Las constituciones de México y nuestra historia.

Las constituciones de México y nuestra historia.[1]

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.

Las constituciones de México están en la controversia pública, en particular la de 1917. Cumple 100 años y, como es usual, la efeméride propicia las reflexiones y debates sobre el tema. Se reabre la discusión respecto a las características y alcances de la Carta de Querétaro. Se opina sobre las muchas modificaciones que ha recibido. También, respecto a si mantiene su pertinencia en la realidad de hoy o si hay necesidad de sustituirla por otra; y, si así fuera, cuál debiera ser el contenido de la nueva y cuál el procedimiento para generarla. Incluso se reabre un viejo debate sobre el modelo constitucional clásico y el que se siguió, distinto, en el caso de nuestra constitución. Estimo oportuno aportar algunas reflexiones al respecto.

Las constituciones y la historia de las sociedades.

Vicente Lombardo Toledano, autor de valiosas tesis sobre las constituciones de México.

No existe un texto constitucional ideal para todas las sociedades ni para todos los tiempos. Lo que existe es una interacción entre la vida económica, política y social de los pueblos y la superestructura jurídica que adoptan.

Por eso, cada sociedad establece las normas de su convivencia en cada etapa de su desarrollo; normas que reflejan el modo de producción imperante y la correlación que existe entre las distintas clases sociales, entre otras cosas.

El modelo constitucional liberal o clásico.

Los criterios del constitucionalismo que brotó del pensamiento liberal establecen que la ley suprema se debe limitar a la organización del cuerpo político de la nación, fijando los derechos de las personas, los del Estado, las relaciones entre ambos y la forma de gobierno, nada más. Y que cualquier otro agregado las envicia.

El modelo constitucional clásico y el capitalismo de libre empresa.

El modelo constitucional clásico emergió en las naciones que se beneficiaron del fenómeno económico denominado “acumulación originaria” y que, por esa misma causa, entre otras, también vivieron la revolución industrial de manera temprana. Adoptaron un modelo constitucional que respondió a la concepción filosófica y política de la nueva clase social que emergió victoriosa de la lucha contra la clase dominante en el viejo modo de producción feudal. La clase social de los artesanos y comerciantes, que se habían separado de los feudos y había ido construyendo ciudades o burgos, y que por lo mismo fue llamada burguesía. Era la clase social revolucionaria de la época, y su pensamiento filosófico, político y social era el más avanzado. El capitalismo que surgía y que esa clase social propugnaba fue el llamado capitalismo de libre concurrencia o libre empresa.

Las constituciones liberales y la filosofía política y social de la burguesía en su época revolucionaria.

Las constituciones de esa época procuraron plasmar los ideales filosóficos de la clase burguesa en su época revolucionaria: la libertad de pensamiento, de expresión, de reunión y de asociación, que no existieron en el modo feudal de producción.

Las constituciones y el pensamiento económico de la clase burguesa en su época ascendente.

En lo económico, la burguesía como clase social ascendente aspiraba establecer el principio de la propiedad privada como medular entre los derechos del individuo y poner las bases para la integración de los grandes mercados nacionales de capitales, de mercancías y de mano de obra, que impidieran cualquier obstrucción a la libre concurrencia y que protegieran la citada propiedad privada. Con este contenido, las constituciones, a la vez que satisfacían las aspiraciones de la clase social emergente, creaban las condiciones jurídicas para el ulterior desarrollo económico y social. La organización del Estado se diseñaba con esos mismos propósitos.

La Constitución de 1917 tomó distancia de este modelo.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido.

Las constituciones de México se han distinguido de los modelos clásicos, tanto en la forma como en el contenido. Así ha sido a lo largo de la historia, pero el caso más notable fue el de la Carta de 1917. En efecto, la hoy centenaria Constitución de 1917, incorporó a su texto tesis de carácter social y económico, como la relativa al dominio de la nación sobre las riquezas de su territorio, la de la reforma agraria y la de los derechos de la clase obrera. Y ¡qué bien que las incorporó!, aunque por eso fue duramente criticada por los constitucionalistas liberales, que quisieron denostarla llamándola el “almodrote de Querétaro”.

El trasfondo clasista de los críticos del modelo constitucional mexicano.

Sin embargo, no fue su forma lo que en realidad preocupó a sus censores, que en el fondo no respondían a posiciones neutrales desde el punto de vista de la lucha social.

Los autores de tales críticas, en los hechos, actuaban como voceros de una clase social, la misma que a causa de la Revolución de 1910 y su fruto jurídico perdió su condición de clase dominante. A esa clase social y a sus portavoces, lo que les contrarió de manera profunda, fueron las innovaciones plasmadas en la Constitución, porque respondieron a los anhelos de las clases populares. De ahí su gran disgusto.

¿Por qué, la heterodoxia constitucional de México?

Pero hay que aclarar que nuestra heterodoxia constitucional no fue producto de la improvisación ni del capricho de quienes formularon la Carta de 1917. Ésta fue el fruto de los anhelos y la voluntad del pueblo plasmados en mandatos jurídicos. De hecho, la de 1917 no fue el único caso de una constitución nuestra que incumplió el modelo clásico. Tuvo antecedentes:

Las constituciones de México y nuestra historia.

Plasmar los anhelos del pueblo en mandatos jurídicos.

Como lo valora Vicente Lombardo Toledano, la constitución de 1814 apenas fue el primer intento de organizar a la nación, cuyo pueblo luchaba con las armas exigiendo el reconocimiento de su soberanía, con ideas y propósitos opuestos a los de la etapa colonial. La de 1824 recogió demandas populares para constituir una nación independiente. La de 1857, a la que luego se incorporarían las Leyes de Reforma, fue el resultado de la Revolución que llevó al triunfo el programa del partido liberal. Y precisamente con las Leyes de Reforma tomó un carácter sumamente avanzado. De un modo u otro, estas constituciones empezaron a salirse del modelo clásico.

Pero la de 1917 coronó la victoria de las masas rurales y urbanas y de la pequeña burguesía intelectual sobre el régimen semifeudal y esclavista, entregado al capital extranjero, que presidió Porfirio Díaz. A eso se debe su contenido novedoso, que responde a demandas específicas de las diversas clases y sectores sociales que participaron en la lucha desde los puntos de vista ideológico como armado.

Fue de esta manera como surgió un modelo distinto de leyes fundamentales, que quizá pudiera llamarse: modelo constitucional mexicano. Resultó de un proceso histórico diferente al que siguieron las democracias burguesas típicas. Un modelo que incorpora al mandato supremo los derechos sociales del pueblo, de un pueblo que los conquistó con la lucha armada.

En 1910, las burguesías, otrora revolucionarias, ya no lo eran.

Cuando estalló la Revolución Mexicana de 1910, ya no existían las burguesías revolucionarias en el mundo.

El modo de producción capitalista está regido por leyes económicas y sociales. Una de ellas es la de la concentración del capital. Producto de esta ley económica, el capitalismo de libre empresa poco a poco fue desapareciendo, dando paso a la formación de monopolios, cada vez de mayor magnitud. Con éstos, se abrió paso una nueva fase del capitalismo, el capitalismo imperialista o, simplemente, imperialismo.

Durante ese proceso de transformación del capitalismo, incontables empresarios quebraron y dejaron de serlo. Sobrevivieron, los que amasaron grandes capitales y devinieron en monopolistas. Como es natural, los monopolistas no aspiran a la libre concurrencia, sino que imponen su voluntad por la fuerza de su capital y pretenden acapararlo todo y controlarlo todo. Las burguesías revolucionarias de antaño fueron sustituidas por burguesías monopolistas o imperialistas, enemigas y explotadoras inmisericordes de los pueblos.

Con el imperialismo, el mundo capitalista tuvo dos componentes distintos.

Desde que el capitalismo de libre empresa transmutó a imperialismo, el sistema capitalista mundial pasó a tener dos componentes: dominantes y dominados. Países imperialistas y países subordinados. Los de América Latina, Asia y África quedaron en el conjunto de los dependientes. América del norte y Europa occidental, en los saqueadores de los pueblos.

Porque, como vimos, las sociedades que pasaron del modo feudal al capitalista tempranamente, al caducar dentro de ellas el capitalismo de libre empresa, se abalanzaron sobre los pueblos que habían sido sus colonias y que por esa causa quedaron impedidas de participar en el festín del desarrollo capitalista. Al arribar con sus inversiones, tomaron el control monopólico de sus economías e hicieron imposible la aparición, dentro de estos pueblos, de un capitalismo como el que ellos habían tenido de tiempo atrás, antes de tornarse imperialistas. Al tomar el control monopólico de sus economías obstaculizaron el desarrollo de las fuerzas productivas de los países penetrados, condenándolas al capitalismo dependiente, del que sólo pueden salir aquéllos pueblos que logren liberarse del imperialismo.

1910, la Revolución Mexicana, antifeudal y antimperialista.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano.

La Revolución Mexicana de 1910 fue una revolución antifeudal y antimperialista, como la definió Vicente Lombardo Toledano. Fue antifeudal, en el sentido de que la mayor parte de la tierra de nuestro territorio nacional estaba concentrada en pocas manos. Los enormes latifundios, propiedad de un puñado de terratenientes, son una forma de propiedad muy escasamente productiva. Al mismo tiempo que condena a la penuria extrema a los pobladores del campo, que viven como peones de las haciendas o como aparceros. De ahí la necesidad de la reforma agraria, que reparta los latifundios y los vuelva productivos, y que, a la vez, permita a los campesinos disfrutar de mejores condiciones de vida. Sin la reforma agraria jamás podría crearse un mercado nacional; sin un mercado nacional jamás podría desarrollarse la industria, y sin industrialización jamás pueblo alguno podrá alcanzar niveles de vida decorosos. Pero fue antimperialista, la primera de ese carácter en el mundo, por cierto, porque nuestro país había sido penetrado por el capital extranjero desde la séptima década del siglo XIX, en los inicios de la etapa del imperialismo. Y sin liberarse del imperialismo, ningún pueblo puede desarrollar sus fuerzas productivas, por lo que queda condenado a la miseria eterna.

La Constitución de 1917, la más avanzada en su momento.

El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

El modelo constitucional liberal o clásico no podría responder a los anhelos y aspiraciones de un pueblo que hizo una revolución como la de 1910. No podría satisfacer las necesidades del conjunto de clases y sectores sociales emergentes, ni podría crear las bases para el desarrollo económico y social.

Habiendo surgido de la Revolución Mexicana de 1910, tenía que ser, como ésta, un estatuto jurídico de carácter antifeudal y antimperialista, como en efecto, lo fue. Tenía que incorporar las banderas de lucha de los campesinos y los obreros, al lado de las de otros sectores que hicieron la revolución, y que formaron parte de los documentos que lanzaron cuando estuvieron en la lucha armada, de sus proclamas, de sus pronunciamientos, de sus planes y manifiestos, como en efecto, lo hizo. El análisis de su contenido deja en claro que se trató del estatuto más avanzado del mundo, cuando se promulgó, el 5 de febrero de 1917, además de haber inaugurado un nuevo modelo constitucional.

 

[1] En el marco del Centenario de la Constitución de 1917, durante los últimos meses he sido invitado a dictar varias conferencias que giran en torno a ese tema en diversas universidades y otros recintos académicos y sociales del país. Este texto y otros posteriores ofrecen una síntesis de dichas exposiciones.

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (segunda parte)

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (segunda parte)

Por Emilio García Bonilla

La Revolución Democrática, Antifeudal y Antiimperialista

Lombardo analiza con especial atención las causas y características de la tercera revolución mexicana por ser la más reciente y la que estaba vigente en el tiempo en que escribió. Encuentra que la causa principal de las contradicciones que dieron pie a esta revolución fue el latifundismo, el cual identificó con una forma de feudalismo.

portada_ap1910La concentración de las tierras hizo que las masas populares quedaran enfrentadas con la clase terrateniente, porque “la mayoría de la población económicamente activa estaba formada por peones”, quienes “vivían eternamente endeudados con el señor de la tierra, con el señor feudal” para quien trabajaban en jornadas de doce horas como mínimo, estando sujetos además a su jurisdicción pues el hacendado obraba como juez sin posibilidades de apelación; por si fuera poco, los peones “carecían de libertad para abandonar la hacienda”.[1]

El latifundismo también implicó la contradicción entre la burguesía mercantil y la naciente burguesía industrial porque la producción de las haciendas se limitaba a los mercados regionales imposibilitando la integración de un mercado nacional único, porque el poder adquisitivo de las masas rurales “era casi nulo”, y porque “el rendimiento de las tierras era bajísimo” debido a los rudimentarios métodos y medios de producción, en tanto, la incipiente burguesía industrial “pasaba ya de los talleres artesanales a los obrajes y a las primeras fábricas que empleaban los instrumentos mecánicos”.[2]

Una tercera contradicción producto del latifundismo se dio “entre el sistema democrático de gobierno establecido en la Constitución de la República, y la dictadura de la clase terrateniente que dominaba a los círculos dirigentes del país.” La prohibición de partidos políticos, la represión y censura política, el desinterés de la mayoría de los ciudadanos de votar en las elecciones, eran aspectos de lo anterior.[3]

20Una última contradicción que encuentra Lombardo enfrentaba a “los intereses de la nación con el capital extranjero invertido en el país”, debido a que en manos de extranjeros estaban tierras que habían sido de la Iglesia pero también que habían pertenecido a comunidades indígenas que fueron despojadas para beneficiar a los favoritos del régimen y a los extranjeros mediante la aplicación a modo de la Constitución o con la creación de leyes con ese fin.[4]

En su interpretación, Lombardo destaca que a finales del siglo XIX el capitalismo había entrado en su etapa imperialista, caracterizada, como la definió Lenin, por la exportación de capitales a los países atrasados. En el caso de México, los monopolios británicos y estadounidenses invirtieron principalmente en los ferrocarriles, la minería, las fundiciones y la industria petrolera.[5]

Nuestro autor señaló que se dio una alianza entre el capital extranjero y los terratenientes conservadores, lo cual era totalmente sui generis pues los capitalistas extranjeros ya habían llegado a la fase del imperialismo mientras que los terratenientes nacionales defendían, según Lombardo, una forma de feudalismo. Como quiera que sea, esa alianza frenó el desarrollo del capitalismo en México quedando relegada de la vida económica y política la burguesía nacional que iba emergiendo.[6]

De esa burguesía nacional relegada destacó la burguesía rural progresista, que se oponía a los latifundistas feudales, y que estaba formada por terratenientes con mentalidad burguesa que estaban relacionados con la industria minera en manos de mexicanos y con las industrias metalúrgicas y textiles. Fueron estos terratenientes progresistas (como Madero y Carranza) los que se pusieron a la cabeza del movimiento revolucionario.[7] Así, la revolución no fue un movimiento apoyado sólo por las masas populares sino también por “los sectores más avanzados de la burguesía mexicana que se hallaban en el campo”,[8] fue entonces, una revolución democrático-burguesa pero con características particulares: las luchas por las tierras le dieron el carácter de antifeudal, y la oposición al capital extranjero la definió como antiimperialista.

