Bioética. Naturaleza humana y violencia.

Bioética. Naturaleza humana y violencia

Por Raúl Gutiérrez Lombardo

Fragmento del artículo Bioética. Naturaleza humana y violencia, de Raúl Gutiérrez Lombardo, en: “Reflexiones sobre la violencia”, Siglo XXI, México, 2010, p.p. 398- 406.

EL ECOSISTEMA HUMANO

Jean Gayon - Director del El Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología (Francia)
Jean Gayon – Director del El Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología (Francia)

El filósofo de la teoría de la evolución Jean Gayón, en su trabajo ¿Conservadores o transformadores de la naturaleza? (2005), es muy claro al advertir que no podemos contentarnos con una visión ingenua de la relación del hombre con la naturaleza, en donde éste es un agente perturbador que actúa de manera externa sobre los ecosistemas, pues hay que observar que el ecosistema más vasto y más abarcador que existe actualmente en nuestro planeta es el ecosistema humano, el cual se ha convertido en una verdadera entidad ecológica. Por todos los medios de tipo técnico, económico y político, la especie humana no puede ser definida solamente como un espacio de circulación de genes (un espacio reproductivo) en interacción con las demás especies. Imaginar a la especie humana actuando desde el exterior sobre los espacios ecológicos no tiene, pues, ningún sentido. Nuestra especie, dice este autor, está dentro de una relación real y masiva de coevolución con un número inmenso de especies. Por lo mismo, no podemos razonar como si existiera una naturaleza virgen, ajena a toda influencia humana y tratar de preservar lo que queda de ésta.

Frente a los problemas que preocupan cada vez a más personas y gobiernos ante la reducción de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, Gayón plantea que el verdadero desafío que tiene la humanidad no es el de proteger o conservar la naturaleza, sino el de poner en marcha una economía, una política y una ética a la medida de la coevolución con las demás especies a la cual el modo técnico de la existencia humana nos ha llevado. Sería un lujo de rico, subraya, pensar que la gestión de las especies podría hacerse por motivos simplemente estéticos o morales. Desde el punto de vista científico, nos hace falta aprender a considerar la responsabilidad ética de la humanidad frente a la vida en su conjunto, con un espíritu resueltamente ecológico y evolucionista, pues no es de manera general la conservación de las especies lo que importa, sino la capacidad de los ecosistemas de evolucionar. Querámoslo o no, el ser humano no es sólo un fabricante de herramientas; se ha convertido en un transformador de la naturaleza.

Albert Jacquard (1925 - 2013). Experto en genética de la Organización Mundial de la Salud.
Albert Jacquard (1925 – 2013). Experto en genética de la Organización Mundial de la Salud.

En un lugar de la selva tropical de México llamado Catemaco, en Veracruz, hace poco dije, citando algunas lecciones de ecología humana que dictó Albert Jacquard en la Academia de Arquitectura de Mendrisio, Suiza, en 2002, que por fin los seres humanos hemos comprendido que la gran cantidad de

acontecimientos que pasaron en el siglo XX ha hecho cambiar nuestra visión de la realidad y, en consecuencia de nosotros mismos; pero, al mismo tiempo, también estos acontecimientos nos han hecho constatar nuestra limitada autoconciencia de que la actual concepción del mundo tiene que cambiar con respecto a la que tuvimos en siglos anteriores.

Veamos un ejemplo: hasta mediados del siglo XX se consideraba que todo nuevo poder que permitía transformar el entorno conducía al ser humano a nuevas formas de progreso, y, en efecto, casi nunca se puso en duda tal afirmación, la humanidad controlaba y dominaba la naturaleza. Ahora esa idea ha cambiado no sólo por el extraordinario desarrollo de nuestras capacidades tecnológicas sino por el efecto que nuestras acciones han producido en los ecosistemas y sobre muchísimas otras especies.

Así, al haber constatado que la realidad no está predeterminada, que las visiones teleológicas del mundo son falsas, que la lógica misma es cuestionada por la indecisión, al admitir una inquietante falta de puntos de referencia, tenemos que entender y ver el mundo desde otra perspectiva y, por lo mismo, nuestro proyecto de futuro está obligado a tomar en consideración este nuevo escenario.

Obituario a Werner Callebaut

Obituario a Werner Callebaut (1952–2014).

Por: Paola Hernández Chávez

Werner Callebaut, amigo, colega, referente común para aquellos a quienes nos intrigan las incógnitas de las ciencias de la vida, murió el pasado 6 de noviembre mientras dormía. Nació en Mechelen, Bélgica, el 7 de octubre de 1952. Curso sus estudios en filosofía en la Universidad de Ghent, donde recibió su PhD en 1983, especializándose posteriormente en filosofía de la ciencia.

Callebaut era el actual presidente de la ISHPSSB (2013–2014), director científico del Instituto Konrad Lorenz de Investigación en Evolución y Cognición (Austria)[1](1999–2014), editor en jefe de la revista  Biological Theory (Springer) (2006–2014), miembro del comité editorial de Ludus Vitalis desde hace alrededor de 20 años, entre muchos otros comités internacionales. Previamente, Callebaut fue profesor de filosofía en diversas universidades de Bélgica, los Países Bajos y otras universidades. Asimismo fue afiliado de la Sociedad de Lógica y Filosofía de la Ciencia de Bélgica, la Sociedad Británica de Filosofía de la Ciencia, el Centro Nacional de Investigación en Lógica de Francia, la Asociación Europea de Estudios de la Ciencia y la Tecnología, y la Sociedad de Historia de la Ciencia. Publicó poco más de una centena de escritos.

Su partida representa una significativa pérdida para la filosofía naturalizada, la filosofía de la biología, la biología de sistemas, la extensión de la síntesis biológica, la EvoDevo, la economía evolucionista, la sociología, los enfoques evolutivos a la cultura, entre otros campos que impulsó fervientemente. Dentro de la biología teórica, aportó ideas pioneras sobre la interacción entre la evolución y el desarrollo, en particular, desafió a las teorías evolucionistas predominantes y remarcó los límites explicativos del adaptacionismo. Asimismo fueron cruciales sus análisis sobre la metodología de la economía.

Un aspecto tanto humano como académico que caracterizó a Werner Callebaut fue su apoyo y cercanía a un gran número de jóvenes así como a consagrados investigadores alrededor del mundo. En esta sociedad contemporánea donde suele verse como una virtud el disociar la vida académica de la vida social, Werner fue una excepción, pues gustaba de compartir una buena bebida mientras dialogaba sobre temas profundos con colegas que terminaban por convertirse en amigos apreciados. Era poseedor de una asombrosa memoria de detalles y personas.

Su vida estuvo completamente dedicada a la vinculación de diversas áreas académicas, la edición de las prestigiosas revistas, la investigación, el intercambio de ideas con sus pares internacionales, la docencia y la formación de jóvenes investigadores de talla internacional. Todo lo anterior con la indudable convicción, posiblemente no consciente, de que el conocimiento era el motor de su vida. Es por ello que aprovechamos para elogiar, no sólo la amable muerte que lo acompaño, sino las aportaciones intelectuales que nos hereda.

[1] http://kli.ac.at/

Entre sus publicaciones más importantes se encuentran:

Werner, Callebaut (1993), Taking the Naturalistic Turn, or How Real Philosophy of Science is Done. Chicago/London: University of Chicago Press. 553 pp.

Callebaut, Werner (2005), Modularity: Understanding the Development and Evolution of Natural Complex Systems (with Diego Rasskin-Gutman). Cambridge, MA/London. MIT Press. (455 pp.) [second printing, 2007; paperback edition, 2009].

Callebaut, Werner (1987), Evolutionary Epistemology: A Multiparadigm Program (with Rik Pinxten). Dordrecht/Boston: D. Reidel. 458 pp.

