LOMBARDO Y LA C.T.A.L. VIGENCIA DE SU LEGADO PARA LA CONTEMPORANEIDAD Y EL PORVENIR DEL MOVIMIENTO SINDICAL EN AMÉRICA LATINA

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Libro. Colección: Estudios sobre la vida y obra de Vicente Lombardo Toledano. 2012, México DF (México).
Editado por: Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano

ISBN: 978-607-466-053-1
Ciencias Sociales: Historia, Ciencias Políticas.
Palabras clave: Sindicatos; Hispanoamérica; Trabajo; Trabajadores; Actividades obreras internacionales; Comunismo

Autor/a:

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

Descripción:

Sobre la CTAL y su ideólogo, Vicente Lombardo Toledano, se han expresado los juicios más contradictorios; además, la controversia se ha mantenido viva por más de siete décadas, hecho que habla de la importancia que la clase trabajadora tuvo en las luchas de esa época trascendental y de la vigencia que las experiencias de entonces pueden tener para los combates de esa misma clase social en la etapa contemporánea, que tal vez lleguen a ser decisivos.
¿Qué fue la CTAL? ¿Un instrumento creado por consigna del movimiento comunista internacional, del gobierno cardenista o de ambos, para cumplir sus órdenes, como afirman algunos? ¿O se trató del producto de un proceso de ascenso y maduración del propio movimiento sindical, sobre todo de sus dirigentes y destacamentos más avanzados, que se percataron de que ara alcanzar los viejos y nuevos objetivos de los trabajadores era urgente unificarse y que los trabajadores actuaran con independencia respecto a los patrones, los gobiernos y los partidos políticos, organización que escribió páginas brillantes de la lucha obrera y revolucionaria, como aseguran otros testimonios? ¿Cuáles fueron sus logros, en su caso, y cuáles sus principales enseñanzas?
En este trabajo que viene a llenar un vacío cuando más urge hacerlo, se emprende el esfuerzo de dilucidar la verdad histórica y poner a la vista su validez actual, con el mayor rigor metodológico.

Índice:


CONSIDERACIONES INICIALES (Pág: 9)
I. SOBRE LA AUTORÍA INTELECTUAL DE LA CTAL (Pág: 15)
II. CÓMO SE RELACIONA LOMBARDO CON EL MOVIMIENTO OBRERO; CÓMO FUE SU FORMACIÓN MARXISTA; SUS CONEXIONES CON LA FEDERACIÓN SINDICAL INTERNACIONAL; SUS RELACIONES EN LAS ESFERAS SINDICAL Y POLÍTICA EN MÉXICO (Pág: 39)
III. LOMBARDO Y SUS RELACIONES CON EL PCM, LA ISR Y LA INTERNACIONAL COMUNISTA (Pág: 68)
IV. TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA CTAL (Pág: 102)
V. LA CTAL FRENTE AL IMPERIALISMO, EL FASCISMO Y LA GUERRA. SU PROGRAMA PARA LA LIBERACIÓN DE AMÉRICA LATINA (Pág: 128)
NOTAS (Pág: 161)
BIBLIOGRAFÍA (Pág: 179)

Portada del libro: LOMBARDO Y LA C.T.A.L. VIGENCIA DE SU LEGADO PARA LA CONTEMPORANEIDAD Y EL PORVENIR DEL MOVIMIENTO SINDICAL EN AMÉRICA LATINA


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Lombardo y la formación del Partido de la Revolución Mexicana

Por Emilio García Bonilla

En la segunda mitad de 1937 la actividad del movimiento sindical iba pasos adelante de cualquier organismo político, incluido el partido oficial, por lo que  en octubre de ese año, en una sesión plenaria de la directiva del PNR, el presidente del comité ejecutivo nacional, Silvano Barba González, expuso la necesidad de reorganizar al partido sobre bases de mayor firmeza, incluyendo los principios “que deben presidir la concentración de todos los elementos populares como el sostén político más fuerte y de mayor garantía para los destinos del proletariado nacional”, agregando que esas ideas las había tratado con el presidente de la República quien compartía la misma inquietud y estuvo de acuerdo en comenzar a preparar una convención nacional para realizar las reformas necesarias a la constitución del partido.[1]

