compartimos en este encuentro certezas y dudas, puntos de vista en construcción, ideas y saberes. Expresamos y escuchamos experiencias, razones, reflexiones. Compartimos mapas, faros, hallazgos, tesoros. Este coloquio constituyó una contribución de gran interés en el estudio de la Historia natural del arte en nuestro país y en la ampliación de la comunicación y el intercambio de saberes en este campo de investigación, que reúne la mirada evolucionista y la reflexión sobre el arte, para tratar de entender en qué consisten algunas de las características más distintivas de aquello que llamamos humanidad.

Aura Ponce de León / febrero de 2017.


Referencias.

Tagore, R. 2007 El jardinero [introducción de Ivana Graciela Mollo], Madrid, España, Edimat, p. 111.

McBrearty, S. & Brooks, A.S. 2000 The revolution that wasn’t. A new interpretation of modern human behavior, J. Hum. Evol. 39: 453-563, dx.doi.org/10.1006/jhev.2000.0435

Nowell, A. 2010 Defining Behavioral Modernity in the Context of Neandertal and Anatomically Modern Human Populations, Annu. Rev. Anthropol. 39: 437-452, dx.doi.org/10.1146/annurev.anthro.012809.105113

Fotografías: Alma Vega Barbosa y Aura Ponce de León.

Arte rupestre paleolítico en la cornisa cantábrica

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Bisonte de Altamira, por H. Breuil

Qué rasgos distinguen a los seres humanos de otros animales ha sido un motivo conductor de la investigación en las ciencias paleoantropológicas, en especial de la arqueología y la antropología física y, más recientemente, de las ciencias cognitivas. Se han mencionado características como un cerebro con aptitudes excepcionales, la postura bípeda, la habilidad de las manos, como algunos de los rasgos principales que contribuyeron a configurar la constitución física, capacidades y modos de relacionarse con el ambiente que conforman a nuestra especie. De manera muy particular, en lo que se refiere a las cualidades mentales, se han mencionado la capacidad del lenguaje, la de la transformación planificada del ambiente, nuestra condición de especie social y cultural, la conducta moral y la capacidad de creación y apreciación estéticas, entre las principales. El arte rupestre paleolítico ha tenido un lugar en esta investigación.

La región.

En la región cantábrica del norte de España y en la región vecina del sur de Francia se resguarda un legado de gran importancia relacionado con esta última capacidad, la de la creación estética: un conjunto de cuevas y abrigos con arte rupestre del periodo Paleolítico que testimonian la presencia, hace más de 40 mil años, de una mente humana plenamente moderna, con capacidades y habilidades para la producción de obras de esta naturaleza, e inclinación y motivación para realizarlas.

Cornisa Cantábrica
Cornisa Cantábrica

La cornisa cantábrica es la región costera del norte de España, delimitada al norte por el mar cantábrico (océano Atlántico) y al sur por la cordillera que lleva su nombre y que cruza el país desde Galicia hasta el País Vasco y Navarra. Incluye las comunidades de Cantabria y Asturias y provincias del País Vasco, Castilla y León, Galicia, y Navarra.

En esta zona existen numerosas cuevas con arte rupestre, entre las cuales pueden mencionarse a Altamira, Covalanas, El Castillo, Las Monedas, en Cantabria; a Tito Bustillo, La Covaciella, El Pindal, en Asturias; Ekain, Altxerri, en Guipúzcua, País Vasco, por mencionar sólo algunas, ya que la cantidad de yacimientos es mucho mayor. Diecisiete grutas de esta región de España están incluidas en la lista de Patrimonio Mundial.

En cuanto al área francesa se incluyen en este conjunto de arte paleolítico cuevas emblemáticas como Chauvet, Lascaux, Niaux, entre otras, en las regiones de Ródano-Alpes, de Aquitania-Lemosín-Poitou-Charentes, en especial la Dordoña, y la de Languedoc-Rosellón-Mediodía-Pirineos. Toda esta región ibero-francesa contiene este tesoro de la humanidad.

El arte.

Cuando hablamos de arte rupestre o parietal nos referimos al conjunto de expresiones gráficas, muchas de ellas pictóricas pero también grabadas, esculpidas o modeladas, que la humanidad ha realizado sobre paredes de roca, principalmente en cuevas, pero también en otros soportes de roca como abrigos, riscos y afloramientos rocosos, desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad. Esta forma de arte posee generalmente una marca estilística de la cultura que lo produjo y en ocasiones también la marca o huella de su creador individual. Se ha producido arte rupestre en todos los continentes a lo largo de los tiempos y las funciones que cada sociedad le ha asignado han sido diversas: expresión artística, acompañamiento o guía de celebraciones rituales, registro de acontecimientos, comunicación de ideas, señal de territorialidad, y otras.