Callebaut, Werner (2012) Scientific Perspectivism: A Philosopher of Scienceʼs Response to the Challenge of Big Data Biology. Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences, 43(1): 69-80.

Callebaut, Werner (2009), Innovation from EvoDevo to Culture. In: M. J. O’Brien and S. J. Shennan, eds., Innovation in Cultural Systems: Contributions from Evolutionary Anthropology, (pp. 81-95). Cambridge, MA: MIT Press.

Callebaut, Werner (2007), The Organismic Systems Approach: Evo-Devo and the Streamlining of the Naturalistic Agenda (with Gerd B. Müller and Stuart A. Newman). In: R. Sansom & R. N. Brandon, eds., Integrating Evolution and Development: From Theory to Practice, (pp.25-92). Cambridge, MA: MIT Press.

Callebaut, Werner (2007), Data Without Models Merging With Models Without Data (with Ulrich Krohs). In: F. C. Boogerd, F. J. Bruggeman, J.-H. S. Hofmeyer, and H. V. Westerhoff, eds., Systems Biology: Philosophical Foundations, (pp.181-213). Amsterdam: Reed-Elsevier.

Callebaut, Werner (2005), The Ubiquity of Modularity. In: W. Callebaut and D. Rasskin-Gutman, eds., Modularity, (pp. 3-26). Cambridge, MA: MIT Press.

Callebaut, Werner (1998), Self-organization and optimization: Conflicting or complementary approaches? In: G. Van De Vijver, S. N. Salthe, and M. Delpos, eds., Evolutionary Systems: Biological and Epistemological Perspectives on Selection and Self-organization, (pp. 79-100). Dordrecht/Boston/London: Kluwer.

Callebaut, Werner (2010), Epistemología Naturalizada. Una Visión Panorámica (with Paola Hernández Chávez). In: J. Labastida y v. Aréchiga, eds., Identidad y Diferencia, vol. 3, La Filosofía y la Ciencia, (pp.138-155). Mexico D.F.: Siglo XXI Editores en coedición con la Asociación Filosófica de México.

Para acceder a la lista completa de sus publicaciones, seleccione aquí.

Para mayores referencias:

http://www.kli.ac.at/werner-callebaut

http://mitpress.mit.edu/authors/werner-callebaut

http://mitpress.mit.edu/search/node/werner%20callebaut

Complete list of Werner Callebaut’s Publications.

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión.

El presente artículo se relaciona con la entrada anterior y a su vez es el antecedente del próximo artículo que publicaré en este medio. En la entrada anterior describí la posibilidad de acceder al estudio de la discriminación de magnitudes en animales. Aquí se discuten y contrastan dos propuestas que explican el funcionamiento orgánico –en términos conductuales– de la discriminación y representación de magnitudes; algunos de estos estudios han empleado alguna de las metodologías descritas en el artículo anterior.

Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)
Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)

En una revisión relativamente reciente, Feigenson et al. [2004] sostuvieron que la capacidad para la representación de magnitudes que muestran los humanos infantes y otros animales la forman dos sistemas nucleares. El primero de éstos permitiría la distinción de poco y mucho, en otras palabras, correspondería a la capacidad de representar magnitudes de manera aproximada y de relacionarlas por semejanza o desigualdad. En la literatura especializada este sistema se conoce como ‘sistema acumulador o de acumulación’ (Meck y Church 1983). El segundo sistema permitiría la significación de “uno”, “dos” y “tres”, o sea, la representación exacta de algunas magnitudes (sólo hasta tres en la mayoría de los animales y hasta cuatro en el caso de los humanos) y su operación en sumas o restas sencillas. Por lo que podemos distinguirlo como el ‘sistema de precisión’. La bibliografía discute la presencia de alguno de estos sistemas en diversas especies animales; sin embargo, establecen la integración de ambos en el caso de los humanos. Dicha integración, para algunos autores, permitiría explicar las bases del complejo funcionamiento del pensamiento matemático que utiliza la capacidad de aproximación así como la de precisión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes aproximadas ‘sistema acumulador o de acumulación’

El sistema de representación de magnitudes aproximadas se distingue porque sigue la ley psicofísica de Weber, que desarrolló Ernst Heinrich Weber en la cuarta década del siglo XIX, que trabajó Gustav Theodor Fechner en la década siguiente y que amplió Stanley Smith Stevens un siglo más tarde. Esta ley describe la relación entre la medición de un cambio de magnitud y la intensidad de la percepción de tal cambio. En los estudios originales de Weber, la relación entre la percepción de un cambio de peso no dependía de su magnitud absoluta, sino de su magnitud relativa. Por ejemplo, sería más fácil percibir el incremento de magnitud que hay desde “uno” hasta “dos”, que distinguir el que hay desde “1000” hasta “1001”. Aunque la diferencia absoluta en ambos casos sea, en efecto, la misma, la diferencia entre las magnitudes del primer par corresponde a 50% de la magnitud final, mientras que la diferencia de magnitudes en el segundo par corresponde a 0.09% de la magnitud final. La posibilidad de distinguir estos cambios o notabilidad depende de estas proporciones. Un sistema de representación basado en esta ley no es eficaz para distinguir incrementos que sean proporcionalmente pequeños entre una magnitud inicial y una final. Este modelo sugiere que algunos animales y los humanos son capaces de representar valores cardinales aproximados de grandes cantidades de objetos, es decir, magnitudes mentales con variabilidad escalar (Meck & Church 1983). Este mecanismo supone una capacidad de discriminación aproximada, no exacta de las magnitudes.

Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)
Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)

Hay evidencias empíricas interesantes que muestran la implementación de este sistema en algunas conductas de ciertas especies animales. Se ha utilizado para explicar el comportamiento de algunas aves parasitadoras de nidos (Kilner, Noble, & Davies, 1999), sugiriendo que los padres parasitados no discriminan exactamente el número de crías a las que tienen que atender y por ello, aun cuando hay más ‘bocas que alimentar’ que las que le corresponden, no puede discriminarlas de manera precisa. Otro ejemplo interesante es el de las aves que almacenan muchas semillas en diferentes lugares sin saber de manera precisa cuántas semillas se encuentran en tal o cual espacio (Balda, Kamil, y Bednekoff, 1997). Es decir, son capaces de recordar algunos de los escondites de alimento pero no todos ellos. En ambos casos se demuestra la activación de un sistema que permite estimar, pero sólo aproximadamente, las magnitudes en cuestión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes exactas ‘sistema de precisión’

En contraste con lo anterior, es importante hacer notar que hay evidencia de que muchos animales pueden discriminar de manera exacta entre cantidades pequeñas, por lo cual algunos autores argumentan que existe un segundo modelo: el ‘sistema de precisión’. El sistema de representación de magnitudes exactas se puede reconocer porque tiene un límite que está entre “tres” y “cuatro” [por ejemplo, Hauser et al. 2000; Feigenson et al., 2004]. Los resultados de los estudios parecen indicar que los vertebrados, incluyendo a los humanos de cuatro o cinco meses de edad, estamos dotados con una capacidad que nos permite distinguir con exactitud las magnitudes de dos conjuntos de hasta cuatro elementos cada uno. Este modelo se basa en la capacidad de discriminar pequeñas cantidades. Uller (2003) basándose en lo anterior, explica este sistema precursor numérico, y lo caracteriza de la siguiente manera:

  1. El sistema es limitado. El límite de la representación numérica espontánea en monos y bebés humanos se encuentra entre 3 y 4.
  2. Este sistema es preciso, busca cantidades pequeñas exactas y no incluye capacidades de estimación.
  3. Este sistema se encuentra disponible espontáneamente. Los animales y los bebes no necesitan entrenamiento para ejecutarlo.
  4. Este sistema es poderosamente adaptativo. Por lo que puede encontrarse en muchas especies del reino animal.
  5. Este sistema está “basado en entidades”. Las representaciones son construidas sobre la base de correspondencias de uno-a-uno. Para cada entidad codificada, se forma una representación y se almacena en la memoria de corto plazo.

