Introducción del libro Lombardo y su influencia en la vida política de México

Introducción del libro Lombardo y su influencia en la vida política de México

Por considerarlo de interés, reproducimos las Introducción del libro “Lombardo y su influencia en la vida política de México”, que fue presentado en la XXXVI Feria Internacional del libro del Palacio de Minería, en la ciudad de México, el 28 de febrero de 2015.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

INTRODUCCIÓN.

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Esta investigación tiene el propósito de dilucidar si el doctor Vicente Lombardo Toledano y sus ideas, sustentadas en la filosofía del materialismo dialéctico e histórico, influyeron en el devenir de México, en sus transformaciones económicas, políticas y sociales durante la última mitad del Siglo XX y lo que va del XXI, en especial por cuanto a la actividad que el pensador político y brillante polemista desarrolló en el frente parlamentario y el trabajo que desplegaron, en esa misma palestra, sus discípulos y compañeros, considerando que la Tribuna del Congreso, por sí misma y por las repercusiones que puede alcanzar, constituye una arena fundamental para la batalla de las ideas. Y en caso de que la respuesta sea afirmativa, en qué contexto y en qué medida lo hicieron.

Por cuanto al periodo que comprende la investigación, se ajusta al que va de 1948, año en que surge el Partido Popular a la vida pública, a 1994, último en que participa en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, aunque también se establece el entorno histórico y se reflexiona sobre lo sucedido antes y después de las fechas señaladas.

La estructura de este trabajo está organizada en cuatro capítulos. El primero se dedica al análisis de las ideas de Lombardo Toledano sobre la política en general y, en particular, sobre la política revolucionaria entendida como “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”[1], como el propio dirigente la definiera. En el mismo capítulo se analizan asimismo, a la luz de la filosofía marxista, las concepciones que el fundador de la Confederación de Trabajadores de México y del Partido Popular enarboló respecto del objetivo inmediato que los luchadores revolucionarios deberían proponerse en México y sobre la estrategia y la táctica idóneas para transformar nuestra realidad en una superior, confrontando sus enfoques con los de organizaciones y líderes que, asumiéndose también como marxistas, sin embargo diferían de manera profunda respecto de las que sostuvo Lombardo. Se examinan también el programa y los instrumentos para la liberación de nuestro país respecto del imperialismo, apartado que incluye la función que, de acuerdo con su fundador, correspondería al partido político de referencia, mismo que, dentro del lapso 1948-1994, tuvo dos nombres: primero, Partido Popular, y más tarde Partido Popular Socialista.

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, Daniel Solorio Ramírez, Belisario Aguilar Olvera. Presentación de Libro LOMBARDO Y SU INFLUENCIA EN LA VIDA POLÍTICA DE MÉXICO. FILPM XXXVI.
Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, Daniel Solorio Ramírez, Belisario Aguilar Olvera. Presentación de Libro LOMBARDO Y SU INFLUENCIA EN LA VIDA POLÍTICA DE MÉXICO. FILPM XXXVI.

El segundo capítulo se dedica al tema de la estructura económica de la sociedad mexicana a mediados del siglo XX. En él se abordan las concepciones del político y pensador revolucionario sobre la vía para desarrollar las fuerzas productivas nacionales con independencia y progreso social, confrontando sus ideas con las que impulsaban los ideólogos del capital transnacional y la burguesía interna ligada a éste. Asimismo, se evidencian el origen y las causas de la intervención estatal mexicana en el ámbito de la economía. Se examina este intervencionismo y se comprueba que su naturaleza no es semejante, sino inversa al que postuló el célebre economista británico John Maynard Keynes. También se aborda, como cuestión ilustrativa, la estrategia obrera que condujo a la nacionalización petrolera.

En este mismo capítulo se analiza el carácter contradictorio que tuvo la evolución de nuestra economía por cuanto a la participación en ella del Estado, que tuvo una tendencia intervencionista durante décadas dominante, y se aspira a dilucidar cuál fue la influencia de Lombardo y sus ideas en esa tendencia que se expresó, entre otros hechos, en la nacionalización de ramas fundamentales de la economía nacional y de empresas relevantes; se examina, entre otros, el caso de la Industria eléctrica. Además, se aborda con amplitud la trascendente iniciativa de Lombardo para adicionar la Constitución con un nuevo capítulo en materia económica, y se da seguimiento a la evolución del debate que se produjo sobre ésta en el seno del Parlamento y fuera del mismo.

Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.
Cúpula del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. El Maestro, obra de Orozco.

El mismo capítulo se propone hacer evidentes las principales tendencias económicas a partir de la década de los setentas, y su coincidencia con el momento histórico en que se agudiza el debate teórico y político sobre el camino económico de México, iniciado por Lombardo. Con ese objetivo, se analizan las tendencias en materia de inversión pública y privada, inversión extranjera directa y deuda externa. También se examina la cuestión de la nacionalización de la banca, decretada por el gobierno de José López Portillo en 1982, y las secuelas que tuvo. Se estudia la etapa posterior en que se abandona la vía de la intervención del Estado, a partir de 1983, con la Reforma económica de Miguel de la Madrid, y, dentro de ésta, se dilucidan los conceptos de Rectoría del Estado, Renovación moral y Planeación económica. Igualmente, se analiza la privatización de la banca, puesta en marcha en el sexenio delamadridista, primero de manera furtiva, cuando apenas habían transcurrido dos meses del momento en que se decretó su nacionalización, y más tarde ya con descaro. El capítulo se ocupa también del proceso general de privatizaciones que arrancó entonces, y se aborda el asunto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN.

En todos estos asuntos, como ya se dijo, se tiene como objetivo dilucidar y documentar la influencia del maestro Lombardo Toledano y su partido en los cambios registrados, a partir de su actividad sobre todo en el frente parlamentario.