Arte de Altamira
Arte de Altamira

En particular, cuando nos referimos al arte rupestre paleolítico nos referimos al producido en ese antiguo periodo de la historia humana, específicamente en el Paleolítico superior (que va de 45-40 mil años hasta hace alrededor de 11 mil), periodo en que se produjeron algunas de las obras más extraordinarias de esta forma de expresión artística como, por ejemplo, el Techo de los polícromos de Altamira, con sus bisontes, ciervos, caballos y signos, o los cientos de animales de la cueva de Chauvet: leones, osos, rinocerontes, mamuts, caballos, bisontes, entre muchos otros.

Evolución cognitiva y arte rupestre.

En el estudio de la evolución humana el arte se ha examinado como posible indicador de cambios en la manera en que los grupos humanos captaron y procesaron información, en búsqueda de datos sobre cuándo y cómo hubo cambios significativos en la cognición humana, en una suerte de mapeo de la cognición desde una perspectiva evolutiva. Con esa interrogante se han investigado el arte parietal y el mobiliar[1] de diversas épocas y regiones del mundo, incluyendo el lugar y el papel del arte rupestre paleolítico europeo.[2]

El linaje de los homínidos se originó en África hace varios millones de años, y nuestra especie, Homo sapiens en su forma anatómicamente moderna, apareció en ese continente hace alrededor de 195-200 mil años.

Grupos de Homo sapiens llegaron a Europa hace alrededor de 45 mil años[3], o quizá 50 mil. Contaban con recursos tales como estructura social y cultural, artefactos, flexibilidad conductual y formas de intervenir en el ambiente que les permitieron aprovecharlo eficazmente, por lo que pudieron vivir y prosperar en la región. En la zona habitaba al menos una especie hermana, Homo neanderthalensis, probablemente descendiente de alguna de las migraciones anteriores de grupos homínidos del Paleolítico medio o inferior. Dependiendo de las fluctuaciones del clima, fueron habitando distintas regiones de Europa a lo largo de los siglos y milenios. A algunos de estos grupos de cazadores y recolectores es a quienes se atribuyen las obras de arte rupestre mencionadas arriba.

Fechamientos y motivos.

De acuerdo a los datos que arrojan diversos fechamientos en la región[4], la cueva con intervención pictórica más antigua, de las que se han fechado, es El Castillo, con fechas para sus pinturas más antiguas de más de 40 mil años; Chauvet ha sido fechado en alrededor de 32 mil años, y las pinturas de Altamira han arrojado fechas que van de 35 mil a 15/14 mil años, aunque el arte figurativo más famoso de la cueva aparece en los alrededores de 20 mil años, con continuidad hasta hace alrededor de 14 mil.

Reprod Ciervo Chimeneas
Arte de cueva Las Chimeneas

Los motivos que se encuentran en las distintas grutas son diversos, y van desde los no figurativos: abstractos, líneas, manchas, hasta los figurativos, principalmente animales como bisontes, ciervos, mamuts, osos, leones, entre otros. Cabe destacar también, entre los figurativos, a los grupos de manos, conjuntos pictóricos que se encuentran diseminados en toda la región. Los pigmentos son tanto minerales como orgánicos (hierro, óxido de manganeso, carbón) y se ha destacado en muchas piezas la seguridad y economía del trazo, propia de artistas experimentados.

Las preguntas científicas.

Sobre esta producción artística caben preguntas acerca de su significado, sus funciones, los contextos que la propiciaron, sus motivaciones. Acerca del significado, las claves de comprensión están perdidas, por lo menos en el estado actual de nuestro conocimiento. En cuanto a las funciones se han ofrecido diversas ideas, por ejemplo magia, marca territorial, chamanismo, propiciación de la caza, expresión propiamente artística, abstracción o memoria de ciertas ideas, representación. Respecto de los contextos, tal vez ciertos factores ambientales permitieron algunos tiempos de bonanza o, alternativamente, de aislamiento, que al aunarse con determinados ambientes y tradiciones culturales, quizá propiciaron la producción de estos conjuntos culturales excepcionales.

Desde luego, como se expresó arriba, también se explora si este arte puede ser testimonio de ciertas capacidades de abstracción y simbolización ampliamente desarrolladas. Hay investigación desde las distintas perspectivas de diversas disciplinas, y quizá ella arrojará nuevas intuiciones sobre lo que ha significado ser humano a lo largo de la historia.