La caracterización de este sistema, en el caso de los primates y particularmente de los humanos, se ha extendido mostrando que esta capacidad se puede relacionar con el entendimiento de acciones tales como poner o quitar (Yáñez y Chiappa 2011). Lo anterior puede verse como un elemento que precedería a la capacidad de realizar operaciones aritméticas y, en última instancia, de la facultad matemática de los humanos (por supuesto a través de muchos y complejos pasos intermedios). Además, este sistema de representación no está sujeto a la ley de Weber, y en consecuencia, su precisión no muestra un efecto de proporcionalidad con lo que se establece la independencia del primer sistema.

Posible interpretación de los sistemas cognitivos 

Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)
Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)

Lo que se ha descrito hasta aquí son dos mecanismos y algunas de sus bases teóricas y empíricas que describen la conducta de discriminación de cantidades tanto en animales como en humanos. Las observaciones de la conducta de diversos animales sustentan algunos de los requisitos necesarios para la correcta discriminación de cantidades. No obstante, estos requisitos no se agotan, particularmente en lo que tienen que ver con la competencia aritmética y por añadidura la facultad matemática, con los dos mecanismos aquí descritos. Se requieren de otros elementos que permitan entender el surgimiento de una conducta tan compleja como lo es el pensamiento matemático. En el siguiente artículo se discutirá justamente la pertinencia o el desatino de considerar estos sistemas cognitivos como la base y la fundamentación del pensamiento matemático de los humanos. Particularmente desde la antropología se postula necesariamente la incorporación de elementos de orden social y cultural en la construcción de un cuerpo epistémico como las matemáticas que no pueden ser reducidos a las explicaciones adaptativas de los sistemas cognitivos en cuestión. O sea, que el análisis neurofisiológico o conductual puede decirnos qué sucede en el cerebro cuando llevamos a cabo cálculos y aproximaciones mentales, pero no pueden decirnos –hasta el momento– cómo se desencadena todo la secuencia de eventos y menos aún puede decirnos detalladamente el camino evolutivo de esta conducta. Queda mucho por hacer en ese sentido.

*Algunos fragmentos del presente artículo son extractos del artículo de (Yáñez y Chiappa 2011) citado en las referencias.

Referencias

Feigenson, Lisa; Stanislas Dehaene et al. (2004) “Core systems of number”, en Trends in Cognitive Sciences, Vol. 8, pp. 307- 314.

Meck, Warren H.; Church, Russell M. (1983) A mode control model of counting and timing processes. Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes. Vol 9(3) 320-334.

Kilner, R.M, Noble, D.G.y Davies, N.B. (1999) Signals of need in parent-offspring communication and their explotation by the common cukoo. Nature, vol (397) pp. 667-672.

Balda, RP, AC Kamil, PA Bednekoff (1997) Predicting cognitive capacities from natural histories: Examples from four corvid species. Current Ornithology.

Uller, C., Jaeger, R. Guidry, G. y Carolyn, M. (2003) Salamanders (Plethodon cinereus) go for more: rudiments for number in an amphibian. Animal Cognition, 6, 105-112.

Yañez, B. y P. Chiappa (2011). ¿Sabe el mono araña el resultado de una suma o entiende la acción de poner? Cuicuilco No. 50, pp. 9 – 25.

Estudios comparativos sobre la representación de magnitudes

Estudios comparativos sobre la representación de magnitudes

Bernardo Yáñez

Una de las tramas más intrigantes de las ciencias cognitivas comparadas es la de la representación de magnitudes. En efecto, muchos estudiosos hemos quedado enredados tan sólo con leer algunos títulos, como el de ‘Adición y sustracción en bebés’ [traducido por los autores (Wynn, 1992)] o el de ‘¿Qué piensan los animales acerca de los números?’ [traducido por los autores (Hauser, 2000)]. Tal vez por eso, en la actualidad, dicho tema cuenta con un cúmulo grande y variado de estudios que han enfocado organismos de distintas especies animales y de diversas edades, además de que engloban diferentes métodos. A continuación presentamos una muestra de este tipo de estudios.

Métodos experimentales de la discriminación de cantidades

Existen tres métodos fundamentales con los cuales ha sido evaluada la capacidad de discriminación de cantidades en animales: ‘Ir por más’, con el que se evalúa la habilidad de elegir entre más y menos; ‘el playback’ (grabaciones) que evalúa la capacidad de algunos animales para estimar la cantidad de rivales a los que se enfrentarán; y ‘la violación de la expectativa’, que analiza la capacidad para realizar operaciones aritméticas básicas. Los experimentos que utilizan el método de “ir por más” se enfocan principalmente en la capacidad de discriminar cantidades. Es muy simple, se trata de poner una cantidad en un lugar y una cantidad diferente en otro y dejar escoger al animal. Si eligen la mayor se considera que son capaces de discriminar cantidades. El método del ‘playback’ consiste en obtener una serie de grabaciones, cada una con la vocalización o serie de vocalizaciones de uno o varios animales, que luego se reproducen de acuerdo con el objetivo específico del estudio. El método de la ‘violación de la expectativa’ fue implementado por Wynn en 1992. Este proviene de estudios realizados en bebés humanos, pero se aplica a otras especies bajo la misma lógica: el tiempo de observación es mayor ante eventos en donde se haya violado su expectativa. Consiste en mostrar un estímulo numérico (en el caso de los bebés, uno o varios muñecos de Mickey Mouse), correr una cortina e ir añadiendo o sustrayendo, para luego bajar la cortina, presentando un resultado que puede ser posible (1+1=2) o imposible (1+1=1 ó 3). La variable que se mide es cuánto tiempo se quedan viendo al resultado final. La predicción es que ante resultados aritméticamente posibles el tiempo de observación será menor que ante resultados aritméticamente imposibles. Los resultados sugieren la capacidad para realizar o no sumas y restas muy simples.

Experimentos en animales con estos métodos experimentales

‘Ir por más’

Plethodon cinereus - Salamandra roja
Plethodon cinereus – Salamandra roja

En un estudio realizado por Uller et al. (2003) con Salamandras rojas (Plethodon cinereus) se encontró que éstas son capaces de discriminar entre mayor y menor. Lo que hicieron fue colocar a cada una por separado en una pequeña caja de plástico transparente con un tubo en forma de “T” que desemboca en otras dos divisiones para las moscas. El tubo estaba obstruido de manera que no podía entrar a ninguna de las otras separaciones. El último día del experimento se colocaron moscas de la fruta (Drosophilla virilis) en las otras dos divisiones de la caja; en una se colocaron 2 moscas y en la otra 3. Se quitó la obstrucción del tubo y se dejó a la salamandra decidir cuál era la habitación que escogía. De las 30 salamandras que fueron examinadas, 20 de ellas eligieron el tubo donde se encontraban 3 moscas, mientras que sólo 10 de ellas inclinaron su decisión por la habitación donde sólo se encontraban 2 moscas. Este resultado muestra que las salamandras prefieren 3 versus 2 y que generalmente suelen elegir dónde hay más objetos. Curiosamente cuando las cantidades aumentaron las salamandras elegían al azar; es decir, cuando la comparación era entre 3 versus 4 y 4 versus 6, de 30 salamandras evaluadas 14 se fueron por las 3 moscas y 16 por las 6 moscas. Lo anterior sugiere que los anfibios tienen un límite en su capacidad de discriminar entre más y menos.