El tercer capítulo se ocupa de la superestructura política y examina cuestiones vinculadas con la democracia política; la Reforma del Estado y los Poderes de la Unión, entre otros. Dado que en las últimas décadas se puso de moda hablar de un supuesto tránsito de un régimen autoritario a la democracia en México, cuyo periodo de realización coincide con la puesta en marcha del neoliberalismo, que es intensamente antidemocrático, se emprende el análisis de éste, empezando por enmarcarlo conceptualmente y, además, se le pone en su contexto histórico y social, buscando desentrañar los nexos que existen entre lo que sucede en el ámbito de la política contemporánea y las luchas que libró nuestro pueblo en el pasado, destacando asimismo los vínculos de la política con la economía y con los ámbitos jurídico y social.

También se analizan, a la luz de las concepciones de Lombardo Toledano, las principales participaciones que los parlamentarios lombardistas sostuvieron a lo largo de catorce legislaturas de la Cámara de Diputados y, en el Senado de la República, en dos, con respecto de asuntos vinculados con la democracia y los derechos ciudadanos; con los procesos electorales; con los partidos y el sistema de partidos y con el sistema de representación. De igual manera, los que ligan la vida democrática con el derecho a la información y los relacionados con la reforma del Estado. Temas como el federalismo y la organización municipal; la seguridad nacional; los atributos y funciones de los Poderes de la Unión y las relaciones que vinculan entre ellos a dichos Poderes. Además, cuestiones como la soberanía nacional y la soberanía popular en sus distintos aspectos: soberanía económica, política, energética, alimentaria, y los vínculos de aquélla con la identidad cultural, el patrimonio histórico y el tema concreto de la democracia.

 Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.
Vicente Lombardo Toledano, pensador marxista y dirigente político de la clase trabajadora.

Por cuanto a la formación, cultura e identidad nacional, se aborda el tema de las raíces de nuestra identidad, de las culturas indígenas y, en particular, de la cultura náhuatl. Asimismo, el de la necesidad de preservar nuestro patrimonio cultural, sobre todo en tiempos de la globalización neoliberal; se habla del Centro Histórico de la Ciudad de México y del patrimonio histórico submarino; de la identidad nacional y la formación del mexicano de nuestro tiempo; y bajo este rubro general, se exploran, en concreto, la reforma educativa y la revolución tecnológica; los temas de la educación, de la autonomía universitaria y de la libertad de cátedra; de las reformas de 1991 y 1992 al artículo 3° de la Carta Magna; de la formación de los educadores que México necesita, y de los medios masivos de comunicación y su interacción con la identidad cultural de los mexicanos.

El capítulo cuarto, por su parte, tiene como propósito contestar a la cuestión de en qué medida Vicente Lombardo Toledano y su pensamiento han influido en el devenir de México en el ámbito social. Se examinan, desde el punto de vista conceptual, los vínculos entre la democracia social, la democracia económica y la democracia política. También, las cuestiones relativas a los derechos sociales y las clases sociales. Se exploran los asuntos que tienen que ver con los derechos de la población indígena; el derecho al trabajo digno y socialmente útil; el derecho a la salud; la defensa del patrimonio ecológico como parte del derecho a un ambiente sano; el derecho a la educación; el derecho a la vivienda, y el problema del transporte urbano. En todos esos temas, se busca dilucidar la influencia de las de ideas de Lombardo, como ya se dijo, en los cambios registrados a partir de su actividad y la de sus seguidores, particularmente en el frente parlamentario.

También, con respecto de las cuestiones relacionadas con los derechos sociales de la clase obrera, como el contrato colectivo de trabajo de carácter obligatorio; la ampliación de la competencia federal en materia laboral; el derecho de huelga; la necesidad de mejorar la capacidad adquisitiva del salario; los salarios mínimos generales y profesionales y el salario remunerador; la perversión de la política de subsidios; la escala móvil de los salarios; los derechos de los trabajadores jubilados; la presunta caducidad del apartado B del artículo 123 de la Constitución, y de diversos aspectos de la seguridad social. Asimismo se abordan los derechos sociales de los campesinos, donde entran asuntos como la Reforma Agraria; el derecho de amparo en materia agraria; la explotación colectiva de la tierra; la Ley de Fomento Agropecuario; la Reforma de 1991 al artículo 27; la Ley Agraria, y la iniciativa para restituir las bases históricas del mismo artículo.

Enfoque metodológico.

El enfoque metodológico que se utiliza es el de la interconexión e interinfluencia de los diversos fenómenos de la sociedad. Según esta óptica, la economía y la política están indisolublemente vinculadas, de tal manera que los hechos de significación, las transformaciones y los cambios que se dan en una de estas esferas repercuten en la otra y viceversa. Lo mismo sucede con respecto a los ámbitos de lo social, lo jurídico y lo cultural, entre otros. Porque de todas estas disciplinas, ninguna está aislada de las demás, ni los movimientos que registran constituyen simples proyecciones ni reproducciones mecánicas, unas de otras. Lo que existe es una interacción recíproca común, de carácter complejo.[2]

El proceso de cambios que se da en el ámbito de lo político, de acuerdo con este método, es parte de una dinámica de conjunto, de un entrelazamiento con otras actividades sociales que son objeto de estudio de disciplinas tales como la economía, el derecho y la sociología. Por tanto, es necesario poner en su contexto general el proceso de los cambios que se vienen dando en las diversas esferas citadas, de la economía, la política y el ámbito de lo social, tanto en el plano nacional como en el internacional, dado que la influencia de las fuerzas externas y de la dinámica de los cambios producidos en la arena mundial, llega a alcanzar en ocasiones un influjo altamente significativo. Por lo que hace a este último factor, en el lapso comprendido en este trabajo (1949-1994), la arena internacional estuvo dominada primero y en su mayor parte por la llamada guerra fría, y más tarde por su desenlace y el periodo que se ha denominado de la posguerra fría, o de la globalización neoliberal. Las diferentes circunstancias de una etapa y otra han modificado notablemente la correlación de fuerzas en el planeta y, sin ser determinantes, sin embargo han incidido con gran fuerza en los acontecimientos internos en México, como también en otros países.

