1er CONGRESO INTERNACIONAL CEDAR-V: Evolución biológica y cultural

Congreso, coloquio, simposio (vídeos). Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, la Universidad Veracruzana, la Université Paris 1 y CEDAR-UAM.. Xalapa (México)

Ciencias Naturales, Humanidades: Evolucionismo, Antropología, Sociología, Filosofía.
Palabras clave: antropología, evolucionismo, ciencias de la vida, filosofía de la biología, primatología

Autores: Jean Gayon (Director IHPST-Paris 1)

Descripción:

El Primer Congreso Internacional Cedar-V: Evolución biológica y cultural, fue organizado por el Cedar, la Universidad Veracruzana y el Centro Lombardo Toledano con la colaboración de la Universidad Autónomo da México, la Université Paris 1 y la Universidad Autónoma del Estado de México.rnEstos fueron los simposios del Congreso: Evolución humana. Evolución biológica. Evolución y economía. Evolución y libre albedrío. Evolución y neurociencias. Ecología y evolución de primates humanos y no humanos. Pensamiento evolucionista y complejidad.

CONFERENCIAS:


¿SE PUEDE TODAVÍA HABLAR DE REINOS ORGÁNICOS?

Jean Gayon (Director IHPST-Paris 1)


¿Existe libre albedrío en la evolución? (Español)

01/09/2015. 11:30 - 12:00

/ Dr. Raúl Gutiérrez Lombardo. Secretario Académico del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano

Descripción: Para la ciencia, llámese reduccionista, realista, empirista o, si se quiere, objetiva, el concepto libre albedrío es una cuestión carente de sentido. Ahora bien, desde una perspectiva evolucionista habría que matizar un poco la cuestión, porque la evolución humana, a diferencia de la de los demás seres vivos, tiene dos dimensiones: una biológica, otra cultural, la cual no se da, al menos en sentido estricto, en ninguna otra especie. Este tipo de evolución trajo consigo un modo metaorgánico de . . . evolución de la especie, mucho más rápido que el biológico, no regido por mutaciones genéticas al azar, porque las innovaciones culturales son producto de propósitos intencionales para optimizar su situación en el ambiente. Esta conducta en los seres humanos, determina la capacidad de anticipar las consecuencias de sus acciones, la capacidad de hacer juicios de valor, y la capacidad de escoger entre líneas de acción alternativas. Es decir, tener conciencia de sus actos y la voluntad para llevarlos a cabo. En este contexto teórico podríamos abordar el problema del libre albedrío o voluntad del ser humano para elegir determinadas acciones, porque si el libre albedrío no es una apomorfia innata o instintiva del ser humano, ¿posee algún valor evolutivo?
Palabras clave: voluntad, evolución humana

No somos libres, pero podríamos serlo menos. (Español)

01/09/2015. 12:00 - 12:30

/ Antonio Javier Diéguez Lucena. Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia Universidad de Málaga (UMA)

Descripción: El problema del libre albedrío se ha convertido en un auténtico rompecabezas filosófico, especialmente para los enfoques naturalistas. No hay, ciertamente, una respuesta fácil para el desafío teórico que representa, pero lo que está claro es que las aportaciones de las ciencias cognitivas y de las neurociencias son fundamentales para su clarificación. Sin embargo, algunas disputas filosóficas pueden ayudar también a cambiar el enfoque predominante. El reciente debate acerca de si el mejoramiento . . . moral por procedimientos biomédicos limita o no la libertad de los individuos es un buen ejemplo. Se puede argumentar que no tiene por qué producirse esa limitación.
Palabras clave: libre albedrío, libertad

Evolución humana y tecnología. (Español)

01/09/2015. 13:00 - 13:30

/ José Antonio Hernanz Moral


Palabras clave: tecnología

La capacidad de reflexión en la evolución. Preguntas y comentarios (Español)

01/09/2015. 13:30 - 14:00

/ Jorge Martínez Contreras


Palabras clave: evolución, reflexión

Mesa magistral. Primates; evolución cognitiva y cultural (Español)

01/09/2015. 16:00 - 18:00

/ Alba L. Pérez Ruiz. Centro de estudios Filosóficos, Políticos y Sociales vicente Lombardo Toledano / Vicente M. Claramonte Sanza. Universidad de Valencia / Dairon Rodríguez Ramírez / Laura V. Cuaya

Descripción:

Sociedades de primates: conflicto intra-grupo y los factores que influyen en su resolución.
Hitos en la evolución de la moralidad: las conductas de consuelo, reconciliación y mediación entre primates no humanos.
¿Son los grandes simios capaces de aprender sobre relaciones causa-efecto?
Percepción de caras humanas en perros mediante resonancia magnética funcional.

Coordina: Domingo Canales


Palabras clave: primates, evolución, simios

¿Son las especies entes naturales? (Español)

02/09/2015. 09:00 - 10:00

/ Ernesto Rodríguez Luna. Universidad Veracruzana


Palabras clave: especies, entes naturales

Mesa magistral. Evolución humana (Español)

02/09/2015. 10:00 - 12:00

/ Aura Ponce de León. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano / José Luis Vera Cortés / Bernardo Yáñez. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano / Antonio Rodríguez Puente

Descripción:

Antropogénesis y arte paleolítico: enfoques teóricos.
Homo simbolicus: el origen de la mente y la cultura humana.
Hacia una hipótesis sintética de los modelos emergente y gradualista de la evolución y origen del simbolismo.
Evolución y esencialismo.

Coordina: Antonio Diéguez


Palabras clave: trabajo, evolución, egoísmo

Mesa magistral. Darwinismo contemporáneo (Español)

02/09/2015. 12:30 - 14:30

/ Eugenio Andrade / Á. K. Ávila Hernández / J.M. Rodríguez Caso / J. Quartim de Moreas

Descripción:

La propuesta del “darwinismo cuántico” de W. H. Zurek, y su controvertido aporte a las teorías de la evolución biológica.
Egoístas, Altruistas y Simbiontes: La reciprocidad en el marco de la Evolución Ambiental.
La explicación de la moralidad en los arquitectos de la Síntesis Moderna.
Trabajo y evolución.

Coordina: Gustavo Caponi


Palabras clave: trabajo, evolución, egoísmo

Mesa magistral. Problemas evolutivos biológicos (Español)

02/09/2015. 16:00 - 18:00

/ F. J. Serrano Bosquet / M. L. Bacarlett Pérez / Oscar D. Caicedo Machacón / A. J. Montiel Castro

Descripción:

Teoría y práctica en la producción de trigo estadounidense.
Enfermedad, comportamiento y creación en las obras de Maurice Merleau-Ponty y de Georges Canguilhem.
La evolución biológica, la cultura y el continuum animal-humano.
Origen evolutivo de la Moral.
Ideas acerca de la cooperación y la ayuda mutua como fuerzas evolutivas en la obra de P. Kropotkin (s. 19).

Coordina: Ricardo López-Wilchis


Palabras clave: moral, enfermedad, cultura

La explicación causal biológica dentro de un marco fisicalista.

03/09/2015. 09:00 - 10:00

/ Gustavo Caponi. Profesor del Departamento de Filosofía en Universidad Federal de Santa Catarinaa

Descripción: Reconocer la clausura causal del dominio físico no le quita valor epistémico a las explicaciones causales de procesos y fenómenos biológicos que aluden a propiedades sobrevinientes a las propiedades físicas; y para reconocer ese valor epistémico no es necesario romper con el fisicalismo. Esto queda claro cuando se admite la concepción experimentalista de la explicación causal conforme ella fue presentada por James Woodward. Según esta perspectiva, las explicaciones e imputaciones causales no . . . suponen enunciados nómicos, sino invariantes estables bajo manipulaciones; y hay invariantes que sólo valen para propiedades sobrevinientes a las propiedades físicas: sin aludir a esas propiedades sobrevinientes, tales invariantes serían invisibles. Como también serían invisibles las tramas causales que ellos permiten descubrir; aun cuando, una vez individualizadas, esas tramas causales puedan ser eventualmente reconstruidas y explicadas en términos puramente físicos. La hybris fisicalista podría cegar a la Biología, impidiéndole su avance en el conocimiento del mundo y yendo en contra de su integración conceptual. Esto ya lo había comprendido Claude Bernard cuando sentó los fundamentos de su programa para la Fisiología Experimental. Presenta: Eugenio Andrade
Palabras clave: fisiología experimental, explicación causal

Mesa magistral. Evolución y cognición (Español)

03/09/2015. 10:00 - 12:00

/ J. García Campos. UJED / Paola Hernández Chávez. Centro de Estudios Filosóficos políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano / A. C. Morales Mendoza. CEDAR-UAM / María Lourdes Ramírez Argonza / M¡V. M. Romero Sánchez

Descripción:

¿Qué tipo de consideraciones evolutivas es valioso incorporar en las ciencias cognitivas?: el caso de los módulos de razonamiento social.
Evolución estética: neurociencia, subjetividad y el hueco explicativo.
Automatismo frente al no-automatismo: imitación y emociones, casos relacionados.
Dos argumentos para el análisis del problema de la identidad personal.

Coordina: Michel Bourdeau


Palabras clave: automatismo, identidad personal, estética

Mesa magistral. Animalidad: aspectos históricos y contemporáneos (Español)

03/09/2015. 12:30 - 14:30

/ Michel Bourdeau. IHPST (CNRS- Université Paris 1-ENS) / Antonio Javier Diéguez Lucena. Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia Universidad de Málaga (UMA) / Rosario Pérez Bernal / R. López Wilchis

Descripción:

La concepción positivista del animal.
La animalidad. Sobre lo que somos y lo que nos limita.
Borges y la clasificación de los seres fantásticos.
¿Qué se siente ser murciélago 40 años después de Nagel?


Palabras clave: positivismo, animalidad, Nagel

El Homo duplex de Buffon y sus sucesores: comentarios en torno al libro Buffon’s Primates de Jorge Martínez Contreras.

03/09/2015. 16:00 - 18:00

/ Jean Gayon. Director IHPST-Paris 1 / Michel Bourdeau. IHPST (CNRS- Université Paris 1-ENS) / Gustavo Caponi. Profesor del Departamento de Filosofía en Universidad Federal de Santa Catarina / María Luisa Bacarlett. Universidad Autónoma del Estado de México

Descripción:

Coordina: Joao Quartim de Moraes


Palabras clave: Buffon, evolución humana



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Sitios emblemáticos en el estudio de la evolución humana

Por Aura Ponce de León

En el estudio de la evolución humana existen algunos sitios emblemáticos ya sea por la riqueza de los restos fósiles o arqueológicos que contienen, por su particular ubicación geográfica, por su excepcional estado de conservación dada su antigüedad, o por alguna otra razón afín a las señaladas, todas las cuales tienen en común que arrojan información importante sobre el modo en que vivían los grupos homínidos ancestrales a nuestra especie, o sobre cómo ocurrieron algunos de los procesos de evolución que condujeron a la aparición de Homo sapiens. Algunos de ellos han sido llamados La cuna de la humanidad.

Tanzania

Sin desconocer la importancia de los sitios de Europa y Asia, en lo que se refiere a este tema de investigación el continente principal es África, en cuyos yacimientos y regiones se han encontrado los restos homínidos de mayor antigüedad. Así, en Etiopía podemos mencionar el triángulo de Afar en el que destaca la región de Middle Awash; en Kenia, Tugen o los sitios del Lago Turkana incluyendo Koobi Fora; en Tanzania, Oldupai (Olduvai), Laetolil o Peninj; en Zambia Broken Hill o Twin Rivers; en Sudáfrica las cuevas de Klasies River, Blombos, Makapansgat, Sterkfontein, o el sitio de Taung, por mencionar sólo algunos de los muchos yacimientos de estos y otros países del continente.

Uno de tales sitios emblemáticos es la garganta de Oldupai (llamada también Olduvai), sitio en el cual se han realizado numerosos hallazgos relacionados con la hominización entre los que se puede mencionar, por ejemplo, la tipificación de la especie Homo habilis, hasta ahora considerada la más antigua de nuestro género, y el establecimiento de la gran antigüedad de los restos homínidos de la región a partir de los análisis realizados a muestras de ese yacimiento con técnicas de datación radiométrica (potasio-argón) en los años sesenta del siglo pasado.

Piezas del mes.

En la Biblioteca Mexicana de Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología del Centro Lombardo se albergan numerosos libros relacionados con este tema, muchos de ellos con estudios de algunas de las regiones emblemáticas del continente africano arriba señaladas. En la Exposición Piezas del Mes que presentamos tenemos el gusto de compartir con ustedes una muestra de esa parte del acervo a través de cuatro libros.

La cuna de la humanidad.

Piezas del mes

El primero de ellos es el primer volumen del catálogo de la exposición La cuna de la humanidad que se realizó en 2014 en España, en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares y en el Museo de la Evolución Humana de la Junta de Castilla y León en Burgos. Esta exposición abordó la investigación sobre la evolución humana que se ha realizado por décadas y por varios grupos de investigación en el norte de Tanzania. Este volumen presenta los distintos temas de historiografía y estudios sobre el entorno y comportamiento de los grupos de homínidos de la región. Cuenta con artículos de Emiliano Aguirre, Donald C. Johanson, Pat Shipman, Henry T. Bunn, Yves Coppens, Ian Tattersall, Enrique Baquedano, Manuel Domínguez-Rodrigo y Fernando Diez, por mencionar sólo a la mitad de los autores. Las ilustraciones son excelentes incluyendo numerosas fotografías y gráficas que dan cuenta de los saberes acumulados por la paleoantropología sobre la región, que fueron presentados en esa exposición y que, afortunadamente para quienes no estuvimos ahí, se conservaron en este libro.

