Paleobiología de cazadores recolectores del norte de México: nuevas colaboraciones en antropología biológica

versión en español

Autores: Bernardo Yáñez, Colleen Young y Juan Manuel Argüelles

Aun cuando hay una gran desolación, la península de Baja California guarda joyas y diamantes bajo sus aguas. Descrita como una región olvidada y concebida como una isla por los exploradores y misioneros españoles, la península contiene evidencias de una rica y bien preservada historia de los últimos 11 mil años. La región conocida actualmente como Cabo San Lucas fue en su momento el hogar de un emblemático grupo humano de cazadores-pescadores-recolectores: los Pericú. Antes de que estas aguas cristalinas fuesen invadidas por los conquistadores españoles y americanos los pericúes se adaptaron y explotaron este ecosistema semi desértico de matorral xerófilo.

Descripciones sobre las características ecológicas del territorio se conocen desde el siglo XVIII, a partir de los relatos de algunos exploradores y misioneros. Entre estos, destacan: “Noticia de la California de Miguel Venegas; “La historia de la Baja California” obra póstuma de Francisco Javier Clavijero; y la de Miguel del Barco titulada “Historia natural y crónica de la Antigua California”, obra inédita, esta última, publicada en 1973 por Miguel León-Portilla. De acuerdo con Mathes ésta representa “la fuente más importante publicada hasta la fecha para esa fascinante época de expansión novohispana”. Antecedentes históricos que resultan de suma importancia para este proyecto de investigación y forman parte de una visión integral (boasiana) del enfoque antropológico que pretendemos llevar a cabo.

Imagen de Google Maps

Esta es una región aislada, ubicada en la parte sur de la península, bañada por el océano Pacífico al oeste; el Golfo de California –o Mar de Cortés– al este y al sur; hacia el norte se extiende el desierto de Baja California. La propia formación de la zona sur de la península se efectuó de manera aislada, pues el cabo se mantuvo separado del resto de la península por al menos unos 10 millones de años. Con base en estas características particulares relacionadas con la geología histórica de la región y la retención de barreras o mecanismos de aislamiento, muchas de las plantas y animales que han habitado el territorio son consecuencia evolutiva precisamente de ese aislamiento geográfico. Por lo que se ha mantenido un entorno similar al que se observa en diversas islas, aunque en realidad esta área está conectada al resto de la península; pero el hostil desierto sonorense dificulta el flujo hacia la masa continental.

La resequedad del clima y la presencia esporádica de manantiales de agua fresca a lo largo de la sierra montañosa no permite sostener una infraestructura adecuada para el desarrollo de agricultura u horticultura de gran escala. No obstante, el litoral marino del Golfo de Cortés y del océano Pacífico cuentan con abundante biodiversidad en recursos marinos pelágicos y bentónicos. Asimismo, proliferan plantas y frutas como la pitahaya dulce, el cardón, la tuna y otras delicadezas terrestres (como venado y oveja), por lo que vivir en el sur de la península puede resultar reconfortante.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

Los pericúes vivieron en esta aislada región con un complejo biológico y cultural único. Utilizaron el atlatl, desarrollaron anzuelos, utensilios de pesca y otras herramientas consideradas como tecnología de la ‘Edad de Piedra’. A pesar de su aparentemente sencilla cultura material, practicaron tradiciones y rituales funerarios intrincados y llenos de color; entre los que se incluye la desarticulación secundaria y la decoración postmortem con ocre sobre los huesos. Además, los bultos mortuorios donde fueron encontrados estos restos óseos fueron manufacturados con hojas de palma, de donde deriva el mote de la ‘cultura de las palmas’. La poligamia fue una característica particular de su organización social; tuvieron un lenguaje propio –comparado con las vocalizaciones de los pericos, por ello el nombre de Pericús; y características corporales distintivas. En contraste con los pobladores del resto de la península – guaycuras y cochimíes–, los pericú muestran un cráneo extremadamente angosto y alargado (hiperdolicocefalia) y proporciones corporales o somáticas similares a las observadas en los habitantes de islas (Rivet 1909). Estas tradiciones culturales y fenotipos biológicos son únicos en la región y no se observan en ningún otro grupo humano de la península.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

Es interesante apuntar que la recuperación de estos restos óseos es consecuencia de una serie de acontecimientos históricos que dan pie al planteamiento de una variedad de preguntas de investigación. Los primeros restos documentados fueron excavados y recuperados para su estudio a finales del siglo XIX por Leon Diguet, naturalista francés. Posteriormente, Paul Rivet, al inicio del siglo XX, recuperó otro conjunto de huesos pertenecientes a esta etnia. Algunos de esos objetos se encuentran resguardados en el Museo del Hombre de París, que incluyen, además de los restos óseos, algunos utensilios y atuendos. Durante el segundo cuarto del siglo XX el arqueólogo norteamericano William Massey excavó varias de las cuevas de la región del cabo. Originalmente los restos se resguardaron en la Universidad de California, pero a partir de un proceso de repatriación ahora éstos se encuentran en el Museo Nacional de Antropología en México.

La abundancia de artefactos recuperados y registros acumulados provenientes de excavaciones arqueológicas se complementan con una ola de investigaciones recientes relacionadas con la prehistoria de la península de Baja California. La investigación enfocada a esta región, previa a los esfuerzos actuales, ha sido prácticamente nula. Quizás tenga que ver con que muchos de los investigadores interesados en la (pre)historia mexicana se han concentrado en los vestigios de los Mayas, Aztecas y otras culturas sedentarias, con vestigios monumentales, ignorando o minimizando la región del norte de México. Por ello, los autores de esta pieza presentamos de manera general un proyecto que todavía no ha sido sistematizado. Nosotros sostenemos que un elemento fundamental para celebrar y preservar la prehistoria de esta alejada y desierta región es la realización de colaboraciones académicas. Generar sinergias, como la que intentamos describir aquí, puede ayudar a establecer una aproximación holística para un mejor entendimiento de la prehistoria de la península.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

Este  esfuerzo involucra a arqueólogos, antropólogos sociales y culturales, antropólogos biológicos de Estados Unidos, México y Japón que a través de sus diversas especialidades están intentando generar una síntesis comprensiva de la prehistoria de la región. Harumi Fujita, Lucero Gutiérrez, Carlos Mandujano y otros han realizado investigación y excavación arqueológica de la región sur de la península. Asimismo, Juan Manuel Argüelles  junto con Colleen Young y Bernardo Yáñez han reiniciado el estudio bioantropológico de estos interesantes habitantes prehistóricos de la península y del continente. A través de nuestra colaboración combinamos habilidades, destrezas y recursos, con el objetivo de conocer y desentrañar algunas de las invaluables joyas de esta península.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

El objetivo de nuestra investigación es el análisis de los restos óseos de los pericú y la paleobiología del desarrollo de los cazadores-recolectores del norte de México. Entre otras cosas, estamos empatando la información recabada de los análisis craneométricos con las medidas poscraneales en términos del tamaño, forma y robustez corporal, con la intención de así comprender cómo estos individuos interactuaron con, y se adaptaron a, un entorno aislado en el sur de la península de Baja California. En ese sentido, nuestro proyecto es original e innovador, ya que no privilegia la información que nos da el cráneo por encima de la que nos da el resto del cuerpo, o viceversa; sino que se estudian como un todo, de manera que tratamos a los individuos como sistemas integrales. Generalmente los estudios bioantropológicos aíslan o desarticulan el cuerpo para estudiarlo de manera más práctica. Sin embargo, nosotros consideramos que lo anterior no sólo es incorrecto, sino que resulta absurdo mantener la metodología clásica de especialización frente a un enfoque más integral. Resultados preliminares de esta investigación serán presentados en la reunión anual de la Asociación Americana de Antropología Física (American Association of Physical Antropologists), en la ciudad de Cleveland, OH, durante la primavera.

Un mejor entendimiento de estos pobladores amerindios tempranos y aislados es crucial para una comprensión más completa del poblamiento de América y de la gran diversidad de la prehistoria mexicana (principalmente del norte del territorio). Agradecemos el apoyo brindado para esta investigación a la National Science Foundation y al Instituto Nacional de Antropología e Historia.

 

english version

Paleobiology of hunter-gatherers in northern Mexico: new collaborations in Biological Anthropology

Even though desolate, Baja California Sur has pearls in its waters. Commonly described as forgotten, and originally thought to be an island by Spanish explorers, the Baja California peninsula contains a rich and well-preserved human history, spanning at least 11,000 years. The southern tip of the peninsula, known by tourists as Cabo San Lucas, was once home to a unique group of hunter-fisher-gatherers, the Pericú. Before these crystal blue waters were invaded by Spanish and American conquistadors, the Pericúes adapted to and exploited this semi-desert xeric shrub ecoregion throughout the Cape Region.

Early descriptions on the ecology and environment of this area are known from at least the 18th century, from the accounts of explorers and missionaries. Some of the accounts that standout include: “Notice of California” by Miguel Venegas; “The History of Baja California” by Francisco Javier Clavijero; and, recently uncovered by Miguel León-Portilla, work by Miguel del Barco, “Natural and Chronological History of Ancient California.” According to Mathes, the del Barco’s work represents “the most important source published to date on the fascinating era of New Spain expansion.” These historical works are of utmost importance for this research project and is part of an integral (Boasian) vision of the anthropological approach that we intend to carry out.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

The Cape Region is an isolated ecoregion on the southern tip of the Baja California Peninsula, surrounded by the Pacific Ocean, the Gulf of California (or Sea of Cortés), and the barren Sonoran Desert to the north. Even the formation of the southern part of the peninsula was in isolation as this region was once a detached island from the rest of the peninsula about 10 million years ago. Due to its distinct geological history, and retention of barriers on all sides, many plants and animals live in endemic isolation. Thus, an island-like environment has been retained, even with subsequent connection to the peninsula, as the harsh Sonoran Desert hinders gene flow to and from the continental mass.

The dry climate and sporadic fresh water in springs throughout the mountains cannot support large-scale agriculture or horticulture infrastructures in this region. Nonetheless, the marine waters in the Gulf of Cortés and the Pacific Ocean are biodiversity hotspots, offering an abundance of pelagic and benthic marine resources. Paired with plants and fruits such as: pitaya dulce, cardón, prickly pear, and other terrestrial delicacies (such as deer and sheep) proliferate, so living in the southern peninsula can be quite rewarding.

The Pericúes lived in this isolated region with a unique cultural and biological complex. They used atlatls and fishing instruments that are characterized as “stone age” technology. Despite the seemingly simple material culture, they practiced a colorful and intricate funerary rituals that included secondary disarticulation and red ochre staining, known as the “Las Palmas” burial tradition. The nickname, “Las Palmas” comes from the fact that these mortuary bundles holding the skeletal remains were found manufactured with palm leaves. Polygamy was one of the unique characteristics of their social organization, as well as having a distinct language. Their language has been compared with the vocalizations of parakeets, which inspired their name, The Pericus. In contrast to the rest of the inhabitants of the peninsula, the Cochimis and Guaycuras, the Pericú have a unique body type as well. The Pericú are characterized by an extremely narrow and long skull (hyperdolicocephaly), and body proportions similar to oceanic islanders (Rivet 1909). These cultural traditions and biological phenotypes were unique to this region and not seen anywhere else in the peninsula.

Foto: David Volcanes Vidal (DAF-INAH)

It is interesting to note that the recovery of these skeletal remains included a series of historical accounts that have made it possible for us to address a variety of questions. The first documented remains were excavated and recovered for study at the end of the 19th century by Leon Diguet, a French naturalist. Subsequently, Paul Rivet, at the beginning of the twentieth century, recovered another set of osteological and archaeological remains belonging to this ethnic group. Some of these objects are housed in the Museum of Man in Paris, which include, in addition to skeletal remains, some utensils and clothing. During the second quarter of the twentieth century, the American archaeologist William Massey excavated several of the caves in the Cape Region. Originally housed at the University of California, these repatriated remains are now located at the National Museum of Anthropology in Mexico.

The abundance of artifacts and records accumulated from these excavations are complemented by a wave of recent research on the prehistory of the Baja California Peninsula. Research on the prehistory of the Baja California peninsula, prior to this, has been generally neglected. Perhaps it is because many researchers interested in Mexican (pre)-history have ignored this region and have concentrated on the vestiges of the Maya, Aztecs, and other monumental cultures of the area. In doing so, northern Mexico, including the Baja California peninsula, has been relatively ignored in the reconstructions of Mexican prehistory. Therefore, the authors of this piece are proposing a continuous and integral project that has not yet been systematized. A fundamental element to celebrate and preserve the prehistory of this remote and deserted region is the realization of academic collaborations. Generating synergies, such as the one we are trying to describe here, can help establish a holistic approach for a better understanding of the prehistory of the peninsula.

