Nacionalismo revolucionario y economía mixta

Nacionalismo revolucionario y economía mixta

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Nacionalismo revolucionario y economía mixta fueron dos expresiones relevantes hacia fines de la década de los sesentas.

El contexto internacional.

Numerosas colonias de Asia y África se habían emancipado, gracias a las luchas de sus pueblos. El contexto internacional, sobre todo la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial y las acciones desplegadas por la Unión Soviética, crearon las condiciones. La URSS, en efecto, desplegó una campaña diplomática en favor de la liberación de las colonias, y les ofreció un valioso apoyo económico, científico y tecnológico.

Cómo desarrollar las fuerzas productivas de los países dependientes.

Tomó un lugar destacado entre los más grandes economistas del siglo XX
Tomó un lugar destacado entre los más grandes economistas del siglo XX

Logradas sus independencias, surgió la gran preocupación: ¿Cómo podrían estos países recién independizados desarrollar sus economías atrasadas por siglos de saqueo y sobrexplotación externa?

Científicos y especialistas en economía política examinaban el asunto. Sus teorías se discutían en los principales foros académicos y políticos del mundo. Uno de los que más aportó fue Oscar Lange, de nacionalidad polaca. Se trató de un docto economista marxista, y un político cimero, que llegó a ocupar la vicepresidencia de su país.

La propuesta de Oscar Lange resumida por Lombardo.

Vicente Lombardo Toledano resumió en seis puntos el contenido de la propuesta de Lange para el desarrollo de los países que no alcanzaron la cima del modo de producción capitalista:

“1. Las inversiones públicas, o sea, las inversiones que el Estado realiza, son el factor más importante del desarrollo económico, porque la burguesía en los países atrasados no se ha desarrollado suficientemente y carece de medios para tomar a su cargo la transformación de las viejas formas de la producción en una economía moderna.

“2. La nacionalización de las empresas privadas, especialmente las del capital extranjero, que adopta diversas formas y que en algunos países se ha ido extendiendo a las empresas privadas en manos de nacionales.

“3. La creación de un amplio frente nacional que abarca diversos sectores… para impulsar el desarrollo económico con independencia del extranjero.

“4. La canalización de las inversiones privadas en las ramas productivas para acelerar el desarrollo.

En septiembre de 1956, el presidente Nasser procedió a nacionalizar el Canal de Suez
En septiembre de 1956, el presidente Nasser procedió a nacionalizar el Canal de Suez.

“5. La reforma agraria, que no sólo tiene por objeto mejorar las condiciones de vida de los campesinos y obreros agrícolas, sino también obligar a los antiguos terratenientes a que realicen inversiones de tipo industrial.

“6. La planificación del desarrollo económico[1]

El nacionalismo revolucionario, países donde se aplicó.

Numerosos países empezaron a aplicar por ese tiempo la fórmula, que Lange llamó “nacionalismo revolucionario”, y sus economías comenzaron a desarrollarse con ímpetu.

Fue el caso de Egipto, en tiempos de Gamal Abdel Nasser. También de la India, durante el gobierno de Jawaharlal Nehru, e Indonesia durante el mandato de Ahmed Sukarno. Los suyos fueron gobiernos nacionalistas, resueltos a sacar a sus países de la dependencia respecto del imperialismo y hacerlos avanzar hacia una época de prosperidad.

Primer ministro de la India desde la independencia hasta su muerte
Primer ministro de la India desde la independencia hasta su muerte

La propuesta de Lange se demostró eficaz.

El análisis de Lange fue correcto al considerar que descansar el desarrollo de las fuerzas productivas en el Estado era la única vía al alcance de los países del entonces llamado tercer mundo. Porque con la aparición del imperialismo, la senda del capitalismo clásico que habían seguido Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y Japón, entre otros, quedó cerrada para nuevos actores. Porque las inversiones externas, lejos de ayudar, descapitalizan a los países que someten y los condenan al atraso eterno. Por eso, les es indispensable nacionalizar las principales fuentes de riqueza.

También consideró que el desenvolvimiento económico no puede quedar al libre albedrío de los capitalistas, sino que debe ser planificado por el Estado nacional. Además, el Estado mismo debe quedar en manos de un conjunto de clases sociales y fuerzas patrióticas, no entreguistas, que integren un gran frente nacional, porque sólo un Estado así puede poner en marcha un programa de desarrollo nacionalista revolucionario que incluya la indispensable Reforma Agraria a fondo.

Pero el análisis de Lange también fue correcto porque tuvo en cuenta que las antiguas colonias, igual que las neocolonias, con sus modos de producción precapitalistas, carecían (y carecen) de la base material que les permita poner en marcha el modo de producción socialista con posibilidades de éxito. Y para colmo, la correlación interna de fuerzas tampoco consentía esa posibilidad.

Líder de la independencia de Indonesia.
Líder de la independencia de Indonesia.

Coincidencias entre la propuesta de Lange y la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.

Como se ve, la propuesta de Lange coincide plenamente con la senda que desde décadas atrás venía recorriendo México. Desde los tiempos de Obregón y, sobre todo, Cárdenas, mismo que los constituyentes de 1916-17 habían fundamentado ya en el muy avanzado artículo 27 de la Carta de Querétaro. El camino de la intervención del Estado en la economía, que a querer o no también siguieron los gobiernos de López Mateos, Díaz Ordaz, Luis Echeverría y el mismo López Portillo. La vía que exige el establecimiento de una economía que descanse en la propiedad estatal y que admita la propiedad privada, pero sujeta a condiciones y reglamentaciones.

Por eso, retomando la experiencia mexicana al respecto, Lombardo, sin duda el más destacado estudioso y teórico de este asunto en el mundo, escribió, con relación a los meritorios trabajos de Lange y otros colegas suyos:

“Antes de que los economistas europeos hubieran puesto su atención en las características del desarrollo de los países atrasados, que sólo aparece después de la Segunda Guerra Mundial, con la rebelión de los países coloniales por su independencia política, México ya había iniciado el camino del desarrollo nacional revolucionario.”[2]

Pasar de economías precapitalistas al nacionalismo revolucionario, un paso progresista.

Ejerció la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.
Ejerció la vía de desarrollo surgida de la Revolución Mexicana.

Desde luego que Lombardo tenía razón. México era probablemente el país del mundo donde más había avanzado ese proceso. Aunque hay que recordar que aquí se le venía llamando indistintamente “capitalismo de Estado”, “vía surgida de la Revolución Mexicana” o “vía mexicana de desarrollo de la economía”.

Analizando los resultados que esa vía de desenvolvimiento económico venía arrojando, el notable pensador marxista analizó:

“¿Ha sido un paso progresista el tránsito de las formas precapitalistas de producción a las formas de producción del nacionalismo revolucionario? Evidentemente. Porque lo fundamental, como hemos repetido hace muchos años, es pasar no sólo de la condición de país exportador de materias primas a la de país industrial, sino crecer con independencia del imperialismo.”[3]

Y volviendo al caso de México, agregó:

“Y, como el imperialismo es una fuerza económica, ante todo, la principal tarea revolucionaria es la de liberar a México del imperialismo, crear su propia economía, colocar a la llamada iniciativa privada como un factor complementario de la economía estatal, establecer condiciones severas para las inversiones directas provenientes del extranjero y preferir los créditos de gobierno a gobierno o el crédito internacional para nuestro desarrollo, sin condiciones políticas.”[4]

Falso que los políticos priístas hayan inventado el nacionalismo revolucionario.

 Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.
Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.

A posteriori, muchos críticos superficiales de aquella compleja etapa han dicho, entre otras falsedades, que los políticos priístas inventaron el “nacionalismo revolucionario”. Quienes eso afirman no se han tomado la molestia de investigar los hechos. Lo cierto es que a una parte de la fracción nacionalista de la burguesía gobernante en nuestro país le gustó la terminología surgida con los estudios de Lange y sus colegas y adoptó para sí el nombre de nacionalismo revolucionario, dado que evocaba a la Revolución Mexicana, de la que todavía se consideraban herederos. Por eso se puso de moda esa expresión, en nuestro país.

