La falacia de la raza

Por Bernardo Yáñez y Aura Ponce de León

En el mundo actual, al igual que en la antigüedad o el Paleolítico, la diversidad en todas sus expresiones ha sido la característica principal de las poblaciones humanas. En ciertos contextos sociales e históricos esa diversidad se ha utilizado para distinguir, clasificar, segregar e incluso exterminar sociedades, culturas, lenguas, religiones y muchas cosas más. A esta forma de proceder se le conoce como racismo. En el contexto actual de claras diferencias y asimetrías socioeconómicas en diferentes regiones del mundo, el tema de la raza, el racismo y los discursos racialistas deben ser combatidos y no suscritos desde la ciencia pues la misma ha mostrado que no tienen fundamento científico alguno.

Piezas del mes

En el duro debate sobre si las razas existen o no, se han publicado numerosos textos y resulta importante actualmente revisar y releer las voces que se han pronunciado en contra del prejuicio, la discriminación, la opresión y la ignorancia que implica sostener este tipo de discursos. Para contribuir a ello, presentamos dentro de las piezas del mes tres libros de la Biblioteca Mexicana de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología en los que se debaten con argumentos científicos las ideas que están a la base de los discursos racistas.

Ashley Montagu, 1958

El mito más peligroso del hombre.

Uno de ellos, Man´s most dangerous myth: the fallacy of race, fue publicado en 1945 por el antropólogo Ashley Montagu quien sostuvo que “el término “raza” en sí mismo, tal como es aplicado generalmente al hombre, no está justificado científicamente y que tal como es usado comúnmente corresponde en realidad a nada…” Montagu sobresale también por su propuesta de sustituir el concepto de raza por el de etnia, aunque actualmente este es asimismo sujeto de polémica entre los antropólogos.

Herencia, raza y sociedad.

Otro de los textos, Herencia, raza y sociedad, fue publicado en 1949 por el genetista Leslie Clarence Dunn, autor líder del texto El concepto de raza, publicado en 1952, y el biólogo evolutivo y genetista Theodosius Dobzhansky, este último representante prominente de la Moderna Teoría Sintética de la Evolución quien fue uno de los principales detractores de los postulados racistas y racialistas de la temprana biología evolutiva.

Agustín Fuentes. Reunión anual de la AAA, Wahington, D.C., dic. 2017

Mentiras que te contaron…

Presentamos también la polémica en una de sus versiones recientes, a través de Race, monogamy, and other lies they told you: busting myths about human nature, texto del antropólogo y primatólogo Agustín Fuentes, destacado investigador de temas etnográficos, primatológicos y evolucionistas, editor principal de The International Encyclopedia of Primatology, quien ha abordado con agudeza el tema de la raza en respuesta al avivamiento de enfoques racistas en la contemporánea biología evolutiva y en la antropología biológica.

 

 

Auguste Rodin

El arte según Rodin.

En otro tema, de nuestras colecciones Acervo general y Dedicatorias, compartimos con ustedes dos libros del escultor francés Auguste Rodin, de quien conmemoramos el 17 de noviembre el centenario de su fallecimiento. Uno de ellos, L’Art, entretiens réunis par Paul Gsell, con entrevistas a este destacado artista y otro, Rodin, con láminas de algunas de sus principales esculturas.

 

Como siempre, invitamos a nuestros queridos amigos y estimados usuarios a acudir a esta magnífica biblioteca. Su acervo puede consultarse en:  http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO

Sobre la biblioteca y las exposiciones de Piezas del Mes, puede consultarse el siguiente post:  https://www.centrolombardo.edu.mx/piezas-del-mes-la-biblioteca-del-centro/

área de investigación del Centro Lombardo y Personal Bibliotecario.

Texto: Bernardo Yáñez y Aura Ponce de León / noviembre-diciembre de 2017.


Piezas del mes:

Montagu, M. F. Ashley, 1945, Man´s most dangerous myth: the fallacy of race, with a foreword by Aldous Huxley, New York: Columbia University Press, xiv, 304 p.

“Mi propósito en este libro ha sido clarificar el pensamiento del lector sobre el muy controvertido y siempre tendenciosamente discutido problema de la “raza”, precisar los datos, criticar nociones existentes, hacer una sugerencia aquí y allá […]. “Vimos que el término “raza” en sí mismo, tal como es aplicado generalmente al hombre, no está justificado científicamente y que tal como es usado comúnmente corresponde en realidad a nada […]” (cap. 16, p. 244).

Dunn, Leslie Clarence y Th. Dobzhansky, 1949, Herencia, raza y sociedad, traducción de Enrique Beltrán, México: Fondo de Cultura Económica, 165 p.

“… Hitler creía que la raza ario-nórdica-germana era la única dotada con multitud de cualidades excelentes y sin ningún defecto. Pero no hay que atribuir a Hitler haber inventado la autoglorificación nacional; desde tiempos inmemoriales los pueblos de todas partes han gustado de este pasatiempo […]”. (Cap. I, pp. 11-12).

Fuentes, Agustín, 2012, Race, monogamy, and other lies they told you: busting myths about human nature, Berkeley: University of California Press, xvi, 274 p.