Un viaje al origen de ser humano.

Sitio de hallazgo homínido en Olduvai

El segundo libro que presentamos es de Manuel Domínguez Rodrigo y Alberto Gómez Castanedo. Domínguez Rodrigo, profesor del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, ha conducido varios de los más importantes proyectos de investigación arqueológica y paleontológica de la región del norte de Tanzania, incluyendo proyectos en las zonas de Olduvai y Peninj. Su trabajo ha incluido estudios de arqueología experimental, también llamados estudios actualísticos, que tienen como propósito replicar algunas de las condiciones en las que se presume vivieron los antiguos homínidos y su acceso a ciertos recursos según lo indica el registro arqueológico. Los restos materiales de estos experimentos se analizan con técnicas micro y macroscópicas para construir u obtener referencias más confiables para la interpretación de los testimonios arqueológicos. Estos resultados han contribuido al debate sobre, por ejemplo, las formas de obtención de recursos cárnicos por parte de los homínidos de la región, importantes en la caracterización de las actividades realizadas, por ejemplo caza o carroñeo, en sus diversas modalidades. El segundo autor, Alberto Gómez Castanedo (†), se licenció en Historia por la Universidad de Cantabria, en donde, en el momento de la publicación de este libro, elaboraba también su tesis doctoral sobre historia de la paleoantropología. Anteriormente había trabajado para el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

Se recorren en el texto algunas de las investigaciones que más han contribuido a la elaboración del panorama que tenemos actualmente sobre la evolución de los homínidos y ello se hace a través de la atractiva narrativa de ambos autores que muestra no sólo cuán interesante, rica y a veces peligrosa puede ser la investigación científica, sino también cómo cada trabajo contribuye a un conocimiento más global, construido a través del esfuerzo de innumerables estudiosos a lo largo de ya casi un siglo de investigación en la región, si partimos de los primeros hallazgos en Broken Hill y Taung (1921, 1925).

La gran migración.

El tercer texto es de Jordi Agustí y Mauricio Antón; el primero investigador del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social de la Universitat Rovira i Virgili, y el segundo especialista en reconstrucción de la vida del pasado, tanto artística como científica. En este texto el seguimiento minucioso de Agustí sobre los flujos migratorios de los antiguos homínidos se acompaña espléndidamente de las ilustraciones de Antón, algunas en blanco y negro, informativas y detalladas, y otras verdaderos cuadros que reconstruyen escenas posibles de la historia y las formas de vida de nuestros antepasados. La obra, además de ser una espléndida expresión artística, “constituye un recorrido a través de los cambios ambientales y los movimientos migratorios que han afectado a la evolución de los homínidos en los últimos 20 millones de años, aunque fijándonos con especial atención en los últimos dos millones de años, cuando el género Homo inicia su primera salida fuera de África y comienza su expansión por Europa y Asia.” (Agustí y Antón, p. viii).

El nacimiento africano de la humanidad.

Phillip Tobias

Por último, presentamos un libro editado por Phillip Tobias (†), Michael Raath, Jacopo Moggi-Cecchi y Gerald A. Doyle, cuyo título señala su alcance: Humanity from African Naissance to Coming Millennia. En él se presentan trabajos seleccionados del congreso del mismo nombre realizado en 1998 en Sun City, Sudáfrica, en el que se trataron diversos temas relacionados con la aparición del ser humano, su historia, su biología y su diversidad. Recomendamos especialmente el artículo del propio Phillip Tobias en el que discute los factores que intervinieron en el inicial rechazo y posterior aceptación del niño de Taung como representante de una especie homínida y en conjunto del género Australophithecus. Un texto de gran interés para los estudiosos de la historia de la paleantropología.

área de investigación del Centro Lombardo y Personal Bibliotecario.

 

Texto: A. Ponce de León. Revisión: Eduardo Vizcaya / agosto de 2018.


Libros presentados:

Museo Arqueológico Regional – Alcalá de Henares, Museo de la Evolución Humana – Burgos, et al., 2014. La cuna de la humanidad – The Cradle of Humankind. Vol. I, 365 p.

Volumen I del catálogo sobre la exposición que se realizó en 2014 en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares y en el Museo de la Evolución Humana de la Junta de Castilla y León en Burgos sobre la investigación de la evolución humana que se ha realizado en la garganta de Olduvai, llamada frecuentemente La cuna de la humanidad.

 

Domínguez Rodrigo, Manuel y Alberto Gómez Castanedo, 2014. Entre arqueólogos y leones. Un apasionante viaje al origen del ser humano. Barcelona: Bellaterra, 333 p.

“…¿Hasta qué punto tuvo el consumo de carne un papel fundamental en la aparición de los primeros seres humanos? ¿Cómo se consiguió en unas sabanas en donde la diversidad de carnívoros era aún mayor que en la actualidad? ¿Por qué surgió nuestro género? Como veremos… el proceso fue harto complejo y reconstruirlo ha necesitado de una gran cantidad de trabajo, esfuerzo ideológico y perfeccionamiento de las técnicas de recuperación del material y los fósiles en los yacimientos.” (Domínguez Rodrigo y Gómez Castanedo, p. 73).

 

Agustí, Jordi y Mauricio Antón, Carlos, 2011. La gran migración. La evolución humana más allá de África. Barcelona: Crítica, 225 p.

“Si hay alguna característica que defina al ser humano, ésa es nuestra capacidad para invadir y colonizar nuevos ambientes. En otras palabras, nuestra capacidad para migrar. […] en realidad, ello fue ya así desde un principio. Hace unos 7 millones de años se originó en África el primer homínido bípedo. Algo después, hace unos 4 millones de años, estos lejanos antepasados se dispersaron por casi toda África…” (Agustí y Antón, p. vii).

 

Tobias, Phillip, Raath, Michael, Moggi-Cecchi, Jacopo y Gerald A. Doyle, eds., 2001. Humanity from African Naissance to Coming Millennia. Florencia: Firenze University Press, Witwatersrand University Press, 409 p.

Texto en el que se presentan trabajos del congreso Humanity from African Naissance to Coming Millennia realizado en 1998 en Sun City, Sudáfrica, en el que participaron investigadores de la International Association for the Study of Human Palaeontology así como de la International Association of Human Biologists. Se trataron en él temas de biología humana, humanos modernos tempranos, dieta, cerebro, datación, entre muchos otros.

Invitamos a nuestros queridos amigos y estimados usuarios a acudir a esta magnífica biblioteca. Su acervo puede consultarse en:  http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO

Sobre la biblioteca y las exposiciones de Piezas del Mes, hay información aquí:

https://www.centrolombardo.edu.mx/piezas-del-mes-la-biblioteca-del-centro/

 

  • Colabora en Commons. Wikimedia Commons alberga contenido de libre dominio sobre Phillip Tobias, de donde proviene la fotografía utilizada en este post.
  • Fotografías de Tanzania y Olduvai de Aura Ponce de León.

 

Celebración del 45 Aniversario del Centro Lombardo Toledano

El pasado 17 de agosto de 2017 celebramos el 45 Aniversario del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano (CEFPSVLT) mediante un acto organizado por la institución con participación del pleno de los trabajadores del Centro. El programa incluyó una presentación del investigador Bernardo Yáñez a nombre del Centro, sobre las actividades desarrolladas hasta el momento y futuros proyectos, la proyección de un video ilustrativo sobre el trabajo realizado, y un convivio. El programa fue presentado por la investigadora Paola Hernández Chávez. Acudieron al acto numerosos académicos, amigos y colaboradores del CEFPSVLT, a quienes el Centro les agradece su continuo apoyo. Por último, tomaron la palabra el recién nombrado Secretario Ejecutivo del Centro, Raúl Gutiérrez Lombardo, el entonces Coordinador de Órganos Desconcentrados y del Sector Paraestatal de la Secretaría de Educación Pública (SEP) Alejandro Pérez Corzo, en representación del Secretario de Educación Pública, y el Director de Subsidios a Universidades de la Dirección General de Educación Superior Universitaria (DGESU), Horacio Díaz Mora.

Video: palabras de Raúl Gutiérrez Lombardo, Alejandro Pérez Corzo y Horacio Díaz Mora

ACTIVIDADES PRESENTADAS DEL CENTRO LOMBARDO

El Centro Lombardo Toledano realiza diversos programas de investigación, edición y difusión, en colaboración con numerosas instituciones universitarias nacionales e internacionales, entre las que destacan la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad de Juárez del Estado de Durango, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Valencia, la Universitat de les Illes Balears, la UCV San Vicente Mártir, la Universidad de Málaga, la Complutense de Madrid y muchas otras más.

El Centro, bajo la línea general de epistemología de las ciencias cognitivas y de la vida, realiza investigaciones sobre el estado actual del conocimiento y los fundamentos científicos y filosóficos del estudio de la evolución y la naturaleza humanas, con énfasis en la evolución de la cognición. Otras áreas de investigación se orientan a ciencia, tecnología y sociedad. Aquí destacan los estudios realizados en torno a la figura del maestro Vicente Lombardo Toledano, y también sobre derechos humanos, violencia y las consecuencias de la ciencia y la tecnología en la sociedad.

Videos: presentación de las actividades del Centro Lombardo (CEFPSVLT)

PRODUCCIÓN ACADÉMICA DEL CENTRO LOMBARDO

Durante todos estos años, el Centro Lombardo ha puesto a libre disposición todas las investigaciones realizadas. A este respecto destacan diversas publicaciones y colecciones:

  • Ludus Vitalis (Revista indexada sobre las ciencias de la vida)
  • Colección Eslabones en el desarrollo de la ciencia
  • Obra histórico-cronológica de Vicente Lombardo Toledano
  • Colección Vida y obra de Vicente Lombardo Toledano
  • Estudios sobre Vicente Lombardo Toledano
  • Tópicos de nuestro tiempo

Todas estas publicaciones se pueden consultar en nuestro Repositorio Abierto y nuestro Catálogo de Publicaciones Bajo Demanda.

Otra de las publicaciones rescatadas por el Centro Lombardo de manera digital y a disposición desde cualquier parte del mundo, es la Revista Futuro. En esta revista, editada por Vicente Lombardo Toledano, colaboraron intelectuales, literatos y artistas de la talla de Vicente Sáenz, Xavier Icaza, Víctor Manuel Villaseñor, Pablo Neruda, Antonio Castro Leal, Luis Cardoza y Aragón, Pablo Picasso, Miguel Covarrubias, Guillermo Toussaint, Miguel de Unamuno, Margarita Nelken, Narciso Bassols, Rafael Alberti, Diego Rivera, George Grosz, Máximo Gorki, José Clemente Orozco, Efraín Huerta, Octavio Paz, David Alfaro Siquieros, Jacob Burck, Henri Barbusse, John Strachey, José Clemente Orozco y Josep Renau, entre muchos otros.

Video completo del acto del 45 aniversario del Centro Lombardo Toledano.

Aprovechamos la ocasión para señalar la conmemoración del 50 aniversario luctuoso de Vicente Lombardo Toledano en este año 2018.

El estudio de la evolución de la cognición a través del arte rupestre

El estudio de la evolución de la cognición a través del arte rupestre

Bernardo Yáñez Macías Valadez

 

curso camilo
Cartel del curso impartido por el Dr. C.J. Cela Conde

El Centro Lombardo Toledano a través del área de estudios en filosofía de la ciencia ha impulsado el establecimiento de un proyecto de investigación en arte rupestre. Una primera actividad vinculada con ello fue el curso ‘De los símbolos al arte: la evolución de la percepción estética’, impartido en enero de 2015 por el profesor Camilo José Cela Conde, en las instalaciones de nuestra institución. Una consecuencia de dicho evento derivó en un genuino interés por algunos aspectos concretos vinculados a la evolución del pensamiento simbólico como la aparición de una ‘nueva mente’ capaz de generar ‘representaciones artísticas’. Así, surgió el proyecto de investigación ‘Hominización, simbolismo y arte rupestre’.

Los integrantes de este proyecto tienen orientaciones profesionales diversas relacionadas con el estudio de la evolución humana que es la directriz del enfoque con que se orienta esta investigación: arqueólogos, antropólogos, lingüistas, entre otros. Destaca también la reflexión filosófica que implica el pensamiento simbólico desde un punto de vista evolucionista. Es importante resaltar lo anterior porque una parte importante de investigaciones relativas al arte rupestre se enfocan en los estilos artísticos y en los aspectos estéticos relacionados con la creación artística. Este proyecto, en cambio, tiene un énfasis primordial en los elementos evolutivos ligados a la cognición.

En esta primera fase del proyecto se ha planteado el estudio en profundidad del arte paleolítico europeo. A partir de reuniones de trabajo se ha podido avanzar en el entendimiento de algunas cuestiones relacionadas con este fenómeno. Así, se han estudiado con cierto detalle los horizontes temporales, las industrias líticas, los motivos figurativos y otros elementos asociados a las evidencias empíricas.