Me propongo asimismo observar la participación medular, en todo este proceso, de un conjunto de instituciones nacionales de notable vigor. Se trata de instituciones que han gozado de originalidad, en tanto que fueron las respuestas propias que encontró la sociedad mexicana a problemas que ésta enfrentaba, sin que mediara la copia de soluciones ajenas. Se trata de instituciones que han sido eficaces y que en buena medida deben su vigor y su validez precisamente a este carácter original, pero sobre todo al acierto de su diseño. Es el caso de muchas de las que se originaron en el periodo de nuestra historia que inicia en 1917 y va hasta mediados del siglo o más allá, aunque varias de ellas tenían antecedentes de mayor profundidad en el tiempo. Entre estas instituciones originales y vigorosas se debe mencionar en primer término a la Constitución de 1917, documento que fue innovador y cuya estructura y contenido vinieron a romper con la doctrina constitucional que era reconocida y aceptada en el mundo, hasta entonces. Porque la doctrina dominante era la del modelo constitucional clásico, según el cual estos documentos habían de ser breves y circunscribirse al establecimiento de las normas sobre la organización del Estado y las garantías individuales, nada más. Su prototipo había sido la Constitución de Estados Unidos de Norteamérica. Pero la nuestra se salió de ese esquema; innovó e incorporó diversos principios y tesis de orden económico y social que le dieron un perfil distinto y socialmente superior, aunque al hacerlo tuvo que enfrentar múltiples resistencias.

En efecto, en tanto el Constituyente de 1916-17 debatía, en su seno y fuera de él se escuchaban opiniones acremente críticas al proyecto que iba surgiendo, porque, decían, era muy extenso y farragoso. Se le rechazaba sobre todo porque incorporaba tesis como la que afirma el dominio de la nación sobre las riquezas de su territorio; también la Reforma Agraria y el reconocimiento de los derechos de la clase obrera. La intervención del diputado Heriberto Jara fue relevante respecto a “… lo que cabe o lo que debe caber y no debe caber en la Constitución”.

Jara manifestó, con ironía:

Destacado diputado constituyente de 1916-17. Foto del Archivo General de la Nación.
Destacado diputado constituyente de 1916-17. Foto del Archivo General de la Nación.

“Yo quiero que alguien nos diga, alguien de los más ilustrados, de los científicos (risas), de los estadistas, ¿quién ha hecho la pauta de las constituciones? ¿Quién ha señalado los centímetros que debe tener una Constitución, quién ha dicho cuántos renglones, cuántos capítulos y cuántas letras son los que deben formar una Constitución? Es ridículo sencillamente; eso ha quedado reservado al criterio de los pueblos, eso ha obedecido a las necesidades de los mismos pueblos; la formación de las constituciones no ha sido otra cosa sino el resultado de la experiencia, el resultado de los deseos, el resultado de los anhelos del pueblo, condensados en eso que se ha dado en llamar constituciones”.[3]

La propia Constitución Mexicana forjó muchas otras instituciones originales de innegable importancia. Definió de una manera novedosa conceptos políticos y sociológicos que dieron origen a instituciones distintas a las que habían dominado en el mundo desde el triunfo de las revoluciones liberales. Por ejemplo, sobre democracia y soberanía, en el 39 establece que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”; y el artículo 40, que define la forma de gobierno que será el de una: “…república representativa, democrática, federal…”, e insiste en que se trata de una “democracia representativa”.[4]

Pero el aspecto novedoso está en el artículo el tercero, cuyo tema principal curiosamente es el de la educación y no de la organización política del país, como los ya citados. En el inciso “a” de la base segunda de este artículo se define la democracia “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”[5], según la trascendente reforma que data del año de 1946.

También son novedosos y sumamente avanzados los tratamientos de la Carta sobre la propiedad originaria; los derechos sociales y la función que corresponde al Estado respecto de estos derechos, estando obligado a tutelarlos. Es novedoso asimismo el asunto de la relación entre el Estado y la iglesia.

En cuanto al primero de estos tres asuntos, el artículo 27 de la Constitución de 1917 estableció en su texto que “La propiedad de tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada”.[6] Esta concepción novedosa vino a reducir la propiedad privada a la categoría de concesión otorgada por el Estado, con lo que se alejó de un principio fundamental en las constituciones liberales del mundo, que proclama que la propiedad privada es inherente a la persona humana y constituye un principio fundamental del sistema capitalista.

Por cuanto al segundo asunto mencionado, el de los derechos sociales, el artículo 123 se distancia de otro principio hasta entonces intocado. Es el principio según el cual el Estado debe ser un ente neutral en el conflicto de intereses entre las clases sociales. En nuestro caso, le dio al Estado mexicano la responsabilidad de tutelar los derechos de los trabajadores frente a los patrones, mandatándolo a estar de parte de la clase explotada y no de los explotadores.

Y, por lo que se refiere al tercer tópico, el de las relaciones Estado-iglesia, el artículo 130 emanado del Congreso Constituyente de 1917 y vigente hasta 1992, declaró que “La ley no reconoce personalidad alguna a las agrupaciones religiosas denominadas iglesias”. Esta es otra tesis novedosa, sin precedentes, que quebró la fuerza política de facto de la que gozaba el alto clero católico. El debate en este tema fue sobre si compete o no a los ministros de culto, más allá de sus funciones propiamente religiosas, participar corporativamente en los asuntos públicos, como lo hacían los dirigentes eclesiales a nombre de la Iglesia, para resolver a favor de sus intereses los más diversos asuntos públicos, tales como el otorgamiento de concesiones, la designación de funcionarios y el contenido de leyes y decretos, entre otros muchos. La opinión del Congreso fue que se trataba de un abuso que no debería darse más.[7]

Y sin duda se debe incluir al propio Estado mexicano entre las instituciones que constituyeron planteamientos originales y novedosos en la Constitución de 1917. No tanto por su estructura, sino por sus funciones, notoriamente diferentes de las que se asignan a cualquier Estado liberal clásico, como se analizará en el cuerpo de este trabajo.