Economía mixta, expresión predilecta de la burguesía nacionalista.

Pero fue otra denominación la que predominó dentro de esa misma fracción de clase: “economía mixta”. Esta expresión que le convino más a aquella burguesía nacionalista, pero las más de las veces, temerosa ante al imperialismo y hostil y represiva frente al pueblo; burguesía contradictoria, en muchos aspectos, en aquel mundo dominado por una fuerte confrontación entre los países del campo socialista y las potencias imperialistas, época de la llamada “guerra fría”.

Según su peculiar interpretación, la economía mixta vendría a ser una especie de organización económica de un tercer tipo, diferente al socialismo y al capitalismo, con lo que la clase gobernante, por cobardía, pero también por intereses de clase, pretendió mostrarse equidistante de unos y otros. Aunque, como se ve, con la expresión citada hacían a un lado la verdadera naturaleza del fenómeno que venimos refiriendo, la del mecanismo que hace posible el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales dirigido a independizarse del imperialismo.

La vía de la intervención del Estado en la economía, vigente hoy.

Más allá del nombre que se le quiera dar, la vía de la intervención del Estado en la economía sigue siendo hasta hoy, en plena etapa de la globalización neoliberal, la única que permite el desarrollo de las fuerzas productivas de una sociedad precapitalista, con rumbo a la independencia plena, económica y política.

América Latina está en plena batalla por su emancipación.

Ésta es la batalla que se está librando en toda América Latina, incluido México. Y la que se está librando también en otras latitudes, en general en el mundo no desarrollado. Los pueblos luchan por construir un Estado dominado por clases y sectores sociales patrióticos, y no entreguistas, que ponga en marcha lo que hoy se llama un programa antineoliberal, y el imperialismo y sus servidores internos, tratan, hoy como ayer, de impedirlo a toda costa.

 

[1] Vicente Lombardo Toledano, “¿Cuál es el camino? Uno es el del socialismo y otro es el de la jauría”. Artículo publicado en la revista Siempre! El 30 de noviembre de 1966.

[2] Ibidem.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem.

Luis Cardoza y Aragón, 1901-1992

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Nació en la Ciudad de Antigua (Guatemala), el 21 de junio de 1901. Fue poeta, ensayista y periodista. Como político fue Secretario de Relaciones Exteriores, diputado y diplomático. Se exilió a México, formó parte del círculo de amigos del Maestro Vicente Lombardo Toledano y colaboró en el periódico El Nacional. Murió en la Ciudad de México el 4 de septiembre de 1992.

Con motivo del natalicio de Luis Cardoza y Aragón, el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano rinde homenaje a uno de los más importantes intelectuales del siglo XX. Recordamos al autor con una dedicatoria a su amigo Vicente Lombardo Toledano, un artículo político publicado en la revista Futuro y un poema del autor sobre Rafael Landívar.

Guatemala: Las líneas de su mano. Fondo de Cultura Económica- México - Buenos Aires
Guatemala: Las líneas de su mano. Fondo de Cultura Económica. México – Buenos Aires.

A Vicente Lombardo Toledano: Aquí, maestro, encontrá un capítulo sobre Rafael Landívar, y algo de mi fervor y mis cicatrices, de mi fervor y mis furias por servir a mi pueblo.
Con un abrazo de su viejo amigo L. Cardoza y Aragón.
Buen año de 1956.

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Artículo para la revista Futuro: André Gide y el Comunismo (pág. 26).

Descargar (PDF, 3.84MB)

También encontrarás en esta edición de Futuro: El principio de la Orientación Socialista de la enseñanza ha triunfadoEn Congreso de Obreras y Campesinas, por Blanca Lydia TrejoEl nuevo texto para el Artículo 123 Constitucional, por Vicente lombardo ToledanoLa Danza de los Millones, por Agustín AcostaEl Dinero y el Mérito, por Bernard ShawUn Tipo de Ejido Comunal: Tarejero, por Miguel Othon de MendizabalLos Cuerpos Sanguíneos, por Daniel NietoFreud y la Revolución Sexual, por Verna CarletonLa Ley Federal del Trabajo desde el Punto de Vista Médico Legal, por Alfonso MillánLa Masa como Héroe, por Bertram D. WolfeLa Patria, por José MancisidorLas Amargas Realidades de México: Pulque, litro y cuatro por persona al día¿Cuáles han sido los Beneficios  de la Revolución Mexicana?André Gide y el Comunismo, por Luís Cardoza y AragónDisección de la Clase Media Mexicana, por Antonio Bernal, Jr.Cinematógrafo: Escenario y Dirección, por V. I. PudovkinDeporte: La política no debe intervenir en la Cultura Física del Pueblo, por Antonio Flores MazariLa Conferencia Panamericana de Montevideo: Leyendas, por Vicente Saenz – Caricaturas, por G. ToussaintFotografías, por Agustín Jiménez y de Tina Modotti – Reproducción de la Obra: Música de Cámara, por Klee – Dibujos, por Guillermo Toussaint, Dwight Franklin y Don Manuel Orozco y Berra.

A Rafael Landívar

Llamo y nadie responde.
Pregunto a la piedra y a los árboles.
Canta un pájaro y me doy cuenta
de que las casas no tienen ventanas:
demasiado débiles para tumbas,
demasiado fuertes para moradas.

Beso al leproso y a la niña con caspa.
Y a ti, violento geranio; y a ti, crepúsculo.
¡Se diría que va a llover sangre
de cómo se afanan las hormigas!

Volcán, ¡si supieras cómo te quiero
niño mío! ¡cómo suspiré al verte!
¡Qué ella también te hubiese visto
con ojos de mi niñez! ¡Por la que muero
de no soñar juntos sobre la misma almohada!

¿Dónde mis amigos? ¿Qué se fizieron?
Otra vez en tu reino, soledad.
Ya las estrellas enciendo y las espigas.
Perenne horror de caída sin término
y pirámide trunca y vena abierta.

Mi alma, leal, en ti se acendra
y fortifica, soledad. Despierto
y muero al recuperar mi cuerpo.
Así te imaginaba, con ruinas y volcanes
y una lluvia invisible en los cristales.

Desperté, y yo, Deseo, ya no estaba.
Había partido de nuevo en sueños.
Tú me reconociste por el anillo de mi dedo.
Sí, soy el legítimo. Y no encontré
la felicidad. ¡Diabólica es toda belleza!
¡Líbrame de la peor de las fiebres!
Ahora te sueño tan fuertemente
que le saco los ojos a la noche.
Ansias de ciegos pozos olvidados
encuentran con mi arado los luceros.

Sí, pero tu silencio de nocturna piedra.
Sí, pero tu voz de tan pura nunca oída.
Sí, pero tu sangre que deflagra
mi voz vencida, tu luz asunta: mi vida.

Partí por la puerta de atrás
y torné por la puerta señorial:
le di la vuelta al mundo y a mí mismo.
Llegué tarde para charlar con los hermanos.
Sordos estaban y hablaban ya otra lengua.
Desplomóse el roble. Nacieron tumbas
y el becerro cebado tuvo nietos.
Abracé fantasmas. Y los presentes
estaban más lejanos que los muertos.

Río de sueños siguió mis pasos
y borró mis huellas, padre Adán.
¿Cómo llegar si nunca me he marchado?
¿Qué hacer para quedarme si no he vuelto?
Desperté, y yo, Deseo, ya no estaba.
“Duerme y no reposa”, díjome el Hijo Pródigo.
“Deja lo que no tienes ni tendrás.
No hay casa, ni patria, ni mundo.
Somos de otra parte.
¡Al carajo!”

La voz del Hijo Pródigo era hermosa como el Deseo.
Vi el anillo de mi dedo. Soy el legítimo.
¡Oh, mi voz antigua, ígnea y vaticinante!
Yo quiero algo más que acciones y virtudes.

Y me marché por el portón trasero
para volver jamás.

Antigua Guatemala, 19 de febrero, 1945

LA BIBLIOTECA DEL CENTRO DE ESTUDIOS FILOSÓFICOS, POLÍTICOS Y SOCIALES VICENTE LOMBARDO TOLEDANO.