Réplica del ‘panel de las manos’

En este marco de referencia es que se plantea estudiar el dilema entre la aparición repentina y súbita de esta conducta –el paradigma emergentista– frente a la postura gradualista que defiende un proceso lento y constante en la complejidad cultural de nuestra especie y –probablemente- de especies ancestrales a la nuestra. Como consecuencia de este debate surge la necesidad de preguntarse ¿cuándo? y ¿quién? realizó esas manifestaciones. Fechamientos recientes indican antigüedades por encima de los 40,000 años tanto en el occidente europeo como en el sudeste asiático. ¿Podrían haber sido los neandertales los autores de algunas de estas ‘obras’? Sí, efectivamente; al menos en términos temporales cabe dicha posibilidad. Los neandertales se extinguieron hace unos 28,000 años, y los restos más recientes de esta especie se encuentran justamente en la península ibérica. ¿Podría haber generado el ‘contacto’ o ‘encuentro’ entre estas especies una mayor velocidad en la sofisticación cognitiva de ambas especies? Estas son algunas inquietudes que se encuentran en discusión actualmente en algunos de los más prestigiados centros de investigación en arte rupestre.

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Entrada al ‘Museo de Altamira’

Además de lo anterior, se considera central para esta línea de investigación discutir sobre los aspectos historiográficos asociados al descubrimiento, análisis e interpretación de las evidencias empíricas. Es importante considerar estos elementos ya que suelen aparecer en el discurso académico; aunque no siempre de manera clara, por lo que es importante hacer una lectura ‘entre líneas’ y asociaciones con otras corrientes de conocimiento. Por ello, se considera que tener un panorama sobre este tipo de relaciones –que trascienden la práctica científica- es importante y representa un elemento más de análisis. Por ejemplo, en el mismo debate del emergentismo frente al gradualismo uno se pregunta ¿cómo, a partir de las mismas evidencias empíricas, pueden generarse posturas tan contrastantes? Por ejemplo, para los emergentistas la “revolución creativa” aconteció hace unos 50,000 años entre algunas poblaciones de Homo sapiens que dejaron atrás el continente africano para internarse en el Oriente Medio y en Europa. En esta visión el registro arqueológico muestra una aparición abrupta de este tipo de conductas en regiones concretas. Lo que se conoce como la región franco-cantábrica es justamente una de estas. Por otro lado, los que defienden una evolución gradual de estas capacidades amplían el espectro temporal y regional al considerar evidencias que pueden extenderse, al menos, hasta los 250,000 años de antigüedad. El contraste es claro entre estas dos posturas; mientras que unos conciben la sofisticación cognitiva de nuestra especie como una característica que puede rastrearse en el registro fósil comenzando con manifestaciones simples y probablemente inintencionadas, el sector opuesto parece apoyar que de manera repentina apareció una ‘nueva mente’ basada en el lenguaje articulado y en la capacidad de generar símbolos que se traducen en obras sublimes como el arte paleolítico de Altamira. La contraposición de posturas ante la misma evidencia empírica resulta inquietante y merece una reflexión epistemológica.

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Cuevas del Monte del Castillo

Son diversas las fuentes en las que es posible investigar estos y otros aspectos de la evolución cognitiva, incluyendo yacimientos arqueológicos, museos y por supuesto, cuevas con arte rupestre. Entre éstos destacan para la prehistoria del norte de España: el Museo de Prehistoria de Arqueología de Cantabria; se trata de un espacio donde se muestran las herramientas y utensilios utilizados por los humanos y especies emparentadas durante la prehistoria en esa región. La Biblioteca Central de Cantabria; con archivos y documentos relevantes para la prehistoria cantábrica. Estos dos sitios se encuentran en la ciudad de Santander. Santillana del Mar es el pueblo donde está ubicada la famosa ‘Cueva de Altamira’, actualmente solamente se puede acceder a la cueva a través de un sorteo que permite ingresar a un grupo reducido de personas una vez al mes; la otra forma es a través de un permiso especial. En dicho lugar se encuentra el ‘Museo de Altamira’ donde también se ubica la neo-cueva (la réplica de la cueva). Las Cuevas del Monte El Castillo que es un yacimiento conformado por un conjunto de cuatro cuevas con dos de ellas abiertas al público: El Castillo y Las Monedas. La primera de estas tiene un potencial estratigráfico de 150,000 años y presencia de materiales líticos que abarcan desde el achelense hasta el aziliense. Además, la datación del ‘panel de las manos’ ha arrojado una fecha de 41, 000 años de antigüedad aproximadamente. Se trata de uno de los complejos de arte prehistórico más importantes del norte de España y de toda Europa. Algunos otros yacimientos destacados son Covalanas y Cullalvera, en la zona de Ramales de la Victoria, en Cantabria. En la región asturiana se ubica la famosa cueva de ‘Tito Bustillo’ y la del ‘Pindal’.La primera de ellas con algunas de las manifestaciones más interesantes del Paleolítico Europeo, como el camarín de las vulvas; además de las imágenes de caballos que no suelen ser comunes. El territorio entre Oviedo y la zona costera de la provincia asturiana cuenta con un importante patrimonio paleolítico. Esta es sólo una breve mención de sitios destacados para la investigación por su importancia en la prehistoria y, en particular, para el arte rupestre.

Cueva de Cullalvera
Cueva de Cullalvera

 

En suma, el estudio de la evolución humana a través del análisis del arte rupestre es una ventana que puede arrojar datos interesantes relativos a nuestra cognición. Acercarse a las evidencias empíricas y ubicarlas en un contexto ecológico, geológico, y, por supuesto, antropológico es el objetivo que se persigue en este proyecto. La colaboración con expertos en el tema, que permita avanzar en el conocimiento y consolidación de esta línea de investigación, es una tarea a realizar. Con esta participación en este espacio se da inicio a una serie de contribuciones para divulgar información relativa a este interesante y apasionante tema de investigación.

La colección “Eslabones en el desarrollo de la ciencia” ha llegado a 25 títulos

En 1999, para iniciar el nuevo milenio con un proyecto editorial de largo alcance, este Centro de Estudios tomó la decisión de complementar la publicación de la revista Ludus Vitalis con una colección de libros sobre historia y filosofía de la ciencia con el nombre de “Eslabones en el desarrollo de la ciencia”. El objetivo, publicar trabajos monográficos, antológicos y compilaciones de reuniones académicas sobre temas diversos en epistemología, ciencias cognitivas, historia, filosofía y sociología de la ciencia.

El resultado ha sido notable ya que en 15 años se han publicado 25 títulos que abarcan temas tanto científicos como culturales de gran valor conceptual, que muestran, entre otras cosas, que distinguir la ciencia de la cultura es hoy una exhibición de analfabetismo, porque en el mundo actual, no hay cultura sin ciencia y, poniendo la frase al revés, también resulta cierto.

A continuación se enlistan los nombres de estos títulos, los autores y/o editores de cada publicación y el año de su aparición.

Aquí puedes encontrar los números de la colección que ya están disponibles en PDF.

COLECCIÓN

1. COGNICIÓN. ESTUDIOS MULTIDISCIPLINARIOS, Paola Hernández Chávez y Jonatan García Campos (editores), 2015.

2. LA CONCIENCIA DE LA CIENCIA, Alexandre S.F. de Pomposo, 2015.

3. EL JANO DE LA MORFOLOGÍA, Carlos Ochoa, Ana Barahona, 2014.

4. LA FILOSOFÍA DESDE LA CIENCIA, Raúl Gutiérrez Lombardo y José Sanmartín, 2014.

5. EL EXCESO DE EXCLUIR A LA RAZÓN, José Sanmartín Esplugues, 2013.

6. INTERRUPTORES, BATERÍAS Y REDES, Vivette García Deister, 2013.

7. RÉQUIEM POR EL CENTAURO, Gustavo Caponi, 2012.

8. LAS CIENCIAS COGNITIVAS: UNA CONSTELACIÓN EN EXPASIÓN, Jonatan García Campos, Juan C. González González, y Paola Hernández Chávez (editores), 2012.

9. RETRATOS DEL CEREBRO COMPASIVO, Roberto Emmanuel Mercadillo, 2012.

10. DE GENES, DIOSES Y TIRANOS, Camilo José Cela Conde, 2011 (2º edición).

11. LA SEGUNDA AGENDA DARWINIANA, Gustavo Caponi, 2011.

12. EPISTEMOLOGÍA Y PSICOLOGÍA COGNITIVA, Jonatan García Campos, 2009.

13. FILOSOFÍA Y BIOLOGÍA, Raúl Gutiérrez Lombardo, 2008.

14. FUEGO Y VIDA, Violeta Aréchiga, 2007.

15. EN BUSCA DE LO HUMANO Jorge Martínez Contreras y Violeta Aréchiga (editores), 2007.

16. ARQUEOLOGÍA COGNITIVA PRESAPIENS, Aura Ponce de León, 2005.

17. SENDEROS DE LA CONSERVACIÓN Y LA RESTAURACIÓN ECOLÓGICA, Jorge Martínez Contreras (editor), 2005.

18. METAPOCATÁSTASIS DE CIVILIZACIÓN, Flavio Cocho Gil, 2005.

19. NATURALEZA Y DIVERSIDAD HUMANA Raúl Gutiérrez Lombardo, Jorge Martínez Contreras y José Luís Vera Cortés (editores), 2003.

20. PRIMATES: EVOLUCIÓN, CULTURA Y DIVERSIDAD, Jorge Martínez Contreras (editor), 2002.

21. LAS ANDANZAS DEL CABALLERO INEXISTENTE, José Luis Vera, 2002.

22. LA MENTE ESTÉTICA, Gisèle Marty, 2000.

23. DEL A.D.N. A LA HUMANIDAD, Lucrecia Burges (editora), 2000.

24. ESTUDIOS EN HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LA BIOLOGÍA VOL. 1, Raúl Gutiérrez Lombardo, Jorge Martínez Contreras y José Luis Vera Cortés (editores), 1999.

25. ESTUDIOS EN HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LA BIOLOGÍA VOL. 2,  Raúl Gutiérrez Lombardo, Jorge Martínez Contreras y José Luis Vera Cortés (editores), 1999.

El legado de Carlos Castrodeza

El legado de Carlos Castrodeza

Raúl Gutiérrez Lombardo

Texto tomado de Contrastes. Revista Internacional de Filosofía: Suplemento 18(2013), pp. 70-24. ISSN: 1136-9922. Departamento de Filosofía, Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras Campus de Teatinos, E-29071 Málaga (España)

CarlosSi algo lamento al escribir estas líneas es no haber tratado más a Carlos Castrodeza. Lo conocí en un seminario sobre Epistemología Evolucionista en la Universidad de Valencia al que me invitó José Sanmartín en 2007. Desde las primeras palabras que crucé con él pude apreciar su agudo sentido del humor y su erudición enciclopédica, pues sabía mucho y era evidente que se lo había leído todo. Por lo mismo, se notaba también que en las reuniones se aburría de escuchar trivialidades pero, en lugar de enfadarse, prefería hacer alguna broma incisiva para que los demás soltaran la carcajada y no cayeran dormidos.

Lo volví a ver por última vez en 2008, en un coloquio sobre Darwin en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que convocó también José Sanmartín. Al año siguiente (2009), los responsables de la revista Ludus Vitalis, como tantos otros, decidimos invitar a la comunidad de filósofos de la biología que habían publicado en la revista para dedicar un número de homenaje a Darwin por el 200 aniversario de su natalicio y el 150 aniversario de la publicación de su obra maestra El origen de las especies. Le escribimos a Carlos Castrodeza y le preguntamos si estaría dispuesto a participar en el proyecto, al cual se adhirió con agrado. El trabajo que nos envió lo tituló La revolución científica interminable: De Copérnico en adelante, haciendo hincapié en Darwin, el cual era tan impresionantemente bueno, como se dice en la jerga editorial, que lo colocamos al inicio del volumen junto al más grande de la filosofía de la biología como lo es Francisco J. Ayala.

Menciono el trabajo publicado en Ludus Vitalis porque no sólo está conectado con este libro que comento, Antropología de la ciencia. La base fideísta del legado Darwiniano, sino porque es imposible dilucidar cuál de los dos escribió primero, o si los escribió al mismo tiempo, pues se complementan como anillo al dedo. En un caso es una síntesis histórica de la civilización occidental desde una perspectiva naturalista (darwiniana), y en el otro, que es casi lo mismo, una antropología de la ciencia darwiniana. <<Posiblemente, pensar por pensar sea la mejor “droga” para sobrellevar el infortunio de la existencia (asumida o no), cuya concienciación hace presa en seres autoconscientes como nosotros. Porque el pensamiento es la adaptación provisional más consustancial a nuestra propia condición biológica>>, Castrodeza dixit.

Dos años después (2011) le invitamos a participar en un debate de la revista sobre interdisciplina y nos mandó una contribución tan original como sarcástica, pues pone elegantemente en su sitio a los que, tal vez por pose pero sobre todo por ignorancia, no pasan de la superficie, como los niños que se comen el merengue del pastel de cumpleaños y dejan el pan sin saber siquiera de qué es. <<La interdisciplinariedad en la práctica tendría, por ejemplo, valor para un Robinson Crusoe que no tiene ayuda alguna en su tarea de supervivencia más inmediata, y que tiene que hacer y saber de todo>> Castrodeza dixit.