Finalmente, entre las instituciones nacionales surgidas en la mencionada etapa y que interactuaron respecto de los cambios económicos, sociales, culturales y políticos que hoy se observan, están también los partidos políticos nacionales permanentes que fueron apareciendo en la vida pública a partir de finales de la década de los veintes. Los partidos políticos habrían de actuar e influir en el seno de los Poderes de la Unión, sobre todo el Legislativo, impulsando unas medidas, resistiendo otras y hasta combatiendo otras más, según sus intereses de clase, sus concepciones filosóficas y sus proyectos de nación, e incidirían no sólo en lo que se refiere a las modificaciones de la superestructura jurídica, sino también en la conformación de la opinión pública, en la Academia, en el ámbito laboral y en sectores importantes de la sociedad, de la que ellos mismos forman parte, contribuyendo de esta manera a modelar la correlación de fuerzas dominante de cada momento.

[1] Vicente Lombardo Toledano. “La política y las leyes de la realidad”, en ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975. Pág. 19.

[2] Se trata del método dialéctico, instrumento que utiliza el pensamiento marxista. Sobre este método proceden dos aclaraciones. Primera, las corrientes ideológicas dominantes en nuestros días se han apresurado a declararlo superado o carente de validez, pero han sido incapaces de sustentar su dicho. Segunda, el marxismo vulgar ha deformado al método dialéctico presentándolo erróneamente como determinista, cuando en realidad es un método integral y dinámico.

[3] Intervención del diputado Heriberto Jara en la sesión permanente del Congreso Constituyente celebrada los días 29, 30 y 31 de enero de 1917, en Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus Constituciones. México, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, primera edición XLVI Legislatura, 1966; cuarta edición, LV Legislatura, 1994, p. 511.

[4] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[5] Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] Ver Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus constituciones. México, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, primera edición XLVI Legislatura, 1966; cuarta edición, LV Legislatura, 1994.  Tomo XII, pp. 1069 a 1137.

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Enrique Ramírez y Ramírez

Lombardo, el hombre

En recuerdo del eminente político Enrique Ramírez y Ramírez, este Centro de Estudios publica un fragmento de la conferencia que dictó, en abril de 1980, de título “Lombardo Toledano en el movimiento obrero”.

LOMBARDO, EL HOMBRE 

Enrique Ramírez y Ramírez (1915 - 1980)
Enrique Ramírez y Ramírez (1915 – 1980)

Yo me siento con plena autoridad moral, para hablar de Lombardo Toledano, porque tuve el honor de vivir, trabajar y luchar muchos años cerca de él. Fui adversario suyo en ocasiones y otras, las más durante veinte años, fui su colaborador. Lo conocí de cuerpo entero. No lo deifiqué nunca, ni estoy dispuesto a deificarlo; lo conocía en su vida real; sé de su grandeza y también supe de su debilidad. Algunas veces se expresó él con palabras muy poco amables para mí y yo también lo hice en ocasiones, pero jamás, ni en los días de nuestro distanciamiento mayor, perdí de vista la estatura del hombre y su significación enorme para el movimiento obrero y para el desarrollo político.

Lombardo es uno de los grandes constructores del movimiento obrero mexicano. Lombardo, él en primer lugar, con la ayuda de muchos otros, elevó al movimiento obrero a un nivel ideológico, estratégico, táctico, doctrinario, teórico, moral y político, de lo cual no había ejemplo semejante en el pasado anterior de la CTM.

"... el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México"
Presidente Lázaro Cárdenas (1895 – 1970)

Fue también, por eso, un par de Lázaro Cárdenas; fue por eso un elemento importantísimo para la construcción del frente nacional revolucionario, para la estructuración del nuevo partido en el poder. Lombardo Toledano construyó un partido, el Partido Popular, pero por encima de esa militancia, siempre perteneció a un partido más amplio: el partido de la Revolución Mexicana y el partido de la revolución social del siglo veinte en el mundo entero.

Fue un militante honesto. Era un intelectual superior; no un ensayo de intelectual ni una simulación de doctor, era un auténtico doctor. Era un universitario, flor de la Universidad de México, de las mejores creaciones humanas de la Universidad. Y alcanzó y tuvo una virtud singular: saber unir su destino, él, que era un intelectual de los grupos de selección, de las minorías, de la élite intelectual, supo unir su destino profunda y definitivamente a la lucha de las masas trabajadoras.

Dice alguna autora de uno de estos libros de análisis apresurado y a veces poco bien intencionado del movimiento obrero, que Lombardo Toledano carecía de base sindical cuando participó en la formación de la CTM. ¡Que no tenía base sindical! Hacía más de cinco años que había sido miembro del comité central de la CROM; inició la organización sindical del magisterio; era uno de los líderes, el más notable, de la CGOCM, y no tenía base sindical… Si ha habido líderes en México, con respeto, con aprecio en la masa trabajadora, uno de los más distinguidos entre ellos fue Lombardo Toledano; era un apasionado de los principios y abrazó los principios del socialismo con sinceridad tajante, exhaustiva.

Ramírez y Lombardo
Vicente Lombardo Toledano y Enrique Ramírez y Ramírez

Se entregó para siempre a la causa en la que llegó a creer por experiencia, por instinto y también por deliberación intelectual profunda. Si se habla del socialismo en México, hay que hablar de Lombardo Toledano; su obra, su parte en la obra, está allí. Habrá un día en que los trabajadores de México, cuando se hayan despejado las brumas de la confusión en que los medios de comunicación en manos de los enemigos del progreso social quieren envolverlo, envolver a las masas trabajadoras y confundirlas, habrá un día en que todos los trabajadores de México y todos los hombres interesados en la transformación social del país, reconozcan en Lombardo Toledano a uno de los héroes del trabajo y de la cultura en México.

  • Imagen de Vicente Lombardo Toledano y Enrique Ramírez y Ramírez albergada en la página Macro Economía.
  • Imagen de Enrique Ramírez y Ramírez albergada en la página Siempre.