This effort involves archaeologists, social/cultural anthropologists, and biological anthropologists from the United States, Mexico, and Japan who, through their various specialties, are trying to generate a comprehensive synthesis of the prehistory of the region. Recently, Harumi Fujita, Lucero Gutiérrez, Carlos Mandujano, and others in the Baja California peninsula have revived research in this region, including funding for and prioritizing of archaeological excavations in the Cape Region. Likewise, Juan Manuel Argüelles with Colleen Young and Bernardo Yáñez have reinitiated the bioanthropological study of these interesting prehistoric inhabitants of the peninsula and the continent. Through our collaboration we are combining our abilities, skills, and resources, with the aim of knowing and unraveling some of the invaluable pearls of this peninsula.

The aims of our current research are on the skeletal analysis of the Pericú and the paleobiology of hunter-gatherer development in northern Mexico. Among other research goals, we are matching information collected from craniometric analyses with post-cranial measurements to better understand the skeletal size, shape, and robusticity of these isolated early Amerindians. Our intention is to understand how these individuals interacted with, and adapted to, an isolated environment in the southern Cape Region of Baja California. In this sense, our project is original and innovative, since it does not privilege the information that the skull gives us over what the rest of the body gives us, or vice versa. We are studying the body and skull of these individuals together, viewing them both as integral systems. Generally, bioanthropological studies tend to isolate or disarticulate the body to study its parts in a more practical, but isolated, way. We believe that the above is not only incorrect, but that it is illogical to continue maintaining the classical methodology of specialization in the face of a more integrated approach. Preliminary results of our research will be presented at the annual meetings of the American Association of Physical Anthropologists in Cleveland, OH, this year (2019).

A better understanding on these early, isolated Amerindian individuals is critical for better understanding the peopling of the Americas, and the great diversity of Mexico’s prehistory (primarily of the northern territory). We are grateful for the current support from the National Science Foundation and the National Institute of Anthropology and History in Mexico.

¿Reduccionismo y determinismo enmascarado? respuesta a Macario Schettino

Bernardo Yáñez

Durante el martes, miércoles y jueves de la semana pasada se publicaron tres artículos de opinión en el diario de circulación nacional, El Financiero, a cargo del Dr. Macario Schettino, en su columna diaria llamada ‘Fuera de la Caja’. En éstos el articulista reseñó su lectura e interpretación del reciente libro publicado y titulado ‘Blueprint: How DNA makes us who we are’, de Robert Plomin. Este último psicólogo y genetista quien se ha enfocado en estudios con gemelos homocigóticos. Es importante decir que en la literatura internacional especializada esta obra ha sido severamente criticada por especialistas en temas de antropología, psicología, genética, entre otras disciplinas. Es cierto, todavía no hay una traducción a nuestro idioma, sin embargo, hay suficientes textos publicados recientemente señalando críticas relativas al reduccionismo y determinismo enmascarado del autor del libro (ver aquí y aquí). ¿Podría decirse lo mismo de quien publica su reseña en el periódico?

Vayamos por partes.

En la primera de sus tres entregas, Schettino dice que el libro “trata de cómo los genes determinan en gran medida cómo somos cada uno de nosotros… cómo es que nuestro entorno no tiene una influencia muy significativa. Somos nuestros genes y en mucho menos medida nuestra historia”. Unas líneas más abajo afirma tajantemente que “La discusión acerca de qué importa más en las personas, si su naturaleza o su crianza, lleva rato, pero la evidencia científica apunta cada vez más el peso mayor de la primera”.

En primer lugar, cuando el autor habla de genes se refiere a éstos como si tuviésemos una idea clara de cómo funcionan y cómo es que se expresan en los individuos. Como si estos fuesen entidades discretas que correlacionan con un rasgo o rasgos particulares. Simplifica de manera notable la relación entre genotipo y fenotipo.

A este respecto, David S. Moore (2015), en su libro The Developing Genome: an introduction to behavioral epigenetics, establece que

“hablaré de genes repetidamente en este libro porque no existe una forma pertinente actualmente para comunicar ideas contemporáneas de la biología molecular. Por lo que, cuando digo gene, me refiero al segmento o segmentos del ADN que contienen una secuencia informativa que se utiliza para construir una proteína (o algún otro producto que conlleva una función biológica). Pero vale la pena recordar que cuando los biólogos evolutivos hablan de “genes” no se refieren a una cosa en particular; el gene sigue siendo un concepto hipotético hasta nuestros días” (pg. 45).

Dicho de otra forma, podemos saber cuál es la secuencia genética de un ser vivo y si sus características particulares están correlacionadas con ciertos rasgos, enfermedades, conductas, etc., pero saber que existe una correlación no es saber que hay una causalidad entre las variables en cuestión. Es fundamental este punto, no se trata de decir que no sabemos nada de los genes, pero sí es necesario matizar el conocimiento que se tiene a la fecha sobre estos aspectos.

Por otra parte, establece que la dicotomía ‘naturaleza-cultura’ es una discusión en la que la primera lleva ventaja sobre la segunda, sin considerar que a este respecto se han escrito ríos de tinta en las ciencias sociales y las humanidades señalando la falacia que implica dicha dicotomía (ver, por ejemplo, Descola 2013; Oyama 2000). De acuerdo con esto último la oposición genes vs. ambiente es un restablecimiento de la separación naturaleza-cultura; sin embargo, es absurdo plantear una división entre estas dos variables ya que los genes de hecho interactúan con el ambiente y éste, a su vez, modula la función y expresión de los genes de cada individuo; son entidades constitutivas imbricadas, imposibles de separar.

Más adelante, el autor del artículo de opinión expresa que “El desempeño educativo, en general, tiene un peso genético de 60 por ciento, y en ciertas disciplinas (lectura, matemáticas y ciencias…) llega a 70 por ciento”. En este sentido el sesgo, tanto de los estudios de Plomin como de la interpretación de Schettino, es asombroso. Plantean que la cognición debe ser medida por aspectos lógico-matemáticos en los que procesos como la lectura o la capacidad aritmética responden a las diferencias genéticas. Posteriormente destaca que “Esto significa que sólo un 40 por ciento del desempeño educativo depende del entorno”, además de que, siguiendo a Plomin, “la mitad de eso proviene de efectos azarosos, circunstancias fuera de cualquier control, que facilitan u obstaculizan el desarrollo”. Por lo que “apenas un 20 por ciento del resultado depende de lo que llamamos “educación””. Aquí las cosas se vuelven realmente interesantes… En primer término, señalar que el desempeño educativo puede ser reducido a dos variables como los genes y el entorno –es decir, a la naturaleza y la cultura– es prácticamente una fantasía, ademas de que no se trata de la obtención de un resultado, sino de un proceso. Bueno, en realidad son tres variables: genes (60%) + educación (20%) + azar (20%), pero “sólo el 40 %”, como si ese fuese un porcentaje menor, permite modificar nuestra naturaleza, que asumen los autores está escrita en nuestros genes. Ya decíamos que de los genes sabemos muchas cosas, pero poco sabemos de cómo se asocian con el fenotipo en un sentido amplio (morfología, conducta, fisiología, etc.). Pero en cuanto al ambiente las cosas no son mucho más sencillas. Los efectos del entorno en los seres vivos impactan de formas muy distintas en cada individuo pero, además, es necesario señalar que el entorno o ambiente no es tampoco una categoría discreta y dado que éste se encuentra en constante cambio no es posible predecir sus consecuencias de manera precisa. Incluso en cuanto a la educación.

En otro apartado, Schettino refiere el libro The Bell Curve de C. Murray y R. Herrnstein, obra muy criticada al igual que la de Plomin por hacer un uso tendencioso de los datos relativos a las “diferencias en inteligencia… entre grupos de origen étnico distintos”. Según el profesor del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), estos autores “Fueron descalificados por racistas, principalmente por quienes nunca leyeron el libro ni intentaron verificar la información”. La lectura que yo hago de estas líneas no es más que la de una reivindicación de la tesis de Murray y Herrnstein, lo cual es a mi juicio peligroso. Para sostener mi argumento echo mano de un texto publicado por Eric Siegel el año pasado (ver aquí) en la versión en línea del sitio de internet de Scientific American, en la que hace una interesante crítica a las posturas de estos autores. Siegel destaca que

“En el último capítulo (capítulo 22) (del libro de Murray y Herrnstein), cuando finalmente nos dan algunas prescripciones políticas anticipadas” apuntan que “Las políticas sugeridas incluyen códigos fiscales más simples, reducir los beneficios gubernamentales que puedan incentivar la reproducción entre los más desfavorecidos y una mayor eficacia en el escrutinio de los migrantes basado en sus competencias”.

Aunque no lo dicen uno podría interpretar esto último como una política migratoria sustentada en las diferencias “raciales”. En otro momento, Siegel retoma una frase textual del libro que plantea que

“los inmigrantes latinos y negros están, al menos en el corto plazo, haciendo una presión negativa con respecto a la distribución de la inteligencia”.

Al margen de si existe un trasfondo racista en estos comentarios, que yo creo que los hay, me parece sensato destacar qué es lo que no dicen los autores de The Bell Curve, The Blueprint y de los artículos d El Financiero. Lo que no dicen es que en todos estos casos las diferencias en cuanto a variables como salud, higiene, educación, programas de asistencia social, economía, etc. favorecen en todos los casos a los grupos que salen mejor evaluados en las pruebas.

En México y Latinoamérica en general las cosas no son muy distintas. La mayor parte de personas en los percentiles más altos de salud, higiene, etc. son personas de orígenes étnicos no indígenas (o blancos), mientras que, por el contrario, los indígenas ocupan la mayor parte de los niveles más bajos de estas mediciones. ¿Son estos datos resultado de las características genéticas de los individuos o, más bien, están reflejando las diferencias socioeconómicas y de oportunidades entre estos diferentes grupos sociales? A mí me parece que es la segunda opción la más plausible. Para muestra un botón, el antropólogo biológico Barry Bogin ha estado estudiando poblaciones de origen maya en Estados Unidos durante décadas, tratando de comprender las diferencias observadas desde una perspectiva antropológica. Resulta que al comparar la estatura de niños mayas nacidos y criados en Guatemala frente a niños mayas de origen guatemalteco nacidos y criados en Estados Unidos encontró una diferencia promedio de 11.54 cm a favor del segundo grupo. ¿Cómo explicar estas diferencias? Sería iluso pensar que todos los mayas guatemaltecos que migraron a Estados Unidos tienen en general genes asociados a una mayor estatura que sus paisanos que se mantuvieron en Guatemala. Entre otras cuestiones, parece razonable intuir de acuerdo a Bogin y sus colaboradores que estos resultados

“apoyan la hipótesis de que tanto la talla como las proporciones corporales de las poblaciones humanas son indicadores muy precisos de la calidad del ambiente respecto del crecimiento” (ver aquí).

No creo que esto pueda circunscribirse únicamente a cuestiones morfológicas y fisiológicas, sino también, e incluso con mayores efectos, incide en las cognitivas y psicológicas, sin embargo, los trabajos de Plomin minimizan el efecto del entorno en un sentido amplio.

En su segundo texto, Schettino afirma que los estudios de Plomin son “una revisión muy profunda de lo que sabemos acerca de la herencia y el comportamiento de las personas”, pero es más bien una visión superficial de la diversidad humana. Con base en el argumento de que más de la mitad de nuestro comportamiento es heredado e inmutable (esa es la interpretación del autor) –alrededor de un 60 %– el resto, entonces, es reducible a eventos azarosos y a la educación. Pero yendo aun más lejos vuelve a mencionar que las nociones de Murray y Herrnstein reflejan lo que la medición de la prueba PISA arroja a nivel internacional. Es decir, que los resultados “reportan diferente “inteligencia”, empezando por asiáticos, luego blancos, hispánicos y afroamericanos”. Este último comentario, aunque lo niegue el autor, refleja profundas nociones racistas y deterministas. El profesor del ITESM en sus redes sociales ha tratado de deslindarse de estas interpretaciones (ver), pero una lectura detenida de sus contribuciones hace ver que él en ningún momento intenta matizar las posiciones de Murray, Herrnstein y/o Plomin, lo que puede interpretarse como que las suscribe. De hecho afirma que “los datos que publicaron (Murray y Herrnstein) no eran incorrectos. Lo mismo es posible que ocurra ahora con Plomin. Pero si los datos, la evidencia, apunta en esa dirección, necesitamos entender qué es lo que eso significa”. Es aquí en donde encuentro una coincidencia con el autor: “los datos no eran (o son) incorrectos”. Lo que es incorrecto es la manera de interpretarlos de forma simplista y sesgada, los datos por sí solos no son nada, hay que interpretarlos. Es insoslayable que existen diferencias genéticas en la población humana, sin embargo, lo que los genetistas tampoco suelen decir es que estas diferencias son mínimas cuando uno las compara con las diferencias fenotípicas. Dicho de otra manera, somos muy diferentes por fuera y no lo somos tanto por dentro. Entonces, ¿cómo explicar que la diversidad genética es menor que la diversidad fenotípica? Parece que esto contradice los supuestos de estos autores. Por otra parte, al hablar de diferencias genéticas el autor ignora que el porcentaje de variabilidad genómica de dos seres humanos Homo sapiens cualesquiera que sean, varía aproximadamente en un 1%, mientras que la variabilidad fenotípica, conductual y cultural es difícilmente medible en términos porcentuales. Lo que no reduce la importancia de estos factores. Esta es una más de las cosas que ninguno de estos autores aclaran.