Finalmente, y digo finalmente porque fue el fin de nuestra incipiente amistad, en julio de 2012 organizamos un coloquio sobre cerebro y conducta para conmemorar el 20 aniversario de Ludus Vitalis y lo invitamos a participar en una de las mesas cuyo tema era contestar la pregunta ¿todo es reducible a la ciencia?, la otra pregunta era, por cierto, ¿todo está en el cerebro?, y aceptó nuestra invitación sin más; nos dijo que vendría con su esposa Virpi. A escasos días del coloquio José Sanmartín me envió un correo diciéndome que Carlos había fallecido.

Los últimos días del mes de noviembre de 2012, tuvo lugar el primer congreso de la AIFIBI (Asociación Iberoamericana de Filosofía de la Biología) y Antonio Diéguez, organizador del congreso y primer presidente electo de la asociación, me extendió una invitación para participar en un homenaje a Carlos Castrodeza. Me sentí honrado al aceptar y acudí a la reunión exclusivamente para eso, porque pensé que a Carlos Castrodeza le hubiera gustado hablar seguramente sobre bioantropología y mencionar que <<la aparición más o menos gradual de la autoconsciencia en el hombre, así como su mantenimiento, es una adaptación fomentada por el “engaño a sabiendas” (o sea, la mentira), como una manera de hacer del engaño una estrategia de supervivencia más eficiente por momentos que la derivada del autoengaño>>, Castrodeza dixit; (paréntesis de un servidor). Lo interesante de señalar aquí es que dicha idea se repite con frecuencia en autores del mundo <<cultural>>, no así del <<científico>>.

[rev_slider Catrodeza] En su intervención en el homenaje a Carlos Castrodeza, José Sanmartín, quien además de hablar y contar anécdotas del amigo, soltó una noticia que me cimbró hasta los huesos. Virpi le había dejado como legado la biblioteca personal de Carlos y él, a su vez, después de consultarlo con ella, consideró que el mejor lugar para depositar ese legado era el Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano, que posee una de las bibliotecas de historia y filosofía de la ciencia más importantes de México. Nunca tendré suficientes palabras para agradecer ese gesto de generosidad, pero sí que puedo hacer todo lo posible para estar a la altura de tan excepcional circunstancia.

Contar con la biblioteca, conformada a lo largo de una vida de trabajo fecundo de uno de los grandes filósofos de la biología de España y de Iberoamérica, no tengo duda alguna, es un gran honor y una gran responsabilidad. Para ello constituiremos una sala especial que llevará su nombre, la cual albergará los más de 1500 títulos, el número exacto lo sabremos una vez catalogada, para que pueda ser consultada por los actuales y futuros filósofos de la biología de nuestra región del mundo. (Ahora sabemos que la “Sala Carlos Castrodeza” contiene 1678 unidades bibliográficas entre libros y revistas), paréntesis de un servidor.

La última noche que estuve en Valencia cenando con José Sanmartín, su esposa Gloria, Jorge Martínez Contreras, y Pilar mi esposa, José comentó, a propósito del congreso que recién había terminado, que la filosofía de la ciencia en nuestros países no reluce porque la mayoría de nosotros se la pasa hablando de, o estudiando a, si es el caso, otros autores, especialmente del mundo anglosajón o galo y no sobre nosotros mismos. Carlos Castrodeza era de esos pocos autores, sobra decirlo, que hablaba y escribía de su trabajo, sin complejos, con brillantez, con conocimiento, con enjundia.

Carta abierta al Centro Lombardo Toledano – J.M. Contreras

Carta del Dr. Jorge Martínez Contreras del Departamento de Filosofía y la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de México (UAM), Director del Centro Darwin de Pensamiento Evolucionista (CEDAR).

Por medio de la presente deseo expresar mi más alto reconocimiento al CEFPSVLT (Centro) por su labor en favor de los temas que su nombre señala en el último cuarto de siglo, tiempo durante el cual he tenido relaciones académicas intensas y productivas, impulsando juntos la filosofía de la ciencia en nuestro país. (Seguir leyendo a continuación)

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Evaluando algunos supuestos evolucionistas en teorías modulares de la cognición

Las Ciencias Cognitivas: una constelación en expansión.

Evaluando algunos supuestos evolucionistas en teorías modulares de la cognición

Escrito por la Dra. Paola Hernández Chávez

icono-descarga-pdf 50x50Artículo publicado en Las ciencias cognitivas: una constelación en expansión. Libro editado por el Centro Lombardo Toledano. PDF del libro aquí.

Introducción

Hay diversos modos de investigar la cognición y/o los mecanismos neuronales que participan en los procesos cognitivos, entre ellos se encuentran: (1) el análisis y comparación de los debates conceptuales (filosóficos) sobre cuál es la arquitectura de la mente humana; (2) el uso de técnicas de neuroimagen funcional (como PET o fMRI) que permiten registrar activación selectiva en ciertas regiones del cerebro cuando se lleva a cabo una tarea cognitiva; (3) el estudio de las fallas cognitivas que surgen en pacientes a partir de lesiones cerebrales particulares o de desórdenes del desarrollo, usualmente por medio del método de disociación de funciones cognitivas[1]. Independientemente de cuál prefiramos, y si bien son igualmente importantes, estas estrategias de investigación (teórico-conceptual, patrones de disociación, o estudios de neuroimagen) alcanzan un punto en donde deben confrontar sus presupuestos sobre cómo está conformada la arquitectura de la mente y/o el cerebro. En muchas ocasiones estas estrategias se comprometen con una visión modular de la cognición.

La modularidad de la mente –que definiremos más adelante– es uno de los enfoques más influyentes para explicar cómo se constituye la arquitectura cognitiva humana. Dicho enfoque postula que la arquitectura de la mente está, en gran medida, compuesta por módulos, entendidos, entre otras características, como mecanismos dedicados a funciones específicas. A pesar de su complejidad conceptual y de la falta de consenso a la hora de caracterizarla, la modularidad de la mente parece coincidir con las ideas neurocientíficas acerca de cómo está organizado nuestro cerebro y con características como la independencia funcional, la especialización y la automaticidad de procesos cognitivos, etc. Aquí veremos que si bien el debate conceptual comenzó definiendo los módulos únicamente por su aspecto funcional, actualmente se definen también por sus características estructurales.

En este breve escrito pretendo mostrar el sentido más fructífero en que pueden rescatarse las intuiciones básicas de la modularidad, a la vez que defiendo que, para asuntos cognitivos, las consideraciones medioambientales de cómo se desarrollan y consolidan nuestras capacidades cognitivas, es decir, con base en causas próximas, deben ir en primer lugar; sin con ello necesariamente excluir otro tipo de consideraciones que puedan resultar relevantes, como aquellas concernientes a las causas últimas o especulaciones sobre qué función pudieron haber tenido en nuestros ancestros las capacidades cognitivas que actualmente tenemos.[2] Revisemos en primer lugar a qué nos referimos con causas próximas y causas últimas.

Causas próximas y causas últimas

En biología, el estudio de las causas últimas se relaciona con el estudio de los factores ambientales que contribuyen a la sobrevivencia y a la reproducción de los individuos más eficaces, por lo cual se vincula con el darwinismo y la selección natural, donde el objetivo final a largo plazo es la transmisión de genes y la sobrevivencia de la especie. Ejemplos de patrones de explicación de este tipo los encontramos en las teorías meméticas. Por el contrario, estudiar las causas próximas o a corto plazo implica consideraciones ambientales inmediatas, las cuales pueden ser independientes o incluso contrarias a la evolución, de modo que las causas últimas y las próximas podrían no conciliarse. En breve, las causas próximas parecen preocuparse más por explicar la función adaptativa de los caracteres biológicos –función que dependería más de causas últimas como la selección natural– y por preguntas respecto al cómo, mientras que las causas últimas implican la formulación de hipótesis acerca de sus posibles orígenes evolutivos y preguntas del tipo por qué o para qué.

Ernst Walter Mayr (1904- 2005)
Ernst Walter Mayr (1904- 2005)

Más precisamente, la distinción entre causas evolutivas próximas y causas últimas fue difundida por Ernst Mayr,[3] a partir de su trabajo Cause and effect in biology (1961), como un intento por diferenciar los mecanismos responsables del funcionamiento del fenotipo individual (el programa genético ya instanciado en el individuo), de las condiciones que llevaron a la codificación del DNA (el programa genético como tal). Mayr definió las causas próximas como aquellas que gobiernan las respuestas del individuo (y de sus órganos) a los factores inmediatos del medio ambiente (1988, p. 28); en otras palabras, las causas próximas se relacionan con todos los aspectos de la decodificación de la información contenida en el programa del DNA de un zigoto fertilizado (1993, p. 94). Por su parte, las causas últimas son responsables de la evolución del programa de información del DNA particular con la cual están dotados todos los individuos de la especie (1988, p. 28); en otras palabras, el estudio de las causas últimas concierne a las leyes que controlan los cambios de dichos programas de generación a generación (1993, p. 94), es decir, los que causan cambios en el DNA de los fenotipos al moldear el programa genético.

Por ejemplo, si se considera la migración de un ave, las condiciones fisiológicas del ave interactuando con la fotoperiodicidad y la disminución de la temperatura serían las causas próximas de la migración, mientras que la disposición genética del ave frente a la carencia de comida sería parte de las causas últimas de la migración, causas que tienen una historia y que han sido incorporadas en el individuo a través de muchos miles de generaciones de selección natural. Para Mayr, los biólogos funcionalistas estarían preocupados por el estudio de las causas próximas, mientras que los biólogos evolucionistas estarían preocupados por el análisis de las causas últimas.[4]

En lo que sigue intentaré mostrar que para entender la complejidad de los procesos cognitivos es necesario analizar primeramente las causas próximas sin que ello implique necesariamente un acoplamiento de éstas con sus causas últimas. Comenzaré por revisar algunos argumentos evolucionistas tradicionales que buscan dar sustento a una arquitectura de la mente masivamente modular. Para ello me concentraré en el estudio de un recurso que probablemente es el mecanismo más adaptativo que hayamos heredado, esto es, la habilidad de lidiar con distintos y cambiantes tipos de medio ambiente, la plasticidad cerebral. Propondré pues, una aproximación más bien funcionalista al estudio de la cognición. Pero antes de lo anterior, explicaré por qué es importante la modularidad y en qué consiste.

La ubicuidad de la modularidad y el origen de este concepto

Los supuestos modulares, bajo cualquier denominación, son de gran utilidad para desenmarañar los atolladeros teóricos y técnicos que enfrentan varios campos de estudio de las ciencias cognitivas al buscar entender el funcionamiento de la mente y el cerebro. Su latencia está presente en la literatura actual de múltiples áreas. Sólo por mencionar algunos casos: Patterson y Kay (1982) postularon un módulo específico para la lectura; Dehaene y Cohen (1995) afirman que tenemos un módulo cerebral que se ocupa del procesamiento numérico, localizado en el giro angular de la corteza parietal inferior; Parsons y Osherson (2001) reportaron que la deducción activa los lóbulos frontal inferior y temporal medio del hemisferio derecho, a partir de lo cual especularon que esas regiones corresponden a un módulo del razonamiento deductivo.[5] Aproximaciones como las anteriores abundan.

El estudio de la modularidad es importante no sólo porque es un supuesto teórico influyente, sino también porque es un presupuesto fértil y vivo en la neuropsicología y las técnicas de neuroimagen cerebral. Rescata intuiciones de acuerdo a las cuales la mente y/o el cerebro están separados en componentes, cada uno de los cuales codifican o se correlaciona con funciones altamente especializadas y específicas. Quizá uno de los mejores argumentos a favor de la modularidad –o segregación de funciones cognitivas y cerebrales- es la existencia de disfunciones cognitivas asociadas a lesiones cerebrales bien definidas. Y es que si uno observara que la mayoría de las veces una disfunción cognitiva se asociara a una lesión en cualquier parte del cerebro o que dicha lesión causara daño generalizado, el tema que nos ocuparía ahora sería una teoría que postulara algo similar a una equipotencialidad del cerebro; por el contrario, la evidencia parece moverse en dirección opuesta.

Jerry_Fodor, catedrático de filosofía de la Universidad Rutgers.
Jerry Fodor, catedrático de filosofía de la Universidad Rutgers.

La modularidad de la mente inició como un debate teórico-conceptual con Jerry Fodor (1983 & 2000), quien postuló que la periferia de la mente –que comprende a los sistemas sensoriales y al lenguaje–, y sólo esta parte, estaba constituida por módulos, mientras que el resto de la mente se hallaba constituida por un gran sistema central donde se llevan a cabo los procesos cognitivos complejos. Así, Fodor (1983) estableció que los sistemas de insumo, es decir, los modulares, tienen en mayor o menor grado las siguientes características: especificidad de dominio, operación involuntaria, acceso limitado a las operaciones de otros sistemas, rapidez, encapsulamiento informacional, emisión de resultados superficiales, asociación a una arquitectura neuronal, patrones de descompostura típicos, y una ontogenia que exhibe un patrón característico (por lo cual probablemente sean innatos).