La poesía.

La gran poeta chilena Gabriela Mistral, a raíz de una visita a la gruta mexicana de Cacahuamilpa, escribió un hermoso texto que describe los sentimientos que la embargaron en esa experiencia. Sus palabras expresan lo que fue para ella entrar en esa magnífica gruta guerrerense, pero sin duda pueden extenderse para expresar igualmente la emoción que aparece en el corazón del visitante que camina por otras grutas del mundo, ahora decoradas, esa sensación de morar por unos instantes en las entrañas de la Tierra, de sentir su cobijo y refugio. Uno puede preguntarse si sensaciones semejantes vivieron esos antiguos habitantes de la Europa paleolítica, y especular si también ellas constituyeron una de las motivaciones para producir estas hermosas obras pictóricas que hoy llamamos arte rupestre del Paleolítico.

… si yo hubiese entrado sola en la gruta, como el hombre solo es puro, no iría pasando así, febrilmente, y la caverna querría vivir para mis ojos adorantes. Me sentaría entre cada ronda de formas; la miraría, callando, horas y días, hasta rendir su terco silencio…

… parece que camináramos absortos por un paisaje de otro planeta. Hablamos para oírnos, para no enloquecer de maravilla…

Algún día se levantarán ciudades cerca de esta gruta, y, por muchos templos que erijan, aquí vendrán los llenos de turbación, a la entraña helada y blanca de la gruta…

Cuando yo era niña y preguntaba a mi madre cómo era dentro de la Tierra, ella me decía: “Es desnuda y horrible”. Ya he visto, madre, el interior de la Tierra: como el seno abullonado de una gran flor, está lleno de formas, y se camina sin aliento entre esta tremenda hermosura.

Gabriela Mistral[5]

Aura Ponce de León / agosto de 2016.


Textos de consulta y referencias.

Abrantes, P. C. 2014 Natureza e cultura. En: Evolução Humana, revista Ciência & Ambiente, Universidade Federal de Santa Maria, Brasil, No. 48, pp. 7-21.

Bahn, P. G. 2015 Más allá de Altamira. Guía de las cuevas decoradas de la Edad del Hielo en Europa, Pola de Siero, Asturias, Ménsula Ediciones.

Cuzange, M. T. et al., 2007 Radiocarbon Intercomparison Program for Chauvet Cave, Radiocarbon, vol. 49, nr. 2, pp. 339-347: doi: http://dx.doi.org/10.1017/S0033822200042272

Fagan, B. 2011 Cromañón. De cómo la Edad de hielo dio paso a los humanos modernos, Barcelona, Gedisa, traducción de Alcira Bixio.

García-Diez, M., et al., 2013 Uranium series dating reveals a long sequence of rock art at Altamira Cave (Santillana del Mar, Cantabria), Journal of Archaeological Science, vol. 40, issue 11, pp. 4098-4106; http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0305440313001726

Garrido Pimentel, D. & M. García Diez 2013 Cuevas prehistóricas de Cantabria. Un patrimonio para la humanidad, Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte, S. L., Consejería de Educación, Cultura y Deporte y Gobierno de Cantabria.

González-Pumariega, M. 2008 Guía del Arte Rupestre Paleolítico en Asturias, Pola de Siero, Asturias, Ménsula Ediciones.

González Sainz, C. 2004 Arte parietal en la región cantábrica: centros y peculiaridades regionales, Bilbao, Kobie, No. 8, pp. 403-424.

Mistral, G. 1945, México maravilloso. Las grutas de Cacahuamilpa, México, Secretaría de Educación Pública, Biblioteca Enciclopédica Popular No. 87, pp. 62-67.

Morris-Kay, G. M. 2010 The evolution of human artistic creativity, Journal of Anatomy, 216, pp. 158-176; doi: 10.1111/j.1469-7580.2009.01160.x

Pike, A. W. G., et al. 2012 U-Series Dating of Paleolithic Art in 11 Caves in Spain, Science 336, p. 1409; doi: 10.1126/science.1219957

Qiaomei, F. et al. 2016 The genetic history of Ice Age Europe, Nature 534, 200-205; doi: 10.1038/Nature17993


Notas.

[1] El mobiliar es el arte transportable, en piezas, no realizado sobre paredes o soportes fijos o semifijos.

[2] Véase, por ejemplo, Morriss-Kay, 2009.

[3] Véase Qiaomei, et al., 2016.

[4] Véase, sobre fechamientos, Cuzange, et al. 2007; García-Diez, M., et al., 2013.

[5] El texto completo puede encontrarse en Mistral, G. 1945.

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