‘Playback’

En mamíferos, Mccomb et al. (1994) realizaron un estudio con leonas del Serengueti (Panthera leo) sobre su capacidad para evaluar el número de oponentes que hay en otro grupo de leones, a través de la respuesta ante una amenaza. Es decir, por medio de un playback se reproducían ya fuera el rugido de una leona o el rugido de tres leonas con un tono amenazador. Los resultados indican que las leonas sólo se acercan a la fuente del sonido cuando las defensoras doblan en número a las intrusas. En contraste cuando sólo escuchan el rugido de una leona invariablemente se aproximan al lugar de manera amenazadora. Este estudio señala una capacidad por parte de las leonas para estimar el número de rivales a los que se tienen que enfrentar. Algunas críticas indicaron que las leonas no están discriminando el número de rivales, sino más bien la intensidad con la que se presentan las vocalizaciones. Sin embargo, se han realizado controles experimentales robustos para eliminar todas las posibles interferencias.

‘Violación de la expectativa’

LémurLos lémures son prosimios, es decir, uno de los taxa de primates más primitivos que aún existen. Pocos han sido los acercamientos al problema de la discriminación de cantidades en este grupo, por lo cual se realizó un experimento en este sentido (Santos 2005). El estudio evaluó tres condiciones experimentales con el objetivo de explorar su expectativa aritmética en una operación simple 1+1 (suma). Se les presentó a los animales, en un pequeño escenario, arreglos distintos en los que se mostraban uno, dos o tres limones que eran sumados secuencialmente. Es decir, primero se presentó un limón, inmediatamente después se restringió la vista del sujeto hacia donde se encontraba el primer limón. Una vez que el animal no puede ver lo que hay en el escenario, entonces se le agrega otro limón a la vista del animal; puede ver el movimiento del experimentador y puede ver que lo deposita en el escenario, pero no puede ver todavía el arreglo final. Por último se destapa el escenario permitiendo al animal observar el resultado. Se mide el tiempo de observación del animal ante el resultado presentado. Existen tres resultados distintos que pueden ser presentados: por ejemplo, 1+1=1, 1+1=2 o 1+1=3. Lo que se encontró fue que los animales vieron por un tiempo mayor al resultado imposible, donde aparecieron 1 ó 3 limones. Contrariamente, el tiempo de observación fue menor cuando se mostró un resultado posible, donde aparecieron 2 limones. La conclusión a la que han llegado los autores es que los lémures adultos son capaces de formar expectativas sobre el resultado exacto de una operación aritmética simple, en este caso la suma de 1+1. Además, los lémures adultos no nada más son capaces de discriminar cantidades (del 1 al 4), sino que, además, tienen la habilidad para realizar ciertas operaciones aritméticas básicas como lo serían la adición y la sustracción.

Comentarios finales

En esta ocasión se han mostrado los principales diseños experimentales para aproximarse al problema de la representación y discriminación de cantidades en animales. En otro momento abordaremos las controversias que generan este tipo de estudios experimentales, particularmente cuando se intenta vincular estas capacidades con la facultad matemática de los humanos.

Referencias

[1] Wynn, K. (1992). Addition and subtraction in infants. Nature, 358, 749±750.

[2] Hauser, M., Carey, S. y Hauser, L. (2000) Spontaneous number representation in semi-free-ranging Rhesus monkeys. Proceedings of the Royal Society of London (267), 829-833.

[3] Uller, C., Jaeger, R. Guidry, G. y Carolyn, M. (2003) Salamanders (Plethodon cinereus) go for more: rudiments for number in an amphibian. Animal Cognition, 6, 105-112

[4] Mccomb, K. et.al (1994) Roaring and numerical assessment in contests between groups of female lions, (Panthera leo). Animal Behaviour. Vol 47(2) pp. 379-387.

[5] Santos, L. et al.(2005) Expectations about numerical events in four lemur species. Animal Cognition, Vol (8): pp. 253-262.

Mirada deíctica y contacto ocular. Función social de la mirada en los primates.

Mirada deíctica y contacto ocular. Aspectos relevantes para la función social de la mirada en los primates.

Bernardo Yáñez

rhesusAlgunos estudios experimentales sobre reconocimiento facial en monos han revelado la importancia que tienen los ojos para algunas especies. Keating y Keating (1982)[1] estudiaron los movimientos oculares de dos monos Rhesus mientras se les presentaban diferentes rostros de primates (monos Rhesus, chimpancés y humanos). Los resultados mostraron que los sujetos tienen una clara tendencia a mirar a los ojos y la región facial que los circunda comparada con la nariz y la boca. En otro estudio, Nahm et al. (1997)[2], apuntan que los ojos y la boca son los principales atributos que captan la atención de los sujetos. A partir de estos estudios podemos concluir que para los primates los ojos son estructuras morfológicas relevantes en las interacciones sociales.

Los primates cuentan con excelentes habilidades para discriminar si una mirada es dirigida hacia él o si la mirada de otro individuo se dirige a otro punto. Esto tiene que ver con que la mirada sostenida en algunas especies de primates representa una afrenta o agresión. Sobre todo en los primates del viejo mundo –los cercopitecos- se puede observar como el contacto ocular generalmente es evitado. Thomsen (1974)[3] describió el comportamiento ocular de algunas especies de primates no humanos. Midió la frecuencia media del contacto ocular dirigido por los animales a un humano que mantenía la mirada sostenida hacia ellos. La observación más interesante –a mi juicio- fue que el tiempo de contacto ocular tuvo diferentes significados dependiendo de su duración; un contacto visual frecuente sugirió que el individuo estaba inspeccionando la dirección de la mirada del experimentador; mientras que mantener el contacto ocular por un periodo prolongado significó frecuentemente un gesto de amenaza o de afiliación. Una interpretación es que la mirada puede tener diferentes usos sociales dependiendo del contexto y la modalidad en que se presente. Otro resultado interesante fue que el contacto visual no tuvo la misma relevancia para los monos jóvenes que para los adultos; de lo cual se desprende que se trata de un comportamiento aprendido socialmente (en otro momento analizaremos esta misma conducta pero desde una perspectiva ontogenética). Otro estudio realizado por Linnankoski y colaboradores (1993)[4] encontró que cuando las hembras mostraban sus cuartos traseros a algún macho en particular éste se masturbaba y eyaculaba, pero solamente cuando se establecía contacto ocular entre el macho y la hembra. Otras señales visuales u olfativas, como la inspección de la región perineal, no fueron tan efectivas como el contacto ocular que desencadenaba la eyaculación. Nuevamente la mirada y algunas de sus diferentes funciones sociales.

Juan Carlos Gómez. Universidad de St. Andrews
Juan Carlos Gómez. Universidad de St. Andrews

A partir de lo anterior se establece que el comportamiento visual  es un componente importante de las interacciones sociales de los primates. Para ahondar en ello, me centraré en un tipo de comportamiento visual que parece tener una relevancia particular en la interpretación de estados mentales: mirar a los ojos de los demás. Existen dos modalidades básicas en las que se pueden mirar los ojos de los demás: la primera, monitorear la mirada o la mirada deíctica, que consiste en mirar los ojos de un individuo que está viendo hacia otro lado; la segunda, la mirada compartida o contacto ocular, en la cual se requiere de dos individuos mirándose a los ojos mutuamente (Gómez, 1991)[5]. Ambos patrones suelen combinarse secuencialmente dando lugar a la conducta llamada “alternancia de la mirada”; en la cual, un individuo observa alternativamente un objeto o evento y los ojos de otro individuo para de esta manera establecer lo que se denomina la “atención conjunta”.

La mirada compartida en sus diferentes versiones –monitoreo de la mirada y contacto ocular- han sido estudiadas exhaustivamente en la comunicación no verbal; ya que se consideran un componente fundamental de las interacciones sociales. Además, el contacto ocular se ha identificado como un patrón comportamental en el desarrollo de las incipientes interacciones sociales de los infantes humanos. Así, la manera en que los niños comienzan a formar parte de la vida social de los adultos es por medio de sus interacciones cara-a-cara fundamentadas en el contacto ocular. Bretherton y Bates (1979)[6] han definido el contacto ocular como un criterio de comunicación intencional de los infantes hacia los adultos. Incluso algunos etólogos alegan que el contacto ocular juega un papel crucial en ciertas interacciones sociales de los chimpancés como la reconciliación o resolución de conflictos. En cualquier caso, el análisis del seguimiento de la mirada y el contacto ocular pueden dar luz del desarrollo y evolución de las complejas interacciones sociales de los primates humanos y no humanos.