Dado el pesimismo de Fodor con respecto a la posibilidad de dar cuenta de los procesos complejos de la cognición, pues para él sólo podríamos aspirar a entender y explicar los sistemas modulares, su formulación fue criticada por una segunda versión de la teoría modular: la modularidad masiva (MM). Esta teoría propuso que sí podíamos dar cuenta de la mayor parte de la mente humana, defendió que ésta se encuentra masivamente estructurada por módulos y enfatizó el innatismo como la característica central de la modularidad. En general la MM se apoya fuertemente en posturas evolucionistas al mantener que nuestra arquitectura cognitiva es resultado de una adaptación evolutiva. Veamos en qué sentido.

La pregunta acerca de cuál es el diseño o mecanismo principal que explica, tanto lo bien adaptados que están los organismos a su medio ambiente como su estructura es fácilmente respondida apelando al mecanismo de selección natural, según el cual, si la posesión de un rasgo confiere alguna ventaja adaptativa a quien lo posee, este sujeto sobrevivirá y se reproducirá mucho más, promoviendo la preservación de dicho rasgo en la población. Si bien, irónicamente, la formulación original de Darwin fue planteada como una alternativa explicativa a la teleología imperante de su época, el finalismo de la selección natural es una herencia reiterada del darwinismo, pues explica el origen de un rasgo biológico con base en su función adaptativa última en el medio ambiente en que se desarrolló, más que con base en sus efectos próximos. Para lograr el contraste entre el tiempo ambiental (ecológico) próximo y el tiempo evolutivo último (finalista), se asume que las condiciones que se observan en el presente son similares a aquellas que dieron lugar a dicho rasgo en el pasado.[6] Los defensores de la MM no son la excepción a este uso del darwinismo, pues para explicar la fijación y preservación del proceso adaptativo en cuestión elaboran reconstrucciones plausibles del escenario o contexto evolutivo en que pudo haber tenido lugar tal proceso.

Así, en la formulación que hacen Cosmides & Tooby de la MM, la evolución por selección natural favoreció el desarrollo y la fijación de sistemas cognitivos innatos o módulos, que fueron seleccionados por su función para procesar información adaptativa. Además afirman que:

…la selección [natural]… es la única descripción conocida que puede ofrecerse para explicar la ocurrencia natural de la complejidad organizada funcionalmente en el diseño heredado de animales no domesticados (1992, p. 53).

De forma similar, Sperber declara haber sido convencido por Cosmides & Tooby de que:

… sabemos lo suficiente sobre la evolución y la cognición como para elaborar supuestos bien fundados sobre cuándo esperar modularidad, qué propiedades esperar de los módulos, e incluso qué módulos esperar (1994, p. 42).

Carruthers (2006, p. 16), otro teórico de la modularidad masiva, haciendo eco a Dawkins (1986) considera que la evolución por selección natural sigue siendo la única explicación de la complejidad funcional y organizada de la mente que tenemos:

Cualquier estructura fenotípica compleja, como el ojo o la mente humana, necesitaría la cooperación de varios miles de genes que la construyeran. La posibilidad de que todas estas pequeñísimas mutaciones genéticas hayan ocurrido simultáneamente por mero azar, o que se hayan establecido secuencialmente (también por azar), es extremadamente improbable… Podemos confiar en que cada uno de estos diminutos cambios que inicialmente ocurrieron por mutaciones aleatorias confirieron algún beneficio mínimo para la supervivencia de quien lo poseía, lo suficiente como para estabilizar dicho cambio en la población, ofreciendo así una plataforma sobre la cual el siguiente cambio pudiera ocurrir… mientras más compleja es la organización del sistema es menos probable que pudiese haber surgido por macromutaciones azarosas o deriva genética aleatoria (2006, p. 16-17).

Algunos ejemplos de módulos según los defensores de la MM son: el módulo de detección tramposos (Cosmides 1989; Cosmides & Tooby 1992); el módulo de la categorización biológica (Pinker 1994); el módulo de la geometría (Gallistel 1990); el de la lectura, que está compuesto por una serie de módulos que evolucionaron por otras razones (Sperber 1994; Machery 2007), el módulo del reconocimiento de caras (McKone & Kanwisher, 2005), entre otros.

Enseguida argumentaré que en la mayoría de sus formulaciones los defensores de la MM no consideran seriamente o no incorporan la experiencia ambiental, entendida como las condiciones locales e inmediatas que impulsan a los organismos a responder y actuar de una manera específica, esto es, las causas próximas. Primero, examinaré el argumento evolutivo-innatista a favor de la arquitectura masivamente modular de la mente para subrayar, como muchos otros anteriormente, que el intento de rastrear un valor adaptativo (con base en causas últimas) para casi cualquier tarea cognitiva tiende al fracaso. Sostendré que es factible que algunos pocos módulos cognitivos puedan ser explicados apelando principalmente a su pasado evolutivo, pero que es muy poco probable que la mayoría de nuestros procesos cognitivos actuales sean explicables basándose únicamente en este recurso. La sugerencia es que la mayor parte de los módulos cognitivos puede entenderse de mejor manera estudiando sus características y causas adaptativas próximas, para quizá posteriormente tomar en consideración sus causas o explicaciones últimas, como aquellas basadas en especulaciones sobre el papel que pudieron tener esas capacidades en el pasado evolutivo de nuestros ancestros.

Innatismo genético en la modularidad masiva y algunos de sus problemas

Mary Jane West-Eberhard, teórica de la biología, investigadora del Smithsonian Tropical Research Institute.
Mary Jane West-Eberhard, teórica de la biología, investigadora del Smithsonian Tropical Research Institute.

Sin importar que seas un modularista por razones meramente teóricas o por cualquier otra razón, una cuestión crucial para la ciencia cognitiva actual es dar cuenta del origen y fijación de los mecanismos cognitivos especializados que tenemos. Vimos que la MM usualmente explica el origen de dichos mecanismos como productos de la selección natural. Estos patrones explicativos son tomados, entre otras fuentes, de conclusiones provenientes de la biología evolucionista de acuerdo con la cual la organización modular es un prerrequisito de la evolucionabilidad (West-Eberhard 2003). Los biólogos evolucionistas consideran que dado que las propiedades de los módulos por lo regular son independientes unas de otras, tanto los módulos como los patrones de desarrollo que llevaron a ellos pueden tener efectos específicos en la adaptabilidad general del organismo. En el mismo sentido, los teóricos de la MM argumentan que, dado que los módulos pueden modificarse por separado, la selección natural puede actuar en una parte sin alterar todo el sistema. Argumentan que sólo una organización modular da cabida a que esto ocurra, por lo cual es apropiado pensar que la mente es un sistema biológico sujeto a los mismos requisitos evolutivos que cualquier otro sistema de este tipo.

Ahora bien, es sabido que no toda propiedad de la mente es una adaptación, dado que algunas podrían ser meros subproductos de aquellos rasgos que sí son adaptaciones. Es posible que algunas propiedades de la mente sean sólo “spandrels” o subproductos de otros rasgos que sí fueron seleccionados con un propósito (tal como defendieron Gould & Lewontin 1979). Y si estos biólogos están en lo correcto, los módulos podrían no ser todos ellos producto de la selección natural, pues quizá algunos de ellos serían simples subproductos.

También se ha defendido (Buller 2008) que para descubrir por qué cierto rasgo evolucionó, necesitamos identificar las funciones adaptativas que el rasgo en cuestión tenía en nuestros ancestros humanos, de lo cual tenemos muy poca evidencia.[7] En el mismo tesón, Fodor (2000) subrayaba que la cuestión importante para determinar si nuestra mente es una adaptación dependería de conocer el grado de alteración genotípica que se requirió para evolucionar desde nuestro ancestro más lejano hasta nosotros; o, lo que es similar, las presiones ambientales que nuestros ancestros tuvieron que enfrentar para desarrollar las características que poseemos actualmente. Así pues, hay consenso respecto a que no sabemos casi nada de la arquitectura de los primates ancestrales. Según su formulación:

Dado que la estructura psicológica (supuestamente) superviene a la estructura neurológica, la variación genotípica afecta a la arquitectura de la mente sólo por medio de sus efectos en la organización del cerebro. Y, dado que no se sabe absolutamente nada de cómo la arquitectura de nuestra cognición superviene a nuestra estructura cerebral, es completamente posible que reorganizaciones neurológicas muy pequeñas pudieran haber causado amplias discontinuidades psicológicas entre nuestras mentes y aquellas del simio ancestral… Lo poco que sabemos es que nuestros cerebros son muy similares a los de los simios; pero nuestras mentes son muy diferentes. No es difícil ver que alteraciones relativamente pequeñas a nivel neurológico pudieran haber producido amplias discontinuidades de capacidades cognitivas en la transición que hubo desde el simio ancestral hasta nosotros. Si eso es correcto, entonces no hay ninguna razón para creer que nuestra cognición fue moldeada por la acción gradual de la selección darwiniana en fenotipos conductuales pre-humanos. En particular, el (presunto) hecho de que nuestras mentes sean complejas y que conduzcan a la adaptabilidad no es razón para creer esto (Fodor 2000, p. 88).

En resumen, tal tipo de explicaciones tiende a asumir una relación lineal entre la alteración de algún parámetro fisiológico y la alteración en el nivel de adaptación de un organismo, junto con una especulación de qué pudo dar origen al rasgo que se estudia. Sin embargo, no sabemos casi nada de las condiciones locales y exigencias ambientales que pudieron haber llevado a que nuestros ancestros desarrollaran ciertas capacidades adaptativas; tampoco sabemos con certeza cómo era el cerebro de nuestros ancestros y, por si esto no fuera suficiente, no sabemos con precisión cómo y en qué medida la cognición depende de las estructuras cerebrales.[8]

Adicionalmente, no estamos justificados en ligar la historia selectiva de un rasgo humano con una teoría de la mente, dado que no tenemos evidencia sólida de que ambas sean mutuamente explicativas. Es razonable tener en cuenta que no podemos adoptar válidamente dicha relación como “el” principio metodológico o explicativo. La teoría de la mente necesita apoyarse en consideraciones seleccionistas[9], pero no como su único y principal recurso. Nótese que no estoy defendiendo que los supuestos evolucionistas sean falsos o innecesarios, sino más bien que son insuficientes para entender la cognición en sentido amplio. Es probable que algunos (pocos) módulos cognitivos bien puedan ser explicados como productos innatos, pero es muy poco probable que la mayoría de ellos se expliquen sólo apelando a este recurso. Cabe notar que la noción de innato aquí mencionada no es sinónimo de genético, pues como bien se sabe, un fenotipo (expresión del genotipo en un medio ambiente) es afectado tanto por la herencia como por el medio ambiente. Similarmente, en un medio ambiente intrauterino o de un huevo puede haber influencias que causen modificaciones epigenéticas innatas (anteriores al nacimiento) que no se deban a mutaciones génicas. Ocurre también que módulos (biológicos) que fueron seleccionados para una función pueden, en las condiciones de un medio local específico, ser utilizados para propósitos distintos (exaptación a nivel de módulos).

Multitud de críticas se han formulado en contra del (ab)uso del mecanismo de selección natural por parte de los defensores de la MM y la psicología evolucionista, las cuales no examinaremos aquí. Para los presentes propósitos baste con señalar lo riesgoso que es plantear hipótesis con base en sólo un tipo de causas para asuntos cognitivos.

La fuerza del medioambiente: las causas próximas en la cognición

Como bien lo formuló Lewontin (1991, p. 109): “así como no hay un organismo sin un medio ambiente, no hay un medio ambiente sin organismo”[10]. Veamos cómo esto es cierto también para el caso de la modularidad cognitiva. Tenemos que en algún momento del desarrollo filogenético y ontogenético de nuestro cerebro emerge una capacidad para especializarse funcionalmente o modularizarse, es la naturaleza de tal fenómeno lo que se quiere elucidar.

Sería raro encontrar a alguien que niegue que una parte importante de los sistemas que conforman nuestro cerebro son genéticamente transmitidos. El hecho de que tales sistemas proveen la arquitectura cerebral básica que poseemos no está en duda, lo que se critica es el abuso de las explicaciones innatistas, o con base en causas últimas, que se olvidan de las consideraciones medioambientales, lo cual siembra dudas respecto a la arquitectura cognitiva defendida por la MM y formulaciones similares.

La modularidad y la especialización cerebral pueden concebirse más bien como una respuesta adaptativa a un medio ambiente particular. Esto es compatible con el hecho de que la plasticidad[11] es la habilidad seleccionada por la evolución por favorecer la adaptación y la sobrevivencia. De modo que en la arquitectura cognitiva puede verse no sólo un ensamble de mecanismos cognitivos heredados, sino un ensamble de funciones cognitivas dependientes de un medio ambiente particular. Llamaré a esto la “hipótesis de plasticidad en la respuesta funcional al medio ambiente debida a la modularización estructural” que puede resumirse como “hipótesis modular de la plasticidad de respuesta al medio ambiente” (HMPRM).

Hay bastante evidencia neurocientífica compatible con las ideas de la HMPRM de acuerdo con la cual el módulo es una respuesta funcional al medio. Varios autores han defendido este tipo de modularización para funciones cognitivas y han mostrado cómo la experiencia lleva a cambios cualitativos y cuantitativos en la organización neuronal (Ptito & Desgent 2006). Polk & Hamilton (2006) han estudiado la especialización funcional y la localización de funciones cognitivas en procesos como la lectura, la escritura y la aritmética. Similarmente, Ptito & Desgent (2006), al igual que Röder (2003), han estudiado las respuestas del cerebro ante insumos medioambientales peculiares en casos de lesiones o privación sensorial.