Si bien no hubo un programa único a lo largo de la revolución armada que definiera las características y reivindicaciones del movimiento, Lombardo nos dice que al examinar los manifiestos, planes y proclamas que surgieron al calor de la revolución, e incluso en los que se publicaron años antes de 1910, como el Programa del Partido Liberal de 1906, es posible observar que todos tenían rasgos comunes pues expresaron las exigencias del pueblo en el ámbito político-democrático, contra el latifundismo, por mejores condiciones laborales, y en menor medida contra la acción del imperialismo.[9]

Todas o casi todas las reivindicaciones expresadas en los planes revolucionarios quedaron incluidas en la Constitución de 1917. Lombardo considera que con el Congreso Constituyente de Querétaro murió el pensamiento liberal:

porque la filosofía liberal se basa en el individuo, en la persona física como base y objeto de las instituciones sociales; en cambio este liberalismo renovado, progresista, muy avanzado de la Asamblea de Querétaro invierte los términos. En 1857 se dijo: primero la persona, después la familia, después la nación. En Querétaro, en 1917, se dijo: primero la nación después el individuo.[10]

En la nueva Constitución, al lado de las garantías individuales quedaron las garantías sociales, expresadas en los artículos 27 y 123, la Carta Magna fue el resultado de la primera revolución democrática, antifedual y antiimperialista en el mundo. El objetivo inmediato de terminar con el sistema feudal en México se logró, además se establecieron “limitaciones para la participación de los extranjeros en el aprovechamiento de los recursos naturales del país”.[11] En este sentido, el artículo 27 constitucional es fundamental pues expresa el sentido antifeudal y antiimperialista de la Revolución al oponerse al latifundismo y expresar la defensa del territorio nacional ante los extranjeros.

muralismoLombardo Toledano analizó e interpretó a la Revolución Mexicana no con fines académicos, sino para encausarla hacia nuevos objetivos que permitieran un mejor nivel de vida para los mexicanos, y mayor soberanía e independencia económica para la nación.

Vale la pena repensar a la Revolución Mexicana a partir de las ideas que le dieron origen y sustento, producto de condiciones materiales y contradicciones sociales que hubo que superar para aspirar a nuevas perspectivas de desarrollo. Negar la rica historia de nuestro país y nuestro pueblo, bañada en sangre y lágrimas, y rememorar nuestro pasado sólo como pasajes anecdóticos y pintorescos, es condenarnos como nación.


(Ponencia presentada con el título “Vicente Lombardo Toledano, teórico de la Revolución Mexicana” en el III Coloquio Internacional y VI Coloquio Nacional “La Revolución Mexicana. Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas”, realizado en la ciudad de Puebla del 16 al 18 de noviembre de 2016.)

[1] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 4 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: p. 9.

[2] Ibíd.: pp. 9-10.

[3] Ibíd.: p. 10.

[4] Ídem

[5] Ibíd.: p. 12.

[6] Ibíd.: p. 16-17.

[7] Ibíd.: p. 17.

[8] Ibíd.: p. 18.

[9] VLT, “La Revolución Mexicana. Primeros objetivos”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 5 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: pp. 22-33.

[10] Ibíd.: p. 34.

[11] VLT, “La Personalidad de México”, capítulo de ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana hacia el socialismo (1963), en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 11, México, CEFPSVLT, 2011: p. 81.

José Revueltas, 1914-1976

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

José Maximiliano Revueltas Sánchez, conocido como José Revueltas, fue uno de los más ilustres intelectuales mexicanos. Nació el 20 de noviembre de 1914 ,en Santiago Papasquiaro, en el Estado de Durango (México), y falleció en la Ciudad de México, el 14 de abril de 1976. Destacó como escritor, periodista y luchador social. Entre sus aportaciones literarias encontramos cuento, novela, guión y teatro, trabajos por los que recibió el Premio Nacional de Literatura en 1943, y el Premio Xavier Villaurrutia en 1967. También fue un excelente ensayista teórico-político con celebradas obras que trataron sobre el sistema político y la democracia mexicana, el proletariado, el marxismo y la revolución. Militó en el Partido Comunista Mexicano,  en el Partido Obrero y Campesino de México y en el Partido Popular Socialista. Como periodista colaboró en el periódico El Popular y en la revista Futuro, fundadas y dirigidas por Vicente Lombardo Toledano. Participó de manera notable en el contexto del Movimiento Estudiantil de 1968, lo que le valió una condena de 16 años de prisión, pero fue liberado dos años después bajo palabra.

En Homenaje a José Revueltas, el Centro de Estudios recuerda al autor con una dedicatoria rubricada al Mtro. Vicente Lombardo Toledano y con diez de sus artículos publicados en la revista Futuro.

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REVUELTAS, José. Los Muros del agua. México: Artes Gráficas Comerciales, 1941.

Para el gran jefe de la clase obrera, compañero Lombardo Toledano con el respeto y cariño de José Revueltas. Febrero 1942 (México).

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Descargar (PDF, 15.08MB)

  1. “Significación de la reciente huelga eléctrica”. FUTURO (México), No. 34, diciembre, 1938. págs. 41-43 (PDF pág. 1).
  2. “Polonia frente al nazismo”. FUTURO (México), No. 40, junio, 1939. págs. 26-28 (PDF pág. 4).
  3. “Carlos Marx, 1883-1940”. FUTURO (México), No. 49, marzo, 1940. Págs. 30-31 (PDF pág. 7).
  4. “El testimonio de Gorki”. FUTURO (México), No. 52, Junio, 1940. págs. 35-36 (PDF pág. 9).
  5. “14 de julio bajo la cruz gamada”. FUTURO (México), No. 53, julio, 1940. págs. 21-22 (PDF pág. 11).
  6. “Naturaleza de la independencia nacional“. FUTURO (México), No. 55, septiembre, 1940. págs. 18-19 y 48-49 (PDF pág. 13).
  7. “La calumnia de Últimas Noticias”. FUTURO (México), No. 76, junio, 1942. Págs. 20-22 (PDF pág. 17).
  8. “China, un pueblo ejemplar”. FUTURO (México), No. 80, octubre, 1942. p. 18-19 (PDF pág. 19).
  9. “La trayectoria de Díaz”. FUTURO (México), No. 81, noviembre, 1942, p. 8-9 (PDF pág. 21).
  10. “Lombardo Toledano, nombre de un tiempo”. FUTURO (México), No. 82, diciembre, 1942. p. 14 y 47 (PDF pág. 23).

Revista Futuro ubicada en la “Hemeroteca Histórica” del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Obra publicada

Novela
  • Los muros de agua, 1941
  • El luto humano, 1943
  • Los días terrenales, 1949
  • En algún valle de lágrimas, 1957
  • Los motivos de Caín, 1958
  • Los errores, 1964
  • El apando, 1969
Cuentos
  • Dios en la tierra, 1944
  • Dormir en tierra, 1961
  • Material de los sueños, 1974
Teatro
  • Israel, 1947
  • El cuadrante de la soledad: piedra dramática, 1971
  • El cuadrante de la soledad: (y otras obras teatrales), 1984

Poesía

  • El propósito ciego, 2001
Ensayo político
  • México: democracia bárbara, 1958
  • Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, 1962
  • El conocimiento cinematográfico y sus problemas, 1965
  • Apuntes para una semblanza de Silvestre, 1966
  • México 68: juventud y revolución, 1978
  • Cuestionamientos e intenciones, 1981
  • Dialéctica de la conciencia, 1982
  • México: una democracia bárbara, (y escritos acerca de Lombardo Toledano), 1983
  • Escritos políticos: el fracaso histórico del partido comunista en México, 1984, 3 volúmenes
  • Ensayos sobre México, 1985
Periodismo
  • Visión del Paricutín (y otras crónicas y reseñas), 1983
Guiones
  • La otra, 1946, guión cinematográfico sobre cuento de Rian James, escrito con Roberto Gavaldón
  • La diosa arrodillada, 1947, adaptación y diálogos sobre obra de Ladislao Fodor, escritos con Roberto Gavaldón
  • En la palma de tu mano, 1950, adaptación y diálogos sobre argumento de Luis Spota, escritos con Roberto Gavaldón
  • Perdida, 1950, guión cinematográfico, escrito por Fernando A. Rivero.
  • La noche avanza, 1951, adaptación y diálogos sobre argumento de Luis Spota, escritos con Roberto Gavaldón y Jesús Cárdenas
  • La ilusión viaja en tranvía, 1953, guión cinematográfico sobre argumento de Mauricio de la Serna, escrito con Mauricio de la Serna, Luis Alcoriza, Juan de la Cabada y Luis Buñuel (sin crédito)
  • Tierra y libertad, 1981, guión cinematográfico escrito en 1955
  • Los albañiles: un guión rechazado, 1984, guión cinematográfico escrito en 1966 sobre Los albañiles novela homónima de Vicente Leñero
  • El apando, 1995, guión cinematográfico escrito con José Agustín en 1973 sobre novela homónima, para película dirigida por Felipe Cazals
  • Zapata, guión cinematográfico, 1995
Otros
  • Los procesos de México 68: tiempo de hablar, 1970, con: Raúl Álvarez Garín y Eduardo Valle Espinoza
  • Cartas a María Teresa, 1979
  • Las evocaciones requeridas: memorias, diarios, correspondencias, 1987, 2 volúmenes
  • Las cenizas: obra literaria póstuma, 1988

Selecciones, antologías, recopilaciones

  • Obras literarias, 1967, 2 volúmenes
  • Antología personal, 1975
Antologías, selecciones, recopilaciones
  • El sino del escorpión y otros textos, 1995
  • La palabra sagrada: antología, 1999, selección de José Agustín
  • Estatuas y cenizas, 2002

Referencias: Servicios Bibliotecarios del Centro Lombardo Toledano, wikipediaRevista Futuro.

  • Imagen destacada de Jose Revueltas albergada en la web de la redio NOFM.

Doctor ATL, 1875 – 1964

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

El ilustre Dr. ATL (agua en náhuatl) nació el 3 de octubre de 1875 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México). Su nombre real era José Gerardo Francisco Murillo Cornado y falleció el 15 de agosto de 1964 en la Ciudad de México. Fue un destacado literato, pintor, profesor y escritor, pero también ejerció como explorador, geólogo, vulcanólogo, filósofo, historiador, crítico de arte, estilista, doctor, profesor, ensayista, periodista y político.

Dr. Atl, El Popocatépetl desde un avión, 1948, colección particular. Foto: Colección Blastein
Dr. Atl, El Popocatépetl desde un avión, 1948, colección particular.
Foto: Colección Blastein

Estudió artes en la Universidad de San Carlos (Ciudad de México), donde obtuvo una beca para estudiar en Europa en 1897. Entre los países que visitó figuraron Inglaterra, Alemania, Francia, España e Italia. En Europa, además de estudiar arte, derecho penal, sociología, psicología y filosofía, participó en la exposición anual del Salón de París en 1900, donde ganó la medalla de plata por un autorretrato en pastel. A su vuelta a México fue contratado para clasificar, evaluar y restaurar las colecciones adquiridas por la Academia San Carlos.

Tras encabezar la famosa protesta ante la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, por la exposición de los pintores españoles Ignacio Zuloaga y Sorolla, y tras el movimiento armado de 1910 que frenó los proyectos de ATL, en 1911 viajó a Europa de nuevo a continuar sus estudios y trabajos artísticos. Realizaría varias exposiciones en Francia, Alemania e Italia, y en París fundó el periódico Action d´Art y la Liga Internacional de Escritores y Artistas. En Italia, además, se dedicó al estudio de la filosofía, el derecho y la vulcanología.

fue la curiosidad intelectual por este tipo de elementos naturales lo que lo llevaría más tarde, en 1942, al nacimiento del volcán Paricutín… Bibliografías y vidas. La enciclopedia biográfica en línea.

En 1913, tras el golpe de estado de Venustiano Carranza, el Dr. ATL volvió a México donde se reunió con Carranza, quien le encargó hablar con Emiliano Zapata para que se uniera a su lucha contra Huerta. Encomienda que el Dr. ATL llevó a término con éxito.

En 1914 Gerardo Murillo, el Dr. ATL, fue nombrado interventor de la Escuela Nacional de Bellas Artes, San Carlos, para quedar al frente de la misma institución posteriormente. Permaneció activo en política hasta el asesinato de Carranza, desde ese momento se dedicaría a escribir y a la ilustración. En 1921 publicó Las artes populares en México y en 1924, Iglesias de México y la revista de la Liga de Escritores de América, Liga que presidiría en 1926.