La Biblioteca del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Por: Lic. Javier Arias Velázquez, Coordinador de Servicios Bibliotecarios.

La biblioteca del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano nace con el legado que Vicente Lombardo Toledano hizo de su biblioteca y hemeroteca particular, para que fuese aprovechada por quienes como él decía “se dedican al estudio de las ideas que han regido la sociedad humana, las ideas que en el presente se confortan para explicar el mundo y las ideas que han de presidir el mundo del futuro”.

El acervo de la Biblioteca contiene libros, folletos y revistas de filosofía de la ciencia, de ciencias políticas y sociales y de historia de México y América Latina.

En 1994 se crea la Biblioteca Mexicana de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología – Centro de Documentación en Metaciencia, que actualmente cuenta con dos secciones, la sala “Fernando Salmerón” y la sala “Carlos Castrodeza”.

La biblioteca cuenta ya con una base de datos que alberga el contenido bibliográfico, el cual dispone de un catálogo en línea para la consulta de las colecciones en las áreas de filosofía de la ciencia y la tecnología y humanidades.

LAS COLECCIONES

  1. Acervo histórico, que contiene la biblioteca del doctor Vicente Lombardo Toledano, principalmente sobre historia de México y América Latina, movimiento obrero, filosofía general y ciencias políticas y sociales.
  2. Acervo histórico/dedicatorias, que contiene libros con dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano, escritas por líderes obreros, jefes de estado, académicos, escritores mexicanos, latinoamericanos y europeos.
  3. Archivo fotográfico, que es un inventario temático y cronológico de imágenes relacionadas con la vida y obra de Vicente Lombardo Toledano.
  4. Acervo hemerográfico, con títulos de revistas históricas y actuales en ciencias sociales y filosofía de la ciencia y la tecnología.
  5. Sala “Fernando Salmerón”, que contiene el acervo bibliográfico sobre temas ontológicos, epistemológicos, éticos, históricos y sociales de la ciencia y la tecnología.
  6. Sala “Carlos Castrodeza”, que contiene la biblioteca personal del ilustre biólogo y filósofo español. El contenido temático es en filosofía de la biología, darwinismo, historia de la ciencia y educación científica.

Cuenta, además, con un programa de intercambio y donación de las publicaciones que produce el Centro, a instituciones de educación superior e investigación nacionales y extranjeras.

Consulta online del acervo: http://200.78.223.179:8388/LOMB

Keynes, sus ideas contrarias a las del intervencionismo mexicano.

Keynes, sus ideas contrarias a las del intervencionismo mexicano.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Numerosos economistas y politólogos han confundido la intervención del Estado en la economía que surgió de la Revolución Mexicana –y de la que Lombardo llegara a ser su principal teórico— con la que diseñara el economista británico John Maynard Keynes, y su “estado regulador y benefactor”. Proliferan los artículos y libros que dicen equivocadamente que la política económica de Cárdenas y sus nacionalizaciones, y las que siguieron, por muchos gobiernos mexicanos más, fue la aplicación del keynesianismo en México y constituyó una simple copia de lo que hicieron los países capitalistas desarrollados en los tiempos de Roosevelt y otros gobernantes; y hay textos que hasta afirman que se trató de una imposición externa, decidida por esas mismas potencias.

Es un error generalizado atribuir a Keynes la intervención del Estado en la economía que se aplicó en México.
Es un error generalizado atribuir a Keynes (en la imagen) la intervención del Estado en la economía que se aplicó en México.

Es un error generalizado, pero inaceptable; no fue ni lo uno ni lo otro. No pudo serlo por dos razones: primera, porque la intervención del Estado en la economía en México surgió dos décadas antes de que aparecieran los primeros trabajos de Keynes sobre este tema, y segunda, porque el contenido de la primera fue distinto; más todavía, sus fines fueron opuestos, a los del intervencionismo ideado por el autor británico, como veremos más adelante.

Keynes apenas se ocupó del tema veinte años después que el Constituyente mexicano.

En efecto, como se puede comprobar, Keynes empezó a publicar sobre este asunto hasta mediados de la década de los treintas, en tanto que la base jurídica del intervencionismo mexicano quedó asentada en nuestra Constitución desde 1917.[1] De hecho, el citado economista originalmente fue partidario del liberalismo económico, y contrario, por tanto, a la intervención del Estado en la economía, y fue apenas en 1922 cuando inició su ruptura con esa línea de pensamiento, con su libro Una revisión del tratado de Versalles, rompimiento que se formalizaría con la publicación de El fin del laissez-faire, en 1926. Pero despertó el interés del mundo académico hasta 1930, cuando se publicó su Tratado del dinero.

Adam Smith, fundador de la economía clásica, junto con David Ricardo.
Adam Smith, fundador de la economía clásica, junto con David Ricardo.

Un año antes se había iniciado la traumática crisis del capitalismo mundial de 1929, que demostró en la práctica la inviabilidad histórica del régimen capitalista inspirado en las teorías del libre mercado de Adam Smith y David Ricardo[2]. Fue por entonces cuando surgió el interés de Keynes por formular una teoría económica general diferente de las concepciones de esos autores, que eran las dominantes, esfuerzo que culminó en 1936, con la publicación de su Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero, su obra principal[3].

Fue también el momento en que Keynes pasó a ser un economista con influencia notable en el mundo político del capitalismo desarrollado, y se convirtió en el teórico de la reforma que condujo al llamado Estado regulador -que no debería dejar la economía en manos de las fuerzas ciegas del mercado, so pena de que desembocara en crisis, como la de 1929; y que llevó asimismo al llamado Estado de bienestar, que debe redistribuir entre las masas trabajadoras parte de la riqueza generada –aligerando así sea levemente el fenómeno de la concentración- con el fin de fortalecer el mercado interno. Ambas formas de Estado, por cierto, hoy enterradas por el neoliberalismo económico en boga. Pero el hecho es que para ese momento, la Constitución mexicana estaba por cumplir veinte años de existencia, de manera que ni remotamente pudo inspirarse en las ideas keynesianas, ni copiar nada de ellas, como se ha divulgado erróneamente.

El Estado keynesiano intervendría en la economía en favor del capitalismo imperialista.

Junto con Adam Smith, los principales teóricos de la economía de libre mercado, contra las limitaciones del feudalismo.
Junto con Adam Smith, los principales teóricos de la economía de libre mercado, contra las limitaciones del feudalismo.

Pero lo más importante a precisar es que ambas concepciones, la nuestra y la de Keynes, fueron contrarias en su orientación y objetivos finales. En primer término, el teórico británico propuso la intervención del Estado en la economía como una fórmula anticrisis. Para él, la intervención del Estado sería en calidad de regulador o árbitro entre los monopolios y consorcios que para entonces ya dominaban la economía mundial, con el fin de evitar que la lucha sin cuartel acabara dañándolos a todos. Es en este sentido que se habla en el lenguaje keynesiano de un Estado regulador. Keynes consideró necesaria la intervención del Estado asimismo para financiar y subsidiar con dinero público las ramas de la economía menos rentables, y para rescatar las grandes empresas privadas en quiebra, sanearlas y devolverlas a los propietarios privados tan pronto hubieran recobrado su alta rentabilidad. Como se puede deducir, Keynes se ocupaba de los problemas que afectaban a los Estados de capitalismo desarrollado –Estados imperialistas– y les buscaba soluciones para mantenerlos saludables. Fue, por tanto, un economista al servicio del capitalismo en su etapa imperialista.

Persiguiendo objetivos estrictamente favorables a los monopolios, el Estado expropiaría ciertas empresas o ramas de la economía. Pero en ningún caso las nacionalizaría, en el sentido que Lombardo da a ese término, es decir, no las pondría al servicio de los intereses de toda la Nación, sino que, con esos actos, lo que buscaría el Estado sería beneficiar de manera particular a los dueños del gran capital. A esos rasgos característicos del keynesianismo obedece el hecho de que, en el lenguaje de la economía política marxista se le denomine capitalismo monopolista de Estado, puesto que se trata de una modalidad del capitalismo que conjunta a los monopolios y al Estado, asignando a éste, con todos sus recursos, la función de ejercer una función mediadora y reguladora al servicio de aquéllos.