Ese segundo texto concluye precisamente con esta afirmación “Son los genes, sin duda, pero también las oportunidades y los sistemas. Y ahí sí podemos hacer mucho”. La cual es totalmente contradictorio. Los genes no son un programa prestablecido como el autor lo pretende; claro que también tienen que ver las oportunidades y los sistemas. Pero esas oportunidades y sistemas están atravesadas por factores históricos, políticos, económicos, etc. que en la concepción de ambiente o entorno del profesor Schettino están ausentes. Estos últimos factores en conjunto con la carga genética son decisivos, mas no determinantes como es sugerido por el autor.

De su tercer texto rescato: “Lo que debe ser igual para todos (hasta donde sea posible), insisto, son las oportunidades desde el nacimiento. Pero no la educación. En la educación lo que hay que hacer es potenciar el 50 o 60 por ciento del desempeño que los genes proveen. A unos para unas cosas, y a otros para otras. No a todos de la misma manera, en todas las disciplinas”.

Esto último en primera instancia puede parecer razonable, decir que las oportunidades deben ser iguales para todos a partir del nacimiento. Sin embargo, se establece una noción equivocada de los genes: el 50 o 60% de nuestra naturaleza está suscrita en los genes y no puede modificarse. Esto es un error grave, los estudios sobre metilación del ADN comprueban que aunque los genes no cambian, la forma en la que estos se expresan e interactúan con otros genes está moldeada por el entorno y más precisamente por aquello que se conoce como los procesos epigenéticos. Es decir, no es solo el ambiente directo en el que un individuo se desarrolla, sino el ambiente heredado, aquel en el que se desarrollaron los padres e incluso los abuelos de ese sujeto. Por ejemplo, en Holanda se ha estudiado el desarrollo de personas descendientes de individuos expuestos a las terribles hambrunas de mediados de siglo XX –entre 1944 y 1945– y se ha comprobado que ese entorno con carencias en el que se desarrollaron esas personas tienen consecuencias importantes en la salud y fisiología de sus descendientes (ver aquí). Hasta el momento este efecto se ha demostrado hasta la tercera generación. Con esa base, los genes deben comprenderse desde una perspectiva más amplia y compleja, no como un simple código que contiene la información esencial para el desarrollo de un individuo y el cual es posible predecir en la medida que uno tenga esa información: la genómica. En otras palabras, no basta con darle las mismas oportunidades a los individuos desde el nacimiento, porque la historia de sus ancestros tiene implicaciones en el desarrollo futuro de ese sujeto.

Dicho de otra manera, la epigenética implica que el ‘código genético’ y su relación con el entorno por sí mismos no agotan las explicaciones de lo que ocurre con los seres vivos, por lo que este concepto puede definirse como: “donde las cosas que son genéticamente idénticas pueden, en realidad, parecer bastante diferentes entre sí” (Carey 2012). Es decir, se trata de un conjunto de modificaciones bioquímicas asociadas al material genético que cambian la manera en que los genes son activados o desactivados, pero los genes en sí no se modifican”. La epigenética es, pues, “la disciplina que está deconstruyendo mucho de lo que se concibió como dogma” (Carey 2012).

A partir de las ideas desarrolladas previamente, la pregunta de si existe un reduccionismo y determinismo enmascarado en las ideas del (los) autor(es) puede ser respondida. El lector podrá decidir con base en los argumentos antes presentados cuál es la respuesta a dicha pregunta. El fenómeno humano es mucho más complejo que lo que el determinismo genético plantea.

Bibliografía

Bogin, B., Smith, P., Orden, A. B., Varela Silva, M. I., & Loucky, J. (2002). Rapid change in height and body proportions of Maya American children. American Journal of Human Biology14(6), 753-761.

Carey, N. (2011). La revolución epigenética. De cómo la biología moderna está reescribiendo nuestra comprensión de la genética, la enfermedad y la herencia.

Descola, P. (2013). The Ecology of Others: Anthropology and the Question of Nature. Prickly Paradigm.

Murray, C., & Herrnstein, R. (1994). The bell curve. Intelligence and Class Structure in American Life, New York.

Moore, D. S. (2015). The developing genome: An introduction to behavioral epigenetics. Oxford University Press.

Oyama, S. (2000). The ontogeny of information: Developmental systems and evolution. Duke university press.

Plomin, R. (2018). Blueprint: How DNA Makes Us Who We Are.

 

 

Antropología integrativa y teoría evolutiva contemporánea: una propuesta teórico-metodológica

Escuela Nacional de Antropología e Historia

Los días del 14 al 18 de mayo de 2018 la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) se encargó de organizar el curso ‘Antropología Integrativa: abrazando la diversidad metodológica y una teoría evolutiva contemporánea’, a través del Posgrado y la Licenciatura en Antropología Física y a cargo de Agustín Fuentes, director del Departamento de Antropología de la Universidad de Notre Dame, EE. UU. El curso se dirigió a estudiantes de licenciatura, posgrado e investigadores y durante  las sesiones el profesor Fuentes expuso su propuesta teórica y metodológica; el curso contó en cada una de éstas con un taller en el que los asistentes pudieron intercambiar ideas, resultados e inquietudes. Como complemento del curso se dictó la conferencia magistral: ‘Raza, racismo, antropología y evolución,’ en el auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología, la cual contó con otros especialistas del tema para su discusión. En suma, se trató de una semana muy importante para esta disciplina ya que la propuesta del Dr. Fuentes, al margen de las posibles y esperables críticas, fue un elemento sumamente estimulante para todos los asistentes; algunos de los puntos a destacar los relataré a continuación.

El primer día del curso el profesor Fuentes pidió a los asistentes presentarse y compartir sus intereses académicos, actividad que le permitió ver la amplitud de temas e inquietudes abordadas por los antropólogos físicos/biológicos mexicanos en la actualidad. A partir de allí el investigador pudo darse una idea de cuáles serían los temas que mayor interés atraparían a lo largo de la semana. Dentro de la inquietud temática destacaron los estudios sobre genómica y ADN, la biología y antropología del desarrollo, la bioarqueología; además de enfoques como la primatología, el comportamiento, la demografía y la cognición. Muestra de que el abanico de posibles preguntas de investigación dentro de la antropología biológica mexicana es amplio y diverso. Creo que el profesor Fuentes fue capaz de capturar esta gran panorámica de intereses entre los antropólogos mexicanos.

Prof. Agustín Fuentes (Universidad de Notre Dame)

Durante la primera sesión se realizó un repaso enfocado al pensamiento evolucionista, por un lado, en el que destacó la propuesta de la Síntesis Evolutiva Extendida. Por otra parte, Fuentes retomó algunas de las ideas esgrimidas hace cerca de cien años por el destacado antropólogo Franz Boas. Este autor sentó las bases de lo que en su tiempo se dio por llamar el ‘particularismo histórico’, metodología antropológica que estableció desde un inicio que los diversos grupos poblacionales están adaptados a las condiciones y presiones particulares que su propio devenir histórico ha delineado. No hay en esta perspectiva sociedades más o menos desarrolladas, ni mentes ‘primitivas’ o ‘civilizadas’; estas son ideas muy relevantes del pensamiento boasiano, las cuales permitieron confrontar los postulados de los antropólogos ingleses que desarrollaron la corriente del ‘evolucionismo unilineal’ (ver: L.H. Morgan, E.B. Tylor, G.V. Childe).  De la propuesta de Boas surgió, asimismo, la ‘antropología-de-los-cuatro-campos; enfoque interesado por integrar las cuatro disciplinas antropológicas: arqueología, lingüística, etnografía y antropología física. A casi un siglo de esta propuesta, Agustín Fuentes es uno de los más claros exponentes de un enfoque ‘neo-boasiano’, en el que no sólo se postula una ‘antropología integrativa’, sino también la importancia del enfoque evolucionista.

Franz Boas

Dicho de otra manera, y retomando las ideas de Eric Wolf (1964), “la antropología –apunta Fuentes– es la más humanista de las ciencias, a la vez que es la más científica de las humanidades” (Wolf 1964; Fuentes 2016); este carácter dual de la antropología biológica ubica a ésta en un punto de intersección –o bisagra– entre las ciencias y las humanidades. Un artículo publicado hace apenas unos días por Susan Antón, Ripan Malhi y el propio Fuentes (2018) señala que la “antropología biológica estudia la variación y evolución de los humanos y primates no-humanos vivos, así como de nuestros ancestros, razón por la cual el campo debería encontrarse en una posición ideal para atraer científicos con formaciones diversas desde diferentes perspectivas y experiencias” (Antón et al. 2018), aunque no siempre sea así.

Durante la segunda sesión se profundizó particularmente en la Síntesis Evolutiva Extendida como un marco teórico ampliado respecto del neodarwinismo, en donde destaca herramientas teórico-metodológicas que constituyen una versión más completa y compleja del marco evolucionista contemporáneo (Laland et al. 2015). En este punto el ponente enfatizó la relevancia de la teoría de construcción de nicho, en particular, y del enfoque constructivista-humanista, en general; como el marco epistemológico sobre el cual debe ser estudiado el fenómeno humano. De cara a desarrollar su propuesta Fuentes apuntó la relevancia del concepto de ‘nicho humano’, el cual, de acuerdo con el autor, se trata de un contexto de posibilidades en el que las sociedades humanas por medio de una de las más distintivas características de la especie, la cultura, se desarrolla, evoluciona, se complejiza y transmite historias, experiencias, saberes, tradiciones y memorias. Dicho de otro modo, el concepto de ‘nicho humano’ es crucial en una perspectiva científico-humanista-constructivista sobre el estudio de la evolución humana, fundamentada en un enfoque bioantropológico. Una forma en la que esto puede resumirse es que la evolución humana debe estudiarse a partir de la comprensión de los procesos y patrones que subyacen a la variabilidad de los diferentes grupos humanos y que, a su vez, han derivado en lo que conocemos hoy como ‘Homo sapiens’; lo que contrasta claramente con el interés por estudiar únicamente el resultado –la(s) consecuencia(s)– de esos procesos y patrones.

Museo Nacional de Antropología

La tercera sesión, como ya lo apunté, fue la conferencia magistral y una mesa redonda en el Museo Nacional de Antropología –inmejorable recinto para discutir sobre temas de relevancia como la raza, el racismo y la evolución. Luego de una destacadísima presentación, el profesor de la Universidad de Notre Dame apuntó, entre otras cosas, que la raza es una categoría analítica que no da cuenta de la diversidad inmensa que existe en la especie humana de acuerdo a la distribución de las frecuencias alélicas. Según el investigador, “existen mayores diferencias entre dos grupos diferentes de chimpancés que en toda la especie humana”, lo que contrasta de manera notable con las diferencias fenotípicas que es posible observar en los diferentes grupos humanos. En otras palabras, todos los seres humanos –al margen de la apariencia, etnicidad, religión, etc.– contamos con los mismos genes –¡exactamente los mismos genes!– que componen nuestro genoma, lo que varía son las diferentes variantes en las que esos genes se expresan: las frecuencias alélicas; diferencias que responden a la historia evolutiva –migraciones, entrecruzamientos, cuellos de botella, efectos fundadores, y otros motivos y mecanismos– que ha ocurrido en los últimos millones de años de evolución homínida. El porcentaje de diferencia en el genoma de los humanos es únicamente del 1%, el resto (el 99%) es idéntico en los más de 7 mil millones de personas que viven hoy en este planeta. Otro punto valioso de rescatar fue el señalamiento de que “la raza y el racismo existen”, pero en ningún caso estas categorías tienen una base biológica; por el contrario, son resultado de construcciones sociales, históricas, políticas y económicas que responden a las experiencias propias del grupo en cuestión. No existen poblaciones aisladas o “puras” biológica o genéticamente, los seres humanos hoy día somos el resultado de la historia biológica y cultural de nuestros ancestros. Fuentes señaló que en su país –Estados Unidos– el tema de la raza juega un papel social importante, ya que si bien a su entender ésta no es una categoría biológica, no obstante su uso social tiene efectos que, de hecho, se expresan a nivel biológico. Por ejemplo, existen marcadas brechas sociales en las tasas de mortalidad, enfermedad, encarcelamiento, acceso a la educación, movilidad social, entre muchas otras, que no son consecuencia directa de las características propias del individuo, sino de los efectos secundarios que tiene esta perpetuación de estructuras sociales jerarquizadas con base en ciertos rasgos y apariencias físicas.