Evidencia de plasticidad cerebral e innatismo genético en la explicación de la especialización cognitiva: el caso de la visión

La HMPRM conjunta la segregación de funciones o modularidad con el propósito de dar cuenta de las funciones cognitivas y de la especialización cerebral que actualmente tenemos, tomando en consideración tanto los supuestos innatistas como su continuo, la adaptación del cerebro a los desafíos medioambientales.

Cualquier defensor del seleccionismo, la MM o cualquier tipo de modularidad cognitiva debe enfocarse en el estudio de las características del cerebro que son heredables, tales como la organización cortical en humanos y otros mamíferos. Una parte de la organización cortical que está genéticamente constreñida por la evolución es la corteza visual: su distribución topográfica es casi invariable en los mamíferos; sus patrones de desarrollo parecen seguir un programa intrínseco, como el desarrollo de la dominancia ocular; tenemos dos ojos acoplados en una distribución similar; el sistema visual parece ser independiente de cualquier instrucción o aprendizaje; hay evidencia de acuerdo con la cual cierta actividad mínima, suficiente para la sobrevivencia, inicia la configuración básica de la corteza visual; también hay evidencia de que hay moléculas distintas y específicas para la región cerebral correspondiente al ojo izquierdo y para la región correspondiente al ojo derecho, cada una de las cuales juega un papel en la estructuración inicial de la corteza visual primaria; se especula también que el sistema visual es uno de los sentidos más antiguos en términos evolutivos y que compartimos con otros mamíferos (Ptito & Desgent 2006). Todos esos hechos parecen evidenciar la codificación genética del sistema visual. Pero a pesar de que el sistema visual está tan genéticamente arraigado, es bastante plástico en las primeras etapas del desarrollo. Hay evidencia que indica que sin la experiencia visual que estimule o altere las conexiones sinápticas, la expresión genética no es posible y las células visuales no se desarrollan normalmente. Expliquemos esto más detenidamente.

El sistema visual en la corteza cerebral humana es uno de los sentidos más estudiados, es un excelente caso de estudio para nuestros propósitos en la medida en que la visión es un sistema básico que participa en una gran cantidad de procesos cognitivos complejos así como en diversos procesos cerebrales, además de que tanto Fodor como los defensores de la MM consideran que dicho sistema es modular.

Diversos pensadores han estudiado cómo el desarrollo del cerebro depende de la interacción entre los componentes básicos del sistema nervioso (nature) y el medio ambiente que lo estimule (nurture). Los estudios de plasticidad en el sistema visual en animales y humanos muestran cómo la interacción entre el sistema visual y el medio ambiente produce no sólo modificaciones extensas y permanentes en la organización cortical sino también cambios en la función cognitiva.

Hippocampal_Neurons_-_ExerciseLos experimentos que muestran cómo reacciona el cerebro en condiciones de aislamiento o privación sensorial, expresión genética anormal, o lesiones, son célebres y frecuentemente citados. En tales condiciones ocurren reorganizaciones corticales, lo cual apunta a que los cambios morfológicos en la corteza visual son dirigidos por las demandas particulares de procesamiento cognitivo. Por ejemplo, se han reportado cambios en la corteza somatosensorial primaria, específicamente una organización topográfica más marcada, en ratas criadas en medios ambientes enriquecidos (Coq & Xerri 1998). Similarmente, en ratas criadas en espacios enriquecidos (con más túneles, escaleras y espacios de mayor amplitud) se ha reportado 25% más de espacio dendrítico para la sinapsis (Johansson & Belichenko 2002). En contraste, los resultados de experimentos en un medio ambiente visual pobre, son también conocidos, uno de ellos es el reporte sobre gatos expuestos visualmente a sólo rayas que van en una sola dirección, teniendo como consecuencia que las células visuales de esos gatos, pasado los periodos críticos de consolidación de la corteza visual, desarrollan una preferencia hacia el estímulo experimentado, es decir, rayas en una sola dirección, siendo prácticamente incapaces de reconocer rayas que van en la dirección opuesta (Blakemore & Cooper, 1970). Y este tipo de experimentos se basó en reportes de estudios ante completa privación visual de Wiesel & Hubel (1965a), quienes habían reportado algunos efectos que se dan en la corteza cerebral después de inducir ceguera unilateral y bilateral en gatos. La ceguera la produjeron durante los periodos críticos del desarrollo de gatos pequeños suturando el párpado de un ojo, encontrando que el ojo privado de estímulos mostraba una reducción en el número de células así como disminución de tamaño en la columna de dominancia ocular de la corteza visual primaria; mientras que en el ojo no privado se podía apreciar anatómicamente una dominancia en la corteza visual. De forma similar, estudios recientes de Berardi, Pizzorusso, Ratto & Maffei (2003) han confirmado que si un ojo es privado durante los periodos críticos de desarrollo ocurren cambios anatómicos importantes tales como: reducción irreversible de la agudeza visual, patrones atípicos de distribución neuronal a nivel de la corteza y dominancia ocular del ojo que no es alterado.

Estos experimentos muestran que en sujetos criados en medios ambientes pobres las conexiones de la corteza visual no se consolidan normalmente y la agudeza visual no se desarrolla apropiadamente. A partir de esto, se ha establecido que un medio ambiente rico o pobre produce cambios anatómicos significativos en la corteza sensorial.

He mencionado el caso del sistema visual, uno de los más genéticamente arraigados (y quizá más modularizados), con el propósito de ilustrar cómo las fuerzas medioambientales en forma de insumos específicos modifican las estructuras corticales, es decir, cómo los insumos ambientales específicos conllevan a la consolidación de la arquitectura cerebral y, por lo tanto, cómo productos cognitivos que dependen del sistema visual pueden fácilmente explicarse conjugando y enfatizando tanto causas próximas como causas últimas; posteriormente las estructuras cerebrales (sensoriales) consolidadas procesan funciones cognitivas para responder lo mejor posible a las demandas de procesamiento ambiental. Ahora bien, si estas modificaciones anatómico-ambientales le ocurren a uno de los sentidos más genéticamente determinados (y modularizados) que tenemos, ¿qué podemos esperar que les suceda a los procesos cognitivos más recientes en términos evolutivos?, aquellos que están menos arraigados (y menos modularizados). Si un mecanismo tan genéticamente cargado como la visión es maleable y susceptible de ser descrito tomando en cuenta las causas próximas de su consolidación, entonces se esperará que otros mecanismo cognitivos menos arraigados y evolutivamente mucho más recientes sean aún más maleables, y con ello que sean más propensos a explicarse apelando en primer lugar a causas próximas.

Esta segregación de funciones (modularidad) basada más en la especialización funcional como respuesta al ambiente, esto es, explicable por causas próximas, es consistente con la evidencia de funciones cognitivas adquiridas y la subsecuente especialización neuronal de la lectura, escritura y otros procesos cognitivos, tal como lo describen Polk & Hamilton (2006), quienes se enfocan en la modularidad neural dependiente de la experiencia en la lectura, escritura y la aritmética, apoyando la idea de que la experiencia puede llevar a la conformación de nuevos módulos funcionales y anatómicos en el cerebro humano.

De forma similar, Petersson & Reis (2006) proveen resultados cognitivos y neuroanatómicos de neuroimagen funcional que indican que la educación formal modulariza el cerebro, de tal modo que los adultos con educación formal desarrollan módulos neuronales (forzados por una instrucción explícita y sistemática en forma de demandas de procesamiento específico) dedicados a funciones cognitivas específicas, tales como la lectura y la escritura. Notoriamente, las neuroimágenes que estos autores proveen muestran que los sujetos no alfabetizados en edad temprana procesan las habilidades de lectura y escritura activan diferentes áreas cerebrales con respecto a los sujetos alfabetizados en edad escolar temprana. Sus estudios PET indicaron que en el grupo alfabetizado a edad temprana había una activación más prominente en la región parietal inferior del hemisferio izquierdo (área de Brodmann 40 <BA 40>), activación bilateral en la corteza insular anterior (BA 14/15), y en la corteza opercular frontal inferior derecha (BA 24/32), el ganglio basal izquierdo, la parte central anterior del tálamo e hipotálamo, y en la parte central del cerebelo; en contraste, en el grupo no alfabetizado en edad temprana había una activación significativa únicamente en la región frontal del hemisferio derecho (BA 10).[12]

Conclusión

Acabamos de ver que el sistema visual es uno de los sentidos más genéticamente enraizados que tenemos, es también un candidato ideal para estudiar la modularidad cerebral y cognitiva, en tanto que la visión es fundamental para una amplia gama de procesos cognitivos. Hemos examinado también que la evidencia empírica del sistema visual indica que, además de su amplia determinación genética, este sistema es fuertemente consolidado con base en las demandas de procesamiento ambiental. Por lo que podemos esperar que esto último sea aún más cierto para los productos cognitivos complejos y evolutivamente recientes.

cerebroeduardo 300Vimos también que los módulos deben entenderse en su sentido más amplio, donde interactúan genotipo, fenotipo y medio ambiente.[13]Así, se argumentó que la cognición –y la evolución en general– se basa más en la experiencia que en su pasado evolutivo. Estas aseveraciones se fortalecieron con la evidencia de segregación de funciones dependiente del ambiente en procesos como la lectura y la escritura.

Retomemos la caracterización inicial de Mayr según la cual los biólogos funcionalistas estarían preocupados por el estudio de las causas próximas mientras que los biólogos evolucionistas estarían preocupados por el análisis de las causas últimas; esto es, las causas próximas explican la función adaptativa de los caracteres biológicos y preguntas respecto al cómo, mientras que las causas últimas implican la formulación de hipótesis acerca de sus posibles orígenes evolutivos y preguntas del tipo por qué o para qué. La sugerencia es que para comprender la cognición actual es necesario estudiar en primer lugar las causas próximas sin que ello implique obligatoriamente un acoplamiento de éstas con sus causas últimas, si bien el estudio de las causas últimas podría venir aparejado. Es así que tenemos una aproximación más bien funcionalista al estudio de la cognición, en el sentido de que las respuestas a un medio local determinado se da en un contexto funcional –y no en un contexto seleccionista clásico–.

La necesidad del estudio de las causas próximas es aún mas evidente si consideramos que la mayoría de los estudios de la cognición se basan en los patrones de disfunción o desórdenes cognitivos, donde la única posibilidad de comprender la disfunción proviene de estudiar cuidadosamente las causas próximas, como son los factores ambientales del neurodesarrollo del sujeto, las fallas en la comunicación sináptica, las disfunciones residuales, etc.; estudios que tendrían problemas aún mayores si se comenzara estudiando las causas últimas.

Tomar en serio la evidencia de especialización funcional e influencia medioambiental, es decir, estudiar con detalle las causas próximas, es de gran ayuda para entender cómo se forman las habilidades cognitivas o módulos que tenemos. En conclusión, para dar cuenta de la mayor parte de los módulos o capacidades cognitivas que poseemos actualmente es más sensato y efectivo estudiar en primer lugar sus características y causas próximas, para quizá posteriormente preguntarnos cuál es el papel que pudieron tener esas capacidades cognitivas (si es que existían) en el pasado evolutivo de nuestros ancestros.

Notas al pie:

[1] La disociación de funciones cognitivas es un método empírico basado en el estudio de pacientes con déficits cognitivos, ya sean aquellos que son resultado de un problema del neurodesarrollo, o de alguna lesión cerebral. Una disociación simple ocurre cuando después de un daño en la región cerebral ‘Rx’, se observa que el paciente S1 presenta un deterioro cognitivo en el desempeño de la tarea ‘tA’, pero no presenta fallas considerables al desempeñar la tarea ‘tB’ o las demás tareas, a partir de lo cual se infiere que la ‘tA’ se encuentra dañada selectivamente y disociada de las demás tareas. Una disociación doble o cruzada ocurre cuando adicionalmente hay otro paciente S2 con un daño cerebral en la región ‘Ry’ que manifiesta un deterioro cognitivo en el desempeño de la tarea ‘tB’, pero no presenta fallas considerables al ejecutar la tarea ‘tA’. A partir de ello se infiere que la ‘tA’ y la ‘tB’ están disociadas. La doble disociación es un método muy útil en la neuropsicología para estudiar o descartar la existencia de interacciones cruzadas entre tareas cognitivas; aunque más específicamente la doble disociación busca probar la existencia de funciones cognitivas independientes o procesos cognitivos separados. Frecuentemente se ha señalado que la doble disociación no es una prueba de la existencia de funciones cognitivas separadas e independientes, sino un supuesto que se debe evaluar con base en evidencia de diversas disciplinas.