Gorilla-gorilla
Gorilla-gorilla

Goméz (idem) realizó un experimento para tratar de profundizar en estas cuestiones. La situación fue la siguiente: se presentó un gorila en una habitación con la puerta cerrada por un pasador que se encontraba fuera del alcance del animal; dentro de la habitación había un experimentador –que registraba el comportamiento del animal– y una caja. Hay tres posibles soluciones:

  1. Desplazar o arrastrar la caja para treparla y así alcanzar el seguro de la puerta y poder abrirla. No hay interacción con el experimentador.
  2. Utilizar al experimentador como un objeto; es decir, arrastrarlo o desplazarlo en una posición cercana a la puerta donde puede trepar encima de éste y así abrir el seguro de la puerta. Nótese que formalmente no hay interacción social con el experimentador.
  3. Alternar secuencialmente el contacto ocular con el monitoreo de la mirada del investigador. Es decir, mirar hacia los ojos del experimentador y posteriormente observar hacia la dirección donde está el seguro de la puerta; al tiempo de tomar la mano del investigador. En ningún momento hace uso de su fuerza para modificar la posición del experimentador. Simplemente por medio de esta alternancia en el comportamiento visual se establece una comunicación interindividual. Evidentemente hay una interacción social entre el experimentador y el animal.

Algunos apuntes interesantes del autor en relación al comportamiento observado nos permite hacer una interpretación de la función social de la mirada en primates (olvidémonos de la primera solución donde no hay interaccion). En la segunda posible solución el humano juega el papel gramatical de objeto para la acción de “mover” que es llevada a cabo por el animal; mientras que en la tercera juega (el experimentador) el papel de sujeto de la acción de movimiento. Nos dice Gómez: “la diferencia gramatical aparente en estas descripciones refleja la diferencia psicológica subyacente a ambos comportamientos” (idem). La tercera posible solución es una solicitud, es decir, un comportamiento comunicativo dirigido a otro organismo (en este caso el experimentador). En este aspecto, la esencia de los comportamientos comunicativos es que las acciones de los actores se adaptan al receptor como sujeto. Es decir, “toman en cuenta y explotan las propiedades subjetivas de otros organismos y no únicamente las propiedades físicas (objetivas) que comparte con los objetos” (idem). Esto es, precisamente, lo que se observa que hace el gorila que resuelve la situación con la tercera posible solución.

De lo anterior se puede concluir que los gorilas utilizan el comportamiento visual combinando la mirada deíctica, el contacto ocular y la atención conjunta para interactuar socialmente con otros individuos; es decir, para comunicarse intencionalmente y socialmente. O sea que la mirada, al menos entre los primates, no se reduce a la posibilidad de observar sino que también funciona como un medio de interacción social. En los seres humanos este hecho es evidente y es llevado hasta sus últimas consecuencias en las complejas relaciones sociales humanas.

Referencias

[1] Keating, C.F. y E.G. Keating (1982) “Visual scan patterns of rhesus monkeys viewing faces”. Perception, 11, pp. 211-219.

[2] Nahm, F. et al. (1997) “How do monkeys look at faces?” Journal of Cognitive Neuroscience, 9, 5, pp. 611-623.

[3] Thomsen, C. (1974) “Eye contact by non-human primates toward a human observer” Animal Behaviour, 22, pp. 144-149.

[4] Linnankoski, I. M. Gronroos y A. Pertovaara. (1993) “Eye contact as a trigger of male sexual arousal in stumped-tale macaques (Maccaca arctoides)”. Folia Primatologica, 60, pp. 181-184.

[5] Gomez J.C. (1991) “Visual behavior as a window for reading the mind of others in primates”. En Whiten A (ed), Natural Theories of Mind. Oxford: Basil Blackwell.

[6] Bretherton, I., y Bates, E. (1979). “The emergence of intentional communication”. En: I. Uzgiris (Ed.), New directions for child development (pp. 81-100). San Francisco: Jossey-Bass.

¿Qué son las ciencias cognitivas?

¿Qué son las ciencias cognitivas?

Paola Hernández, Juan González, Jonatan García

Qué son las ciencias cognitivas, qué temas estudia, cuál el estado actual de la cuestión en el mundo y, particularmente, en nuestro contexto iberoamericano, son los asuntos que aborda el libro Las Ciencias Cognitivas: una constelación en expansión (2012). Compartimos con ustedes a continuación la Introducción a dicho libro con el propósito de dar una mirada panorámica a algunos de los enigmas que se plantean en las ciencias cognitivas.

Aunque en el mundo hispano todavía mucha gente pregunta perpleja lo que es la cognición o las ciencias cognitivas, también es cierto que dichos términos han empezado a perder su hermetismo exótico al penetrar paulatina pero inexorablemente, desde hace unos diez años, en el sector académico e inclusive en el vocabulario de los ciudadanos instruidos. En años recientes ha habido un crecimiento exponencial de seminarios, talleres, coloquios, congresos, redes de investigación, programas educativos y publicaciones, no sólo en México y España, sino también en otros países hispanohablantes como Costa Rica, Colombia, Chile y Argentina. A pesar de ello, comparándonos con el resto del mundo industrializado, empezando por Estados Unidos, buena parte de Europa occidental y Japón —donde el estudio de la cognición es una realidad institucionalizada desde hace décadas— podemos decir que en Iberoamérica aún estamos en un tímido estado embrionario.

Esta antología de ninguna manera pretende exponer el estado actual de las ciencias cognitivas en Iberoamérica, de hecho, ninguno de los trabajos hace un recuento de cómo se incorporaron las ciencias cognitivas en el mundo iberoamericano, incluso hemos incluido trabajos publicados fuera de esta región que ilustran algunas de las discusiones más fructíferas y controvertidas de la filosofía y las ciencias cognitivas del mundo actual. Lo que este libro sí muestra es un ejercicio de cómo se están haciendo las ciencias cognitivas en esta parte del mundo y cómo estamos dialogando con teóricos de otras regiones.

 Ciencias Cognitivas: una constelación en expansión.
LIBRO EN PDF DISPONIBLE AQUÍ
Las Ciencias Cognitivas:
una constelación en expansión.

La presente obra pretende contribuir al desarrollo de la filosofía y las ciencias cognitivas de dos maneras: 1) a través de la reflexión y de la investigación empírica ancladas principalmente en un contexto hispano, y 2) a través de nuestra inserción en un macro-contexto internacional, que nos invita y obliga a participar en una discusión colectiva y contemporánea en ciencias cognitivas, donde tenemos interlocutores y estándares de primerísimo nivel, que buscan generar conocimiento de punta y de alta calidad en el campo que nos atañe.

Por otro lado, esta obra aspira a ser un buen ejemplo de lo que se puede esperar de una obra colectiva en ciencias cognitivas, a saber, una mirada interdisciplinar sobre problemas o temas ya consagrados en el campo de la cognición. Así, aunque la mayor parte de los artículos de este libro gravitan en torno a la filosofía, también encontramos contribuciones provenientes de las neurociencias, la psicología, la etología y la inteligencia artificial, que son los pilares que constituyen el núcleo duro de las ciencias cognitivas.