La discusión posterior incorporó la presencia de la Dra. María Nieves Colón (LANGEBIO-CINVESTAV)  y del Dr. Francisco Vergara Silva (Instituto de Biología-UNAM).

Dra. María Nieves-Colón (LANGEBIO_CINVESTAV)

En esta parte de la presentación los investigadores realizaron un intercambio de ideas sobre aspectos relevantes de las ciencias genómicas, que en ocasiones tienden a presentar sus resultados de tal manera que se revindican ciertas ideas y postulados racistas y raciológicos. La Dra. Nieves señaló la importancia de distinguir entre raza y ancestría, conceptos que tienen significados muy distintos entre sí. Como se dijo antes, la categoría de raza tiene su base en una construcción social; por su parte, la ancestría es, de hecho, el resultado de diversos procesos biológicos, culturales e históricos. En ese sentido, la investigadora señaló el sesgo de algunos estudios genómicos que cuentan con una sobrerrepresentación de las poblaciones europeas y norteamericanas, mientras que grupos humanos alejados de los centros económicos, políticos, culturales hegemónicos prácticamente no aparecen en dichos estudios, lo que genera resultados poco representativos de la variabilidad biológica humana.

Dr. Francisco Vergara-Silva (IBUNAM)

Por el otro lado, el Dr. Vergara recuperó el concepto de ‘mestizo’ utilizado por Fuentes durante su presentación. Este concepto es una categoría identitaria fundamental en la población mexicana en general y en la conformación nacional desde hace casi un siglo. Y aunque los tres investigadores coincidieron en que este concepto sí tiene una base biológica –a diferencia de la noción de raza–, es cierto que existe un espacio dentro de las ciencias sociales en el que resulta interesante para debatirse entre antropólogos, sociólogos, historiadores y filósofos.

En la cuarta y última sesión no hubo presentación por parte del profesor Fuentes, sino que consistió en la exposición del proyecto de investigación de los asistentes con respecto a cómo esta propuesta teórico-metodológica modificó o no algún aspecto concreto de la misma. Lo que más llamó mi atención fue la motivación que cada uno de los participantes mostró por compartir su trabajo. Considero que los días previos estimularon de manera importante la reflexión y revisión del trabajo individual tanto para estudiantes de posgrado y licenciatura como para los investigadores asistentes. Una frase que sintetiza la propuesta del Dr. Fuentes es que una antropología biológica contemporánea debe buscar la forma de estudiar e investigar la historia evolutiva humana, fundamentada en un enfoque biocultural preocupado por desgranar  aquellos elementos que constituyen las diferentes naturalezas humanas. En otras palabras, la principal misión de nuestra disciplina sería comprender la diversidad y variabilidad humanas.

Es preciso indicar que la propuesta aquí descrita no escapa de posibles críticas, las cuales, por supuesto, buscan robustecer los argumentos que la sostienen. En ese sentido, señalo dos de las que fueron destacadas por los asistentes durante las sesiones: i) la dificultad de financiar proyectos transdisciplinares ambiciosos; ii) que no en todos los casos una antropología integrativa es necesariamente la metodología más pertinente, por lo que no puede decirse que para todos los temas y preguntas de investigación debe ser empleada esta metodología. En este mismo sentido, es interesante reflexionar sobre el contraste entre el enfoque antropológico y el biológico/biomédico. En el primer caso se defiende la premisa de que la variabilidad es la condición hegemónica en las sociedades y grupos humanos, desde nuestros ancestros más remotos hasta hace unos cuantos cientos de miles de años. Mientras que las otras perspectivas –la biológica y la biomédica– tienen como punto de arranque la normatividad, por lo que todo aquello que escape del ‘patrón’ representa una desviación de la norma.

Finalmente destaco la organización de los estudiantes del posgrado y la licenciatura en antropología física de la ENAH, de manera particular reconozco públicamente a Andrés Gualito, Jani Galland y Paulina Ruíz Martín, por la excelente gestión del curso y por la amable atención con los asistentes. En suma, fue un evento que debe repetirse con otros investigadores y especialistas de nuestra disciplina.

 

Bibliografía

Antón, S., Mahli, R. y Fuentes, A. (2018) ‘Race and Diversity in U.S. Biological Anthropology: a decade of AAPA iniciatives’. American Journal of Physical Anthropology, vol. 165, pp. 158-180.

Fuentes, A. (2016) ‘The Extended Evolutionary Synthesis, Ethnography and the Human Niche’. Current Anthropology, vol. 57(13), pp. S13-S26.

Laland, K. et al. (2015). ‘The Extended Evolutionary Synthesis: its structure, assumptions and predictions. Proceedings of the Royal Society B 282:20151019. http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2015.1019.

Wolf, E. (1964) ‘Anthropology’. New York: Norton.

 

 

El estudio de la evolución de la cognición a través del arte rupestre

El estudio de la evolución de la cognición a través del arte rupestre

Bernardo Yáñez Macías Valadez

 

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Cartel del curso impartido por el Dr. C.J. Cela Conde

El Centro Lombardo Toledano a través del área de estudios en filosofía de la ciencia ha impulsado el establecimiento de un proyecto de investigación en arte rupestre. Una primera actividad vinculada con ello fue el curso ‘De los símbolos al arte: la evolución de la percepción estética’, impartido en enero de 2015 por el profesor Camilo José Cela Conde, en las instalaciones de nuestra institución. Una consecuencia de dicho evento derivó en un genuino interés por algunos aspectos concretos vinculados a la evolución del pensamiento simbólico como la aparición de una ‘nueva mente’ capaz de generar ‘representaciones artísticas’. Así, surgió el proyecto de investigación ‘Hominización, simbolismo y arte rupestre’.

Los integrantes de este proyecto tienen orientaciones profesionales diversas relacionadas con el estudio de la evolución humana que es la directriz del enfoque con que se orienta esta investigación: arqueólogos, antropólogos, lingüistas, entre otros. Destaca también la reflexión filosófica que implica el pensamiento simbólico desde un punto de vista evolucionista. Es importante resaltar lo anterior porque una parte importante de investigaciones relativas al arte rupestre se enfocan en los estilos artísticos y en los aspectos estéticos relacionados con la creación artística. Este proyecto, en cambio, tiene un énfasis primordial en los elementos evolutivos ligados a la cognición.

En esta primera fase del proyecto se ha planteado el estudio en profundidad del arte paleolítico europeo. A partir de reuniones de trabajo se ha podido avanzar en el entendimiento de algunas cuestiones relacionadas con este fenómeno. Así, se han estudiado con cierto detalle los horizontes temporales, las industrias líticas, los motivos figurativos y otros elementos asociados a las evidencias empíricas.

Réplica del ‘panel de las manos’

En este marco de referencia es que se plantea estudiar el dilema entre la aparición repentina y súbita de esta conducta –el paradigma emergentista– frente a la postura gradualista que defiende un proceso lento y constante en la complejidad cultural de nuestra especie y –probablemente- de especies ancestrales a la nuestra. Como consecuencia de este debate surge la necesidad de preguntarse ¿cuándo? y ¿quién? realizó esas manifestaciones. Fechamientos recientes indican antigüedades por encima de los 40,000 años tanto en el occidente europeo como en el sudeste asiático. ¿Podrían haber sido los neandertales los autores de algunas de estas ‘obras’? Sí, efectivamente; al menos en términos temporales cabe dicha posibilidad. Los neandertales se extinguieron hace unos 28,000 años, y los restos más recientes de esta especie se encuentran justamente en la península ibérica. ¿Podría haber generado el ‘contacto’ o ‘encuentro’ entre estas especies una mayor velocidad en la sofisticación cognitiva de ambas especies? Estas son algunas inquietudes que se encuentran en discusión actualmente en algunos de los más prestigiados centros de investigación en arte rupestre.

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Entrada al ‘Museo de Altamira’

Además de lo anterior, se considera central para esta línea de investigación discutir sobre los aspectos historiográficos asociados al descubrimiento, análisis e interpretación de las evidencias empíricas. Es importante considerar estos elementos ya que suelen aparecer en el discurso académico; aunque no siempre de manera clara, por lo que es importante hacer una lectura ‘entre líneas’ y asociaciones con otras corrientes de conocimiento. Por ello, se considera que tener un panorama sobre este tipo de relaciones –que trascienden la práctica científica- es importante y representa un elemento más de análisis. Por ejemplo, en el mismo debate del emergentismo frente al gradualismo uno se pregunta ¿cómo, a partir de las mismas evidencias empíricas, pueden generarse posturas tan contrastantes? Por ejemplo, para los emergentistas la “revolución creativa” aconteció hace unos 50,000 años entre algunas poblaciones de Homo sapiens que dejaron atrás el continente africano para internarse en el Oriente Medio y en Europa. En esta visión el registro arqueológico muestra una aparición abrupta de este tipo de conductas en regiones concretas. Lo que se conoce como la región franco-cantábrica es justamente una de estas. Por otro lado, los que defienden una evolución gradual de estas capacidades amplían el espectro temporal y regional al considerar evidencias que pueden extenderse, al menos, hasta los 250,000 años de antigüedad. El contraste es claro entre estas dos posturas; mientras que unos conciben la sofisticación cognitiva de nuestra especie como una característica que puede rastrearse en el registro fósil comenzando con manifestaciones simples y probablemente inintencionadas, el sector opuesto parece apoyar que de manera repentina apareció una ‘nueva mente’ basada en el lenguaje articulado y en la capacidad de generar símbolos que se traducen en obras sublimes como el arte paleolítico de Altamira. La contraposición de posturas ante la misma evidencia empírica resulta inquietante y merece una reflexión epistemológica.

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Cuevas del Monte del Castillo

Son diversas las fuentes en las que es posible investigar estos y otros aspectos de la evolución cognitiva, incluyendo yacimientos arqueológicos, museos y por supuesto, cuevas con arte rupestre. Entre éstos destacan para la prehistoria del norte de España: el Museo de Prehistoria de Arqueología de Cantabria; se trata de un espacio donde se muestran las herramientas y utensilios utilizados por los humanos y especies emparentadas durante la prehistoria en esa región. La Biblioteca Central de Cantabria; con archivos y documentos relevantes para la prehistoria cantábrica. Estos dos sitios se encuentran en la ciudad de Santander. Santillana del Mar es el pueblo donde está ubicada la famosa ‘Cueva de Altamira’, actualmente solamente se puede acceder a la cueva a través de un sorteo que permite ingresar a un grupo reducido de personas una vez al mes; la otra forma es a través de un permiso especial. En dicho lugar se encuentra el ‘Museo de Altamira’ donde también se ubica la neo-cueva (la réplica de la cueva). Las Cuevas del Monte El Castillo que es un yacimiento conformado por un conjunto de cuatro cuevas con dos de ellas abiertas al público: El Castillo y Las Monedas. La primera de estas tiene un potencial estratigráfico de 150,000 años y presencia de materiales líticos que abarcan desde el achelense hasta el aziliense. Además, la datación del ‘panel de las manos’ ha arrojado una fecha de 41, 000 años de antigüedad aproximadamente. Se trata de uno de los complejos de arte prehistórico más importantes del norte de España y de toda Europa. Algunos otros yacimientos destacados son Covalanas y Cullalvera, en la zona de Ramales de la Victoria, en Cantabria. En la región asturiana se ubica la famosa cueva de ‘Tito Bustillo’ y la del ‘Pindal’.La primera de ellas con algunas de las manifestaciones más interesantes del Paleolítico Europeo, como el camarín de las vulvas; además de las imágenes de caballos que no suelen ser comunes. El territorio entre Oviedo y la zona costera de la provincia asturiana cuenta con un importante patrimonio paleolítico. Esta es sólo una breve mención de sitios destacados para la investigación por su importancia en la prehistoria y, en particular, para el arte rupestre.