[2] El antecedente de la distinción entre causas próximas y causas últimas podría remontarse hasta Aristóteles. En el libro II de los “Analíticos Segundos” de sus Tratados de Lógica (El Organon), Aristóteles postuló la existencia de cuatro principios explicativos, causas, o tipos de cambio, a partir de como se nos presenta una cosa o fenómeno: si la cosa es tal cosa (sus atributos); por qué es tal cosa; si existe (si hay o no un medio para ella); y lo que es la cosa. Similarmente, en el capítulo 2 del libro V de la Metafísica, afirmó que son cuatro las causas responsables del orden que observamos: 1) la causa material de que esta hecha la cosa, por ejemplo, la madera o bronce de una escultura; o la madera, cristal, cemento y otros materiales de que está hecha una casa; 2) la causa eficiente que es aquella por la cual la cosa adquiere existencia, es decir, el sujeto que la causa, por ejemplo, el artista que esculpe o los trabajadores que construyen una casa; 3) la causa formal que explica el fenómeno en términos de su forma, plan, diseño o arreglo de los materiales, es decir, la organización interna de sus elementos constitutivos, por ejemplo, el diseño arquitectónico y los planos serían la causa formal de una casa, y; 4) la causa final que es el fin o propósito de la cosa, por ejemplo, el fin de una escultura es representar a un sujeto particular y el fin de una casa es albergar personas. Suelen agruparse las causas en material y formal, y eficiente y final, dado que estas últimas dependen de un sujeto, mientras que las dos primeras son intrínsecas al objeto.

[3] Según algunos expertos (Beatty 1994; Thierry 2005), Mayr tomó la formulación en biología de causas próximas/últimas de Baker, J. R. (1938), quien a su vez debió haberla tomado de dos teóricos, Huxley, J. S. (1916) que oponía explícitamente causas inmediatas y últimas; y de D’Arcy Thompson (1917) quien distinguía entre mecanismo y teleología como las dos partes que se unen para dar la totalidad de la naturaleza.

[4] Aunque solía aceptarse que las causas próximas completan las causas últimas, tal como creía Mayr, hoy en día hay debate a este respecto, entre otras razones porque tal esquema dual no parece encajar con las escalas de tiempo de la evolución, ni con las procesos epigenéticos, ni con las extinciones masivas donde el éxito depende más de adaptarse a un medio ambiente cambiante que de la promoción de los caracteres. Asimismo, tal dicotomía implica un pan-seleccionismo y es ciega a mecanismos distintos a la selección natural, como la deriva genética o la herencia ambiental. Por ello adoptarla es contraproducente, pues pone el énfasis en la separación y no permite integrar mecanismos, desarrollo, adaptación y contingencia histórica (Thierry 2005).

[5] Otros autores han ubicado el “módulo deductivo” en otras regiones del cerebro; o bien han negado la existencia de un módulo del razonamiento, argumentando que el razonamiento humano requiere varios y diversos componentes y procesos que se configuran dinámicamente dependiendo del tipo de tarea y medio ambiente específico con el que se enfrenta el sujeto (Grafman & Goel 2003, p. 879; Goel 2007, p. 440). Esta falta de consenso en la localización de funciones cerebrales usualmente se adjudica a diversas situaciones que se presentan en las propias investigaciones, como pueden ser: errores en las técnicas de medición, fallas en la respuesta hemodinámica de la fMRI, diseños experimentales pobres, análisis estadísticos defectuosos, etc. Similarmente, ha sido subrayado que aun cuando las activaciones de los estudios experimentales traten de replicarse, sus resultados nunca pueden ser idénticos (Goel 2007, p. 437 y ss.), esto es, que generalmente los distintos estudios reportan diferentes activaciones frente a la misma tarea de razonamiento (por ejemplo, ante un modus ponens).

[6] La cuestión es que difícilmente se puede extrapolar las condiciones de una primera escala de tiempo a una posterior. Enfatizando el hecho de que los procesos operan en distintas escalas, Gould (1985) propuso separar más bien tres estratos de tiempo: momentos ecológicos, tiempo geológico normal (en millones de años) y extinciones masivas periódicas; cada uno de estos tiene sus propias reglas y principios, especialmente el tercero, pues éste podría deshacer lo que se haya acumulado en el primer y/o segundo estrato. De modo que para Gould (1985) no se puede esperar que haya una misma fuente de causalidad operando en todas las escalas, ni continuidad en la naturaleza o en el tiempo, pues los sistemas suelen ir en direcciones opuestas que no apuntan siempre hacia el equilibrio o el progreso.

[7] Una formulación muy difundida y sencilla de este asunto se encuentra en David J. Buller (2008), donde dicho autor señala algunas falacias de la psicología evolucionista popular, posiblemente fundada en un evolucionismo popular. La primera falacia que señala es que el análisis de los problemas adaptativos del pleistoceno pueda darnos las claves acerca del diseño de la mente, puesto que tal análisis no arroja información interesante para la cognición. Buller defiende que tales descripciones son puramente especulativas porque tenemos poca evidencia de las condiciones bajo las cuales ocurrió la evolución humana temprana. De acuerdo con él, sería necesario, en primer lugar, conocer los rasgos psicológicos de nuestros ancestros. Para una formulación más profunda véase Buller (2005).

[8] Samir Okasha (2003) ha puesto en duda y ofrecido buenos argumentos en contra de las críticas de Fodor a la psicología evolucionista, y más aún en contra de Cosmides & Tooby, concluyendo que Fodor no logra mostrar que un enfoque fuertemente darwiniano para la cognición sea “intelectualmente indefendible”.

[9] Como Sperber (2002) lo expone: “no hay nada obvio acerca de la organización de la mente/cerebro, por ello cualquier tipo de evidencia es bienvenida, como es el caso de la perspectiva evolucionista. Esta perspectiva nos permite también tener una descripción de la modularidad más amplia y comprensiva”.

[10] Lewontin (1991, p. 107-108) adjudica a Darwin la distinción entre nature y nurture –si bien fueron más precisamente los neodarwinistas quienes la acuñaron–, y con ello la idea de que lo que está adentro y lo que está afuera obedece a distintas leyes. Antes de Darwin, con Lamarck, se creía que lo que estaba afuera y lo que estaba adentro se influían mutuamente o, lo que es similar, que cambios en el medio ambiente causaban cambios en el cuerpo o comportamiento del individuo y que tales cambios podían pasar a la siguiente generación. Sin embargo, en las historias oficiales del darwinismo suele dejarse de lado su lamarckismo.

[11] La plasticidad cerebral puede definirse mínimamente como un fenómeno adaptativo en el cual ocurren cambios estructurales en el cerebro debido a las presiones ambientales que enfrenta el sujeto particular. A pesar de que la plasticidad cerebral disminuye con la edad, la corteza cerebral humana está siempre luchando por adaptarse a las circunstancias ambientales.

[12] El mencionado estudio comparó con PET la repetición verbal inmediata de palabras y pseudopalabras en ambos grupos, encontrando que no había una correlación entre el patrón de activaciones cerebrales de uno y otro grupo (Petersson & Reis, 2006, pp. 295-296).

[13] Aunque en estricto sentido esta aproximación sería más bien compatible con la visión de Ho & Saunders (1979), según la cual el sistema epigenético pertenece al fenotipo más que al genotipo, pues el sistema epigenético interactúa con el medio ambiente, que a su vez genera variaciones sobre las cuales puede actuar la selección natural.

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Edades para la historia de la humanidad

Christian Jürgensen Thomsen mostrando la colección del Museo de Copenhague
Christian Jürgensen Thomsen mostrando la colección del Museo de Copenhague

Durante el primer tercio del siglo XIX se formuló la idea, fundamental para la arqueología, que se afana por periodizar, de que el hombre desde su origen hasta los tiempos presentes había transitado por ciertas etapas de desarrollo tecnológico, identificables en sus restos culturales. Esto ocurrió en Dinamarca, y se señaló que estos periodos podían apreciarse en las colecciones materiales del Museo de la Universidad de Copenhague. Primero hubo, se dijo, una Edad de la Piedra, a la que le siguió una Edad del Bronce y posteriormente una del Hierro. A esta idea se le llamó el Sistema de las Tres Edades y fue propuesta por Christian Jurgensen Thomsen al organizar la colección del Museo, alrededor de 1819[1].

La idea de que a una etapa de los metales había antecedido una etapa de la piedra no era nueva. Ya en el siglo XVI Michel Mercatus[2] (1541-1593) había dejado un manuscrito al respecto, que fue editado más de 120 años después, en 1717. En él, Mercatus discute sobre las piedras llamadas Ceraunia que, se consideraba, eran piedras producidas por la acción de los relámpagos, ya sea porque éstos las traían consigo, o porque las producían al golpear la tierra. En este texto Mercatus aventura la idea de que son objetos producidos por el hombre y de que, históricamente, al uso del hierro le había precedido el uso de la piedra para fabricar instrumentos y armas de guerra. Ceraunia, consideraba, no pertenece a una clase natural pues son objetos que fueron hechos artificialmente.

Ceraunia es abundante en Italia, donde es popularmente llamada ‘Sagitta’ (flecha), pues la forma en que está tallada es la de un arma triangular, hecha de sílex, delgada y dura. Se sostienen dos opiniones con relación a esto. La mayoría de los hombres creen que es depositada por los relámpagos. Aquellos que estudian historia piensan que antes del uso del hierro fue tallada a partir de piedras más duras, para ser usada en esa locura que es la guerra. […] Nos sentimos satisfechos sin embargo, si hemos podido mostrar que Ceraunia de esta clase ha sido producida por los antiguos [hombres]. Esto se demuestra por su material y forma, se ve apoyado por su nombre, y se confirma, finalmente, por su uso. Si esto puede ser probado como cierto, entonces Ceraunia no debe ser incluida en la categoría de sustancias idiomórficas, pues podría haber sido hecha artificialmente[3].

La Edad de la Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro

En 1836 Thomsen publicó la primera guía del Museo de Dinamarca, en la que expuso sus ideas sobre las tres épocas en que había transcurrido la vida del hombre[4].

Lo que queremos establecer puede ser considerado sólo como conjeturas que seguramente serán mejor clarificadas, y verificadas o modificadas por las observaciones y el estudio de estos objetos por varios expertos. Para facilitar este estudio, asignaré nombres particulares a los varios periodos cuyos límites sin embargo, no pueden ser definidos con exactitud.

La Edad de Piedra, o el periodo en que armas e instrumentos fueron hechos de piedra, madera, hueso y materiales similares, y en el cual los metales fueron conocidos o muy poco o nada. […]

La Edad de Bronce, en la cual las armas y los utensilios cortantes fueron hechos de cobre o bronce, y en la que el hierro y la plata habían sido o muy poco o nada conocidos. […]

La Edad del Hierro, el tercero y último periodo de los tiempos paganos, en el cual el hierro fue usado por aquellos objetos para los que es particularmente apropiado, por lo que tomó el lugar del bronce para esas cosas […][5].

Estos conceptos contribuyeron a formar una idea general sobre cómo había transcurrido la historia humana y, debido a que no se concentraba particularmente en historias locales, trajo consigo cierta lectura del tiempo humano que posibilitó comprender de una cierta manera la historia de la humanidad: ésta podía entenderse como una sucesión ordenada de distintos estadios de desarrollo tecnológico. La clasificación de los tiestos empezaba a rendir frutos en la interpretación de la historia humana. Por primera vez los estudiosos de los bienes antiguos, curadores de museos, coleccionistas, tenían un modelo contra el cual cotejar el cúmulo de objetos que atesoraban, una propuesta para organizar sus datos. Esta interpretación fue relevante en la historia de la arqueología y marcó, quizá, el inicio de la arqueología moderna, con sus futuros análisis tipológicos: clasificar, organizar, atribuir, se pensó, brindaría elementos para el reconocimiento, el análisis y la distinción de las culturas, tanto en lo espacial como en lo temporal.

Contribuciones de la geología

Recuérdese que en 1833, casi paralelamente a estos eventos, había sido publicado por Charles Lyell el último volumen de la trilogía The Principles of Geology, que tuvo gran influencia en la estructuración del pensamiento geológico y biológico de la época. Lyell había analizado y destacado lo más importante de las ideas de muchos científicos de su época y de épocas anteriores, entre ellos Hutton[6] y había formulado sus propias conclusiones, logrando, con su amplia y fundamentada exposición, que algunos de los principales personajes de la ciencia de su época aceptaran sus planteamientos respecto del largo tiempo de existencia de la Tierra: los estratos de la superficie terrestre se habían formado más bien con lentitud y se debían en gran medida a fenómenos naturales similares a los que se podían apreciar en ese momento y muy rara vez debido a catástrofes. Este replanteamiento de ideas exigía de la Historia Natural una enorme ampliación del tiempo de la vida en la tierra para dar cuenta de las condiciones actuales de la corteza terrestre y de los restos fósiles que en ella se encontraban. Era pues, un tiempo de ideas de la larga historia de la vida de la Tierra y de la vida del ser humano en ella.

Aura Ponce de Léon, diciembre de 2014.


Referencias.

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Heizer, R. (1962), Man´s Discovery of his past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice-Hall.

Lyell, Ch. (1830, 1832, 1833), Principles of Geology, being an Attempt to Explain the Former Changes of the Earth’s Surface, by Reference to Causes now in Operation. London, John Murray, Vols. I (1830), II (1832) y III (1833).

Mercatus, M. (manuscrito siglo XVI/1717/1962), “On Ceraunia Cuneata”, in: Heizer, R, 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp. 63-67.

Mortillet, G. de (1883/1885), Le préhistorique, Antiquité de l’homme, Paris, C. Reinwald.

Thomsen, C. J. (1836/1962), “The Various Periods to which Heathen Relics can be Assigned”, in: Heizer, R., 1962, Man´s Discovery of his Past. Literary Landmarks in Archaeology, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, pp.21-26.


Notas.