Aplicó la doctrina de Keynes sobre el Estado regulador y benefactor.
Franklin D Roosevelt aplicó la doctrina de Keynes sobre el Estado regulador y benefactor.

En el ámbito de lo social, la reforma keynesiana condujo al llamado Estado de bienestar (Welfare State) que debe reconocer ciertos derechos e introducir ciertas prestaciones sociales. Con ello, se intenta redistribuir entre las masas trabajadoras una parte proporcionalmente pequeña de la riqueza generada en la sociedad, con objeto de aligerar el proceso de concentración del producto en pocas manos, pero no combatirlo ni intentar desaparecer esa tendencia que ha de seguir su marcha implacable, aunque ha de hacerlo a un ritmo ligeramente más lento.

Los países capitalistas de alto desarrollo o imperialistas, para los cuales pensó Keynes su reforma, obtienen dos ventajas al redistribuir la riqueza social de manera leve: por una parte, fortalecen su mercado interno, con lo cual alejan las crisis económicas del sistema capitalista, aunque no las eliminan; y por otra, evitan que las contradicciones sociales alcancen altos grados de agudización dentro de sus fronteras, y les generen problemas de inestabilidad y lucha a los que ahora se denomina ingobernabilidad. Al mismo tiempo, con el objeto de compensar lo que con las reformas keynesianas dejaron de percibir como ganancias rápidas dentro de sus poderosos países, los propietarios del capital imperialista intensificaron la explotación de los países dependientes sometiéndolos a formas más intensas de saqueo de sus recursos y expoliación de su fuerza de trabajo.

Más explotación y menos salarios significaron también una mayor agudización de las contradicciones sociales dentro de la periferia del sistema capitalista mundial, a cambio de la relativa estabilidad que lograron dentro de las potencias dominantes, su casa; transfirieron de esta manera a los países tercermundistas, convertidos en sus neocolonias, toda la carga de la inestabilidad social y política. Por eso, durante décadas, contrastó la relativa paz y tranquilidad interna de que gozaron las países imperialistas fronteras adentro, con las crisis y sacudidas casi permanentes que golpearon a los países dependientes, situación que empieza a cambiar apenas en nuestros días, cuando la crisis del sistema capitalista en su conjunto se ha profundizado y alcanza tales niveles de agudización que las potencias ya no pueden seguir aplicando el keynesianismo con su “Estado de bienestar” ni siquiera fronteras adentro.

La de Cárdenas, en cambio, fue una política antiimperialista, surgida de la Revolución Mexicana.
La de Lázaro Cárdenas (en la imagen), en cambio, fue una política antiimperialista, surgida de la Revolución Mexicana.

De Keynes se puede decir, en síntesis, que no fue un teórico que haya renovado al capitalismo en el sentido de eliminar sus contradicciones y, por ende, extirpar sus crisis, como quizá haya sido su aspiración y como se le quiso presentar. Tampoco fue alguien que cambiara al capitalismo en general por uno más humano en beneficio de los pueblos, de todos los países y de todas las clases sociales, como también han dicho sus panegiristas. Nada de eso. Keynes sólo aportó salidas temporales -ahora ya agotadas, por cierto-, a los problemas que enfrentaban las potencias del capitalismo central en plena fase imperialista; y como un subproducto, estimuló el surgimiento de ciertos beneficios menores para la clase trabajadora de dentro de esas potencias; sus fórmulas, sin embargo, afectaron los intereses de los países dependientes y, en particular, a su clase trabajadora.

La intervención del Estado en la economía, surgida en México, conduce a la independencia respecto del imperialismo.

Como se puede observar, las diferencias con respecto del Estado mexicano surgido de la Revolución, y de su intervencionismo económico, son ostensibles. En nuestro caso, no se trató de sacar las castañas del fuego al imperialismo, sino que al revés, los constituyentes de 1916-1917 iniciaron caminos novedosos que podrían conducir –y condujeron, de hecho, mientras fueron aplicados– hacia la emancipación económica de México. En tanto que el capitalismo monopolista de Estado keynesiano fortaleció al imperialismo, el capitalismo de Estado ajeno y opuesto al keynesianismo, en países dependientes como México, tendía a debilitarlo, a reducir su ámbito físico en el orbe y, por tanto, su poderío económico. A este respecto, siguiendo el pensamiento de Lombardo, el Partido Popular Socialista hizo este planteamiento:

El principal teórico de la intervención del Estado en la economía, con carácter antiimperialista.
Lombardo Toledano, el principal teórico de la intervención del Estado en la economía, con carácter aniimperialista.

“El capitalismo, en el escenario del mundo, hace tiempo liquidó la libre competencia y generó los monopolios; el Estado burgués dejó de ser un Estado liberal para pasar a la función monopolista de Estado. La evolución del capitalismo en México no puede sustraerse a ese proceso general, pero el origen antiimperialista del Estado mexicano caracteriza el proceso de un modo radicalmente distinto. El capitalismo de Estado se da en México como principio del desarrollo económico; en cambio, el capitalismo monopolista de Estado es la última etapa del imperialismo. El uno es punto de partida, el otro es punto de llegada a su fase final. En México, el monopolio estatal surge como la respuesta progresista a la necesidad de romper todas las trabas semifeudales y de la intervención extranjera, con el propósito de abrir cauces al desenvolvimiento de las fuerzas productivas en contrapeso a la preeminencia del capital monopolista extranjero que detiene y deforma el crecimiento normal de nuestra economía. El capitalismo monopolista de Estado yanqui frena el desarrollo de nuestras fuerzas productivas; el capitalismo de Estado en México las impulsa”.[4]

Por su parte, Vicente Lombardo Toledano precisó que:

“El capitalismo de Estado en los países imperialistas no significa… otra cosa que la liquidación de los estorbos a los grandes consorcios para que éstos mantengan su hegemonía en la vida económica, social y política de sus respectivas naciones y, también, para favorecer su política hacia el exterior. Pero en los países como el nuestro, en los países semicoloniales o subdesarrollados, como se les

Cárdenas y Lombardo en la obra de los artistas del Taller de Gráfica Popular, edición del Centro Lombardo.
Cárdenas y Lombardo en la obra de los artistas del Taller de Gráfica Popular, edición del Centro Lombardo.

llama ahora, el capitalismo de Estado representa una de las formas de la resistencia nacional, de los intereses nacionales contra el imperialismo”.[5]

Y en efecto, el Estado surgido de la Revolución empezó a intervenir en el desarrollo económico y a tomar a su cargo las principales tareas para hacer posible el progreso de México.

[1] Los primeros ensayos sobre economía de John Maynard Keynes fueron escritos poco tiempo después de que el Constituyente de Querétaro había terminado su obra, pero por entonces Keynes todavía era partidario del liberalismo económico y enemigo, por tanto, de la intervención del Estado en la economía. Además, sus primeros trabajos fueron sobre cuestiones ajenas a la que nos ocupa. En 1919 publicó Las consecuencias económicas de la paz, libro en que opina que las sanciones económicas impuestas a Alemania luego de su derrota en la Primera Guerra Mundial no impedirían el resurgimiento del militarismo en ese país, propósito que las motivó. En 1921 publicó otro libro también con tema distinto, bajo el título de Tratado sobre probabilidades.

[2] Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1823), fueron dos economistas ingleses considerados como los fundadores de la economía clásica. Se trató de los principales teóricos de la libertad de comercio contra las limitaciones del feudalismo.

[3] La Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero de Keynes fue publicada en México por el Fondo de Cultura Económica en 1938.

[4] Tesis de la VIII Asamblea Nacional del Partido Popular Socialista. Editorial Combatiente, pp. 24-25.

[5] Vicente Lombardo Toledano. “El Estado en México, sus actuales funciones y responsabilidad histórica”, en Escritos acerca de las Constituciones de México. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales VLT, tomo I, p. 32.

Lombardo en el debate sobre la economía de México.

Lombardo en el debate sobre la economía de México.