Los cuatro sectores: obrero, campesino, militar y popular

En diciembre de 1937, el presidente Lázaro Cárdenas hizo un llamamiento para renovar al partido del gobierno y darle una estructura diferente, una filosofía más avanzada y un programa de mayores alcances históricos: “es indispensable que los campesinos de toda la nación sigan incorporados en las filas de la organización política con actos determinativos de su voluntad; que los obreros manuales ingresen al Partido, a fin de que con su larga práctica societaria, su disciplina sindical y su reconocido espíritu colectivista aparte de su masa numérica, contribuyan con los demás elementos del Partido a la defensa decidida de las conquistas proletarias. […] Y venga también el ejército, no como masa deliberante o como corporación clasista que recordara una doctrina odiosa inherente a una casta especial, sino como una reintegración ciudadana que con disciplina colectiva y alto pensamiento de patriotismo y dignidad, que es la norma del ejército, siga respaldando las opiniones mayoritarias y velando por el mantenimiento e integridad de la Constitución y de la ley.”[2]

Para ese momento, Cárdenas se refirió al nuevo partido como “Partido Nacional de los Trabajadores y Soldados”, señalando además que al organismo político debían incorporarse las mujeres “a efecto de que se elimine para siempre la injusticia tradicional de relegar a términos inferiores a la mitad del componente humano”, y los jóvenes “para que se plasme anticipadamente la personalidad de los futuros ciudadanos y que al entrar a la vida pública se encuentren debidamente preparados y orientados en un sentido útil a los demás”. El presidente de la República consideró conveniente modificar los estatutos partidistas para garantizar “la hegemonía de las agrupaciones sociales que ingresen al nuevo instituto, […] y para que los distintos gremios laborantes que a él pertenezcan, así como el sector femenino en lo particular, tengan la seguridad de obtener una representación proporcional en todos los puestos de elección popular y en los directivos del propio partido.”[3]

De inmediato Vicente Lombardo Toledano en nombre de la CTM fijó su posición sobre la integración del nuevo partido, señalando que: “En México no vamos a sovietizar al gobierno; en México vamos a hacer una simple alianza popular para defender los intereses de la Revolución Mexicana, los intereses mexicanos, vamos a hacer un partido popular dentro del cual el proletariado tendrá un sitio de importancia.” Consideró que la participación de la CTM en el nuevo partido tendría que basarse “en el mantenimiento íntegro de su personalidad, fuerza y autoridad”.[4]

En el mismo mes de diciembre de 1937, se celebró un consejo nacional extraordinario de la CTM en el que se aceptó el llamado de Cárdenas para integrar un nuevo organismo político, pues “fue la CTM la que en más de una ocasión invitó a los campesinos y a las demás fuerzas populares del país a vincularse en un organismo político que sirviera eficazmente los propósitos de todos y cada uno de esos agrupamientos humanos”.[5]

Se integró una comisión de estudio, integrada por Luis I. Rodríguez, Esteban García de Alba, Alfonso Sánchez Madariaga, León García y el general Edmundo M. Sánchez, representantes de los cuatro sectores, para proponer las modificaciones pertinentes a los estatutos del PNR y redactar el proyecto de pacto constitutivo, principios y programa del nuevo organismo. La comisión en los documentos elaborados denominó al nuevo organismo “Partido Socialista Mexicano”.[6]

Proyecto del Pacto Constitutivo del Partido Socialista Mexicano. (Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México)

El 18 de enero, el Comité Ejecutivo Nacional del PNR expidió la convocatoria dirigida a los sectores sociales para integrar el instituto político en una asamblea nacional constituyente. En el texto se señalaba que el gobierno desde su inicio había seguido una línea “de franca y abierta tendencia proletarista [sic]”, por ello se consideraba necesario transformar radicalmente la organización y funcionamiento del partido “para lograr una más completa identificación con el régimen y con las masas laborantes del país”. La asamblea convocada se reuniría el 30 de marzo en el Palacio de las Bellas Artes de la Ciudad de México y tendría por objeto discutir y aprobar los documentos básicos del nuevo Instituto Político de la Revolución que sustituiría al PNR.[7]