[1] Véase la introducción y el capítulo II de Mortillet, 1883/1885; véase también Daniel, 1968, p. 28, y Childe, 1956/77, p. 48).

[2] Mercatus fue un naturalista a cargo, por cierto tiempo, de los jardines botánicos del Vaticano (Clarke, 1968/84: 4). Fue también médico del Papa Clemente VIII. Escribió acerca de diversos temas que por su posición en la sede religiosa tuvo oportunidad de conocer, por ejemplo algunos tipos de objetos de piedra clasificados entonces como Ceraunia cuneata y Ceraunia vulgaris (Heizer, 1962: 62).

[3] Mercatus, manuscrito siglo XVI/1717/1962: 65, 67.

[4] Thomsen, 1836/1962: 21-26.

[5] Íbidem, 21-2.

[6] Lyell, 1830: 60


Imagen de Thomsen albergada en wikipedia.

Parte de este texto proviene del libro Arqueología cognitiva presapiens, de la autora, 2005, México, CEFPSVLT.

Primatología y antropología en el estudio de la evolución humana

Irven DeVore / 1934 –2014.
In memoriam.

El martes 23 de septiembre de 2014 falleció Irven DeVore, etólogo, antropólogo, gran investigador de la conducta primate, por ejemplo de babuinos y humanos. Profesor de la Universidad de Harvard, de celebrada capacidad docente y conferencista, fue también curador del área de primatología del Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de la misma universidad.

Niños del Kalahari
Niños del Kalahari

Irven DeVore fue uno de los pioneros en la investigación de la conducta primate a partir de métodos y perspectivas de la antropología y también lo fue en la realización de trabajos etnográficos con fines comparativos para entender la evolución humana, a través de un proyecto de investigación de largo plazo entre los !Kung San del desierto del Kalahari, uno de los últimos grupos de cazadores recolectores del mundo. Fue motivado y auspiciado en sus trabajos iniciales por su mentor, Sherwood L. Washburn, a quien puede señalarse como uno de los padres de la antropología física moderna; a ellos se deben algunas de las principales líneas de investigación que hoy en día se siguen en el estudio de la evolución humana. En lo que sigue, se describirá brevemente el contexto en el que nacieron esos estudios.

Ernst Mayr señala que la síntesis moderna de la biología, que podría ubicarse entre 1936 y 1950 fue, más que una revolución del conocimiento, la fusión de distintas disciplinas que hasta ese momento se encontraban dispersas, para el establecimiento de un campo. Áreas de la biología que hasta 1936 se habían desarrollado de manera independiente, sobre todo la genética, la sistemática y la paleontología, establecieron un diálogo y un intercambio de información y conocimientos que condujo a sus principales exponentes a la incorporación a sus análisis de conocimientos desarrollados en las otras disciplinas. Mayr describe que hacia 1920 la comunicación entre estos especialistas, cuando se realizaban reuniones, era mínima o inexistente, puesto que prácticamente no compartían enfoques. Se trataba de campos tan separados de conocimiento como si pertenecieran a disciplinas completamente distintas. Sin embargo en pocos años, a partir de que algunos de los científicos naturalistas, principalmente taxónomos y paleontólogos, se adentraran en las complejidades de la genética, se efectuó una unificación. Entre los logros fundamentales que Mayr refiere estuvieron: a) el descarte de teorías que competían con la selección natural, como el neolamarckismo, la ortogénesis y las teorías saltacionistas; b) el reconocimiento de la distinción entre genotipo y fenotipo, c) la incorporación del pensamiento geográfico a la síntesis, con lo que se abordaron los problemas de diversificación de especies, el concepto biológico de especie y la especiación en la macroevolución, d) la incorporación del pensamiento poblacional a la genética, y e) la introducción de un enfoque holístico para la comprensión de la evolución. La evolución para los naturalistas de la síntesis, señala Mayr, consistía en un conjunto de procesos de los que había que estudiar muchos aspectos: genes, órganos, relaciones, conductas, entre otros, y ello en distintos niveles, por ejemplo en el nivel individual y el poblacional. Era este el panorama que la biología en su conjunto presentaba a los científicos a mediados del siglo pasado. [1]

En 1951 Sherwood L. Washburn, entonces profesor de la Universidad de Chicago, publicó un interesante texto en el que reflexionó sobre la antropología física como un caso particular del estudio de la evolución. En “The New Physical Anthropology” mostró que el objeto de estudio de la antropología física era, en ese momento, la comparación de lo que podrían considerarse productos o resultados de la evolución y no, como quizá debería y podría ser, el análisis de los procesos ocurridos. Así, la antropología física se dedicaba a describir, tomar medidas, hacer estadísticas, clasificar. Tomaba como objetos de estudio temas considerados vigentes en ese tiempo, tales como las razas, el crecimiento, los criminales, los tipos constitucionales. Tal orientación de la antropología física, concluía Washburn, debía cambiar: el objeto de estudio debía ser la búsqueda de la comprensión de los mecanismos del cambio evolutivo. ¿Cuáles habían sido, por ejemplo, los procesos de selección que tuvieron como resultado a la especie humana? Se sabe, señalaba, que la modificación de las frecuencias genéticas “resulta en evolución […] pero la selección del fenotipo, la adaptación de los animales a su ambiente, es la causa primaria de alteración en sus frecuencias genéticas” [2]. Por tanto, llegaba a la conclusión de que lo que había que estudiar eran aquellos elementos que podría conjeturarse que se habían seleccionado.

Propuso entonces que para comprender el cuerpo humano como conjunto habían de considerarse los tres “complejos funcionales” [3] de que se componía, que probablemente habían evolucionado de forma separada: a) el cráneo y el cerebro, b) el tórax y los brazos, y c) la pelvis y las piernas. Para entender la evolución de cada complejo funcional había que empezar por identificarlo y describir sus variaciones posibles y tratar de descubrir cuál era el soporte genético de estas variaciones. Para sopesar debidamente el valor de la información que nos proporcionan los fósiles, había que comparar esos hallazgos con lo que sabemos de primates vivos, entre los que se encuentran grandes diferencias incluso al interior de la especie. Un fósil puede con facilidad conducir a confusiones, pensaba, pues en muchas ocasiones no es claro si se trata de un macho y una hembra de una misma especie, o dos miembros de distintas especies, o miembros de distintos rangos de edad dentro de una misma especie. Puesto que estas confusiones pueden encontrarse en el estudio de primates vivos, con mayor razón era posible el error cuando se trataba con fósiles [4], que podemos considerar muestras incompletas de piezas no necesariamente diagnósticas.

Washburn proponía, pues, utilizar distintos conjuntos de información, provenientes de distintas disciplinas y de distintas metodologías de análisis para producir hipótesis o conjeturas sobre los caminos que había tomado la evolución humana. Señalaba: “El cambio es esencialmente de énfasis. Si la Antropología Física tradicional era 80 por ciento mediciones y 20 por ciento se dedicaba a la herencia, al proceso, a la anatomía, entonces en la nueva Antropología física las proporciones deben ser aproximadamente las contrarias”. [5]

El estudio de los primates.

En “The Analysis of Primate Evolution with Particular Reference to the Origin of Man” [6], Washburn amplía su crítica a los enfoques tradicionales –“la tradición descriptiva”, le llamaba. Si el problema era cómo había de estudiarse la evolución humana, entonces había que estudiar la evolución primate. El campo de la paleontología humana estaba sumergido en un estado de confusión y de grandes discrepancias. Había una abundancia artificial de especies propuestas a partir de pocas piezas fósiles y no se proponían vínculos entre estos especímenes y una explicación evolutiva general en su conjunto. El trabajo estaba orientado a describir los datos que se suponía eran relevantes, por ejemplo capacidad craneal, sexo, parte del organismo al que pertenecía, probable pertenencia a una especie, entre otros datos, sin enmarcarlos en una interpretación general de los procesos evolutivos. Predominaba la anatomía comparativa, de la que no necesariamente podían obtenerse conclusiones confiables, y la tipología de los restos fósiles.

Entender al humano como miembro del orden Primates implicaba tratar de identificar cuáles fueron los principales procesos adaptativos que condujeron a su aparición a partir de la aparición del orden. Para Washburn, en los grandes grupos taxonómicos de los primates podían identificarse esas radiaciones. La primera, que separó al orden de otros mamíferos, fue la adquisición de una capacidad de asimiento en las extremidades, principalmente en los miembros anteriores. Esta radiación está representada por los lemures que, pese a ser tan distantes filogenéticamente del hombre pertenecen al orden pues conservan esta especialización. La siguiente fue un desplazamiento de la dominancia del sentido del olfato al sentido de la vista, representada taxonómicamente por los monos. Humanos, antropoides y monos, compartimos esa dominancia de sentido. La tercera fue una adaptación a la locomoción braquiadora, representada por los simios, y presente tanto en ellos como en el hombre, si bien subutilizada, aunque debe señalarse que algunos monos también poseen este rasgo, y, por último, el bipedismo o bipedalismo, una adaptación homínida y prácticamente humana si se considera en su forma más acabada. Ya dentro del linaje humano otros rasgos específicamente nuestros, como el gran cerebro, fueron favorecidos por la selección natural. [7]

Así pues, la idea de acudir a datos provenientes del orden Primates para comprender la hominización fue fortaleciéndose.

A finales de los años cincuenta Washburn gestionó fondos para la investigación de primates en libertad e invitó a sus alumnos Irven DeVore y Phillys Jay, a iniciar trabajos de investigación. Así, DeVore inicia un trabajo pionero con babuinos en el Parque Nacional de Amboseli en Kenya y Phillys Jay (posteriormente Phyllis Jay Dolhinow) se orienta a trabajar langures en la India. Como resultado de este trabajo, DeVore estableció rutas novedosas para estudiar la conducta primate que se han continuado por largo tiempo. Documentó audiovisual y fotográficamente su trabajo, de lo cual surgió un filme premiado, Baboon Behaviour, en1963. Él y Washburn escribieron “The Social Life of Baboons” (1961), un artículo que impulsó muchas investigaciones y al que siguieron muchas otras publicaciones. En este artículo propusieron el que llegó a conocerse como el “modelo babuino” de la evolución humana –el inicio de la aparición de numerosos modelos. Ya desde ese estudio se conceptualizan diversos fenómenos que aún hoy en día se utilizan de forma amplia en la primatología, por ejemplo el papel del grupo como protector, el establecimiento de grupos masculinos, la dominancia, los lazos sociales, todo ello en una perspectiva evolutiva, es decir, ponderando el valor adaptativo de cada conducta. En otro artículo abordaremos los interesantes estudios que DeVore, junto con Richard Lee, impulsaron entre los !Kung San del Kalahari.

Aura Ponce de León, octubre de 2014.


Notas.

[1] Mayr, 1992: 142-149.

[2] Washburn, 1951a.

[3] El concepto de “complejos funcionales” debe haber sido tomado por Washburn de W. Le Gros Clark, quien lo utilizó en sus estudios sobre fósiles humanos. Le Gros Clark fue su profesor en un curso que tomó en Inglaterra durante su etapa de doctorado que fue de gran influencia en su formación.

[4] Washburn, 1951a.

[5] Íbidem, p. 303).

[6] 1951b.

[7] (Washburn, 1951b, 1963.


Referencias.

Howell, C. (s/f) Sherwood Larned Washburn, Biographical Memoirs, National Academy of Sciencies, USA.

Mayr, E. (1992) Una larga controversia. Darwin y el darwinismo, Barcelona, Crítica [original: One Long Argument. Charles Darwin and the Genesis of Modern Evolutionary Thought, Cambridge, Mass., Harvard University Press].

Washburn, S. L. (1951a) “The New Physical Anthropology”, en: Transactions of the New York Academy of Sciences, Series II, Vol. 13, No. 7, pp. 298-304, mayo.

(1951b) “The Analysis of Primate Evolution with Particular Reference to the Origin of Man”, en: Strum, S. C., Lindburg, D. G. y Hamburg, D. (eds) (1999) The New Physical Anthropology. Science, Humanism, and Critical Reflection, New Jersey, Prentice Hall, pp. 7-17, [original: (1951) The Cold Spring Harbor Symposia on Quantitative Biology, 15: 67-78].

(1963) “Behavior and Human Evolution”, en: Strum, S. C., Lindburg, D. G. y Hamburg, D. (eds) (1999) The New Physical Anthropology. Science, Humanism, and Critical Reflection, New Jersey, Prentice Hall pp. 261-269, [original: Washburn, S. L., (ed.) (1963), Classification and Human Evolution, New York, Wenner Gren, Viking Fund Publications in Anthropology, pp. 190-203].

(1973) “The promise of primatology”, en: American Journal of Physical Anthropology, Vol. 38, no. 2, marzo, pp. 177-182.

(1983) “Evolution of a Teacher”, en: Annual Review of Anthropology 12, pp. 1-24.


Parte de la información de este texto proviene del artículo “El aporte de Sherwood L. Washburn al pensamiento paleoantropológico moderno”, de la autora, publicado en: El saber filosófico. Sociedad y ciencia, Vol. II, 2007, Martínez Contreras J. & A. Ponce de León, coords., México, Siglo XXI Editores – Asociación Filosófica de México, A.C., pp. 473-480.

  • Imagen de “Niños del Kalahari”, por Sara Atkins albergada en wikipedia.
  • Imagen de babuinos, Aura Ponce de León, 2005.
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