“Tres mitos mayores —acerca de la raza, la agresión y el sexo— tienen un impacto negativo en nuestra sociedad e inhiben un entendimiento preciso de lo que significa ser humano. Estos mitos crean un falso conjunto de “verdades” socialmente aceptadas, que en su momento causan un rango de problemas. El mito de que los humanos están divididos en razas biológicas —que negra, blanca, asiática, etc., son categorías naturales— ayuda a generar y mantener la intolerancia y la desigualdad […]” (del Prefacio, p. ix).

Rodin, Auguste, 1919, L’Art, entretiens réunis par Paul Gsell, Paris: Bernard Grasset, 304 p.

Auguste Rodin, entrevistas reunidas por Paul Gsell: “El arte es … una magnífica lección de sinceridad … El verdadero artista siempre expresa lo que piensa aún a riesgo de afectar los prejuicios establecidos […]” (Testamento, p. 13).

Rodin, 1939, Londres: Phaidon-Ausgabe, George Allen & Unwin Ltd. (con fotografías de obras de Rodin por Schneider-Lengyel, I.)

Libro de láminas de las principales esculturas de Auguste Rodin, obsequiado con dedicatoria a Vicente Lombardo Toledano por Manuel Germán Parra.


  • Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido sobre Ashley Montagu, de donde proviene la fotografía utilizada en este post.
  • Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido sobre Auguste Rodin, de donde proviene la fotografía utilizada en este post.
  • Fotografías de piezas del mes y de Agustín Fuentes, por Bernardo Yáñez.

 

 

Un recorrido de la antropología física hacia una antropología biológica…

Un recorrido de la antropología física hacia una antropología biológica…

Por Bernardo Yáñez

El Siglo XIX se destacó, entre otras cosas, por un despegue importante de los estudios científicos. Particularmente en Inglaterra y Francia los estudios antropológicos tomaron fuerza dada su condición de países colonizadores y el encuentro constante con la otredad. En ese contexto fue la antropología física la disciplina que se encargó de analizar y comparar la diversidad biológica de los seres humanos en las distintas poblaciones. Esta rama de la antropología recuperó modelos y técnicas de otras disciplinas al mismo tiempo que consolidó las propias. Fueron la osteología y la antropometría las metodologías principales que se utilizaron para estudiar la variabilidad del cuerpo humano. En la presenta entrega haré un recuento brevísimo –una visión personal, no exenta de errores y polémica­– de tres etapas fundamentales de ésta corriente de pensamiento: En primer lugar, i) El origen, ubicados en el siglo XIX daremos una mirada rápida al surgimiento de esta tradición de pensamiento. En segundo término, ii) se revisará el surgimiento de La Nueva Antropología Física [1], vista como el tránsito de una técnica científica hacia la profesionalización y consolidación de una disciplina científica. Por último, iii) El Auge de La  Antropología Biológica, el momento actual de esta perspectiva que destaca como horizonte epistemológico para el estudio integral de la evolución humana. Es importante señalar que aun cuando algunas líneas de estudio de la antropología física no requieren de la utilización de la teoría evolutiva como marco teórico no se puede soslayar su indispensabilidad como una herramienta crucial en el estudio de la variabilidad y del comportamiento humano.

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Los primeros estudios enfocados desde la antropología física fueron realizados con una perspectiva puramente descriptiva. Se llevaron a cabo mediciones y observaciones que establecieron las diferencias morfológicas, conductuales, e incluso, intelectuales de los diferentes grupos humanos. Cabe destacar que dichas diferencias siempre tuvieron al hombre caucásico como ideal y como punto de referencia. Esta forma de comprender la diversidad humana fue parte de la herencia de un pensamiento tipológico en el cual la descripción precisa de los rasgos constitutivos de los seres vivos era fundamental para su ulterior clasificación; en donde el hombre blanco se acercaba indiscutiblemente, y por encima de las demás poblaciones, a ese tipo idealizado. En este contexto puede hablarse de un interés raciológico de la naciente antropología física. Es decir, el objetivo principal del estudio de las diferencias individuales tenía un claro enfoque jerárquico que justificaba el trato diferencial de las personas según su condición étnica. Es curioso que coincidentemente con la aparición de este tipo de estudios durante el siglo XIX aparecieran también los primeros restos fósiles –probablemente ancestrales a la especie humana. No obstante tendrían que pasar algunos años para que estas ideas tuvieran cabida en el ámbito científico.  Dicho de otra manera, la aparición de restos fósiles como el famoso espécimen neandertal del Valle de Neander no se consideró en ese momento un ancestro de los humanos, sino simplemente un ser humano antiguo; probablemente un Cosaco perdido en las inmediaciones del Rio Rhin.

Así, esta primera etapa de la antropología física es importante porque da lugar a su consolidación, sin embargo,  es necesario señalar el sesgo ideológico de su práctica, la limitación de sus técnicas de análisis y el escaso aporte teórico de su quehacer. Con este breve recuento podemos establecer un periodo enfáticamente interesado en la taxonomía de las poblaciones humanas.