Cueva de Cullalvera
Cueva de Cullalvera

 

En suma, el estudio de la evolución humana a través del análisis del arte rupestre es una ventana que puede arrojar datos interesantes relativos a nuestra cognición. Acercarse a las evidencias empíricas y ubicarlas en un contexto ecológico, geológico, y, por supuesto, antropológico es el objetivo que se persigue en este proyecto. La colaboración con expertos en el tema, que permita avanzar en el conocimiento y consolidación de esta línea de investigación, es una tarea a realizar. Con esta participación en este espacio se da inicio a una serie de contribuciones para divulgar información relativa a este interesante y apasionante tema de investigación.

Breve reseña de la reunión de la Sociedad Internacional de Historia, Filosofía y Estudios Sociales de la Biología (2015)

Breve reseña de la reunión de la Sociedad Internacional de Historia, Filosofía y Estudios Sociales de la Biología (2015)

Bernardo Yáñez

A inicios del mes de julio del presente se llevó a cabo la reunión bienal de la Sociedad Internacional de Historia, Filosofía y Estudios Sociales de la Biología (ISHPSSB por sus siglas en inglés) en la ciudad de Montreal, Canadá. El evento tuvo como sede la Universidad de Montreal en Quebec (UQAM por sus siglas en francés), en su edición número XVI. Este congreso reúne cada dos años a los especialistas, estudiantes y académicos más destacados a nivel mundial en diversos temas vinculados a la biología. Las perspectivas son diversas pues hay historiadores, filósofos y científicos de diferentes disciplinas que presentan los avances de sus trabajos con la intención de exponerlos y recibir retroalimentación. Asimismo, como todo evento académico, se llevaron a cabo conferencias plenarias, entrega de premios, talleres, sesión de pósteres y diversas actividades sociales en donde los colegas pueden compartir intereses e inquietudes más allá del recinto laboral. Por parte del Centro Lombardo Toledano fueron tres investigadores los que se presentaron en el evento.

jablonkaEn términos generales se trata de orientaciones, perspectivas y temáticas muy diversas donde destacan algunos asuntos específicos. Por ejemplo, como es de esperar, se presentaron cuestiones vinculadas a los procesos evolutivos, la jerarquía de niveles, la interacción entre diferentes niveles de organización, el problema de la homología, entre otras cuestiones. Sin embargo, en este contexto llamaron la atención las discusiones relativas a la extensión de la Síntesis Moderna o el mantenimiento de la misma sin grandes cambios. En cuanto a la primera postura fue evidente el interés por algunos de argumentar por qué ciertos programas de investigación o teorías deben ser consideradas centrales para el paradigma evolucionista, además de la selección natural. Por ejemplo, la biología evolutiva del desarrollo, la evolución en cuatro dimensiones (Jablonka y Lamb), la teoría de sistemas en desarrollo (Oyama) o la teoría de construcción de nicho (Odling-Smee). Por el otro lado, los defensores de la vigencia de la Síntesis Moderna en su versión actual apelan a la inclusión de las perspectivas anteriores pero de manera auxiliar y no como herramientas epistémicas centrales en el enfoque evolucionista contemporáneo. Dicho de otra forma, la disputa entre los neodarwinistas y los que apelan a una extensión del paradigma evolucionista muestra vigorosidad en términos de discusión académica.

Siguiendo con los contenidos del evento llama de manera muy importante la atención la cantidad de mesas que estuvieron orientadas hacia problemáticas de evolución humana, naturaleza humana, evolución cultural, transmisión cultural, cooperación humana, entre otras. Estos son temas que históricamente han estado en el centro de la discusión antropológica, sin embargo, en esta edición de esta reunión internacional se pudo percibir un interés generalizado por este tipo de temáticas. Para mostrar lo anterior destaco la organización de dos mesas sobre discusiones filosóficas orientadas a la cuestión del ‘encuentro entre biología y antropología’. En ese sentido, es interesante apuntar que existe una disciplina que se llama ‘Antropología Física’ o biológica, la cual justamente se encuentra en la intersección entre biología y cultura (antropología). Esta visión, la antropofísica, no tiene una clara representación en este evento, lo cual sería deseable. Por tal motivo, como antropólogo físico, llamo la atención de los filósofos para que volteen a ver a la antropología biológica y, al mismo tiempo, invito a mis colegas antropólogos a revisar la discusión epistemológica en torno a cuestiones cruciales de la biología humana.

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En relación a las conferencias plenarias se presentaron dos trabajos. El primero de ellos por parte de Sandra Harding, distinguida profesora de estudios de género y educación en la Universidad de California (UCLA). La conferencia llevó por título ‘What is objective research for social justice movements?’; como lo señala el título la conferencia se centró principalmente en cómo la investigación puede tener un impacto en los movimientos de justicia social. Y no sólo es que desde la academia se pueda impactar en esos ámbitos, sino que es un deber de los investigadores el mantener una responsabilidad social en la investigación académica. Sin olvidar que la docencia, como complemento a esa actividad, es justamente una de las esferas donde queda más claramente expresada la dimensión social de esta labor. La segunda charla magistral fue la de W. Ford Doolittle, con su trabajo intitulado ‘Hugging the tree of life’. El Dr. Ford Doolittle es investigador en el Departamento de Bioquímica y Bioquímica Molecular de la Universidad de Dalhousie en Canadá. Ha sido miembro del departamento desde 1971 hasta la actualidad. Su trabajo se ha centrado particularmente en el origen y la evolución de los organismos eucariontes, así como en la dinámica biológica y hereditaria de las bacterias. En su charla uno de los focos de interés versó sobre la problemática que implica la transferencia genética lateral en particular para el caso de las bacterias. Sus investigaciones han mostrado que los genomas de las bacterias comparten únicamente de un 5% a 0% de los genes, por lo cual el doolittlerastreo de un ancestro común –el establecimiento del árbol de la vida– se vuelve, en sus términos, ‘un intento fútil’.

En cuanto a la ceremonia de premios hay que señalar que en esta ocasión el homenaje del congreso tuvo como protagonista al recién fallecido Werner Callebaut (1952-2014). Callebaut era hasta el momento de su muerte el año pasado el presidente de la sociedad; desafortunadamente Werner-Callebautse ha quedado a la mitad de su gestión. Para esta edición se ha propuesto la entrega del premio Werner Callebaut el cual ha sido entregado a Sara Green de la Universidad de Copenhague en Dinamarca. Como en ocasiones anteriores se entregaron también los premios David Hull y Marjorie Grene. El primero de estos reconocimientos fue obsequiado a Jane Maienschein de la Universidad de Arizona en Estados Unidos. Y el otro a Jun Otsuka de la Universidad de Kobe en Japón. Estos premios reconocen la labor de los jóvenes investigadores que realizan trabajo en la intersección de los campos representados por la Sociedad; historia, filosofía y biología. El trabajo intersdisciplinario es uno de los elementos que caracterizan a esta sociedad académica.

Por parte del Centro de Estudios Lombardo Toledano se presentaron tres trabajos en modalidad de ponencia oral. Paola Hernández Chávez presentó el trabajo ‘On diagnostic correlations in Cognitive Science’, como invitada en la mesa organizada Diagnostic Accuracy: a productive meeting point for scientific practice and humanities research. Alba Leticia Pérez Ruíz presentó la charla titulada ‘Emotions in social contexts in primate societies: an evolutionary approach’, su trabajo se presentó en el marco de la mesa Genetic Diversity, Social emotions and Sexual Desire in Evolutionary Context. Por último, el investigador Bernardo Yáñez presentó su trabajo en la mesa titulada Perspectives on Human Evolution con el trabajo ‘Self-domestication hypotheses: Developmental considerations’. Con estos tres trabajos se representa la labor de investigación que se hace en el Centro Lombardo relacionada con el ámbito de la filosofía de la biología. Las tres propuestas abarcan un abanico amplio de intereses. Es importante enfatizar la participación de los investigadores mexicanos en el evento. Como representantes latinoamericanos destacan Brasil y México con la mayor cantidad de trabajos e investigadores asistentes a la reunión. Quizás, en consecuencia de ello la próxima reunión de la sociedad tomará lugar en Sao Paolo, Brasil en el 2017.

Por mencionar sólo algunos de los investigadores más influyentes en el ámbito de la filosofía de la biología que estuvieron presentes en el evento tenemos a Günther Wagner, Robert Richards, Michael Ruse, Jessica Bolker, Eva Jablonka, Paul Griffiths, William Wimsatt, Ron Amundson, entre una basta cantidad de personalidades. La posibilidad de poder compartir conferencias, talleres y demás con investigadores de esta talla es algo que representa un valor muy importante en nuestro desarrollo profesional como filósofos y científicos.

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión

Sistemas de representación de magnitudes: sistema acumulador y sistema de precisión.

El presente artículo se relaciona con la entrada anterior y a su vez es el antecedente del próximo artículo que publicaré en este medio. En la entrada anterior describí la posibilidad de acceder al estudio de la discriminación de magnitudes en animales. Aquí se discuten y contrastan dos propuestas que explican el funcionamiento orgánico –en términos conductuales– de la discriminación y representación de magnitudes; algunos de estos estudios han empleado alguna de las metodologías descritas en el artículo anterior.

Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)
Lisa Feigenson (Johns Hopkins University)

En una revisión relativamente reciente, Feigenson et al. [2004] sostuvieron que la capacidad para la representación de magnitudes que muestran los humanos infantes y otros animales la forman dos sistemas nucleares. El primero de éstos permitiría la distinción de poco y mucho, en otras palabras, correspondería a la capacidad de representar magnitudes de manera aproximada y de relacionarlas por semejanza o desigualdad. En la literatura especializada este sistema se conoce como ‘sistema acumulador o de acumulación’ (Meck y Church 1983). El segundo sistema permitiría la significación de “uno”, “dos” y “tres”, o sea, la representación exacta de algunas magnitudes (sólo hasta tres en la mayoría de los animales y hasta cuatro en el caso de los humanos) y su operación en sumas o restas sencillas. Por lo que podemos distinguirlo como el ‘sistema de precisión’. La bibliografía discute la presencia de alguno de estos sistemas en diversas especies animales; sin embargo, establecen la integración de ambos en el caso de los humanos. Dicha integración, para algunos autores, permitiría explicar las bases del complejo funcionamiento del pensamiento matemático que utiliza la capacidad de aproximación así como la de precisión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes aproximadas ‘sistema acumulador o de acumulación’

El sistema de representación de magnitudes aproximadas se distingue porque sigue la ley psicofísica de Weber, que desarrolló Ernst Heinrich Weber en la cuarta década del siglo XIX, que trabajó Gustav Theodor Fechner en la década siguiente y que amplió Stanley Smith Stevens un siglo más tarde. Esta ley describe la relación entre la medición de un cambio de magnitud y la intensidad de la percepción de tal cambio. En los estudios originales de Weber, la relación entre la percepción de un cambio de peso no dependía de su magnitud absoluta, sino de su magnitud relativa. Por ejemplo, sería más fácil percibir el incremento de magnitud que hay desde “uno” hasta “dos”, que distinguir el que hay desde “1000” hasta “1001”. Aunque la diferencia absoluta en ambos casos sea, en efecto, la misma, la diferencia entre las magnitudes del primer par corresponde a 50% de la magnitud final, mientras que la diferencia de magnitudes en el segundo par corresponde a 0.09% de la magnitud final. La posibilidad de distinguir estos cambios o notabilidad depende de estas proporciones. Un sistema de representación basado en esta ley no es eficaz para distinguir incrementos que sean proporcionalmente pequeños entre una magnitud inicial y una final. Este modelo sugiere que algunos animales y los humanos son capaces de representar valores cardinales aproximados de grandes cantidades de objetos, es decir, magnitudes mentales con variabilidad escalar (Meck & Church 1983). Este mecanismo supone una capacidad de discriminación aproximada, no exacta de las magnitudes.

Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)
Nick B. Davies (Universidad de Cambridge)

Hay evidencias empíricas interesantes que muestran la implementación de este sistema en algunas conductas de ciertas especies animales. Se ha utilizado para explicar el comportamiento de algunas aves parasitadoras de nidos (Kilner, Noble, & Davies, 1999), sugiriendo que los padres parasitados no discriminan exactamente el número de crías a las que tienen que atender y por ello, aun cuando hay más ‘bocas que alimentar’ que las que le corresponden, no puede discriminarlas de manera precisa. Otro ejemplo interesante es el de las aves que almacenan muchas semillas en diferentes lugares sin saber de manera precisa cuántas semillas se encuentran en tal o cual espacio (Balda, Kamil, y Bednekoff, 1997). Es decir, son capaces de recordar algunos de los escondites de alimento pero no todos ellos. En ambos casos se demuestra la activación de un sistema que permite estimar, pero sólo aproximadamente, las magnitudes en cuestión.