Como el lector podrá apreciar, el libro contiene trabajos que muestran cómo el estudio de la cognición actualmente se caracteriza por su alejamiento de posturas como las que planteaban una división disciplinar entre las ciencias empíricas y las teorizaciones de la filosofía, o entre la psicología y las neurociencias, o bien algunas distinciones similares que en el fondo dependían de la idea de que existe una separación entre el mundo externo y objetivo, por un lado, y la mente y el mundo subjetivo por el otro. En este sentido, los artículos que constituyen este libro colectivo difícilmente pueden etiquetarse como trabajos pertenecientes a una disciplina específica, como psicología, neurología, filosofía, etc. Si nos distanciamos de las separaciones disciplinares es posible construir un conocimiento interconectado, constituido no a partir del escrutinio estrecho y acotado de una disciplina particular, sino de un acercamiento a la cognición en tanto fenómeno global.

La imposibilidad de hacer separaciones tajantes entre las distintas disciplinas que componen a las ciencias cognitivas hace patente que los artículos aquí presentados no pueden ser ordenados a partir de una sola lógica. El lector advertirá cómo un trabajo dedicado a un tópico particular se conecta con otros de diversas maneras, ya sea porque comparten un mismo objeto de estudio, o porque comparten los métodos y técnicas para acercarse a objetos de estudio distintos.

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Edouard Machery

Uno de los temas más controvertidos en ciencias cognitivas es aquel dedicado a la arquitectura de la mente. El trabajo de Edouard Machery, con el que iniciamos esta antología, “Modularidad masiva y evolución del cerebro”, es una respuesta a aquellas críticas que, apoyadas en los estudios sobre la evolución del cerebro, intentan socavar la hipótesis de la modularidad masiva. Un representante de estas críticas es Steve Quartz, quien se basó en hallazgos que parecen contradecir la tesis de la modularidad masiva de la cognición humana, por ejemplo, la relación alométrica entre el volumen de la mayoría de las grandes regiones del cerebro (neocórtex, tálamo, etc.) y el volumen del cerebro completo, lo cual llevaría a pensar que la evolución del neocórtex se dio de manera concertada y no en mosaico. El autor refuta el argumento de Quartz y ofrece evidencia alternativa de que la selección natural sí actuó en los sistemas neocorticales por separado. Arguye que, aunque concediéramos que el volumen del neocórtex humano evolucionó de manera concertada, otros aspectos del neocórtex pudieron haber evolucionado en mosaico, lo cual es una condición necesaria para la modularidad masiva.

Por otro lado, Elisabeth Pacherie parte de explicaciones filosóficas que se han ofrecido para dar cuenta de las acciones compartidas con el objetivo de captar aquello que hace que las acciones conjuntas sean intencionalmente conjuntas. En “Encuadrando la acción conjunta”, la autora discute primero dos de las principales explicaciones de las intenciones compartidas, propuestas por Michael Bratman y Margaret Gilbert. Argumenta que la explicación de Gilbert impone más normatividad a las intenciones compartidas de la que es estrictamente necesaria, y que la explicación de Bratman requiere demasiada sofisticación cognitiva por parte de los agentes. Enseguida, la autora se enfoca en la teoría de la agencia de equipo desarrollada por los economistas, y se concentra en la versión de Michael Bacharach de la teoría de la agencia de equipo, de acuerdo con la cual, la agencia compartida es una cuestión de razonamiento de equipo que depende de la identificación con el grupo, misma que es el resultado de procesos de ‘autoencuadre’. La autora ofrece así el camino hacia una explicación de la intención compartida que esté menos cargada normativamente y que sea menos demandante cognitivamente.

El trabajo “Inteligencia y robótica corporizada”, de Bruno Lara y Jorge Hermosillo, que se inserta en el contexto de la inteligencia artificial, rechaza la cognición como resultado de un procesamiento lineal y unidireccional de información. Dentro de los nuevos paradigmas y escuelas de pensamiento en las ciencias cognitivas, Lara y Hermosillo se adhieren a aquéllas que insisten en que una condición necesaria para la inteligencia es que los agentes se desarrollen dentro de un medio ambiente. Es sólo a través de la interacción sensorio-motriz del agente con su entorno que se desarrollan las capacidades cognitivas que conocemos, nos dicen los autores. Por ello, continúan, ahora los robots o agentes artificiales autónomos se han convertido en una pieza clave para tratar de desentrañar el misterio que encierra la inteligencia natural, y son al mismo tiempo candidatos ideales en la búsqueda de inteligencia artificial. La investigación presentada en este trabajo está enmarcada en lo que ahora se conoce como ‘robótica corporizada’ y consiste en presentar algunos resultados seleccionados de las investigaciones que los autores han hecho para tratar de acercarse a agentes artificiales autónomos con signos de inteligencia y que representan la base de la producción de comportamiento coherente.

Por su parte, el trabajo de Juan C. González, “El amor en los tiempos de las ciencias cognitivas”, se inscribe en una perspectiva decididamente interdisciplinar y contemporánea al abordar un tema de relevancia psicosocial, el amor, que puede ser estudiado empírica y conceptualmente en el marco del ‘giro cognitivo’ que dio la filosofía en la segunda mitad del siglo XX. El autor pretende demostrar cómo el análisis del amor puede beneficiarse con las aportaciones teóricas y empíricas de las ciencias cognitivas y las humanidades, donde la psicología, la ética, la epistemología y la teoría social y de sistemas son especialmente relevantes. Para ello, González adopta una postura a la que llama ‘ecológica’, la cual toma en cuenta la dimensión individual y social del amor, donde éste es considerado como una emoción compleja y, simultáneamente, sensible a la racionalidad, existencialmente satisfactoria, socialmente viable y éticamente aceptable.

Esta publicación incluye un segundo trabajo de Edouard Machery, en donde el autor estudia el uso de las psicopatologías del desarrollo que buscan identificar los componentes de la arquitectura cognitiva típica. Tal uso ha sido duramente criticado, entre otros, por la neuropsicóloga Annette Karmiloff-Smith, quien ha defendido que los hallazgos en los patrones de discapacidad y conservación de capacidades cognitivas en personas con psicopatologías de desarrollo no nos dicen nada acerca de la arquitectura cognitiva típica, crítica que se aplicaría también a aquellos que intentan sustentar la hipótesis de modularidad masiva de la psicología evolucionista con base en psicopatologías del desarrollo. En su escrito, Machery argumenta que, además de ser errónea la reconstrucción de la modularidad masiva de Karmiloff-Smith, las numerosas disociaciones que resultan de psicopatologías del desarrollo sí pueden ser utilizadas para identificar sistemas, lo cual muestra que la arquitectura cognitiva típica es florida, exactamente como postula la hipótesis de modularidad masiva.

Ernst Walter Mayr (1904- 2005)
Ernst Walter Mayr (1904- 2005)

Siguiendo la temática de la arquitectura cognitiva, Paola Hernández Chávez incorpora en su contribución “Evaluando algunos supuestos evolutivos en teorías modulares de la mente”, una distinción entre causas próximas y causas últimas, proveniente de Aristóteles y posteriormente reformulada por otros teóricos como Ernst Mayr. La autora examina versiones de las teorías modulares que conciben a los módulos como productos de la selección natural. Después de ofrecer varias críticas a estas versiones modulares, Hernández muestra cómo ciertos estudios sobre el desarrollo cognitivo son relevantes para entender la arquitectura de la mente. De este modo, Hernández argumenta que aspectos como el desarrollo ontogenético y el medio ambiente deben ser tomados en cuenta para caracterizar una noción de módulo, que es recogida en la propuesta que la autora denomina “hipótesis de plasticidad en la respuesta funcional al medio ambiente debida a la modularización estructural” o resumida como “hipótesis modular de la plasticidad de respuesta al medio ambiente” (HMPRM). Su propuesta puede verse como una explicación fundada en causas próximas, en contraste con las teorías modulares en las que las fuerzas evolutivas juegan el papel de causas últimas.