LA CONCEPCIÓN EDUCATIVA DE VICENTE LOMBARDO TOLEDANO

La concepción educativa de Vicente Lombardo Toledano.

Por: Raúl Gutiérrez Lombardo.

El 28 de febrero del año de 1946, como reconocimiento a sus esfuerzos en defensa de la patria, en contra de sus enemigos del interior y del exterior, por ser y haber sido por ese motivo el mexicano más calumniado por los órganos de la prensa representativos de la regresión social y política del país, y por creer necesario estimular a quienes se signifiquen por su valor civil arrostrando las diatribas y las calumnias sólo por servir a la más noble de las causas posibles, los intelectuales —filósofos, artistas, técnicos y profesionales de todas las ramas del saber— más representativos de la cultura nacional tales como Alfonso Reyes, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Efraín Huerta, Martín Luis Guzmán, Eulalia Guzmán, Carlos Chávez, Leopoldo Méndez y muchos otros, deciden otorgar a Vicente Lombardo Toledano la “Condecoración del Combatiente”. Esta manifestación de solidaridad para el intelectual revolucionario y para el dirigente político, al considerarlo acreedor al título de haber sido el ciudadano de México más calumniado, ilustra varias cosas, pero ante todo el hecho de que la imagen que se puede crear de un hombre al manipular la información que sobre sus actividades y su acontecer se tiene, puede ser muy disímbola y no corresponder necesariamente a la realidad.

Es un hecho que Lombardo Toledano fue un hombre polémico, pero es totalmente distinto polemizar sobre puntos de vista divergentes, con los cuales puede uno estar o no de acuerdo, que utilizar la polémica para tergiversar la información que existe sobre la vida y la obra de un hombre.

Se ha dicho mucho acerca de lo que dijo Lombardo Toledano, pero pocas veces se ha analizado en qué circunstancias lo dijo para que, sobre esa base, se pueda comprender por qué lo dijo.

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, 1933. Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

Una de estas grandes falacias que se han manejado, a propósito de la figura de Lombardo Toledano, es la referente a su concepción educativa, concretamente la que se refiere al problema que se suscitó a raíz de las resoluciones del Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933, en donde se dijo que Lombardo Toledano quería instaurar en la Universidad Nacional Autónoma de México al marxismo como credo filosófico, atentando y coartando la libertad de cátedra y de investigación.

Los objetivos de esta plática serán dos: por un lado, demostrar que esa imagen creada es inexacta y, por otro, explicar, basado de preferencia, en sus propias declaraciones, cuál era la concepción educativa de Lombardo Toledano y de qué manera se relaciona con su praxis política.

Para empezar, quiero señalar que Lombardo Toledano tenía diversas concepciones educativas, y esto lo afirmo porque resulta obvio que no es lo mismo hablar de su concepción ideológica, entendiendo a la educación como elemento de acción política, que de su concepción pedagógica, entendiendo a la educación como elemento de capacitación práctica y teórica, o de su concepción educativa en el terreno de la cultura, entendiendo a la educación como proceso de conformación de una conciencia en el educando acerca de la cultura universal y nacional.

A este respecto, es necesario tomar en consideración, con todo lo que este juicio implica, que Vicente Lombardo Toledano fue de una dualidad excepcional, pues fue al mismo tiempo un trabajador intelectual y un hombre de acción, un pensador que habitaba las cumbres más altas del conocimiento y un activo luchador por la transformación social, que consagró su vida a la formación de la conciencia de los trabajadores y a la construcción de un proyecto de lucha política.

Al penetrar un poco en la vida de Lombardo Toledano, se advierte que no solamente las características del momento histórico en que vive van a determinar esta vocación educativa y política, sino, por las influencias que recibiera de sus maestros, porque, y esto también hay que aclararlo, Antonio Caso no fue el único maestro que tuvo, ya que en su proceso formativo se conjugan tres pensamientos: el filosófico de Antonio Caso, el ideológico de Pedro Henríquez Ureña y el metodológico de Agustín Aragón.

Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 - Buenos Aires, 1946).
Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 – Buenos Aires, 1946).

En la época en que Lombardo Toledano ingresó a la Universidad era la época en que el grupo de intelectuales más avanzados del país había formado una agrupación independiente del régimen, cuyos miembros emprendieron la crítica al positivismo mexicano que en aquel entonces conformaba el cuerpo de la filosofía oficial y era el sostén ideológico del porfirismo, el grupo denominado “Ateneo de la Juventud”, que con el tiempo se transformaría en el “Ateneo de México”. Este grupo contaba entre sus más importantes fundadores a Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Alberto J. Pani, Alfonso Pruneda, Martín Luis Guzmán, Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña. Los últimos dos, Caso y Henríquez Ureña, junto con el último de los grandes representantes del positivismo mexicano, Agustín Aragón, constituyeron la influencia más importante en la formación intelectual de Lombardo Toledano. De don Antonio Caso, decía:

Fue para mí y sigue siendo en el recuerdo y en mi afecto personal el maestro por antonomasia, primero en el bachillerato, más tarde en la Escuela de Jurisprudencia y, simultáneamente, en mis estudios de filosofía en la Escuela de Altos Estudios. Orador brillante, expositor magistral y hombre de gran simpatía, el maestro Caso formaba nuestras ideas en las principales ramas del saber, casi sin darse cuenta de las consecuencias que la filosofía idealista-espiritualista que preconizaba habrían de tener en la vida nuestra en cuanto dejáramos las aulas.

En lo que se refiere a Pedro Henríquez Ureña, Lombardo lo caracterizaba como “más que un estupendo profesor de literatura, como un humanista moderno, con una cultura excepcional, que vivía atento a nuestra formación intelectual, provocando interés en nosotros por el contacto con las fuentes principales de la cultura y por el desarrollo y las perspectivas del conocimiento”.

Y en lo que toca a Agustín Aragón, Lombardo relata que, “por su parte, lo que el ingeniero Agustín Aragón me enseñó principalmente, fue el amor a la ciencia como espina dorsal del conocimiento”.