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

¿Existe un camino mexicano en materia económica? ¿Un camino que sea el fruto de nuestra propia experiencia, de nuestro recorrido histórico? ¿Una vía que a la vez que corresponda al modo de producción dominante en nuestro país en la etapa actual, nos permita desarrollar nuestras fuerzas productivas y sentar bases para el ulterior avance hacia modos de producción superiores? En caso de existir, ¿en qué consiste esa senda? ¿Cómo se le definiría?

Intervenir en la economía de un modo directo, función medular del Estado mexicano surgido de la Revolución.

Es función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, con el fn de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia...
Es función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, con el fn de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia…

Según una corriente del pensamiento económico, de la que Vicente Lombardo Toledano es el exponente principal, sí existe ese camino, y radica en considerar como función medular del Estado mexicano la de intervenir de un modo directo en la economía, precisamente con el objetivo de desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia del exterior. Quienes la forman, sustentan que en los países que llegaron tarde a la industrialización capitalista, como el nuestro y los demás de América Latina, la única perspectiva de desplegar la economía de la nación de manera cierta y consistente se da cuando el Estado interviene de modo directo como agente económico, no para anular al mercado sino para actuar en él de modo activo: en calidad de productor o empresario en las ramas estratégicas y prioritarias de la economía. Los partidarios de esta concepción sostienen además que si el Estado abandona esta función, la alternativa, que sería la de abrir las ramas más importantes de la economía al capital extranjero, en la época actual, que es la del imperialismo, pondría en peligro la viabilidad de la nación; es decir, la posibilidad de que México siga siendo un país independiente y soberano, y pueda serlo cada vez de manera más completa. Por eso, esta corriente declara que las privatizaciones dañan profundamente al país y, por tanto, las combate.

No se trata de que los partidarios de esta corriente estuvieran proponiendo que el Estado mexicano tal como existía en el siglo XX –y ni siquiera como existe hoy– asumiera o asuma la función económica propia de un Estado socialista. Pero tampoco se trata de que pretenda operar como un estado capitalista clásico, pues no lo es. Antes del arribo de los neoliberales, hace tres décadas, teníamos un Estado capitalista con particularidades que lo diferenciaban del capitalismo de libre concurrencia –que estuvo vigente en numerosos países del mundo antes de que surgiera el dominio de los monopolios y el capital financiero– y lo distinguían también del capitalismo imperialista, que existe en los países dominantes en el mundo contemporáneo. Porque el que aquí se dio ha sido y es –ahora todavía más– un capitalismo deformado y subordinado al capital imperialista. Y porque de la Revolución Mexicana, que fue un movimiento antiimperialista, de sus fuerzas más avanzadas, surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales, de manera consecuente, la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales.

Un Estado que impulsa la independencia de la economía nacional es distinto de uno capitalista clásico.

...las privatizaciones dañan profundamente al país y lo vuelven cada vez más dependiente...
…las privatizaciones dañan profundamente al país y lo vuelven cada vez más dependiente…

Las diferencias esenciales del que referimos, con respecto del Estado capitalista clásico y uno socialista, son concluyentes: En un Estado capitalista clásico, la propiedad privada es un principio supremo e intocable, y el Estado tiene la función de protegerla por encima de todo, y, por tanto, proteger a los capitalistas como clase social; el Estado está fundamentalmente a su servicio. En un Estado socialista, por su parte, la propiedad privada de los medios de producción y cambio no existe, sino la propiedad socialista, y el Estado está al servicio del proletariado. Ahora, por lo que se refiere a un Estado surgido de una revolución antimperialista, como el nuestro, sí existe la propiedad privada, se le respeta y hasta se fomenta; pero no toda la propiedad privada ni por encima de todo, sino sólo la que cumpla ciertas funciones útiles para el proyecto general de desarrollar nuestras fuerzas productivas propias y avanzar hacia la independencia económica nacional. Se trata, por tanto, de una propiedad privada que está condicionada.

En segundo lugar, en el capitalismo clásico la fuerza de trabajo es una mercancía que los propietarios de los medios de producción y cambio compran y, con ello, se apropian del plusproducto que los trabajadores generan; es decir, lo que rige al sistema es la explotación del hombre por el hombre. En el socialismo, en cambio, la distribución del producto social se ejerce de acuerdo a la fórmula “a cada quién según su trabajo”, que significa que cada miembro de la sociedad debe recibir el equivalente del valor de lo que con su trabajo aporta a la propia sociedad. En el caso del Estado mexicano surgido de nuestra revolución de inicios del siglo XX, por su parte, regían las fórmulas de distribución y apropiación que son propias del capitalismo, pero atenuadas por el Estado, al que se dio la función de intervenir económica, social y jurídicamente de manera unilateral a favor de la clase trabajadora con el fin de moderar la tendencia explotadora del capitalismo. Por mandato constitucional, no podría ser un Estado que se proclamara neutral entre las clases sociales y en los hechos sirviera a la clase explotadora, como actúan los Estados dentro del sistema capitalista clásico.

En tercer lugar, en el capitalismo clásico la economía no se planifica, sino que se rige por las llamadas leyes del mercado bajo el principio supremo de dejar hacer, dejar pasar. El Estado debe abstenerse de intervenir en la economía. En tanto que en los otros dos, el Estado socialista y el surgido de la Revolución Mexicana, la economía debe ser planificada por el Estado, aunque no de manera idéntica, en uno y otro. En el socialismo, la planificación es integral y debe abarcar todos los renglones, quizá con la excepción de los que tienen un carácter marginal. Y en un Estado como el nuestro, la planificación traza lineamientos generales válidos y obligatorios para todos, pero al sector estatal de la economía le fija mecanismos rígidos, y al capital privado, flexibles.

El debate sobre la economía nacional, ¿Estado o mercado?

De la Revolución Mexicana surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales...
De la Revolución Mexicana surgió un Estado que tenía entre sus funciones principales la de luchar por la emancipación nacional respecto del imperialismo y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales…

Pero frente a ésta concepción sobre el camino para el desarrollo económico de México, sus opositores sostienen, como un principio de carácter general, la tesis de que la responsabilidad fundamental en el campo de la economía corresponde al mercado, como ocurría en los tiempos idos del capitalismo de libre cambio. Aducen que el Estado no debe participar en la economía, o debe hacerlo lo menos que sea posible –conceden– subordinándose en todos los casos a los intereses y directrices del mercado. Dicen que lo deseable es que sus funciones se reduzcan a establecer las normas y a vigilar su cumplimiento desde afuera. Añaden que si el Estado va más allá de esos límites, entorpece y pervierte a las leyes del mercado, y que esto trae a la postre funestos resultados. Estas cuestiones las consideran válidas para todos los Estados del mundo contemporáneo, sin distinción de grados de desarrollo de sus fuerzas productivas, condición de posible dependencia o independencia y soberanía económica o de cualquier otra índole. Insistiendo en sus opiniones, descalifican a los partidarios de la intervención del Estado en la economía; declaran que sus argumentos están superados y que el libre mercado ya emergió vencedor, en nuestros días. Lombardo los denunció:

Contra la ruta que México eligió, se levantan los partidarios de la llamada ‘libre empresa’, afirmando que la prosperidad alcanzada por las naciones más desarrolladas, se debe al esfuerzo de sus hombres de negocios, nunca interferido por el poder público, y nos aconsejan que imitemos su ejemplo… Pero parten de la ocultación de un hecho fundamental: la evolución histórica de México es diferente a la de Estados Unidos y las naciones altamente industrializadas de otros continentes, a tal grado que sin la Revolución… nuestro país sería hoy una colonia del extranjero con el título de Nación soberana”.[1]

Los hechos, en efecto, desmienten la pretensión de los propagandistas del que han llamado “libre mercado”. No existe país tercermundista alguno que ese camino pueda ser presentado como ejemplo que avale el éxito de ese tipo de economía. Ninguno que, sin intervención estatal, haya conseguido o esté logrando resultados en los aspectos medulares, como éstos:

  1. Un crecimiento significativo y sostenido, sin caídas. (Eficacia económica)
  2. El fortalecimiento de su mercado interno. (Desarrollo sin dependencia)
  3. Un creciente bienestar de la población en su conjunto. (Democracia social)
  4. Una distribución equitativa del producto. (Democracia económica)
  5. La edificación de una economía nacional. (Desarrollo con independencia)

Los regímenes de intervencionismo estatal han aportado mejores resultados en todos estos aspectos. México no es la excepción. Está comprobado que el Estado neoliberal no ha logrado equipararse al que le antecedió en México en ninguno de los indicadores señalados, ni ha alcanzado sus logros.[2]

[1] Vicente Lombardo Toledano. “Iniciativa para adicionar la Constitución…”, op. cit. Los subsecuentes datos y citas textuales corresponden a la misma fuente, a menos que se cite específicamente una distinta.