A partir de los años treinta sería un reputado artista, lo que le permitió dedicarse a la producción de retratos y paisajes. Fue entonces cuando mantuvo un romance con la pintora, poetisa y modelo mexicana Carmen Mondragón, a quien bautizó como Nahui Ollin. Tras serle amputada la pierna derecha, comenzó a pintar sobrevolando paisajes, creando así el “aeropaisaje”. Como docente de la Academia de San Carlos, cabe destacar que tuvo como discípulos a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

Rendimos homenaje al ilustre Dr. ATL, Gerardo Murillo, poniendo a disposición su obra Iglesias de México y una dedicatoria rubricada para el Mtro. Vicente Lombardo Toledano el su libro Las artes populares de México.

Descargar (PDF, 4.18MB)

Dr. Atl. Iglesias de México, v.5. México: Publicaciones de la Secretaría de Hacienda, 1924.
Digitalización esponsorizada por la Princeton Theological Seminary Library

Dr. Atl. Las artes populares en México. México: Cultura, 1922.
Dr. Atl. Las artes populares en México. México: Cultura, 1922.

A Vicente Lombardo Toledano – hombre de empuje, saturado de fe y de inteligencia / esta obra llena de defectos, pero hecha con la intención de glorificar al pueblo de México.

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8388/LOMB
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Libro de Texto

Las artes populares en México. México, Cultura, 1922.
Iglesias de México. México, Publicaciones de la Secretaría de Hacienda, 1924.
Como nace y crece un volcán: El Paricutín. México, Stylo, 1950.

Novela

El padre eterno, satanás y Juanito García. México, Botas, 1938.
Un hombre más allá del universo. México, Cultura, 1935.

Cuento

Cuentos de todos colores. Vol. I
Cuentos de todos colores. Vol. II. México, Botas, 1936.
Cuentos de todos colores. Vol. III. México, Botas, 1941.
Cuentos bárbaros y todos colores. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990.

Poesía

Las sinfonías del Popocatépetl. México, México Moderno, 1921.

Catálogo de pinturas y dibujos de la Colección Pani. México, Universidad Nacional, 1921.

Autobiografía

Gentes profanas en el convento. México, Botas, 1950.

Ensayos

Los judíos sobre América. México. Ediciones La Reacción. 1942.

  • Fotografía del Dr ATL del Paricutín Archivo de Tomás Montero Torres y albergada en el Blog Fan de la Cultura.
  • Imagen del aeropaisaje El Popocatépetl albergada en la hemeroteca Proceso.
  • Libro Iglesias de México disponible en Open Library.

Miguel Bustos Cerecedo, 1912 – 1990

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Miguel Bustos Cerecedo nació el 29 de septiembre de 1912, en Chicontepec, Veracruz (México). Fue ensayista, maestro rural, narrador, editor de la revista Momento en Puebla, escritor del grupo “Noviembre”, formó parte del grupo cultural “Elevación” y fue colaborador en los periódicos El Día, El Nacional y en las revistas El Ojo literario, Cono, Letras de ayer y hoy y en Ruta. Desde que fuera estudiante de la normal sus inquietudes políticas se desarrollaron en toda su obra y en su desempeño político y profesional, así ya en 1931 publicó sus primeros libros de poesía La noche arrodillada, Cauce y Revolución. Un año después, el 12 de enero de 1935 llegó a ser Profesor de Educación Primaria Superior, Director de la Biblioteca de la Escuela Nacional de Maestros y catedrático de Literatura en secundarias. Destacó en la Secretaría General de la Sección XI del SNTE, en la Secretaría de Prensa y propaganda del Comité Ejecutivo Nacional, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social, donde llegó a ocupar puestos directivos. También fue miembro fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, participando en la organización del primer sindicato de trabajadores administrativos, técnicos y manuales de la Secretaria de Educación Pública. Finalmente falleció el 28 de septiembre de 1990.

Recordamos al autor poniendo disposición su libro Revolución (poema), con portada de Julio de la Fuente, publicado por Xalapa, Mexico “Integrales”, y digitalizado y esponsorizado (sin copyright) por la Universidad de Illinois  Urbana-Champaign.

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Este libro tiene una web editable en Open Library.

También recordamos su amistad con el Mtro. Vicente Lombardo Toledano a quien dedicó el libro 3 Poemas Revolucionarios.

miguel-bustos
BUSTOS-CERECEDO, Miguel. 3 poemas revolucionaros. México: [s.n.], 1935.

Para Vicente Lombardo Toledano, como un testimonio elocuente de afecto.—
Firma Miguel Bustos

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Obra publicada

Cuento: Un camino abierto, Talleres Gráficos de la SEP, 1957. || La ciudad que regresa, Gob. del Edo. de Veracruz, 1979.

Ensayo: Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz y cuatro jornadas líricas, Dirección de Acción Social del DDF, 1951. || La Ciudad de México en la poesía, DDF/Secretaría de Obras y Servicios, Popular Ciudad de México, núm. 21, 1974. || La creación literaria en Veracruz, Gob. del Edo. de Veracruz, 1977. || Pesquisa de figuras, Seminario de Xalapa, Punto y Aparte, núm. 1, 1980.

Novela: Un sindicato escolar, SEP/Departamento de Bibliotecas, 1936. || El tío Chaco, Editorial del Magisterio, 1964. || En los cuernos de un cacique, Gob. del Edo. de Veracruz, Llave, 1978.

Poesía: La noche arrodillada, Momento, Xalapa, 1933. || Cauce (colectivo), Momento, Xalapa, 1934. || Revolución, Integrales, Xalapa, 1934. || Tres poemas revolucionarios, LEAR, 1935. || Hambre, México Nuevo, 1937. || Remoto amor, Talleres Gráficos de la Nación, 1942. || Se dice de Héctor Pérez Martínez en cinco sonetos, Ángel Chapero, 1948. || Elegías para recordar un amor, América, 1950. || Oración a Enrique González Martínez, LEAR, 1952. || Salvador Díaz Mirón, LEAR, 1953. || Sonetos, LEAR, 1953. || Cuando éramos niños, Talleres Gráficos de la SEP, 1958. || Palabras para cultivar el amor, Talleres Gráficos de la SEP, 1958. || Memoria de tus pasos, Metáfora, 1961. || Biografía de un amor, Rondas, Barcelona, España, 1962. || Amoroso diseño, Talleres Gráficos de la SEP, 1965. ||Tiempos de odio, Letras de Ayer y de Hoy, 1967. || En el caos del sueño, Letras de Ayer y de Hoy, 1968. || Las voces apagadas, Metáfora, 1973. || Con la voz de mi pueblo en la palabra, Metáfora, 1974. || Cicatrices del viento, UNAM, 1977. ||Carta a Chicontepec de Tejeda, Gob. del Edo. de Veracruz, 1978. || Biografía de un amor, Rondas, Barcelona, España, 1982. || Los fueros de la ignominia, 1986. || Nocturnos para vivir un sueño, UV/Papel de Envolver, Luna Hiena, núm. 29, 1986. || Tiempo para mirar el mundo, Claves Latinoamericanas, La Tierra y la Palabra, 1986. || Áspero contraste, Luzbel, Biblos, 1987. || Antología poética, IVEC, Cuadernos de Cultura Popular, 1995.

Fuente: DBEM; WorldCat y Coordinación Nacional de Literatura (INBA)

Juan Barragán Rodríguez, 1890 – 1974

juan-barragan-2Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

El General Juan Barragán Rodríguez fue un destacado militar mexicano, nacido en Rio Verde, San Luis Potosí (México), el 30 de agosto de 1890. Desde una edad temprana participó activamente en la Revolución, siendo leal al ejército constitucionalista (1913-1920) donde fue jefe segundo bajo las órdenes de Lucio Blanco y el General Andrés Saucedo, y Capitán Primero del Estado Mayor de Tamaulipas. También formó parte del Estado Mayor con Venustiano Carranza, luchó en la Batalla del Ébano y finalmente sería nombrado jefe del Estado Mayor. Sólo dejó el Estado Mayor para ser gobernador de su estado natal San Luis Potosí (1917) y diputado constituyente con Venustiano Carranza, a quien acompañaría hasta el día de su asesinato. De 1920 a 1940 formaría parte del ejército mexicano. Años más tarde llegaría a presidente del mismo partido del que sería miembro fundador (1957-1974): el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Durante la XLVI Legislatura 1964- 1967 fue diputado y compañero del Mtro. Vicente Lombardo Toledano, y repetiría como diputado durante la XLVIII Legislatura de 1970 a 1973. Falleció en la Ciudad de México, el 28 de septiembre de 1974.

En esta nota destacamos la obra de tres volúmenes donde Juan Barragán Rodríguez narra su vida y su participación en la Revolución Mexicana:  “Historia del Ejército y de la Revolución Constitucionalista”.  Obra que se encuentra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

BARRAGAN Rodríguez, Juan. Historia del Ejército y de la Revolución Constitucionalista. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1946.
BARRAGAN Rodríguez, Juan. Historia del Ejército y de la Revolución Constitucionalista. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1946.

A uno de los siete sabios: “Greco – mexicano,” el “maestro entre los maestros” Don Vicente Lombardo Toledano, de quien tuve el honor de ser su compañero en la que será memorable la XLVI Legislatura del H. Congreso de la Nación, tengo el placer de dedicarle las formas F y F5. De mi obra histórica sobre la Revolución Constitucionalista.

Con el afecto del Autor Juan Barragán
México D. F. Diciembre 6 de 1966

BARRAGÁN Rodríguez, Juan. Historia del ejército y de la revolución constitucionalista. México: Stylo, 1946, Tomo II.

Con el afecto del Autor

Juan Barragán
México D. F. Diciembre 6 de 1966

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Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

  • Imagen de la portada de Juan Barragán Rodríguez albergada en wikimedia.
  • Imagen de Juan Barragán Rodríguez albergada en pbase.

James Wilkie y la Historia oral

JAMES WILKIE Y LA HISTORIA ORAL

Por Emilio García Bonilla

En 1961 salió publicado el libro de Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, realizado a partir de las entrevistas hechas a una familia mexicana que contaba su historia. James W. Wilkie se inspiró en esa obra para comenzar a desarrollar su proyecto de historia oral con los miembros de la familia revolucionaria para que dieran su testimonio sobre la historia de México.

James W. Wilkie
James W. Wilkie

Wilkie refiere que en el mismo año de 1961 tuvo su primera entrevista fallida, con Pascual Ortiz Rubio, a quien sin más preámbulos le dijo: “Entiendo que se dice que el papel de usted en la presidencia fue ser títere de Calles. ¿Cómo explica usted eso?”, esto hizo que al viejo Ortiz Rubio se le descompusiera el semblante y Wilkie no pudiera continuar, lo cual le sirvió de experiencia para establecer un método que le permitiera adentrarse en la memoria de los personajes con los que conversaría posteriormente.[1]

Así, entendió que tenía que escuchar el relato personal del entrevistado antes de tocar temas complicados con mayor tacto. Por eso, en todos los casos, Wilkie comienza pidiendo datos biográficos y familiares; así, entran en confianza y se sienten cómodos para comenzar a hablar de otros temas.

James Wilkie y su esposa, la guatemalteca Edna Monzón, tuvieron el acierto de emprender en 1964 un ambicioso proyecto que recogió de viva voz los testimonios de personajes que destacaron en la etapa constructiva de la Revolución Mexicana, lo mismo dentro del oficialismo que en la oposición. En 1959, Wilkie había obtenido la maestría en la Universidad de California con una tesis sobre el gobierno de Lázaro Cárdenas en Michoacán, a quien conoció en 1962, teniendo largas conversaciones con él, aunque nunca aceptó que se le grabara. Su cercanía con Cárdenas permitió que comenzara a entrevistar a sus antiguos colaboradores: José Muñoz Cota, Luis Chávez Orozco, Ramón Beteta, Marte R. Gómez y Jesús Silva Herzog.

De entre los posibles entrevistados fueron descartando a quienes se negaban a hablar, como Antonio Díaz Soto y Gama, o simplemente tenían poco qué decir, como Fernando Torreblanca y Fidel Velázquez, este último dijo que en México no existían problemas de ningún tipo, no quería hablar de asuntos específicos, evitaba la confrontación, decía: “No, yo no recuerdo nada de eso; todo estaba tranquilo, como siempre.” Según él, nunca hubo divisiones en el sindicalismo ni huelgas. No decía nada. Como opinó Wilkie: “tal vez ese fue el éxito de su vida: no hablar de rumores, no hablar de nadie, no decir nada.” Lo curioso de la entrevista con Fidel Velázquez fue que al revisar la grabación, se dieron cuenta que la grabadora había fallado, que la cinta no registró nada.[2]

A Miguel Alemán Valdés no pudieron acercarse porque su secretario particular se los impidió. Con Martin Luís Guzmán les fue difícil entablar una conversación, respondía que él ya había escrito sobre ese tema, que podían leerlo en tal obra. Ezequiel Padilla habló de su actuación en la política hasta 1940, no quiso hablar de la elección de 1946 en la que fue candidato, y ahí se terminó la entrevista.

Con el paso de los meses, Wilkie y Monzón lograron lo que parecía imposible: reunir las voces de personajes tan disímbolos como Salvador Abascal, Emilio Portes Gil, Ezequiel Padilla, Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Juan Andreu Almazán y Daniel Cosío Villegas. Varios factores influyeron para conseguirlo, en especial su condición de jóvenes y extranjeros que no se identificaban con ningún grupo político, lo que permitió que los entrevistados expusieran con franqueza su opinión sobre asuntos polémicos, pero también el hecho de comprender que se encontraban ante una oportunidad seria de dejar su testimonio.[3]

Era frecuente que le pidieran al entrevistado que les recomendara a alguien más para que participara en el proyecto de historia oral. De tal forma, fueron ampliando su red de contactos. Así fue como llegaron con Lombardo. Al respecto, recuerda Wilkie:

A veces, la única referencia que teníamos de algún personaje que deseábamos entrevistar era un número de teléfono, como nos ocurrió con Vicente Lombardo Toledano. Edna llamó por teléfono para decir que veníamos de la Universidad de California y queríamos oír y grabar su historia. Aceptó recibirnos, y aunque en un principio fue bastante suspicaz de nuestras grabaciones, una vez que empezamos las entrevistas, cooperó con nosotros con toda puntualidad y con bastante entusiasmo.