A cada sector se le asignó un número de delegados: al obrero 96 (70 para la CTM, 16 para la Confederación Regional Obrera Mexicana y 10 para la Confederación General de Trabajadores), además cada central sindical designaría a un delegado en representación de su directiva; al sector campesino también le correspondieron 96 delegados, tres por cada entidad federativa, lo mismo que al sector popular; a los militares se le asignaron cinco delegados en representación del personal de las dependencias superiores y un delegado por cada corporación. También serían delegados los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PNR y tres representantes de cada bloque del partido en las Cámaras, quienes formarían parte del sector popular.[8]

Un mes antes de la asamblea se realizó el Primer Congreso Ordinario de la CTM, en su sesión inaugural celebrada el 22 de febrero de 1938, Vicente Lombardo Toledano externó su opinión de lo que debía de ser el nuevo partido: no sería un partido de clase, sino del pueblo mexicano, dentro del cual el proletariado asumiera la mayor responsabilidad histórica, reclamando el derecho de estar siempre a la vanguardia y con la facultad de cumplir con su deber antes que cualquier otro sector, debiendo ser la avanzada de la revolución en contra de la reacción y el fascismo.[9]

Asamblea Constituyente

La III Asamblea Nacional Ordinaria del PNR fue la Asamblea Constituyente del PRM, celebrada con la asistencia de casi 400 delegados. El pacto firmado por los cuatro sectores convocados establecía que las organizaciones campesinas y obreras que ingresaban al nuevo organismo, conservarían su autonomía y la dirección de sus respectivos agremiados en cuanto al desarrollo de su acción social y en la realización de sus finalidades específicas.[10]

Credencial de Vicente Lombardo Toledano a la asamblea constituyente como representante del sector obrero. (Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México)

En la redacción de la declaración de principios fue clara la influencia del sector obrero, principalmente de la CTM y de su dirigente, Vicente Lombardo Toledano, transformando cualitativamente al nuevo partido cuyo lema fue: “Por una democracia de los trabajadores”. Se reconoció “la existencia de la lucha de clases, como fenómeno inherente al régimen capitalista de la producción, y el derecho que los trabajadores tienen, de contender por el poder político, para usarlo en interés de su mejoramiento”; se señaló que “todas las conquistas realizadas por nuestro movimiento social son el resultado de la lucha permanente del pueblo”; además, el partido consideró “como uno de sus objetivos fundamentales la preparación del pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores y para llegar al régimen socialista.” Asimismo se declaró que “el Partido se propone, dentro de un estricto sentido revolucionario, servir lealmente la causa de la emancipación proletaria, con la suprema aspiración de que triunfe la justicia social.”[11]

También en el Programa quedaron asentadas varias de las demandas de los trabajadores, como “la progresiva nacionalización de la gran industria, como base de la independencia integral de México y de la transformación del régimen social”, el establecimiento de un seguro obrero, el respeto al derecho a huelga, el establecimiento de instituciones de crédito para servicio de las organizaciones laborantes, el fomento de cooperativas de consumo y producción, un plan para dotar de vivienda a bajo precio a obreros y campesinos, impartir educación a toda la niñez proletaria y brindar oportunidades a los trabajadores para convertirse en obreros calificados,  y “organizar la economía del país sobre el principio de que la producción y la distribución se orienten hacia la verdadera satisfacción de las necesidades populares, estableciéndose un plan de orientación e intervención de la economía, con la cooperación permanente del Estado y los sectores organizados del pueblo”.[12]

Se declaró que el partido lucharía “con toda energía por la liberación económica del país, hasta hacer que desaparezca totalmente su fisonomía semicolonial”, destacándose que el PRM:

luchará intensamente en contra del fascismo y de cualesquiera otras formas de opresión que adopte la clase privilegiada de la sociedad, con perjuicio de las libertades de la clase trabajadora y de los otros sectores del pueblo, víctimas del régimen social que prevalece. Luchará también con todo empeño en contra de la guerra imperialista y de todas las formas de agresión a los pueblos que pugnan por su autonomía económica y política, haciendo conciencia en las masas respecto de lo que el fascismo representa y persigue, para evitar en México, o en cualquier otro país, el progreso de las fuerzas contrarrevolucionarias.[13]