Los rasgos distintivos del sistema de representación de magnitudes exactas ‘sistema de precisión’

En contraste con lo anterior, es importante hacer notar que hay evidencia de que muchos animales pueden discriminar de manera exacta entre cantidades pequeñas, por lo cual algunos autores argumentan que existe un segundo modelo: el ‘sistema de precisión’. El sistema de representación de magnitudes exactas se puede reconocer porque tiene un límite que está entre “tres” y “cuatro” [por ejemplo, Hauser et al. 2000; Feigenson et al., 2004]. Los resultados de los estudios parecen indicar que los vertebrados, incluyendo a los humanos de cuatro o cinco meses de edad, estamos dotados con una capacidad que nos permite distinguir con exactitud las magnitudes de dos conjuntos de hasta cuatro elementos cada uno. Este modelo se basa en la capacidad de discriminar pequeñas cantidades. Uller (2003) basándose en lo anterior, explica este sistema precursor numérico, y lo caracteriza de la siguiente manera:

  1. El sistema es limitado. El límite de la representación numérica espontánea en monos y bebés humanos se encuentra entre 3 y 4.
  2. Este sistema es preciso, busca cantidades pequeñas exactas y no incluye capacidades de estimación.
  3. Este sistema se encuentra disponible espontáneamente. Los animales y los bebes no necesitan entrenamiento para ejecutarlo.
  4. Este sistema es poderosamente adaptativo. Por lo que puede encontrarse en muchas especies del reino animal.
  5. Este sistema está “basado en entidades”. Las representaciones son construidas sobre la base de correspondencias de uno-a-uno. Para cada entidad codificada, se forma una representación y se almacena en la memoria de corto plazo.

La caracterización de este sistema, en el caso de los primates y particularmente de los humanos, se ha extendido mostrando que esta capacidad se puede relacionar con el entendimiento de acciones tales como poner o quitar (Yáñez y Chiappa 2011). Lo anterior puede verse como un elemento que precedería a la capacidad de realizar operaciones aritméticas y, en última instancia, de la facultad matemática de los humanos (por supuesto a través de muchos y complejos pasos intermedios). Además, este sistema de representación no está sujeto a la ley de Weber, y en consecuencia, su precisión no muestra un efecto de proporcionalidad con lo que se establece la independencia del primer sistema.

Posible interpretación de los sistemas cognitivos 

Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)
Pilar Chiappa (Instituto Nacional de Psiquiatría, México, Etología)

Lo que se ha descrito hasta aquí son dos mecanismos y algunas de sus bases teóricas y empíricas que describen la conducta de discriminación de cantidades tanto en animales como en humanos. Las observaciones de la conducta de diversos animales sustentan algunos de los requisitos necesarios para la correcta discriminación de cantidades. No obstante, estos requisitos no se agotan, particularmente en lo que tienen que ver con la competencia aritmética y por añadidura la facultad matemática, con los dos mecanismos aquí descritos. Se requieren de otros elementos que permitan entender el surgimiento de una conducta tan compleja como lo es el pensamiento matemático. En el siguiente artículo se discutirá justamente la pertinencia o el desatino de considerar estos sistemas cognitivos como la base y la fundamentación del pensamiento matemático de los humanos. Particularmente desde la antropología se postula necesariamente la incorporación de elementos de orden social y cultural en la construcción de un cuerpo epistémico como las matemáticas que no pueden ser reducidos a las explicaciones adaptativas de los sistemas cognitivos en cuestión. O sea, que el análisis neurofisiológico o conductual puede decirnos qué sucede en el cerebro cuando llevamos a cabo cálculos y aproximaciones mentales, pero no pueden decirnos –hasta el momento– cómo se desencadena todo la secuencia de eventos y menos aún puede decirnos detalladamente el camino evolutivo de esta conducta. Queda mucho por hacer en ese sentido.

*Algunos fragmentos del presente artículo son extractos del artículo de (Yáñez y Chiappa 2011) citado en las referencias.

Referencias

Feigenson, Lisa; Stanislas Dehaene et al. (2004) “Core systems of number”, en Trends in Cognitive Sciences, Vol. 8, pp. 307- 314.

Meck, Warren H.; Church, Russell M. (1983) A mode control model of counting and timing processes. Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes. Vol 9(3) 320-334.

Kilner, R.M, Noble, D.G.y Davies, N.B. (1999) Signals of need in parent-offspring communication and their explotation by the common cukoo. Nature, vol (397) pp. 667-672.

Balda, RP, AC Kamil, PA Bednekoff (1997) Predicting cognitive capacities from natural histories: Examples from four corvid species. Current Ornithology.

Uller, C., Jaeger, R. Guidry, G. y Carolyn, M. (2003) Salamanders (Plethodon cinereus) go for more: rudiments for number in an amphibian. Animal Cognition, 6, 105-112.

Yañez, B. y P. Chiappa (2011). ¿Sabe el mono araña el resultado de una suma o entiende la acción de poner? Cuicuilco No. 50, pp. 9 – 25.

Estudios comparativos sobre la representación de magnitudes

Estudios comparativos sobre la representación de magnitudes

Bernardo Yáñez

Una de las tramas más intrigantes de las ciencias cognitivas comparadas es la de la representación de magnitudes. En efecto, muchos estudiosos hemos quedado enredados tan sólo con leer algunos títulos, como el de ‘Adición y sustracción en bebés’ [traducido por los autores (Wynn, 1992)] o el de ‘¿Qué piensan los animales acerca de los números?’ [traducido por los autores (Hauser, 2000)]. Tal vez por eso, en la actualidad, dicho tema cuenta con un cúmulo grande y variado de estudios que han enfocado organismos de distintas especies animales y de diversas edades, además de que engloban diferentes métodos. A continuación presentamos una muestra de este tipo de estudios.

Métodos experimentales de la discriminación de cantidades

Existen tres métodos fundamentales con los cuales ha sido evaluada la capacidad de discriminación de cantidades en animales: ‘Ir por más’, con el que se evalúa la habilidad de elegir entre más y menos; ‘el playback’ (grabaciones) que evalúa la capacidad de algunos animales para estimar la cantidad de rivales a los que se enfrentarán; y ‘la violación de la expectativa’, que analiza la capacidad para realizar operaciones aritméticas básicas. Los experimentos que utilizan el método de “ir por más” se enfocan principalmente en la capacidad de discriminar cantidades. Es muy simple, se trata de poner una cantidad en un lugar y una cantidad diferente en otro y dejar escoger al animal. Si eligen la mayor se considera que son capaces de discriminar cantidades. El método del ‘playback’ consiste en obtener una serie de grabaciones, cada una con la vocalización o serie de vocalizaciones de uno o varios animales, que luego se reproducen de acuerdo con el objetivo específico del estudio. El método de la ‘violación de la expectativa’ fue implementado por Wynn en 1992. Este proviene de estudios realizados en bebés humanos, pero se aplica a otras especies bajo la misma lógica: el tiempo de observación es mayor ante eventos en donde se haya violado su expectativa. Consiste en mostrar un estímulo numérico (en el caso de los bebés, uno o varios muñecos de Mickey Mouse), correr una cortina e ir añadiendo o sustrayendo, para luego bajar la cortina, presentando un resultado que puede ser posible (1+1=2) o imposible (1+1=1 ó 3). La variable que se mide es cuánto tiempo se quedan viendo al resultado final. La predicción es que ante resultados aritméticamente posibles el tiempo de observación será menor que ante resultados aritméticamente imposibles. Los resultados sugieren la capacidad para realizar o no sumas y restas muy simples.

Experimentos en animales con estos métodos experimentales

‘Ir por más’

Plethodon cinereus - Salamandra roja
Plethodon cinereus – Salamandra roja

En un estudio realizado por Uller et al. (2003) con Salamandras rojas (Plethodon cinereus) se encontró que éstas son capaces de discriminar entre mayor y menor. Lo que hicieron fue colocar a cada una por separado en una pequeña caja de plástico transparente con un tubo en forma de “T” que desemboca en otras dos divisiones para las moscas. El tubo estaba obstruido de manera que no podía entrar a ninguna de las otras separaciones. El último día del experimento se colocaron moscas de la fruta (Drosophilla virilis) en las otras dos divisiones de la caja; en una se colocaron 2 moscas y en la otra 3. Se quitó la obstrucción del tubo y se dejó a la salamandra decidir cuál era la habitación que escogía. De las 30 salamandras que fueron examinadas, 20 de ellas eligieron el tubo donde se encontraban 3 moscas, mientras que sólo 10 de ellas inclinaron su decisión por la habitación donde sólo se encontraban 2 moscas. Este resultado muestra que las salamandras prefieren 3 versus 2 y que generalmente suelen elegir dónde hay más objetos. Curiosamente cuando las cantidades aumentaron las salamandras elegían al azar; es decir, cuando la comparación era entre 3 versus 4 y 4 versus 6, de 30 salamandras evaluadas 14 se fueron por las 3 moscas y 16 por las 6 moscas. Lo anterior sugiere que los anfibios tienen un límite en su capacidad de discriminar entre más y menos.

‘Playback’

En mamíferos, Mccomb et al. (1994) realizaron un estudio con leonas del Serengueti (Panthera leo) sobre su capacidad para evaluar el número de oponentes que hay en otro grupo de leones, a través de la respuesta ante una amenaza. Es decir, por medio de un playback se reproducían ya fuera el rugido de una leona o el rugido de tres leonas con un tono amenazador. Los resultados indican que las leonas sólo se acercan a la fuente del sonido cuando las defensoras doblan en número a las intrusas. En contraste cuando sólo escuchan el rugido de una leona invariablemente se aproximan al lugar de manera amenazadora. Este estudio señala una capacidad por parte de las leonas para estimar el número de rivales a los que se tienen que enfrentar. Algunas críticas indicaron que las leonas no están discriminando el número de rivales, sino más bien la intensidad con la que se presentan las vocalizaciones. Sin embargo, se han realizado controles experimentales robustos para eliminar todas las posibles interferencias.

‘Violación de la expectativa’

LémurLos lémures son prosimios, es decir, uno de los taxa de primates más primitivos que aún existen. Pocos han sido los acercamientos al problema de la discriminación de cantidades en este grupo, por lo cual se realizó un experimento en este sentido (Santos 2005). El estudio evaluó tres condiciones experimentales con el objetivo de explorar su expectativa aritmética en una operación simple 1+1 (suma). Se les presentó a los animales, en un pequeño escenario, arreglos distintos en los que se mostraban uno, dos o tres limones que eran sumados secuencialmente. Es decir, primero se presentó un limón, inmediatamente después se restringió la vista del sujeto hacia donde se encontraba el primer limón. Una vez que el animal no puede ver lo que hay en el escenario, entonces se le agrega otro limón a la vista del animal; puede ver el movimiento del experimentador y puede ver que lo deposita en el escenario, pero no puede ver todavía el arreglo final. Por último se destapa el escenario permitiendo al animal observar el resultado. Se mide el tiempo de observación del animal ante el resultado presentado. Existen tres resultados distintos que pueden ser presentados: por ejemplo, 1+1=1, 1+1=2 o 1+1=3. Lo que se encontró fue que los animales vieron por un tiempo mayor al resultado imposible, donde aparecieron 1 ó 3 limones. Contrariamente, el tiempo de observación fue menor cuando se mostró un resultado posible, donde aparecieron 2 limones. La conclusión a la que han llegado los autores es que los lémures adultos son capaces de formar expectativas sobre el resultado exacto de una operación aritmética simple, en este caso la suma de 1+1. Además, los lémures adultos no nada más son capaces de discriminar cantidades (del 1 al 4), sino que, además, tienen la habilidad para realizar ciertas operaciones aritméticas básicas como lo serían la adición y la sustracción.

Comentarios finales

En esta ocasión se han mostrado los principales diseños experimentales para aproximarse al problema de la representación y discriminación de cantidades en animales. En otro momento abordaremos las controversias que generan este tipo de estudios experimentales, particularmente cuando se intenta vincular estas capacidades con la facultad matemática de los humanos.

Referencias

[1] Wynn, K. (1992). Addition and subtraction in infants. Nature, 358, 749±750.

[2] Hauser, M., Carey, S. y Hauser, L. (2000) Spontaneous number representation in semi-free-ranging Rhesus monkeys. Proceedings of the Royal Society of London (267), 829-833.

[3] Uller, C., Jaeger, R. Guidry, G. y Carolyn, M. (2003) Salamanders (Plethodon cinereus) go for more: rudiments for number in an amphibian. Animal Cognition, 6, 105-112

[4] Mccomb, K. et.al (1994) Roaring and numerical assessment in contests between groups of female lions, (Panthera leo). Animal Behaviour. Vol 47(2) pp. 379-387.