Lombardo tomó muy en serio nuestro proyecto. Llegaba a la cita con nosotros preparado, con sus propias notas para ayudarnos. Y cuando ya estaban transcritas y editadas, leyó el original que íbamos a publicar en México visto en el siglo XX. Recordamos mucho nuestras extensas pláticas con él en su hermosa casa en San Ángel.[4]

Edna Monzón
Edna Monzón

Edna Monzón narra que cada entrevista requería de un trabajo previo de varias horas de estudio e investigación para saber cuál había sido el papel desempeñado por el entrevistado en diferentes momentos y su posición ante determinados temas. Fueron meses de intenso trabajo, hubo días en los que hacían dos entrevistas. Para cada personaje elaboraban un cuestionario cuyas preguntas podían surgir o no a lo largo de las conversaciones, cuyo curso debían prever. En el caso de Lombardo, los Wilkie hablaron con Robert P. Millon, quien les facilitó su obra Vicente Lombardo Toledano. Biografía intelectual de un marxista mexicano, que recién había presentado en la Universidad de Carolina del Norte como su tesis doctoral en 1963.

Dos anécdotas dan muestra de los matices del trabajo realizado por James y Edna. En una, cuentan que al estar Emilio Portes Gil expresando sus opiniones contra la Iglesia católica y la enseñanza religiosa, entró su esposa a la habitación donde se realizaba la entrevista para decir: “Tengo que salir porque si no, no llego a tiempo a misa”. Portes Gil asintió, naturalmente. En otra ocasión, antes de iniciar una entrevista con Alfonso Caso, verificaron la última grabación de la cinta para comenzar con la nueva, en eso se escuchó grabada la voz de Ezequiel Padilla, y Caso dijo: “Por favor, no me pongan en la misma cinta que Padilla”, en parte en serio, en parte en broma.[5]

Edna, junto con su hermana Getrude Monzón, se encargaron de transcribir las grabaciones de las cintas que contenían las entrevistas. El trabajo tendiente a su publicación consistió en varios pasos: Primero la transcripción palabra por palabra; segundo, correcciones gramaticales, de sintaxis y del orden de las frases; tercero, revisión de Edna Monzón; cuarto, revisión de James Wilkie; quinto, revisión por parte del entrevistado; y sexto, adición de referencias en notas a pie de página.[6]

En total registraron 124 entrevistas, la mayor parte de ellas fueron publicadas entre 1995 y 2004 en cuatro volúmenes por la Universidad Autónoma Metropolitana bajo el título Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva. Todavía permanecen inéditas 22 entrevistas realizadas a once personajes.

La historia oral estuvo en boga en la segunda mitad del siglo XX, con el desarrollo tecnológico que facilitó el registro de voces. Con el paso del tiempo, ese furor por grabar audios fue siendo desplazado por las primeras cámaras de video. En 1987 James y Edna quisieron ampliar su proyecto de historia oral entrevistando a Porfirio Muñoz Ledo y años después a Roberto González Barrera, pero ya no con el éxito inicial porque ninguno de ellos tenía la talla de los primeros entrevistados.[7]

PortadaEl volumen que hoy presentamos recoge las entrevistas realizadas a Vicente Lombardo Toledano entre el 6 de mayo de 1964 y el 29 de enero de 1965. Fueron diez encuentros en un periodo de nueves meses. El mayor lapso entre dos entrevistas fue de tres meses y el menor, de dos días. De todos los entrevistados, con Lombardo tuvieron el mayor número de conversaciones y las más extensas, porque como reconocieron James y Edna: “siempre tenía algo interesante qué decir”. Visto a la distancia, constituye un interesante ensayo autobiográfico en el que Lombardo dio a conocer detalles de su historia personal y pública, así como su interpretación de hechos de la historia de México ocurridos durante su vida.

Especial importancia para los estudiosos de la vida de Lombardo tienen los aspectos que revela de su etapa que podemos llamar formativa (desde su niñez hasta 1933), así como de su historia familiar, que de otra forma no hubiéramos conocido.[8]

De tal suerte que refiere tres momentos determinantes para su trayectoria: el primero de ellos, el impacto que produjo en él la noticia del inicio de la Revolución Mexicana siendo un estudiante preparatoriano, a tal grado que Lombardo asume que empieza a pensar en su patria el mismo día en que estalla la revolución en Puebla.[9]

El segundo momento decisivo lo tuvo al terminar sus estudios de Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional y presentársele la disyuntiva entre abrir un despacho de abogado como querían sus familiares y maestros como una posibilidad para vivir sin preocupaciones económicas, o seguir su camino al lado de las clases trabajadoras que había comenzado como secretario de la Universidad Popular Mexicana. Después de mucho pensarlo decidió dedicarse a dar clases, a escribir y a no hacerse rico. Lombardo dijo como Martí: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Un año después de egresar de la Universidad, fundó la Liga de Profesores del Distrito Federal, el primer sindicato de maestros del país, y con eso entró a formar parte del movimiento obrero.[10]

Y el tercer momento definitorio fue cuando Lombardo comenzó a cuestionarse su formación idealista recibida en la Universidad, principalmente de su maestro Antonio Caso, lo que daría pie a que comenzara a estudiar el socialismo científico de forma autodidacta, de tal suerte que para 1930 era ya un marxista formado.[11]

“Lombardo era un hombre de extraordinaria puntualidad y disciplina, que se movía rápidamente” (Wilkie)
“Lombardo era un hombre de extraordinaria puntualidad y disciplina, que se movía rápidamente” (Wilkie)

A través de sus entrevistas con Wilkie y Monzón, Lombardo refiere diferentes aspectos de su etapa formativa, como su trabajo como oficial mayor del gobierno del Distrito Federal en 1921, su labor como director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1922, su paso por el gobierno del estado de Puebla entre 1923 y 1924 en el marco de la rebelión delahuertista, su actuar como regidor del ayuntamiento de la Ciudad de México, su militancia dentro de la CROM y del Partido Laborista Mexicano, del que fue diputado entre 1925 y 1928, y sus diferencias con José Vasconcelos y Antonio Caso, políticas con el primero y filosóficas con el segundo.

Lombardo dio a conocer aspectos que ningún historiador había señalado, como el hecho de que, cuando Álvaro Obregón fue asesinado en el restaurante La Bombilla, él se encontraba a unos metros, en su casa, trabajando en la formulación de un proyecto de seguro social por encargo del presidente electo.[12]

En suma, este volumen constituye un valioso material para los interesados en conocer la vida de Vicente Lombardo Toledano en relación con la historia de nuestro país, como un referente para comprender la etapa constructiva de la Revolución Mexicana debido a su actuar en momentos decisivos y a su larga trayectoria de medio siglo en diferentes frentes como el político, el sindical, el legislativo, el educativo y el ideológico.

Por eso, con la presentación de este libro rendimos homenaje a Vicente Lombardo Toledano en el 122 aniversario de su natalicio.

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Intervención en la Presentación del Suplemento del Tomo VI de la Obra Histórico-cronológica de Vicente Lombardo Toledano que recoge sus entrevistas con Wilkie y Monzón. 14 de julio de 2016, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, México.

[1] Rafael Rodríguez Castañeda, “La Historia oral de la Revolución Mexicana”.

[2] Rafael Rodríguez Castañeda, “Prefacio”, Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva, Vol. IV, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2004.

[3] IbId.: p. XLIV.

[4] Citado por Rodríguez Castañeda en “Prefacio”, op. cit.: p. XLIII.

[5] Ibid.: pp. XLV, XLVIII.

[6] Ibid.: Nota a pie de página número 36.

[7] Rodríguez Castañeda, “La Historia oral…”, op. cit.

[8] “El decenio de 1920 a 1930 fue decisivo en mi vida intelectual y en mi vida de militante político”. VLT, Entrevista del 13 de mayo de 1964, en Obra Histórica-cronológica, Tomo VI, Suplemento, México, CEFPSVLT, 2016, p. 43.

[9] VLT, “Apuntes autobiográficos  y acerca de la Revolución”, Entrevista del 6 de mayo de 1964, en op. cit.: p. 12.

[10] VLT, “Cómo se hizo obrerista y sus primeros encuentros con Marx”, Entrevista del 6 de mayo de 1964, en op. cit.: p. 38.

[11] Ibid.: pp. 39-40, y VLT, “Aspectos autobiográficos e ideológicos”, Entrevista del 21 de septiembre de 1964, en op. cit.: pp. 82-84.

[12] VLT, “Opiniones y datos políticos con relación a la década de 1920”, Entrevista del 13 de mayo de 1064, en op. cit.: pp. 60-61.

Andrés Molina Enríquez, 1868-1940

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

El Centro de Estudios Lombardo Toledano rinde homenaje al intelectual mexicano Andrés Molina Enríquez, nacido en Jilotepec, Estado de México, el 30 de noviembre de 1868 (México). Fue un eminente abogado, docente, escritor, político y sociólogo, que también desarrolló actividades jurídico-políticas como Secretario de Gobierno del Estado de México y juez de Corte (sic) en el municipio de Jilotepec, El Oro, Tlalnepantla y Sultepec. Una de sus mayores contribuciones a México fue la elaboración de la Constitución de 1917 por invitación del Gobierno de Venustiano Carranza. Su pensamiento y obra se centraron en el problema agrario en México. Falleció en la ciudad de Toluca, Estado de México el 1° de agosto de 1940.

El Centro de Estudios publica en su página web su obra Los grandes problemas nacionales, y dos dedicatorias que son testimonio de la amistad entre estos dos grandes intelectuales y amigos: Molina Enríquez y Vicente Lombardo Toledano (dedicatorias escritas en dos ejemplares de la misma obra del autor).

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MOLINA Enríquez, Andrés. “Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)”. México: Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (1932)
MOLINA Enríquez, Andrés. “Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)”. México: Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (1932)

Nuevo testimonio de especial consideración al Sr. Lic. Don Vicente Lombardo Toledano, Director de la Escuela Preparatoria de la Universidad Nacional. México, febrero 3 de 1933.

MOLINA Enríquez, Andrés. “Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)”. México: Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (1932)
MOLINA Enríquez, Andrés. “Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)”. México: Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (1932)

Testimonio de especial consideración al Sr. Lic. Don Vicente Lombardo Toledano, esforzado emancipador de las clases obreras y alto exponente de la intelectualidad mexicana. México, febrero 3 de 1933.

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Publicaciones

  • Juárez y la Reforma, de 1905.
  • El evangelio de una nueva reforma, de 1897.
  • Los grandes problemas nacionales, de 1909.
  • La propiedad agraria en México
  • La cuestión del día: la agricultura nacional
  • Clasificación de las ciencias fundamentales, de 1935.
  • Una nueva escritura común para los indios, de 1935.
  • La revolución agraria en México, de 1936.
  • El agrarismo de la revolución: exégesis, crítica y reencauzamiento.

Referencias: Servicios Bibliotecarios del Centro Lombardo Toledano y wikipedia
Obra Los grandes problemas nacionales albergada en Memoria Política de México.

Isidro Fabela, 1882 -1964

Por el Lic. Javier Arias, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Isidro Fabela nació en Atlacomulco, Estado de México, el 29 de junio de 1882. Destacó como abogado, académico, político, diplomático, escritor, literato y filólogo mexicano. Fue discípulo de Pedro Henríquez Ureña y amigo de Alfonso Reyes, Antonio Caso, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Julio Torri, Genaro Fernández McGregor, Carlos González Peña, Ricardo Gómez R. y del Mtro. Vicente Lombardo Toledano. Fundó el Ateneo de la Juventud (1909), los periódicos La Verdad, El Pueblo y Mundo Libre, y fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la Academia Mexicana de Derecho Internacional y de la American Society of International Law. Desempeñó cargos en la administración pública federal y estatal, y fue representante diplomático en Europa y Latinoamérica. Su obra literaria se nutrió de su experiencia en el servicio exterior diplomático. Murió en la ciudad de Cuernavaca, Estado de Morelos (México), el 12 de agosto de 1964.

Con motivo de su aniversario, El Centro de Estudios Lombardo Toledano rinde homenaje a Isidro Fabela con la dedicatoria que el autor firmó para el Mtro. Vicente Lombardo Toledano en su obra “Los precursores de la diplomacia mexicana” y con las cartas que escribió al Presidente Cárdenas sobre Manuel Azaña.

Isidro fabela
FABELA, Isidro. “Los precursores de la diplomacia mexicana”. México: publicaciones de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 1926. (Archivo Histórico Diplomático Mexicano, núm. 20)

Al Lic. Don Vicente Lombardo Toledano con la cordial estimación de su compañero y amigo afectísimo. Isidro Fabela

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Cartas de Isidro Fabela al presidente Cárdenas sobre Manuel Azaña

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José Gorostiza, 1901-1973

Por el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

En conmemoración del aniversario de José Gorostiza, nacido el 10 de noviembre de 1901 en San Juan Bautista, actualmente Villahermosa, Tabasco (México), y fallecido el 16 de marzo de 1973, publicamos la dedicatoria que rubricó en honor al Mtro. Vicente Lombardo Toledano en su libro: “Canciones para cantar en la barcas”, y dos de las poesías contenidas en dicha obra.

José Gorostiza fue un reconocido intelectual mexicano, poeta, diplomático y escritor del círculo de amigos del Mtro. Vicente Lombardo Toledano. Perteneció al llamado grupo de Los Contemporáneos (1928-1931) y fue profesor de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y de Historia Moderna en la Escuela Nacional de Maestros. En 1944 llegó a ministro plenipotenciario y director general de Asuntos Políticos y del Servicio Diplomático. En 1946 se convirtió en asesor del representante de México ante el Consejo de Seguridad de la ONU, y de 1950 a 1951 ejerció como embajador de México en Grecia. El 14 de mayo de 1954 fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

1. ¿QUIÉN ME COMPRA UNA NARANJA?

¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?
Una naranja madura
en forma de corazón.