En el congreso constituyente del nuevo partido de la revolución Lombardo Toledano, en nombre de la CTM y del proletariado mexicano, reiteró que en las condiciones del momento no se estaba buscando un partido exclusivamente para beneficio de los obreros, sino un partido para todo el pueblo de México, pero además expresó su inquietud por que el PRM no se convirtiera en un apéndice del gobierno, en un órgano burocrático del Estado, sino que fuera el genuino representativo de todos los sectores del pueblo, para ello era necesario que todos sus miembros y organizaciones aportaran de su esfuerzo para salvar al país.[14] Lombardo destacó la necesidad de que el pueblo estuviera debidamente representado por sus gobernantes: “Queremos representantes que vivan realmente la vida de cada sector, y que desde los ayuntamientos del país hasta el jefe del Poder Ejecutivo sean realmente mandatarios de la clase trabajadora y de todos los sectores del pueblo organizados en un anhelo común: el de salvar la Revolución Mexicana.”[15]

La posición de los comunistas frente al nuevo partido se convierte en indicativo del avance político que representó su conformación y de los principios ideológicos y programáticos que le dieron sustento, mismos que iban de acuerdo con la línea del Frente Popular. Así, Hernán Laborde, secretario general del Partido Comunista, unos meses después de constituirse el PRM, opinó que ese organismo “es el frente popular en las condiciones específicas de México, y alrededor del cual podemos y debemos agrupar a todos los mexicanos para la lucha contra los enemigos interiores y exteriores de México”.[16]

Finalmente, Lombardo coincidió en que el Partido de la Revolución Mexicana era un frente popular con características propias: “No es una institución nacida en virtud del deseo de copiar lo extraño; es el fruto de la tierra mexicana, es una necesidad impuesta por la hora en que vivimos, con el objeto de continuar la herencia mejor del pasado y garantizar a la revolución de nuestra patria un camino libre de los obstáculos en el futuro”.[17]

Consideraciones finales

El periodo de 1933 a 1938 fue de gran importancia para el movimiento obrero mexicano pues se realizaron importantes esfuerzos unitarios tanto con la creación de las grandes centrales sindicales como con la fundación de los sindicatos nacionales de industria, así como con los esfuerzos por constituir un frente popular donde los trabajadores organizados estuvieran en la vanguardia.

La tensión política en México como consecuencia de la expropiación petrolera en marzo de 1938 era tal que hizo pensar incluso en una intervención militar para salvaguardar los intereses de las compañías extranjeras expropiadas. Ese fue el momento coyuntural, la emergencia que permitió la formación del frente popular en México, es decir, del Partido de la Revolución Mexicana, constituido el 30 de marzo con sus ya famosos cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar.

El nacimiento del Partido de la Revolución Mexicana en los momentos en que el país experimentaba su más vigorosa lucha antiimperialista no fue ninguna coincidencia. Las condiciones para la unidad orgánica de las organizaciones obreras y campesinas fueron madurando hasta llegar el momento en que la unidad se hizo necesaria. Como vimos, tanto de parte del PNR como de la CTM se fueron dando pasos que culminaron en la asamblea constitutiva del PRM.

A partir de entonces el proceso revolucionario entró en una etapa de reflujo en la cual las centrales obreras dentro el partido tuvieron que defender y sostener los logros alcanzados en los años anteriores. El estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, el inicio del gobierno de Manuel Ávila Camacho en 1940 y la salida de Vicente Lombardo Toledano de la secretaría general de la CTM en 1941, marcaron el inicio de una nueva etapa en la historia política y sindical de México.

(Segunda parte y última de “Vicente Lombardo Toledano y la formación del Partido de la Revolución Mexicana”, trabajo presentado como ponencia en el 2° Congreso Internacional de Historia y Ciencias Sociales, Michoacán, junio de 2017.)


[1] Silvano Barba, citado en “Convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente”, 18 de enero de 1938, en FHUOM, Legajo 308.

[2] Lázaro Cárdenas, “Manifiesto del Presidente de la República”, 18 de diciembre de 1937, en CTM 1936-1941, edición facsimilar, vol. 2, México, CEFPSVLT, 2011: pp. 539-542

[3] Idem, p. 142.