[2] Por ejemplo, Armando Labra Manjarrez publicó un estudio comparativo de los resultados económicos y sociales de cuatro sexenios muy representativos de una y otra concepción en materia económica, libre mercado e intervención del Estado. Por un lado, los doce años de Luis Echeverría y José López Portillo; por otro, los doce correspondientes a Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. De acuerdo con este estudio, en tanto el Producto Interno Bruto (PIB) creció a un promedio anual del 6.2%, en el periodo Echeverría-López Portillo, en la fase De la Madrid-Salinas apenas alcanzó el 1.6% anual promedio. Más notable todavía es el contraste en el caso del PIB per cápita que pasó, de un crecimiento anual del 3.2%, a una disminución del 0.3%. El salario mínimo, que es un indicador básico, por lo que se refiere al bienestar de la población, “registró un decrecimiento anual de 1% entre 1971 y 1982 y de casi 7% entre 1983 y 1994, significando una caída acumulada de poco más de 80% en los doce años… (de los partidarios del libre mercado) De tal forma, el poder adquisitivo del salario hoy es menos de la mitad del existente a principios de los ochentas”, dice el autor citado. Y aporta un dato más: el tipo de  cambio  (peso  por  dólar)  pasó  de 20.9 a 1,873.6 (viejos pesos) Armando Labra Manjarrez. “¿Apostar de nuevo al neoliberalismo? Análisis de los últimos cuatro sexenios”. Ensayo publicado en la revista Macroeconomía, marzo 16 de 1995, año 2, No. 20, pp. 14-18.

Los modos de producción precapitalistas en México.[1]

Los modos de producción precapitalistas en México.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]

El conocimiento y análisis de los modos de producción, de su concreción en cada sociedad, es una parte necesaria del análisis de la realidad contemporánea y de los objetivos de la lucha de los revolucionarios, y de su estrategia y táctica. En el caso de México, y en general, de América Latina, los modos precapitalistas se dieron en tiempos distintos y adquirieron peculiaridades que es indispensable examinar, para no incurrir en la copia extralógica de lo sucedido en Europa.

Carlos Marx. Materialismo histórico, los modos de producción.
Carlos Marx.
Materialismo histórico, los modos de producción.

De acuerdo con las opiniones científicas generalizadas, el Homo sapiens pobló el hoy Continente Americano mucho tiempo después que Europa, Asia y su lugar de origen: África. No existen datos firmes sobre la presencia de otras especies, pre-sapiens; tampoco hay consenso entre los científicos sobre las fechas de llegada del sapiens, pero las dataciones más ampliamente aceptadas refieren su presencia más antigua entre 12,000 años, de acuerdo con el muy recientemente descubierto yacimiento arqueológico de Hoyo Negro, en Quintana Roo, México; 12.900 y 13,500 años, según el de Clovis, en Nuevo México, y hace alrededor de 14.500 años, según el de Monte Verde, en Chile; todos son poblamientos del periodo del pleistoceno. Hay hipótesis que proponen fechas de arribo de hace 30 mil años o más, pero no son generalmente aceptadas en la comunidad científica por falta de respaldo sólido. Está claro que las migraciones hacia este continente duraron largo tiempo, miles de años –tal vez decenas o centenas de miles—más, que los grupos que se asentaron en otros continentes.

En otro aspecto, los científicos tienen consenso en que el descubrimiento de la agricultura y el consecuente paso del nomadismo a los asentamientos duraderos,  en América, fue un proceso que no tuvo relación con los casos de la zona de los ríos Tigris y Éufrates en la Mesopotamia asiática, ni del Valle del Nilo. Además de que fue muy posterior a éstos. Existen variantes, pero la opinión científica más aceptada establece el inicio de la agricultura en Mesoamérica y en la región andina, hacia el año 3.500 antes de nuestra era, en tanto que en la

...iniicio de la agricultura en Mesoamérica y en la región andina, hacia el año 3.500 AC; en la Mesopotamia y el Valle del Nilo,  alrededor del 8.500 o el 9.000 AC; en China, por el año 7.500 AC, y en Europa, a partir del 6.000.
…inicio de la agricultura en Mesoamérica y en la región andina, hacia el año 3.500 AC; en la Mesopotamia y el Valle del Nilo, alrededor del 8.500 o el 9.000 AC; en China, por el año 7.500 AC, y en Europa, a partir del 6.000.

Mesopotamia y el Valle del Nilo habría sido alrededor del 8.500 o el 9.000 ANE. Por su parte, en la zona de los ríos Huang He y Yangtzé, en lo que hoy es China, se registró el mismo proceso allá por el año 7.500 ANE, y en Europa, a partir del 6.000.

¿Qué modo de producción existía en nuestras tierras, a la llegada de Cristobal Colón, y cuál en Europa?

Lo anterior significa que el modo de producción de los grupos humanos al migrar hacia nuestras tierras era el comunismo primitivo y lo siguió siendo ya en nuestro continente por miles de años más, aunque, desde luego, durante ese largo lapso fueron logrando progresos en cuanto a sus instrumentos de producción, incluido, en su momento, el cultivo de la tierra. Pero lo prolongado de las migraciones, con su consecuente secuela de retraso de la neolitización y el sedentarismo, explica el rezago de los grupos humanos que se avecindaron en estas tierras, respecto a Europa –alrededor de dos mil quinientos años– y Asia –de cinco mil a seis mil–. Por cuanto al surgimiento de la agricultura y los asentamientos duraderos. Ese retardo inicial también trajo secuelas, que se reflejaron en el hecho de que, hacia finales del siglo XV de nuestra era, cuando Cristóbal Colón salió del Puerto de Palos y arribó a la isla que bautizó con el nombre de “La Española”, en nuestros días Santo Domingo, en 1492, el hoy Continente Americano, estaba habitado por pueblos con distintos grados de desarrollo económico y cultural, algunos con culturas maravillosas, pero por su estructura económica, ninguno alcanzaba todavía el modo de producción que en ese mismo momento era dominante en Europa, como veremos enseguida.

...florecían culturas que ejercían una agricultura dotada de buenas técnicas, tenían un eminente desarrollo científico y cultural y vivían en grandes ciudades,...
…florecían culturas que ejercían una agricultura dotada de buenas técnicas, tenían un eminente desarrollo científico y cultural y vivían en grandes ciudades,…

En efecto, aquí teníamos la portentosa Tenochtitlan, que asombró a los europeos; florecían culturas que ejercían una agricultura dotada de buenas técnicas, tenían un eminente desarrollo científico y cultural y vivían en grandes ciudades, con palacios y templos prodigiosos. Y había también numerosos grupos tribales nómadas que todavía continuaban practicando la recolección, la pesca y la caza, en nuestro continente. Los más avanzados, como los aztecas, los mayas y los incas, por cuanto a su modo de producción, vivían dentro del periodo de descomposición de la comunidad primitiva en su tránsito al esclavismo, y mostraban notables semejanzas con el modo de producción asiático. Pero las tribus nómadas estaban mucho más atrás, en una etapa en la que aún le faltaba cuantioso desarrollo al comunismo primitivo.