La sal del mar en los labios
¡ay de mí!
La sal del mar en las venas
y en los labios recogí.

Nadie me diera los suyos
para besar.
La blanda espiga de un beso
yo no la puedo segar.

Nadie pidiera mi sangre
para beber.
Yo mismo no sé si corre
o si deja de correr.

Como se pierden las barcas
¡ay de mí!
como se pierden las nubes
y las barcas, me perdí.

Y pues nadie me lo pide,
ya no tengo corazón.
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?

2. LA ORILLA DEL MAR

NO ES agua ni arena
la orilla del mar.

El agua sonora
de espuma sencilla,
el agua no puede
formarse la orilla.

Y porque descanse
en muelle lugar,
no es agua ni arena
la orilla del mar.

Las cosas discretas,
amables, sencillas;
las cosas se juntan
como las orillas.

Lo mismo los labios,
si quieren besar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

Yo sólo me miro
por cosa de muerto;
solo, desolado,
como en un desierto.

A mí venga el lloro,
pues debo penar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

JOSÉ GOROSTIZA Canciones para cantar en las Barcas - dedicatoria
GOROSTIZA, José. Canciones para cantar en las barcas. México: Cultura, 1925

Para Vicente Lombardo Toledano con invariable afecto”. José Gorostiza, Oct. 1925

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Obras de José Gorostiza.

  • Canciones para cantar en las barcas (1925)
  • Muerte sin fin (1939)
  • Poesía (1964)
  • Prosa (1969)
  • Teatro: Ventana a la calle (1924)

Otras dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano

Podemos encontrar dedicatorias de Rafael Alberti, Pablo Neruda, Efraín Huerta, Antonio Castro leal, León Felipe, el Dr. Atl, Isidro Fabela y José Gorostiza.

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La nacionalización de la industria eléctrica.

La nacionalización de la industria eléctrica.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo. [2]

"... el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México"
“… el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México”

Las intervenciones del Estado en la economía, en México, como lo explica Lombardo, empezaron a darse de modo circunstancial, caso por caso, resolviendo los problemas concretos que se iban presentando. Los primeros pasos, desde la Constitución de 1917 hasta los primeros años de la década de los treintas, fueron esporádicos y vacilantes. Pero el periodo de 1934 a 1940 –el de Lázaro Cárdenas– se caracterizó por un impulso decidido a ese camino, razón por la que Lombardo lo califica como “el punto de arranque del desarrollo contemporáneo de México”.[3]

La expropiación y nacionalización de la industria petrolera fue uno de los grandes hitos en el camino de la intervención directa del Estado mexicano en la economía, y se considera asimismo como un acto emblemático del gobierno de Cárdenas, y lo fue, sin duda.

La nacionalización de la Industria Eléctrica fue otro hecho de gran significación dentro del proceso de creciente intervención del Estado en la economía que tiende a lograr su plena autonomía política y asegurar, por tanto, su viabilidad como nación independiente y soberana, además de  sentar las bases para el desarrollo de su economía.

El Partido Popular y la nacionalización de la industria eléctrica.

Nacionalizar la Industria Eléctrica fue una propuesta que enarboló el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo...
Nacionalizar la Industria Eléctrica fue una propuesta que enarboló el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo…

La nacionalición de la Industria Eléctrica fue una propuesta que el Partido Popular, fundado y dirigido por Lombardo, enarboló antes que otras organizaciones, y por la que luchó con intensidad y dedicación, sobre todo en el ámbito de las ideas y los razonamientos. Formó parte de todas sus plataformas electorales desde 1952[4] hasta su consecución, y fue  uno de los temas que Lombardo desarrolló con amplitud durante su campaña como candidato presidencial, en 1952[5], además de constituir uno de los planteamientos más tenaces del partido en su conjunto, no sólo en esa campaña electoral, sino que también en la siguiente, de 1955, y luego, en su Plataforma Electoral de 1958, a la que denominó Tesis sobre México, de la autoría de Vicente Lombardo Toledano, en la que se razonó lo siguiente:

“La experiencia demuestra que las inversiones extranjeras en la producción de energía eléctrica han constituido un monopolio de ese servicio público –el fundamental para la vida de cualquier país- y no han contribuido a nuestro desarrollo económico, ni a la satisfacción de las necesidades crecientes de alumbrado y fuerza motriz de nuestras poblaciones, ni al abaratamiento del precio del servicio; como la estadística internacional lo prueba en el caso de toda clase de monopolios, sólo han perseguido las mayores ganancias y retrasar la construcción de las industrias fundamentales…”[6]

La insistencia de este partido puso el tema en el debate nacional. Personalidades de diversos ámbitos y organizaciones sociales fueron haciendo suya la demanda, que ganó amplia popularidad, frente a los grandes problemas y desventajas que ofrecía el servicio en manos privadas y, sobre todo, del capital extranjero, como estaba.

López Mateos y la nacionalización.

Ell 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos...
Ell 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos…

Finalmente, el 27 de septiembre de 1960, la nación mexicana tomó posesión de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, antes denominada Mexican Light and Power Company. En un acto multitudinario realizado en esa fecha en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Adolfo López Mateos expresó:

“Al tomar posesión la Nación mexicana de la Compañía de Luz, se consuma un largo esfuerzo desarrollado por el pueblo de México para tener en sus manos la energía eléctrica que en el país se produce por manos de mexicanos. La nacionalización de la energía eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la Revolución. Siempre hemos sostenido que alcanzar una meta debe ser punto de partida para más importantes realizaciones, y ahora invitamos al pueblo de México a que, en posesión de su energía eléctrica, acreciente su industrialización para llevar a los hogares de todos, los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrialización… (…)

“Y en esta ocasión en que se cumple una etapa más, podemos afirmar: México es cada día más soberano, cada día más libre, cada día más independiente, por el esfuerzo de ustedes, por el esfuerzo de todos los mexicanos.

¡Adelante… México es nuestro!” [7]

En su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión...
En su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión…

Semanas atrás, en su segundo Informe de Gobierno, el 1 de septiembre, López Mateos había dicho al Congreso de la Unión:

“Este año, 1960, tiene para los mexicanos triple significado conmemorativo: hace 150 años el país inició la lucha por hacerse independiente y por definir, para seguirlos con lealtad y firmeza, los trazos fundamentales de su destino; hace 100, el pueblo afrontó, en la Reforma, la empresa de formar una comunidad de hombres libres incorporada a la historia del mundo moderno; y hace 50, comenzamos la transformación más honda de nuestra sociedad en su sistema político, cultural y económico, para crear formas de vida acordes con la dignidad y el destino del pueblo mexicano, y con una clara visión de los grandes problemas que la humanidad ha venido confrontando en ese siglo…

“A pesar de quienes, en ocasiones, hayan intentado deformar el sentido de la historia de México, entre sus diversas etapas se advierte la secuencia que le da carácter y unidad. Los propósitos perseguidos en un capítulo, se prolongan vivos en el siguiente, y todos son expresión armónica del desarrollo de un pueblo que ha reiterado siempre su lealtad a sí mismo…

Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 69.
Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 69.

“…La Revolución plasmó los conceptos del pueblo mexicano sobre las relaciones de posesión y propiedad. Poseer o disfrutar de la propiedad de bienes debe constituir una función social que beneficie a todos, y que no tienda a estéril acumulación que origina el dispendio de los recursos o la explotación del hombre. La propiedad privada, social o nacional, debe cumplir su finalidad productiva mediante el trabajo, ofreciendo a todos los mexicanos las mismas oportunidades para participar en el patrimonio común… (…)

“…Al mexicanizar definitivamente la industria eléctrica del país, lo hicimos sin lesionar derechos ni interés legítimo alguno, y empleando procedimientos acordes con nuestro desarrollo general. En cada época los mexicanos hemos empleado los procedimientos y medios adecuados; debemos considerar, cuando ellos se aplican con buen éxito, que ha sido el país mismo el que ha transformado su capacidad creadora y su estructura económico-social…

“…Tenemos que seguir el camino que nos marca la Revolución Mexicana, sorteando la incertidumbre que domina al mundo; poner al día el cuadro de medios y procedimientos, y ajustar al país institucional e históricamente, para que pueda encauzar mejor su vida durante los próximos cincuenta años. Esa tarea ni la renunciaremos ni la abandonaremos cualesquiera que sean las presiones contrarias interiores o exteriores, pues México debe seguir siendo fiel al destino que su propia Revolución le señala y rechazar todo lo que contradiga su idiosincrasia, limite su crecimiento, o reduzca sus propósitos de ser soberano e independiente”.[8]

La nacionalización en el Senado.

Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 70.
Enrique Krause: El sexenio de López Mateos. México, Editorial Clío, Libros y Videos, S.A., de C.V. 1999. 95 p. Ils., fots. (“México, Siglo XX”), p. 70.

Poco después, en la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores celebrada el martes 25 de octubre de 1960, se dio lectura a una iniciativa del Ejecutivo para adicionar el párrafo sexto del artículo 27 constitucional. La exposición de motivos decía lo siguiente:

“…Es propósito de mi gobierno cumplir plenamente los postulados de la Revolución Mexicana procurando que el desenvolvimiento y progreso nacionales resulten armónicos en sus beneficios para todos los habitantes de la República.

“Para ello se hace necesario aprovechar adecuadamente los recursos naturales de que dispone la Nación y todos los elementos básicos que requiere su integración económica. Las crecientes demandas de energía eléctrica en la agricultura, en la industria, en las comunicaciones y transportes, así como en las diversas actividades económicas de la población urbana y rural nos imponen la tarea indeclinable de atenderlas de acuerdo con el ritmo de su crecimiento.

Banner comentario de apoyo“La prestación del servicio público de abastecimiento de energía eléctrica, comprendiendo la generación, transformación y distribución, expresé en mi informe, así como las demás operaciones o actividades industriales o comerciales de que la misma puede ser objeto requieren, como en el caso del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, ser realizados directamente por el Estado, a través de los órganos competentes, ya que México ha sostenido tradicionalmente la tesis de que los recursos naturales y las fuentes de energía básicas, han de estar al servicio de la colectividad y de la elevación de los niveles de vida del pueblo mexicano.

“Para garantizar la efectiva realización de este propósito de que la generación, transformación, distribución y abastecimiento de energía eléctrica debe sustentarse en razones de beneficio social y no en motivos de interés particular, presento ante ustedes la siguiente iniciativa de ley que adiciona el párrafo sexto del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

La adición diría textualmente:

“Corresponde exclusivamente a la Nación generar, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”.[9]

El Senado aprobó la iniciativa presidencial por votación unánime y turnó la minuta a su colegisladora. En la sesión ordinaria de la Cámara de Diputados del 15 de noviembre, se dio segunda lectura al dictamen, emitido por las Comisiones Unidas de la Industria Eléctrica y de Estudios Legislativos y se puso a discusión. El grupo parlamentario del PAN, que nunca ocultó su carácter proimperialista, se expresó en contra, con virulencia:

“…En el aspecto político debemos decir, porque es cosa muy bien sabida, y es cosa que el pueblo de México ha vivido, que no ha habido tal nacionalización de la industria eléctrica. El acarreo de gentes pagadas, las publicaciones y los cartelones dándole el aspecto de una nacionalización más o menos como la petrolera, ha sido un aspecto totalmente falaz…

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“…En los momentos en que hablo, el gobierno de México es un gigante empresario con más de 48 mil millones de pesos de empresas que son manejadas por compadres y por gente políticamente asignada, no por su capacidad ni por su honradez, sino porque sencillamente son políticos recomendados. De tal suerte que todos nosotros hemos visto, con la dura y cruel experiencia del pasado, que hasta los momentos en que hablamos, todas las empresas que maneja el gobierno de México han sido verdaderamente adversas al interés popular y han servido única y exclusivamente para que se enriquezcan sus administradores.

“Antes estaba el gobierno de México frente a las empresas manejadas por la iniciativa privada. El gobierno de México estaba como juez y podía, inclusive, intervenir en el problema de servir (sic) y en el de tarifas. Hoy ha desaparecido totalmente ese juez. Ya el gobierno se ha convertido en empresario. Quiero saber ¿a dónde el público usuario va a recurrir en sus quejas relacionadas también con servicios? A nadie

“…Muy brevemente, señores, creo y he pensado que es mi obligación hacer ver que no ha habido tal nacionalización. Si la invocan, precisamente a raíz de la compra de los bienes de la Mexican Light Power, también debo hacer constar que por lo que respecta a la operación misma, ha sido una operación infame para el gobierno de México y para la Nación.

“Todo eso que se ha gastado en propaganda lo pagarán los diputados (sic) tarde o temprano, y lo han de pagar los usuarios en sus tarifas…

“…Es así, señores diputados, que he aducido breves e importantes razones de índole económica y de índole social, por lo que creo que esta nueva facultad al Ejecutivo federal es una carta abierta, es un cheque firmado en blanco, en el cual nuevamente se pone la suerte del pueblo usuario de México en lo que respecta a servicios públicos enteramente en manos de políticos que administrarán al estilo de Jaime J. Merino, y si no encuentran uno así, ya lo traerán de afuera, apropiado y adecuado para la administración de estos servicios públicos.

“Me pronuncio contra el dictamen porque creo, señores, sinceramente que esta nueva facultad daña, y daña positivamente a los intereses del usuario, de los tributarios y en general del pueblo de México…”[10]

El debate sobre la nacionalización en la Cámara de Diputados.

El dictamen fue defendido por cinco diputados del PRI con argumentos contrapuestos a los que los funcionarios de ese mismo partido han venido manejando, sobre todo en la discusión de la reforma energética de 2013 que fue promovida por el gobierno de Enrique Peña Nieto y apoyada vehementemente por el PAN.

El PPS no tenía representación en esa, XLIV Legislatura, pero su Secretario General, Vicente Lombardo Toledano, escribió un artículo de prensa que vale la pena citar in extenso:

“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país."
“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país.”

“La nacionalización de la industria eléctrica, realizada por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, tiene una importancia extraordinaria para el futuro desarrollo económico independiente de nuestro país.