Una propuesta que también se interesa en los aspectos evolutivos de la cognición es la teoría dual del procesamiento (TDP). Esta teoría es analizada en el trabajo “Algunas observaciones (de carácter neuroanatómico, filogenético y ontogenético) a la teoría dual de procesamiento”, de Jonatan García Campos. El objetivo del autor es llamar la atención sobre el aporte que distintas áreas de las ciencias cognitivas ofrecen para una reformulación de la TDP. García plantea que algunos supuestos, concernientes sobre todo a la relación entre los dos sistemas de razonamiento (S1 y S2), son controversiales a la luz de consideraciones neuroanatómicas, filogenéticas y ontogenéticas. Una de las ideas que se discuten es que algunos procesos de S2 se llevan a cabo en áreas que parecen más antiguas filogenéticamente hablando, aun cuando S2 se supone que es un sistema moderno. Otra de las ideas que se exploran aquí es cómo los estudios neurocientíficos parecen contradecir las explicaciones ofrecidas por los psicólogos del razonamiento. Cabe destacar que el artículo no pretende abolir la TDP, o defender alguna de sus versiones, sino llevarnos a considerar nuevas vías para mejorar su argumentación y librarla de postulados arbitrarios que sí representan un problema en su formulación.

Además del razonamiento, la toma de decisiones es un tópico recurrente para los psicólogos cognitivos y los neurocientíficos. El trabajo “Tomar la decisión entre ‘disparar’ o ‘no disparar’ activa la corteza prefrontal ventrolateral derecha en un estudio con RMf”, de Alejandra Rosales y colaboradores, es un artículo técnico de neurociencias, cuyo objetivo es presentar la investigación sobre la respuesta de defensa que tuvieron diversos sujetos ante imágenes de amenaza hacia sí mismos y hacia un tercero, junto con su correlato cerebral con imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional (RMf). Diecinueve sujetos masculinos decidieron con un botón entre ‘disparar’ o ‘no disparar’ a imágenes proyectadas sobre una pantalla en la “tarea de reactividad emocional” (TREM). Activaciones generalizadas en los dos hemisferios, especialmente en la corteza frontal y el giro fusiforme, se encontraron al considerar ambas decisiones. La comparación entre ‘disparar’ y ‘no disparar’ resultó en activaciones significativas en el giro frontal inferior derecho (BA 45/47) correspondiente a la corteza ventrolateral prefrontal. Los autores concluyen que estos resultados a la vez refuerzan la idea de que el área ventrolateral prefrontal juega un papel importante en el control de la emoción y señalan la relevancia de las tareas que demandan una respuesta explícita y rápida ante imágenes directamente amenazantes y de amenaza a otro.

Siguiendo con el uso de recursos neurocientíficos para el estudio de fenómenos cognitivos particulares, en el artículo “No miramos para ver, miramos para actuar: una aproximación mínimamente representacionalista al estudio de la atención visual”, Jaume Rosselló Mir revisa algunas hipótesis canónicamente representacionalistas de la atención que ha ofrecido el cognitivismo simbólico. Tales modelos de la atención se han centrado en el análisis de los elementos que intervienen en la secuencia que va de lo sensorial a lo motor, sus relaciones causales y sus jerarquías, esquema que es completamente ajeno a lo que sabemos hoy del funcionamiento del cerebro humano. En su lugar, el autor destaca aquellas alternativas al estudio de la atención visual que son mínimamente representacionalistas, no dualistas, y más congruentes con la psicología experimental y las neurociencias.

Por su parte, el artículo “El rol del saber no proposicional en la explicación de la acción”, de Jean-Philippe Jazé, incursiona en el terreno de la fenomenología a través de dos autores poco apreciados por las ciencias cognitivas de corte clásico: Martin Heidegger y Maurice Merleau-Ponty. Jazé presenta una refrescante perspectiva que incorpora aspectos que el cognitivismo clásico ha dejado fuera en su teorización sobre la acción, como son el papel que juega el cuerpo en la percepción, la temporalidad de la acción y las dimensiones emotiva y social. El texto también incluye una breve crítica a las concepciones clásicas del contenido intencional y de la acción como el resultado consciente y deliberado de un proceso de decisión por parte del individuo. La perspectiva que nos muestra Jazé corrige así ciertos ‘olvidos’ y excesos por parte del cartesianismo y del reduccionismo que sigue incidiendo, de una forma u otra, en nuestros análisis filosóficos y científicos de la acción.

Frans de Waal (Países Bajos)
Frans de Waal (Países Bajos)

El trabajo de Alba Pérez Ruiz titulado “El concepto de agresión. Una mirada psicoanalítica”, explora el desarrollo que ha tenido el concepto de agresión en la corriente psicoanalítica conocida como la Escuela Americana, comparándolo con la etología cognitiva impulsada por los trabajos de Frans de Waal. La autora reconoce que si bien explícitamente los representantes de la Escuela Americana buscan apoyar sus posturas con propuestas particulares en biología, existen diferencias importantes entre estos trabajos. Una de estas diferencias, por ejemplo, es aquella que Pérez Ruiz señala entre los fundamentos epistemológicos que se encuentran detrás de la etología y aquellos que se encuentran detrás del psicoanálisis, pues mientras en los primeros hay un deseo por restringir los estudios de la agresión a la descripción de patrones conductuales con relación al ambiente y sus posibles orígenes evolutivos, en los segundos se pretende ir más allá de la descripción de conductas para comprender el funcionamiento mismo del aparato psíquico.

Al igual que sucede en otros tópicos abordados en este libro, en una encrucijada entre diversos tipos de estudios se encuentran aquellos dedicados a la percepción del tiempo. Un análisis naturalizado, sobre todo apoyado en las ciencias cognitivas y de corte fenomenológico, es ofrecido por Melina Gastélum en su trabajo “La percepción del tiempo en la conciencia”. En su contribución, Gastélum defiende que la percepción del tiempo puede verse como un objeto más de la percepción, pero que, sin embargo, es de un tipo especial, pues atraviesa todos los demás sentidos. Esta posición recuerda a la postura de Husserl, según la cual toda actividad mental depende de la temporalidad. Además, el componente fenomenológico no se limita a la postura anterior, sino que con él la autora también intenta dar cuenta de cómo es que los sujetos percibimos de manera distinta el tiempo, dependiendo del contexto del que formemos parte.

Por último, en “La imaginación musical desde una aproximación corporeizada”, Ximena González Grandón defiende que la imaginación musical debe ser entendida como una actividad ideomotora y sensorimotora que re-presenta uno o varios sonidos al emular o simular subjetivamente una experiencia de tal o tales sonidos. En dicho trabajo, la autora se aleja de la postura tradicional de la ciencias cognitivas, en las cuales se hace una distinción entre el mundo externo y la mente como entidades claramente independientes. En su lugar, González Grandón explora proyectos enactivos en ciencias cognitivas aplicándolos a la imaginación, la cual es entendida como el re-presentarse en posibles acontecimientos con distintos grados de complejidad por medio de la interacción con el medio ambiente. Estos proyectos, como la autora lo señala, se fundan en una visión corporeizada de la mente, la propuesta enactiva de Francisco Varela y las herramientas de las neurociencias cognitivas, la fenomenología y la psicología cognitiva.

Una vez que hemos presentado las ideas centrales de los trabajos aquí vertidos, deseamos insistir en que para responder a los grandes problemas en torno a la cognición es necesario echar mano de una gran cantidad de información pertinente, de aquella que nos ofrecen las ciencias computacionales, las neurociencias, las teorías de los sistemas complejos, la filosofía, la fenomenología, la psicología, la biología, entre muchas otras áreas de conocimiento que nos permitan explicar los fenómenos cognitivos de una manera integral y heterogénea.