Esta influencia de sus maestros lo impulsa, durante sus años de estudiante universitario, a fundar junto con Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca, la “Sociedad de Conferencias y Conciertos” —que se conocerá en el medio universitario con el nombre de “Grupo de los Siete Sabios” y más tarde como la “Generación del 15”— para canalizar su interés por los problemas de la cultura y de la educación nacional.

Fragmento del mural “La marcha de la libertad”, realizado por Diego Rivera.

El Ateneo de México tuvo entre sus iniciativas más importantes la de formar la Universidad Popular, destinada a difundir la cultura entre la gran masa de trabajadores mexicanos. Durante la fase armada de la Revolución Mexicana, la Universidad Popular cerró sus puertas, pero es reabierta hacia el final de la lucha armada y el rector Alfonso Pruneda invita al entonces aún estudiante Vicente Lombardo Toledano a hacerse cargo de su dirección. Este será el primer contacto de Lombardo Toledano con los trabajadores mexicanos de los cuales ya no se separaría. “Fue entonces cuando comprendí, comenta, toda la profundidad del drama social de México”.

Desde esta primera etapa de su vida profesional se manifiestan en Vicente Lombardo Toledano las dos características de su personalidad, que a partir de ese momento y hasta su muerte habrían de resultar inseparables: su vocación de maestro y su práctica política al servicio de la clase trabajadora.

Apenas acababa yo de terminar los estudios de derecho y filosofía —escribe Lombardo Toledano— cuando el positivismo de don Agustín Aragón, el espiritualismo de don Antonio Caso y el humanismo de Pedro Henríquez Ureña, entraron en conflicto en lo más profundo de mi conciencia, porque mientras fui, como ocurre a todos los estudiantes, un receptor de ideas, no advertía la incongruencia entre las enseñanzas recibidas pero, cuando terminé mis estudios y me incorporaba plenamente a las inquietudes del pueblo y particularmente a la lucha de la clase obrera de mi país, empecé a analizar críticamente el patrimonio intelectual de que disponía y pasé a una etapa nueva de mi existencia, caracterizada por el análisis crítico de las ideas y por una afición redoblada de ampliar mis conocimientos y darle unidad a mi pensamiento filosófico.

Este interés lo va a llevar, una vez nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria, en marzo de 1922, por acuerdo entre el entonces rector de la Universidad, Antonio Caso, y el Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, a cambiar radicalmente su organización y proponer nuevos programas de estudio. Es ilustrativo el hecho de que para comenzar, abrió a oposición todas las cátedras. De esta manera, ingresaron como profesores a la Escuela Nacional Preparatoria los intelectuales más valiosos de su tiempo. Lombardo Toledano puso tanto énfasis en su tarea de reorganización que, para no perder tiempo, decidió irse a vivir junto con su esposa al edificio de la preparatoria, tal como lo había hecho años atrás su fundador Gabino Barreda.

A partir de este momento empieza a formular las ideas fundamentales que para él deberían ser las directrices de la educación nacional, que consistían, básicamente, en la necesidad de emprender un gran esfuerzo por alfabetizar y enseñar el español a la masa de la población mexicana, con objeto de crear los rudimentos de una conciencia nacional. Comprendía con gran claridad el problema que representaba para la formación de dicha conciencia nacional la existencia de enormes diferencias étnicas y lingüísticas entre la población indígena de México, por lo que propuso que la enseñanza primaria se llevara a cabo, al menos en lo que respecta a los tres primeros años, en las lenguas indígenas respectivas de cada región del país. Estas ideas están expresadas en su obra El problema de la educación en México escrita en el año de 1924.

Karl Marx
Karl Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883).

En 1925 tendría lugar un acontecimiento que iba a influir decisivamente en la vida y en las ideas del maestro. En ese año, durante un viaje a Nueva York con motivo de un Congreso Internacional de Ciudades al que asistió, tuvo oportunidad de visitar las librerías de aquella ciudad y por primera vez tiene acceso a las obras de Marx y Engels. Estas obras las empieza a recibir posteriormente por correo y comienza así su estudio sistemático, las cuales habrían de ocuparle por el resto de su vida en el proceso de su utilización como herramienta de análisis de la sociedad.

Pero es importante resaltar, que una vez incorporada en su pensamiento la filosofía del materialismo dialéctico, su concepción educativa se consolida, pero mantiene la idea rectora de la necesidad inminente para el país de crear una sólida conciencia nacional y una pedagogía propia. A partir de aquí, en pocos años se empiezan a conformar en el pensamiento de Lombardo Toledano sus tesis educativas.

Estas tesis se pueden agrupar en tres bloques, siguiendo la consideración hecha inicialmente: en primer lugar, las relativas a la cultura, tanto universal como nacional, en segundo lugar, las relativas al sistema educativo nacional; y, por último, las relativas a los problemas generales de la educación del pueblo mexicano y en particular de la clase obrera.

Estos tres grandes bloques representan, a mi juicio, los criterios más certeros para ordenar y sistematizar la obra educativa de Lombardo Toledano y poder así iniciar un análisis detallado de las ideas contenidas. En la fase actual del estudio de la obra educativa de Lombardo Toledano que se está realizando en el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, se ha llegado a la con- formación de un proyecto de investigación que pretende seguir como objetivos el estudio de tres grandes líneas del pensamiento de Lombardo Toledano; podríamos decir que son las tres ideas directrices que constituyen el núcleo de su concepción educativa y pedagógica. Estas tres grandes ideas son:

1) La idea de que mientras no exista un medio de comunicación común entre todos los mexicanos, constituido éste por un idioma común, difícilmente puede pensarse en una reforma integral a la educación y difícilmente puede pensarse en la posibilidad de crear una conciencia nacional, por lo cual se presenta como imperiosa la necesidad de castellanizar a la nación, conservando al mismo tiempo las diversas lenguas indígenas y culturas.