“Hace tiempo que alrededor de la industria eléctrica se había formado un verdadero frente nacional de todos los sectores democráticos, exigiendo la terminación de la época de las concesiones a las empresas extranjeras y a las compañías privadas mexicanas, para hacer de esa industria clave del proceso económico, una actividad exclusiva el Estado. Porque tanto nuestra propia experiencia cuanto la internacional habían llevado a la opinión pública a esa conclusión, sobre todo a partir de la ampliación del mercado interior, a consecuencia de la reforma agraria, que hacía posible el progreso industrial de México.

“Comprendiendo claramente la importancia de que la Nación controlara en el futuro, de un modo absoluto, la energía eléctrica, el presidente Lázaro Cárdenas creó la Comisión Federal de Electricidad, en  virtud de la ley del 7 de agosto de 1937; y después formuló la ley de la industria eléctrica, aprobada el 31 de diciembre de 1938, que estableció bases patrióticas para el desarrollo de la industria eléctrica. Esas normas fueron anuladas, desgraciadamente, por una serie de reglamentos y decretos en favor de las empresas extranjeras, controladas por los dos más grandes monopolios imperialistas. Desde entonces el Estado entró en competencia con éstos, en lugar de reducir su influencia; pero en condiciones desventajosas porque los reglamentos mencionados permitieron la inflación del capital de la Electric Bond and Share y de la Mexican Light and Power Company; el uso exclusivo de sus líneas de transmisión dentro de sus respectivas zonas, que abarcaban prácticamente todo el territorio del país, y la reanudación de las concesiones con las cuales funcionaba, próximas a caducar por el vencimiento de los plazos señalados por su vigencia. Apoyados en esta serie de privilegios excepcionales, los dos monopolios no sólo consolidaron su situación, sino que la producción de energía eléctrica de las plantas del Estado se convirtió en complemento de la suya, a tal punto que la revendían y hacían más lucrativo el negocio con créditos del extranjero para los cuales el gobierno mexicano se constituía en fiador.

“La historia de la industria eléctrica en México fue un capítulo obscuro de la triste historia de las inversiones extranjeras, especialmente de las norteamericanas y británicas, que llegaron a nuestro país en la segunda mitad del siglo pasado con el espíritu de los grandes aventureros que han saqueado las riquezas naturales de los países débiles en los diversos continentes de la Tierra, explotando su mano de obra barata, impidiendo su independencia económica e interviniendo en los problemas de su vida política…

“La Revolución Mexicana, en su contenido profundo, además de una revolución democrática y antifeudal, fue y sigue siendo un movimiento nacionalista tendiente a recobrar para el patrimonio de la Nación las riquezas naturales de nuestro territorio y utilizarlas para la liberación de nuestro país respecto del imperialismo. Esa finalidad es la que explica los aciertos de los gobiernos del último medio siglo, lo mismo que sus aspectos negativos, porque liberar, emancipar a nuestro país o luchar por su desarrollo económico independiente, significa el retiro de los capitales extranjeros de las industrias y los servicios fundamentales. Servir a México o servir a los intereses de afuera, ese ha sido y será  por muchos años todavía, el dilema de la administración pública. Al nacionalizar el presidente López Mateos la energía eléctrica, el imperialismo ha perdido uno de sus más importantes instrumentos de control sobre nuestro proceso histórico.

“Lo que importa ahora es sanear el pasivo de la Mexican Light and Power Company, para que nuestro pueblo no pague sino lo que realmente debe. Coordinar, por lo pronto, y unificar inmediatamente después, la producción de energía eléctrica. Multiplicarla a un ritmo acelerado para poder ampliar las fuerzas productivas, sobrepasando el crecimiento demográfico. Estimular el desarrollo de todas las ramas de la industria básica hasta llegar a la fabricación de maquinaria, y llevar los servicios de luz y fuerza a todos los poblados de la República. Porque el desarrollo industrial de un país se puede medir por el consumo de energía. En 1954, las veinte Repúblicas latinoamericanas consumían el 3.7 por ciento de la producción de energía total del mundo. De esta suma insignificante, México consumía el 16.7 por ciento. El consumo de electricidad por habitante en la América Latina era de 219 kilowatts-hora, contra 3354 en los Estados Unidos. Las causas de este tremendo atraso son muchas; pero la principal es la de que al apoderarse de la industria eléctrica y del petróleo, los monopolios extranjeros, principalmente los norteamericanos, a lo largo de la América Latina han tenido en sus manos la regulación del desarrollo económico, retrasándolo para evitar la independencia económica nacional o estimulándolo sólo en aquellas ramas de la producción o de los servicios controlados por otros monopolios extranjeros. La fuerza que controla la energía eléctrica en un país, tiene en su poder, en buena proporción, el desarrollo material, social y político de ese país. Sin electricidad no se puede industrializar ninguna región del mundo. Tampoco se puede pasar de un estadio histórico a otro superior. Sin fuerza eléctrica abundante y puesta al servicio de los intereses colectivos, no se puede pasar de la estructura semifeudal a la etapa capitalista. Tampoco se puede pasar del periodo capitalista al socialismo…”[11]

[1] Decimotercer fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y su influencia en la vida política de México, en proceso de edición por el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] Intervención del diputado Vicente Lombardo Toledano. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 20 de diciembre de 1965.

[4] Plataforma electoral mínima de los partidos independientes de México. México, 1952. Capítulo III.- “Desarrollo de la economía nacional”, punto 18: “La nacionalización de la industria eléctrica y de las minas de carbón”. (Mimeo) p. 18. (En la campaña electoral de 1952, el Partido Popular participó en alianza con el Partido Comunista Mexicano, postulando ambos la candidatura de Vicente Lombardo Toledano a la Presidencia de la República)

[5] Vicente Lombardo Toledano. Campaña presidencial de 1952, en dos volúmenes. CEFPSVLT. 1997.

[6] Fue publicada íntegramente en los diarios Excélsior, El Universal y Novedades, del 30 de septiembre de 1957.

[7] Diario Excélsior, 28 de septiembre de 1960. También puede consultarse en Los presidentes de México ante la Nación, 1821-1984. Informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1984. Segunda edición por la LII Legislatura de la Cámara de Diputados. México, 1985. Tomo V, p. 833.

[8] Los presidentes de México ante la Nación…, op cit. Tomo IV, pp. 1097-1098.

[9] Diario de los Debates del Senado de la República, 25 de octubre de 1960.

[10] El orador del PAN fue el diputado Eduardo José Molina Castillo. Por el PRI intervinieron los diputados Francisco Pérez Ríos, José Guillermo Salas Armendáriz, Manuel Yánez Ruiz, Adolfo Gándara Barona y José García Castillo. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 15 de noviembre de 1960.

[11] Revista Siempre!, número 381, 12 de octubre de 1960.

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos*

Por Emilio García Bonilla

A mediados de 1933 la Universidad Nacional Autónoma y la Confederación Nacional de Estudiantes emitieron la convocatoria al Congreso de Universitarios Mexicanos atendiendo la propuesta del IX Congreso Nacional estudiantil que se celebró en Toluca en 1932. El comité organizador quedó presidido por el rector Roberto Medellín, siendo representada la Universidad Nacional por Julio Jiménez Rueda y Vicente Lombardo Toledano, y los estudiantes por Luís Martínez Mezquida y Manuel Boneta. El Congreso tocaría cuatro rubros generales: a) Cuestiones administrativas y docentes, b) Orientación técnica, c) Relaciones escolares, y d) La importancia social de la universidad en el mundo actual. Las universidades estatales enviarían a sus respectivos representantes como delegados y lo mismo harían las federaciones estudiantiles locales, quedando a consideración de los organizadores la invitación de colaboradores con derecho a voz, pero no a voto.[1]

Entre las consideraciones que justificaban la realización del congreso se decía: “Que ha llegado el momento de que los centros de cultura de la República hagan una labor de acercamiento espiritual entre todos sus componentes para dar una orientación a la enseñanza universitaria que esté más en consonancia con el momento actual que vivimos”, por lo que entre los temas que se tratarían estaba el “estudio de la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”, además de la “uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas”.[2]

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos se inauguró el 7 de septiembre en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria con la presencia del general Abelardo Rodríguez, quien fue distinguido como presidente honorario por el comité organizador que además designó a Narciso Bassols, secretario de Educación Pública y a Antonio Caso, ex rector de la Universidad Nacional, como miembros honorarios. Fueron acreditadas delegaciones de 21 entidades del país. Se anunció que el acto inaugural consistiría en una alocución de Guillermo G. Ibarra, presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes, “y dos discursos, uno a cargo del rector de la Universidad de Guadalajara, doctor Enrique Díaz de León, representando a las delegaciones de los estados, y otro del señor rector de la Universidad de México, químico Roberto Medellín”, quedando a cargo de la Facultad de Música, la parte artística del programa.[3]

La inauguración del congreso había servido, según se dijo en La Prensa, “para iniciar una fluencia de conceptos” a fin de reconsiderar la imagen pública de la universidad a partir de su función en la sociedad, porque incluso era vista con desconfianza por funcionarios del gobierno, generando en la población cierta “hostilidad como enderezada a una clase de privilegio”. Al respecto, el rector Medellín consideró que “la universidad debe ser el organismo superior de orientación en la posición ideológica que la revolución debe asumir”,[4] para que dejara de ser vista como “semillero de espíritus retrógrados y fábrica de profesionales que se mantienen ajenos a los dolores y a las angustias del pueblo, encasillados en su egoísmo y su conveniencia”.[5]

Llamaron la atención desde un inicio las discusiones dentro de la segunda comisión del congreso, encargada de resolver la orientación ideológica que se le daría a la educación superior en nuestro país. Esa comisión quedó presidida por Vicente Lombardo Toledano, integrándola además Luís Sánchez Pontón, Genaro Ángeles y por Jalisco el doctor Ramón Córdoba, profesor Alberto Terán y pedagogo Saúl Rodiles, quienes defendieron una posición que los llevó, según el diario El Jalisciense a aprobar “los lineamientos principales, que fijan normas completamente izquierdistas para los métodos, programas, doctrinas y textos que se aprueben para el futuro de la vida de nuestras universidades.”[6] La segunda comisión también abordó el tema de la creación de bachilleratos especiales en concordancia con las escuelas y facultades universitarias, avanzando además en la uniformidad de los estudios preparatorios en el país con el establecimiento de normas generales en ese rubro.[7]

Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara
Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara

Los acuerdos tomados en las comisiones serían presentados en la sesión plenaria para que, en su caso, fueran aprobadas por la totalidad de los delegados del congreso, aunque se pronosticaron debates muy interesantes debido a las opiniones divididas, especialmente ante el dilema de considerar a la universidad mexicana sólo como un laboratorio de alta cultura o si debía “tomar parte en la revolución social que conmueve nuestro tiempo”.[8]

Al respecto, el rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Díaz de León, ya había declarado que “la universidad debe ser izquierdista, haciendo para ello una selección rigurosa de catedráticos y trazando una ideología que responda a esa aspiración”.[9] Esto fue considerado como una “amenaza imposicionista” que tenía como propósito, según la prensa reaccionaria, “la propaganda de un radicalismo comunista, copiado, como siempre, del bolchevique ruso, a fin de estimular el proceso revolucionario, agitando a las multitudes desde las cátedras universitarias”, lo que incluso se consideraba subversivo porque “si bien es verdad que en México el Estado se inclina hacia el socialismo, siempre ha desechado los extremos comunistas, persiguiéndolos, en ocasiones como delictuosos”.[10] Para el autor de la nota, iba a ser necesario reformar el artículo tercero constitucional para permitir que la universidad tuviera una orientación ideológica, pues esta iba en contra del laicismo, entendido como “neutralidad”.[11]

La comisión presidida por Lombardo Toledano presentó sus conclusiones, adoptando la ponencia presentada a nombre de la Universidad Nacional en la que se destacaba que:

“Las universidades y los institutos de carácter universitario del país, tienen el deber de orientar el pensamiento de la nación mexicana,” siendo la orientación de sus cátedras e investigaciones tendiente “a la sustitución del régimen capitalista por un sistema que socialice los instrumentos y los medios de la producción económica”. En este sentido, se determinó que “la historia se enseñará como la evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna, y la ética como una valoración de la vida que señale como norma de la conducta individual el esfuerzo constante dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres”.[12]

Asimismo se dijo que las instituciones de educación superior contribuirían “al estudio de nuestro régimen de gobierno; con el propósito de iniciar ante el Estado la organización de sistemas, de instituciones o de procedimientos que mejoren las condiciones económicas y culturales de las masas, hasta la consecución de un régimen apoyado en la justicia social”. Además, se consideró importante que “para lograr la formación de verdaderos investigadores y de técnicos de capacidad superior, deberá proveerse en forma vitalicia a las necesidades económicas de los elementos de cualidades de excepción, para que estos dediquen desde que sean estudiantes, con tranquilidad de espíritu y con entusiasmo, sus energías a la investigación científica”.[13]

En una sesión plenaria con el carácter de permanente que se celebró el 13 de septiembre, fueron presentadas las ponencias y conclusiones de las comisiones primera, segunda y tercera, quedando aprobadas “las conclusiones relacionadas con la uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas, los reglamentos de ingreso a las facultades y escuelas universitarias, así como la ponencia de la Universidad Nacional Autónoma sobre la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”.[14] Sin embargo, esta última fue objeto de un acre debate al día siguiente, antes de ser clausurado el congreso debido a que Antonio Caso envió una nota al rector Medellín diciendo estar en desacuerdo con la postura de los integrantes de la segunda comisión, por lo que fue invitado a exponer sus juicios al respecto.[15]

En el siguiente artículo abordaré el debate entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano dentro del Congreso de Universitarios Mexicanos y sus repercusiones en la prensa.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] “Convocatoria para el Congreso de Universitarios Mexicanos”, en Revista Universidad de México, Tomo VI, No. 31 y 32, Mayo-Junio de 1933. Información Oficial, pp.: 125-126. Archivo Histórico de la UNAM.