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Evolución humana desde el paradigma científico reduccionista

Evolución humana desde el paradigma científico reduccionista

Raúl Gutiérrez Lombardo

En este trabajo, deliberadamente voy a dejar de lado la visión del mundo que sostiene que los humanos somos especiales respecto al resto de los seres vivos, no obstante, anoto, que sabemos de la existencia de rasgos derivados funcionales únicos en los seres humanos como la capacidad de categorización y razonamiento lógico o la capacidad para valorar nuestra conducta. Lo anterior, con objeto de llevar hasta sus últimas consecuencias, la llamada concepción reduccionista del mundo. Esta concepción filosófica, que se inserta en la llamada filosofía naturalizada, en su versión más radical se conoce como accidentalismo, la cual parte del argumento de que todo ser viviente dedica su existencia a buscar los recursos necesarios para su supervivencia y su reproducción, la cual incluye al ser humano como a cualquier otro organismo, con la salvedad de que éste es consciente de esa búsqueda, que es parte/consecuencia de su bagaje adaptativo. De tal suerte, su comportamiento social no es sino una estrategia adaptativa para hacerse de esos recursos, siempre escasos frente a sus competidores, en donde rige una manera de llegar a ellos antes que los demás.

Thomas Robert Malthus

Esta estrategia adaptativa implica, según este enfoque, que los seres humanos necesitamos recursos para mantener el tipo y, sobre todo para transmitirlo. Como ya popularizara a finales del siglo XVIII R. Malthus en principio los recursos primarios (alimentos) crecen mucho más despacio (aritméticamente) que los seres humanos (geométricamente), por eso, no hay para todos y hay que abrirse camino como sea y es Charles Darwin en su obra maestra El origen de las especies quien le da una dimensión evolucionista al asunto, a partir de la cual surge su teoría de la selección natural. Así, las dos ideas básicas del argumento accidentalista son: una, necesitamos recursos y dos, no hay para todos.

Desde esta perspectiva, aunque se admite que en los seres humanos la historia es un elemento fundamental de su hábitat, esta historia es en realidad un componente más de la interacción de su genoma con su medio, y su expresión fenotípica es el resultado de esa interacción, no obstante, anoto otra vez, que “saber que sabemos” engloba los aspectos intelectuales, espirituales, éticos y estéticos que caracterizan a la cultura en sus diferentes manifestaciones.

Y entonces, ¿qué pasa con el comportamiento social y cultural de los seres humanos desde la perspectiva accidentalista?

El argumento accidentalista prosigue al decir que el problema con las relaciones sociales humanas es que hay quien se aprovecha de los demás a la menor oportunidad, porque aunque en principio hubiera recursos para todos, hay recursos necesarios que no se pueden repartir ni con la mejor voluntad. Está la enfermedad en sus múltiples acepciones, el no ser aceptado por los demás como otros que tienen más aptitudes sociales, porque claramente están, sin considerar a los que tienen simplemente buena suerte, los que están mejor dotados por la naturaleza (genéticamente) para realizar las funciones más cotizadas por todos (por la sociedad) y los que no lo están, incluso descontando los prejuicios raciales y sociales de siempre. Así, inevitablemente, los que tienen, se tienen que defender de los que no tienen pero también de los que tienen, porque los que tienen quieren tener más.

[rev_slider Hume-Smith]

Este argumento se apoya en pensadores como David Hume, quien a mediados del siglo XVIII, antes de que hubiera explicaciones más propiamente biológicas, observó que queremos más a los parientes más cercanos y que esa querencia va disminuyendo con la lejanía parental hasta prácticamente quedar en la total indiferencia. Lo que hoy día, en vez de parentesco, podríamos hablar de “distancia genética”. Otro autor, también escocés, por cierto, Adam Smith resaltaba las anomalías de la ética, con su concepto de “mano invisible”, que dejaba patente que el egoísmo produce bienestar social, porque cuando los egoístas compiten para suministrar un producto, se ocupan de suministrar cada uno el mejor producto para obtener la mayor clientela posible y así el máximo beneficio con respecto a sus competidores. Pero aún siendo esto cierto, Adam Smith no se fija especialmente en la posibilidad del engaño, de la falta de “juego limpio”.

El argumento accidentalista compara el engaño con el mimetismo en la naturaleza, que es una estrategia adaptativa para evitar al depredador o de conseguir con más facilidad a la presa, según sea el caso, y agrega que la naturaleza también promociona la detección del engaño a través de un proceso que, por selección natural, propicia que además del engaño se produzca la detección del engaño, y luego está, especialmente entre los seres humanos, el autoengaño, el que engaña sin pretenderlo, el cual es el engaño más eficaz (adaptativamente hablando claro), porque no hay mala fe (yo hice eso porque pensaba que era lo mejor para todos).

Pero el accidentalismo matiza esta idea al proponer que no todo parecería fraudulento en esa conducta contaminada por el egoísmo y el engaño al apuntar que Adam Smith también observó la circunstancia de que la desgracia ajena a menudo inspira compasión y ésta es un acicate para remediarla. Desde la accidentalidad, desde la perspectiva de la selección natural, el altruismo es como un arma secreta que se traduce en el engaño sublimado. No ya porque mañana pueda ser yo el afectado y entonces exija como contrapartida que se me ayude como yo pueda haber ayudado en su día, sino porque la naturaleza me obliga a hacerlo, porque me siento mal si no hago “lo que debo”.

¿Por qué, en cambio, me siento bien si ayudo a necesitados que ni siquiera voy a conocer jamás, o cuando ayudo por ayudar sin que el ayudado sepa nunca cuál fue la mano amiga que, al menos en parte, le sacó momentáneamente y parcialmente de su apuro?

Carlos Castrodeza, filósofo de la biología experto en esa concepción filosófica, responde de la siguiente manera:

Simplemente, porque estoy haciendo publicidad de mi bondad y “buenos sentimientos” ante los que me rodean, para generar confianza en mí, para hacerme lo más imprescindible posible, para que se cuente conmigo por ser de fiar. En definitiva, estoy engañando, pero sin saberlo, porque las emociones son genuinas, pero el resultado me promociona, me saca adelante con respecto a los demás, y sobre eso es sobre lo que actúa la selección natural.

La selección natural es oportunista y no favorece ni el bien, ni la verdad, ni la belleza, a no ser que sus promotores/portadores prosperen a expensas de los otros. Y si no es así, los otros son los que se llevan el gato al agua irreductiblemente. De manera que el bien, la verdad y la belleza son, según la idea de Jean Baudrillard, simulacros para la construcción de una hiperrealidad generalizable como Disneylandia. Asumir esta contingencia es decidir vivir en la perplejidad, o como diría también Martin Heidegger, por otros causes, en la autenticidad.

De modo que, en la etología de la cooperación y de la competencia, siguiendo a los filósofos de la sospecha, según la expresión de Paul Ricoeur, es decir, a Sigmund Freud, a Karl Marx y a Friedrich Nietzche, nada es lo que parece. Porque el altruismo recíproco viciado por el engaño y su detección está en la línea del dictamen general de Freud para quien las razones reales de nuestras actuaciones están enterradas en el subconsciente, y las razones aparentes son las que funcionan en nuestra convivencia para no infundir sospechas sobre nuestras verdaderas intenciones. Lo mismo sucede con Marx, pero ya a nivel de grupo o clase, y en Nietzche, destacando su interpretación de la razón, encarnada en la figura de Sócrates, como instrumento del resentimiento en aquellos que no pueden llegar a los recursos, en donde el resentimiento depura la racionalidad pensante haciendo, por ejemplo, de la “irracionalidad” una metarracionalidad “edificante” o, más simplemente, una metafísica “liberadora”.

Entonces, ¿cuál es el fin de nuestro gran melodrama? Según Castrodeza, se trabaja y se sufre para no trabajar y no sufrir, y cuando se llega al menos a un simulacro de ese inefable estado, no se sabe qué hacer, se necesita un hobby,o sea una manera hiperreal de trabajar y sufrir, de matar el tiempo.

Fragmento de la ponencia presentada en el coloquio “La filosofía desde la ciencia”, celebrado el 5 de noviembre en el CEFPSVLT.

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