Hay que observar que estamos hablando de fines del siglo XV, el mismo momento en que los europeos emprendieron lo que se ha llamado los descubrimientos geográficos más importantes. En Europa hacía tiempo que había quedado atrás la comunidad primitiva e incluso el esclavismo; el modo de producción feudal era entonces el dominante y, en general, se iniciaba el proceso de la acumulación originaria de capital, que vendría a ser la base para, centurias después,  el arribo al modo de producción capitalista. La diferencia entre el grado de desarrollo de la base económica entre una y otras sociedades, era enorme, lo que se justifica porque los instrumentos de producción de las sociedades mesoamericanas y andinas eran rudimentarios, si se les compara con los que para entonces poseían las sociedades europeas. Como explica Lombardo, nuestros pueblos todavía

“no habían llegado al uso del hierro y de la rueda; carecían de animales de tracción; sus instrumentos de trabajo eran de piedra y de bronce”.

Además,

“la estructura de las tribus estaba basada en las relaciones del parentesco sanguíneo [y] su forma política más avanzada era la de confederación de tribus”.[3]

Tenían esclavos, es verdad, pero igual que en su momento sucedió en Grecia y Roma, lo eran de manera temporal; no constituían la fuerza productiva principal ni se les consideraba propiedad de sus amos; por tanto, tampoco los podían comprar ni vender. Como se dijo, se hallaban en la transición de la comunidad primitiva al esclavismo, pero en Europa esa misma transición se había dado algunos miles de años antes. Una vez más se comprueba el carácter desigual del desarrollo de los pueblos, desde el punto de vista cronológico.

No confundir los modos de producción con las superestructuras de las sociedades.

Debemos cuidarnos de confundir lo que se refiere a los modos de producción, que de acuerdo con el marxismo corresponden a la estructura o base económica de las sociedades, con las superestructuras: la ciencia, el arte, el derecho, la política, la religión y otras. Existe una correspondencia entre la primera y las segundas, y una interinfluencia –donde la base o estructura económica incide con mayor fuerza sobre las superestructuras, que éstas entre sí y que las superestructuras sobre la base–, es cierto; sin embargo, la relación no es automática ni mecánica, sino dialéctica y llena de complejidades. En el caso que nos ocupa,por cuanto a las superestructuras, los pueblos más desarrollados de nuestro continente construían grandiosas obras de ingeniería hidráulica y monumentales palacios y templos; sus conocimientos astronómicos eran avanzados; medían el tiempo con precisión y superaban a las civilizaciones europeas de la época en diversos, importantes aspectos; todo esto es cierto, como Lombardo, gran conocedor y admirador de su genio, lo expresa:

...la portentosa Tenochtitlan, asombró a los europeos...
…la portentosa Tenochtitlan, asombró a los europeos…

“… habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra Era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano. Su conocimiento de la flora y de la fauna era profundo y la clasificación que hicieron de sus especies puede considerarse ejemplar. La agricultura conocía el trabajo intensivo de la tierra, gracias a ingeniosos sistemas de irrigación. Sus industrias, limitadas a los útiles de producción que poseían, eran de una gran riqueza: cerámica, telas, orfebrería, pulimento de piedras preciosas, mosaicos de pluma entre otras muchas. La arquitectura había llegado a las obras monumentales del arte superior, integrada por la escultura y las pinturas murales. Las leyes o normas que regían la sociedad obedecían a un principio de codificación lógica.”[4]

Sin embargo, a pesar de su alto desarrollo cultural, estaban en desventaja respecto de los invasores europeos desde el punto de vista técnico, porque el  modo de producción de éstos era otro, más avanzado. En el aspecto de la guerra, disponían de armas de fuego, armaduras metálicas y espadas de acero; además, usaban el caballo como instrumento de pelea, desconocido en nuestro territorio. Por eso y también por su crueldad, doblegaron a nuestros pueblos a sangre y fuego; se apropiaron de nuestros territorios y diezmaron a la población aborigen, por muertes violentas y trato inhumano. Además, como Lombardo lo advierte, destruyeron sus culturas, les arrebataron sus tesoros, demolieron sus templos, prohibieron sus creencias, invalidaron sus tradiciones y establecieron el régimen colonial que estuvo plagado de terribles injusticias, ocasionadas por la más desmedida e inhumana ambición:

“A tal punto llegó en los españoles la fiebre por el oro y la plata, que para justificar la horrible explotación de los indios en las minas y en la construcción de edificios públicos, caminos y casas propias de sus amos, algunos de éstos inventaron la teoría de que los mexicanos no eran hombres, sino bestias, no merecedores a consideraciones y respeto”.[5]

Con lo conquista, los españoles impusieron formas de explotación desconocidas por los pueblos originarios.

...los españoles impusieron formas de explotación desconocidas por los pueblos originarios...
…los españoles impusieron formas de explotación desconocidas por los pueblos originarios…

La aparcería fue una modalidad de la servidumbre del Medioevo, que ellos ya habían vivido por largo tiempo: el español, terrateniente o encomendero, concedía a una comunidad o grupo de aparceros, indígenas,el derecho a cultivar cierta porción de tierras, quedando obligados a entregarle a cambio la mitad o más de la cosecha, procedimiento por el que, en los hechos, les expropiaban una parte substancial de los frutos de su trabajo.

El encomendero era el titular de una encomienda de indios, aquien la Corona dotaba con una extensión de tierras, por lo general sumamente extensa, que incluía a los pueblos indígenas asentados dentro de ella. La justificación ideológica de las encomiendas fue que se trataba de una obra piadosa, porque se decía que el encomendero convertiría a los indígenas a la fe católica para que así salvaran sus alamas. Pero la verdadera motivación era económica y estaba vinculada con la ambición, ya que el encomendero se enriquecía con el producto del trabajo de los indígenas, convertidos en aparceros, de igual forma que lo hacía el señor feudal, explotando a sus vasallos. La calidad de encomenderos la otorgaba la Corona, como “recompensa”, a personajes que, por su violencia, se destacaron en la guerra de conquista contra los pueblos originarios; o en su caso, a algunos otros individuos favorecidos también por la monarquía española, por las razones más diversas. Pero, como puede observarse, a pesar de que sus particularidades fueron distintas a las de la Europa medieval, este modo de producción no se diferencia del típico modo feudal.

Los españoles también impusieron a los indígenas una modalidad de esclavitud apenas disfrazada, en que los obligaban a trabajar en la producción minera en circunstancias inhumanas, y de esclavitud sin careta a los hombres y mujeres violentamente secuestrados en su tierra, África, a los que trajeron cargados de cadenas para que reemplazaran a las poblaciones indígenas que, por las terribles condiciones de explotación a que las sometían, iban siendo exterminadas.

Por otra parte, España estableció prohibiciones y límites a la producción agrícola y artesanal de la Nueva España, le impidió comerciar con las demás colonias de lo que hoy llamamos América Latina, y le impuso una inacabable cadena de trabas con el propósito de impedir su desarrollo económico –y el de todas las colonias, a las que se sometía a igual trato- para evitar el riesgo de su ulterior liberación. Lombardo lo sintetiza en pocas líneas:

“Lo que el pueblo vivió fue el régimen del latifundio, de la esclavitud en las minas, del monopolio del comercio, de los estancos, de las alcabalas, del crédito usurario, de la corrupción de los tribunales de justicia, de la administración pública burocratizada e ineficaz, del vicio en la política, de la intolerancias y de los crímenes de la Santa Inquisición, de la persecución del pensamiento, del sometimiento del gobierno civil al poder eclesiástico y del dominio omnímodo de la Iglesia Católica en todos los actos importantes de la vida humana”.[6]

¿Qué efectos tuvo la conquista sobre el modo de producción imperante en el México prehispánico?

De acuerdo con la concepción de Lombardo, la invasión europea y toda su secuela de hechos, ya señalada, frenaron el desarrollo de las fuerzas productivas propias del modo de producción comunal primigenio –que era el dominante al momento de la irrupción– e imposibilitaron, por tanto, que, llegado el momento, se produjera la contradicción dialéctica entre ese desarrollo y las relaciones de producción para que se diera el salto a un modo más avanzado, que en ese caso vendría a ser el esclavismo. Y de igual manera truncaron la posibilidad de que, en otro momento histórico, posterior, se repitiera el ciclo que iría del desenvolvimiento de las fuerzas productivas durante un esclavismo dominante –que en nuestro caso ya no existió—hasta que, con la lucha de clases de por medio, entraran en contradicción con las relaciones de producción, y se resolviera el conflicto con un salto cualitativo que arribara al modo feudal, y así en adelante.