Esto no quiere decir que se trate de una política de incorporación de los núcleos indígenas a la civilización occidental, pues para Lombardo Toledano eso no era sino una forma de encubrir una política de exterminación de los núcleos indígenas y con ello de todas sus tradiciones culturales, sino de conformar lo que él llamaba una cultura nacional propia del pueblo mexicano, fruto de su realidad histórica y social.

2) La idea de que las condiciones económicas, políticas y sociales en que se encontraba el país al comienzo de la década de los años treinta reclamaban de un modo imperioso la completa reconstrucción económica de la sociedad, y para ello era absolutamente indispensable dar un impulso decisivo a la industrialización del país.

Para llevar a cabo dicha tarea, el país requería de técnicos capacitados, mismos que no existían, por lo que, la tarea de crear escuelas con esa orientación adquiría una prioridad absoluta y por lo tanto, la necesidad de una planificación global del proyecto de nación y con ello de la educación. Paralelamente a la reestructuración del aparato productivo, se hacía necesaria la reestructuración completa del sistema de educación, nacional en el sentido de una vinculación total entre la escuela y la producción económica, acorde con las necesidades del país.

3) La idea que se refiere a la educación y la escuela con re- lación al sistema social en que ésta se encuentra inmersa.

Al proponer la necesidad de vincular indisolublemente la escuela al aparato productivo, se plantea la pregunta por el papel social e ideológico que la escuela debe jugar en la transformación revolucionaria de la sociedad. En este punto, el pensamiento de Lombardo Toledano lucha en dos frentes: por un lado, propiamente el de la polémica, y por el otro, el de la acción directa. A su vez, la polémica es doble, pues por un lado nos encontramos con la polémica y la lucha frente a la reacción y el clero político, que han intentado durante todo el periodo de la historia de México que va desde la Reforma hasta nuestros días, rescatar el control total o parcial de la educación, controlando la enseñanza privada o intentando influir en la orientación de la educación nacional, para tener la posibilidad de intervenir en el curso futuro de la nación a través de la conciencia popular; y por otro lado, tenemos la polémica con los que llamaba “la izquierda delirante”, construida principalmente por los militantes comunistas de los llamados “ortodoxos”, principalmente de orientación troskista, que han sostenido siempre la imposibilidad de una escuela orientada a la transformación socialista de la sociedad mexicana mientras exista un régimen capitalista de producción.

universidad obreraLombardo Toledano pensaba que la escuela, fruto de un estado determinado de la sociedad, no sólo sirve para justificar el régimen histórico dentro del cual se ha producido, sino también, poseyendo una orientación definida, para preparar la conciencia popular con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad. Siempre estuvo convencido de que la escuela debía jugar un papel importante en la lucha por la construcción de una nueva sociedad. Eso explica la razón por la cual fundó y dirigió la Universidad Obrera de México; eso también explica su decidido impulso para la creación del Instituto Politécnico Nacional; o su atención por los problemas de la Escuela Normal y la orientación y preparación de los maestros; o su marcado interés por la publicación de todo tipo de instrumentos de educación para el pueblo.

En suma, podríamos adelantar, a manera de síntesis preliminar, que la concepción educativa de Lombardo Toledano se conforma en tres planos: en primer término, la educación como cultura, en donde sostiene (véase la polémica del congreso de 1933) que: la cultura es un simple instrumento del hombre, no es, por consiguiente, una finalidad en sí. No hay régimen histórico que no haya tenido a su servicio una manera de pensar la vida, una serie de juicios que tratan, en primer término, de hacer que perseveren, de hacer que se mantengan las instituciones que caracterizan a ese régimen histórico Por lo mismo, si entendemos que la cultura es un medio, si aceptamos que los valores culturales no son todos iguales, si creemos que en la época moderna más que en ninguna otra no se pueden entender los problemas sociales sino tomando como eje, como base de explicación el fenómeno económico, entonces, para ser consecuentes con nuestra creencia científica, tendremos que admitir que los otros valores de la cultura están íntimamente vinculados al valor económico.

En segundo término, la educación como pedagogía, en donde maneja la idea de crear una nueva pedagogía, una nueva manera de entender la enseñanza con el consiguiente establecimiento de los institutos y colegios superiores para lograrlo; por ello, el deber de dar a la educación una orientación definida. A este respecto decía:

Lo que sucede es que durante el último siglo de esta gran etapa de nuestra evolución histórica se ha creído que las escuelas han sido neutrales frente a los problemas sociales, frente a los problemas humanos y realmente no ha habido tal neutralidad; le hemos estado sirviendo inconscientemente o conscientemente, de modo explícito o implícito, al régimen que ha prevalecido en el país durante mucho tiempo. Y esta afirmación no la hago para nuestro país, sino para todos los países del mundo.

No se trata de poner a los alumnos en la posibilidad de elegir, se trata de formarles un criterio, y no se puede formar un criterio sin saber en qué consiste ese criterio. ¿Y qué es la enseñanza? No es una simple transmisión de conocimientos y, aún en el caso de transmisión de conocimientos, se opina al transmitirlos. Entonces allí, en la transmisión de conocimientos, en esa labor que puede parecer mecánica, ya se hizo un juicio, ya se está orientando.

A propósito de la enseñanza, decía que ésta debía basarse en un concepto científico de la verdad para hacer frente a los dogmas:

Afirmar una opinión, el sustentar un credo, el tener un criterio, no significa tenerlo para la eternidad; en esto, justamente, nos diferenciamos de los dogmas de carácter religioso. Los dogmas religiosos, los credos religiosos, son dogmas y credos hechos para siempre; en cambio, nuestra creencia científica de hoy nosotros mismos nos encargaremos de corregirla mañana; indudablemente que adoptaríamos una postura anticientífica si dijéramos que la verdad ya está hecha, pues nos pareceríamos en esto a los creyentes. La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. NO. Nosotros creemos que las verdades son contingentes; y precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Nosotros, los que no creemos que el móvil de la vida es el móvil religioso; los que creemos que la verdad se construye diariamente, a través de la historia, tenemos que afirmar con el mayor énfasis que todo ideal es fruto de la evolución histórica.