[5] Santos, L. et al.(2005) Expectations about numerical events in four lemur species. Animal Cognition, Vol (8): pp. 253-262.

Mirada deíctica y contacto ocular. Función social de la mirada en los primates.

Mirada deíctica y contacto ocular. Aspectos relevantes para la función social de la mirada en los primates.

Bernardo Yáñez

rhesusAlgunos estudios experimentales sobre reconocimiento facial en monos han revelado la importancia que tienen los ojos para algunas especies. Keating y Keating (1982)[1] estudiaron los movimientos oculares de dos monos Rhesus mientras se les presentaban diferentes rostros de primates (monos Rhesus, chimpancés y humanos). Los resultados mostraron que los sujetos tienen una clara tendencia a mirar a los ojos y la región facial que los circunda comparada con la nariz y la boca. En otro estudio, Nahm et al. (1997)[2], apuntan que los ojos y la boca son los principales atributos que captan la atención de los sujetos. A partir de estos estudios podemos concluir que para los primates los ojos son estructuras morfológicas relevantes en las interacciones sociales.

Los primates cuentan con excelentes habilidades para discriminar si una mirada es dirigida hacia él o si la mirada de otro individuo se dirige a otro punto. Esto tiene que ver con que la mirada sostenida en algunas especies de primates representa una afrenta o agresión. Sobre todo en los primates del viejo mundo –los cercopitecos- se puede observar como el contacto ocular generalmente es evitado. Thomsen (1974)[3] describió el comportamiento ocular de algunas especies de primates no humanos. Midió la frecuencia media del contacto ocular dirigido por los animales a un humano que mantenía la mirada sostenida hacia ellos. La observación más interesante –a mi juicio- fue que el tiempo de contacto ocular tuvo diferentes significados dependiendo de su duración; un contacto visual frecuente sugirió que el individuo estaba inspeccionando la dirección de la mirada del experimentador; mientras que mantener el contacto ocular por un periodo prolongado significó frecuentemente un gesto de amenaza o de afiliación. Una interpretación es que la mirada puede tener diferentes usos sociales dependiendo del contexto y la modalidad en que se presente. Otro resultado interesante fue que el contacto visual no tuvo la misma relevancia para los monos jóvenes que para los adultos; de lo cual se desprende que se trata de un comportamiento aprendido socialmente (en otro momento analizaremos esta misma conducta pero desde una perspectiva ontogenética). Otro estudio realizado por Linnankoski y colaboradores (1993)[4] encontró que cuando las hembras mostraban sus cuartos traseros a algún macho en particular éste se masturbaba y eyaculaba, pero solamente cuando se establecía contacto ocular entre el macho y la hembra. Otras señales visuales u olfativas, como la inspección de la región perineal, no fueron tan efectivas como el contacto ocular que desencadenaba la eyaculación. Nuevamente la mirada y algunas de sus diferentes funciones sociales.

Juan Carlos Gómez. Universidad de St. Andrews
Juan Carlos Gómez. Universidad de St. Andrews

A partir de lo anterior se establece que el comportamiento visual  es un componente importante de las interacciones sociales de los primates. Para ahondar en ello, me centraré en un tipo de comportamiento visual que parece tener una relevancia particular en la interpretación de estados mentales: mirar a los ojos de los demás. Existen dos modalidades básicas en las que se pueden mirar los ojos de los demás: la primera, monitorear la mirada o la mirada deíctica, que consiste en mirar los ojos de un individuo que está viendo hacia otro lado; la segunda, la mirada compartida o contacto ocular, en la cual se requiere de dos individuos mirándose a los ojos mutuamente (Gómez, 1991)[5]. Ambos patrones suelen combinarse secuencialmente dando lugar a la conducta llamada “alternancia de la mirada”; en la cual, un individuo observa alternativamente un objeto o evento y los ojos de otro individuo para de esta manera establecer lo que se denomina la “atención conjunta”.

La mirada compartida en sus diferentes versiones –monitoreo de la mirada y contacto ocular- han sido estudiadas exhaustivamente en la comunicación no verbal; ya que se consideran un componente fundamental de las interacciones sociales. Además, el contacto ocular se ha identificado como un patrón comportamental en el desarrollo de las incipientes interacciones sociales de los infantes humanos. Así, la manera en que los niños comienzan a formar parte de la vida social de los adultos es por medio de sus interacciones cara-a-cara fundamentadas en el contacto ocular. Bretherton y Bates (1979)[6] han definido el contacto ocular como un criterio de comunicación intencional de los infantes hacia los adultos. Incluso algunos etólogos alegan que el contacto ocular juega un papel crucial en ciertas interacciones sociales de los chimpancés como la reconciliación o resolución de conflictos. En cualquier caso, el análisis del seguimiento de la mirada y el contacto ocular pueden dar luz del desarrollo y evolución de las complejas interacciones sociales de los primates humanos y no humanos.

Gorilla-gorilla
Gorilla-gorilla

Goméz (idem) realizó un experimento para tratar de profundizar en estas cuestiones. La situación fue la siguiente: se presentó un gorila en una habitación con la puerta cerrada por un pasador que se encontraba fuera del alcance del animal; dentro de la habitación había un experimentador –que registraba el comportamiento del animal– y una caja. Hay tres posibles soluciones:

  1. Desplazar o arrastrar la caja para treparla y así alcanzar el seguro de la puerta y poder abrirla. No hay interacción con el experimentador.
  2. Utilizar al experimentador como un objeto; es decir, arrastrarlo o desplazarlo en una posición cercana a la puerta donde puede trepar encima de éste y así abrir el seguro de la puerta. Nótese que formalmente no hay interacción social con el experimentador.
  3. Alternar secuencialmente el contacto ocular con el monitoreo de la mirada del investigador. Es decir, mirar hacia los ojos del experimentador y posteriormente observar hacia la dirección donde está el seguro de la puerta; al tiempo de tomar la mano del investigador. En ningún momento hace uso de su fuerza para modificar la posición del experimentador. Simplemente por medio de esta alternancia en el comportamiento visual se establece una comunicación interindividual. Evidentemente hay una interacción social entre el experimentador y el animal.

Algunos apuntes interesantes del autor en relación al comportamiento observado nos permite hacer una interpretación de la función social de la mirada en primates (olvidémonos de la primera solución donde no hay interaccion). En la segunda posible solución el humano juega el papel gramatical de objeto para la acción de “mover” que es llevada a cabo por el animal; mientras que en la tercera juega (el experimentador) el papel de sujeto de la acción de movimiento. Nos dice Gómez: “la diferencia gramatical aparente en estas descripciones refleja la diferencia psicológica subyacente a ambos comportamientos” (idem). La tercera posible solución es una solicitud, es decir, un comportamiento comunicativo dirigido a otro organismo (en este caso el experimentador). En este aspecto, la esencia de los comportamientos comunicativos es que las acciones de los actores se adaptan al receptor como sujeto. Es decir, “toman en cuenta y explotan las propiedades subjetivas de otros organismos y no únicamente las propiedades físicas (objetivas) que comparte con los objetos” (idem). Esto es, precisamente, lo que se observa que hace el gorila que resuelve la situación con la tercera posible solución.

De lo anterior se puede concluir que los gorilas utilizan el comportamiento visual combinando la mirada deíctica, el contacto ocular y la atención conjunta para interactuar socialmente con otros individuos; es decir, para comunicarse intencionalmente y socialmente. O sea que la mirada, al menos entre los primates, no se reduce a la posibilidad de observar sino que también funciona como un medio de interacción social. En los seres humanos este hecho es evidente y es llevado hasta sus últimas consecuencias en las complejas relaciones sociales humanas.

Referencias

[1] Keating, C.F. y E.G. Keating (1982) “Visual scan patterns of rhesus monkeys viewing faces”. Perception, 11, pp. 211-219.

[2] Nahm, F. et al. (1997) “How do monkeys look at faces?” Journal of Cognitive Neuroscience, 9, 5, pp. 611-623.

[3] Thomsen, C. (1974) “Eye contact by non-human primates toward a human observer” Animal Behaviour, 22, pp. 144-149.

[4] Linnankoski, I. M. Gronroos y A. Pertovaara. (1993) “Eye contact as a trigger of male sexual arousal in stumped-tale macaques (Maccaca arctoides)”. Folia Primatologica, 60, pp. 181-184.

[5] Gomez J.C. (1991) “Visual behavior as a window for reading the mind of others in primates”. En Whiten A (ed), Natural Theories of Mind. Oxford: Basil Blackwell.

[6] Bretherton, I., y Bates, E. (1979). “The emergence of intentional communication”. En: I. Uzgiris (Ed.), New directions for child development (pp. 81-100). San Francisco: Jossey-Bass.

Un recorrido de la antropología física hacia una antropología biológica…

Un recorrido de la antropología física hacia una antropología biológica…

Por Bernardo Yáñez

El Siglo XIX se destacó, entre otras cosas, por un despegue importante de los estudios científicos. Particularmente en Inglaterra y Francia los estudios antropológicos tomaron fuerza dada su condición de países colonizadores y el encuentro constante con la otredad. En ese contexto fue la antropología física la disciplina que se encargó de analizar y comparar la diversidad biológica de los seres humanos en las distintas poblaciones. Esta rama de la antropología recuperó modelos y técnicas de otras disciplinas al mismo tiempo que consolidó las propias. Fueron la osteología y la antropometría las metodologías principales que se utilizaron para estudiar la variabilidad del cuerpo humano. En la presenta entrega haré un recuento brevísimo –una visión personal, no exenta de errores y polémica­– de tres etapas fundamentales de ésta corriente de pensamiento: En primer lugar, i) El origen, ubicados en el siglo XIX daremos una mirada rápida al surgimiento de esta tradición de pensamiento. En segundo término, ii) se revisará el surgimiento de La Nueva Antropología Física [1], vista como el tránsito de una técnica científica hacia la profesionalización y consolidación de una disciplina científica. Por último, iii) El Auge de La  Antropología Biológica, el momento actual de esta perspectiva que destaca como horizonte epistemológico para el estudio integral de la evolución humana. Es importante señalar que aun cuando algunas líneas de estudio de la antropología física no requieren de la utilización de la teoría evolutiva como marco teórico no se puede soslayar su indispensabilidad como una herramienta crucial en el estudio de la variabilidad y del comportamiento humano.

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Los primeros estudios enfocados desde la antropología física fueron realizados con una perspectiva puramente descriptiva. Se llevaron a cabo mediciones y observaciones que establecieron las diferencias morfológicas, conductuales, e incluso, intelectuales de los diferentes grupos humanos. Cabe destacar que dichas diferencias siempre tuvieron al hombre caucásico como ideal y como punto de referencia. Esta forma de comprender la diversidad humana fue parte de la herencia de un pensamiento tipológico en el cual la descripción precisa de los rasgos constitutivos de los seres vivos era fundamental para su ulterior clasificación; en donde el hombre blanco se acercaba indiscutiblemente, y por encima de las demás poblaciones, a ese tipo idealizado. En este contexto puede hablarse de un interés raciológico de la naciente antropología física. Es decir, el objetivo principal del estudio de las diferencias individuales tenía un claro enfoque jerárquico que justificaba el trato diferencial de las personas según su condición étnica. Es curioso que coincidentemente con la aparición de este tipo de estudios durante el siglo XIX aparecieran también los primeros restos fósiles –probablemente ancestrales a la especie humana. No obstante tendrían que pasar algunos años para que estas ideas tuvieran cabida en el ámbito científico.  Dicho de otra manera, la aparición de restos fósiles como el famoso espécimen neandertal del Valle de Neander no se consideró en ese momento un ancestro de los humanos, sino simplemente un ser humano antiguo; probablemente un Cosaco perdido en las inmediaciones del Rio Rhin.

Así, esta primera etapa de la antropología física es importante porque da lugar a su consolidación, sin embargo,  es necesario señalar el sesgo ideológico de su práctica, la limitación de sus técnicas de análisis y el escaso aporte teórico de su quehacer. Con este breve recuento podemos establecer un periodo enfáticamente interesado en la taxonomía de las poblaciones humanas.