[4] Vicente Lombardo Toledano, “El criterio de la CTM sobre el nuevo partido”, discurso del 18 de diciembre de 1937, citado por Héctor Ramírez Cuéllar, Lombardo, un hombre de México, México, El Nacional, 1992: p. 159.

[5] “Fundación del Partido de la Revolución Mexicana”, en CTM 1936-1941, edición facsimilar, Vol, 2, México, CEFPSVLT, 2011: p. 538.

[6] FHUOM, Legajo 315, 1938, “Proyecto de Pacto constitutivo del Partido Socialista Mexicano”.

[7] FHUOM, Legajo 308. 18 de enero de 1938, “Convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente”.

[8] Idem.

[9] Vicente Lombardo Toledano, “La CTM ante la amenaza fascista”, discurso del 22 de febrero de 1938. Citado por Rosendo Bolívar Meza, Lombardo, Su pensamiento político, México, Universidad Obrera de México, 2006: p. 151.

[10] “Pacto constitutivo del Partido de la Revolución Mexicana”, 30 de marzo de 1938, en Memoria Política de México, http://www.memoriapoliticademexico.org/

[11] “Declaración de principios del Partido de la Revolución Mexicana”, 30 de marzo de 1938, en Memoria Política de México, http://www.memoriapoliticademexico.org/

[12] “Programa del Partido de la Revolución Mexicana”, 30 de marzo de 1938, en Memoria Política de México, http://www.memoriapoliticademexico.org/

[13] Idem.

[14] Vicente Lombardo Toledano, “Discurso en la fundación del Partido de la Revolución Mexicana”, 30 de marzo de 1938, en CTM 1936-1941, edición facsimilar, vol. 2, México, CEFPSVLT, 2011, pp. 543-550.

[15] Ibídem, p. 548.

[16] Hernán Laborde, “Discurso en la Arena México”, 16 de septiembre de 1938. Citado por Rosendo Bolívar Meza, Lombardo, Su pensamiento político, México, Universidad Obrera de México, 2006: p. 153.

[17] Vicente Lombardo Toledano, “Los trabajadores y la sucesión presidencial”, discurso de 1939. Citado por Rosendo Bolívar Meza, Lombardo, Su pensamiento político, México, Universidad Obrera de México, 2006: p. 152.

Exitosas huelgas de electricistas y obreros agrícolas en 1936

Exitosas huelgas de electricistas y obreros agrícolas en 1936

Juan Campos Vega

Durante el año de 1936, el sindicato de trabajadores electricistas que forma parte de la CTM y los obreros agrícolas de La Laguna que también son integrantes de la confederación van a la huelga con la finalidad de mejorar sus condiciones de trabajo, sus salarios y prestaciones.

HUELGA DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS

La huelga contra la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz (Mexican Light and Power Company), realizada por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), se debió a la negativa de la empresa extranjera de mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores.

El contrato colectivo de 1934, vencía el 30 de abril de 1936; después de dos prórrogas, de un mes cada una, y habiendo escuchado el 11 de junio la única propuesta empresarial, que inicia con una explicación que pretende dar “la imagen de una empresa agobiada por su falta de recursos para solventar las demandas de sus trabajadores”, para posteriormente realizar propuestas que no satisfacen al movimiento huelguístico.

Después de valorar la propuesta empresarial y reiterar la necesidad de llegar a un arreglo entre las partes “la asamblea autorizó que Breña Alvírez y Pavón Flores se entrevistaran con el presidente Cárdenas para informarle la situación y la inminencia de la huelga. En todos sus términos [el Presidente] apoyó lo realizado por el SME y solicitaba el mayor esfuerzo para evitar la huelga [1]”.

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Las demandas centrales del pliego de peticiones entregado por el sindicato a las compañías de electricidad, el 24 de junio, incluía dos aspectos esenciales:

1o. Ordenar, reglamentar y hacer más claras y precisas las disposiciones del Contrato Colectivo de 1934, que la experiencia de dos años había mostrado que daban origen a dificultades provenientes de una interpretación diversa, con el fin de eliminar dichas dificultades y hacer más fácil y expedita la aplicación del Contrato.