Y volviendo a lo que decíamos al principio sobre la libertad de cátedra y de investigación, sostiene:

Vicente Lombardo Toledano.
Vicente Lombardo Toledano (Teziutlán, Puebla, 16 de julio de 1894 – Ciudad de México, 16 de noviembre de 1968).

Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro, entonces la libertad humana tiene límites, y el límite principal para la libertad de cátedra no es decir las cosas si no pueden sustentarse desde el punto de vista científico; queremos lo de adelante, por lo menos lo de hoy, no lo de ayer, no existe, pues, contradicción, no hay incongruencia. ¿Qué importa que un bachiller orientado ya —nótese que siempre se refiere al bachillerato— vaya a escuchar todas las teorías políticas y científicas? No importa tampoco que un estudiante que trabaja en el laboratorio de biología, ya orientado, pueda descubrir mañana con sus propios ojos, si vale el término mediante los aparatos científicos, que su creencia de ayer es hoy errónea, mejor, eso quiere decir que la cultura irá de acuerdo con el tiempo y que la verdad será cada vez mejor y más limpia. No debemos creer que la verdad ya se formó, hay que formarla, transmitiéndola, ampliándola, enseñándola, diciendo en qué consiste.

Libertad de cátedra sí, pero no libertad para opinar a favor de lo que fue el pasado y menos aún en contra de las verdades presentes, en otros términos, libertad de cátedra sí, pero libertad para opinar de acuerdo con las realidades que vivimos y de acuerdo con la verdad futura, si es que alguien puede para facilidad suya y para provecho de la cultura mexicana adelantarse a las verdades de hoy.

Finalmente, la educación como instrumento de concientización política. En una conferencia que dio en la Universidad Autónoma de Puebla, en el año de 1962, sostiene que

No hay educación al margen de la vida real en ninguno de sus grados ni la puede haber. Y es menester no olvidar este hecho, que se comprueba con recordar simplemente los diversos momentos del desarrollo histórico para poder valorar lo que significan las universidades en nuestro tiempo y país.

En otra conferencia que dictó ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, en 1934, había dicho:

Educar significa formar hombres de acuerdo con las necesidades de la sociedad humana. La educación es un producto histórico también, como la moral y el derecho; ha sido el producto de un régimen en provecho de la clase social que detenta los instrumentos de la producción económica. No hay educación universal ni la ha habido; no ha habido ni hay escuelas alejadas de la política, de las ideas predominantes en un periodo de la evolución histórica y formadas por la clase que gobierna. La escuela ha sido y será siempre un medio de formación de hombres, de acuerdo con el tipo de hombres que la clase social dominante necesita para poderse perpetuar a través del tiempo. Pero ha servido y sirve también para dar carácter a las revoluciones de la clase explotada La educación es un instrumento de orden político para beneficio de una clase social. La única forma de que la educación deje de ser un factor de explotación más de la clase asalariada, es ponerla al servicio de la causa del proletariado.

En el trabajo “La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana”, que presentó en la “Conferencia Nacional de Educación”, en 1939, en nombre de la CTM, expuso:

La escuela nunca ha estado desligada del Estado. La oposición no es la repulsa al proyecto del Ejecutivo; la oposición es a la propia carta política de la República Mexicana, porque el argumento principal de la oposición, consistente en afirmar que la educación no debe tener una orientación política es un argumento falso. Nunca, ni en nuestro país ni en ningún otro, ha habido un sistema educativo que no obedezca a un propósito claro y definido del Estado respecto de la orientación de la conciencia nacional.

La Revolución Mexicana, que trata de transformar al ejido en la fuente de producción de la economía nacional, para crear una economía popular, necesariamente converge en la escuela socialista. Una escuela que por encima de los intereses individuales proclama los derechos de la colectividad; que forma mentalidades libres a salvo de dogmas, fanatismos y prejuicios; que combate la plutocracia y el imperialismo; que se pone de parte de los débiles y los oprimidos para forjar una patria para todos. Nadie puede detener el proceso de la historia; nadie puede detener la creación de nuevos conceptos de la vida y del mundo; nadie puede detener la eficacia de las ideas-fuerza que están construyendo un mundo nuevo en medio de las ruinas de un mundo ya caduco. La Confederación de Trabajadores de México desea y espera, en consecuencia, que haciendo honor a la conciencia de responsabilidad que distingue por ventura a los maestros de México, a los maestros de la Revolución, esta Conferencia Nacional de Educación contribuya poderosamente a construir, sobre las bases de la ciencia verdadera, un nuevo país. De esta suerte, no sólo habrá de justificar el maestro mexicano su paso por las aulas, sino también su paso por la historia de la patria.

Pensamos, pues, que a partir de esta primera caracterización de la obra educativa de Vicente Lombardo Toledano es posible iniciar un estudio serio, riguroso y sistematizado, con objeto de conocer y entender mejor su rico pensamiento educativo y el impacto que ha tenido en la cultura de México.

BIBLIOGRAFÍA

Calderón Vega, L. Los Siete Sabios de México. Ed. Jus. 2a Edición, México, 1972, p. 71-74.

Lombardo, V. El problema de la educación en México. Ed. Cultura, México, 1924.

Lombardo V. Origen, carácter y misión política de la educación. Conferencia ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, Puebla. 1934.

Lombardo V. La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana, e n CTM 1936-1941. Talleres Tipográficos Modelo, México, 1941.

Lombardo, V. La educación universitaria en México, Conferencia dictada en la Universidad Autónoma de Puebla, 1962.

Lombardo, V., Caso, A. Idealismo vs. materialismo dialéctico. Ed. VLT, 3a Edición, México, 1975, p. 37-40.

Wilkie, J., E. de Wilkie. Vicente Lombardo Toledano, teórico y militante marxista (entrevista).Ediciones del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 1969, p. 237.

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