Sherwood L. Washburn (1911-2000)

La segunda fase fundamental en este escueto recorrido histórico es el de La Nueva Antropología Física [1]. Sherwood Washburn considerado por algunos como el padre de la antropología física –al menos en Estados Unidos– es el personaje que marca un antes y un después en esta tradición epistemológica. Este importante investigador tuvo la claridad para proponer un estudio integral del ser humano. Son tres elementos los que sobresalen. Su estrecha relación con algunos de los más importantes investigadores involucrados en el pensamiento evolucionista –como Mayr y Dobzhchansky­–, de la primera mitad del siglo XX, le permitieron visualizar la importancia de este enfoque para el estudio de la evolución humana. Es clara la influencia de la Síntesis Moderna en el pensamiento de Washburn y en esta propuesta de una nueva manera de hacer antropología. Por otra parte, su mentor Ernest Albert Hooton, le mostró la pertinencia de estudiar a los primates no humanos como una ventana para el estudio de los seres humanos; la observación del comportamiento primate era básico para comprender la conducta humana. Por último, su formación fuertemente involucrada con la perspectiva antropológica llevaron a la sugerencia de incorporar las cuatro disciplinas antropológicas en el análisis del proceso de humanización. Es decir, la incorporación de la etnología, la lingüística, la arqueología y el estudio físico del hombre [1] como requisito para una comprensión adecuada de este proceso de la historia natural.

El cambio de enfoque entonces perpetrado por Washburn, de una simple técnica de análisis a una disciplina científica con presupuestos y asunciones teóricas propias, dio lugar al nacimiento de La Nueva Antropología Física. Además del rompimiento con la primera fase de la antropología física –sobre todo en términos técnicos y teórico-metodológicos­– otro elemento a destacar en este marco tiene que ver con la herencia académica de Washburn. Kelly y Sussman [2] realizaron un análisis genealógico de los primatológos de campo de los Estados Unidos y encontraron que, de alguna u otra manera, todos son herederos de la escuela Washburiana de antropología y más concretamente de primatología.

Por último, daremos lugar a una mirada actual de la antropología física. Siguiendo algunas directrices de pensamiento modernas, como la de Agustín Fuentes, es necesario repensar el marco teórico necesario para el estudio de la variabilidad biológica y del comportamiento humano; particularmente de su evolución y desarrollo. En un trabajo reciente Fuentes [3] llama a la formulación de una ‘nueva síntesis’ de la síntesis. Es decir, no basta con darle un sentido evolutivo al estudio de las poblaciones humanas restringidas al marco explicativo del neodarwinismo.

9780078117008Particularmente para el estudio de la cultura y su evolución se requieren de herramientas epistémicas complementarias para dar cuenta de los diversos procesos complejos de los humanos. Herramientas conceptuales procedentes de la biología evolutiva del desarrollo (evo-devo) tales como: herencia epigenética o construcción de nicho; o propuestas desde la psicología del desarrollo como la Teoría de Sistemas en Desarrollo muestran un poder explicativo más eficaz que la perspectiva panseleccionista. En ese sentido, el llamado de Fuentes a una reorientación de enfoque se inserta en el terreno de la discusión filosófica de un cambio de paradigma en el estudio de la evolución humana y de la antropología física. El debate se articula  justamente en este tenor: mientras que para algunos esta nueva visión no representa sino el complemento necesario para robustecer el marco seleccionista, en donde la importancia de los genes marca la diferencia. Para otros, en cambio, esta integración de nuevas categorías, como las antes mencionadas, representa efectivamente un rompimiento epistémico y metodológico.

Con ello en mente, se puede considerar esta tercera fase fundamental de la antropología física  -en mi opinión- como el surgimiento verdadero de la Antropología Biológica. En otras palabras, estamos ante una ciencia social en donde se debaten y articulan los constituyentes biológicos y culturales de nuestra especie. Esta última oración quizá sea desafortunada para el marco que quiere presentarse aquí; es decir, uno de los principales aportes de una perspectiva bioantropológica, como la que aquí se ha intentado esbozar con algunos trazos, estaría por diluir aquellas explicaciones que asumen una dicotomía ontológica entre naturaleza y cultura. Es eso lo que se pretende mostrar, no obstante las limitaciones del lenguaje, al menos en mí caso, me impiden expresarme de una manera más adecuada.

Termino señalando mi compromiso total con una antropología física o biológica incluyente, reflexiva y comprometida con su objeto de estudio. Considero necesario el debate en estos términos de nuestra disciplina. Y tal como cerrara Washburn en su clásico artículo de 1951 concluyo citándolo:

“No hay nada que hagamos hoy que no se hará mejor mañana” [1].

Referencias

[1] Washburn, S.L. (1951). “The New Physical Anthropology”. Tranastions of the New York Academy of Sciences. ser. 2. vol.13, p. 298-304.

[2] Kelly, E. y R. Sussman (2007). “An Academic Genealogy on the History of American Field Primatologists”. American Joornal of Physical Anthropology. vol 132. no. 3, p. 406-425.

[3] Fuentes, A. (2009). “A New Synthesis”. Anthropology Today. vol. 25. no. 3, p. 12-17.

 

Pensamiento simbólico en chimpancés

Una breve exploración al pensamiento simbólico en chimpancés

Por Bernardo Yáñez

Darwin pensaba que la primera etapa o la más primitiva en la evolución del lenguaje fue una expansión de la inteligencia prelingüística en los primates, lo cual dio como resultado una capacidad de representar el mundo simbólicamente. Aunque él en realidad no declaró explícitamente las implicaciones de esta afirmación, está claro que se refería a que la intencionalidad en humanos (nuestra habilidad para representar y hacer proposiciones acerca del mundo) debió surgir de manera prelingüística. Lo anterior implica necesariamente formas de cognición homínina arcaicas. Darwin no especificó la forma precisa en la que pudieron darse los cambios en la cognición, no obstante, esto pudo darle a los homíninos una habilidad para formular intenciones y comunicarlas de forma simbólica.

Charles Darwin
Charles Darwin

En el presente artículo se pone a consideración del lector la decisión –en términos de la evidencia que se presenta– sobre si la descripción anterior del proceso evolutivo (que en realidad no es más que una caricatura del mismo), que llevó al pensamiento simbólico en los humanos según Darwin, es plausible o no incluso para los chimpancés. En relación a esto, existe un trabajo que se refiere a las capacidades simbólicas en la comunicación entre los chimpancés, en vida libre, realizado por Christophe Boesch y sus colaboradores (1991). En este estudio, los investigadores afirman que los chimpancés son capaces de producir y transmitir información de forma simbólica. Para comprobar la afirmación anterior lo que hicieron fue seguir el camino de los chimpancés mientras forrajeaban. Es importante mencionar que el tipo de organización social y la dinámica de la misma entre los chimpancés se conoce como fisión-fusión; la cual consiste en estar fusionados o agrupados durante la noche y dispersados durante el día. Se ha establecido por los primatólogos que ésta estrategia aminora los riesgos de la depredación durante la noche mientras que, durante el día –es decir, en la fase de dispersión–, se optimiza la obtención de recursos alimenticios. Durante el forrajeo, además de comer, los chimpancés deambulan por el suelo del bosque emitiendo vocalizaciones y golpeteando los árboles. Se ha interpretado que las vocalizaciones y el golpeteo en los árboles emitidos por los chimpancés tienen un significado específico para los demás integrantes del grupo, dependiendo del contexto en el que se presenten.

Una descripción breve de las observaciones y del trabajo se relata a continuación: lo que se obtuvo en este estudio fueron tres tipos diferentes de llamados particulares. Estos llamados eran emitidos únicamente por los machos dominantes del grupo. La primera observación fue que cada chimpancé tiene un modo particular, tanto en volumen como en tono, para ejecutar sus vocalizaciones. Sin embargo, fue la asociación de las vocalizaciones con los golpeteos en los árboles lo que se consideró como mensajes con contenido. El primero de los llamados se refiere, según los investigadores, al cambio en la dirección del viaje. A partir de que los demás individuos del grupo escuchan un primer golpe en un árbol y después (menos de 2 minutos) otro golpe en otro árbol, ellos interpretan que deben realizar un cambio en la dirección que llevan. La ejecución del chimpancé que indica el cambio de dirección es de la siguiente manera: el primer golpe se da en el árbol que guarda la misma orientación que la que llevan los chimpancés en su camino, a continuación se da un golpe en otro árbol que se ubica fuera del eje en el que van dirigidos los chimpancés. Según el autor, este segundo golpe indica en qué dirección deben cambiar su camino los chimpancés. Las observaciones hechas ante este llamado sugieren que, efectivamente, los chimpancés pueden interpretar esto como un mensaje con contenido que los hace modificar su comportamiento.

chimpanzee-314270_640El segundo llamado que fue documentado en este estudio hace referencia a un momento de descanso. Este llamado consiste de dos golpeteos en el mismo árbol. Pero no nada más se indica un tiempo de reposo sino que también se comunica la duración que tendrá el mismo. Éste se da de la siguiente manera: se golpea en un árbol que se encuentra en la misma dirección del grupo dos veces en un tiempo menor a dos minutos. Una vez concluido el tiempo de descanso los chimpancés retoman su camino. El tiempo de descanso de los chimpancés silvestres suele aproximarse a una hora (Boesch 1991). El autor piensa que este llamado indica el momento en el que se detendrán a descansar, mas que indicar la duración del mismo. Este llamado, asociado a su respuesta que sería detenerse a descansar, pudo observarse en 14 casos distintos. En una ocasión se escuchó al macho dominante del grupo golpetear cuatro veces seguidas en el mismo árbol. La respuesta ante este llamado fue que los chimpancés permanecieron durante 2 horas con 16 minutos descansando; en lugar de sólo una hora. Un ejemplo aislado como éste no es suficiente para demostrar el pensamiento simbólico en estos animales; sin embargo, éste sugiere que el número de golpes en los árboles podría indicar la duración que tendrá el periodo de reposo.

Finalmente, tenemos el tercer llamado. Esta última evidencia no solamente nos habla de la capacidad que tienen los chimpancés para representar símbolos en su mente, sino que además, nos dice que pueden combinar mensajes. Esta vocalización ejecutada por los chimpancés ha sido nombrada por el autor como “cambio de dirección y tiempo de reposo”. Es decir, combinan los dos mensajes anteriormente expuestos en uno que contempla ambos referentes. La forma en que fue transmitido este mensaje fue la siguiente: el macho alfa del grupo golpeteó una sola vez en un árbol que se encuentra en el mismo eje en el que dirigen su camino y después golpeó dos veces (en menos de dos minutos) en otro árbol hacia donde pretenden dirigirse. De manera alternativa pudo observarse esta misma secuencia pero invertida; es decir, primero un doble golpeteo en el árbol que se encuentra en el mismo eje y luego otro golpe indicando la dirección que se tomará después del receso. En ambos casos, la información concerniente al tiempo de reposo tuvo un efecto inmediato, mientras que el otro mensaje sólo se tomó en cuenta habiendo concluido el descanso.

Por último, es importante mencionar que el contexto juega un papel en la interpretación de los demás ante estos llamados. Por ejemplo, cuando hay excitación social estos llamados parecen no tener ningún tipo de información. Asimismo, golpetear en los árboles después del periodo de reposo se usa y se interpreta de otra manera. En este caso los demás sub-grupos golpetean en los árboles a manera de anunciar que continúan con su camino. No puede hablarse de este estudio como una evidencia contundente de que los chimpancés tengan un pensamiento simbólico, no obstante, puede considerarse como un ejemplo de que los animales comparten información y utilizan ciertas formas de comunicación que no están conectados de manera directa con el referente.

Una vez descrita la evidencia detengámonos en la definición de Boesch para el pensamiento simbólico. El símbolo en este contexto consiste de tres elementos: primero, como una disociación entre el referente y la señal que refiere a este; segundo, al uso generalizado de la señal en la ausencia de dicho referente; y, tercero, que la señal que se comunica tenga un contenido de información para el comportamiento inmediato del emisor y en consecuencia pueda modificar su conducta o la de los receptores. Tomando en consideración lo anterior, el autor sugiere que el sistema de comunicación de Brutus (el macho dominante de la comunidad) informa a los demás integrantes del grupo sobre eventos externos y que al compartir dicho código por el resto del grupo tiene un valor importante en el aspecto comunicativo. Esto se pudo observar al registrar que otros chimpancés de una comunidad distinta no reaccionaban de la misma manera ante los mismos llamados. También fue posible observar que uno de los sub-grupos, donde se encontraban solamente machos jóvenes, no pudo seguir el camino de los demás animales, quizá, por la falta de comprensión del llamado. Por tanto, ¿puede hablarse de un “código simbólico” compartido por, al menos, esta tropa de chimpancés? Y, en todo caso, ¿qué repercusión podrían tener estas evidencias en relación a la evolución del lenguaje humano?

Referencia

Boesch, C. (1991) Symbolic communication in wild chimpanzees? Human Evolution.

Vol. 6 N 1 pp. 81-90.

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