América Latina, proceso histórico objetivamente distinto...
América Latina, proceso histórico objetivamente distinto…

Con la colonización europea, en vez del proceso dialéctico señalado, se constituyó lo que en mi opinión se podría definir como una mezcla de distintos modos de producción que operaban con simultaneidad: el comunismo primitivo –que ni siquiera llegó a desaparecer del todo durante los tres siglos de coloniaje—el esclavista y el feudal coexistiendo sin que alguno se constituyera en dominante. Por eso, soy de la opinión de que conformaron un hasta cierto punto novedoso modo de producción complejo[7], aclarando que su novedad se constriñe al hecho de que no fue previsto de manera explícita por los fundadores del marxismo, ya que obedeció a un proceso concreto diferente de los que ellos examinaron; aunque también hay que reiterar que se trató de la yuxtaposición de los ya estudiados y descritos por Marx y Engels. Y lo que es más importante, hay que subrayar que lo sucedido en nuestra región, en nada contradice lo planteado por los fundadores del marxismo, puesto que consiste en una diferencia regional particular que no afecta el contenido general ni cuestiona la validez del materialismo histórico, pero lo enriquece.[8]

Ahora bien, como ya vimos, la influencia no fue unilateral –nunca lo es en los procesos dialécticos—sino que el hallazgo del Continente Americano por parte de los europeos, y la relación abusiva que, con el coloniaje, impusieron los invasores, contribuyeron de manera poderosa a propiciar el ascenso, en ciertas regiones de Europa, de una clase social –la burguesía– que ya se había gestado y se abría paso en el seno de la sociedad feudal todavía imperante, clase ascendente cuyos intereses reñían con los de la vieja nobleza propietaria de la tierra.

Pero además, esos mismos hechos dieron paso a otro proceso de diferenciación entre nuestra región geográfica y Europa: en tanto que nuestra región, víctima del colosal saqueo de sus recursos y sujeta a toda clase de trabas, a partir de la conquista tuvo un ritmo muy lento de desarrollo de sus fuerzas productivas durante largos tres siglos –que obviamente aumentaron el rezago– ciertos países de Europa –con Inglaterra, en primer término– que no estuvieron sujetas al tipo de políticas restrictivas que España impuso a sus colonias y tuvieron una temprana revolución industrial, se desenvolvieron a un ritmo rápido, que vino a profundizar mucho más el abismo que ya las separaba en materia de adelanto económico.

Inglaterra, en efecto, fue la principal beneficiaria final del inmenso despojo del oro, la plata y piedras preciosas, entre otros valiosos elementos, factor importantes que sumado a otros repercutió en su avance con rapidez en el proceso de transición del feudalismo al capitalismo. Por su parte, España y Portugal, a pesar de haber estado entre los más grandes saqueadores iniciales de los recursos de la actual América Latina por su dominio directo sobre grandes porciones del territorio del subcontinente, por paradójico que parezca a fin de cuentas no capitalizaron los beneficios, sobre todo a causa del fuerte arraigo del feudalismo en sus sociedades y como resultado también de su consecuente, mínimo desarrollo manufacturero e industrial previo. Por tanto, acabaron siendo simples puntos de tránsito de los enormes caudales de riquezas, de nuestra región, hacia Inglaterra y otras potencias.

Desarrollo desigual y modos de producción diferenciados, en América Latina, respecto de Europa y Norteamérica.

Tres siglos después, hacia los inicios del XIX, la prolongada dominación europea desembocó en el estallido de las luchas por la independencia en toda América Latina, de manera prácticamente simultánea. De acuerdo con el análisis marxista de Lombardo, sin desestimar el anhelo de liberación política que existía, a esas luchas las motivó, sobre todo, el hecho de que las fuerzas productivas materiales, a pesar de su lento desarrollo, finalmente habían entrado en contradicción con las relaciones de producción vigentes que paralizaban el desarrollo de la economía. Para resolver esa contradicción no podría bastar con la independencia política, como no bastó; hacían falta transformaciones en la estructura económica que liquidaran los arcaicos componentes de aquel modo de producción, complejo, pero sumamente rezagado, dado que en Europa y América del Norte, el capitalismo ya era una realidad, en tanto nuestras sociedades, sin excepción, se mantenían inmersas en la mezcla descrita de modos precapitalistas de producción.

...en Europa y América del Norte, el capitalismo ya era una realidad, en tanto en América Latina se mantenían los modos de producción precapitalistas...
…en Europa y América del Norte, el capitalismo ya era una realidad, en tanto en América Latina se mantenían los modos de producción precapitalistas…

Comprendiéndolo así, y considerando sus características y composición, así como las ideas que se fueron plasmando, en el transcurso de la lucha emancipadora, en los que vendrían a ser documentos programáticos vitales, Lombardo definió la que estalló en 1810, en la Nueva España, como una revolución por la independencia y, al mismo tiempo y sobre todo, una guerra de clases antiesclavista y antifeudal.

Pero la de México como las demás luchas liberadoras de la región, en aquel momento alcanzó la independencia política nada más. No se alcanzaron metas superiores porque la correlación de fuerzas no lo permitió. El objetivo de destruir las relaciones de producción, esclavistas y feudales, quedó pendiente. En ese marco, para nuestra nación incipiente, igual que para las demás antiguas colonias, dice Lombardo, hubo necesidad de solucionar “un doble y trascendental problema, por una parte, el de revisar la estructura económica, social y política del largo período colonial para crear las bases sobre las cuales se asentaría su nueva vida, y por otra parte, el problema de las relaciones entre los Estados que surgían a la vida internacional.”[9] Y como era natural que sucediera, al no haber sido destruida la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la lucha estalló de nueva cuenta, tomando la forma de un enfrentamiento entre liberales y conservadores, pero que en el fondo era la continuidad de la revolución antifeudal y contra el esclavismo. Esta etapa culminó con la derrota de los conservadores y la elaboración de las Leyes de Reforma; pero la dictadura de Porfirio Díaz ocasionó que, otra vez, nuestra lucha revolucionaria quedara trunca, sin alcanzar sus objetivos profundos de transformación social. Por eso, necesariamente tendría que estallar, en su momento, lo que Lombardo llamó también el tercer tiempo del proceso revolucionario de México.

  [1] Sexto fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”. Próximamente será publicada por el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”. [2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”. [3] Lombardo, “La personalidad de México”, en ¿Moscú o Pekín?, La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975, pág. 82. [4] Ibidem. [5] Vicente Lombardo Toledano, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO. Noviembre-diciembre de 1947. Primera edición, 1947, Universidad Obrera de México. Segunda edición facsimilar, 2010, CEFPSVLT. Pág. 6. [6] Op cit., pág. 7. [7] Sobre los argumentos que fundamentan la propuesta de denominación “modo de producción complejo”, ver Cuauhtémoc Amezcua Dromundo y Martha Elvia García García, Análisis de la concepción marxista de Vicente Lombardo Toledano sobre el desarrollo de la historia. México, 2011, CEFPSVLT. Pp. 32-33. [8] Sobre el fenómeno de las alteraciones al desarrollo materialista-histórico de esta región geográfica, derivadas de la irrupción europea, ver Cuauhtémoc Amezcua Dromundo y Martha Elvia García García, Análisis de la concepción marxista de Vicente Lombardo Toledano, op cit., pp. 103-104. [9] Vicente Lombardo Toledano, “El drama de los pueblos de América Latina”, en La Confederación de Trabajadores de América Latina ha concluido su misión histórica. Este documento fue escrito por Vicente Lombardo Toledano precisamente cuando la Confederación de Trabajadores de América Latina dio por concluidas sus tareas, y se publicó como folleto por esa misma organización. Ha sido reproducido en numerosas ocasiones, la más reciente, por el CEFPSVLT que lo incluyó en la versión facsimilar de Por un mundo mejor, diario de una organización obrera durante la segunda guerra mundial, t. I, p. VIII1. 2007.

X