[2] Idem.

[3] “Inaugurará hoy el señor Presidente el Congreso Universitario Mexicano. Veintiuna delegaciones asistirán a esa asamblea, en la que estarán representadas las universidades del país”, en Excélsior, 7 de septiembre de 1933, Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[4] La Prensa, 8 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[5] Excélsior, 9 de septiembre de 1933. Citado por Héctor Ramírez Cuellar en Lombardo. Un Hombre de México, México, El Nacional, 1992, p. 54.

[6] “Los trabajos desarrollados ayer por el primer Congreso de las Universidades del país”, El Jalisciense, 9 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[7] “Se trata de unificar la enseñanza universitaria”, El Universal, 10 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[8] “La Universidad debe tener injerencia en la Revolución Social”, Excélsior, y Nota en La Nación, Veracruz, 11 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] Idem.

[10] “Al margen del Congreso de Universitarios”, Excélsior, 12 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[11] Idem.

[12] “Posición ideológica de la Universidad y programa de labores”, Excélsior, 13 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[13] Idem.

[14] “Clausura del Congreso de los Universitarios”, El Universal, 14 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[15] VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, p. 22.

Las revoluciones antiimperialistas; su carácter nacional y clasista.- La Revolución Mexicana.[1]

Las revoluciones antiimperialistas; su carácter nacional y clasista.- La Revolución Mexicana.[1]

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]

Como vimos en el fragmento anterior, el objetivo de destruir las relaciones de producción, esclavistas y feudales y sustituirlas por otras, superiores, venía quedando pendiente. La revolución por la independencia, encabezada por Hidalgo y Morelos, que como Lombardo lo analiza desde el punto de vista marxista, fue sobre todo, una guerra de clases antiesclavista y antifeudal, logró independizar políticamente a México, pero no alcanzó sus objetivos más trascendentes, de transformación profunda, económica y social. Por eso, porque el desarrollo de las fuerzas productivas no se correspondía con el arcaico modo de producción, estalló la lucha casi de inmediato, de nueva cuenta, y tomó la forma de un conflicto entre liberales y conservadores, y que no tuvo las causas superficiales que le han esgrimido los historiadores no marxistas. Triunfaron los liberales. Se formularon las Leyes de Reforma, que abrieron paso al posible destrabamiento de las fuerzas productiva, pero poco después, al instaurarse la dictadura de Porfirio Díaz, se truncó otra vez el proceso revolucionario que se venía desplegando. Así llegó el pueblo mexicano a los umbrales del siglo XX y a los momentos en que aparecía en el mundo el fenómeno del imperialismo, dentro de un modo de producción complejo, semiesclavista, semifeudal, con fuertes supervivencias del modo comunal de producción.

...luego del surgimiento del imperialismo de manera inevitable tendrían que aparecer las luchas antiimperialistas, de liberación nacional...
…luego del surgimiento del imperialismo de manera inevitable tendrían que aparecer las luchas antiimperialistas, de liberación nacional…

Porque, en efecto, el imperialismo, por cuanto se refiere al definitivo reemplazo del capitalismo de libre cambio en Europa, como Lenin lo escribió, ocurrió “… precisamente a principios del siglo XX”. El genio de la Revolución de Octubre citó enseguida la crisis económica de 1900-1903, como el momento en que “los cárteles se convierten en una de las bases de toda la vida económica”, con lo cual “el capitalismo se ha transformado en imperialismo.”[3] Ahora bien, recién rebasada la primera mitad del siglo XIX, y con más fuerza en su último tercio, los capitales imperialistas de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, sobre todo, ya se habían lanzado a capturar los mercados de los países cuyo rezago en el desarrollo de sus fuerzas productivas los convirtió en presas fáciles para sus propósitos de despojo.

Siendo ambos, capitalistas, es antimarxista pretender equiparar a los países imperialistas con los dependientes.

Lo cierto es que desde la aparición del fenómeno del imperialismo hasta nuestros días, el mundo capitalista se divide en dos: un conjunto de potencias capitalistas –a las que en lenguaje común, se les llama países “capitalistas desarrollados”– y otro conjunto, mucho mayor por su número y población, de países también capitalistas, pero subordinados. Aunque ambos son capitalistas, las formas en que se expresa el capitalismo en unos y otros contiene diferencias abismales que se reflejan en las relaciones de producción, en la conformación de las clases sociales y en múltiples aspectos estructurales y sobre-estructurales, por lo es criticable, por antimarxista y subjetivista, pretender equipararlos cuando se examinan los objetivos inmediatos y mediatos de la lucha revolucionaria, así como la estrategia y la táctica.

La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo...
La Revolución Mexicana, la primera revolución antiimperialista, de liberación nacional en el mundo…

Por las contradicciones que se generan entre ambos conjuntos de países, y las relaciones clasistas que entrañan, se puede afirmar que luego del surgimiento del imperialismo de manera inevitable tendrían que aparecer las luchas de liberación nacional –luchas esencialmente antiimperialistas– por parte de los pueblos sometidos, de las cuales la Revolución Mexicana de 1910 fue la primera en el mundo.

Al momento en que Inglaterra y Estados Unidos, entre los primeros, alcanzaron la etapa de la exportación de capitales, México quedó como receptor y víctima, por tanto, del saqueo imperialista. La base económica de nuestra dependencia fue el rezago de nuestras fuerzas productivas acumulado durante los trescientos años de coloniaje, desde que la invasión española sojuzgó a los pueblos indígenas y, con ello, impidió que el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas siguiera el curso descubierto por Marx. En vez de eso, desde fuera y por la fuerza les impuso un doble modo de producción esclavista y feudal, sujeto además a múltiples trabas para su ulterior desarrollo. Luego, en los inicios del último tercio del siglo XIX, cuando los liberales, encabezados por Juárez, recién emergieron victoriosos sobre los conservadores, abrieron los cauces para el desenvolvimiento económico, con las Leyes de Reforma. Pero la irrupción de los capitales imperialistas lo impidió, como lo analiza el Maestro Lombardo:

La irrupción externa impidió que el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas siguiera el curso descubierto por Marx...
La irrupción externa impidió que el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas siguiera el curso descubierto por Marx…

“Cuando finalmente el liberalismo triunfa, se desarrollan las fuerzas productivas, aumenta la producción económica, las relaciones de producción comienzan a cambiar, los pueblos se liberan de la esclavitud, el feudalismo servil empieza a encontrar modalidades que atenúan la explotación humana, el Estado tiene más posibilidades de desarrollo. Pero aparece un personaje en nuestro drama histórico.

“Ese personaje que no nos ha soltado desde entonces, y qué daños irreparables nos ha creado, nos ha producido. Este personaje es la inversión de los capitales extranjeros y su intervención en la vida interna de nuestro país, influyendo en su vida política y también en sus vínculos internacionales”[4]

Desde el punto de vista marxista, la Revolución Mexicana no podría tener un carácter socialista.

Por el momento histórico en que se produce, por los rasgos del modo de producción que predominaba en México y por las clases sociales que conformaban su sociedad, la Revolución Mexicana no podía tener un carácter socialista...
Por el momento histórico en que se produce, por los rasgos del modo de producción que predominaba en México y por las clases sociales que conformaban su sociedad, la Revolución Mexicana no podía tener un carácter socialista…

Por el momento histórico en que se produce, y por los peculiares rasgos del modo de producción que predominaba en México y las clases sociales que conformaban su sociedad, como lo examina Lombardo, con riguroso apego al pensamiento marxista, Revolución Mexicana no podía tener un carácter socialista:

“Era evidente que la Revolución de 1910… no podía llegar al socialismo en aquél tiempo; no existía la clase obrera, no existía inclusive la burguesía nacional como una fuerza determinante; no existían las condiciones materiales objetivas ni subjetivas para un movimiento de esta trascendencia.”[5]

Pretender, a posteriori, que lo hubiese sido si tal o cual facción hubiese superado a otra, o si hubiesen sucedido tales o cuales hechos concretos u otros hubiesen dejado de ocurrir, como a veces especulan algunas personas, significa incurrir en el subjetivismo, que es absurdo por cuanto prescinde de realidad; además, implica, ignorar un principio fundamental del marxismo, según el cual

“ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua”[6]

Ya que es imposible que las fuerzas productivas del modo capitalista desarrollen todo su potencial cuando ni siquiera ha surgido este sistema como dominante respecto de otros modos de producción previos, precapitalistas, en una sociedad en concreto.

La Revolución Mexicana fue consecuencia... de la intervención del imperialismo extranjero en la vida doméstica de México ...
La Revolución Mexicana fue consecuencia… de la intervención del imperialismo extranjero en la vida doméstica de México …

En efecto, el desarrollo de las fuerzas productivas, en nuestro caso –como ya hemos visto–, no era el de una sociedad capitalista, cuyas contradicciones internas, al agudizarse, abran la puerta a la transición revolucionaria al socialismo, sino de una sociedad esclavista y simultáneamente feudal, esto es, precapitalista. Sus contradicciones internas tenían ese carácter, y lo necesario para destrabar las fuerzas productivas era demoler esas relaciones sociales, esclavistas y feudales. Consecuentemente, nuestra revolución se planteó la destrucción del latifundio, llevar adelante una profunda Reforma Agraria y lograr la industrialización del país, destrabando de esa manera las fuerzas productivas. La revolución tuvo un carácter democrático-burgués, pero en nuestro caso había contradicciones de origen externo, además de las internas, que no existieron en el caso de la Revolución Francesa, ni las otras revoluciones democrático burguesas previas, las contradicciones que se dan entre el imperialismo y el país receptor de sus capitales, es decir, el país dependiente, saqueado por aquél. Se trató de un ingrediente nuevo, distinto de los que engendraron las revoluciones burguesas clásicas.

El imperialismo, obstáculo gigantesco para el desarrollo de las fuerzas productivas de los países dependientes.

El despojo que se realiza por medio de las inversiones extranjeras y el envío al exterior de las utilidades, junto con muchas otras riquezas naturales de la nación, viene a ser, en los tiempos del imperialismo, un obstáculo gigantesco para el desarrollo de las fuerzas productivas propias. Por eso, hacía falta una revolución de carácter antiimperialista, de liberación nacional, como denominó Lombardo a la nuestra, estallada en 1910 y culminada jurídicamente en 1917.[7] Por eso el ideólogo marxista la definió con precisión como “una revolución democrático-burguesa y antiimperialista”. Este último rasgo la distingue de las revoluciones democrático burguesas, como la Revolución Francesa, que se produjeron antes de la aparición del imperialismo sobre la faz de la Tierra, porque la nuestra tenía que fijarse también el objetivo de liberar al país de la dependencia respecto del imperialismo, y lograr que México fuera para los mexicanos. Lombardo Toledano lo dice así:

“La Revolución Mexicana fue una revolución demo­crática, antifeudal, y antiimperialista. Técnicamente calificada, fue una revolución democrático-burguesa; pero a diferencia de las revoluciones de ese género realizadas en Europa y en la América del Norte durante los siglos XVIII y XIX, la nuestra se produjo en un país semicolonial, al lado de la potencia capitalista más grande de la historia y en el periodo del imperialismo, cuya primera gran contienda entre sus integrantes fue la guerra mundial de 1914-1918, por un nuevo reparto de los países atrasados de Asia y África, y de zonas de influencia en los diversos con­tinentes de la Tierra.”[8]

Y cuando habla de sus múltiples y complejas causas, el pensador y dirigente de la clase trabajadora y el pueblo explica:

“La Revolución iniciada en 1910 fue consecuencia del régimen económico establecido por la monarquía española desde el siglo XVI, y modificado sólo en sus aspectos secundarios, durante noventa años del México independiente. Fue consecuencia también de la supervivencia de las formas esclavistas y feudales de la vida social. Y fue consecuencia, así mismo, de la intervención del imperialismo extranjero en la vida doméstica de México a partir de la segunda mitad del siglo XIX.”[9]

...es natural que la Revolución Mexicana tuviera un carácter profundamente transformador de la realidad, tanto como podía serlo en aquel momento histórico concreto del mundo y de México y de acuerdo con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas de nuestra sociedad...
…es natural que la Revolución Mexicana tuviera un carácter profundamente transformador de la realidad, tanto como podía serlo en aquel momento histórico concreto del mundo y de México y de acuerdo con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas de nuestra sociedad…

Habiendo sido, como se dijo, una revolución antiesclavista y antifeudal, y al mismo tiempo una revolución antiimperialista, de liberación nacional, es natural que la Revolución Mexicana tuviera un carácter profundamente transformador de la realidad, tanto como podía serlo en aquel momento histórico concreto del mundo y de México y de acuerdo con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas de nuestra sociedad.

Criticarla, desde una perspectiva aparentemente marxista, como hacen algunos autores desde el ámbito de la academia, o algunos actores de la lucha política, acusándola de no haber sido una verdadera revolución por no haber tenido el carácter de socialista, significa ignorar el A, B, C del materialismo histórico, es decir, las ideas básicas del marxismo sobre el desarrollo de los modos de producción y su estrecha relación con la base económica de la sociedad; de las transiciones entre unas y otras etapas de la historia y de las luchas revolucionarias de las clases oprimidas como motor de la historia.