Sherwood L. Washburn (1911-2000)

La segunda fase fundamental en este escueto recorrido histórico es el de La Nueva Antropología Física [1]. Sherwood Washburn considerado por algunos como el padre de la antropología física –al menos en Estados Unidos– es el personaje que marca un antes y un después en esta tradición epistemológica. Este importante investigador tuvo la claridad para proponer un estudio integral del ser humano. Son tres elementos los que sobresalen. Su estrecha relación con algunos de los más importantes investigadores involucrados en el pensamiento evolucionista –como Mayr y Dobzhchansky­–, de la primera mitad del siglo XX, le permitieron visualizar la importancia de este enfoque para el estudio de la evolución humana. Es clara la influencia de la Síntesis Moderna en el pensamiento de Washburn y en esta propuesta de una nueva manera de hacer antropología. Por otra parte, su mentor Ernest Albert Hooton, le mostró la pertinencia de estudiar a los primates no humanos como una ventana para el estudio de los seres humanos; la observación del comportamiento primate era básico para comprender la conducta humana. Por último, su formación fuertemente involucrada con la perspectiva antropológica llevaron a la sugerencia de incorporar las cuatro disciplinas antropológicas en el análisis del proceso de humanización. Es decir, la incorporación de la etnología, la lingüística, la arqueología y el estudio físico del hombre [1] como requisito para una comprensión adecuada de este proceso de la historia natural.

El cambio de enfoque entonces perpetrado por Washburn, de una simple técnica de análisis a una disciplina científica con presupuestos y asunciones teóricas propias, dio lugar al nacimiento de La Nueva Antropología Física. Además del rompimiento con la primera fase de la antropología física –sobre todo en términos técnicos y teórico-metodológicos­– otro elemento a destacar en este marco tiene que ver con la herencia académica de Washburn. Kelly y Sussman [2] realizaron un análisis genealógico de los primatológos de campo de los Estados Unidos y encontraron que, de alguna u otra manera, todos son herederos de la escuela Washburiana de antropología y más concretamente de primatología.

Por último, daremos lugar a una mirada actual de la antropología física. Siguiendo algunas directrices de pensamiento modernas, como la de Agustín Fuentes, es necesario repensar el marco teórico necesario para el estudio de la variabilidad biológica y del comportamiento humano; particularmente de su evolución y desarrollo. En un trabajo reciente Fuentes [3] llama a la formulación de una ‘nueva síntesis’ de la síntesis. Es decir, no basta con darle un sentido evolutivo al estudio de las poblaciones humanas restringidas al marco explicativo del neodarwinismo.

9780078117008Particularmente para el estudio de la cultura y su evolución se requieren de herramientas epistémicas complementarias para dar cuenta de los diversos procesos complejos de los humanos. Herramientas conceptuales procedentes de la biología evolutiva del desarrollo (evo-devo) tales como: herencia epigenética o construcción de nicho; o propuestas desde la psicología del desarrollo como la Teoría de Sistemas en Desarrollo muestran un poder explicativo más eficaz que la perspectiva panseleccionista. En ese sentido, el llamado de Fuentes a una reorientación de enfoque se inserta en el terreno de la discusión filosófica de un cambio de paradigma en el estudio de la evolución humana y de la antropología física. El debate se articula  justamente en este tenor: mientras que para algunos esta nueva visión no representa sino el complemento necesario para robustecer el marco seleccionista, en donde la importancia de los genes marca la diferencia. Para otros, en cambio, esta integración de nuevas categorías, como las antes mencionadas, representa efectivamente un rompimiento epistémico y metodológico.

Con ello en mente, se puede considerar esta tercera fase fundamental de la antropología física  -en mi opinión- como el surgimiento verdadero de la Antropología Biológica. En otras palabras, estamos ante una ciencia social en donde se debaten y articulan los constituyentes biológicos y culturales de nuestra especie. Esta última oración quizá sea desafortunada para el marco que quiere presentarse aquí; es decir, uno de los principales aportes de una perspectiva bioantropológica, como la que aquí se ha intentado esbozar con algunos trazos, estaría por diluir aquellas explicaciones que asumen una dicotomía ontológica entre naturaleza y cultura. Es eso lo que se pretende mostrar, no obstante las limitaciones del lenguaje, al menos en mí caso, me impiden expresarme de una manera más adecuada.

Termino señalando mi compromiso total con una antropología física o biológica incluyente, reflexiva y comprometida con su objeto de estudio. Considero necesario el debate en estos términos de nuestra disciplina. Y tal como cerrara Washburn en su clásico artículo de 1951 concluyo citándolo:

“No hay nada que hagamos hoy que no se hará mejor mañana” [1].

Referencias

[1] Washburn, S.L. (1951). “The New Physical Anthropology”. Tranastions of the New York Academy of Sciences. ser. 2. vol.13, p. 298-304.

[2] Kelly, E. y R. Sussman (2007). “An Academic Genealogy on the History of American Field Primatologists”. American Joornal of Physical Anthropology. vol 132. no. 3, p. 406-425.

[3] Fuentes, A. (2009). “A New Synthesis”. Anthropology Today. vol. 25. no. 3, p. 12-17.

 

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