2o. Eliminar estipulaciones que establecían injustas diferencias entre los trabajadores, las cuales el sindicato se vio obligado a aceptar en 1934 y elevar ciertos derechos, prerrogativas y beneficios económicos nuestros, para ponerlos más en consonancia con los avances hechos últimamente en materia de contratación colectiva, o para que sirviera de precedente a otros trabajadores [2].

A los aspectos anteriores se sumaban otras demandas de menor jerarquía que en conjunto representaban las demandas más sentidas por los trabajadores electricistas.

El 15 de julio, el sindicato envía un telegrama al presidente Cárdenas, para comunicarle el estallido de la huelga por la intransigencia de las empresas; ese mismo día se intentó llegar a un acuerdo entre empresas y sindicato, en la que estuvo presente el secretario particular del Presidente, pero también fue infructuosa, por lo que el 16 de julio estalló la huelga.

Para llevar al éxito el movimiento huelguístico, que dura diez días, y que afecta los intereses de la clase obrera y de toda la población de la capital del país y de regiones industriales importantes de entidades cercanas al Distrito Federal, la CTM presta su apoyo solidario, material y moral a la huelga, y realiza “una amplia y sistemática labor de divulgación de los antecedentes, las finalidades y el alcance del acto realizado por los trabajadores de la industria eléctrica [3]”, que contribuye a lograr el apoyo de las masas trabajadoras y de algunos sectores de la burguesía nacional, cuyos intereses se oponen a esa empresa perteneciente a un poderoso monopolio extranjero.

Trabajadores del SME resguardando la subestación Taxqueña
Trabajadores del SME resguardando la subestación Taxqueña

El objetivo de la labor propagandística realizada por la confederación, consiste en contrarrestar la información dolosa y malintencionada de la prensa mercantil, que intenta desvirtuar las acciones del sindicato y de sus agremiados ante la población del país. En este marco, es necesario resaltar la importancia del acto celebrado en el teatro Rex, convocado por el comité nacional de la CTM, y en el que Lombardo, en su carácter de secretario general de la confederación, explica las características del conflicto y contesta a las preguntas que le fueron formuladas por la concurrencia: sobre todo extranjeros residentes en la Ciudad de México, la mayor parte de ellos estadounidenses.

A diferencia de lo sucedido con la huelga ferrocarrilera que es declarada inexistente, las autoridades reconocen la legitimidad de la huelga de los electricistas, y después, el éxito del movimiento es completo, en el boletín de prensa del 25 de julio de 1936, que el SME redacta para la ocasión, establece que “Salvo unos cuantos puntos del contrato colectivo de trabajo que quedaron pendientes, los cuales deberán ser resueltos por acuerdo directo entre las partes en un plazo que vencerá el día último del corriente mes, el sindicato obtuvo la aceptación íntegra de su pliego petitorio [4]”.

En la redacción del boletín se evidencia el distanciamiento del SME respecto de la dirección de la CTM, ya que no se dirige a la confederación en su conjunto ni menciona a su comité ejecutivo nacional, sino solamente anuncia “a las organizaciones de trabajadores miembros de la CTM, a aquellas fuera de la CTM, que le prestaron su apoyo y solidaridad [5]” el éxito obtenido, mientras que a otras organizaciones sí las menciona como colectividades, y al referirse al Presidente de la República le otorga todo el mérito para la solución del conflicto.

Al mencionar la intervención del general Lázaro Cárdenas, el SME explica que al apoyar la solicitud el sindicato de intervenir para suprimir intermediarios y realizar arreglos directos con la empresa, permitió solucionar rápido el conflicto y lograr la victoria, por lo que, “El Sindicato Mexicano de Electricistas reitera una vez más la confianza que ha puesto en el señor Presidente, cuyo apego a la ley ha puesto una vez más de manifiesto, que los trabajadores tienen en él un amigo sincero y leal que hace respetar sus derechos constitucionales [6]”.