Pensador riguroso, hizo importantes aportes a la concepción marxista del desarrollo de la historia...
Pensador riguroso, hizo importantes aportes a la concepción marxista del desarrollo de la historia…

Porque a partir de la aparición y expansión del imperialismo, la lucha de clases tuvo una forma más de expresión, antes desconocida: la lucha de la clase trabajadora de los países penetrados por el capital imperialista –lucha que en este caso no debe librar sola, sino con múltiples aliados de otras clases y capas de la sociedad– contra esos capitalistas externos, en su calidad de propietarios de medios de producción y cambio –y por tanto directamente explotadores de los trabajadores—pero también en su calidad de saqueadores de la nación en su conjunto. Por esta razón, Lombardo planteó certeramente en la Mesa Redonda de los Marxistas Mexicanos, como ya dijimos, que, en nuestro caso, “la Revolución, además de ser una Revolución que conviene al proletariado, es una Revolución que conviene al resto de la nación mexicana”.[10]

Considero pertinente enfatizar que para múltiples sectores de la población, que son víctimas del imperialismo, la lucha contra éste solamente entraña una lucha nacional por la liberación; pero para los trabajadores es eso mismo y, además, una forma muy aguda de la lucha de clases, puesto que los capitales imperialistas son doblemente explotadores de todos aquellos que viven de su trabajo personal. E implica una forma especialmente compleja de relación entre la clase trabajadora y la burguesía nacional, porque una franja de ésta tiende a aliarse con el capital imperialista y, por tanto, es enemiga frontal de la clase trabajadora, pero otra franja, victimada por el imperialismo, tiende a confrontarlo –aunque lo haga con debilidad y vacilaciones—, y no por eso deja de explotar a los trabajadores. La clase trabajadora debe combatir a esta franja de la burguesía, en tanto que es su enemiga de clase, pero al mismo tiempo, debe formar alianzas transitorias con ella para enfrentar al imperialismo que toma la calidad de enemigo común de ambas clases sociales, y a la vez, de principal enemigo de los trabajadores.

Esta complejidad de la lucha de clases en los países penetrados por los capitales imperialistas resulta de difícil comprensión para quienes apenas se asoman a los aspectos más elementales y generales de la ideología de la clase obrera; y a quienes conciben lo revolucionario con la repetición de citas, de manera suelta, fuera de contexto, y la copia al carbón de las acciones concretas que la clase trabajadora emprendió en la Rusia de los zares o en otras partes, cuya realidad era diferente. A eso obedecen muchas de las divergencias entre Lombardo y el lombardismo, por una parte, y sus críticos y fustigadores “de izquierda”, por la otra.

 

 

[1] Séptimo fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”. Próximamente aparecerá publicada por el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.

[3] V. I. Lenin. “El imperialismo, fase superior del capitalismo.” Obras Escogidas, Progreso, Moscú. 1961. Disponible en  http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe3/lenin-obras-1-3.pdf.

[4] Vicente Lombardo Toledano. “Las tesis fundamentales de las constituciones de México”. Serie de conferencias que dictó en la Universidad de Guanajuato, en el año de 1966. Disponible en Escritos acerca de las Constituciones de México Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales VLT, 2 tomos.

[5] Vicente Lombardo Toledano. “La línea estratégica del PPS: no ponerse al margen ni aislarse de la vida nacional. Discurso pronunciado en la cena de año nuevo del PPS, el 7 de enero de 1967, publicada por la revista Política fechada el 1 de enero del mismo año. Pág. XXXIII.

[6] Karl Marx, Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm

[7] Vicente Lombardo Toledano, “La Revolución Mexicana cumple su destino de liberación nacional”, El Popular, 17 de julio de 1938.  Disponible en CEFPSVLT, OHC, 1938.

[8] Vicente Lombardo Toledano,  Carta a la juventud sobre la Revolución Mexicana, su origen, desarrollo y Consecuencias, 1960, pág. 20. Disponible en CEFPSVLT, OHC, 1960.

[9] Ibidem.

[10] Vicente Lombardo Toledano. Mesa redonda de los marxistas mexicanos. CEFPSVLT, México. 1982, pág. 58.

Antecedentes del conflicto universitario de 1933

Antecedentes del conflicto universitario de 1933*

Por Emilio García Bonilla

Entre los meses de septiembre y octubre de 1933 se vivió un periodo álgido para los universitarios del país, como el punto culminante de las discusiones que desde unos años antes se realizaban sobre el carácter que habría de tener la educación superior en nuestro país. El Congreso de Universitarios Mexicanos que se celebró del 7 al 14 de septiembre enfrentó directamente a dos posiciones ideológicas contrarias, teniendo consecuencias inmediatas en el seno de las universidades, llegando incluso a la violencia física.

La polémica entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano que comenzó en el mencionado congreso y continuó en las páginas de El Universal hasta abril de 1935 sigue siendo una de las discusiones filosóficas más notables del pasado siglo en la historia de nuestro país por la calidad de sus argumentos y la personalidad de sus exponentes, pero además por la resonancia pública que tuvo y que permeó en diferentes estratos sociales por estar en juego la orientación de la política educativa de la Revolución Mexicana.[1]

Antecedentes

Como uno de los antecedentes inmediatos al conflicto universitario de 1933 debemos mencionar el movimiento estudiantil que llevó al decreto de la ley de autonomía universitaria en 1929, como la respuesta gubernamental a la huelga de mayo de aquel año en la que participaron principalmente los estudiantes de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de la Escuela de Medicina y de la Escuela Nacional Preparatoria.

La autonomía limitada concedida por el gobierno de Emilio Portes Gil a la Universidad Nacional fue una solución parcial a la inquietud de los estudiantes por tener una mayor injerencia en los asuntos universitarios y más aún, por tener una participación directa en la vida política del país. Con la autonomía se pretendía sustraer a la universidad de las disputas políticas, pero también se aislaba a la comunidad universitaria de las transformaciones sociales consecuencia del proceso revolucionario y le negaba su papel como potencial agente de esos cambios. Los estudiantes tendrían que dedicarse exclusivamente a las cuestiones universitarias pero el gobierno federal mantendría su derecho a intervenir en algunas cuestiones, incluso el Presidente de la República podría ejercer su derecho al veto en algunas resoluciones del Consejo Universitario y presentar una terna para el nombramiento de rector.[2]

A pesar de que la Universidad Nacional se convirtió después de la Revolución en un refugio para los viejos intelectuales porfiristas al haberse mantenido intactas sus estructuras, a principios de la década de los treinta un sector del profesorado sostenía la necesidad de que la universidad debía dejar atrás su pasado elitista y transformarse en una institución al servicio del pueblo y en particular de las clases trabajadoras, contando estas ideas con un fuerte apoyo entre las masas estudiantiles.

Vicente Lombardo ToledanoUna de las cabezas visibles de ese grupo de catedráticos era Vicente Lombardo Toledano, quien en enero de 1933 había sido designado por el Consejo Universitario como director de la Escuela Nacional Preparatoria. Además, como líder sindical, Lombardo hizo partícipes de esta discusión a las organizaciones obreras y campesinas. Cabe recordar que la primera vez que públicamente se discutió la necesidad de una orientación en la educación después de la Revolución fue en el seno del movimiento obrero, en la VI Convención de la CROM celebrada en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1924. Ahí Lombardo Toledano presentó la ponencia titulada “El problema de la educación en México” en la que sostenía que el problema educativo mexicano era la ausencia de “un programa que defina el propósito, la orientación, la política (en el estricto sentido científico del término) de las escuelas mexicanas”.[3]

A partir de 1921 se llevaron a cabo diferentes ediciones del Congreso Nacional de Estudiantes, siendo el décimo de ellos realizado en el puerto de Veracruz, la antesala del Congreso de Universitarios Mexicanos. Además en marzo de 1931 se realizó el Congreso Internacional de Universitarios en Montevideo, Uruguay, celebrándose su segunda edición en San José, Costa Rica en 1933, donde también se realizó el Congreso Iberoamericano de Estudiantes a mediados del mismo año.

En todas esas reuniones fue tomando fuerza la idea de dotar a la educación superior de una orientación ideológica acorde a la realidad social, que le diera sentido a la formación de los futuros profesionistas, articulándolos a las transformaciones sociales. La teoría y el método filosófico en cuestión era el materialismo dialéctico derivado del marxismo.

Como secretario de educación del comité central de la CROM, Lombardo consiguió que el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda, auspiciara en Xalapa el primer Congreso Pedagógico Nacional a mediados de 1932, llegando a las siguientes conclusiones:

Se deberá fortalecer en los educandos el concepto materialista del mundo, Preparar a las comunidades para que tomen participación activa en la explotación socializada de la riqueza en provecho de las clases trabajadoras. Combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para matar la iniciativa individual. Orientar la enseñanza de los primeros grados hacia una mejor distribución de la riqueza combatiendo por todos los medios el sistema capitalista imperante. Creación de escuelas nocturnas para obreros con finalidades de orientación y táctica en la lucha de clases.[4]

En contraparte a esa concepción de la educación, se encontraba el grupo tradicionalista que veía a la enseñanza como la simple enunciación de conocimientos para “satisfacer el ego de la erudición” y que consideraban a la escuela como un elemento que “debería permanecer alejado de la problemática social, en donde cada maestro enseñe según su criterio, nivel cultural, doctrina o interés, y por otro lado, cada alumno tome lo que considere necesario para él”, además la comunidad escolar debería permanecer al margen de cualquier identificación de clase y consagrarse exclusivamente al cultivo de las ciencias y las artes.[5] Lo anterior, ocasionaba que los estudiantes egresaran de las escuelas “sin ideales y sin preocupaciones profundas por la existencia”.[6]

16073-21792-1-PBEstos temas estaban a discusión tanto en la opinión pública como en la clase política mexicana y entre los profesores y estudiantes universitarios cuando tuvo lugar primero el Décimo Congreso Nacional de Estudiantes y unos días después el Congreso de Universitarios Mexicanos.

Décimo Congreso Nacional de Estudiantes

El Décimo Congreso Nacional de Estudiantes concluyó el 3 de septiembre, haciendo eco la prensa del voto de confianza que los estudiantes acordaron hacer llegar al rector de la Universidad Nacional, Roberto Medellín, así como de la decisión de enviar delegaciones estudiantiles al Congreso de Universitarios Mexicanos que se reuniría en la Ciudad de México[7] con el objetivo de “unificar en todo el país la enseñanza superior”.[8]

Sobre el Congreso Nacional de Estudiantes se dijo que había sido “una manifestación hacia el ideal socialista y la aplicación de ese principio en los sistemas gubernamentales”,[9] su resolución número cuatro decía:

[Considerando] que la suprema forma de liberación de las clases trabajadoras es la supresión de la sociedad dividida en clases, el congreso resuelve: Que la universidad y los centros de cultura superior del país formen hombres que contribuyan, de acuerdo a su preparación profesional y a la capacidad que implican los grados universitarios que obtengan, al advenimiento de una sociedad socialista.[10]

También se informó que en el acto de clausura Vicente Lombardo Toledano había pronunciado “una larga y brillante peroración, que le fue aplaudida por la nutrida concurrencia”[11]. En su discurso, Lombardo señaló que todo régimen social “para permanecer en el tiempo y en el espacio” ha contado con un sistema educativo basado en “un conjunto de principios que sirvan de sustento al régimen fundamental de la vida colectiva”, y si en México se estaba hablando de revolución y de cambios en la estructura del país, había la necesidad de unificar los programas de estudio con “un sistema que obligue al alumno a que tenga la convicción profunda de que el México socialista de mañana, como un rincón del mundo socialista del futuro, ha de surgir claro y vivo en la conciencia de los hombres cultos del país, como una consecuencia natural de su propia observación de los hechos”[12]

Los resolutivos del Décimo Congreso Nacional de Estudiantes generaron opiniones encontradas. Por un lado, en el diario Mundo, Antonio Salinas Puente señaló que se había desarrollado “dentro de un ambiente de camaradería bajo el honrado techo de una casa de los obreros [estibadores]” y sus conclusiones eran “un ejemplo para la juventud”, destacando el compromiso para intensificar la cultura, considerándola “como un medio, como un instrumento para conseguir un México mejor. Esto es: orientación socialista de la juventud”[13]. En contraparte, El Universal en su sección editorial quiso hacer notar que en los congresos de estudiantes, “la ilusión y el entusiasmo juveniles, por inteligentes y generosos que sean, están siempre a punto de derrumbarse al embate incontrastable de la realidad inmediata”, porque por muy trascendentales que fueran sus conclusiones, estas “nunca serán decisivas para normar los actos del grupo dirigente”, por lo que debían de limitarse a tratar aquellos problemas que se relacionaran con su vida estudiantil.[14]

En el siguiente artículo me referiré al Primer Congreso de Universitarios Mexicanos y las repercusiones que tuvo en la prensa nacional.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano coeditó la polémica completa, incluyendo la primera parte en El Universal de septiembre y octubre de 1933 y la polémica entre Antonio Caso y Francisco Zamora (diciembre de 1933 a marzo de 1934), con prólogos a cada etapa de la polémica de Juan Hernández Luna: Idealismo vs Materialismo. Polémicas filosóficas: Caso-Lombardo, Caso-Zamora y Caso-Lombardo, México, Masonería filosófica de Michoacán-CFPSVLT-Asociación Francisco J. Múgica, 2008, 298p.

[2] Renate Marsiske, “El movimiento estudiantil de 1929 y la autonomía de la Universidad Nacional de México”, en Revista de la Educación Superior, Publicación trimestral de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Vol. XI (4), No. 44, octubre-diciembre de 1982.

[3] VLT, “El problema de la Educación en México”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo I, Vol. 2., México, CEFPSVLT, 1994: pp. 119-143.

[4] Citado por VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, pp. 18-19.

[5] “La Universidad de Guadalajara conmemora los 90 años del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano”, en Raíces Universitarias, Periódico mural de la Universidad de Guadalajara. No. 12, mayo de 1984.

[6][6] Rosa María Otero y Gama, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, pp. 29-30.

[7] El Nacional, 3 de septiembre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[8] El Universal, 3 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[10] Citado por VLT en “Prólogo” [1963], op. cit: pp. 19.20.

[11] El Nacional, 4 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[12] VLT, “Clausura del X Congreso Nacional de Estudiantes en Veracruz”, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Suplemento. México, CEFPSVLT, 2001, pp.118, 127.

[13] Antonio Salinas Puente, “El Balance del X Congreso de Estudiantes” en Mundo, 6 de septiembre de 1933, en AHUNAM. Versales en el original, no cursivas.

[14] “Sección Editorial. Desorientación de los Congresos Estudiantiles”, El Universal, 5 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

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