HUELGA DE OBREROS AGRÍCOLAS DE LA LAGUNA

En junio de 1935, Lombardo publica un artículo en el que analiza las características de La Laguna —la región agrícola más homogénea y más rica del país—, reproduce estadísticas socioeconómicas recientes de su actividad, y explica cómo se encuentra la división territorial de los municipios y estados en donde se encuentra ubicada la comarca lagunera, lo que la sujeta a la autoridad de ocho ayuntamientos pertenecientes a dos estados, por lo que “el tratamiento fiscal, económico, social y político, es diverso en cada municipio de la región [7]”; para concluir su análisis, propone una serie de medidas tendientes a ampliar la superficie de los cultivos, aumentar los salarios, y elevar las condiciones de vida de los que habitan en la región; entre las propuestas destacan: dividir las haciendas, prohibir la participación de las sociedades por acciones y de las empresas de extranjeros en la explotación de la tierra, dotar de ejidos a las comunidades agrarias, y establecer un solo contrato colectivo que regule las relaciones entre los dueños de los ranchos y los obreros agrícolas, así como un conjunto de medidas técnicas [8].

comarca_lagunera

Ante la propuesta de la CTM de establecer un “contrato colectivo único, que implicaba aumento de salarios y servicios sociales que nunca tomaron en cuenta los patrones [9]”.

La respuesta de la mayoría de los dueños de las haciendas —mayoritariamente extranjeros y antiguos jefes militares— fue de cerrada oposición a que se aplicara la legislación agraria, y a que se firmara un contrato colectivo de trabajo para nivelar los salarios y las prestaciones de los trabajadores. Inclusive amenazan con abandonar las haciendas y dejan de cumplir con lo establecido en los contratos colectivos existentes.

Lo anterior provoca una serie de huelgas para exigir el cumplimiento de lo establecido en los contratos vigentes, y el 16 de agosto de 1936, los obreros agrícolas de La Laguna se lanzan a la huelga general debido a la violación sistemática de sus contratos de trabajo, el despido arbitrario de trabajadores y los bajos salarios que devengan.

Por decisión expresa de los trabajadores de La Laguna —debido a un acuerdo con el Presidente de la República que garantiza los intereses de los campesinos—, la huelga se levanta para que se aplique, a partir del 15 de septiembre, la Ley Agraria. Estas medidas crean las condiciones para que se pongan en práctica las propuestas del Plan de la CTM, que establece por primera vez el sistema colectivo de trabajo agrícola, y que consiste en los aspectos siguientes: “a) Dirección agrícola centralizada en la región lagunera; b) Administración ejidal centralizada; c) Producción colectiva; d) Servicios colectivos de toda índole; e) Autonomía política de la región [10]”.

El Plan de la CTM para los ejidos de la comarca lagunera, serviría después para organizar el trabajo colectivo en los ejidos de otras regiones del país.

El año de 1936 fue exitoso para los trabajadores, se gana el movimiento huelguístico de los electricistas, que es de gran trascendencia para las luchas obreras, y otro en el campo, que se sienta precedentes importante en materia agraria, no sólo respecto a la tenencia de la tierra, sino también a los métodos de trabajo, al sistema de producción, al reparto de los ingresos y, en general, a la organización productiva, de prestación de servicios públicos, y de participación de los campesinos en los asuntos públicos de la región lagunera.

[1] Víctor M. Sánchez Sánchez, “Síntesis histórica del Sindicato Mexicano de Electricistas”, revista Lux año LVII, núm. 338, México, D. F., diciembre de 1984, p. 58.

[2] Idem.

[3] Confederación de Trabajadores de México, “Huelga de los trabajadores electricistas”, CTM 1936-1941, p. 105.

[4] Véase, “Boletín para la prensa del sindicato de electricistas”, en Confederación de Trabajadores de México, CTM 1936-1941, pp. 115-116, y en Víctor M. Sánchez Sánchez, “Síntesis histórica del Sindicato Mexicano de Electricistas”, revista Lux año LVII, núm. 338, México, D. F., diciembre de 1984, p. 60.

[5] Idem.

[6] Idem.

[7] VLT, “La comarca de La Laguna en cifras”, en Confederación de Trabajadores de México, CTM 1936-1941, p. 121.

[8] Ibid., p. 123.

[9] Confederación de Trabajadores de México, “El reparto de la región de La Laguna”, en CTM 36-41, p. 118.

[10] Véanse Confederación de Trabajadores de México, “Plan de la CTM”, pp.145-149, y “Segundo Consejo Nacional de la CTM. Informe del Comité Nacional”, p. 212, en CTM 1936-1941.

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